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Disclaimer: Lo dicho, cuando te subas a un tren no bajes hasta que no haya parado. No, perdón, ejem, quiero decir, ¿alguien sabe qué tengo que poner aquí?.

Resumen: Ya sabéis de que va, Xena y Gaby se declaran su amor, de una forma un tanto inusual, pero, jolines, lo hacen; mecachis, Rob Tarpert eres un cobarde (como lea esto se me cae el pelo, jajaja.)

Avisos de la autora: Aviso, soy muuuuy peligrosa escribiendo. En esta historia se producen roces entre amiguitas, ejem ejem, coñi, vamos que la estirá de Xena y la pava de Gaby se espabilan de un puñeterita vez. Si no te gusta esta clase de acercamientos repentinos, arrepiéntete cobarderrrrr sino quieres que te pinche el cuello (aunque ya lo he intentado con mi hermano y no ha tenido resultado, ejem).
Y ya no sé que es lo que sigue... Sólo espero quitaros cinco minutos de vuestra vida y que os guste, jeje.
gioconda91@wanadoo.es


ERES TU

Autora: Elora Dana Xenagab.


No digas que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira;
Podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz del beso
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista,
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías,
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista,
mientras la humanidad, siempre avanzando,
no sepa a dó camina,
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!

Mientras se sienta que se ríe el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan,
mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!

Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira,
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas,
mientras exista una mujer hermosa,
¡habrá poesía!

(Gustavo Adolfo Bécquer).

Xena montaba en Argo II junto a Gabrielle. Esta cabalgaba a lomos de otro hermoso caballo, de un blanco puro. Ambas reían, hablaban de su última aventura, que había servido para sacarlas un poco de la angustia que últimamente sentían, habían sufrido mucho en todo aquella etapa.
Con el tiempo el silencio hizo su presencia, estaban cansadas y deseaban parar pronto, no querían dormir de nuevo a la intemperie, así que deseaban llegar antes del anochecer a una taberna.
Xena observaba a Gabrielle de reojo. Desde hacía algún tiempo estaba sufriendo unos síntomas de malestar bastante extraños que tenían mucho que ver con la joven bardo. Sus síntomas comenzaron cuando participó en aquella danza con ella, antes de que lucharan contra Lucifer, recordaba aquella mirada clavada intensamente en sus ojos, aquella expresión seductora y de deseo en la cara de Gabrielle. Los roces que hicieron mella en su piel, todo en pocos segundos había sido tan intenso. Desde aquel momento, no dejaba de desear probar la piel de la rubia, sus labios le parecían tiernos y sabrosos a un mismo tiempo, el color de sus mejillas era tan cálido y encendido, como un pétalo de rosa. Todos esos sentimientos de deseo se agolpaban en su corazón y hacían presión en su estomago por salir hacia fuera, haciéndole sentir una vulnerabilidad inaudita, que le llenaba de un miedo atroz. De pronto, sus pensamientos se vieron interrumpidos por la dulce voz de su compañera de viaje.
- Xena, ¿crees que queda mucho por llegar?, recordaba que estaba más cerca la última vez que visitamos Dormon.
- Queda poco Gaby, tranquila llegaremos antes del anochecer.- Esperó un momento antes de volver a hablar.- Gabrielle, ¿puedo hacerte una pregunta?.
- Claro Xena.- Gabrielle la miró extrañada.
- ¿Te has vuelto a enamorar después de ... bueno de ...?
- Dilo Xena, de Perdicas.
- Sí.
- Así que toca tema de chicos, pues sinceramente sí, aunque no lo creas soy muy enamoradiza.- Respondió Gabrielle con una amplia sonrisa mirando directamente a Xena, la cual frunció el ceño.
- Nunca me hablaste de ello.- Dijo Xena removiéndose incómodamente en su asiento.
- Nunca hemos hablado de estas cosas, tu no me preguntaste.- Gabrielle se preguntaba a qué venía todo aquello.
- Ya, pero me hubiera gustado saberlo.- Sintió un deje de amargura al reflexionar sobre la respuesta de la bardo, o sea, que ella sí se había enamorado después de Pérdicas, ¿pero, de quién demonios se podía haber enamorado?.
- Lo siento, Xena, te prometo que la próxima vez que me guste un hombre te lo haré saber, ¿contenta?, bueno, y a todo esto, ¿a qué viene esa pregunta?.
- No, por nada, simple curiosidad.- Volvió a moverse intranquila.
- ¿Curiosidad?, que yo sepa la curiosa aquí soy yo, no tu.- Hubo un largo e intenso silencio por parte de la guerrera, mientras Gabrielle la miraba esperando una respuesta.- Espera, ¿no me dirás que estás enamorada de un hombre?.
- Noooo, ¿de quién iba a estarlo?, no nos cruzamos con un hombre desde... bueno desde hace bastante.- Xena no la miraba, miraba las riendas, que cada vez apretaba con más fuerzas.
- Estuvimos hace dos días con Virgil, ¿recuerdas?. ¿No estarás...?.- Dijo Gabrielle casi en un susurro arqueando una ceja, gesto que descompuso a la guerrera por unos breves instantes.
- No, por los dioses Gabrielle, tengo 25 años más que él.
- Xena, eso es muy relativo, en realidad sólo tienes 7 años más que él.- sonrió pícaramente.
- Veo que tú si has pensado en ello, ¿no será tu la que estás enamorada de él?.- Refunfuñó Xena.
- Bueno, no lo estoy, pero debo admitir que Virgil me resulta bastante atractivo, y además es una muy buena persona.- Gabrielle hacía gestos con las manos, intentando describir el cuerpo de Virgil.
- Osea que te gusta, es eso ¿te gusta, verdad?.
- Bueno sí, ya lo sabes.- Dijo Gabrielle sintiéndose incomoda y ridícula con todo aquello.
- Bahh, no creo que tu y él tengáis química, él es demasiado, demasiado, bueno no sé. Por cierto no me has dicho de quien te enamoraste después de Perdicas.- Gabrielle no entendió bien lo que la guerrera quería decir sobre ella y Virgil, pero decidió dejarlo estar.
- Bueno, ejem, ejem, no es que me enamorase de ellos, es que, me gustaban como personas y pienso que si nos hubiéramos conocido algo más, pues podía haber surgido algo muy especial, incluso puede que amor.
- ¿Ellos?, de modo que han sido varios, ya puedes empezar.- Xena no pudo evitar el tono áspero y enfadado de su voz.
- Bueno pues me enamoré, por así llamarlo de Eli y de Lin Qui, y de Michael, y de..., bueno mejor no lo digo, sólo con ver tu cara me sobra para saber que te basta para saciar tu curiosidad. Xena había abierto los ojos tanto como su boca.
- ¡¡¡¿Te enamoraste de Eli?!!!.- Grito la guerrera asombrada.
- Bueno, no exactamente, pero sé que le quise mucho.
- Ya, ¿pero le deseabas?.
- ¿Cómo?.- Esta vez fue Gaby quien se removió incómodamente, aquello empezaba a írsele de las manos, nunca había hablado de estas cosas con Xena.
- ¿Si le deseabas, si deseabas acostarte con él?.- Insistió Xena acercando cada vez más su caballo al de Gaby y mirándola inquisidoramente.
- No, Xena, ¿cómo crees eso?.
- Se supone que si estas enamorada de alguien quieres hacer el amor con él.- Volvió a insistir.
- En ese caso, supongo que no estaba enamorada de él.- Respondió Gabrielle bajando la cabeza.
- Bien, ¿y que me dices de Lin Qui?, ¿qué sentías por él?.
- Creo que de él si estuve enamorada.- Respondió Gabrielle avergonzada.
- Ya veo, o sea que...
- Sí.- Se apresuro a contestar con la cabeza gacha. Xena pudo ver el rápido tono rosado que tomaron sus mejillas.
- ¿Y Michael?.- Gabrielle removía las riendas entre sus manos con nerviosismo.
- Xena, esto empieza a parecerme un interrogatorio, me estás recordando a mi madre. ¿Qué me dices de ti?, ¿no te has enamorado de alguien que yo conozca?.- Levantó de nuevo su mirada hacia la de Xena.
- No, primero contéstame tú a esta pregunta, ¿quiénes son los que quedan?.
- ¿Cómo?.- Gabrielle no quería entender la pregunta.
- Dijiste que preferías no nombrarlos.- La guerrera no parecía cesar en su empeño de saberlo todo.
- Bueno, es que temo que te enfades conmigo.- Gaby volvió a bajar la cabeza, evitando encontrarse con la confusa mirada de su compañera.
- Di.- Xena cada vez sentía más curiosidad.
- No.
- Vamos.
- No, Xena.
- Venga, di.- Dijo Xena en un tono desesperante.
- Esta bien.
- Estoy esperando.- Dijo Xena impaciente.
- Draco.
- ¿Queeeeeee?.- A la guerrera se le quedó una cara de espanto que ni aunque hubiese visto al monstruo más feo de toda su vida, y eso que había visto muchos.
- Ves, te lo dije.- Dijo Gabrielle arrepintiéndose de haber contestado a la maldita pregunta.
- ¿Ese saco de huesos repugnante y apestoso?.
- No sé como explicarlo, pero sentía atracción por él.
- Pero Gabrielle, yo creía que le odiabas.- Xena no salía de su asombro.
- Y le odiaba, pero me gustaba al mismo tiempo.
- No hay quien te entienda.
- Verás Xena, en cierto modo él es como tu fuiste antes, pero yo sé que podría ayudarle a cambiar, igual que contigo.
- No lo entiendo, ¿me estás diciendo que te gusta porque es malo y puedes hacerle cambiar?.- Dijo Xena sin entender siquiera sus propias palabras.
- Mmmm, podría entenderse así.- Contestó dudosa y sonriente Gabrielle.
Ambas dejaron de hablar, a lo lejos se divisaban ya las primeras casa de Dormon. Se miraron y se sonrieron, estaban salvadas del frío a la intemperie.
Cuando llegaron a la taberna se encontraron con que sólo quedaba una habitación con una sola cama pequeña, Xena la aceptó, aunque tuvo que lidiar un poco con Gabrielle, porque la rubia se negaba a dormir en el suelo como la última vez. Xena le prometió que esta vez sería ella la que dormiría en el suelo.
Después de comer, se recostaron un poco en sus sillas, descansando sus estómagos, sobre todo la rubia, que había comido por tres. Entonces la bardo aprovechó para hacerle una pregunta a Xena que había quedado en el aire.
- Xena, no me has contestado.
- ¿A qué?.- Xena intentó hacerse la desprevenida.
- ¿Te has enamorado de algún hombre?.- Gabrielle hizo un ademán de colocarse para escuchar atentamente lo que Xena tenía que decir.
- Muchas veces.
- Muy graciosa. Me refiero a desde que viajas conmigo.
- Bueno, sí, ya lo sabes. Me enamoré de Ulises.- Gaby sonrió al recordar al marinero.
- ¿Qué me dices de Marco Antonio?.
- Eso no fue amor, fue atracción y traición.- Dijo Xena con un tono de voz triste.
- Ya, entonces no te has enamorado de alguien más, ¿no?.
- De alguien más sí.- Gabrielle la miró confusa.
- ¿Sí? ¿de quién?.- La bardo no podía disimular su curiosidad y desconcierto.
- No estoy segura.
- ¿Cómo?
- No estoy segura de si estoy enamorada de esa persona.
- Eso quiere decir que estás enamorada de alguien ahora, ahora mismo. ¿De quién?, tu misma dijiste que hacía tiempo que no nos encontrábamos con hombres.
- No dije que fuera un hombre.
- ¿Ehhhhhhh?, ¿no es un hombre?.- Gabrielle se sentía enormemente confundida.
- No.
- Entonces, es... es...
- Sí. Eso que piensas.
- ¡¡¡¿Es un centauro?!!!.
- Noooo. Bueno, no tengo nada en contra de ellos, pero ¿desde cuando no vemos un centauro, Gabrielle?, además, los centauros también tienen sexo, ¿recuerdas?.
- Sí. Pero entonces...- se quedó pensativa un rato mirando el ir y venir de las llamas de la chimenea.
- ¿Entonces?.
- ¡¡¡¡Estas enamorada de una mujer!!!!.- Grito Gabrielle fuertemente; todos los que estaban en la taberna se voltearon para mirar confundidos a la joven bardo y a la morena.
- No te cortes Gabrielle, grita más fuerte, creo que Argo no se ha enterado.
- Lo siento. ¿Quién?, ¿quién es?, dímelo, dímelo.- En realidad su grito no había sido de asombro sino de ilusión.
- Es... es... es un secreto.
- Creía que no tenías secretos conmigo, soy tu mejor amiga.
- Si te lo contara, dejarías de serlo.- Xena se levantó estirando su cuerpo, sin dar tiempo a responder a la joven.- Vamos Gaby, tengo mucho sueño.
- Pero...- Antes de que pudiese decir nada Xena ya subía las escaleras hacia la habitación.
Gabrielle decidió quedarse un rato más cerca de aquella agradable chimenea de la taberna, y así comenzó a escribir uno de sus tantos pergaminos. Mientras, en la habitación de ambas mujeres, una morena se paseaba con nerviosismo de un lado para otro, mirándose distraída la punta de sus botas, pensaba en Gabrielle, en ella, luego en Gabrielle otra vez, luego en ella, luego en Gabrielle de nuevo, luego en ellas dos y entonces empezaba a echar humo por las orejas, metafóricamente hablando claro. Por qué tenía que pasarle esto a ella, una mujer que nunca había dependido tanto de alguien, que nunca había necesitado un abrazo o un beso hasta que la conoció a ella, entonces deseaba a cada momento que sus dulces labios se posaran en sus mejillas, deseaba que todos aquellos besos que la bardo daba a diestro y siniestro solo fueran para ella. Se convirtió en una persona posesiva.
Agarrándose la cabeza con las dos manos, como intentado acallar sus pensamientos se tendió en la cama y esperó a que Morfeo se la llevara al mundo de los sueños. Pero el ansiado dios no llegaba.
- No disimules Xena, sé que estás despierta.- Una voz de mujer grácil resonó en su mente a lo lejos. Tímidamente abrió los ojos, esperando que no fuese Gabrielle en busca de respuestas. Al principio vio una figura borrosa, pero torneada y esbelta, poco a poco fue distinguiendo la cara, los gestos y modos de la grande e inigualable, la más bella de todas, Afrodita, la diosa del amor (esto se ha parecido a una presentación de espectáculo:).

- Afrodita, ¿qué haces tu aquí?.- Preguntó Xena sin moverse un solo milímetro y con tono aburrido.
- Así saludas a la diosa del amor, tu salvadora.
- No será al contrario, "así saludas a la diosa del amor, a la que tienes que ayudar cada dos por tres".- Dijo incorporándose.

- Por eso mismo, Xena, déjame ayudarte ahora.- Afrodita se sentó al lado de Xena, que se había incorporado ya en la cama.
- No sé de que me hablas, ¿acaso has visto que esté en peligro?, yo no veo a ningún guerrero por aquí, además agradezco tu intención, pero sabes muy bien que nunca he necesitado la ayuda de los dioses.
- Ya, bla, bla, bla, siempre dices lo mismo.- Xena empezaba a desesperarse, quería saber a donde pretendía llegar la calculadora diosa.- Mira Xena, sé lo que te ocurre con Gaby.- Xena puso cara de pececito, cono ojos saltones y boca bien abierta.- Sí, la diosa del amor conoce los buenos sentimientos de todos para todos, no te sorprendas.
- Afrodita, no sé de que me hablas, mira tengo mucho sueño, si estás aburrida por qué no vas a darle la lata un poco a Gabrielle, seguro que ella se alegra de verte.
- No, no y no. Mira Xena, no pienso aguantar esto más, te veo igual todas las noches, sin saber que hacer, siempre con ansiedad, si sigues así vas a llegar a ser una esquizofrénica.
- ¿Qué?.
- Esquizofrénica, dicese de la persona que sufre un trastorno mental que la hace actuar de modo poco habitual.
- ¿Qué?
- Da igual. A lo que iba, lo que quiero es que de una vez por todas le digas a Gabrielle que la quieres, que la amas, mejor dicho, para que no haya confusiones.
- Afrodita, yo sé valérmelas por mí sola.
- Sí si si si, mira, conozco a Gabrielle y sé muy bien lo que le gusta, si tu de pronto te pusieses a escribir poesías por ejemplo a lo mejor conquistabas su corazón, ¿No has pensado en ello?
- Poesías, estás locas ¿lo sabías?.
- Sí, pero no es por eso por lo que estoy aquí. Porque no lo intentas, a lo mejor descubres que tienes un talento innato para ello.
- Esta bien Afrodita, lo intentaré si me prometes que te vas a marchar ya.
- Desagradecida, después de lo mucho que me preocupo por ti. Por cierto, si tu no te decides lo haré yo, Gabrielle es un caramelito.- Dijo guiñando el ojo y desapareciendo a su típico modo.
A Xena no le gustó ni un pelo aquellas últimas palabras "si tu no te decides lo haré yo". Corrió rápidamente hasta donde estaba la mochila de Gaby y comenzó a buscar un pergamino limpio, pero no encontraba ninguno, decidió que podía aprovecharlos por la parte de atrás. Bien, se dijo, ¿por donde empiezo?.

"La dulce Gabiola,
se recuesta sola,
porque Xena
es morena."

- Je, je, no está mal.- Se dijo así mismo, esto empieza a gustarme.

"Cuando Gabiola se sacia,
al día siguiente
bajo una acacia
anda allá y reviente."

"Gabiola es dulce
como una rana
porque por la mañana
no huele a peanas".

- Creo que no está nada mal, mañana seguiré.- Volvió a dejar el pergamino donde estaba y se recostó, está vez el sueño le vino tan rápido que no le dio tiempo a desvestirse.
A la mañana siguiente Xena despertó con los primeros rallos del alba, ¿o debía decir con los primeros gritos?. Gabrielle estaba parada junto al borde de la cama, refunfuñando.
- Mira Xena, mira, ese imbécil me las va a pagar.- Dijo alzando un puño en tono amenazador.
- ¿Qué ocurre?.- Preguntó Xena en tono aburrido y adormilado, mientras bostezaba con fuerza.
- ¡¡Mira!!, ¿Te lo puedes creer?, Joxer ha utilizado mis pergaminos ya escritos para escribir estas... estas... estas payasadas.- A Xena se le cayó la mandíbula inferior al suelo, metafóricamente, al ver que las payasadas a las que Gaby se referían eran sus hermosas poesías.
- Haber, trae aquí.- Xena alargó la mano, intentando disimular que no sabía nada de aquello.
- Toma.- Dijo Gabrielle con tono furioso, casi tirándole el pergamino.
- Ehh, tranquila, no tienes que tomarla conmigo, yo no he hecho nada.- Mentía como una bellaca. Xena bajó la cabeza al ver la mirada asesina de Gabrielle y pensó "cuando se pone así no hay quien la aguante, pero está tan monaaa". Hizo como que leía sus propias poesías y sonrió para sí orgullosa de su obra.
- ¿Te parece gracioso?, pues a mí no.
- No entiendo Gaby, que tiene de malo, son... son... son perfectas, originales.
- ¡¡¡¡¡¿¿¿QUÉ???!!!!!, Xena tienes el gusto en el cu..., ¿quiero decir, no te gustan mis poesías y te gusta eso?.- Gabrielle no cabía en su asombro, algo raro ocurría y creía saber lo que era.
- ¿Cuándo he dicho que no me gusten tus poesías?, solo dije que eran demasiado buaggggggggg.- Hizo un gesto como de fatiga, se la debía, ella no había valorado su obra de arte.
- ¡¡¡¡Me llama Gabiola, Gabiola!!!!, a mi no me parece gracioso Xena, mis poesías son mucho mejores que esta sarta de idioteces, solo a Joxer se le ocurriría escribir algo así.- Xena no podía disimular la risa.
- Mira Gabrielle, en mi opinión esto también es arte, todo intento de crear una obra acaba convirtiéndose tarde o temprano en arte.
- Xena no te pongas aristotélica, este torpe ha estropeado mi mejor pergamino, el de... bueno el..., uno muy especial.- Xena no pudo evitar la curiosidad y dio la vuelta al pergamino para leer el título, mientras con el rabillo del ojo veía acercarse a Gabrielle con la intención de quitarle el preciado pergamino. Solo alcanzó a leer "De mi primer y único amor:....". Cuando se quiso dar cuenta el pergamino ya no estaba en sus manos, Gabrielle lo guardaba avergonzada en su jubón de nuevo.
- ¿Unico amor?, ¿No decías que te habías enamorado muchas veces?.- La curiosidad y las ganas por saber el nombre del afortunado le picaban cada vez más.
- Bueno Xena, soy muy enamoradiza, pero mi verdadero amor solo pertenece a una persona.- Xena observó como Gabrielle se ruborizaba visiblemente.
- ¿Quién?.- Se limitó a preguntar.
- Es un secreto, igual que me respondiste tu.
- ¿Si yo te dijera de quien estoy enamorada, me lo dirías tú?.
- Seguramente sí, de eso trata la confianza.
- Está bien, estoy enamorada de...- Tenía que pensar rápido en alguien y tenía que ser una mujer, pero no podía decir la verdad, se arriesgaba mucho, solo quería saber el nombre del afortunado.- ...de Afrodita.
- ¡¡¡¡¿Qué?!!!!, de la diosa del amor, vamos Xena, no soy tan tonta, daría mi mano a cortar a que no estás enamorada de ella.- Gabrielle sonreía para sí con confianza, tenía esperanzas de que ella fuera la afortunada, pero Xena no parecía tener las ganas de pronunciar su nombre.
- Bueno, en ese caso te quedarías manca de una brazo, porque no te miento, me siento muy atraída por ella.
- Mientes Xena, no puedes mentir a la persona que mejor te conoce.- Gaby no perdía la compostura.
- Bueno yo he contestado, que te lo creas o no, no es asunto mío. Ahora te toca a ti responderme.
- Pero eso no vale.- Sabía que iba a tener que contestar, y podía aprovechar esta oportunidad para confundir a Xena y hacerla sufrir un poco.- Está bien, estoy enamorada de..., de..., estoy enamorada de ti. Ahora, depende de ti sí lo crees o no.- Era una forma de hacerlo, si Xena reaccionaba mal le diría que era mentira y solo pretendía bromear, si reaccionaba bien todo el juego habría valido la pena.
- ¿Estás, estás... has dicho que estás enamorada de mí?.- Xena no salía de su asombro, Gaby había dicho las palabras más deseadas por ellas, pero se olvidaba de un detalle, podía estar mintiendo y quizás solo pretendía gastarle una broma.
- Eso he dicho.- Gabrielle se volteó para disimular la risa al ver la reacción de Xena, ya no le cabía dudas de lo que la guerrera sentía por ella.- Pero desgraciadamente tu no me puedes corresponder porque amas a Afrodita.
- Yo no he dicho que la amara.- Se adelantó a decir Xena.- Solo dije que me atraía... un poco. Solo un poquito.- A Gaby le gustó que Xena utilizase ese tono de disculpa e inocencia.
- ¿Y por mi, no te sientes atraída?.- Preguntó Gaby como enfurruscada.
- Tanto como las abejas a la miel.- Dijo Xena sin poder disimular más.
- Uhhh, vas mejorando tus dotes como poetisa.

- ¿Lo sabías?, pero... ¿cómo?.- Xena no salía de su asombro, la rubita era más lista de lo que parecía y no dejaba de asombrarle.
- Primero porque disimulas fatal y segundo, porque tu letra es inconfundible mijita.
Xena se fue acercando sensualmente a Gabrielle, las dos sonreían pícara y seductoramente. El ambiente se caldeaba por momentos, las dos presuponían las preguntas y respuestas. Las dos sabían en lo que estaban pensando. Cuando Xena estaba a apenas dos pasos de la bardo acercó sus labios despacio a los suyos y le dio un leve beso. Gabrielle no reaccionó al principio, pero luego el sabor agridulce de aquel beso tan corto la dejó insatisfecha y sin pensarlo mucho se lanzó en brazos de Xena y la besó apasionadamente, como si el corazón se le fuera a escapar por la boca. Ambas se abrazaron sonrientes y se dieron cuenta que decir un nombre, al fin y al cabo, no era tan difícil.
- Por cierto Xena.
- ¿Sí?.
- ¿No dijiste que me tocaría a mí dormir en la cama?.
- Ups, lo siento, pero no te preocupes, esta noche dormimos las dos en la cama, seguro.- Y ambas se fueron sonriendo a desayunar.

¿Finishssss?


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