CUENTOS Y LEYENDAS

El asalto

Al día siguiente Orlando parecía un cadáver, su esposa se alarmó y cayendo de rodillas comenzó a orar, fue entonces que escuchó la débil voz de su marido

San Pedro Sula, Honduras 06.09.2009
Jorge Montenegro
redaccion@laprensa.hn

Caminaba Orlando Guerrero marcando un número en su celular, trataba de comunicarse con su esposa, quería saber cómo estaba su hija recién nacida. Se detuvo un momento y cuando iba a hablar una mano le arrebató el pequeño aparato. “Lo siento amigo -dijo un marero que llevaba un tatuaje pintado en el rostro- gracias por este celular tan bonito”.

La reacción de Orlando fue inmediata, arrebató el celular de la mano del delincuente, pero no contaba con la presencia de otros dos mareros que lo apuñalearon; le quitaron nuevamente el celular y luego se dieron a la fuga.

Cuando Orlando abrió los ojos se encontraba interno en el hospital, ahí estaban sus padres y su esposa, apenas podía hablar. “No temas -dijo la mamá- no hables, te vas a poner bien”.

Desgraciadamente Orlando no podría caminar nunca más, los asaltantes le perforaron la columna vertebral, dejándolo en silla de ruedas, sin embargo, con su mente sana logró superar muchos obstáculos y abrió con mucho éxito un negocio de computadoras y celulares.

Por las noches venía a su mente el rostro tatuado de aquel marero que le arrebató el aparato, recordaba perfectamente los tres seis, el número de la bestia según las Sagradas Escrituras; también recordaba con claridad los rostros de quienes lo atacaron a puñaladas, uno tenía una profunda cicatriz en la frente y el otro el tatuaje de una serpiente en un brazo. Aquellas imágenes lo atormentaban de tal manera que fue creciendo en su alma el terrible deseo de la venganza. No se sabe quién le proporcionó a Orlando un libro sobre magia y brujería que guardó en secreto, lo fue estudiando y comenzó a hacer los experimentos y encantamientos que descubrió en aquel diabólico texto.

Un día jueves llegó a su pequeño negocio un hombre que se miraba nervioso, llevaba un celular en su mano:
-Quiero que me activen este celular, creo que está desprogramado. Orlando extendió su mano para recibir el aparato y vio que aquel era uno de los que lo habían asaltado, el que tenía el tatuaje de la serpiente en el brazo.

-Venga mañana -dijo Orlando- se lo tendré listo, en horas de la noche.
El delincuente se reunió con sus dos compañeros para buscar víctimas, estaban decididos a asaltar a quien se pusiera en su camino.
Apartados en las sombras de la noche se ubicaron en una esquina para cometer sus fechorías, de pronto sintió un dolor en el brazo. Sus compañeros lo auxiliaron:
-¿Qué te pasa?
-Es aquí en el tatuaje que siento un gran dolor.

De pronto sus compinches vieron que la serpiente tatuada cobraba vida, se salía del brazo y comenzaba a a enrollarse en el cuerpo de aquel desventurado.

-Ayúdenmeeeee... no me dejen solo... maten la culebra. ¡Noooooooooooo!.
Los delincuentes vieron con terror que aquella enorme serpiente se tragaba a su compañero-

-Esto es cosa del demonio, ¡huyamos!
Al día siguiente, un viernes, los familiares de Orlando vieron que había bajado de peso, extrañamente. La esposa le dijo:

-Orlando, te veo muy raro, como si hubieras perdido unas cinco libras en una noche.
él contestó:

-No te preocupes mujer, es tu imaginación, me siento bien, no pasa nada.
Pasó el tiempo y Orlando seguía estudiando los libros infernales que llegaron a sus manos, aprendió que se podía sugestionar a una persona con la fuerza insospechada que radica en la mente. Con su mente obligó a los asaltantes a ver una serpiente enorme que se tragaba al del tatuaje, el delincuente murió de un ataque al corazón del susto y los compañeros creyeron que lo había devorado el animal.
Cada día que pasaba Orlando adquiría nuevos conocimientos de aquellos terribles libros, y ocurrió lo que tarde o temprano sucedería.
Orlando se convirtió en un aliado del innombrable y fue adquiriendo poderes, era capaz de matar aun perro con sólo verlo fijamente y desear su muerte, su alianza con la oscuridad. Una tarde pidió a su esposa que lo llevara a pasear, que lo dejara en el parque central y regresara por él cuando transcurrieran dos horas. Se impulsó con sus manos guiando la carreta por el parque, movido por un presentimiento sobrenatural. En una de las bancas estaban sentados los dos mareros que habían participado en el asalto. Orlando estaba delgado y no lo reconocieron, se acercó a ellos en su silla de ruedas:
- Ajá, inválido -dijo el de la cicatriz en la frente- ¿Te dejaron solo?
- No -dijo Orlando-, a mí me acompañan muchos enemigos de ustedes.
Los hombres se rieron.

-Además de inválido, este jodido está loco -dijo el que le había robado el celular.
-Ajá, ¿y dónde están los que te acompañan?

Orlando sonrió y dando la vuelta en su silla les dijo: -Esperen a que llegue la noche, ellos los encontrarán.Los delincuentes se rieron de él y en poco tiempo olvidaron el incidente. Los hombres se fueron a una cantina cerca del cementerio, salieron borrachos casi a la medianoche sintiendo que alguien los seguía.

Unas sombras aparecieron detrás de ellos y aumentaban con cada paso que daban, cuando pasaban por la puerta del cementerio, unos animales parecidos a las hienas con rostros humanos los atacaron y comenzaron a comérselos vivos. Sus gritos se escucharon en todas las casas cercanas, pero nadie salió a curiosear, sabían los vecinos que algo diabólico había afuera.

Al día siguiente Orlando parecía un cadáver, su esposa se alarmó y cayendo de rodillas comenzó a orar, fue entonces que escuchó la débil voz de su marido.

-He sido víctima de mi propia venganza, maté por medio de brujería a los tres hombres que me atacaron y cometí el error de venderle mi alma al diablo. Perdóname, perdóname... Y diciendo esas palabras, murió.

Cuentan que después de que lo enterraron quemaron los libros de brujería y poco después sobre la tumba de Orlando aparecieron dibujados los números 666. Su esposa se convirtió a la iglesia Evangélica y fue ella quien contó esta aterradora experiencia.
Nunca debe buscarse la venganza por ningún medio y mucho menos por las artes mágicas

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  • (**Fuente: Diario La Prensa.)