CUENTOS Y LEYENDAS

La mujer que presintió su muerte

La mujer que presintió su muerte Mi esposa llegó preocupada a nuestra habitación, en silencio le pregunté qué le pasaba, si todo había salido bien...

San Pedro Sula, Honduras 14.06.2009
Jorge Montenegro
redaccion@laprensa.hn

Hace varios años sostuve una conversación con el hijo de una señora a la que llamaremos Amparo, se trataba de un distinguido profesional que llegó a visitarme a mi oficina para contarme algo insólito de su querida madre.

Cuando yo había cumplido mis 20 años de edad, mientras cenábamos, mis cuatro hermanos y yo, mi mamá nos dijo en son de broma: “yo me voy a morir el 17 de diciembre de 1992.

A las tres en punto de la tarde”, como es lógico a ninguno nos hizo gracia lo que había dicho ella.
Mi hermana Patricia se levantó de la silla del comedor un poco disgustada y le reclamó: “mamá, no diga esas cosas ni en broma porque el único que sabe cuándo nos vamos a morir es Dios”.

Todos guardamos silencio y mi madre no hizo ningún comentario.
Transcurrió el tiempo, yo cumplo años el cuatro de junio y en mi casa siempre lo celebramos; mi esposa y mi madre se encargaron de elaborar un buen pastel y mis hermanas en hacer la cena, mis hermanos compraron refrescos y cervezas y algunas botellas de ron para los invitados.

Me cantaron el Feliz cumpleaños y todo fue alegría. Los invitados se fueron a sus casas, mis hermanos también y mi mamá se quedó esa noche en la casa ayudándole a mi esposa en los quehaceres domésticos, arreglamos una habitación y todo marchaba bien, al llegar la noche me despedí de ella y me fui a mi cuarto, mi esposa se quedó platicando con mi mamá hasta que el sueño las venció y se despidieron.

Mi esposa llegó preocupada a nuestra habitación, en silencio le pregunté qué le pasaba, si todo había salido bien: “No, no es eso -me dijo- es que tu mamá me dijo unas cosas que no me gustaron, no fue ningún regaño, se rió cuando me lo dijo, sin embargo, me ha dejado pensativa, muy pensativa”.

Le pregunté qué había dicho mi mamá, levantó la cabeza, me miró a los ojos y manifestó: “no sé si me lo contó en son de broma o lo dijo en serio, pero sus palabras las tengo en la mente, me dijo que ella se iba a morir el 17 de diciembre de 1992 a las tres de la tarde, es el próximo año”.

Traté de disimular para que mi esposa no se sintiera mal y le dije que mi mamá era muy bromista, que le gustaba poner preocupados a los demás, así logré calmarla y terminamos riéndonos los dos, no quise decirle nada a mis hermanos ni a mis dos hermanas para no angustiarlos, hacía algunos años que mamá había dicho lo mismo.

Por preocupación en cuanto a la salud de mi vieja la llevé al médico para que le hicieran los exámenes a un hospital privado, los resultados fueron excelentes, aparentemente ella estaba bien de salud, únicamente le dije que por su edad era necesario que se hiciera un chequeo de vez en cuando, ella lo aceptó y las cosas no pasaron a más.

Pasó el tiempo don Jorge y nos olvidamos del asunto.
Llegó 1992, ese mismo año nació mi hija que actualmente se parece mucho a mi madre, se convirtió en su nietecita predilecta, la niña nació el seis de enero.

Mi hermana Patricia, con quien vivía mi mamá, pasaba peleando con nosotros y nos decía que mi mamá no le paraba bola a nadie por estar metida en la casa consintiendo a la pequeña, claro que lo manifestaba con cierta malicia socarrona, en broma, jamás en serio.

Llegó el mes de diciembre y como le digo, nos habíamos olvidado de las palabras de mi vieja, bien recuerdo que el día 17 de diciembre yo me encontraba trabajando en mi oficina, cuando recibí una llamada de mi hermana Patricia, eran las tres de la tarde con cinco minutos.

“Venite a la casa inmediatamente, mi mamá se acaba de morir, le dio un infarto, hicimos todo lo posible para volverla en sí, pero fue inútil, mamá está muerta”, oí el llanto de mi hermana, hablé a mi casa, a mis otros hermanos y posteriormente nos encontramos en la casa de mi hermana, tal como lo dijera Patricia, mi madre había muerto a las tres en punto de la tarde.

Cuando sepultamos sus restos en el cementerio, mi esposa fue la primera en decir: “ella me anunció su muerte el día de tu cumpleaños, ¿te acordás que te conté?”.

Retrocedimos en el tiempo y nos vimos en la mesa del comedor mientras mi madre nos servía la cena, fue en aquella ocasión cuando nos anunció que iba a morir un 17 de diciembre a las tres de la tarde en el año de 1992.

Todos nos hacemos la misma pregunta: ¿Cómo pudo ella saber que moriría en esa fecha, en ese año y a las tres de la tarde? ése es un misterio que envolvió a mi familia, ¿quién le avisó?, ¿que soñaría? No encontramos explicación mi amigo. Le he contado el caso de mi madre para que sus lectores se den cuenta que existen cosas que no tienen explicación en este mundo en que vivimos.

El distinguido profesional me dio un abrazo y finalizó diciendo: le doy las gracias por haberme escuchado, han pasado doce años desde la muerte de mi madre y hasta ahora me desahogo contando lo sucedido, siento que me he quitado un peso de encima, muchas gracias.

Insólito...
Una honorable dama predijo el día, la hora y el año en que dejaría este mundo, lo anterior sucedió en Tegucigalpa.

  • Volver al Indice de Jorge Montenegro


  • (**Fuente: Diario La Prensa.)