CUENTOS Y LEYENDAS

Deje esas cosas doña Lupe

San Pedro Sula, Honduras 06.08.2011
Jorge Montenegro
redaccion@laprensa.hn

Doña Guadalupe Centeno, vecina de San Pedro Sula, vivía en el barrio Medina en aquellos tiempos que había pocas casas y no había más ruido que el que producía el tren cuando llegaba a la estación. Todos los días asistía a la Iglesia Católica, ahí rezaba el rosario y retornaba a su barrio: Las vecinas le tenían mucho aprecio, sabían que vivía sola, dedicada a la crianza de pollos y gallinas las que luego vendía en el barrio.

Cuénteme doña Lupita ¿cómo se las arregla viviendo sola..? Vea doña Tere, dijo doña Lupe, estuve a punto de casarme con un hombre muy guapo y trabajador que vivía en La Lima, desgraciadamente como a todos los campeños le gustaba el guaro, un viernes que había recibido su paga se fue a chupar con sus amigos a un estanco, ya bolos armaron una molotera y sacaron a relucir sus armas en medio de aquel relajo alguien disparó y la bala le pegó a mi novio, ahí quedó tendido muerto.

No había quién no conociera a doña Lupe en Medina, a veces le encargaban gallinas y otros le regalaban ropa, sartenes y cosas que le podían servir. Una señora que vivía cerca de los amarillos que así solían decir a la “zona roja”, le encargaba una gallina negra una vez al mes, cabe mencionar que en ese tiempo se pagaba un lempira por una ave de corral, la doña no fallaba llevando la gallina negra a su cliente. Sentada en una silla mecedora encontró a doña Pura que así se llamaba la compra gallinas. ¡Adelante dijo... pase doña Lupe, precisamente estaba pensando en usted.

Doña Lupe entregó la gallina y recibió su dinero, luego se puso a platicar: A usted le gustan las gallinas negras, ¿son para algún remedio ?, preguntó. Sí, dijo la señora, me sirven para salvar almas. Le fue explicando poco a poco que ella se dedicaba al ocultismo y que por medio de una gallina crucificaba el cuerpo y el alma de sus clientes, le habló del rito que practicaba y al final le aconsejó, usted debería de tener un hombre a su lado, doña Lupe, si quiere le conseguimos uno; desde ese momento doña Lupe quedó intrigada con deseos de participar en uno de los ritos; doña Pura se despidió y le dijo: la espero el viernes en la noche Lupita ya verá cómo le cambiará la suerte.
El viernes a las siete de la noche, doña Pura recibió a Lupita en compañía de otras personas, la pasó a un cuarto cuyas paredes estaban pintadas de negro, había una pequeña mesa en el centro, eso era todo.

Comenzaron con un ritual diabólico, una especie de vudú mezclado con religión, las mujeres comenzaron a caer al suelo gimiendo y llorando, doña Pura decía que era el espíritu que estaba cayendo luego puso sus manos en la cabeza de doña Lupe, ella sintió que algo entraba en su cuerpo y también cayó al suelo. A sus cincuenta años aquella señora jamás había experimentado una sensación tan extraña con sus ojos cerrados comenzó a ver en su mente a personas que ella conocía y que estaban muertas.

Su cambio fue inmediato, doña Lupe dejó de ser la persona caritativa, amable, servicial, abandonó los servicios religiosos y para colmo de males se enamoró de un joven de 24 años llamado Ismael, hijo de una vecina. Por medio de brujerías y encantamientos logró tener a sus pies al muchacho, a veces se encerraba con él hasta tres días.
Una mañana la mamá de Israel, llamada Consuelo, llegó a buscarla, doña Lupe la recibió con indiferencia y le preguntó.

¿Qué viene a hacer aquí? ¿A reclamarme lo de Israel, a pedirme que lo deje, que no lo reciba más en mi casa..?
Doña Consuelo la quedó mirando de pies a cabeza. Usted no es la misma que yo conozco desde hace años, todos comentan que tiene atado a mi hijo con brujerías, sólo le voy a decir una cosa, deje eso doña Lupe, los demonios cobran los favores que hacen y a usted le van a cobrar doble, acto seguido abandonó la casa.

Israel se fue poniendo pálido y ojeroso, no comía, sólo pasaba mencionando el nombre de doña Lupe, le buscaron remedio y todo fue inútil. Una mañana, la mamá lo encontró muerto. Los vecinos le echaron miles de maldiciones a la mujer que antes bendecían, sabían que ella era la responsable de lo que le sucedió a Israel.

Cuentan que una noche, doña Lupe comenzó a escuchar voces que salían de las paredes de su casa. ¡Queremos tu alma decían..! ¡queremos tu alma..! A medianoche la mujer salió corriendo como loca de su casa, gritaba pidiendo ayuda, luego se escuchó un estruendo y todo quedó en silencio.

Al siguiente día un panadero encontró el cadáver y dio aviso a los vecinos que acudieron a ver la muerta. Doña Lupe estaba tendida en medio de la calle, tenía la piel quemada como si hubiera recibido el impacto de un rayo, pero lo más extraño es que le habían extraído el corazón y en su lugar encontraron la cabeza de una gallina negra.

Los operadores del tren de aquellos tiempos contaban que miraban a una mujer corriendo por la calle seguida por varios perros negros, sus gritos se escuchaban cerca de la estación. Es doña Lupe exclamaban, la mujer que se llevó el demonio.

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  • (**Fuente: Diario La Prensa.)