Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!

Los personajes de Xena y Gabrielle son propiedad de Renaissance Pictures y Estudios Universal. Esta historia es proipedad mía. Cualquier cosa que tengas para decirme puedes hacerlo en: souldreams_@hotmail.com   



TU VOZ

Tercera Parte


Autora: Lane

 

Al final todo acabó en una tremenda y descomunal lluvia de aplausos y piropos. Abrí los ojos y los cerré varias veces, como despertándome de un sueño, de un trance, de un... de un qué sé yo! De aquella locura que me había poseído, de toda esa imperiosa cascada de fuerza y adrenalina que de repente me sacudió el alma, de aquellas espectaculares ganas de soltarlo todo y la placentera satisfacción de haberlo hecho vaciándome por dentro, sintiéndome libre al fin de toda aquella angustia... Oh, madre mía, qué fuerte había sido aquello! "Jajaja!! Que subidón!". Pero claro, después de haber agotado hasta la última energía que reservaba celosamente mi organismo me vi en una exagerada vuelta a la realidad y, de pronto, ante toda aquella enloquecida gente que gritaba mi nombre, que me lanzaba rosas y que me aplaudía hasta sangrarse las manos. "Uahg! Pero¿ qué es esto!? ¿Qué ha pasado aquí!?...". Un hombre enorme me cogió por la cintura y me arrastró hacia dentro del escenario en milésimas de segundo (justo las que me salvaban de verme engullida por aquella oleada de ferviente gentío). No vi a Marcus, tampoco encontré a Mel, aunque no me dio mucho tiempo de mirar muy bien, eso también hay que decirlo. Ese fortachón que me estrujaba las costillas se empeñó en no soltarme hasta haber llegado a casa. "Dios mío, pero de dónde ha salido toda esta locuraaa!!"

- Gabrieeeeeeelleeee!!! Al fin llegaste, cielo!! - tras cerrar la puerta Mel me abrazó. - Has estado soberbia, chiquilla!!! Pero lo has hecho demasiado bien, jajaja! Mira la que se ha liado!

- Sí, que miedo toda esa gente! Le he dicho a ese chico que te llevara directa a casa. Ya conocí uno de estos casos hace un par de años y créeme que no te gustaría saber el final... Por cierto: CHAPÔ!! Bravoooo, bravooo bambinaaa!! Una actuación de 10, sí señor! Eso es cantar!! - me besó en la mejilla y estrujó Marcus. "¿Dónde estás?"

- Gracias... la verdad es que me lo he pasado muy bien. Pero no pensaba que se me fuera a ir de las manos de esta manera. Si lo se no...

- Shht! No lo digas, yo misma no hubiera descansado hasta hacerte cantar, aun sabiéndolo - me interrumpió Mel. "¿Dónde te has metido?"

- Bueno, no se yo... En fin, voy a darme un buen baño, si no os importa. He sudado a mares ahí arriba! Jeje! - "Xena, ¿por dónde porras andas!?"

Sumergí la cabeza en la tibieza de aquella agua e intenté relajarme. La verdad es que estaba agotada, no había hecho nada del otro mundo, pero sentía como si me hubiera dejado el alma! No quise pensar en todo aquello, aunque no se muy bien porqué... La bomba ya había explotado, y el alivio fue tal que se había olvidado del estallido. Me estuve horas en el agua sin un solo pensamiento, solo conmigo misma. Sí , sin duda logré relajarme... No tenía mucha hambre. Al salir del baño no tuve ni fuerzas para quitarme el albornoz pero me obligué a avisar a Marcus y Mel para que no me esperaran para cenar. Me desplomé en la cama, relajada aunque algo aturdida aun, hasta que por fin Morfeo se decidió a llevarme en sus brazos.

- Xena...

...

Antes de abrir los ojos, me desperecé hasta hacer crujir todos mis huesos. Qué bien me sentaba hacer aquello... Me acurruqué una mijilla más de tiempo después, amarrándome morosamente a la almohada. El momento vaguería no fallaba en mi despertar de cada día, siempre clamaba por 5 minutos más. Aunque era más una rutina que una necesidad en esa mañana. Podía dormir hasta cuando me dolieran los huesos y se me entumecieran los músculos... Y de hecho seguramente así habría sido si no hubiera notado una caricia en las sienes, apartándome el mechón que reposaba en mi rostro. Abrí los ojos lentamente, ya sabía quién me iba a encontrar...

- Me han pedido que les consiguiera un autógrafo de la diosa del canto... - me dijiste risueña, mientras apartabas tu mano de mi rostro.

- Volvemos a empatar - te dije raptando al vuelo tu mano para llevármela junto mi cuello, situándola entre él y la almohada.

- Jajaja! Nos saldría más rentable montar un show entre las dos y dejarnos de viajecitos - apreté tu mano al sentir como la música de tu risa acariciaba mis oídos.

- ¿Dónde te metiste ayer? Me dejaste sola con toda esa gente... - te repliqué con morritos de niña pequeña.

- Te equivocas, chata... Peleando con ella me quedé. Intentaban seguir al gorila que se te llevó. Casi planeaban una emboscada contra él, jajaja! Hay que ver la de pasiones que levantas... - me dijiste recostándote a mi lado.

- Sí, bueno... Pero no la que yo quisiera. - "UAHG!! Se me escapó, se me escapóoo!!" Dios, es que se estaba tan a gusto contigo cerca que me hacías imposible disimular!

- Mmmm... - fue tu única respuesta, seguida de un apretón de mano que me erizó la piel. Cerraste los ojos y dejaste que un agradable y cómplice silencio nos rodeara aislándonos del mundo entero.

- Estoy segura de que ya la has levantado... - dijiste al fin en un susurro.

-¿ Y tu como sabes eso? - te dije burlona, "Como vas a saber tu que te quiero despertar a ti, precisamente, la pasión!"

- Porqué ayer me hiciste levitar hasta a mi - giraste la cabeza para mirar mi cara de asombro y sobresalto.- O sea que seguro que también lo hizo esa pasión que quieres levantar, jeje! - tu y tus rodeos... a veces me confundían, parecías hablar de ti cuando en realidad... en fin. Desvié decepcionada la mirada y me llevé tu mano a los labios. No reprimí el impulso de besártela, es más: sentía que después del golpe que me acababas de dar me merecía un caprichito, al menos. La estuve examinando durante largo rato, dibujando símbolos en tu palma, acariciando tus finos y delicados dedos, admirando su exquisita suavidad.

- Tienes una voz que enamora, Gabrielle. - te oí decir, pero no reparé mucho en tus palabras... ya me habías dicho en alguna ocasión que te gustaba mi voz. No quería volver a comprobar que tus halagos solo escondían cariño de amiga. Me dolía demasiado, ya.

- Gracias, me alegro de que te guste.

- No he dicho que me guste. He dicho que me enamora. - sentencié. "Ya está, ya te lo he dicho..."

Te pusiste roja como un tomate. Y, la verdad, creo que yo también. Al principio te quedaste mirándome con los ojos blancos, pero luego se te fueron abriendo mientras se te encendía el rostro. Yo observaba sonriente todas tus reacciones, pero me asustaste cuando te vi sumida en un inacabable estado de shock. En un acto desesperado te apreté una vez más la mano, quizás para que supieras que no pasaba nada, para amortiguar un poco la magnitud que había provocado mi enmascarada declaración. Y esperé cualquier reacción menos la que hiciste: dejaste con sutrago mi mano, como si de pronto hubieras sido consciente de la situación y hubieras digerido al fin mis palabras para reparar racionalmente en ellas activando tu mecanismo de defensa contra mi... mi... acercamiento? ¿Era eso un rechazo? ¿Tan equivocaba estaba al pensar que quizás tu sintieras...? Pero, entonces, ¿qué había significado el beso que me diste la otra noche!?

- Disculpa, será mejor que vaya ya para el baño, necesito una buena ducha: tus admiradores me tuvieron despierta durante toda la noche, jeje! - intenté quitarle hierro al asunto, con un poco de suerte acabarías pensando que mi declaración no había sido más que un cumplido entre amigas. Suspiré al levantarme y encaminarme hacia la puerta para, al cerrarla, encerrar tras de mí mi corazón hecho cachitos y mi alma fino polvo.

...

- ¿Un poco de mermelada? - me preguntó Marcus desde el otro lado de la mesa.

- No, gracias - le respondí mirando por enésima vez las escaleras.

- No va a bajar - me dijo el hombre al percatarse de quién estaba esperando- La he ido a despertar pero no estaba. Esa Xena no se queda quieta ni un instante, es nervio puro. Y mira que le dije que no se levantara de la cama en su estado, eh!

- ¿En qué estado? - pregunté de pronto sobresaltada.

- Oh, ¿no te lo dijo? Creí que... bueno, como me la encontré esta mañana saliendo de tu a habitación pues supuse que te habrías dado cuenta. En fin, es igual, Xena y su coraza... A ver cuando se libera de una vez por todas de ella, carajo!

- ¿Pero le ocurría algo? ¿¿A qué te refieres con eso de "su estado"?? - me estaba poniendo nerviosa ya con tanto rodeo!

- Pues que tiene un corte, hija. Le pude ver antes de que se lo tapara con la mano intentándomelo ocultar. Pero tengo vista de águila. Conseguí convencerla para que al menos se lo vendara, pero no veas lo que me costó!

- Un corte!?!?! Como que un corte!?! Dónde lo tiene!?!? Pero si no me di ni cuenta que...!!

- Tranquila, no es muy grave, pero sí es profundo y seguramente a estas horas aún le estará sangrando. Por eso me preocupa que haya salido...

- Me voy a buscarla! Cómo no me lo has dicho antes, Marcus!! Puede que se quede inconsciente en cualquier parte si pierde demasiada sangre!

- Gabrielle, chiquilla, no te alteres. Xena es fuerte, y ya te he dicho que el corte no es grave. Aunque me parece muy bien que la traigas de vuelta. No me di cuenta de cuando se iba, si no ya sabes que la hubiera detenido.

- Sí, bueno... en fin, voy, eh? - dije cerrando la puerta tras de mí.

"Xena, por qué siempre haces lo mismo!? Madre mía, como te pase algo no me lo perdono! ¿Dónde te has ido, por todos los Dioses...!?" Anduve durante horas, preguntando a todo el mundo si te habían visto, pero casi maldigo el momento en que decidí preguntar... Casi me comen todos, se me echaron encima literalmente. Me costó escapar de ellos, pero lo logré. Corrí como una condenada hasta una especie de colina. Me senté al borde del precipicio, no era muy alto, para conseguir recuperar el aire que me faltaba.

"¿Dónde estáaaaaaaas!?" Fue entonces cuando miré hacia a bajo y te vi estirada en la tierna hierva, los ojos cerrados, los brazos cruzados tras tu nuca y.... escuché tu quebrado canto.

"Hoy te necesito hablar, hallarte de cualquier modo. Sentarnos y conversar... después andar a contra corriente. Necesito respirar el mismo aire que te rodea, y en la piel quiero tener el mismo sol que te broncea. También quiero poder ver tu sonrisa una vez más y volver a un sueño lindo. Yo no puedo ya vivir un sentimiento sin sentido, necesito descubrir la emoción de estar contigo, ver el sol amanecer y ver la vida acontecer, como un día de domingo... Haz como si fuese aun temprano, nuestro amor será más que una emoción. Haz como si fuese aun temprano... para dejar hablar a la voz del corazón..." - se te escapó un sollozo.

No pude evitar que las lágrimas se me escaparan, y al no lograrlo traté de detenerlas. No quería llorar, no quería hacerte la mala de la película de mi vida, la que me dañaba y torturaba, la que me mal trataba y me hería más que el corte que aun sentía sangrar en el lado derecho de mi vientre. Tu no tenías la culpa de que yo fuera tan masoca como para quererte. Yo solita era la culpable de amarte con toda mi estúpida alma. Tu reacción era normal, tu rechazo justificable, tu sorpresa mezclada con temor comprensibles, tu mirada desconcertada... ¿Cómo me había podido imaginar que esa llama que me abrasaba el corazón también quemara el tuyo? Que imbécil, qué arrogante...! Tu corazón era demasiado puro como para poder amar a una guerrera como yo y con un pasado tan patético como el mío. Pero yo seguía adorándote con todas mis fuerzas... con todas ellas! Y dolía, eso dolía mucho... demasiado! No conseguía detener el llanto, otra vez me vi entre espasmos de agonía como aquella noche junto al río. No aguantaba la magnitud de mis sentimientos, no podía controlar la bestia que se me había despertado en el interior por ti... y sobretodo no soportaba la soledad , verme sola con toda esa furia de emociones, ese huracán de enfermizos sentimientos. Aquello era insoportable!!

Intenté incorporarme, pero no se si fue porque se redobló mi llanto o me dio una traicionera punzada el maldito corte, el caso es que no me pude levantar. Me desesteré, estaba hecha pura angustia tanto física como psíquicamente. No iba a durar mucho, la sangre parecía haber decidido abandonarme en mi tormento y con ella se me llevaba la vida. Indiferente miré el charco de rojo líquido que se había formado a un lado de mi cuerpo y pensé que poco lo necesitaba si era para vivir sin vida, para vivir sin ti... sin ti mi amor, que eras mi vida. " Quiero ver la luz. Ilumíname, dime a dónde voy, dime hasta dónde llegaré. Ábreme una puerta, déjame creer que la vida nace a la vez... que la luz del sol brota cada amanecer, y que en la oscuridad el firmamento sigue en pie. Ábreme un camino, déjamelo andar, solamente quiero... sentirme libre, fuerte como el mar, olear la humanidad para que el mundo gire libre, sin temor sin red. Y si la paz está en las nubes, tocar el cielo hasta hacer llover. Guíame el amor lejos, donde el mal no esté, donde descubrir que no hay barreras que romper. Cierra las tinieblas, déjame soñar que la tierra puede despertar al sol de otra realidad, sea cual sea el color, sea una raza universal. Cesa ya la guerra, déjame llorar. Gritaré a tu lado y podré sentirme libre, fuerte como el mar... poniendo el mundo en pie. Libre, libre... sin temor sin red tocar el cielo, y hacer la paz llover."

Deliraba, deliraba mientras le cantaba a Zeus, ahora, para que se apiadara de mi alma y me diera muerte de una vez. Que me diera la libertad, que se compadeciera de mi sufrimiento y pusiera fin a todo mi dolor. Que me enviara lejos, lejos de todo lo que me rodeaba, de todo lo vivido, de todo ese mundo al que tanto daño había hecho, ese mismo daño que tan duramente estaba pagando. Le suplicaba para que apagara el infierno que yacía en mis entrañas por ti, clamaba para que me lo arrancara aunque en ello se me llevara la vida. Sentía un coro de ángeles, sus voces se parecían mucho a la tuya. Cantaban la súplica de mi fin, la inminencia de mi muerte. Me sentía flotar en cada una de ellas, me rodeaban, me alzaban, me acompañaban en el viaje que me llevaba a los cielos, ese deseado trayecto hacia mi paz. Oh, Gabrielle, no sabes como sonaban aquellos cánticos! Tendrías que haberlos oído, no te imaginas lo celestial que sonaban mientras rezaban por mi alma, mientras la purificaban con su infinita bondad.

"Gabrielle, no te imaginas cuanto te he querido y cuanta paz y felicidad me has dado... Gabrielle, no sabes lo mucho que te me has amarrado al alma. Te llevo conmigo, mi amor. Te vienes conmigo por lo mucho que me has querido y todo lo que te he amado... Gabrielle, te llevo conmigo hacia esa luz del final. La ves? Sí, esa... esa tan blanca y resplandeciente. Gabrielle, te he amo tanto..."

- Pero Xena, qué estás diciendo!? XENA NO TE PUEDES MORIR!!!!!!!!!!!!!!! - te mecía en mi regazo, mientas veía como te me ibas, como me balbuceabas palabras sin sentido medio moribunda.

- Xena, escúchame, mi vida, no sé qué intentas decirme pero por lo que más quieras, lucha Xena, lucha!! - el pecho... me dolía el pecho. Me faltaba el aire, los sollozos se me juntaron con los suspiros y un nudo me atragantó la garganta: era dolor, Xena... dolor porqué te perdía y no podía hacer nada para retenerte a mi lado.

- Xena, joder, no te me vayaaaaaaaaass!!!!!!!! - te besaba la frente mientras intentaba que, estuvieras dónde fuera, me pudieras oír, que escucharas mi súplica para que te quedaras.

- Xena, me oyes!?!?!? No te rindas ahora, no lo hagas!! Vamos, vamos, vamooooss!! -agitaba tu cuerpo sin vida casi, para que reaccionaras- Te vas a poner bien, venga cariño... - te frotaba bajo tu pecho, supongo que por instinto, para que tu corazón no dejara de latir

- Oh, Zeus... no lo hagas, no me la quites, no tienes.... NO TIENES DERECHO!! NO ES SU HORA, ZEEEEUUSS!!!! - lloraba, lloraba y lloraba.... no volvías, te me ibas y no podía hacer nada más que desesperarme y suplicar misericordia a Zeus. Ya no me quedaban fuerzas, abracé tu cuerpo inerte y lo aferré fuerte contra mi pecho, para retener lo poco de vida que debiera quedar en ti.

- Xena, no... no te vayas que ... que te me llevas la vida, Xena...

...

Sombras, sombras y más sombras... Caminaba por un pasillo de paredes impregnadas de una especie de baba lila que cuando le daba por ahí se tornaba verde. Había muchísima gente transitándolo, a pesar de su dantesca estrechez. Bueno, más que gente eran sombras. Sus rostros eran borrosos, nada nítidos, ni siquiera estoy segura si eran de color o blanco y negro. De hecho tampoco sé si el lila o verde de las paredes lo era realmente o tan solo lo era a ratos...Los cuerpos de esos extraños viandantes parecían un acumulo de humo negrísimo que a duras penas sostenía sus cabezas. O al menos eso me pareció a mi, porqué la verdad es que cuanto más me concentraba en observar una figura más borrosa se volvía. El suelo era pastoso, como si hubieran echado litro y litros de leche para luego echar harina. Una especia de masa de tarta enorme. Era toda una Odisea pasearse por ese corredor, sí... lo reconozco. Pero a pesar del no muy acogedor ambiente, no sentí ni el más mínimo asombro, ni temor ni nada de eso. Es más, creo que hasta encontraba todo aquello familiar.

Anduve hasta la saciedad. No sé cuantas horas, o días, o meses o... vete tu a saber si en ese lugar existían las horas, los días, los meses... el tiempo, en general. Sentía que hacer un paso me costaba años y, en cambio, al ponerlo en ese suelo de pringosa pasta tenía la sensación de que no había ni trascurrido media milésima de segundo desde que lo había alzado para avanzar. Y mientras las sombras yendo y viniendo, hablando sin hablar entre ellas, paseando sin andar por esa especie de macabro pasillo, mirando sin ver esas chorreantes paredes de verde o lilosa mucosa... Y yo que avanzaba retrocediendo!

Horas, días, meses, años, vidas, eternidades... ¿Cuanto haría que estaba atrapada en mis propios pasos? Las sombras se habían vuelto llamaradas azules que ni siquiera quemaban, solo corrían sin parar de reír. Dios, y que tormento de risa!! Me volví loca con su incansable y repetitiva risilla de los cojon...!! Sonaaaaba y sonaaaaba y volvía a sonaaaar... uuuna y otra vez por todos lados, por mis sesos y oídos, por mis alrededores e interiores, por mis entrantes y mis salientes... Por todas partes, resonaba esa risilla, por todos los rincones que esas estúpidas llamaradas recorrían. Aunque empezaban a tomar forma, creí entrever rostros entre algunos de esos fogonazos azulados... aunque en cuanto me fijaba en ellos se volvían abstractos y borrosos (como no..!).

Decidí detenerme, ¿para qué seguir avanzando si no me movía ni un milímetro? Menuda idiotez... aun no sabía porqué no me había parado en cuanto al primer paso vi que iba a parar al mismo sitio de donde lo comencé a dar. Toqué la baba de las paredes y me fue cubriendo poco a poco, con la lentitud de un caracol esparciendo sus viscosidades por dónde pasa. Sentí verdadero asco, pero algo me impedía atorar aquella repugnante baba. Me llegó a cubrir completamente, abrí los ojos y vi a través de la capa de mucosa. Las llamaradas, entonces, tomaron forma humana. Pude ver con claridad sus rostros y cuerpos, al fin. No conocía a nadie pero me alegraba de verlos a todos, de poder ver sus caras con ojos y boca, de distinguir sus piernas y brazos de su tronco... Muchos me abrazaban al pasar por mi lado, como si me mirasen. En lugar de las típicas miradas que se lanzan cuando se camina solo, en ese pasillo se daban abrazadas. Que paradoja! Me vi a mi misma abrazando a totales y completos desconocidos en cuanto los quería mirar. No era ni un saludo, ni un intercambio de.... de nada. Tan solo era un acto, y no iba más allá. Abrazabas y te abrazaban como si de respirar se tratara. En uno de esos abrazos recuerdo que cerré los ojos y al abrirlos separándome de la persona que abracé el paisaje había cambiado completamente. Aunque para mi no fue ninguna sorpresa. Y tampoco sé porqué.

- Xena, no te quiero aquí. - Que te vayas, te he dicho. - No perteneces aquí. - No te quiero aquí. - Vete. - Lárgate de una vez! - No perteneces... - No te queremos aquí... - No me oyes!? - Que te largues!

Un corro se formó a mi alrededor y gente que reconocía me lanzaba todas esas frases sin ápice de emoción en sus caretos. Sabía que los reconocía, pero al mismo tiempo tampoco era capaz de especificar quien en particular era cada una de esas personas. Algo me cogió toda la cabeza, me alzó y comencé a elevarme. El cuello me crujía, pero no me hacía daño. Tampoco la cabeza, solo sentía una fuerte presión en las partes por dónde la peazo mano me agarraba. Era extraño: sentí como toda la sangre me subía a la cabeza, tal como si estuviera boca para bajo, y en cambio estaban elevándome. Las voces se amortiguaban en los dedos de esa mano que me tapaban los oídos, pero aun las oía. De pronto caí en una enorme alfombra llena de pétalos rojos. Estaba estirada y llovían rosas que antes de dar con el suelo se rompían en mil pétalos. Yo miraba el espectáculo feliz. Sí, creo que estaba feliz. Te cogí la mano y me la puse sobre el vientre mientras te decía que miraras los fuegos artificiales de rosas rojas. Nos las echaba la enorme mano desde arriba y antes de dar con nosotras centenares de flechas las atravesaban para deshojarlas.

- Lo puedes hacer....

Tu mano contra mi piel era cálida. La quitaste para coger al vuelo una rosa, antes de que las flechas la despellejaran, y te recostaste en un codo para acariciarme el vientre con ella. Me hacías cosquillas. Yo reía y te pedía piedad, pero tu no parabas. La rosa se volvió baba verde lilosa. Me la esparcías por todo el cuerpo. De nuevo me vi cubierta por mucosa que mi piel acabaría por beberse.

- Puedes lograrlo...

Te volviste llamarada, volviste a ser azul combustionandote con el oxígeno. Rodé entre los pétalos rojos para quitarme la viscosidad que te transformó en fuego de estúpida risa.

- Eres capaz de conseguirlo...

Te sentí quemando en las entrañas, con esa risa martilleándome el cerebro. Me golpeé el estómago, pero ese incordioso ruidillo no cesaba, y tu mientras abrasando mis intestinos. Me retorcí, me volví feto abrazando mi cintura, pero tu seguías ardiendo en mis tripas. Intenté abrirme el vientre y sacarte de mis vísceras. Lo conseguí. Te vi entre mis sangrientas manos abrazada risueña a mi miocardio.

- Lo lograste, felicidades, Xena... Xena... Xenaaaaaa.... XENAAAAAAA!!!

...

- XENAAAA!!! – no cesaba de llamarte, me daba igual que ya no sirviera de nada, tu nombre era lo único que me quedaba tan viviente y palpitante como tu recuerdo.

- Gabrielle, por Hades, no me chilles! – me giré sobresaltada, no... no podía ser. Juraría que te había oído... Me estaba volviendo loca, como podías hablarme si hacía escasas horas que te habíamos enterr....- XENA!! – Oh, por Zeus, era ella!!!!!!!!

-Holaps... – avanzabas hacia mi, surgiendo como una diosa del bosque. Me sonrías sin dejar de atizarte por todas partes intentando sacar todo el polvo de tus ropas.

- Pe... pe.... pero si... Co... como..?

- Shhtt! Ven aquí – Xena se limitó a abrazar a una más que asombrada Gabrielle, la notó temblar entre sus brazos para después estallar en llanto mientras se aferraba a su cintura.

Gabrielle no se lo podía creer, pero en realidad le daba exactamente igual. Tenía de nuevo a Xena con ella, Zeus la debería haber escuchado y su viejo corazón se debió enternecer. A saber...

- Gracias, Gabrielle... Si no fuera por ti Zeus se me llevaba sin ni darse cuenta, jeje! – la guerrera le besó dulcemente la frente mientras estrechaba su abrazo.

- Xee.. Xena, yo... Oh, por todos los Dioses, que mal lo he pasado!! Creí morir... – Gabrielle recobró la serenidad que hacía dos días había perdido con la “teórica” muerte de su guerrera.

-No digas eso! No sabes la paranoia que es el morir, jajaja!! Deja, deja... eso ya vendrá. De momento por qué no vamos a comer algo, las tripas protestan ya! – Xena limpiaba con sus pulgares el encharcado rostro de Gabrielle mientras ésta la miraba embelesada sin soltar su cintura.

- ¿Eres real, verdad Xena? No me he vuelto loca, verdad...

- Jajaja!! Si quieres te pellizco para que lo compruebes.... AISHX!! – Xena hizo una mueca de dolor.

- Xena, aun te sangra!! Vamos, vamos vamossssss... a la cama, que no quiero tener más disgustos!

- Si, Buana... – “de vuelta a casa... me da igual el corte, el caso es que vuelvo a estar aquí, en tierra firme y contigo. Desde luego no voy a desaprovechar esta segunda oportunidad!”

....

- ¿Se ha dormido? Vaya, con todo lo que lleva “dormida” estos di... – Marcus desistió de acabar su sarcasmo al ser fulminado por una mirada de Gabrielle.

- Voy a cambiarle las vendas. ¿Dónde tienes...?- me levanté como un rayo de la mesa y me encaminé veloz hacia las escaleras.

- Aquí, toma. –me alcanzó un cuenco lleno de gasas blancas que apestaban a alcohol.

Oí perfectamente como se abría la puerta y por el modo en que se cerró supe de inmediato quién la abrió. “Al fin vuelves” pensé aliviada. Tus cautelosos pasos hacia mi cama resonaron en mi cabeza con eco incluido. “ No te acerques, aun estoy débil para aguantarme... No me tormentes de ésta manera tan temprano” te supliqué en silencio mientras sentía como te sentabas en el borde de la cama, justo en el hueco de mi vientre y mis pierna dobladas. Creo que pasaron 10 o 15 minutos así, en silencio. A mi cada vez me costaba más disimular, mi respiración era demasiado agitada, temí que me descubrieras y me obligaras a abrir los ojos y tener que mirar el verde esmeralda de los tuyos. ¿Qué estarías haciendo? No notaba ni un movimiento, ni siquiera tu respiración... nada, solo un silencio que se mezclaba con tu inconfundible aroma. De repente sentí el leve peso de tus dedos rozando mis labios en una caricia tan suave como lenta. “Oh, oh... No sigas, no sigas por ahí! Compasión, ten compasión!!” Fue entonces cuando los apartaste y de nuevo preferiste someternos en aquel insoportable silencio.

Si no hacía algo se me iba a notar, no aguanté más y se me ocurrió moverme y ponerme boca arriba simulando cambiar de postura entre sueños. Pero algo me traicionó: ese maldito corte me clavó una endiablada punzada que me hizo contraer el rostro en una mueca de dolor. Me llevé la mano hacia él para calmar la desdicha de mi pobre vientre. Pasados unos instantes las punzadas cesaron y pude volver a meterme de lleno en el papel de plácida durmiente. Cuando creíste que de nuevo Morfeo me retenía en sus brazos, levantaste con suma prudencia la sábana que me cubría. “No hagas esoo!!” Recordaba que Marcus me había despojado de la parte superior de mi “pijama” para vendarme la herida, así que debiste darte de morros contra mi torso total y completamente al desnudo. Mi congoja no me permitió moverme ni un milímetro y para mi propio pasmo tampoco me sonrojé (cosa que me agradecí mil y una veces!). “Hoy estás más teatrera que nunca...” me dije sorprendida de mi calma. ¿O quizás era que mi cuerpo también se había resignado a dejar de reaccionar al ser sabedor que tu cariño hacia él solo simbolizaba la admiración de una amiga hacia otra? En ese momento me vino a la mente tu cara desencajada cuando “me declaré” aquella mañana en tu cama, después de tu gran actuación.

Sumida en la tristeza de aquellos pensares me sobresalté al notar tu mano deslizarse por mis costillas. Despegaste las gasas que cubrían mi corte, no me hiciste ni pizca de daño, no como bruto de Marcus! En un santiamén me cambiaste el vendaje con suma delicadeza y luego, como no, el silencio nos inundó de nuevo. No lo soportaba, esta vez me revolví inquieta en él, pues sabía que mis pechos permanecían desprotegidos ante tu mirada y eso, por muy guerrera que fuera, me dejaba fuera de combate. ¿Qué hacías? ¿En que estarías pensando? ¿Por qué diablos no me cubrías de nuevo con la manta? Me resistía a pensar en la remota posibilidad de que me estuvieras mirando con otros ojos que no reflejaran amistad, precisamente.... Pero no, ya no.. No me permitiría crearme falsas esperanzas nunca más. Por eso pensé como podía cambiar la situación, me resultaba tremendamente incómoda! “Ya te he mostrado mi alma al desnudo, no es justo que también me veas así el cuerpo...” Se me ocurrió hacer ver que me entraba fío y, inconscientemente, yo misma cogía la sábana para cobijarme bajo ella. Pero entonces me agarraste las manos y me las apartaste suavemente de la sábana que yo ya tenía cogida. Sentí como labios besaron en un único beso mi frente para luego deslizarse en una sensual línea por mi rostro hasta ... has.... hasta mis labios!?!? ¿¿Me estabas besando!?! De nuevo me besabas TU!! Casto, pero qué beso fue aquel!! Me devolvió el alma al cuerpo, quizás había alguna posibilidad de que tu.... y yo... UUAAHGG!! No no... o si?? No... pero ya era el segundo beso que me dabas!!! Sería de compasión? ¿De admiración como el primero? ¿De felicidad porque hubiera vuelto a la vida?? DE QUÉ!?!?

Abriste los ojos mientras yo alejaba mi rostro del tuyo. Me miraste sorprendida y luego reparaste en tu desnudez para volverme a mirar con más asombro aun. No entendías nada, verdad...?

- Perdona, te he despertado..? –te pregunté mientras te cubrías rápidamente con la manta.

-No, bueno... tenía frío. – dijiste tapándote hasta el cuello y mirándome con perplejidad.

- Lo siento, te he tenido que destapar para cambiarte las gasas –te sonreí mientras guardaba las otras gasas en el cuenco de Marcus.

- No hacía falta, no es nada... –pude ver la confusión en tu rostro, sabía que había sido mi beso el que te despertó, jeje!

- Sí que es “nada”, o sea que no te hagas la dura. Tendrías que habérmelo dicho, Xena. Estuvimos a punto de perderte por esto... No me gusta un pelo que me escondas esas cosas, Xena...!-te dije mientras cogía una de tus manos que se aferraba a la sábana- Y deja de agarrar así la manta que te vas a escañar, jajaja!!

Levantaste una ceja y desviaste la mirada hacia tu cuerpo, seguramente sin poder entender mi cambio de actitud ante esta situación que en un pasado de seguro me habría hecho sonrojar.

- No te preocupes, no tienes nada bajo esa sábana de lo que avergonzarte.

- .... –me observaste perpleja y con rubor mientras liberabas tu mano de las mías.

Yo te sonreía pícaramente, cuanto te deseaba!! Aun me bullían las venas al recordar tus perfectos senos tan cerca de abasto y tus esculturales curvas descubiertas ante mí. Me fue imposible no besarte! Y por Zeus que me estaba costando horrores no hacerlo entonces.

- Bueno,.... eemm... estooo... pues... ejem!... gracias por cambiarm...

- Gracias!?!? – te interrumpí- No te atrevas a darme las gracias por cuidarte después de todo a lo que te has expuesto para mi seguridad! – te acaricié el pelo en un arrebato de ternura- ¿Sabías que tienes un pelo precioso? – silencio... aun preferías el silencio a entender mis palabras- Me encanta tocártelo, es tan suave y sedoso...

- Gabrielle... pero qué... qué.... – me mirabas entre sorprendida y seria, querías entenderme, verdad?

-Shht! No digas nada, cielo... – me acerqué para besar una vez más esa delicia de labios tuyos, mientras te acariciaba las mejillas – Responde esto a las preguntas que no sabes ni como formular...? Jeje!

- UAAHHG!! Pero... por Zeus!! ¿Dónde está mi Gabrielle y qué has hecho con ella!?- me dijiste alegre y radiante, captando al fin mis indirectas, AL FIN!!

- Eso digo yo, ¿qué has hecho tu con ella que la tienes...

- Que la tengo... – me invitaste a seguir sonriendo, mostrándome una perfecta y blanca dentadura.

- LOQUITA PERDIA!! – sentencié feliz mientras de un salto me tumbaba junto a ti y te colmaba el rostro a besos- Que me tienes el alma enamorada hasta la médula, bicho!

- Jajaja!! ¿¿Yo?? ¡¿¡¿Bicho!?!?.... uhg! – te dolió al reírte tanto la herida.

- Aisshh!! Mi niiiiñaaaa que le han hecho pupita por mi culpa, mmm.... –besé por encima de la sábana tu corte vendado – A ver si así sana antes, jeje!

- Te amo... – me dijiste mirándome con ternura y el rostro iluminado. Cuanto tiempo queriéndote decir esas palabras!!!

- Y yo más... – susurré mientras me acercaba a tu rostro- Y yo más, mi vida... – te dije justo en tus labios antes de devorártelos, sin poder evitar las lágrimas.

FIN

PD: Yaaaa yaaaa... no ha habido nada de “tema”, y que habré decepcionado a más de una después de tragarse toooooda la historietap, pero si os soy sincera no quería frivolizar este relato con banalidades xexuales, jeje! Ya lo haré en otro relato, pero en este nop... SOOORRY! No soy de esas... ;D


Indice Fan Fiction

Página Principal