CUENTOS Y LEYENDAS

La baraja

Honduras 09.01.2011
Jorge Montenegro

Olivia llegó donde su amiga Diana en horas de la tarde saludándola con un abrazo.

-Ya vino Albina al pueblo, vamos a verla.

Diana la miró con una sonrisa y respondió: -No creo en esas cosas que hace Albina.

Albina era una mujer que había regresado a Puerto Cortés después de un año de ausencia, se sabía entre sus amistades que ese año lo había pasado en Belice aprendiendo las artes ocultas y que se había especializado en leer la baraja española.

-Vamos a curiosear -dijo Olivia- Yo quiero que me tire las cartas para ver si es cierto que las puede, además, si vos querés que no te las tire nadie te puede obligar, sólo quiero que me acompañes.

Llegaron las dos amigas a la casa de Albina, tuvieron que esperar, ella tenía que atender a tres personas. Olivia fue llamada y de paso se llevó a Diana, que al principio no quería entrar.

-¿Quién va a consultar? -preguntó Albina- Y usted que la veo nerviosa, tranquilícese, acomódese y si desea que le tire la baraja, me avisa.
Olivia se sentó frente a Albina y siguiendo sus instrucciones revolvió las cartas, luego formó dos grupos, los reunió y los entregó a la mujer. Con gran habilidad Albina colocó las cartas en su lugar, las extendió y comenzó a tocarlas como si las estuviera contando y dijo:

-Mmmm, veo que estás muy enamorada de un hombre que no te pertenece, que no te quiere. Le has hecho brujerías y eso se va a volver en tu contra si no recapacitas, no se puede obligar a nadie con amor por hechicerías.
Veo que debes tener paciencia, vas a conocer a un hombre bueno, todo dependerá de ti, nadie puede mandar en tu mente, Olivia. Vas a recibir buenas noticias del exterior, te irá bien en el trabajo, todo te sale positivo... Mmmm, pero debes abandonar lo que a la larga te puede llevar a la muerte.

Diana salió impresionada por lo que la baraja le había dicho a su mejor amiga y con la curiosidad propia de los seres humanos preguntó:
-¿De quién estás enamorada?

Olivia sonrió y dijo: -No le pares bola, no lo conoces.

-Pero Albina te dijo prácticamente que no jugaras con fuego.

Encogiéndose de hombros, su amiga dijo: -Ya te dije que no le pares coco a eso.

Llegaron a la casa de Diana y se olvidaron del asunto. Lo que Diana no sabía es que su mejora amiga estaba enamorada de Martín, su novio, ignoraba que la traicionaba. Dicen que el diablo jamás duerme y una tarde del mes de abril, cuando Diana se fue a la playa con sus dos hermanos para recoger almejas en la arena, vio que acostada estaban dos personas besándose. Siguió caminando sobre la arena y cuando estaba cerca de la pareja se dio cuenta de que su novio estaba con Oliva. -¡Martín! -gritó- Jamás pensé que me traicionarías con mi mejora amiga.

El hombre se puso de pie para darle una explicación, pero ella desesperada se metió en el mar y se ahogó.

El cuerpo de la joven fue rescatado por un grupo de pescadores que regresaban al puerto en unas lanchas dejando atrás el barco camaronero donde trabajaban. Aquella tragedia que conmovió a los porteños. El origen de aquella muerte sólo la sabían dos personas, Martín y Olivia, los hermanos de Diana ni cuenta se dieron de lo que había pasado hasta que les avisaron que ella se había ahogado.

La Semana Santa estaba cerca, habían pasado 15 días del fallecimiento trágico de Diana. Martín, angustiado por la mujer a quien quería con toda su alma, amaneció muerto por un disparo en la sien derecha.

Olivia no se sintió culpable, había algo dentro de ella desde que consultó la baraja. Sus amigas comentaban que jugaba con los hombres y que era una bruja. Aquella mañana Olivia compró un pescado grande para prepararlo en el almuerzo, había invitado a un hombre que acababa de conocer y por el que de inmediato sintió gran atracción; él llegaría a las once y media de la mañana, según lo habían acordado. La mujer cantaba de alegría, fue a buscar el pescado para condimentarlo y no lo encontró donde lo había dejado.

-Mmmmm, como que me está fallando la memoria.

Hizo hasta lo imposible por encontrar el pescado sin ningún resultado. Para colmo de males su invitado no llegó. Furiosa, comenzó a maldecir: -Maldito mentiroso, pero aquí lo voy a tener a mis pies... suerte que tengo puros para las innovaciones.

A las seis de la tarde llamó a Satanás en sus conjuros pidiendo la inmediata presencia de su nuevo enamorado, tenía la certeza de que el hombre llegaría, como había sucedido con otros hombres que se atravesaron en sus camino.

Olivia fue a visitar a unas amigas y regresó a las once de la noche a su casa, en el camino tuvo la sensación de que alguien la seguía. Se paró varias veces mirando para atrás y siguió su camino. Al acostarse y poner su rostro en la almohada sintió que algo se movía, se levantó asustada y vio que de la cama salía el pescado saltando, había cobrado vida.

¡Culpable! -le dijo el pez- ¡Culpable!

Salió del cuarto y al legar a la sala la encontró llena de agua, sentado sobre un sofá estaba el cadáver de Diana. -Vengo a pedirte cuentas -dijo mientras unos gusanos rojos salían de su boca.

-¡Debo estar soñando! -gritó Olivia- Esto no es cierto. ¡No es real!

La puerta principal se abrió de golpe y apareció Martín con una pistola en la mano, en la otra tenía una baraja, luego, arrojando las cartas sobre el rostro de Olivia, le dijo con voz de ultratumba: Nuestra maldición y la tuya entraron por estas cartas.

La malvada mujer gritó con todas su fuerzas pidiendo ayuda, los vecinos que la escucharon conocían de su maldad y haciendo la señal de la cruz cerraron sus ventanas. Al siguiente día llegó la Policía a investigar lo sucedido, encontraron algas marinas dentro de la casa y el cadáver de la mujer con un balazo en el pecho.
Dicen que quien consulta a los naipes recibe un espíritu de maldad en su vida.

  • Volver al Indice de Jorge Montenegro


  • (**Fuente: Diario La Prensa.)