CUENTOS Y LEYENDAS

Sigan jugándola... sigan jugándola

San Pedro Sula, Honduras 23.07.2011
Jorge Montenegro
redaccion@laprensa.hn

Mientras saboreaba una tacita de café en un centro comercial de Tegucigalpa, se me acercó un señor elegantemente vestido. ¿Puedo?, preguntó señalando una silla.

Asentí con la cabeza… -usted no me conoce, ¿pero quien no lo conoce a usted? he leído en Diario LA PRENSA todas las historias que han sucedido y siguen sucediendo en nuestro país, lo he buscado para contarle paso a paso lo que acabamos de sufrir en el seno de mi familia, nunca me inmaginé que existieran esas cosas demoníacas, creí que solo en las películas de terror se miraban. Pedí un café para el señor, eran las nueve de la mañana y a esa hora hay pocos clientes en la cafetería, el recién llegado siguió contándome. -Tengo una hija de 17 años, buena estudiante, muy formal y curiosa como todas las muchachas de su edad.

Para una Navidad no hallaba qué regalarle, hice un recorrido por las principales tiendas y almacenes de Tegucigalpa en busca de algo especial, un juguete para recordar su niñez, aparte del regalo especial que le hago todos los años. Cuando pasaba por el almacén Acapulco, que ya no existe, miré por la vitrina un juego que no conocía, fabricado en Estados Unidos por una famosa fábrica.

Me llamó la atención que en la caja aparecía un hombre encapuchado y un abecedario, a un costado de la caja se leía “OUIJA”, había escuchado que era un juego de adivinar y de misterio, creyendo que era algo común para diversión de la familia, pero fue todo lo contrario. Cuando abrimos los regalos mi hija quedó encantada con la “OUIJA”, mi esposa, mis hijos varones y mi suegra también se alegraron, dijeron que después de la cena comenzarían a jugar con la famosa tabla, yo me quedé mirando televisión mientras los demás se metieron en una de las habitaciones para comenzar el mencionado juego.

Al principio todo era diversión, mi hija decía que iban a preguntarle a Cristóbal Colón cómo había sido el descubrimiento de América, otro decía que hablara con Francisco Morazán y todos se reían. Mi hija me contó que había echo contacto con mi mamá ya difunta. Mi hijo mayor manifestó que era fácil hablar con los espíritus de cualquier parte, afirmando que habían hablado con la abuela y con Roberth Kennedy eso me causó risa y seguí creyendo que la “OUIJA” era un simple juego.

Nueve días después de la Navidad escuché unos pasos y salí a ver quién era la persona que bajaba las gradas del segundo piso de la casa, encendí las luces, pregunté quién anda ahí, y no había nadie. Mis hijos estaban en sus habitaciones.

Al regresar a la cama escuché claramente que arrastraban unas cadenas y eso sí me puso nervioso, nuevamente hice un recorrido por la casa y no encontré nada.

Cuando regresaba a mi habitación, escuché un grito era mi hija, abrí la puerta y la encontré de pie sobre la cama cubriéndose el rostro con la almohada, al hablarle se lanzó en mis brazos y me dijo que una mujer horrible estaba en su habitación, luego vio a un perro negro que atravesó la pared.

Ahí comenzó todo, de ahí en adelante le daban vuelta a los trastos en la cocina, se escuchaba claramente cuando quebraban los espejos, a todos nos quitaban las cobijas, mis hijos comenzaron a enfermarse, no querían comer y todos miraban cadáveres, animales y cosas horripilantes.

Los llevé donde un psiquiatra y me dijo que se trataba de una histeria colectiva. Un día llegó a visitarme mi hermano menor y le expliqué el problema y me preguntó que si alguien de la casa tenía literatura sobre ocultismo, que si había algo raro entre mis hijos, le conté lo de la tabla “OUIJA” y señalándome me dijo.

-Vos tenés la culpa, le regalaste a tu hija una tabla de lectura espiritista que abre una puerta dimensional hacia el infierno, esto es más grave que lo que parece, es posible que tus hijos y especialmente la niña sean víctimas de demonios burlones que pueden provocarles la muerte por suicidio, buscá esa maldición que comprastes, vamos a quemarla.

Llevamos la “OUIJA” fuera de la casa, donde un sacerdote que sabe de esas cosas, después de una fuerte oración procedimos a quemar aquel instrumento de Satán.

Mis hijos fueron sometidos a un exorcismo, mi hija estuvo a punto de volverse loca, hasta que al final una persona muy especial de la capital logró sacarle los demonios que la poseían.

-Diga en LA PRENSA que los padres de familia jamás deben permitir que sus hijos o cualquier miembro de la familia jueguen con la tabla, “OUIJA” es una advertencia que deben tomar en cuenta.

Cuando terminaba su relato llegó una joven bonita y le dijo. -¿Le contastes lo que nos pasó papá?, si hija, dijo el señor. Ojalá que sus lectores tomen en cuenta lo que nos sucedió. Fue algo horrible. Dijo la muchacha, ahora leemos la Biblia y asistimos a la iglesia. Ambos se despidieron de mí, sólo recordé la película de El exorcista, basada en una historia de la vida real, tal como sucedió con esa familia de la capital. A los que no creen en estas cosas sólo puedo decirles. Sigan jugándola, sigan jugándola que ya verán las oscuras consecuencias en el futuro

  • Volver al Indice de Jorge Montenegro


  • (**Fuente: Diario La Prensa.)