CUENTOS Y LEYENDAS

"Cuando se muera mi tío"

Detrás de aquella belleza, amabilidad y buenos modales se escondía un corazón perverso, Gelsomina se mantuvo al margen de los negocios de su esposo, pero poco a poco se fue metiendo en ellos con la complacencia del hombre que la amaba...

San Pedro Sula, Honduras 18.09.2009
Jorge Montenegro
redaccion@laprensa.hn

Para muchos, nacer con dinero es como encontrar la gloria. Dagoberto Cañada heredó de su padre una inmensa fortuna, era hijo único y no conoció a su madre porque ella murió el día de su nacimiento, no soportó el parto y falleció cuando Dagoberto llegó al mundo. Su padre era dueño de casas y terrenos en la ciudad de Camayaguela, falleció de un fulminante ataque al corazón cuando Dagoberto tenía 30 años de edad.

Don Sergio, que así se llamaba el señor, tenía un hermano que también era casateniente, viudo y sin hijos, y quien volcó todo su cariño hacia su sobrino Dagoberto desde el momento en que nació. Era como si el joven tuviera dos padres.

El heredero aumentó más su fortuna debido a su extraordinaria habilidad para los negocios; su tío Mauricio estaba orgulloso de su sobrino, con quien era socio en algunos negocios.
Dagoberto estaba enamorado de Gelsomina Pacheco, mujer bella, inteligente y de buenos modales, desde que la conoció le hizo ver la admiración que por ella sentía y con el correr de los días formalizaron una relación. Seis meses de noviazgo bastaron para que quella pareja de enamorados se uniera a través de los sagrados lazos del matrimonio.

Detrás de aquella belleza, amabilidad y buenos modales se escondía un corazón perverso, Gelsomina se mantuvo al margen de los negocios de su esposo, pero poco a poco se fue metiendo en ellos con la complacencia del hombre que la amaba. Una noche, el matrimonio conversaba en la cama sobre el tema de los negocios y de las posesiones.

“Bueno -dijo él-, mi tío no tiene hijos y me dijo que en el caso de que él fallezca el heredero de todos sus bienes seré yo, o sea que cuando se muera duplicaré lo que tenemos”.
Aquellas palabras fueron escuchadas por la mujer, y desde ese momento comenzó a planificar algo terrible sin que su esposo se enterara.

Cada vez que el tío llegaba de visita, Gelsomina lo colmaba de las mejores atenciones y le servía los platos más exquisitos, en las bebidas le colocaba un veneno en pequeñas dosis que lo llevarían a la muerte poco a poco. Dagoberto fue notando que su tío adelgazaba, que su semblante desmejoraba notablemente y fue perdiendo el apetito, por eso decidió llevarlo a Estados Unidos para un chequeo general.

Cuando partieron, Gelsomina visitó a una bruja para que en los exámenes que le practicaran al tío Mauricio no aparecieran señales del veneno, además, le pidió que cuando regresaran de Estados Unidos el tío dejara de existir. Aquella mañana, Gelsomina esperaba en el aeropuerto a su esposo y al tío, los recibió con gran entusiasmo y colmó de besos a don Mauricio, manifestando preocupación por su salud.

“Es muy raro todo esto -dijo el esposo-, en los exámenes no salió nada malo, pero mi tío empeora cada día”.
Un día viernes, día de brujerías, falleció en Comayaguela don Mauricio. Gelsomina lloraba inconsolablemente por la partida sin retorno del tío y la gente contemplaba con tristeza lo que sucedía en el velorio.

Dos meses después, y en forma disimulada, Gelsomina dijo: “Amor, ya es tiempo de que tomés posesión de lo que te dejó el tío Mauricio, tengo todos los papeles en regla para que lo hagas”.

Dagoberto llamó a sus abogados y tomó posesión de los bienes de su tío para satisfacción de la ambiciosa mujer. Gelsomina era muy astuta, jamás mostró las garras delante de su esposo, pero en su corazón albergaba algo más: quedarse con todo el dinero del esposo dándole la misma receta que al fallecido don Mauricio.

Un fotógrafo llegó a buscar a Dagoberto a su oficina, aquella era una visita inusual, pues a él lo buscaban empresarios, contratistas o ingenieros, pero nunca fotógrafos. Por curiosidad lo hizo pasar.

- ¿En que puedo servirle, buen hombre?
El fotógrafo manifestó:
-Estuve en el velorio de su tío, era un hombre que yo apreciaba, me ayudó mucho en el pasado.
Aproveché la ocasión para tomar fotos de su tío y guardarlas como un recuerdo póstumo, sin embargo, sucedió algo inexplicable en estas fotos que le vengo a mostrar.

El empresario tomó las fotos y quedó asombrado, en una foto aparecía el muerto señalando a Gelsomina; en otra, el muerto tenía un frasco en la mano, aparecía junto al ataúd con el frasco y señalándose él mismo, y en la última foto vio que su esposa se reía a la par del ataúd.

Llegó a su casa pensativo, fue al baño y al abrir el botiquín vio el frasco, era el mismo de la fotografía. Tenía un gotero, el que su esposa utilizaba supuestamente para endulzar las bebidas del tío, lo metió en la bolsa de su pantalón y salió en busca de un laboratorio.

Posteriormente le dijeron que se trataba de un veneno que aplicado en pequeñas dosis dañaba el organismo y provocaba la muerte. Regresó a su casa y no dijo nada, volvió a colocar el frasco donde lo encontró.

A la hora del almuerzo Gelsomina sirvió la comida y el refresco, maliciosamente había colocado el veneno en el vaso para su esposo. El hombre le pidió una tortilla más, lo que obligó a la mujer a levantarse, así aprovechó para cambiar los vasos y dejar el veneno para ella. Lo mismo hizo los días subsiguientes, fingía estar enfermo, sentirse débil y para sorpresa, ella también se sentía mal.

Una noche, las puertas y ventanas se abrieron solas, una niebla espesa penetró en el dormitorio de la pareja. La mujer se despertó y sintió miedo, pero no puedo decir nada porque enfrente tenía al fantasma del tío Mauricio. El espectro habló con una voz cavernosa: “He venido por ti, te llegó la hora malvada ja,ja,ja,ja,ja”. Y extendiendo sus brazos agarró a la mujer, que cayó muerta en la cama, luego el fantasma y la niebla desaparecieron .

Puertas y ventanas se cerraron. Cuando amaneció, Dagoberto vio a su esposa muerta y murmuró: “Yo hubiera sido el muerto por la ambición de esta mujer. Que Dios la haya perdonado”.

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  • (**Fuente: Diario La Prensa.)