-¿Animal, Mineral o Vegetación? - Preguntó la guerrera distraída.
-Vegetación - Contestó la joven bardo. Miro hacia atrás, y vio a la lejanía, las puertas
de Beocia, habían salvado a los habitantes de unos bandidos en su corta estancia.
-¿Tiene flor? - Miró la guerrera a su alrededor.
-Si, y es muy bonita por cierto - Sonrió. -Vamos Xena no es tan difícil. ¿Quieres una
pista? - Se ofreció.
-¿Esta cerca de nosotras?
-Si, nos estamos acercando a ella cada vez más -. La guerrera miró al frente y la
encontró.
-¿Es la Adelfa? - Señaló a la flor en cuestión desde la lejanía.
-Sí - La miró. -No sabía que se llamase así - Cuando estuvo cerca la olió. Estuvo apunto
de coger unas cuantas, cuando la fuerte guerrera le sujetó el brazo.
-No las toques, son venenosas - Aseguró la experta guerrera, soltando el brazo de la
joven bardo, con total delicadeza.
-Gracias - Enseguida puso mala cara. -Ayy, me están dando punzadas en la cabeza - La
guerrera le toco la frente, en busca de fiebre.
-¿Ha empezado hace rato, o ahora? - La guerrera ya sabia que podía ser, pero quería
asegurarse.
-Ahora mismo - Se puso pálida. -Antes estaba bien - Puso cara de dolor a sentir los
demás punzadas.
-Te has acercado demasiado a la Adelfa - Informó. -El olor de la Adelfa suele provocar
dolores de cabeza y malestar general, según la persona.
-¿Y cuándo parara? - Preguntó la bardo desesperada.
-Cuento más lejos de ellas estés mucho mejor - La guerrera montó en Argo y ofreció su
mano a la joven bardo. -Con Argo iremos más rápido - La bardo la acepto y en un momento
la bardo fue alzada por una fuerte guerrera, y puesta justamente detrás de ella.
Comenzó el trote y seguido el galope, la bardo colocó su cabeza sobre la espalda de Xena,
y rodeó con sus brazos la cintura de la guerrera para no caer.
Unas marcas después, se encontraban montando el campamento, la bardo aprovecho para
darse un baño, salió mucho mejor. Sin rastro de dolor y más despejada, la guerrera lo
comprobó cuando vio que el color había vuelto a la pequeña bardo.
-Voy a darme un chapuzón y a pescar. - Gabrielle por su parte, se sentó sobre su manta
apoyándose en uno de los árboles, sacó un pergamino en blanco y su pluma y comenzó a
escribir la aventura que habían tenido hacia dos noches.
Habían ocurrido tantas cosas en su vida, desde que estaba con Xena, tantas aventuras.
Había aprendido tanto de la guerrera.
Gabrielle sentía por la guerrera profunda admiración, lo demostraba cada día con sus
escritos, con los poemas, con las miradas. Pero el sentimiento de admiración iba
acompañado por otro, igual o más fuerte que ese, sentimiento que Gabrielle no quería
permitirse sentir, y menos por su mejor amiga.
Cuando la guerrera, decía que se iba a dar una baño, la bardo se intentaba distraerse
con todo lo que podía. Leyendo sus propios pergaminos, mejorándolos, escribiendo nuevos,
todo lo posible por no caer en la tentación de espiarla, ya lo había echo otras veces, y
se sentía miserable, y que no obraba bien.
Cuando Xena regresó, se encontró a Gabrielle en la misma postura que antes, concentrada
en lo que hacía, tan concentrada que no se dio cuenta de que la guerrera estaba allí. Y
eso era peligroso cualquiera habría podido atacarla y cogerla por sorpresa.
-Gabrielle - La llamó la guerrera. -¡Gabrielle! - Gabrielle asustada se levantó y cogió
su cayado, dispuesta a utilizarlo. Lo puso donde antes estaba al ver que era la guerrera.
-¿Qué ocurre? - Después vio los cuatro grandes peces que había pescado la guerrera.
-Dame - Cogió los peces y se dispuso a limpiarlos un poco, y los puso en la sartén, con
unas cuentas especies encontradas en el bosque.
-Gabrielle deberías tener más cuidado - La bardo se giró no entendiendo a que venían las
palabras de la guerrera. -Cuando he regresado al campamento, estabas totalmente ida, ni
siquiera me oíste - Miró a la bardo con preocupación.
-Es que tu eres muy silenciosa - Se defendió, pero esta vez sabia que la guerrera tenía
razón, había estado muy despreocupada.
-Muchos atacantes van a ser silenciosos Gabrielle, tienes que utilizar todos tus sentidos
- La miró fijamente. -Todos tus sentidos - Repitió.
-¿Xena puedo hacerte una pregunta? - Preguntó sin pensar la bardo.
-Desde cuando me preguntas si puedes preguntar - Sonrió. -Normalmente preguntas y ya
esta, dime - Dijo al final al ver que la bardo no reía.
-¿Sigues amando a Marcus, o a Hércules, o a Ulises? - Xena que había comenzado a beber
escupió toda el agua, al oír la pregunta.
-No era amor - Se sincero la guerrera. -¿Pero a qué viene esa pregunta?
-Pura curiosidad, ¿Y si no era amor, qué sentías por ellos? - Volvió a arriesgarse a
preguntar.
-A Marcus lo quise a Hércules también, pero aparte también sabía que les debía algo, y
con Ulises sólo fue atracción física del momento - A la guerrera le pareció ver una
sonrisa aparecer en los labios de la rubia, pero enseguida se quitó y volvió a mirar a
la guerrera.
-¿Xena has amado alguna vez a alguien de verdad? - Miró él petate, no pudiendo aguantar
la mirada de la guerrera sobre ella. -¿Cómo sabes qué es amor? ¿Qué se siente? - Preguntó
con los ojos brillantes, mirando por un momento los azules.
-He amado y sigo amando - Por un momento el rostro de la barda se entristeció. -Se sabe
porque sólo piensas en esa persona, porque es sólo con esa persona con la que deseas
estar todos los días, porque cuando Morfeo te llama, te lleva junto a ella, porque es la
única que te llena de verdad, a la que amas por encima de todo, por ella iría al cielo o
hasta el mismísimo infierno, lo sientes aquí Gabrielle - Se toco su propio pecho. -El
corazón se acelera cuando estás cerca de ella - Susurró tan bajo que la bardo esa parte
no la escucho.
-Gracias - La guerrera asintió y después señaló la sartén con aire animado. -¡Qué se me
quema! - Le dio la vuelta y vio que una parte estaba un poco achurruscada.
Cuando estuvieron hechos, raspó esa parte, con un cuchillo. Después de hacerlo se
levantó bruscamente y miró a la guerrera que estaba afilando su espada. Y escuchó de
nuevo las palabras de la guerrera en su cabeza.
Se sabe porque sólo piensas en esa persona, porque es sólo con esa persona con la
que deseas estar todos los días, porque cuando Morfeo te llama, te lleva junto a ella,
por que es la única que te llena de verdad, a la que amas por encima de todo, por ella
iría al cielo o hasta el mismísimo infierno, lo sientes aquí. Gabrielle toco su
propio pecho como había echo la guerrera y sintió un cosquilleo. Ama a una mujer,
dice ella, no él. Sonrió quizás había esperanza por esa parte.
-¿De qué ríes Bardo? - Preguntó la guerrera al ver la ancha sonrisa de la mujer menuda.
Hoy estas bien extraña, ¿Acaso está enamorada de alguien? ¿De quién? Eso le
molestó un poco a la guerrera, por no decir mucho, y aún más que estuviera allí de pie
sonriendo como una cría boba y enamorada.
-Nada, que he recordado una cosa de unos de mis pergaminos - Se sentó junto a la guerrera
y comenzó a comer en silencio.
-¿Dónde has quedado con Toris Xena? - Preguntó mientras tragaba un trozo de pescado.
-En Corinto, estará allí comprando y vendiendo alguna mercancía - Gabrielle asintió.
-Pero no nos quedaremos mucho.
De repente se sintió celosa, si Gabrielle estaba enamorada, debía de ser de alguien que
ella misma conocía, iban juntas a todas partes, si la bardo hubiera conocido a alguien
ella lo hubiera sabido y conocido también.
-¿Pero no es el cumpleaños de Toris? - Recordó Gabrielle. -Le prometiste que esta vez lo
celebrarías en familia, se sentirá dolido si no lo cumples - Xena supo que eso era cierto.
-Bueno ya veremos, será mejor que durmamos - La guerrera se levantó. -Voy a dar una
ronda.
La bardo asintió, por su parte recogió todo un poco y se tumbo en su petate,
contemplando las estrellas.
La guerrera después de comprobar el perímetro, se acercó a Argo, que estaba un poco más
alejada de los petates.
-Argo Gabrielle se ha enamorado - La yegua resopló. -Tampoco se de quién - La yegua
volvió a resoplar. -¿Y si es de Toris? - Argo enseñó sus dientes y emitió un ruido.
-¿Oye te estas riendo de mi? - Argo asintió. -No creo que sea Hércules, no sé me ocurre
a nadie más. Y además parecía muy ilusionada de ver a Toris. Por algo será ¿No crees?
- Miró hacia los petates y vio que la bardo estaba tumbada boca arriba, mirando las
estrellas. -Argo es mi amiga no debería sentir esto por ella, y no quiero apartarla de
mi, no podría vivir ya sin ella Argo. Sin ella no tengo nada, es mi razón de vivir, mi
luz - Argo resopló ofendida. -Perdona, tienes razón te tengo a ti, pero reconoce que no
es lo mismo, ella es... - Se calló, y acaricio el lomo de la yegua. -Gracias Argo por
escucharme cada noche, eres única amiga mía - La guerrera se alejó de la yegua y se
tumbó en su propio petate, cercano a la bardo, al llegar vio que Gabrielle estaba
dormida, o al menos con los ojos cerrados.
El día amaneció nublado, cuando Xena despertó se sorprendió al no ver a la bardo dormida
a su lado, miró a su alrededor, y la vio preparando el desayuno.
-Bien ahora en serio ¿Dime quién eres tú y dónde está mi pequeña bardo? - Gabrielle
sonrió y le gustó escuchar eso de "Mi pequeña bardo".
-Es que hoy hace un buen día - La guerrera miró las nubes que apenas dejaban ver el sol
y de nuevo a la barda. -¿Desayunamos? He preparado una infusión.
Xena agarró la infusión que Gabrielle le ofrecía, y sabia bien, decidió que le gustaba,
después cogió una porción de queso y pan, y comenzó a comer, echando furtivas miradas a
la bardo.
-Antes de buscar a Toris, habrá que comprarle un regalo - Cuando vio los ojos en blanco
de la guerrera rió. -Xena tienes que comprarle un regalo, es tu hermano y es el primer
cumpleaños al que asistes, así que no seas testaruda y cómpralo.
-Tenemos que partir, nos queda bastante camino para llegar - Miró de nuevo las nubes.
-No creo que llueva por ahora, pero por si acaso es mejor adelantar, si aligeramos el
paso, calculo que estaremos allí al anochecer - Recogieron los petates y comenzaron la
marcha.
Esta muy callada, le gusta Toris. La guerrera miró asqueada al frente. Encima
tengo que aguantar que sea mi cuñada.
Mm, ¿A qué mujer puede amar Xena? Miró a la guerrera por un momento, y se
sorprendió cuando la guerrera eligió ese momento para mirarla, ambas sonrieron y miraron
hacia otra dirección. Tiene que ser una mujer guapa, para que Xena se fije en ella.
No creo que pueda competir. Suspiró. ¡Qué frustre!
Y ahora suspira, en definitiva Gabrielle ama a Toris. Volvió a mirar a Gabrielle
ahora tenía la cabeza semi agachada. Y ahora ese cambio ¿Qué le ocurre? Cuando
iba a preguntar, Gabrielle preguntó otra de sus geniales ideas, para descolocar a la
guerrera.
-¿Xena tu me ves guapa? - Miró a los árboles sonrojada. -Dime la verdad Xena - No se
atrevía ni a mirarla.
-Gabrielle eres más que guapa - Respondió sinceramente sin pensarlo siquiera. -Eres
bellísima - Agregó.
-Gracias - Su sonrojo aumentó y su sonrisa volvió a relucir, sus ojos brillaron emocionados.
*****
Pararon un par de veces, para descansar, y como siempre Xena no se equivocaba. Llegaron
al anochecer, justo a tiempo para que no les pillara la tormenta que se estaba formando.
-Ve a dejar a Argo, me ocupare de buscar una posada - Miró a su alrededor buscándola.
-No - Gabrielle se giró y miró a la guerrera, a espera de alguna explicación. -Corinto
es grande, mejor vamos juntas.
Llevaron juntas a Argo y después entraron en una de muchas posadas que habían.
-Gabrielle te espero en esa mesa de allí - Señaló una mesa libre. -Lo que pidas de comer
estará bien - La posada estaba llena.
-¿Qué quieres? - Preguntó él robusto posadero. -¡Yakin deja de armarla o te sacaré de
una patada en el culo! - Gritó a uno de sus clientes.
-Una habitación por favor y un baño - Sonrió al posadero. -¿Por cuánto sería?
-Son veinte dinares, pero para chicas tan bonitas como tu se hace descuento - Sonrió
enseñando los pocos dientes que le quedaban.
-¡Veinte dinares! Es demasiado, mejor me voy a otra - Cuando hizo el amago de irse, el
posadero habló de nuevo.
-Tal vez te lo pueda rebajar a quince dinares, es una buena oferta - Informó.
-Amigo acabo de venir de otra posada, y me ofrecía, una habitación lujosa, tres comidas
completas para dos personas y un baño por doce linares, así que me voy para allá.
-Pues yo te dejo una buena habitación, tres comidas para dos personas y un baño por diez
dinares y esa es mi última oferta - A la barda le encanto así que asintió.
-Ha hecho negocio amigo - El posadero asintió, dijo donde se encontraba la habitación.
-Querría estofado para cenar para dos y vino por favor.
Se encaminó para la mesa donde la espera la fuerte guerrera cuando, un hombre corpulento
agarró a la rubia por la cintura.
-No te han dicho tus padres, que las niñas bonitas como tu no pueden ir sola por estos
lugares - Comenzó a manosearla y Gabrielle intentaba quitárselo de encima sin hallar
resultados, los demás rieron.
-No te han dicho tus padres, que a las niñas bonitas siempre van acompañadas, y que no
se les debe tocar si ellas no quieren porque si lo haces los acompañantes te pueden
partir las piernas.
Gabrielle supo que estaba a salvo al oír la voz de la guerrera, después la vio justo
detrás de su atacante.
-Suéltala - El hombre la soltó cuando sintió unas manos que le oprimían el cuello.
-Gabrielle ve a la mesa, ahora mismo voy.
Gabrielle miró los ojos de la guerrera y ésta le aseguró con la mirada que no ocurriría
nada. Así que fue hasta la mesa y se sentó, en seguida un joven le trajo el estofado y
el vino. No dejó de mirar como la guerrera hablaba con su atacante, no de una manera muy
amable, eso lo supo por el idioma corporal de la morena. Cuando la morena regresó, el
hombre antes tan gallito se sentó en la silla, pálido como una sábana, al igual que sus
amigos.
-¿Todo bien? - Quiso saber la bardo. -El estofado no esta malo - Aseguró mientras lo
comía.
-Todo bien ¿Tú estás bien? - Preguntó a la bardo. Y probó una cuchara de estofado, estaba
a una temperatura perfecta, ni muy caliente ni muy frió. -No esta mal, pero tu lo haces
muchísimo mejor.
-Yo bien, gracias a una guerrera aquí presente - Ambas sonrieron. -¿Qué tienes pensado
comprarle a tú hermano?
-Ni idea. Somos hermanos si, pero llevamos mucho tiempo separados, no sé que le gustaría.
-Bueno, lo mejor será ir al mercado mañana temprano e irnos fijándonos - Expresó la rubia.
-Así seguro encontraras algo que te guste regalarle, a medias vale - La morena asintió.
Decidieron subir a la habitación, cuando pasaron cerca del posadero este sonrió con
malicia. Gabrielle iba primera, paró en una de las habitaciones, cuando abrió la puerta,
las antorchas ya estaban encendidas. Abrió la boca al ver el interior de la habitación
en cuestión, y cerró la puerta de nuevo.
-¿Qué ocurre? - Al ver la reacción de la rubia. -Gabrielle.
-Creo que el posadero se ha equivocado -Cuando Xena iba abrir la puerta. -Nooo Xena no
abras.
Fue demasiado tarde, la guerrera entró y dejo la puerta abierta, comenzó a mirar toda la
habitación, y vio que la colcha era rosa, las almohadas blancas y tenían corazones rosas
bordadas.
-¿Gabrielle qué es ésto? - Señaló la habitación. -Es una broma verdad.
-Es la que me ha dado el posadero - Rió. -Iré a ver que a ocurrido.
Xena se quedó mirando la habitación, cuando entró en el baño, se fijo que la tina era de
corazón también.
-Me tiene que dar otra habitación - Aún reía de vez en cuando, por la habitación y por
la cara de la morena. -Porque creo que se ha equivocado.
-Lo siento señorita pero es la última que me queda, la habitación de enamorados - Dijo
de nuevo el posadero, sonriendo al ver que a la rubia le costaba cesar de reír. -Tendrá
que quedarse con esa muchacha - La rubia asintió sonriendo.
Subió la escalera riendo, y se encontró a la guerrera frente la puerta abierta con los
brazos en las caderas y la ceja alzada. Gabrielle se dobló por la risa, y el reciente
dolor de flato. Y entró en la habitación la guerrera entró después de ella y cerró la
puerta.
-Sólo queda esta habitación Xena - La morena aún seguía en jarras al ver la risa de la
joven rubia. -Lo siento de verdad - Se carcajeó.
-Si lo sientes seguro, si no puedes ni aguantarte derecha - Lo dijo porque la rubia se
aguantaba en la cama. -Bueno no habrá más remedió que quedarse aquí - Miró todo de nuevo.
-Parece obra de Afrodita.
-Si este estilo es él de Dita - Volvió a reír. -¿Y el baño cómo esta?
-La tina tiene forma de corazón - Gabrielle aguantó su estómago al oír eso de la fuerte
sacudida de risa que le vino. -Ni se te ocurra contar esto a alguien, ni escribirlo en
algún pergamino.
-Sería una historia cómica, el como llegamos a una habitación de enamorados, con corazones
por doquier - Xena alzó una de sus cejas amenazantes. -Eso ya no te sirve conmigo
guerrera.
Xena se acerco rápido y amenazadoramente hacia la joven bardo, volvió alzar la ceja, y
una sonrisa maligna apareció en sus labios, no dejó de mirar a la bardo fijamente.
-Te lo prometo, mis labios están sellados - La guerrera se apartó y asintió. Picaron a
la puerta. -Debe ser los que vienen a preparar el baño - Cada vez que Gabrielle pensaba
y veía a la guerrera en aquella habitación no podía aguantar la risa que le entraba. Y
ahora que veía a Xena en la tina de corazón con los ojos cerrados, se mordió el labio.
Se acercó y comenzó hacerle un masaje en los hombros, le encantaba el tacto de la piel,
suave, musculosa.
-Tienes nudos - Susurró. -Relájate te los quitaré.
-Lo se - Su voz sonó ronca. -Que manos tienes mmm - Gimió.
La bardo sonrió contenta con el trabajo que estaba realizando. No cesó el masaje hasta
que notó que los nudos fueron desapareciendo con las caricias. Después se desprendió de
su ropa y se introdujo en la tina, que tenía una temperatura templada y agradable.
-¿Mejor? - La bardo ya sabia la respuesta. La guerrera abrió los ojos y entabló contacto
visual con los verdes.
-Mucho mejor - Sonrió. -Gracias.
-¿Mm dime que harías sin mi eh? - Preguntó en broma animada. -Debes admitirlo te hago la
vida más fácil - Hizo una mueca.
-Si cuando no te tengo que ir salvándote el cuello - Sonó más serio que en broma. Abrió
de nuevo los ojos cuando vio que Gabrielle se levantó y salió de la tina, con aire
triste, cogiendo una toalla de lino para secarse. -Oye que era broma, me encanta salvarte
el cuello - Xena al ver que el rostro de Gabrielle no cambiaba se levantó, sin pudor
alguno y salió de la tina, agarrando el brazo de la bardo antes de que esta saliera, la
giró y con una de sus manos, levantó el mentón. -¡Eh pequeña lo siento! no me expresé
bien - Pequeña pero Xena que dices, ahora es cuando ella me dice que ya no es una
cría uff.
En vez de eso, Gabrielle se abalanzó sabiendo que la guerrera no perdería el equilibrio
y la abrazó. Sólo una toalla de lino las separaba del contacto. Mm Gabrielle contrólate
que está desnuda. De mala gana se separó, y le pareció ver un reflejo de decepción
en aquellos ojos azules, aunque fue tan rápido, que pensó que quizás se lo había
imaginado.
-Xena dijiste lo que piensas - Encogió los hombros. -Y tienes razón no voy a negarlo, en
vez de hacer tu vida fácil, te la complico, no sé como es que me dejas seguir contigo -
Agachó la cabeza y una lágrima se le escapo.
-Sabes que no se me dan bien las palabras como a ti - La bardo alzó la cabeza y la miró
con total tristeza. -Me gusta tenerte a mi lado, eres especial para mi, más de lo que
crees - Hubo un cambio en los ojos de la bardo que a Xena le encantó, y supo que iba por
buen camino, así que continuo. -No podría hacer el bien, si no lo hiciera contigo -
Gabrielle parpadeó intentado controlar las lagrimas. -Tu mi bardo me haces la vida más
fácil - Acaricio la mejilla de la bardo, y le sonrió con dulzura.
-Y luego dices que no se te dan bien las palabras - Sonrió la bardo. -Xena me alegra que
pienses eso, porque yo... - ¿Qué Gabrielle? ¿Tú qué? - Porque no quiero complicártela
- Uff por poco meto la pata ¿Hey y esa mirada de desilusión de nuevo?
-Bien me alegro que lo hayamos aclarado - Gabrielle asintió. - Será mejor que me seque.
Cogió otra toalla de lino y se seco primero el cabello. Gabrielle tuvo unos segundo para
mirarla, pero salió corriendo cuando empezó a sonrojarse y a coger calor. ¿Cómo iba a
explicar algo así?
Cuando Xena regresó ya llevaba puesta una camisa blanca de dormir, miró de arriba a abajo
a la bardo y enarcó una ceja.
-¿Aún sigues con la toalla? - Preguntó risueña. ¿Qué te pasa Gabrielle?
-Sabía que se me olvidaba algo - Sonrió al ver la mueca que hizo Xena. -No la encuentro
- Dijo mientras la buscaba, juraba haberla dejado sobre una silla.
-Te la abras dejado en la alforja de Argo - Xena se recostó como si nada, y miró como su
compañera buscaba desesperada la camisa. -Gabrielle mañana tenemos que madrugar - Dijo
bostezando la guerrera.
-Pero Xena que no la encuentro, juraría que la había dejado ahí - Señaló la silla.
-¿Cómo voy a dormir sin ella? - Al no obtener respuesta miró a su compañera y vio que
esta ya estaba completamente dormida.
Buscó un rato más y al no hallarla se quitó la toalla y se introdujo en la cama nerviosa.
Mm... No pienses que estás desnuda y que tienes a Xena al lado, ¡Noo ya estoy pensando!
Uff... bien tranquilízate y respira, y ahora cierra los puñeteros ojos y duérmete.
Los cerró y los volvió abrir cuando Xena se dio la vuelta, Gabrielle tragó, y cogió con
firmeza las sábanas.
Tranquila, sólo debes pensar en algo que no tenga que ver con esto, unm... un lechón,
dos lechones, tres lechones.
Las antorchas ya se habían consumido y sólo se sentía la respiración relajada de Xena y
sus ronquidos suaves.
Mil lechones, mil uno, mil dos...
No pudo seguir, Morfeo hostigado por los otros dioses artos de tantos lechones, decidió
llevarse a Gabrielle al mundo de los sueños.
*****
-Vamos dormilona despierta - Susurró la guerrera. -¡Gabrielle despierta! - Dijo ya más
fuerte.
Se acercó a la bardo y decidió destaparla haber si así se despertaba, por el frío
mañanero, se fijó que las manos de la bardo sujetaban la manta. Se las retiró y la bardo
ni se inmutó, al destaparla, los firmes pechos de la bardo resplandecieron en su total
esplendor.
Gabrielle comenzó a sentir un poco de frío, así que se acurrucó hecha un ovillo, Xena la
volvió a tapar, y decidió dejarla dormir.
Cuando ya tubo la armadura puesta por completo, escribió una nota en un pergamino de
Gabrielle y lo dejo sobre la almohada, hechó otra vistazo y sigilosamente salió de la
habitación.
Ya en plena calle lo mercaderes, comenzaban a organizar sus tenderetes, la guerrera
pasó por algunos de ellos y no vio nada que le satisficiera. Ella no era de compras, eso
iba más con Gabrielle, así que decidió ir a la cuadra para visitar a Argo y hacer tiempo
antes de ir a recoger a la bardo.
Gabrielle abrió los ojos y vio que no había nadie a su alrededor, en lugar de la guerrera
había una nota que decía:
Gabrielle he ido haber si encuentro algo para mi hermano
Y a visitar a Argo.
No tardaré, no salgas de la posada,
desayuna y procura no meterne en líos.
Al menos hasta que yo llegue.
Xena
Que protectora esta últimamente. ¿Qué tiene de diferente Corinto a las demás ciudades
qué hemos ido?
Después de cambiarse decidió bajar a desayunar algo, su estómago comenzaba a protestar y
había que llenarlo.
La posada estaba menos llena, y la gente estaba menos ebria, cosa que agradó a la bardo.
Seguramente todo el mundo se encontraba en el mercado.
El posadero en persona se acercó, y miró a la bardo, le repitió dos veces lo que tenían
para desayunar y a la bardo no le convencía.
-Mire si me da un trozo de queso y pan, me quedo la mar de satisfecha - Hizo ademanes
con las manos, dando énfasis a lo que decía. -De verdad no requiero tantas cosas, estoy
acostumbrada ello.
-Le vuelvo a repetir que sólo hay gachas y avena usted elige - Dijo ya bravo el posadero
-Cuando haya decidido me avisa, tengo clientela que atender - Miró a los nuevos clientes
que acaban de entrar.
El estómago volvió a dar otro fuerte gruñido, la bardo se lo sostuvo intentado calmarlo.
Miró hacia la puerta, y se decidió, levantándose y se dirigió hasta la puerta. ¿Qué le
podía suceder? Sólo iba a comprar algo para desayunar y a buscar un regalo para Toris,
sabiendo que la guerrera no acabaría decidiéndose.
Al salir mucho jaleo le llego, los mercaderes hacían clientela con gente de diferente
nacionalidades. Algunos venían directos del oriente para vender o simplemente para
comprar, al igual que los del norte. A lo lejos le pareció ver a un joven alto moreno y
apuesto, cuyos ojos eran parecidos a los de su guerrera. Decidió ir a saludarlo y a
investigar que poder regalarle que fuera de su agrado. Cuando llegó el joven tenía ya
bastante clientela.
Gabrielle mientras esperaba se fijó, en lo que el joven vendía, quedándose sorprendida
al ver que Toris dibujaba en pergaminos con una pluma, casi cualquier cosa. Y una
muchacha le pidió que la dibujara, y en pocos segundo ya tenía un retrato para ella. Se
le daba bien sin duda, el retrato se parecía muchísimo a la joven, lo único que ponía
bastante humor en los dibujos.
-Toris no sabia que fueras un gran dibujante - Dijo la Bardo sonriendo. -¿Dibujas
cualquier cosa? - El joven al verla sonrió y se rasco la cabeza con una de sus manos.
-Hola Gabrielle cuanto tiempo - Toris salió del tenderete y la abrazó, sentía gran
estima por la joven. -Se dibujar bastantes cosas, me gusta, y encima se gana dinero en
ello, con lo que va de perlas - Le guiñó un ojo.
-Me alegra que te vayan bien las cosas - Dijo con sinceridad la bardo. -Tienes un gran
talento, un gran don - Alabó la bardo.
-No es para tanto - Se sonrojó. -¿Dónde esta la ruda esa? - Preguntó riendo.
-Debe andar por aquí - Miró a su alrededor sin verla por la multitud. -Aunque también
dijo que iría a ver a Argo - Informó.
El estómago protesto de nuevo, y Toris rió.
-Deberás disculparme, tengo que ir a desayunar - Informó. -Lo de la posada no era
comestible - Agregó.
-Ya nos veremos más tarde - Se dieron la mano. -Y si ves a la larguirucha dile que ando
por aquí - Gabrielle asintió y rió cuando Toris miró a todas partes, asegurándose de
que Xena no oyera sus palabras, por que corría el riesgo de llevarse un capón.
Gabrielle fue buscando tenderetes de comida, pero se detuvo cuando vio, una especie de
estuche con pergaminos y una pluma blanca, al lado, tenía diferentes potes de colores,
la bardo no había visto eso en su vida. Sólo había visto de color negro, se acercó
interesada, pensó que este era un regalo fabuloso para Toris.
-¿Cuánto por esto? - Señaló al estuche. -Oiga - Él hombre era sordo y no conseguía oír
a la bardo. -¡Oiga! - Alzó la voz.
El hombre la miró sonriendo por fin y se acerco.
-¡¿Cuánto cuesta?!
-Cincuenta dinares - Los ojos de la Bardo se abrieron desmesuradamente. -Viene del
oriente -Informó el mercader.
Lo tengo que conseguir, es el regalo ideal, me lo va rebajar como me llamo Gabrielle.
-Le doy treinta - Amigo no sabes donde te metes -¿Qué me dice? - Él hombre negó
con la cabeza.
-Es una buena mercancía lo dejo por cuarenta y cinco - Propuso -Es una buenísima oferta
señorita.
-Treinta y tres - Vamos sígueme y pica el anzuelo. Rió para sus adentros.
-Treinta y no pienso bajar más - ¿Qué se ha pensado esta muchacha a mi me vas a
regatear niña? -¿Qué dices?
-Es buena si pero... - Jajaja. -¿Qué tal por veinticinco? Y es mi última oferta
-Dijo la bardo totalmente seria.
-Mira muchacha a mi no me líe veinte dinares y no se hable más - Si que es pesada la
muchacha. - Y si no lo acepta haga el favor de marchar que me espanta la clientela.
-Lo tomo, aquí tiene - Le paso los veinte linares. -Gracias amigo - Y se fue sonriendo.
El mercader con los veinte dinares en la mano, miró como marchaba la muchacha sonriente.
Pues si que me ha tomado el pelo.
- ¡Ha echo buen negocio! - Gabrielle se giró y asintió al hombre. Hay estas muchachas
de hoy en día los mercaderes como yo estamos perdidos, pero a la próxima no lo conseguirá.
*****
Xena llegó a la posada y al no verla sentada en ninguna de las mesas, subió a la
habitación allí tampoco la encontró. Bajó de nuevo y se acercó al posadero, que en
esos momentos no tenia nada mejor que hacer.
-¿Ha visto a mi compañera? - Preguntó la guerrera. -Una rubia bajita, con ojos verdes
- El posadero asintió.
-Si, quiso desayunar, pero se fue sin pedir nada al final - Informó el posadero. -Habrá
ido a dar una vuelta al mercado, hoy vienen mercaderes de casi todo el mundo - Explicó
orgulloso el posadero.
-Bien - Gabrielle te dije que te quedaras. Miró al posadero de nuevo. -Gracias.
Y salió de nuevo ante el gentío, miró a todas direcciones en busca de una joven bajita y
rubia, vio algunas pero ninguna era Gabrielle. De lejos vio a Toris, se acercó a saludarlo
y de paso preguntar por la bardo.
-Toris - Toris al ver a su hermana sonrió -¿Cómo van las cosas? - A Xena le alegraba ver
a su hermano, pero no le prestaba mucha atención, estaba preocupada por la bardo y miraba
todo a su alrededor.
-Todo estupendamente - Vio la indiferencia por su hermana y se molesto un poco. -¿Oye
ocurre algo? Hace tiempo que no me ves y ni me haces caso - Los ojos azules de la
guerrera se posaron en su hermano.
-Lo siento Toris, pero es que no sé dónde anda Gabrielle no la encuentro - Explicó. -Y
hay mucha gente.br>
-Pasó por aquí hace rato, charlamos un poco, y me explico que no había desayunado -
Explicó. -Supongo que debe haber ido a la sección de comida - Señaló por donde había ido
la bardo.
-Gracias Toris, luego nos vemos vale - Toris asintió, él sabia lo mucho que significaba
Gabrielle para su hermana. -Y me alegra que las cosas te vayan bien - Toris sonrió al
menos algo de atención si le había prestado.
Gabrielle compró un gran trozo de pan, para ahora y para el camino, también queso y algo
de fruta. Iba de regreso cuando, cuatro asaltantes, cogieron a la hija de uno de los
mercaderes y le pusieron un cuchillo en la garganta, la joven chillaba horrorizada.
Ahora es cuando me vendría bien mi vara.
-La mataremos, si no me das todos los dinares que tienes - Pegó un golpe a la joven para
que ésta dejara de gritar. -Si no dejas de gritar te corto la lengua. - La joven dejó de
gritar y lo sustituyo por el llanto.
-Oye por que no os metéis con alguien que se sepa defender - Habló la bardo. -Cobardes.
- Agregó.
Los asaltantes rieron, el que tenía agarrada a la joven la soltó, la joven cayó al suelo
y su padre ayudó a levantarla, ambos se abrazaron y el humilde mercader, envió una
mirada de agradecimiento y admiración a la joven bardo.
-¿Te atreves a llamarnos cobardes? - La bardo asintió. -No eres de por aquí verdad, somos
Los Cuatro Invencibles, y se nos conoce porque nunca hacemos prisioneros - Explicó
mientras se acercaba a la bardo. -Nadie puede con nosotros, y nadie podrá detenernos. -
Exclamó riendo maliciosamente.
-Pues no os veo para nada invencibles, sólo me parecéis cuatro majaderos, cuentistas.
Gabrielle nunca des un paso atrás.
Se quedó quieta, los cuatro ahora furiosos la miraron con ira por a verlos puesto en
ridículo delante de tanta multitud.
-¿Y tú quién eres Xena La Princesa Guerrera? - Los cuatro rieron, y Gabrielle también
pues le pareció gracioso.
-Bueno no soy Xena - Sonrió. -Pero si soy su amiga Gabrielle. - La sonrisa se ensanchó.
-Oh es su amiguita Gabrielle - Dijo con sarcasmo uno de los asaltantes. -¿Y dime si eres
Gabrielle dónde esta Xena? - Esta vez rió más gente.
-Ayiyiyiyiyiyi - Xena apareció justo al lado de Gabrielle. -¿Me buscabas? - Contestó con
el mismo sarcasmo que él asaltante.
Los cuatro se miraron y salieron corriendo, no esperándose eso por nada del mundo. Xena
agarró su chakram y lo lanzó, dando en los cuatro cinturones, los calzones cayeron
mostrando el culo blanco de los cuatro asaltantes, dándoles así una lección, todo el
publico rió.
-Siempre en el momento oportuno - Susurró Gabrielle. -¿Has visto a Toris? - Xena asintió
y la miró pero para su sorpresa, vio enfado en el rostro de la guerrera.
-¡Gabrielle! - La bardo miró quien le llamaba, era el padre de la joven que habían
amenazado -¿Te llamas así no? - La bardo asintió. El comerciante se acercó.
-Muchas gracias, no tengo mucho de valor, y si hubieran matado a mi hija no sé que
hubiera hecho es todo lo que tengo.
Sujetó la mano de Gabrielle y la besó, la bardo se sonrojó. Pero si no he echo nada
ha sido Xena.
-No hice nada - Señaló a la guerrera que estaba al lado sin expresión en el rostro. -Fue
Xena.
-No, tu salvaste a mi hija, expusiste tu propia vida, para salvar la de ella, sin
conocerla siquiera - Explicó el hombre emocionado. -Nunca podré pagarte - Miró a su
carro. -Elige lo que más te guste, es un regalo, un que eso no podrá nunca pagarte, lo
que has hecho por nosotros - La hija del comerciante se acercó y asintió.
-No de verdad, no me deben nada - La hija del comerciante, cogió una túnica de cuero
marrón y un cinturón que iba a juego y se la dio. -No puedo aceptarlo.
-Por favor, has salvado mi vida - La joven abrazó a la bardo sin esta esperárselo. -Acepta
esta humilde prenda, no la desprecies por favor.
Gabrielle la cogió y la miró, era muy bonita y de muy buena calidad. Miró a la guerrera
y esta ni siquiera la miraba. ¿Qué te ocurre Xena? Miró de nuevo a los comerciantes.
Bueno me la quedaré.
-Es una linda pieza, gracias - Padre e hija sonrieron orgullosos, y le volvieron a dar
las gracias.
La guerrera comenzó a caminar, así que la bardo le siguió.
-¿Xena has comprado algo para Toris? - Sabía la respuesta. -¡Xena! - La guerrera se dio
la vuelta y miró fijamente a la bardo. Vio que había mucho gentío así que prefirió
dejarlo hasta estar en privado.
-No, no he encontrado nada - Contestó de mal humor. -¿Leíste mi nota, o simplemente la
tiraste a la basura? - No pudo retener el comentario.
-La leí - Contestó suavemente la bardo. -Pero Xena en la posada sólo daban gachas y
avena para desayunar, le pedía al posadero un trozo de queso y se negaba a dármelo,
diciendo que sólo habían esas dos cosas, para comer - Suspiró.
Xena entró en la posada y paró en las escaleras, y dejó pasar a Gabrielle, ésta comenzó
a subir las escaleras, seguida de la guerrera. Gabrielle sentía los dos zafiros azules
detrás de ella. Uyyy la que me espera.
Abrió la puerta y Xena la cerró con un portazo, que hizo voltearse a la bardo, extrañada
por el comportamiento de la guerrera. No era que no se enfadara con ella por otras cosas,
pero hoy parecía mucho más.
-¿Cuándo dejarás de ser tan irresponsable? - La miró fijamente. -Te dije que te quedaras
en la posada, que no tardaría tanto en volver. Y encima de no hacer caso ni siquiera te
llevas la vara. Dices que eres adulta. ¿Pero cómo lo demuestras? - Xena se acercó hasta
quedar frente a Gabrielle.
-Sabes que no me gustan las gachas ni la avena y a ti tampoco y es lo único que dan para
desayunar aquí. Tenía hambre y no lo pensé dos veces, supongo que como estaba ya abajo,
pensé que no seria necesaria la vara. Sólo iba a comprar - Explicó al ver que la
guerrera aún estaba ahí esperando más siguió. -Pero tienes razón me equivoque, en todos
lugares pueden pasar cosas imprevistas, lo siento no volverá a ocurrir - Vamos Xena
por favor perdóname, no te cierres a mi.
-Ya lo se - Porque no pienso dejar que hagas de nuevo esta estupidez. -Piensa
Gabrielle si no hubiera llegado justo a tiempo ¿Qué hubiera pasado? - Que posiblemente
hubiera estado muerta, sin la vara no tenia oportunidad.
-Lo siento Xena de verdad, tienes razón. - La tienes completamente. -Pero entiéndeme
a mi, tenían a esa chica sujeta apuntándole con un cuchillo, me vi en la obligación de
hacer algo, yo hubiera podido hacer algo más que la chica.
-¿Qué hubieras podido hacer? - Dime Gabrielle. -Nunca más expongas tu vida, al
menos no sin tener tu arma a mano, ¡Nunca!
La guerrera dio media vuelta cogió sus cosas y cuando iba a salir, la bardo le sujetó el
brazo, la guerrera se apartó del amarre tan bruscamente que la bardo cayó al suelo.
Xena al verlo se agachó corriendo y la ayudó a levantarse, Gabrielle la miró dolida sin
entender nada. ¿El por qué no dejaba que la tocara? ¿Por qué la trataba ahora a si?
-Gabrielle lo siento ¿Te he hecho daño? - Los ojos de la morena se endulzaron y volvían
a ser los de siempre. -No se que me ha ocurrido.
Gabrielle volvió a sollozar, últimamente es lo único que hacia, cuando la guerrera le
decía o hacía gestos que le dolían.
-Eh pequeña lo llores, dime si te hecho daño, no era esa mi intención - Le cogió la
barbilla y la levantó para ver aquellos ojos verdes que tanto amaba. -Cariño no sé que
hubiera hecho si te llegan hacer daño. - Le acarició la mejilla, y la tiró contra ella,
para darle un cálido y reconfortante abrazo. Si te hubieran tocado un solo pelo, me
los hubría cargado y dado las sobras a los buitres.
-¿Xena me perdonas? - Sollozó más fuerte, no quería que la guerrera volviera a encerrarse
en si misma y que la dejara fuera. -¿Me quieres? - Susurró y la guerrera lo escucho.
-Eh bardo mía ya te he perdonado - Secó las mejillas de la bardo. -Si te quiero. -
Gabrielle se separó del abrazo de la guerrera y la miró. ¿De que forma me quieres
Xena? ¿Cómo amiga? ¿Cómo hermana? O ¿Cómo mujer?
Se acercó lentamente hacia Xena, y le dio un beso en la comisura de los labios, el
corazón de la guerrera aumentó la velocidad. Y la volvió abrazar fuerte, como si la vida
le fuera en ello.
-Te quiero Xena - Susurró.
Sintió como el corazón de la guerrera se aceleraba y una mueca y una media sonrisa asomó
en sus labios. ¿Acaso se había puesto así por ella? ¿Por el beso? ¿Por el te quiero?
-Esto... De... deberíamos irnos ya - Balbuceó nerviosa. Gabrielle era la primera vez que
la veía así. -Quede con Toris que nos veríamos, y deberíamos de partir ya para Anfipholis
- Xena se levantó aún con el abrazo de Gabrielle.
-Si, pero antes debo enseñarte algo - Fue a las bolsas y sacó el estuche en cuestión que
tanto le había gustado. -Mira este es el regalo para tu hermano de parte de las dos. ¿A
que es bonito? - La guerrera lo cogió lo miró con interés y asintió.
-Le gustará mucho - Gabrielle asintió y sonrió -Las compras son más tu terreno. - La
bardo volvió a asentir.
*****
Quedaron con Toris a las puerta de Corinto, puesto que le habían encargado unos dibujos.
Al poco se unió con ellas y empezaron el camino. Toris y Gabrielle hablaban animadamente
y Xena participaba en más de una ocasión en la conversación. Y cuando no lo hacia echaba
miradas furtivas a Gabrielle y a Toris, éste último lo vio, y cuando pararon para comer.
Por decisión de la bardo, que protestaba que aún no había tenido oportunidad de desayunar.
Toris se acercó a su hermana menor, mientras Gabrielle preparaba los dos conejos que
había cazado Xena.
-¿Cuenta hermanita pequeña? - Preguntó animadamente Toris. -¿Qué hay entre esa preciosa
bardo de allí y tú?
-¡Pequeña! - Sonrió maliciosamente. -¿Por qué te interesa lo que haya entre mi bardo y
yo? - Preguntó más seria y cauta.
-Somos hermanos, y soy el mayor, por lo tanto tengo el privilegio de llamarte pequeña.
¿No? - Sonrió amigable. -Así que Mi Bardo, bueno creo que ya me has contestado a la
pregunta - Cuando Toris iba a alejarse, la guerrera lo detuvo.
-Lo que hay entre Gabrielle y yo es un vínculo de amistad y nada más - Dijo seria. -Sólo
quería que lo supieras.
-Xena tu la quieres - No era una pregunta lo sabia, y lo supo aún más cuando su hermana
pequeña no dejaba de echar ojeadas a la bardo. -No me lo niegues se te nota. Lo que no
entiendo es como Gabrielle no lo ve.
-No lo niego -. No dejó de mirar a la bardo mientras hablaba.
Gabrielle se dio cuenta que la miraban y se giró y sonrió y su sonrisa aumento, cuando
la guerrera le respondió otra con igual o de mayor intensidad.
-Está enamorada de otra persona, y para mi lo más importante es su amistad y bienestar.
Xena se alejó de su hermano, rumbo al bosque. Necesitaba estar alejada de Gabrielle, de
Toris, de todo, necesitaba meditar.
-¿Pasa algo? - Preguntó mirando por donde había desaparecido la guerrera. -La comida ya
casi esta - Agregó mirando a Toris.
-Cosas de esa ilusa guerrera - Miró al bosque -¿Estas enamorada?
-Xena no es ilusa - Se molesto. -¿Por qué crees que estoy enamorada? - Preguntó ahora
curiosa.
-Vaya eres su defensora - Gabrielle se sonrojó .-Se te nota, y dime. ¿Lo conozco a tan
dichosa persona?
-Si, aunque no creo que se sienta dicha - Observó el bosque con pesar, y entonces Toris
lo tuvo claro. -Amar duele cuando no se es correspondida - Suspiró.
-¿Y si esa persona te amara? - Gabrielle volvió a mirar el bosque pensando en una
respuesta.
-No es posible - Con tristeza en los ojos se levantó. -La comida esta lista, me voy a
nadar un poco -. Toris asintió.
Voy a ajuntar a este dos pares de bobas, cueste lo que cuesta. Será mi buena acción
del año. Quizás pueda pedir ayuda a mamá.
-¿Y Gabrielle? - Preguntó Xena cuando regresó y vio a su hermano comiendo. -Déjanos algo -.
Toris sonrió y se limpio la boca con la manga.
-Sea ha ido a dar un baño, hemos tenido una corta conversación - Xena le prestó toda su
atención dejando de buscar a la bardo por el lago con su mirada. -Gabrielle cocina a las
mil maravillas.
Cuando Gabrielle regresó, comió junto con la guerrera, y con Toris que volvió a repetir
plato.
-Uff estoy llenísimo - Se toco el hinchado estómago. -Que ciego y a la vez bonito es el
amor - Susurró.
-Hay que comenzar a arreglar para partir- Se levantó y habló la guerrera no dando
oportunidad a su hermano mayor de seguir hablando, Gabrielle se levantó y se sintió
aliviada.
*****
El trayecto comenzó silencioso, cada uno con sus propios pensamientos y preocupaciones.
Xena no cesaba de imaginarse como sería la vida sin Gabrielle cuando ésta la abandonase
para formar una familia con su amado, llegó a la conclusión de que seria peor que el
mismísimo Hades.
Gabrielle por su parte, pensaba en descubrir el amor de Xena, si sabía quien era podía
competir, aunque creía que ella no sería la vencedora, pero merecía la pena intentarlo
por Xena.
Y Toris durante el camino pensó en la mejor táctica para juntar a este par, iba a
necesitar ayuda, su plan ya estaba en marcha, con una sonrisa en su rostro aligero la
marcha, tenia planes que contar a ciertas personas.
Toris entro antes el la posada, mientras su hermana y Gabrielle dejaban a Argo en el
establo con suficiente paja y agua.
-Mama - Cyrene abrazó a su hijo y éste comenzó a susurrarle la parte del plan, en donde
entraba ella y el motivo del por que lo hacia. - ¿Qué te parece?
-Bien, ¿Pero estás seguro? - Toris sólo asintió dado que escuchó entrar a su hermana y
a la bardo.
La posadera observó a las dos jóvenes y supo que lo que le había contado su hijo era
verdad saltaba a la vista, estaban enamoradas.
-Si - Contestó mirando a Toris, a Xena le pareció raro y alzó una ceja esperando una
explicación por su madre. -Tu hermano me preguntaba si había ternera en salsa para cenar
- Toris asintió.
-Hijas que alegría veros de nuevo - Abrazó a su hija, con toda la fuerza que pudo que
supo que no haría daño alguno a su hija, abrazó después a Gabrielle que para ella
también era su hija, pero con menos fuerza.
-Cyrene a mi también me alegra verte - Dijo sonriente la bardo. -Y también tengo ganas
de probar esa ternera en salsa que no he parado de oír en todo el viaje.
-¿Necesitas que cacé algo? - Cyrene negó con la cabeza. -¿Tienes habitaciones libres?
-No la posada esta llena - Pensó cuando Xena se iba a ir al establo cayo en la cuenta de
algo. -Aunque esta tu habitación, creo que para ti y Gabrielle estará bien, sigue igual
a como la dejaste - Gabrielle sonrió deseaba ver la habitación en donde se había criado
su amor, nunca la había visto.
-No creo que Gabrielle quiera dormir ahí - Miró a la bardo y se sorprendió de la chispa
traviesa que vio en aquellos ojos verdes. -Es un cama muy pequeña - Susurró.
-Por mi esta bien - Contestó la rubia sonriendo, cogió la mano que la posadera le daba.
-Cyrene llévame hacia ella - La guerrera se quedó mirando como se alejaba con su amada
bardo.
Gabrielle al ver la habitación le encantó, sin lugar a dudas, este era el estilo de su
guerrera, tenía espadas pequeñas de madera por todas partes, animales tallados también
de madera y piedra, le gustaba, le decía mucho de la guerrera, también se fijo en la
cama, era bien pequeña, luego miró a la posadera y ambas rieron, sin saber muy bien por
qué.
Voy a tener que estar prácticamente encima de la guerrera, mm... me gusta esa idea.
-Hace fresco por las noches - Fue hacia la puerta y la abrió. -Vosotras no necesitaréis
muchas mantas - Rió y salió de la habitación, al poco llegó una alta guerrera en su lugar,
y se encontró a Gabrielle tumbada en la cama, mirando hacia el techo.
-¿Cómoda? - Gabrielle conociendo la voz sonrió. -Colocaré nuestros petates en el suelo,
y dormiré ahí - Gabrielle se levantó decepcionada.
-No yo dormiré abajo, al fin y al cabo es tu cama - Y yo soy la intrusa, hay mira
Xena. -Haz lo que quieras - Eso último no le pensaba decir en alto, pero no se
arrepintió, salió de la habitación dejando a una aturdida guerrera.
Al bajar oyó un ruido en la cocina y entró sin pensarlo, tal vez Cyrene necesitaba ayuda.
Se la encontró sentada en un taburete pelando patatas.
-¿Puedo ayudar en algo? - Cyrene sonrió al ver a la barda, la apreciaba, pero vio tristeza
en esos ojos así que le señaló el otro taburete, y le dejó en frente un cuchillo y una
patata.
-¿Qué te ha hecho ya mi hija? - Preguntó sin andarse por las ramas. -Y ahora no me digas
que nada, porque se que algo ha pasado, así que dime Gaby. ¿Puedo llamarte Gaby?
-Si claro que puedes hacerlo, no ha pasado nada - Cyrene dejó de pelar patatas y le
lanzo una mirada. -En serio no me ha hecho nada, sólo es que llevo unos días que me
siento diferente y me tomo las cosas más a pecho.
-Entiendo. ¿Pero dime que ha dicho o hecho mi hija que te haya hecho poner mal? -
Gabrielle cogió otra patata.
-Va a dormir en los petates en el suelo, ya se que te parecerá una tontería, pero a
veces pienso que quizás le doy asco - Porque sabe que la amo agachó la cabeza
avergonzada, no dejando dar acceso a sus lágrimas, se sentía ridícula, como cuando era
pequeña.
-Gaby es imposible que una muchacha tan preciosa y lista como tu le pueda dar asco, si
así lo fuera, Xena es del carácter de que si la molestas te lo dirá de frente, no con
minucias - Gabrielle levantó la cabeza, Cyrene tenía la razón. -Seguramente se ofreció
hacer eso, para que tu estuvieras cómoda en la cama - No lo había pensado así, Cyrene
debe creer que soy una cría -¿Amas a mi hija verdad muchacha? - Gabrielle la miró
sorprendida, no había rechazo a ese sentimiento en aquellos ojos azules, Cyrene supo la
respuesta al ver la intensidad de la mirada verde y el amor que desprendía de ellos,
ella se sintió incluso mareada.
Gabrielle iba a contestar, pues se sentía en el deber de hacerlo, pero Xena se presentó
y miró el almacén, después a su madre.
-Voy a cazar unas piezas más - Miró a Gabrielle. -Volveré para la cena - Y desapareció.
Gabrielle no pudo contener más las lágrimas, Cyrene dejó lo que estaba haciendo se
limpió con un trapo de lino, y atrajo a la bardo a su abrazo.
-Lo siento Cyrene - Xena podía tratarla con total dulzura y otras con indiferencia. -No
se que me ocurre.
-Te ocurre que estas enamorada - Le secó las mejillas. -Por que no vas a dar una vuelta
y te despejas - A Gabrielle le pareció buena idea, además ya estaban casi todas las
patatas peladas.
-Gracias Cyrene - Se secó por completo la cara, intentando quitar todo indicios de haber
llorado, aunque las marcas rojas de su blanca piel la delataban. -Volveré antes de la
cena.
*****
Se acercó al lago, tenía esperanza de encontrar a la guerrera, pero no había rastro de
ella, seguramente se había adentrado al bosque. Se sentó en la orilla y comenzó a lanzar
piedras al lago, relajando su cuerpo por completo, intentaba que la piedra diera varios
saltas, como lo sabía hacer la guerrera, pero nada, daba uno grande y gordo y ya.
-Lo haces mal - Gabrielle sin levantarse vio como una alta mujer castaña se acercaba y
se sentaba a su lado. -Si quieres te enseño es sencillo. - Cogió una piedra y la lanzó
consiguiendo hacer ocho saltos.
-Me gustaría mucho, lo intento y lo intento y sólo consigo esto. - La lanzó y se sintió
un <plaf> a continuación.
La castaña sonrió, se levantó y indico a Gabrielle para que también lo hiciera, le
coloco un piedra en la mano y se puso justo detrás de ella, situando el brazo de la bardo
en posición para lanzarla. Y cuando dijo ya la castaña la soltó Gabrielle lanzó la piedra,
y abrió la boca cuando consiguió hacer seis saltos.
-Sigue practicando, y llegara un día que te saldrán muchísimos más - Aseguró la castaña.
-Aprendí de pequeña, solíamos hacer competiciones mis hermanos, primos y algunos más,
y siempre les ganaba yo.
Se giró y Gabrielle se quedo impresionada al ver esos ojos azules. La castaña por su
parte también se quedo sorprendida al ver a la bella bardo.
-No me he presentado, mi nombre es Lainara - Le dio la mano ambas se saludaron. -No te
he visto nunca por aquí.
-Mi nombre es Gabrielle - Que bonitos ojos, son tan parecidos a los de la guerrera
-No soy de aquí, sólo he venido en algunas ocasiones, vengo con una amiga, soy de una
aldea cercana.
Estuvieron charlando animadamente durante toda la tarde, Lainara era divertida, no cesaba
de hacerla reír por cualquier cosa, y le iba diciendo cumplidos, que le hacían sonrojar,
pero se sentía bien, saber que alguien tan bella como Lainara le dijera cosas así, ojalá
Xena fuera quien se las dijera.
-Es tarde, debo regresar, se estarán preocupando y tengo que cenar - Lainara miró la
luna y asintió. -Me lo he pasado muy bien, quizás nos veamos otro día.
-Cuenta con ello, no consigo encontrar jóvenes tan lindas y listas como tu - Gabrielle
se sonrojó de nuevo. -Te acompaño, de todos modos, tengo que pasar justo por la posada
- Gabrielle aceptó la compañía.
*****
-Ya esta voy a salir a buscarla - Cyrene intentaba calmar a su hija. -No lleva su vara,
le he dicho mil veces que se la lleve, Gabrielle nunca se retrasa para comer.
Cuando iba a salir la puerta de la posada se abrió y se quedó helada, al igual que su
hermano, cuando vieron a la alta mujer castaña que entraba y sostenía la puerta para que
entrara la menuda rubia.
Toda la posada miraba a la mujer castaña, y Gabrielle no entendía nada, Xena estaba
siendo sujeta por Toris y Cyrene.
-Lainara es tarde vete a tu casa - La voz de Cyrene parecía dulce, pero Gabrielle notó
algo de falsedad en ella. -Gabrielle ven que no has cenado, no puedes irte a la cama con
el estómago vació - Miró a la rubia suplicándoselo con la mirada que fuera con ella,
cuando lo iba hacer, Lainara la agarró del brazo, y la giró quedándose las dos cara a
cara.
-Gabrielle debo irme, mi tía tiene razón - Tía es prima de Xena -Me lo he pasado
muy bien, nos podríamos ver mañana - La soltó del brazo.
-Si - Sonrió Gabrielle. -Gracias por haberme acompañado.
-No ha sido nada - Salió de la posada, y la clientela que había estado silenciosa,
comenzó a cuchichear.
Xena miró a su hermano y madre, y ambos le soltaron, miró a la rubia intentando calmarse,
y en vista que aún no lo había calmado y de que había mucha gente, fue a la mesa que
preparó su madre para la cena, Gabrielle la siguió, Toris y Cyrene se miraron mutuamente.
Cuando Gabrielle se sentó al lado de la guerrera y tocó el brazo de ésta para que le
dijera algo. La guerrera se separó bruscamente sin mirarla siquiera, así que la rubia se
levantó y comenzó a subir las escaleras, el hambre había desaparecido.
-La vas a perder si sigues así - Dijo Cyrene cuando se sentó frente a su hija. -Al fin y
al cabo Gabrielle no sabe nada de Lainara - Xena se levantó bruscamente y salió de la
posada, rumbo a una casa conocida por ella.
Cuando estuvo frente a ella, tuvo la decencia de picar a la puerta, abrió una mujer de
estatura media, morena y con ojos claros.
-Xena - Llamó la mujer al reconocerla. -No sabia que estabas de visita.
-¿Y Lainara? - Preguntó con frialdad y infinita ira. -¿Cómo es qué esta aquí?
-No se de que me hablas Xena - Intentando calmar a su sobrina. -Sabes muy bien que Lainara
está en aquel lugar encerrada, por lo que hizo.
-Deja las mentiras, la he visto hoy mismo en la posada, esta misma noche - En los ojos
de la mujer había sorpresa miró hacia las escaleras, y fue empujada por la alta morena.
-Xena no le hagas daño, ella no sabe lo que hace tu si.
Subió las escaleras de tres en tres, abrió la habitación de Lainara de una patada, y
esta al verla se levantó corriendo de la cama, la guerrera la cogió del cuello y la
empotró contra la pared de madera.
La madre de Lainara chilló, y al ver que eso no causó efecto y que su sobrina seguía
golpeando a su hija, fue en busca de la única persona que podía parar a su sobrina, la
madre de esta misma.
-No te vuelvas a acercar a ella me oyes - la sacudió hasta que Lainara asintió. -Ni la
hables, ni siquiera la mires y mucho menos la toques, por que te mataré.
-Xena - Reconoció la voz de su madre, pero no apartó su vista de su prima, que estaba
sangrando. -Déjala ya, creo que ya lo ha entendido.
-¿Me crees? - Lainara asintió pero la guerrera quería más que eso -Contesta.
-Si te creo - En los ojos de Lainara había miedo al verlo los bloques dy hielo. -Pero
debes saber que yo no le iba hacer daño.
-Haz caso de mi consejo no te acerques - Se levantó dejándola en el suelo -Porque la
próxima no te daré otra oportunidad.
Salió sin despedirse y Cyrene iba detrás de ella, pero Xena no quería hablar, su madre
lo sabía así que decidió dejarlo hasta que su hija le dijera algo.
Cuando Xena entró en la habitación en vez de encontrar a la rubia en la cama se la
encontró en el petate, y un pergamino descansaba sobre la cama, cuando la guerrera lo
cogió vio la letra fina de Gabrielle en el.
"Xena no se que te pasa conmigo, ¿he hecho algo mal? ¿Ya no quieres que siga a tu
lado y no sabes cómo decírmelo? Si es así dímelo o escríbelo, y me iré y no te molestaré
más, pero dímelo, no puedo vivir así."
Te quiere
Gabrielle."
Por primera vez en mucho tiempo lloró, pero sin emitir ruido alguno, sus lágrimas caían
una después de otra, y fueron mojando las palabras escritas por su amada Gabrielle. No
quería perderla, no quería que se fuera de su lado, y no podía contarle sus verdaderos
pensamientos o eso mismo ocurriría, pero ahora tenía este nuevo problema Gabrielle
pensaba que ya no la quería a su lado por su nuevo comportamiento que ya le costaba cada
día más ocultarlo, y le dolía hacer daño a Gabrielle, había tomado una decisión, se lo
iba a comunicar, tan pronto la viera por la mañana, todo acabaría mañana...
*****
Gabrielle despertó antes del amanecer, por sorpresa comprobó que la guerrera seguía
durmiendo, así que decidió levantarse y bajar a desayunar pues su estómago estaba
comenzando a protestar. Se encontró a Cyrene preparando el desayuno y el almuerzo para
sus huéspedes, así que Gabrielle desayunó y ayudó en la labor a Cyrene, eso le ayudaba
a no pensar en las ideas que le rondaban en la cabeza.
-¿Ocurre algo?
-No ¿Por qué?
-Soy perro viejo tu a mi no me engañas, pero si no deseas hablar puedo disimular y
cuando estés preparada vienes y me cuentas. Aunque siempre había pensado que eras una
muchacha valiente que se enfrentaba a las situaciones.
-No quiero parecer absurda...
-A mi no me lo pareces.
-Estoy confusa.
-¿Respecto a lo que sientes por mi hija?
-No, de eso estoy completamente segura... Bueno quiero decir - Gabrielle se lamento
haber metido la pata. -No es lo que parece, quiero decir...
-Gabrielle te vuelvo a decir que soy perro viejo.
-Gracias, estoy confusa más que nada por que a veces creo que ella siente algo por mi,
aunque no sea lo mismo que yo siento, pero algo al menos, por lo que dice por como se
comporta conmigo en diversas situaciones. Pero después es todo lo contrarío sus comentarios
se hacen hirientes, fríos, no deja ni que me acerqué ni la roce.
-Comprendo...
-Y luego está lo de ayer, no logro entender que hice ayer Cyrene - Sollozó, Cyrene dejó
su labor y la abrazó reconfortándola. -Te debo parecer una niña en comparación con tu
hija, una niña tonta...
-Tu no eres ni una niña ni una tonta y estoy totalmente segura que mi hija piensa igual
que yo, respecto a lo de ayer, mi sobrina Lainara hace muchos años que fue desterrada de
la aldea y llevada a prisión...
-¿Por qué? Me pareció buena persona por lo que vi de ella ayer, fue amable conmigo.
-Porque raptó a una muchacha de la aldea muy querida e inocente y... Y la asesino - Cyrene
se giró y secó sus ojos con la manga de su ropa.
Era la primera vez que Gabrielle veía llorar a Cyrene, siempre le había parecido tan
fuerte como Xena, no de físico, sino interior.
-¿Por qué la asesino? - No se podía creer que Lainara hubiera echo eso, no le pareció
que fuera esa clase de gente.
-No lo se bien, ella siempre dijo que no recordaba, tuvo un juicio a pesar de que toda
la aldea se puso en su contra y quiso lincharla, pero el juez era el que tenía la ley
así que se le hizo un juicio justo, ella en todo momento dijo que no sabia, que no podía
haber echo eso, que ella no había querido hacer eso, la pena que se le impuso fue la
muerte... Pero la mujer de mi hermano suplicó que no mataran a su hija, que estaba loca
que necesitaba ayuda de otro tipo para recuperarse, toda la aldea se negó, pero el juez
conmovido por esa madre la hizo encerrar para el resto de su vida. Cuando apareció en la
posada ayer tanto como la clientela como yo nos sorprendimos...
-Dioses...
-¿Te hizo algo Lainara? Sí es así puedes decírmelo...
Gabrielle iba a contestar pero entonces percibió que no estaban solas, y no se equivocaba
miró hacia el pasillo y allí vio a la alta morena observándola, esperando la respuesta a
la pregunta que le había hecho su madre.
Cyrene vio el cambio que hizo Gabrielle y supo que su hija estaba detrás de ella, pero
la ignoro.
-¿Dime Gabrielle? - Gabrielle miró a la guerrera y ésta la miraba fijamente con ojos
interrogativos.
-No... Al contrario me trató bien, fue muy amable conmigo Cyrene, si me disculpas voy a
buscar a Toris, tengo que comentar una cosa con él.
-Ve tranquila, si se levanta esa ruda ya le diré que andas con Toris, cuando necesites
hablar ya sabes donde estoy.
-Gracias.
Xena esperó que Gabrielle se fuera para salir ella del pasillo y miró a su madre sabiendo
que ella supo que estaba allí desde hacia rato, sabía que la mujer mayor tramaba algo
pero ese era el menor de sus problemas, había decidido que partirían de inmediato.
-Cuando acabe de ocuparme de Argo, Gabrielle y yo partiremos - Pasó de largo con
intención de salir sin entablar una conversación.
-¿Y el cumpleaños de tu hermano? No puedes irte, es al primero que asistes después de
tantos años.
-Las situaciones han cambiado... - Iba a salir cuando sintió el amarre por su madre.
-Xena tanto tu hermano como yo no sabíamos que estaba Lainara, Gabrielle ya lo sabe, no
se acercará más ella.
-Ella es buena, querrá hablarlo con Lainara en cuanto tenga oportunidad y no se la pienso
dar. - Salió esta vez sin complicación alguna.
*****
-Lainara el trato que hice es que no saldrías de aquí, entiéndeme hija es por tu bien.
-No puedo estar aquí madre, me ahogo entre estas cuatro paredes, prefiero mil veces la
muerte antes de estar más años recluida.
-Xena... - No pudo continuar porque fue agarrada del cuello, sus ojos se abrieron de
sorpresa y miedo.
-Ni siquiera pronuncies su nombre - Soltó el amarre mirándose las manos. -No se quien
se cree para juzgarme, ella que ha cometido tantos asesinatos, ella quien quiso conquistar
el mundo, ella que hizo que su hermano pequeño muriera por su causa... Ella es quien se
merece estar recluida, es más no se merece ni siquiera vivir, nadie en su sano juicio la
amaría nunca... ¡Nadie!
Llamaron a la puerta, y Lainara se calló y hizo que su madre fuera abrir, se mantuvo en
segundo lugar atenta a todo, no deseaba que su prima apareciera de nuevo para lastimarla,
se sorprendió al ver quien le había venido a ver...
Xena se acercó a donde se encontraba Toris, con intención de encontrar a Gabrielle, pues
ella había dicho que iba ha verlo, para hablar de ciertos temas, Xena se moría de ganas
por saber de que temas.
-Toris ¿y Gabrielle?
-No sé.
-¿No ha estado aquí?
-Pues no.
Xena empezó a correr dejando a su hermano con el ceño fruncido, había cometido un error
y sabía que lo pagaría caro si no llegaba a tiempo.
-Gabrielle que agradable tu visita - Salió Lainara de su escondite.
La madre de Lainara miró a Gabrielle, comprendiendo que esta era la joven por la que
había venido su sobrina ayer, recordó que su sobrina dijo: "No te acerques a Gabrielle
o te mataré."
-Muchacha debes irte Lainara esta ocupada - Y empujó a Gabrielle hacía afuera.
-¡No! Quiero decir que lo que tenía que hacer ya lo he acabado madre, por favor Gabrielle
perdona los malos modales de mi madre, pasa. ¿Quieres tomar algo?
-Eh no, sólo me gustaría hablar contigo...
-Ah bien, sígueme en mi habitación estaremos más en privado - Señaló hacia las escaleras
sonriente.
A Gabrielle ya no le parecía tan agradable Lainara.
-No tenemos porque estar en privado, quiero decir que lo que tengo que hablar contigo no
es algo que no pueda escuchar nadie.
-Pero arriba estaremos más cómodas, además hay algo que deseo enseñarte, no te pasará
nada lo prometo - Le guiñó un ojo y comenzó a subir, Gabrielle la siguió.
Xena le había enseñado bien a defenderse si la situación lo requería. Cuando Gabrielle
entró en la habitación Lainara cerró la puerta muy sonoramente y pasó por su lado, cogió
un trofeo y se lo mostró a la barda.
-Mira fui campeona en el torneo de piedra y agua, lo fui durante seis veces consecutivas.
-Vaya...
-¿Qué querías decirme?
-Lo se, se lo que pasó - Lainara giró la cabeza. -Sólo he venido a saber ¿Por qué?
-¿Y por qué quieres saberlo?
-Porque necesito comprenderlo, necesito saber como una persona como tu, puede hacer algo
como eso...
-¿Y comprendes a mi prima? Ahora lo que yo he hecho esta mal y lo de ella ¿Qué? Ella es
mucho peor que yo, te lo garantizo - Escupió.
-No estoy hablando de Xena, estoy hablando de ti, no te compares con ella porque no le
llegas...
-Eres absurda. ¿No me digas que sientes algo por mi prima?
-Eso a ti no te importa, no has contestado a mi pregunta, si no vas hacerlo me lo dices
y me iré no tengo que hacer nada más aquí.
-Por favor no te vayas, nunca tengo visitas. No se por qué lo hice, no recuerdo...
-¿De verdad no recuerdas? O es que no quieres recordarlo, porque sabes que no vivirías
con ello, hay esta clara la diferencia de Xena, ella afronta todo lo que a hecho y vive
con ello, e intenta mejorar, tu te ocultas...
-¿La defiendes?
-Ella no necesita a nadie para defenderla y si la conocieras bien lo sabrías - Gabrielle
dio media vuelta para marcharse.
-Amaba a Anyi, siempre he sido tímida, siempre pasaba desapercibida en comparación a mis
hermanos y primos, ella sabia que existía, ella me dio la idea para participar en los
campeonatos de piedra y agua, siempre me había sentido la sombra de Xena, siempre me
comparaban y decían "Tu prima hace esto mejor que tu, no parecéis familia"... Anyi
siempre me vio a mi por lo que soy, no por la prima que tengo o dejo de tener, siempre
me apoyó en mis decisiones, yo... Me enamoré de ella.
-¿Entonces por qué? Ella fue buena contigo, te apreciaba.
-Ese día me es confuso, fui a buscarla como todos los días, salimos y fuimos al lago, yo
me declare y ella... - Lainara comenzó a llorar. -Me rechazó, se rió de mi y me rompió
el corazón, me dijo "que ella ya amaba alguien, y ese alguien era mi primo Toris",
siempre estaba y estaban mis primos delante de mí, se fue corriendo y me dejó allí
tirada...
-Entiendo que te sintieras dolida, pero ese no es motivo para acabar con la vida de una
persona.
-¿Y mi prima qué? Ella siempre reacciona con violencia, siempre mata a gente por mucho
menos.
-Ella ha pagado y sigue pagando por sus pecados, Xena ha cambiado y ahora sólo ayuda a
la gente necesitada, los defiende y no lucha si no es necesario.
-Yo... no recuerdo lo que ocurrió después.
-Sí lo recuerdas.
-¡No lo recuerdo! - Chilló y tiró el trofeo al suelo y peto, Gabrielle dio un paso hacia
atrás por precaución.
Xena entró en la casa y se encontró a su tía mirando el piso de arriba con preocupación,
así que corrió y subió los peldaños en dos en dos, se detuvo al oir un golpe y fue más
veloz, abrió la puerta de una patada y se encontró a su prima tirando todos sus trofeos
al suelo, y a Gabrielle pegada a la pared observándola.
-¿Gabrielle estás bien?
-Sí.
-¡¡No recuerdo!! - Lainara las miró -Juro que no lo recuerdo - Susurró.
Xena se acercó a Gabrielle y le puso una mano en el hombro, se miraron fijamente queriéndose
decir lo que ambas no se atrevían a decir.
-¿Por qué le amas a ella? - Gabrielle se sonrojó cuando Lainara le preguntó eso delante
de Xena. -¿Por qué Anyi amaba a Toris? ¿Qué tiene Xena que no tenga yo?
Gabrielle agachó la cabeza avergonzada, Xena levantó su barbilla con un dedo y cuando
ambos ojos conectaron Xena sonrió, quitando todo temor hacia esa respuesta.
-La amo por lo que es, por lo feliz que me hace sentir cuando estoy a su lado, por sus
palabras, por sus miradas, por su fuerza, le amo con todas las fibras de mi ser y aunque
me rechazara la seguiría amando, y la vería partir con quien ella amase aun sintiendo
dolor, porque para mi lo más importante es su bienestar que sea feliz, aunque no sea
junto a mi, ese es el verdadero amor. Anyi te apreciaba como amiga, te quería vio en ti
lo que yo vi ayer, y estoy segura que en algún lugar hay alguien para ti, que te amara
por encima de todo Lainara...
-¿De verdad?
-Sí.
-Vamos Gabrielle, aún hay que preparar todo para el cumpleaños - Xena le ofreció la mano
y Gabrielle le acepto sin saber muy bien lo que eso significaba, salieron de la casa y
comenzaron el trayecto juntas, unidas por sus manos.
-Xena te amo - Susurró Gabrielle sabiendo que Xena lo oiría.
-También te amo Gabrielle - Contestó.
El cumpleaños comenzó y el regalo que dio más furor fue el de Xena y Gabrielle, Toris
se emocionó al recibirlo, ahora podría poner color a sus dibujos y podría sacar mucho
más por ellos.
Dos cuerpos estaban en medio de la oscuridad, cogiendo su postura adecuada.
-¿Gabrielle estas cómoda? Esta cama es muy estrecha.
-Estoy en las mil maravillas...
Fin de momento, siempre pueden haber nuevas aventuras.
¿No creen?