ALFONSO GUILLEN ZELAYA
 

"Por la solidaridad y amistad entre Honduras y México".

Por: Tomás Erazo Peña
Director de la Escuela "Manuel Calix Herrera", de la Federación Unitaria de Trabajadores de Honduras (FUTH).

Con motivo del L Aniversario del fallecimiento del poeta, periodista, luchador social y maestro de la Universidad Obrera de México, se llevó a cabo el día 17 de septiembre un merecido homenaje al maestro Alfonso Guillén Zelaya. El acto fue promovido por la Universidad Obrera de México, la Escuela Sindical "Manuel Calix Herrera", el Instituto "Alfonso Guillén Zelaya", el Partido Unificación democrática de Honduras, el Centro de Investgaciones sobre Historia del Movimiento Obreero y la Asociación Cultural México-Cuba "Alfonso Guillén Zelaya".

En Honduras había nacido Alfonso Guillén Zelaya, en Juticalpa, Olancho (región de grandes rebeldías y de poetas), un 27 de junio de 1887: Estudió para licenciado en Derecho, profesión que nunca ejerció. Se dedicó a hacer poemas y al periodismo.

Su condena al dominio que ejercían las compañias sobre la economía y la política de Honduras le trajo el ataque y la persecusión, que luego lo obligaría a exilarse en México.

Desde 1919 hasta 1932 ejerció el periodismo en varios países: en El Salvador, en Guatemala y en los Estados Unidos. Fue Cónsul de Honduras en Nueva York, secretario de la delegación hondureña a la Conferencia por la Paz, en Versalles, Francia. Contempló -y a la vez estudió- los grandes fenómenos políticos que sacudieron a la Europa revolucionaria, lo cual afianzó su pensamiento antiimperialista. Regresó a la patria, además de horrorizado por la "matanza más grande de la historia", decidido a luchar por la pacificación de Honduras.

Para 1933 lo encontramos exiliado en México, D.F., donde coincide con otros hondureños, intelectuales y periodístas, entre ellos: Rafael Heleodoro Valle, Martín Paz y Rafael Paz Paredes.

La época que le toca vivir a Guillén Zelaya en México es heróica; es el momento en que se lucha por la defensa de la dignidad y la soberanía; al mismo tiempo, la humanidad vive una de las etapas más críticas: la bestia parda del nazifacismo parecía que arrastraría al mundo a otro medioevo, lleno de inquisiciones, terror y persecusiones. Guillén Zelaya escribe y participa en estas dos luchas, sin olvidar la de su patria; camina paso a paso con su amigo y compañero de ideas, Lombardo Toledano, en la movilización y organización de las masas y la difusión de las ideas revolucionarias. Lo vemos en el periodo de fundación de la Universidad Obrera de México, de la cual fue su catedrático; participa, con Rafael Paz Paredes, en la fundación de El Popular, periódico en el cual escribe desde su fundación hasta el 4 de septiembre de 1947, fecha de su fallecimiento..

Guillén Zelaya no sólo ayuda en esta ciudad a organizar a los hondureños en su lucha contra la tiranía de Centroamérica, sino lo hace contra las de Franco, Hitler y Mussolinni. Llama a la lucha por una democracia que permita avanzar y organizar a los pueblos, el principal Honduras, donde la dictadura había desorganizado a los trabajadores.

"La unidad democrática debe ser nuestro primer paso salvador, y digo el primero, porque la emancipación de un pueblo no se logra exclusivamente con soluciones políticas. Los peones de la miseria serán siempre los esclavos de la ignorancia y la servidumbre. Lo anterior significa que, paralelamente a nuestra unificación democrática hayamos de consagrarnos a construir las bases del desarrollo económico, si queremos dar eficacia y permanencia a la sucesión pacífica de gobiernos emanados de la libre determinación popular. Las leyes, por sí solas, no importa cuan avanzadas, jamás podrían cambiar la trágica realidad que vivimos".

Cuando en Honduras la dictadura de Carias Andino cerró las luchas pacíficas de las masas, que pedían elecciones libres y retorno de los exiliados, ametralló a los manifestantes. Guillén Zelaya ayudó a organizar al exilio para enfrentarse a la dictadura por medio de las armas; en Honduras aparecieron focos guerrilleros y amagos de una guerra civil; también escribió en El Popular varios artículos que constituyen un manual de guerra de guerrillas.

Las divisiones sectarias de la oposición y de los exiliados hicieron fracasar los intentos por derrocar al dictador quien se consolidó en el poder. Guillén Zelaya, en su prosa periodística y de análisis de la situación nacional de Honduras -a pesar de ser ya un marxista- no caía en el sectarismo ni en el marxismo romántico: "Las normas teóricas son ineficaces cuando no corresponden, aún siendo en sí mismas, a la situación existente en el medio escogido para aplicarlas o cuando faltan las oportunidades y los elementos para darles validez, y no puede por eso prescribirse como panaceas." Ayudó a elaborar -con Castañeda Batres, Medardo Mejía y otros dirigentes populares- un equipo de intelectuales y trabajadores que, auxiliados por la CTAL y Lombardo Toledano, se esmeraron por dar pensamientos y consejos al naciente sindicalismo hondureño.

Años después, en 1954, los trabajadores hondureños realizarían la gesta más grande del presente siglo: la huelga bananera, que se convertiría en un verdadero alzamiento popular contra los monopolios y las tiranías políticas.

Guillén Zelaya, está considerado, en Honduras, como uno de los mejores 5 poetas, pero el grueso de su pensamiento quedó aquí, en México, sin ser conocido. Ahora, a 50 años de su muerte, intentamos rescatar ese pensamiento y, auxiliados de él, poner los pies en nuestra realidad.

Como epílogo podemos decir que Guillén Zelaya no dejó descendencia en México, pero su primo hermano, Lorenzo Zélaya -que también vino exilado a México- logró formar una descendencia de luchadores revolucionarios que siguieron los pasos de Alfonso Guillén Zelaya. Uno de los hijos de Lorenzo Zelaya (Alfonso), cambió su apellido por el de su tío y, con el nombre de Alfonso Guillén Zelaya se fue en el Granma, con Fidel y el Che, a escribir la aurora del hombre nuevo que Guillén Zelaya nos señalara en su estudio filosófico "La inconformidad del hombre". Otro de los Zelaya (Héctor) sucumbió en las selvas de Nicaragua, forjando el sueño morazánico de la unidad centroamericana, único camino para poder hablar de una verdadera democracia en Centroamérica .