OJOS AZULES
Mrs. Valery:
Anoche que os miré en el salón
una extraña tristeza me llegó al corazón;
vuestros ojos azules mi hicieron recordar
cosas que por lejanas yo creía olvidar,
y cuando en la ternura de aquel vals melodioso
ibais graciosamente sonriendo a vuestro esposo,
en tanto que en el cielo la luna era más bella,
yo sentí que en mis sueños reventaba una estrella
Os he dicho que vuestros ojos azules han
despertado un recuerdo, pues vuestros ojos dan
una suave tristeza que tiene en su matiz
la virtud melancólica de un lejano país,
que adoré hace ya tiempo en los ojos de una
novia que parecía bajada de la luna,
y que, como vos, tuvo en sus raras pupilas
el misterioso encanto de las aguas tranquilas:
(ya sabéis, pues, Señora, por qué en aquel salón
cuando vi. vuestros ojos incliné el corazon.)
¡Vuestros ojos azules son dos claras turquesas!,
son los mismos que tienen las lejanas princesas
que de ver el reflejo de las piedras preciosas
se han tornado sutiles y se han vuelto ojerosas.
No extrañéis ¡oh Señora noble y bella! que al
cantar vuestras pupilas sea sentimental
mi canto, pues yo tengo la tristeza de aquel
que va tras la quimera de un ignoto laurel,
dejando en el camino un madrigal sutil
siempre que encuentra un rostro de adorable perfil.
Y pues tenéis la lumbre de la mañana griega
cuando vuestra mirada se abre como una flor,
sabed, si no os ofendo, que os quedarías ciega,
y yo con dos turquesas de infinito valor.
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