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Disclaimer: Estos personajes no me pertenecen, son exclusivos de Universal Studios/USA, no persigo ánimo de lucro ni remuneración alguna.

Avisos: Para aquellos que no estén de acuerdo con el amor entre dos mujeres, que se pierdan de mi vista :-( y para aquellos que lo acepten me alegra encontraros aquí :-)).

Dedicatoria: Se lo dedico con muchisimo cariño a Ara y su amiga, por haberme dado ese empujoncito para seguir y animarme tanto. Y además, a todas la gente que me ha escrito pidiendo que siga escribiendo, gracias, sobre todo por tener paciencia conmigo.

Correo: gioconda91@hotmail.com 



UN MUNDO GOBERNADO POR GUERREROS
(Continuación)

Autora: Elora Danan Xenagab.

Ares apareció a media noche en la tienda de su protegida. Lo que vio no le gustó nada, ambas mujeres yacían dormidas y abrazadas. Aborreció a la joven bardo, pero se dio cuenta de que nunca había visto dormir a su rubia amiga con la paz y la calma con que lo hacía ahora. Se sentó en el trono de Gabrielle y las miró dormir entre extasiado y envidioso. Esa bardo tenía algo extraño, algo en su forma de mirarle y de hablar que le resultaba sumamente familiar. Además era extraña la forma en que había aparecido de la nada, como un fantasma. Al pensar en esto se acordó de Xena y la comparó con la joven. Físicamente, tenían mucho parecido. La bardo era castaña y tenía los ojos más rasgados, su rostro era más dulce y juvenil, no tenía esa expresión de sabiduría y experiencia que caracterizaba a Xena. Sus rasgos eran más armónicos, casi como los de Xena antes de que Ares la tuviera bajo su protección. Lo curioso es que no le atraía para nada, por Xena sentía esa atracción que le había llevado a perder tanto, pero por esta joven ni si quiera tenía interés en ese aspecto. Quizás era porque estaba realmente enamorado. Cuando estaba por desaparecer, una extraño fulgor le sacó de su ensimismamiento. Miró a los lados y observó que la luz venía del espejo que él mismo regaló a la bardo, habiéndoselo robado a su hermana Afrodita. Ares lo observó con curiosidad y se sobresaltó un poco al ver aparecer a una viejo harapiento sobre el espejo. Miró hacia atrás, esperando encontrarlo allí, pero no había nadie. El viejo seguía en el espejo y ahora le sonreía.

- ¿Te sorprendes lo que ves?, tu que eres un dios y puedes hacer tantos milagros.- Preguntó el viejo con sarcasmo. Ares parpadeó varias veces incrédulo.
- Nada me sorprende viejo.- Refunfuñó el dios.
- Lo que tengo que decirte te sorprenderá.- Contestó el viejo serio. Ares frunció el ceño.
- ¿Qué es eso que tienes que decirme?.- Preguntó sin poder esconder su curiosidad.
- Ella, ¿no te recuerda a nadie?.- Preguntó el viejo, señalando con la mano a Xena. Ares la miró y observó al viejo con mayor curiosidad.
- ¿Quién es?.- Preguntó sin más dilaciones.
- Es una vieja amiga tuya, me sorprende que no la reconozcas.- Habló el viejo con gesto tosco.
- Déjate de rodeos, viejo y dime lo que hayas venido a decirme.- Exclamó el dios impaciente.
- Ella es Xena.- Ares miró al infinito de los ojos de aquel viejo y supo que decía la verdad.
- Xena está muerta.- Sentenció Ares.
- Lo estaba, pero ahora su espíritu es libre y ocupa el cuerpo de esa muchacha.- Explicó el viejo y su imagen empezó a distorsionarse. Ares intentó retenerlo, pero fue en vano, el viejo ya no estaba.
Impresionado por la noticia miró a la joven mujer con sorpresa. Desde un principio sintió algo respecto a ella, algo que le parecía familiar. Ella era Xena, por eso la bardo confiaba en ella. Ares se preguntó si Gabrielle lo sabría, en un principio pensó que era lo más probable, pero luego decidió averiguarlo. No permitiría que un fantasma le quitara a aquella a quién amaba con tanto fervor.

Gabrielle sintió un cálido y familiar arrullo a su lado. En un reflejo desesperado, imaginó que quien le abrazaba era Xena y que todo aquellos años desde la muerte de la guerrera había sido solo un sueño. Pero al abrir los ojos se dio cuenta de la realidad a la que despertaba. Pese a ello se mentalizó de que despertarse al lado de la joven no era una experiencia en absoluto mala. Todo lo contrario, le encantaría levantarse junto a ella todas las mañanas. Estos pensamiento la hicieron sentirse un poco culpable, quizás por traicionar el amor que siempre sentiría por Xena. Pero ahora ella ya no estaba y no podía permanecer siempre en soledad. Suspiró, sin darse cuenta, ante estos pensamientos y al hacerlo, despertó a la otra mujer. Xena se removió ronroneando entre los suaves y confortables brazos de su bardo. Por primera vez pensó en quedarse allí para siempre, en el cuerpo de la joven, junto a la guerrera, sin traer de vuelta a la antigua bardo, pero desechó esa egoísta idea. No podía hacer eso con la bardo, ella ya le había dejado atrás.
- Ehh, nena, ¿estás despierta?.- Preguntó Gabrielle con una voz dulce. Xena sonrió por reflejo, le comenzaba a encantar que la llamara "nena".
- Sí, creo que sí.- Luego bajó los ojos para mirar a la bardo apoyada sobre su pequeño hombro.
- Oh, lo siento, te estoy haciendo daño.- Se disculpó la rubia intentando incorporarse, pero Xena la trajo de nuevo hacia sí.
- No, nunca he estado mejor.- Dijo Xena con una sonrisa. Gabrielle sonrió también y se recostó de nuevo.
- Algún día tendremos que levantar.- Dijo divertida la rubia.
- ¿Quién lo ordena?.- Preguntó Xena con sorna. La rubia abrazó más fuerte a la joven. Un silencio extraño se coló entre ambas.
- ¿Por qué me besaste la otra noche?.- Preguntó Gabrielle tímidamente. Xena arqueó la ceja sorprendida.
- En parte porque me recuerdas a ella y en parte porque creo que me he enamorado de ti.- Argumentó Xena, esperando no haber cometido un error al confesarle aquello. Porque era cierto, a pesar de que amara a la antigua Gabrielle, también amaba a la nueva. Gabrielle la miró con incredulidad.
- Pero no me porté bien contigo, he sido maliciosa contigo y soy malvada, soy una asesina. ¿No te da miedo?.- Preguntó ésta.
- Quizás al principio me intimidaste, con esa forma prepotente y autoritaria de comportarte.- La bardo levantó una ceja divertida.- Pero ahora que te conozco, sé que tienes necesidades como cualquier humano, bueno, como cualquier dios.- Rectificó.
- De todas formas, sigo siendo una asesina.- Añadió la bardo con melancolía.
- Tu nunca podrás ser mala, lo sé, incluso sé que lo que haces tiene un fin inocente y bondadoso. Tu matas, pero hay un objetivo bondadoso detrás de toda la violencia.- La excusó Xena.
- No hay perdón para mí.- Dijo la bardo con melancolía.
- Claro que sí, siempre hay perdón si lo deseas, tan solo hay que pedirlo.- Argumentó Xena. La bardo la abrazó con fuerza.
- ¿Me creerías si te dijera que empiezo a sentir algo por ti?. No sé si es amistad, cariño o algo más fuerte, solo sé que has vuelto a traer ilusión a mi vida.- Xena sonrió feliz, pero su sonrisa se deshizo al ver la figura de Ares observándolas.
- Oh, encantador, ¿no tendréis un pañuelo, verdad?.- Dijo Ares con sarcasmo. Xena frunció el ceño, supo que el dios tramaba algo. Gabrielle se levantó como un resorte de la cama.
- Ares.- Gabrielle se deshizo hoscamente de los brazos de Xena, que se enfadó por el gesto de la bardo.- Voy a matarte.- Lo miró a los ojos con odio.
- ¿Te hago diosa y me lo pagas así?.- Ares disimuló estar ofendido.
- Sabes que nunca quise ser diosa, no quiero ser una inmortal y ahora vas a encontrar una manera de volverme a mi estado original.- Ordenó la rubia.
- Me temo que eso va a ser imposible, bueno, a no ser que Xena te mate, pero me temo que Xena ya no vive, ¿o sí, bardo?.- Dijo, desviando su mirada hacia Xena, que se sobresaltó por la pregunta.
- ¿Qué quieres Ares?.- Refunfuñó la rubia, atrayendo de nuevo la atención del dios.
- ¿Por qué no le cuentas la verdad, nena?.- Preguntó Ares con sarcasmo. Xena se levantó de la cama y observó la mirada extrañada y confusa que Gabrielle le dirigía.
- ¿De qué hablas Ares?.- Volvió la mirada al dios.
- Pregúntale a tu amiga.- Ares sonrió con autosuficiencia a Xena. Ésta apretó los puños con fuerza. Ahora que la bardo volvía a parecerse a su antigua amiga, llegaba Ares para estropearlo todo. Lo que no entendía es cómo Ares había averiguado la verdad. Se dio cuenta de que Gabrielle la observaba esperando que le contase la verdad.
- Yo, yo...
- Es Xena.- Terminó Ares con impaciencia. Gabrielle parpadeó y miró a la joven bardo como si fuera la primera vez que la miraba.
- ¡¡¡¿Qué?!!!.- Preguntó Gabrielle intranquila.
- Lo que oyes, la nenita es Xena.- Dijo burlonamente Ares. Gabrielle miró a Xena inquisitiva y desconfiada.
- ¿De qué estás hablando? Xena está muerta.- Sentenció secamente la rubia, sin dejar de mirar a la jovencita.
- Sí, pero parece ser que su espíritu está libre y ha tomado el cuerpo de esta aldeana.- Dijo despectivamente Ares, señalando a Xena.
- Gabrielle, intenté decírtelo, pero estabas tan cambiada...- Xena dio unos pasos hacia la rubia, Ares se acomodó, disponiéndose a ver el espectáculo.
- ¿Xena?.- La voz de Gabrielle se quebró.- Eres tu, ¿por qué?... ¿cómo?...- Preguntó desesperada.
- Escúchame, todo es tan complicado, tranquilízate...
- Debiste decírmelo...- Sugirió fríamente la bardo.
- Está claro que nuestra heroína no hace más que mentir.- Intervino Ares. Gabrielle miró al dios con ira, este no se sintió aludido.
- Iba a hacerlo, pero no sabía cómo ibas a reaccionar...- Xena dio un paso más hacia la rubia, que retrocedió asustada.
- No te acerques, Ares tiene toda la razón, no haces más que mentir.- Le increpó Gabrielle. El dios sonrió ante las palabras de la bardo y pensó que era el momento de intervenir.
- Has llegado tarde Xena, Gabrielle ya no es la niña que conociste, la has perdido, has perdido.- Ares se acercó a la rubia y colocó un brazo por su hombro.- Díselo Gabrielle, dile a quien perteneces, dile a quien amas.- Ares miró a la bardo con las cejas elevadas, la bardo tragó saliva.
- Gabrielle, escúchame, no te dejes engañar, tu le conoces, incluso mejor que yo...
- Callate, Xena, no me digas lo que tengo que hacer. Ares tiene razón, le pertenezco, es a él a quien amo, tu solo eres un error del pasado.- Habló secamente la rubia y luego se volvió hacia el dios y le besó. No pensaba en lo que hacía, tan solo quería hacerle sufrir, igual que Xena le hizo a ella.
- ¡¡¡Ares, apártate de ella!!!.- Ambos se separaron y miraron a una dolida jovencita.
- Está bien, ya me voy, pero fue ella la que me besó, recuérdalo bien, "XENA".- Ares sabía que lo que estaba haciendo no le hacía bien a nadie, ni si quiera a él mismo, puesto que sabía que la rubia no sentía más que amistad y quizás cariño por él. Con el gesto habitual, desapareció entre nubes de humo.
Ambas mujeres se quedaron mirando por un largo momento. En la mirada de Xena había dolor, impotencia pero también amor, infinito amor. La expresión de Gabrielle era árida, solo había una leve sonrisa en su rostro.
- Dime Xena, ¿qué viniste a buscar?. Pensaste: "Vaya, creo que no he destrozado por completo la vida de Gabrielle, voy a bajar ahí y la destrozaré aun más".- Gabrielle dejó que en su tono de voz se notara el sarcasmo.
- Gabrielle, volví para sacarte de este circulo de violencia en el que te has metido.- Gabrielle bufó.
- Tu me metiste donde estoy, por tu culpa perdí la esperanza, dejé de creer en el ser humano.- Xena avanzó dolida hacia la rubia.
- Yo no quise dejarte...
- ¡¡Pero lo hiciste!!, me abandonaste sin importar lo que yo tuviera que decir al respecto. Nunca te importó mi opinión.- Agregó iracunda Gabrielle.
- Eso no es cierto, lo hice porque...
- ¡¡¡¡¿Por qué?!!!!.- Gritó Gabrielle rabiosa.
- Por que prefería morir a vivir a tu lado el resto de mis días sin poder amarte.- Gabrielle parpadeó sorprendida. Xena suspiró y miró a la bardo temerosa.
- ¿Por qué simplemente no me lo dijiste?.- Preguntó Gabrielle casi en un susurro.
- Porque pensé que eso no estaba bien, te tenía a mi lado porque te amaba y te necesitaba, pero puse tu vida en peligro egoístamente miles de veces y a pesar de ello me resigne a tenerte a mi lado, incluso cuando era un calvario tenerte tan cerca y no poder tocarte, abrazarte y hacerte el amor libremente. Creí que tu nunca sentirías lo mismo.
- Fuiste una maldita zorra egoísta, siempre pensando en ti.- Le increpó Gabrielle, mientras las lagrimas caían en torrente por su mejilla.
- Dime que no me amas, dime que nunca lo hiciste y desapareceré para siempre de tu vida.- Gabrielle observó los ojos acuosos de la muchacha, sintió un dolor infinito en su pecho. Necesitaba estar a su lado, necesitaba besarla, aunque sintiera tanta ira hacia ella.
Sus sentimientos pugnaban dentro de su corazón, una parte de ella deseaba ser fría y distante, pero la parte más fuerte, solo deseaba dejar salir a la antigua Gabrielle, la que siguió a Xena en busca de miles de aventuras, la que amaba a Xena más que a nada en este mundo. Xena observaba la duda, la lucha interior en su amiga. Pero no esperó más tiempo, se lanzó sobre la rubia y la abrazó con fuerza. Gabrielle no reaccionó. Se quedó allí parada como una estatua, sintiendo el confortable y familiar calor de aquel abrazo. Una voz gritó en su interior y ella sin poder soportarlo más se aferró a los pequeños brazos de la joven.

Continuará..


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