BIOGRAFIAS

Felipe Elvir Rojas

Honduras pesa menos con la partida del poeta del pueblo, con el adiós del prolífico y laureado escritor, del funcionario público de acrisolada honradez y miembro distinguido de la Academia Hondureña de la Lengua.

Un hombre en cuyo nombre Felipe Elvir Rojas, el calificativo HONESTO debe escribirse en letras mayúsculas.

Nació don Felipe Elvir Rojas --hace 78 años-- en la agreste campiña de Las Animas, jurisdicción de Danlí, El Paraíso, el 19 de junio de 1927.

Decía con mucho orgullo que su afición por los poemas, la heredó de su madre Rosaura y la fortaleza de su carácter de su padre Ismael, un inclaudicable liberal que le enseñó a amar con pasión al Partido Liberal.

Enseñó el pan del saber en la escuela "Lempira" de Comayagüela. Hoy esos alumnos lo recuerdan con mucha admiración y respeto, porque lo que aprendieron, fue para siempre. Elvir Rojas fue de los maestros de antes, de los que hoy quedan pocos.

Junto a su amado hermano Horacio fue diputado al Congreso Nacional y distinguido dirigente de la enseña "roji-blanca", ocupando la presidencia del Consejo Central Ejecutivo del Partido Liberal en 1970.

Fue insobornable. Demostró su capacidad y profesionalismo al actuar con mano firme al ocupar posiciones públicas en los gobiernos liberales.

Se graduó de licenciado en Derecho, pero su pasión siempre fue la literatura. Por su numerosa producción literaria obtuvo el premio "Mineira" de la Academia de Belo Horizonte, Brasil. Ostentó el "Premio Nacional de Literatura Ramón Rosa" e incontables premios periodísticos. Fue director de El Pueblo, órgano del Partido Liberal y columnista fundador de LA TRIBUNA.

Amó entrañablemente a su familia que hoy llora inconsolable su partida. Lo sobreviven, su esposa doña Socorro Zavala de Elvir, sus hijos, nietos, sobrinos y su hermano Horacio Elvir Rojas.

"El día que deje de escribir me muero", dijo en una reciente entrevista a Día 7. Hoy sus libros quedan para evidenciar su obra inmortal, porque su alma sensible y buena, sigue viviendo en esas páginas llenas de sonetos, poesía y mensajes.

Qué en paz descanse el tío Felipe, como se le llamaba cariñosamente en LA TRIBUNA.

REGRESAR AL MENU