Todas las historias concuerdan en el punto en el que se dice que es consciente de su soledad. Esta soledad se hace insufrible y anhela que otros seres den forma al mundo junto a él. En Menfis, los sacerdotes describen cómo los pensamientos del creador se convierten en dioses y en todas las demás cosas que existen. Una vez que había dado forma a todas las cosas, les dio vida al nombrarlas. Pensamientos y palabras fueron el poder de la creación.
La luz del ojo penetró en las fuerzas del Caos, y Shu y Tefnet pronto fueron encontrados y llevados junto a su padre. Como recompensa colocó el ojo en su frente y le dio forma de serpiente. El dios Sol prometió que ella tendría poder sobre todos sus enemigos, y que dioses y hombres la temerían y respetarían por los siglos de los siglos.
Ra-Atum abrazó a sus hijos con lágrimas en los ojos. Así como él los tomó entre sus brazos, su espíritu se introdujo en ellos, y ellos y todos los dioses compartieron la divinidad del creador.