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RENUNCIAS: Si..., a la guerra, a la inflación, a los bajos salarios,... ja,ja,ja... Bueno y como todos saben: "Los personajes de Xena y Gabrielle pertenecen a Universal y Renaissance Pictures. No se pretende infringir sus derechos de autor."... si fueran míos aun seguiría brindando entretenimiento y de paso ganando dinero a sus expensas... en fin...
ADVERTENCIA: La lectura de esta historia contiene escenas de amor, romanticismo, sexo, violencia, bebidas embriagantes y no es apta para menores de edad, ni para homofóbicos, ni para antiromanticos. NO ME HAGO RESPONSABLE por los traumas mentales, sexuales, psicológicos y de otras índoles que se pueda ocasionar a los lectores o a los curiosos antes, durante y después de leer la historia...
ACLARACION: Los poemas transcritos se atribuye la propiedad a Safo. Patrimonio universal de la literatura.
DEDICATORIA: A todas las personas que de una u otra forma siguen soñando con Xena la Princesa Guerrera, ejemplo XGS. A la T.V. internacional que si trasmitió todos los capítulos de la serie y no tuvo en cuenta los moralismos baratos. Y finalmente a todos los cotillas del mundo que aun somos seguidores de los personajes de la serie y que andamos navegando en Internet para no dejar morir la ilusión de que algún día vuelvan a filmar otra temporada con las mismas actrices. ¿Por que no? Acaso, eso no han hecho muchos productores y directores...

Cualquier aplauso, halago, permiso de publicación, queja, reclamo o sugerencia favor escribir a: anacontreras14@hotmail.com


EN PLAN ROMÁNTICO

Escrito por: Ana Contreras

En un claro de bosque se observa dos figuras sentadas alrededor de una fogata, solo el canto de los grillos y el crepitar del fuego interrumpe el silencio de la noche. La alta mujer de cabello color azabache y mirada de hielo, afila meticulosamente su espada, de vez en cuando levanta su mirada y observa a la pequeña rubia, quien con total concentración revuelve un guiso de conejo. La joven rubia, parece perdida en sus pensamientos, sus hermosos ojos verdes parecen ver más allá del guiso de conejo. Cada una esta tan absorta en sus labores o mejor dicho en sus razonamientos.

Por qué tiene que ser tan condenadamente hermosa, sus cabellos largos y dorados, la redondez de sus mejillas que se iluminan con su sonrisa, <oh>, sus ojos, si esos ojos tan verdes y brillantes que me hacen alejar de mi realidad cuando los miro, y sus labios, esos labios tan rosados, tan provocativos, tan dulces... <oh> si, si dulces... por qué ese beso que le di mientras estaba en el cuerpo de Autolycus, lo tengo grabado en mi corazón y en mi alma, es mi mas preciado tesoro, con el que me reconforto en las noches de insomnio, que por cierto ya son muchas... Debo hacer algo, debo hacer algo... Xena tienes que hacer algo, no puedes seguir viviendo así, solo deseando a Gabrielle y mirándola a hurtadillas cuando no te mira o cuando se baña... <Arg>,... <arg>... creo que necesito un baño, uno bien frío... aunque voy a terminar enferma de tanto bañarme últimamente con agua fría <ja, ja, ja>... Cálmate, cálmate Xena, ella es tu amiga... fue un beso de amiga el que ella te dio, ella creía que te perdía y por eso te besó y tu armando esos teatros en tu mente calenturienta... ya quisieras guerrera que Gabrielle sintiera lo mismo que tú... Me estoy volviendo loca... ¡Me estoy volviendo loca!

- ¡ME ESTOY VOLVIENDO LOCA! - <ups>... se me salió...

- ¿Qué sucede Xena? - el grito de la alta morena saca de su ensoñación a la bella bardo.

- No Gabrielle, no sucede nada... o bueno si... este calor me esta volviendo loca - si claro, por qué mejor no le dices que el calor que ella te produce te esta volviendo loca,... guerrera cobarde... - eh, me voy a dar un baño en el lago, ya vuelvo amiga.

- Claro Xena, mientras tanto esta la comida.

Gabrielle mira a Xena dirigirse hacia el lago. La observa detenidamente y siente nuevamente esa extraña sensación que recorre su cuerpo al ver en primer plano el trasero de la guerrera y el contoneo de las caderas mientras se aleja.

- <Arg>... basta Gabrielle, deja de mirar a tú AMIGA de esa forma.

Nuevamente se "concentra" en el guisado de conejo, o mejor sea dicho, vuelve a los pensamientos que tenía antes de ser interrumpida por la alta morena.

Xena, que voy hacer contigo..., o mejor dicho que voy a hacer conmigo, no creo que pueda seguir resistiendo por mucho tiempo el tenerte a diario a mi lado y disimular que no me afecta tu presencia, tu sonrisa, tus roces, tus abrazos, tu pelo movido por el viento, tu mirada tan fría para con los enemigos y tan cálida para mí, tus labios tan suaves y deliciosos, <hum>... Alto, alto Gabrielle, tu no puedes decir que los labios de Xena son deliciosos, porque cuando tú crees que ella te beso, ella estaba en el cuerpo de Autolycus, así que los labios eran de Autolycus, no de Xena... <Arg, arg>... voy a enloquecer "mi hermosa guerrera", y lo mas frustrante es que no sabrás que me volví loca de amor por ti. ¡¡¡Si, loca de amor!!! Así es como me tienes desde que te vi por primera vez, cuando nuestras miradas se cruzaron. Si, fue en aquel momento que mi alma y mi corazón temblaron por ti y aún lo siguen haciendo como caballos desbocados que solo detendrían su fuerte galopar bajo las riendas de tus manos. Más loca de amor me dejaste desde que me besaste, por que aunque mi cabeza me diga que fue los labios de Autolycus los que besaron los míos, mi alma y mi corazón gritan que fue tu alma y tu amor quien abrazo todo mi ser. Que voy hacer mi adorada guerrera, mi amor, mi vida, mi todo...

- <Huuummm...>

Este suspiro es soltado tan fuerte y sentido que es escuchado por Xena quien regresa de su baño en el lago, instintivamente detiene su marcha, una sonrisa aparece en su rostro, pero es borrada de inmediato por un par de cejas fruncidas.

¿Y ese suspiro mi pequeña bardo? Oh, no... ¿no será que estas enamorada? ¿Pero de quién, si no permanecemos durante mucho tiempo en el mismo sitio? ¿Será de Joxer? No, a ella le parece tonto. Oh, no, no y no... ¿será de Autolycus? Claro y ¿si le gustó el beso que le di a través de él y cree que ese sentimiento era suyo?... No, no y...

- NOOO.

- ¿Que sucede? - Gabrielle reacciona instintivamente tomando su callado y en posición de combate.

- No, no pasa nada Gabrielle - responde una apenada guerrera bajando la mirada.

- <Ahhh>..., creí que nos atacaban por sorpresa. - Y eso mi guerrera por qué rehúsas mirarme, ¿o es mi imaginación?

- No, es solo que me tropecé con una piedra y... me dolió... - Si claro, guerrera mentirosa, ahora a los celos se les llama tropezón... espera celos, he dicho celos... <Ah>, no, no puede ser... Suelta la guerrera sin mas poniendo su mejor sonrisa chueca y cara de niña buena.

- Venga y te reviso no vaya a ser que te hayas lastimado... - La bardo intenta acercarse...

- No, no, no Gabrielle, estoy bien... de verdad... mejor vamos a comer, que tengo un hambre mas grande que las tuyas. - Le guiña un ojo a la bardo y pasa a sentarse cerca del fuego.

Gabrielle ha quedado embobada ante el gesto de Xena, pero reacciona rápidamente y corre tras ella y comienza a servir el guiso de conejo en los cuencos dispuestos para ello. Le pasa uno a la alta morena, junto con un buen trozo de pan.

- <Humm>... está delicioso, cada día sabe mejor tu guiso de conejo. - Comenta la alta morena con la boca llena mientras observa como la rubia sonríe ruborizada.

Comieron en silencio, cruzando miradas de vez en cuando. Posteriormente, Gabrielle recoge los trastos y los lava dejándolos listos para guardar. Mientras, Xena a puesto a calentar agua en una vasija para hacer un té y observa detenidamente a su amiga quien se ha sentado en su manta y parece escribir uno de sus pergaminos. No puede evitar que una sonrisa aflore en sus labios, ante tal imagen.

*****

A la mañana siguiente, Xena despierta muy sutilmente a su amiga...

- Gabrielle, Gabrielle, Gab... despierta dormilona, ya es hora de partir...

La bardo se encoge mas sobre si misma, si es posible, y se arropa aún mas, soltando pequeños resoplidos mientras lo hace. Xena no puede evitar sonreír y soltar un pequeño y casi imperceptible suspiro, para continuar con su tarea de despertar una no muy madrugadora bardo.

- Gabrielle despierta, ya es hora de partir... mira que fresca y hermosa mañana, las aves nos deleitan con sus trinos, las flores de mil colores nos regalan su aroma, el cielo esta azul y despejado, los árb...

La alta morena es casi tumbada por el salto que da la bardo al inclinarse y quedar a escasos centímetros de sus rodillas, mirándola con cara de asombro y ojos tan abiertos que pareciera que se le van a salir.

- ¿Qué pasa Xena?... ¿estas bien?... ¿o el tropezón de anoche te afecto la cabeza? - dice la pequeña bardo con una sonrisa en los labios, que no deja lugar a dudas a la alta morena que su pequeña compañera ya esta completamente despierta.

Xena la mira entre asombrada e interrogante, levantando una de sus cejas.

- Bueno Xena... - la mira con sonrisa picara y traviesa mientras se incorpora y se calza sus botas - que yo la gran bardo de Potedaia, te despierte con esas palabras sería normal... pero que tú, Xena, la Princesa Guerrera que rara vez hablas y que generalmente gruñe... - dice esto último en voz baja mientras busca la palabra adecuada - este en ese "plan romántico", es muy raro..., parece que te hubieras tomado una pócima de las de Afrodita, <ja, ja, ja>...

Xena esboza una leve sonrisa y luego la cambia por una mirada de irritación, y se retira, ante lo cual la bardo deja de reír.

- Vamos, Xena... no te enojes... bueno... - <uuuy>, Gabrielle, tú y tu bocota, ahora ya la hiciste enojar y con ese genio tan lindo con el que se había levantado hoy, ¿A ver cómo la arreglas? - bueno mira ya me levanté..., ya estoy lista, y ojalá todos los días me despertaras con tan hermosas palabras - concluye con una enorme sonrisa y alcanzando a la imponente guerrera y dándole un abrazo por la espalda.

La guerrera no puede más que detenerse ante el contacto de su amiga. Le acaricia el brazo y deja por el momento el enfado.

- Apresúrate Gabrielle, si no vamos a coger un camino muy soleado y caluroso.

- ¿Cúal es la prisa Xena, no tenemos un destino fijo? ¿O si? ¿Haz decidido ir a alguna aldea en particular?

- Pues... no... pero, me gusta emprender camino temprano.

- Bueno, ya tomo mis cosas y emprendemos marcha.

- Primero, come algo de pan y queso y toma un poco de té, no quiero que te me desmayes y luego digan que esta guerrera es una tirana, nada sensible, ni tan siquiera con su amiga del alma.

- <Ja, ja, ja>... tienes razón, primero comeré algo, no queremos que tan siquiera se insinúe semejantes cosas acerca de ti... - La bardo se retira y consume los alimentos, recoge sus pertenencias y se encamina hacia la guerrera que la espera junto a Argos.

- Xena, - le dice mirándola con cara de ternura y adoración. - Gracias...

- <Hum>... - responde levantando una ceja - ¿Por qué?

- Por preocuparte por mí, por aguantar a diario mis levantadas tardes, y hoy por pensar en mi estómago y guardarme desayuno... <ah>, y por levantarme tan dulcemente.

- Gabrielle... - le dice Xena dulcemente, pasando un brazo por encima del hombro de la pequeña bardo, quien se apega mas ante el contacto - no tienes que agradecerme, eres mi amiga y mi familia y no hago nada diferente que lo que se, tu haces por mi, así que vamos, en marcha.

Diciendo esto suelta a la bardo y de un ágil salto sube sobre Argo y se ponen en marcha.

*****

Dos marcas de vela después, Xena interrumpe la historia de Gabrielle con una señal de alerta. La bardo toma su bastón y se prepara para combatir. En la siguiente curva del camino se ve a un joven espada en mano enfrentándose muy valientemente a cuatro bandidos para proteger una carreta.

La alta guerrera se apeó de su caballo dando un salto con dos giros en el aire cayendo a espaldas de uno de los bandidos. Lo gira de un hombro y le acertó un fuerte puñetazo en la nariz, agachándose para esquivar un golpe de espada por parte del hombre y aprovechando el movimiento para barrerlo con una de sus piernas. El hombre cae con un estruendoso ruido, para ser noqueado de un certero golpe en la cabeza por la cacha de la espada de la alta morena. Los tres bandidos voltearon a mirar a su compinche ya desmayado y emprendieron con más ardor la lucha. Ahora cada uno tenía un oponente.

Con el nuevo respiro que había propiciado Xena, el joven hombre arremetió contra su contrincante propinándole golpes rápidos y fuertes sobre la espada, provocando con ello que el bandido retrocediera y aprovechando la ventaja de miedo e inseguridad que veía en su mirada para propinarle una certera patada en la entrepierna que lo obligó a soltar la espada y rendirse.

Por su parte a Gabrielle le correspondió un guerrero alto y rechoncho y como la mayoría de los bandidos no tenía cara de haberse bañado en meses. La reina amazona puso cara de asco ante el aliento y olor que percibió provenientes de aquel hombre, mientras mantenía un bloqueo en alto de la espada de su atacante, quien aprovechó su estatura para casi tirársele en cima a la pequeña bardo quién ágilmente liberó su bastón, apoyó una rodilla en tierra y asestó un fuerte y devastador golpe que lanzó de abajo hacia arriba en la mandíbula del hombre, levantándolo por los aires y cayendo de espaldas inconciente.

Mientras tanto, Xena rodeaba al último bandido, pasando su espada de una mano a otra. El hombre la miraba atemorizado, ante lo cual la imponente guerrera solo sonrió sardónicamente y procedió a guardar su espada.

- Bueno ríndete, no me podrás vencer así luches con tu espada. - aseveró la alta guerrera ahora cruzándose de brazos.

- Eso es lo que tú crees maldita mujer. - Profirió el hombre, lanzándose de frente hacia Xena, quien tan solo se movió de su sitio dejando pasar el hombre y aprovechando el impulso para darle un puntapié en el trasero. El hombre se detuvo y la miró con odio e irritación, ante lo cual la guerrera solo procedió a mirarlo con una sonrisa chueca.

Gabrielle, observaba divertida la "lucha" que mantenía su guerrera y no pudo evitar que en su rostro se dibujara una enorme sonrisa al pensar lo que le esperaba al pobre hombre.

El bandido atacó nuevamente, pero esta vez tomó la precaución de frenarse frente a la guerrera y embestirla con movimientos rápidos de su espada, los cuales eran esquivados hábilmente por la exseñora de la guerra utilizando los protectores de sus brazos. Hecho que hizo enfurecer más al pobre hombre.

- Bueno, ya pasó el calentamiento, ríndete - dijo la alta guerrera con desdén en su voz.

El hombre sonrió con seguridad, hecho que produjo que Xena se molestara y lo tomara como un desafío. Aprovechó un golpe que le dirigió el bandido para capturar el filo de la espada con sus manos, y con un ágil movimiento de muñecas lo dejó desarmado, arrojando lejos la espada. Ahora era ella quien sonreía desafiante. El hombre contraatacó con puñetazos los cuales eran esquivados por la guerrera. Con un pequeño salto hacia atrás Xena se elevó por los aires y aplicó una combinación de rápidas patadas en el pecho y rostro del hombre quien, cayó inconsciente a sus pies.

Se volvió hacia Gabrielle, quien la miraba con una enorme sonrisa apoyada en un árbol.

- ¿Qué? - preguntó la alta morena, intentando parecer molesta y tratando de ocultar una sonrisa que ya se posaba en su rostro. - Le dije que se rindiera y no accedió. - dijo encogiéndose de hombros y poniendo cara de niña regañada.

- No tienes remedio... - respondió la bardo sin dejar de sonreír. - Creo que por hoy ya has realizado tu calentamiento. - Resalto la última palabra y se dirigió hacia la carreta para ayudar al joven a atar a los bandidos.

Xena arrastró a la carreta al hombre que había sido noqueado por Gabrielle, haciendo muecas de desagrado ante el olor que este desprendía. Gabrielle al ver los gestos de la guerrera sonrío ampliamente y comentó:

- Creo que su otra profesión era cuidar las mofetas del bosque.

Xena desplegó una enorme sonrisa y dejó caer al hombre a los pies de Gabrielle y del joven hombre y prosiguió con su labor de acercar a los otros dos bandidos para atarlos.

Los bandidos fueron subidos en un espacio de la enorme carreta para que fueran entregados en la próxima aldea a la autoridad.

- No he tenido la oportunidad de presentarme, mi nombre es Agenor hijo de Alterio. Gracias, por su ayuda y correr en mi auxilio hermosa dama. Estoy en deuda con usted y me será muy grato poder retribuirle de alguna manera. - El joven tomó la mano de Gabrielle y la llevo a sus labios y la besó, hecho que produjo que la joven se sonrojara.

- Hola, soy Gabrielle y ella es mi amiga Xena y nos alegra haber podido ayudarte, pero no hicimos nada diferente a lo que seguramente hubiese hecho usted si nos encontrara en tal situación y no es necesario que nos retribuya. - dijo una ruborizada Gabrielle, tratando de soltarse del agarre de la mano de Agenor.

- Aparte de ser una hermosa y valiente mujer y de tener los ojos más bellos que he visto en mi corta vida, eres muy modesta... - El joven besa la mano de Gabrielle. Hecho que no pasa inadvertido por Xena quien siente como sus ojos se nublan de ira y todo su cuerpo se tensa al ver como Agenor no suelta la mano de su hermosa compañera.

- Bueno... Agenor - Xena acentuó su voz al pronunciar el nombre del joven - como ya te dijo mi amiga Gabrielle, nos dio gusto ayudarte. - La alta morena tomó a la pequeña bardo de los hombros y la retiró con delicadeza produciendo la ruptura del contacto que mantenía el joven y haciendo que este le dirigiera la mirada. Ya quita tú sucia y babosa boca de las manos de mi bardo y no me la entretengas con tus melosas cursilerías... y tu Gabrielle ven, antes que decida hacer una pequeña práctica de golpes y patadas con este remedo de galán..., dirigió una fingida sonrisa al joven.

Agenor, Era un joven alto más o menos de su misma estatura, ojos color miel, tez blanca y cuerpo atlético, vestía un pantalón de cuero y una camisa suelta que dejaba entrever un ancho y bronceado pecho y unos fuertes brazos. Si definitivamente era guapo.

- Gracias a ti también Xena, e insisto en retribuirles su ayuda. - respondió Agenor mirando fijamente a la alta morena. - Para mi y mi familia será un honor tener en nuestra casa a tan bella mujer y a su amiga - dijo sonriendo y dirigiendo su mirada hacia Gabrielle.

- Gracias, no fue para tanto... - contestó la Reina Amazona tratando de disminuir la tensión que percibía ante el contacto de su guerrera y mirándola tiernamente a los ojos ¿Xena, mi amor?..., ¿qué pasa?... ¿por qué estás tensa?... ¿y ese color en tu mirada? ya no estamos en peligro... o acaso.., ¿dioses será que está celosa?... dioses que sea esto último, por favor... es lo que tanto anhelo, que me quiera tanto como yo a ella.

- Como que no fue para tanto, Gabrielle. - el joven pronunció el nombre de la bardo con dulzura y en un tono bajo y mirándola con ojos de adoración - Expusiste tu vida por mi, sin importar si te lastimaban. Una hermosura como tú, esta para que te protejan y cuiden y no para que te enfrentes con maleantes y salteadores... insisto ven conmigo a mi aldea y así te podré agradecer por tan valiente ayuda. Mi aldea esta a dos marcas de vela, y en estos días tenemos una hermosa festividad en honor a Afrodita y se realiza un singular número de actividades para deleite de los visitantes. Hoy retornaba con un sin número de provisiones para la festividad. ¿Qué dices?

Xena, eleva una ceja en señal de sorpresa ante las declaraciones de Agenor. Cállate..., no, no, y no... esto no esta bien, ya me estas ilusionando a Gabrielle... como no le pueden gustar las fiestas, y las ferias, y los regateos y los bardos... hay, no. Por qué presiento que... No, no me dejaré convencer... eso es... debemos continuar nuestro rumbo... y entre mas pronto y lejos este de este... este... galancete mejor. Su rostro se torna en preocupado al ver la reacción de alegría e interés en el rostro de Gabrielle ante las palabras del joven. No me mires, no me pongas esa carita, que no lo resisto.

- ¿Xena, podemos?... es solo a dos marcas de vela... - la pequeña rubia sonríe ilusionada y tomando la cintura de la alta guerrera con una de sus manos - ... y así nos aseguramos que cuando se despierten los bandidos no escaparán, además necesitamos algunas provisiones que ya se agotaron.

- Esta bien Gabrielle, iremos solo para asegurarnos que los bandidos no traten de escapar y solo nos demoraremos el tiempo necesario para comprar provisiones y hacer que revisen las herraduras de Argo. Por qué siempre me terminas convenciendo, con tu sonrisa y tus pequeños roces... <arg>... ya no hay vuelta de hoja guerrera, te atrapó desde el primer día que la viste...

La bardo le dio un pequeño beso en la mejilla en señal de agradecimiento, gesto que hizo ruborizar a la alta morena.

- Que bien, pongámonos en marcha - dice Agenor en tono alegre dirigiéndose hacia la parte delantera de la carreta - Vamos, Gabrielle puedes subir acá conmigo y así te voy contando lo que hacemos en esta festividad.

- Gracias, prefiero ir caminando, no me llama mucho la atención subirme en una carreta. - dice la Reina Amazona.

Xena monta a Argo y mira con enojo a Agenor y no se da cuenta que Gabrielle la está mirando y que un brillo inusual resalta sus hermosos ojos verdes.

- Aunque..., pensándolo bien... si, Agenor, me iré en la carreta contigo, así llegaremos mas pronto, ¿cierto, Xena? - muy bien Gabrielle, que brillante idea, espero no engañarme al pensar que esa mirada de mi Princesa Guerrera son de celos... espero que así sea, sino tendré que soportar dos marcas de vela de tener el trasero chato de tanto salto de carreta, <ja, ja, ja>. Diciendo esto la bardo toma la mano que le ofrece el joven y se sube a su lado.

- Si... - que parece mas un gruñido sale de la boca de la guerrera quien azuza a su yegua para ponerse en marcha.

Vamos, Gabrielle... puedes subir acá conmigo y así te voy contando lo que hacemos en esta festividad.... Xena, no podía evitar sentir celos ante el joven. Ni se te ocurra que con tu melosería vas a conquistar a mi Gabrielle... ¿o será que si? Dioses... que no sea así... ¿Por qué no se me ocurrió ofrecerle a Gabrielle que se viniera conmigo sobre Argos?... ya hemos viajado juntas... ahora va con ese tal Agenor... ya he visto como la mira y como ella se sonroja con los halagos... <arg, arg>... Me provoca bajarlo de una patada de la carreta, tomar a mi bardo y marcharme a todo galope... No, no, calma Xena, calma... mira que Gabrielle te ve como una amiga... además, solo llegamos a la aldea compramos las provisiones y nos marchamos... no es necesario que revisen las herraduras de Argo, eso puedo hacerlo en otra aldea, solo hace unos días que las cambiamos, ¿qué tan mal pueden estar? Además así no levantarás sospechas ante Gabrielle.

- Xena, Xena, ¡¡¡XENAAA!!!

- ¿Si, me decías? - responde la guerrera poniendo cara de interrogación, al saberse descubierta, y que no prestaba atención a la pregunta de Gabrielle.

- No importa Xena, luego te cuento. - Comenta la pequeña rubia un poco decepcionada con su compañera por no prestarle atención.

- Le decía a esta preciosa mujer, - mirando a la bardo con cara de cordero degollado - que en las actividades del festival además de los bardos, se realizará un concurso de poesías, la cual espero ganar nuevamente este año; porque ya encontré una musa, con mirada angelical y cabellos de oro, que le haría perder la cordura a cualquier mortal. - diciendo esto Agenor toma una mano de Gabrielle y la besa.

Xena fulminó con la mirada a Agenor y apretó fuertemente las riendas de Argo; para contener la furia que sentía recorrer por todo su cuerpo, tan solo observar como aquel hombre besaba la mano de su rubio amor. Gabrielle, percibió la reacción de su guerrera y un sentimiento de ilusión hizo que aflorara una leve sonrisa en su bello rostro. Agenor interpretó el gesto de la Reina Amazona, como de interés hacia su caricia y sonrió abiertamente.

Al entrar en la aldea se vieron rápidamente rodeados por varios habitantes, quienes saludaban al joven Agenor y miraban curiosos a las dos mujeres, en especial a la alta guerrera, quien llevaba una cara de pocos amigos.

Agenor se bajó de la carreta con un gracioso salto y ofreció su mano a Gabrielle para ayudarla a bajar. Aprovechó la situación para tomar de la cintura a la bardo y depositarla en el suelo. Al ver estas demostraciones de galantería y viendo la actitud de la bardo ante las mismas, la Princesa Guerrera sintió una enorme furia y los celos que se arremolinaban en su cabeza le hacían creer ver brote de romance donde no lo había.

- Gabrielle, te presento a mi padre Alterio y a mi madre Hebe.

La bardo saludó amablemente.

- Padre, madre, esta hermosa mujer me salvó de los bandidos que traigo ahí en la carreta. - expuso el joven hombre. - debemos entregarlos a la autoridad para que los castiguen.

Varios hombres bajaron a los bandidos de la carreta y los dirigieron ante lo que parecía ser la prisión de la aldea. Xena se bajó de Argos y se dirigió hacia Gabrielle.

- Gabrielle, vamos a comprar las provisiones para emprender marcha antes que caiga la noche. - Repuso de forma cortante la guerrera acercándose al grupo y tocando al hombro a la pequeña bardo.

Todos dirigieron la vista a la imponente guerrera, quien mantuvo su mirada fría y distante.

- Ah..., que olvido... padre, madre ella es Xena, amiga de Gabriel... - tras unos segundos repuso - ella también ayudó con lo de los bandidos.

- Disculpen, debemos partir... fue un gusto poder colaborar - repuso una nerviosa y apesadumbrada Gabrielle, ante la cara de pocos amigos de la imponente mujer.

- No, esperen... no se marchen tan de prisa - interrumpió Hebe - acepten nuestra hospitalidad en agradecimiento por haber salvado a nuestro hijo - repuso la mujer poniendo una sonrisa de amor y cariño de madre al mirar directamente a Agenor.

- Si. Además, no se preocupen por la estancia, se pueden quedar en nuestra posada. - señalando el sitio - Y desde ya, tienen dispuesto un sitio en el establo para su yegua - intervino Alterio.

- Vamos, amigas... descansen y aprovechen la estadía para disfrutar de nuestras festividades - definitivamente, el joven percibió que la alta morena era el obstáculo a vencer. - Además, esta noche será el concurso de poesía y si mal no recuerdo, dijiste que te encantaba lo concerniente a las letras, ¿verdad, Gabrielle? - La bardo solo asintió y puso cara de pesar.

Xena, sintió el cambio de animo en su amiga y prefirió mil veces morirse de la rabia que le producían los celos, que ver la cara de desanimo de Gabrielle.

- Bueno..., nos quedaremos pero nosotros pagamos nuestra posada - dijo la guerrera. Observando como la cara de la bardo se iluminaba con una sonrisa y el brillo de sus hermosos ojos verdes, la resaltaba. - ... y no hay discusión al respecto.

- Gracias, Xena - susurró la pequeña rubia, acercándose y dándole un pequeño abrazo a la morena, quien no pudo evitar sentir un extraño hormigueo recorrer su cuerpo.

- Llevaré a Argos al establo, espérame en la posada - respondió la guerrera en tono más sereno.

En el trayecto al establo Xena, solo podía pensar en Gabrielle y en el poder que la Reina Amazona tenía sobre ella... el sólo pensar en ello la atemorizaba, pero a la vez hacia que su corazón palpitara a todo galope... era una lucha entre la razón y el corazón.

Cuando regresó a la posada encontró a Gabrielle sentada en compañía de Agenor. En una mesa retirada del congestionado lugar. Su mirada se volvió fría y su rostro se tenso, respiró profundo, como si fuera a enfrentarse a una hidra, y caminó con paso seguro hacia el sitio. Observó como el joven le tenía tomada una mano a su bardo y eso le hizo dar un vuelco a su corazón.

- Interrumpo... - siseo, mirando fríamente al hombre, dirigiendo luego su mirada a la mano que él tenía atrapada de su pequeña amiga.

- No, claro que no... - contestó el joven, soltando la mano de Gabrielle, quien sentía sobre su rostro una penetrante mirada azul.

- Te esperábamos para pedir algo de comer. - Contestó una nerviosa bardo, evitando la mirada de la guerrera.

- Vaya..., no se hubieran molestado por mí... - repuso la molesta guerrera en tono sarcástico, sentándose en la silla al pie de la bardo y sin dejar de mirarla.

- Voy a ordenar que les traigan un estofado de cordero, con unas batatas y de tomar... ¿¿¿dos cervezas??? - preguntó Agenor, pasando la mirada entre las dos mujeres.

- Si, cerveza esta bien... - dijo Gabriel. Por inercia tomó la mano que Xena apoyaba en la mesa - ¿O prefieres vino? - ya no pudo evitar mirar el rostro de la guerrera y ver en sus ojos.... ¿¿¿Enojo y celos??? Y esa mirada, oh dioses... ¿serán celos? ¡¡¡Qué sean celos!!!, eso quiere decir que siente algo por mi, mas que una simple amistad... dioses que sea eso...

- Si, una gran cerveza esta bien - respondió secamente la guerrera, sintiendo el contacto de la pequeña mano sobre la suya.

- Bueno, enseguida serán atendidas. Me disculpo por no acompañarlas pero debo entregar algunas mercancías de las que traía en la carreta y atender unos pequeños asuntos para la noche. Las dejo en su casa. - sonriente tomó la mano que Gabrielle tenía sobre la de Xena y la besó. Se marchó dejando una apenada bardo y a una furiosa guerrera.

Comieron en silencio. Tanto, que sólo se escuchaba el sonido de las cucharas contra los platos, mientras daban cuenta del abundante estofado, acompañado de batatas y unas deliciosas rebanadas de pan. Se habían esmerado en atenderlas, todo esto se reflejaba en la abundancia de los alimentos.

- Estuvo delicioso... hace mucho tiempo no probaba un estofado de cordero tan delicioso. - dijo finalmente Gabrielle, para romper el incómodo silencio y una vez ya terminada su bebida.

- Si, estuvo muy bueno... lamento que por andar conmigo lleves tanto tiempo sin probar tan buenos alimentos... - dijo la morena en tono sarcástico, aun sentía el fuego de los celos que la carcomían.

- Dices bien Xena... por andar contigo... lo hago por mi voluntad, porque así lo decidí... - contestó la pequeña rubia alterándosele la voz, pero al ser conciente de que la guerrera probablemente quería fastidiarla, a raíz de los celos, cambió el tono de su voz a mas suave - Disculpa, amiga no fue esa la intención de mi comentario sobre el estofado... creo que será mejor ir a realizar la compra de las provisiones.

Se levantó para retirarse, pero fue detenida por Xena, quien la tomaba del brazo.

- Discúlpame Gabrielle, no he debido ser grosera contigo... no contigo... - susurro en tono triste, la guerrera - Vamos a comprar esas provisiones.

- Xena, espera. - la detuvo la pequeña rubia a la salida del lugar - ¿Qué te sucede? ¿Por qué estas molesta conmigo? ¿He hecho algo que te molestó? - Claro Gabrielle, que ingenua eres al pensar que Xena te va responder: Claro Gabrielle siento celos de Agenor... ¿Qué mas desearías tú?... <arg>.

- No, no me pasa nada Gabrielle..., es solo que no me gusta estar rodeada de tanta gente, sintiéndome observada, sabes que no se me da ser sociable. - replicó Xena en forma de disculpa por su comportamiento.

- Ah, ya... ¿estas segura que es solo eso?

Se vieron interrumpidas por Agenor...

- Hola preciosa, como les fue con el almuerzo? - se dirigió a Gabrielle, ignorando la presencia de la alta morena.

- Estuvo muy delicioso, han sido muy amables con tanta abundancia de comida. - Gabrielle, aprovechó la coyuntura para darle celos a la guerrera - Nos dirigimos a comprar las provisiones y ha ver las actividades que empiezan en esta hermosa tarde. ¿Y tú, ya resolviste los asuntos pendientes? - Dice esto último mostrando una media sonrisa al joven, quien refleja el agrado ante las palabras de la rubia.

- Si ya resolví todos los asuntos, así que me ofrezco a acompañarte y mostrarte las actividades. ¿Claro, si estas de acuerdo?

- Por supuesto, nos agradará tener tu compañía ¿Cierto Xena?

- Claro, a Gabrielle le encantará que le enseñes todas las actividades del festival. Mientras tanto yo puedo comprar las provisiones, ¿Verdad, Gabrielle? - Definitivamente la alta guerrera quería matar al joven, pero lo que mas le dolió fue la actitud de agrado que la bardo le demostraba.

- Si eso es lo que tú deseas... - respondió dolida la rubia - ... ten algunos dinares y no olvides las herraduras de Argos - resopló, entregándole las monedas y se marchó tomada del brazo de Agenor.

Xena, sintió que el mundo se le hundía a los pies cuando vio partir feliz a su bardo del brazo de aquel hombre. Lo que no vio fue la tristeza de Gabrielle.

*****

- Mucho gusto, mi nombre es Egeria. ¿En qué te puedo colaborar? - Fue sorprendida la morena, mientras miraba unas especies.

- Hola Egeria, soy Xena y me preguntaba ¿qué tanto de esto debo llevar, teniendo en cuenta que no se me dañe por tanto viaje?.

- <Hum>... ¿Tú eres una de las mujeres que llegó con Agenor?

- Eso parece. - respondió la morena elevando una ceja.

- <Ah>..., ya... puedes llevar toda la especie que desees, siempre y cuando la protejas de la lluvia. ¿Tu amiga, es la nueva conquista de nuestro poeta? - Soltó sin más Egeria.

Ante la pregunta irónica que le emitía la mujer, Xena apretó los puños y le dio una furiosa mirada, dejándole ver que no le agradaba para nada la misma.

- Mi amiga, no es la conquista de nadie - resopló la alta mujer apretando los dientes y acercándose peligrosamente a la mujer. Ese comentario si que le había llegado.

- Disculpa, no fue mi intención.... Es que... los celos me dominan - esto último lo dijo en un tono muy bajo la mujer, ante la proximidad y furia de la alta guerrera.

- ¡¡¡¿Celos?!!! - la guerrera quedó de una pieza - ... no entiendo... ¿acaso tú?... tu eres... ¿la mujer de Agenor?

- Bueno..., no la mujer,... aún... pero si pensé que era su novia... y que ya no andaba mas de picaflor... creo que me equivoqué - dijo cabizbaja Egeria y con los ojos a llorosos.

- Vaya..., que interesante - Sonrió la guerrera con suficiencia - ... así que son novios.

- Bueno, eso creí, hasta esta mañana que los vi llegar.

- Egeria, veras... - dijo Xena pasando un brazo por encima de los hombros de la mujer - ... nosotras hasta esta mañana conocimos a Agenor; cuando lo defendimos de un ataque de los bandidos, como te habrás podido enterar ya. Así que no te imagines cosas donde no las hay, ni sientas celos de mi amiga Gabrielle. - Claro guerrera..., haber si te aplicas, esos consejos tú, que aun te mueres de celos.

- Gracias y disculpa nuevamente por haber hecho ese comentario de tu amiga... pero es que no puedo evitarlo..., ella es una mujer muy linda y además lo ayudó con los bandidos y...

- Ya, deja de torturarte... - eso..., premio para la guerrera que es ejemplo de confianza hacia el cariño de Gabrielle - tú también eres muy bella.

El comentario hizo sonrojar a la mujer. Pero era cierto era una mujer de mediana estatura, ojos cafés, un cabello largo y rojizo y un muy armonioso cuerpo y lucia un vestido que dejaba ver unos redondos y grandes pechos.

- Si, pero ella tiene unos ojos preciosos, es rubia y... - Fue interrumpida por Xena.

- Basta. Mejor ayúdame con la compra de mis provisiones y luego me puedes invitar a ver las actividades de la festividad. - dijo Xena, con un tono de voz suave y pensando de antemano la reacción de Agenor al ver a Egeria.

Que buen plan Xena, ahora veremos como ese muchachito, hace para no delatarse ante MI Gabrielle. ¿Pero, Y si a Gabrielle realmente le gusta?, ¿entonces le haría daño y no soporto verla sufrir?... <Arg>, Aunque, ¿qué tanto le puede gustar si hace algunas marcas de vela que lo conoció? Cierto. Pero a mí solo me basto verla aquella vez y me cautivó el corazón, es tan bella. Dioses me voy a volver loca... No mi bardo, así te parezca cruel, no te voy a dejar con ese... ese... <arg>... con ese. Fue sacada de sus pensamientos por la voz de Egeria.

- Bueno y entonces ¿qué vas a llevar?

- <Huummm>, mejor te muestro cuantos dinares tengo y me vendes lo necesario para dos personas que viven constantemente viajando.

- No eres muy buena comprando, ¿verdad?

- La verdad, mi amiga Gabrielle se encarga de las provisiones, yo solo la acompaño. - Un brillo especial iluminó su rostro al recordar a su bardo regateando con los mercaderes.

- Veo,... - le sonrió con picardía - la quieres mucho, ¿verdad? Por eso te dolió cuando dije lo de Agenor y ella.

- Si la quiero mucho, Gabrielle es mi amiga, mi familia... es como mi hermana. - dijo la alta morena.

- Pero no lo es.

- ¿El qué? - Preguntó la Princesa Guerrera.

- No es tu hermana. Sabes, por acá vienen las amazonas a comprar provisiones y uno se entera muy bien de sus costumbres. Así que para mi no es nada "extraño" esta situación. - guiñó un ojo y sonrió a Xena. Quien no pudo evitar sonrojarse ante el comentario tan acertado.

- ¿Cómo sabes que Gabrielle es amazona?

- ¡¿Es amazona?!, no lo sabia - respondió sinceramente Egeria.

- Si, Gabrielle es amazona, en realidad es la Reina Amazona... - No sabía por qué le había hecho este comentario a esa mujer que acababa de conocer, pero sintió confianza hacia ella. - Aunque no es bueno que la gente se entere, puede correr peligro y entonces tendría... - dejó las palabras al viento.

- Entiendo. Tu secreto está a salvo conmigo... Ahora comprendo a lo que se refieren algunas amazonas, cuando dicen no querer ser despellejadas vivas por una no muy sutil campeona de la Reina, ex-señora de la guerra... o cuando dicen que no quieren quedar congeladas ante la mirada de una guerrera ojiazul... <ja, ja, ja>... - Xena no pudo evitar reír también ante el comentario de la joven mujer.

- Amazonas... - dijo con nostalgia, pensando en las súbditas de su amor... y acariciando con sus dedos una hermosa manta que tenía grabados amazonas.

*****

Xena fue acompañada por Egeria a la posada. Ella insistió en ayudarle a llevar las provisiones y además tenía que hablar algunas cosas con su suegra. Al ingresar a la posada rápidamente se adelantó a la guerrera y se dirigió hasta donde estaba Hebe y le dijo algo al oído. Luego tomó las llaves de una habitación y le hizo una señal a la morena para que la siguiera.

- ¿Pero si no he pagado? ¿Y el trato es que nosotras pagamos el hospedaje?

- Y te lo van ha cobrar. A razón de dos dinares la noche. - Abrió con la llave la puerta de la última habitación del segundo piso de la posada e ingreso a ella, descargando la bolsa con las provisiones en una mesita.

Era una habitación modesta con una gran cama doble y confortable, una mesita con dos sillas y una ventana que ofrecía una hermosa vista a los campos del oriente.

- Espero que sea de tu agrado. Hebe me dijo que no tenían disponibles habitaciones de dos camas. - dijo evitando mirar a Xena.

- Esta bien, no importa solo es por una noche. Además Gabrielle quedó de acompañar a Agenor al concurso de poesías, así que descansaré cómodamente por un buen rato.

- ¿Cómo? - preguntó Egeria poniendo los ojos como platos. - Así que invito a tu amiga al concurso. No puede ser. - La mujer se dejo caer vencida sobre la cama.

- ¿Qué tiene de raro que haya invitado a Gabrielle? Habrá mucha gente. Y a mi amiga le gustan todas esas actividades. Sabes, ella es bardo.

- No tienes por qué entender... - dijo la mujer con voz melancólica - el año anterior yo fui su invitada y caí rendida a sus pies con la poesía que me declamo... fue tan romántico. Él, allí delante de la aldea en esa tarima, yo, sentada en la mesa frente a la tarima y esas palabras de amor que transmitían su voz. Es muy galante, sabe como enamorar a las mujeres con sus atenciones, detalles y frases románticas. Su plan romántico es el que nunca falla. No quiero decir que no sea siempre así; lo que pasa es que una siempre acostumbrada a que los hombres la traten como un objeto y no la tomen en cuenta y bueno... luego aparece un hombre joven, galante que te toma en cuenta...

- Ya. Entendí perfectamente... entonces Agenor es un hombre poco parecido a los otros en su trato con las mujeres y además romántico. - Hijo de vacante, hijo de vacante, mil veces hijo de vacante. Ni creas que te voy a dar una oportunidad de quedarte con mi Gabrielle. La bardo es mía y esta noche se lo diré. Le diré que la amo, que es mi vida, mi razón de vivir y que sea lo que los dioses quieran... si he enfrentado señores de la guerra y hasta la muerte y he salido victoriosa, no dejaré que un muchachito se quede con Mi Reina Amazona. No, eso si que no...

- Bueno Xena, ha sido todo un gusto conocer a la Campeona de la Reina Amazona... Espero que sigas luchando por ella... - le dijo con una sonrisa irónica instalada en su cara. Las palabras hicieron eco en el ego de la alta guerrera.

- Espera. Te acompaño y así me enseñas las actividades que realizan. - ...y de paso busco a mi Gabrielle.

*****

Las festividades estaban en su mejor momento. La aldea había sido adornada con infinidad de flores y cintas de diversos colores, había gran variedad de comida y bebida, la gente irradiaba felicidad y agradecían con versos, música y baile la protección y favores recibidos de Afrodita. Habían construído una estatua de la diosa de tamaño real y la habían cubierto de hermosos pétalos rosados de rosas y cada vez que pasaban frente a ella le hacían reverencias.

Xena y Egeria caminaban mirando cuanto había, la joven mujer iba colgada del brazo de la alta morena, con tal naturalidad como si fuesen conocidas de toda una vida. Este hecho no paso desapercibido para la joven rubia quien desde lejos las observaba, el color de sus ojos se volvió de un verde oscuro y su rostro pasó de alegre y relajado a tenso y serio. Su cara tomó un semblante que helaría la sangre al mas valiente y sus puños estaban tan cerrados que ya eran blancos de la fuerza que les imprimía.

Xena, sintió la mirada de su amor al instante, pero se hizo la desentendida y prosiguió su marcha riendo y hablando con Egeria. Su corazón y mente le gritaban que su bardo estaba allí y que estaba muy, muy furiosa.

La alta morena encaminó sus pasos hacia un gran grupo de personas que reían sin parar. Al acercarse observó que se trataba de un concurso y las risas eran ocasionadas por el juego, el cual consistía en sacar con la boca de dos diferentes vasijas una pequeña fresa. El premio en ese momento era una cinta rosa para atar el cabello. Xena se animó a participar, inspiró fuertemente y hundió su rostro en la primera vasija llena de agua. En solo unos segundos la sacó y en su boca tenia la primera fresa, la enseñó al público y luego la tragó. Luego se dirigió a la segunda vasija, inspiró fuertemente y hundió su rostro en una vasija llena de harina, tan solo le tomó unos segundos atrapar la fresa levanto su cara y allí estaba en su boca la segunda fresa. La gente prorrumpió en aplausos y risas ante la cara de la alta morena. Egeria se acercó y con un pañuelo le limpio el rostro. Xena recibió el premio y se lo colocó al cuello a Egeria, la joven mujer le agradeció efusivamente abrazándola y plantándole un beso en la mejilla.

Gabrielle que lo observó todo desde una prudente distancia, sintió como su corazón casi se detuvo. La boca se le quedó sin saliva, sus pulmones se resistían a respirar, sus pies estaban clavados en el sitio y todo debido a la visión de esa joven mujer abrazando y besando a su guerrera. Su princesa Guerrera que no gustaba participar en ferias y mezclarse con la gente ahora con esa fulana, ahora si su corazón, pulmones y mentes comenzaron a trabajar aceleradamente. Estaba furiosa, la ira se veía en su rostro, como podía Xena no acompañarla a ella a ferias, ni fiestas y a esta desconocida sí, y mas aun le dio un regalo. Ahora si te vas a enterar Xena, quien es Gabrielle la Bardo de Potedaia, la Reina Amazona... y tu, tu... mujer... quien seas te arrepentirás de haber posado tan solo un dedo encima a mi Guerrera.

Agenor, que había visto el concurso y la actuación de Xena y el regalo que le dio a Egeria tomó a Gabrielle de la mano y se dirigió al sitio.

- Hola Egeria que bueno que te decidiste a participar desde temprano en las actividades. Ah, y viniste con la amiga de Gabrielle.

- Hola Agenor, si esta hermosa guerrera me convenció de venir y enseñarle la festividad. - respondió sonriente mirando a Xena, quien se sintió helada al ver la mirada de furia de Gabrielle.

- Si ella siempre tan amante de participar en cuanta festividad y feria hay. - intervino Gabrielle de forma irónica. - Disculpa, no nos han presentado mi nombre es Gabrielle.

- Mucho gusto Gabrielle, mi nombre es Egeria. Tu amiga me habló de ti, me dijo que eras como su hermana menor y que te quiere mucho.

Xena observó la reacción en el rostro de la rubia, pero no hizo nada por aclarar las palabras de la mujer. Su corazón latió con alegría al ver los celos de su rubio su amor.

Eso si que no se lo esperaba la pequeña bardo. Su Guerrera habló de ella con esa mujer y por si fuera poco le dijo que la veía como una hermana. Ahora entendía por qué salió con ella y le obsequió el premio que obtuvo en el concurso. A Xena le gustaba esa mujer. Sintió enormes deseos de abofetear a Xena y salir corriendo del lugar, pero decidió controlarse y concentrarse en las atenciones que le brindaba Agenor.

- Bueno, hermosas mujeres las invito a una cerveza. Así despertaré la envidia de todos los hombres de la aldea al verme rodeado de tan bonitas damas que opacan a las rosas más frescas del jardín. - Galanteó Agenor tomando a Gabrielle de la cintura y dirigiéndola hacia un puesto donde vendían cerveza.

Xena sintió el gusanillo de los celos morderle el corazón pero se contuvo. Solo asintió haciendo una mueca de conformidad al joven y lo siguió junto con su acompañante. Tomaron las cervezas. El joven no perdía oportunidad para hacer cumplidos y galanteos a Gabrielle. Ella los aceptaba de buen agrado.

- Hola, Agenor. ¿No participarás este año en el concurso de pulsos? - le preguntó un hombre al joven. - Ya realizamos unas cuantas apuestas a tu favor.

- Claro que voy a participar. Sabes que no me lo perdería por nada. Pero, acaso ¿ya empezó?

- No, pero ya están por cerrar las inscripciones.

- Entonces iré a inscribirme. Las invitó a ver ganar al hombre más fuerte de la aldea, o sea yo, un concurso de pulsos. - dijo el joven elevando de una forma graciosa las cejas y los brazos.

Ante el comentario la alta morena solo entornó sus ojos y se disponía a marcharse cuando Egeria le preguntó:

- Xena, ¿no vas a participar?. Así tendrías otro premio de recuerdo.

- Claro, y ¿por qué no? Con lo que me encanta participar en cuanta festividad y feria hay - dijo en tono sarcástico y mirando a Gabrielle, quien se hizo la desentendida. - Y, ¿cúal es el premio?

- Un ramo de rosas, para dar a la mujer que amas y un gran beso por parte de ella. - respondió Agenor mirando con cara de ilusión a Gabrielle.

La bardo casi se fractura el cuello por el giro tan rápido que hizo para ver a la cara del joven. Y Xena tuvo que hacer esfuerzos para no estallar en carcajadas al ver la cara de su bardo.

- Claro que participaré, si es que a tan fuertes hombres no les da temor competir con una mujer.

- No hay problema Xena, hablaré con los organizadores. Finalmente, competirás contra mí y bueno... ya ellos saben quien triunfará... Además, es solo por diversión. - Repuso Agenor.

- Si Xena. Agenor tiene razón en estas festividades, todo lo que se hace es por diversión. Recuerdas Agenor, la chica que escogiste para darle el premio el año anterior? - preguntó Egeria con voz dolida.

- Claro que lo recuerdo, fue la misma chica que me inspiró el poema con el que gané el concurso de poesía. Se que este año volveré a ganar, por que ya tengo mi musa. - y diciendo esto tomó la mano de Gabrielle y le dio un pequeño beso.

Gabielle se tensó ante tal acto, a Egeria casi le da un infarto ante tal afirmación de su amor y la pequeña bardo por poco muere fulminada por la mirada que le dirigía unos ojos azules.

*****

Una vez inscritos y anunciados los nombres de los participantes se dio inicio al concurso de pulsos, el cual transcurrió sin muchos contratiempos. La competencia se desarrollaba en la taberna, la cual estaba a reventar por la curiosidad despertada por la participante sorpresa del concurso. Era Xena, quien ahora y ya siendo finalista debía enfrentarse a Agenor para definir el campeón. Se dio un breve receso a los finalistas para que tomaran un nuevo aliento y una cerveza.

El receso fue aprovechado por Agenor, para coquetearle a Gabrielle. Lo cual no pasó desapercibido para Xena, ya que lo hacia frente a su nariz. Egeria aprovechó para limpiar el sudor de la alta morena con un pañuelo, lo cual le ganó una mirada asesina de unos pequeños ojos verdes.

- Señoras y señores, jóvenes y niños... nos es grato presentar a los finalistas del concurso de pulsos de las festividades en honor a Afrodita que se realizan este año y ellos son: Agenor, hijo de Alterio y Xena... - el hombre que anunciaba calló por cuanto no sabía como mas presentar a la guerrera, ella se acercó y le dijo algo al oído mientras miraba a Gabrielle - ... Xena la Campeona de la Reina Amazona. - Ante el anunció Xena sonrió hizo una inclinación de cabeza y se llevó el puño al pecho.

Gabrielle, casi se muere de la felicidad. Sus ojos verdes azulados tomaron un brillo especial, en su rostro se dibujo una enorme sonrisa y su corazón danzaba entre su pecho.

Solo unos minutos duró el concurso en el que, aunque el joven Agenor hizo sus mejores esfuerzos, o mejor dicho gala de toda su fuerza, no logró vencer a la alta morena quien tan solo se concentró y volteó todos los celos y la furia que le hacían sentir su oponente para derrotarlo.

- Y la ganadora es Xena la Campeona de la Reina Amazona - anunció el presentador. - señora, este es su ramo de rosas.

- Gracias, - dijo Xena, lo tomó y se aproximó hacia Egeria y se lo entregó, le susurró algo al oído y le dio un beso en la mejilla. La joven mujer tomó el ramo de rosas y se retiró.

La bardo ya no podía mas con los celos que le carcomían el alma. ¿Por qué su guerrera actuaba de esa manera? No podía creer que le hubiera dado el premio a esa mujer. ¿Y si a Xena realmente le interesaba esa joven? Dioses ya no resisto mas, esto es una locura, yo muriendo de amor por ella. Y ella, me da una pequeña ilusión y luego... luego... me apuñala el corazón con ese beso y ese obsequio que le da a Egeria. No aguanto tanta indiferencia y desprecio de su parte... pensaba conteniendo las lágrimas.

Agenor se acercó a Gabrielle y le invitó a cenar. La joven accedió y se ubicaron en una de las tantas mesas que se habían desocupado. Al ver que la rubia se retiraba con el joven, Xena se decidió observarlos desde la barra. Pidió una gran cerveza para ahogar el sentimiento que sentía atorado en su pecho.

- Señoras y señores, jóvenes y niños... nos es grato dar inicio al concurso de poemas de las festividades en honor a Afrodita, no hay límites de edades ni de participantes. - Anunciaba un hombre montado en una improvisada tarima adornada con rosas rojas y rosadas y con telón incluido.

Egeria se acercó a Xena y le ofreció un plato de comida, la guerrera lo aceptó de buen agrado y dio buena cuenta de ella. Por su parte Gabrielle hacia lo mismo con la comida que le habían servido.

La bardo estaba concentrada, expectante ante la diversidad de participantes, complacida y feliz. Eso era lo que presenciaba Xena desde su sitio, sin perderle detalle. Veía que su compañera solo interrumpía contacto visual con la tarima, ante tal cual comentario que el joven hombre le hacia.

Llegó el turno de Agenor para participar, fue anunciado en medio de aplausos y gritos. El joven se levantó de la mesa hizo una señal con su mano para que se hiciera silencio y al tener la atención del público, tomó la mano de la bardo, la besó y dijo:

- "Para mi musa de bellos ojos y cabellos dorados como el trigo maduro".

La gente prorrumpió en aplausos. El joven rodeó la tarima y desapareció detrás del telón de la misma. Nuevamente hubo silencio. Solo se veía mover en el ambiente el baile que hacían las flamas de las velas sobre las mesas.

El telón se abrió lentamente, dejando ver al joven quien estaba sentado en una alta silla, tomo una fuerte inspiración y dijo con el mayor sentimiento que le posible:

"A UNA AMADA"

"Paréceme a mí que es igual a los dioses el mortal que se sienta frente a ti, y desde tan cerca te oye hablar dulcemente y sonreír de esa manera tan encantadora.

El espectáculo derrite mi corazón dentro del pecho. Apenas te veo así un instante, me quedo sin voz. Se me traba la lengua. Un fuego penetrante fluye en seguida por debajo de mi piel. No ven nada mis ojos y empiezan a zumbarme los oídos. Me cae a raudales el sudor. Tiembla mi cuerpo entero. Me vuelvo más verde que la hierba. Quedo desfallecido y es todo mi aspecto el de un muerto..." (Safo)

El público estalló en aplausos ante la intervención de Agenor. Gabrielle lo observaba y sonreía. Se veía preciosa y si no fuese por la tenue luz del lugar se hubiera podido contemplar el sonrojo en su rostro. No pasó lo mismo con Xena quien tan pronto el joven había pronunciado una parte de la declamación tomó del brazo a Egeria y se dirigió a la parte trasera de la tarima.

El telón fue cayendo suavemente. Debía ser el momento de la premiación, eso era lo que la bardo, al igual que el público esperaban. Pero de pronto el presentador sorprendió con una última declamación...

- Señoras y señores, jóvenes y niños... nuestra última participante del concurso de poemas de las festividades en honor a Afrodita es Xena la Campeona de la Reina Amazona.

Gabrielle casi se cae de la silla ante el anunció y Agenor quedó petrificado frente a la tarima. Y ahí de pie, con una mano empuñada en su pecho y la otra escondida en su espalda, con una mirada tímida pero a la vez serena se podía observar a Xena la Destructora de Naciones. Hizo una pequeña reverencia y soltó un suspiro. Tomó aire, dirigió sus ojos azules hacia Gabrielle y dijo con el puro sentimiento de amor que le dictó su corazón:

"Igual parece a los eternos dioses
quien logra verse frente a ti sentado.
¡Feliz si goza tu palabra suave,
Suave tu risa!
A mí en el pecho el corazón se oprime
Sólo en mirarte; ni la voz acierta
De mi garganta a prorrumpir, y rota
Calla la lengua.
Fuego sutil dentro de mi cuerpo todo
Presto discurre; los inciertos ojos
Vagan sin rumbo; los oídos hacen
Ronco Zumbido.
Cúbrome toda de sudor helado;
Pálida quedo cual marchita yerba;
Y ya sin fuerzas, sin aliento, inerte,
Muerta Parezco." (Safo)

- Para ti mi Reina Amazona. - Concluyó Xena, mostrando en la mano que tenía escondida una rosa roja y luego de besarla la lanzó hacia Gabrielle. La bardo la atrapó, con los ojos llenos de lágrimas y su corazón galopando dentro de su pecho.

Su cuerpo parecía no querer obedecer a su mente que le gritaba: Xena te ama, tú guerrera te ama, esa mujer te corresponde, corre hacia ella... es lo que haz estado esperando desde aquel beso que te dio con el alma mientras estaba en el cuerpo de Autolycus... corre abrázala y dile cuanto le correspondes...

El público estalló en aplausos y vítores ante la intervención de la guerrera. No había lugar a dudas los había cautivado... nadie tomó en cuenta el gran parecido de la declamación de Xena y Agenor. Bueno, casi nadie. Agenor intercepto a la alta mujer y se le plantó en frente, mirándola con odio y desafío.

- Eres una tramposa, ese poema no es tuyo... le diré a los jueces. - le escupió esas palabras en voz baja a la cara y apretando tan fuerte los dientes que parecía se le iba a explotar la mandíbula.

- No, no soy tramposa. Ese poema es tan mío, como es tuyo el que acabas de recitar. - Le respondió Xena con voz baja y llena de furia. - Ese poema fue inspirado por el gran amor que la autora sentía hacia una mujer... - sonrió con sorna y viendo la cara de desespero del joven - ... si no me crees, pregúntale a mi amiga Safo, o mejor... a Gabrielle..., no te ha contado que es una gran bardo... - ante este descubrimiento Agenor se ruborizó y dio paso a la morena - Ahora me disculpas, pero alguien me espera.

Xena llegó con una gran sonrisa ante Gabrielle, que aun no salía del shock en el que estaba, tomó sus manos y aproximó su cara a escasos centímetros de los de la bardo y le dijo:

- Gabrielle, mi Reina Amazona, tenemos que hablar. En privado, por favor.

La bardo, solo asintió. No tuvo conciencia de la mano que la ayudo a levantarse de la silla, ni del brazo que la rodeaban la cintura mientras subían a la habitación, ni del instante en que se sentó sobre la cama y menos oyó cerrarse la puerta del cuarto.

- Gabrielle, ¿estás bien?... Gabrielle, respóndeme... ¿qué sientes?... ¿qué te sucede?... ¿qué te duele? - Xena tomó el rostro de la rubia entre sus manos y la observaba ya con cara de pánico.

- El corazón... - atino a decir la Reina Amazona, antes de prorrumpir en llanto.

- ¡¡¡¿Te duele el corazón?!!!... ya te traigo agua... espera abro la ventana para que te entre aire - decía una desesperada guerrera intentando moverse de su sitio... pero las pequeñas manos de la rubia no la dejaron mover...

- Si mi amor... - dijo Gabrielle, entre sollozos y ahora de pie tomando entre sus manos el rostro de Xena - me duele el corazón de tanto que te amo - beso - ..., mi Princesa - beso..., mi romántica guerrera -beso...

- Yo también te amo mi dulce bardo - interrumpió Xena tomando ahora ella el rostro de Gabrielle entre sus manos y limpiando las lágrimas que no querían cesar.

Lentamente, sin apenas darse cuenta, sus rostros se fueron acercando. Cerraron los ojos ante el contacto de sus labios. Sintieron como un ligero temblor recorría sus cuerpos y creyeron sentir ceder el suelo bajo sus pies. Gabrielle tomó a la guerrera del cuello para atraerla más hacia ella y la alta guerrera estrechó la cintura de la rubia con sus fuertes brazos, esperando no ir muy de prisa, profundizó el beso. Su corazón dio un vuelco al sentir que la bardo respondía al beso, acarició su labio inferior con la lengua, pidiendo permiso para entrar; la bardo separó sus labios y sintió la lengua de su amor acariciar la suya.

La Reina Amazona dejó escapar un pequeño gemido que no pasó desapercibido por su campeona, aquello la excitó más y profundizó el beso aun más, si cabe. Gabrielle, se dejó llevar por el amor y pasión que le despertaban Xena y solicitó y recibió acceso a la dulce boca de su morena. Sus lenguas se enredaron en una danza. Lentamente se separaron para recibir aire... Cuando Gabrielle miró a Xena pudo ver el amor y el deseo con que la miraba; su rostro, ligeramente ruborizado y la chispa de felicidad en sus ahora oscuros ojos azules, le daba una imagen que quería tallar y mantener por siempre en su mente y su corazón... era, sencillamente, hermosa.

- Xena... - dijo Gabrielle, abrazándola fuertemente y apoyando la cabeza en su pecho. - Te amo. Te amo, mi guerrera.

- Gabrielle... - dijo la morena, con voz ronca, por el deseo y besando la rubia cabeza - Te amo, mi bardo y me estaba volviendo loca de los celos de solo pensar que te podía perder.

- Te amo, mi celosa guerrera - dijo Gabrielle, levantando la cabeza para besarla - y no me vas a perder porque mi corazón y mi vida son tuyos y deseo ser tuya esta noche y todas las noches mientras viva... y en la eternidad seguiré siendo tuya.

- Te amo, mi Reina Amazona - dijo Xena, inclinándose para devolver el beso - y esta campeona desea ser tuya, ahora y por siempre.

Reanudaron sus caricias y yacieron sobre la cama. Xena colmaba de pequeños besos los ojos, la nariz, las sonrosadas mejillas y labios de la pequeña rubia. Detuvo sus caricias y la miró a los ojos verdes, ahora oscurecidos por el deseo.

- Gabrielle - le dijo con dulzura -, si hago algo que no te guste, por pequeño que sea, dímelo por favor.

- Lo haré - contestó Gabrielle -, pero recuerda que te amo más que a mi vida.

Xena volvió a besarla, esta vez con pasión, con deseo, con ansias, mientras la iba desvistiendo poco a poco; Gabrielle se dejo llevar por el deseo y comenzó también a desvestir a su amor.

Al sentir el contacto de sus pieles, la pequeña rubia no pudo evitar un gemido, llevó sus manos a la espalda de la alta morena, acariciándola. Xena emprendió un recorrido de pequeños besos por el cuello de Gabrielle, al tiempo que con sus manos recorría su exquisito cuerpo. No hubo un rincón en el cuerpo de la pequeña rubia que la alta guerrera no besara y no sintiera, haciéndola gemir de amor, deseo y pasión. La morena se sintió morir de amor y se perdió en tan profunda y verde mirada cuando con el grito de su nombre, la bardo alcanzó la cumbre de su entrega; su cuerpo se tensó y sus manos apretaron a Xena todo lo que era capaz, para luego dejarse caer sobre la cama.

Xena besaba el rostro de su bardo, susurrándole cariñosas palabras de amor, hasta que sintió como su cuerpo se calmaba. Giró sobre si trayéndola consigo, la acomodó sobre su pecho y besó su rubia cabeza.

- Gabrielle, te amo... me haz hecho inmensamente feliz... no sabes las noches que llevo soñando contigo... - se vio interrumpida por la bardo, quien levantando la cabeza la miraba con ojos rebosantes de amor y una enorme sonrisa que iluminaba su rostro.

- También te amo, Xena. Y soy muy, muy, muy feliz... porque soy correspondida por la guerrera mas dulce y romántica que pueda existir sobre la tierra. - dijo Gabrielle levantando muy coquetamente sus cejas.

- <Ja, ja, ja>... es que de tanto estar contigo, mi cursi bardo, me haz vuelto romanticona... - dijo Xena dando un pequeño beso en la nariz de la pequeña rubia.

- Con que cursi... eh - beso - yo puedo... - beso - ser cursi... - beso - pero tú... eres una romántica...

- Puede ser, pero solo tú mi amor me haces poner romántica. - La besó apasionadamente.

- Hum, eso espero... porque no quisiera hacer unos cuantos calentamientos con mi bastón en la cabeza de nadie... - dijo sonriente Gabrielle. - Ahora es mi turno de demostrarte cuan inmenso es mi amor, mi guerrera.

- Espera... - La bardo, palideció. Un brillo de miedo y desilusión se reflejó en su mirada. Tuvo la intención de moverse, pero fue abrazada con fuerza por Xena. - Espera mi amor... no imagines cosas que no son... solo quiero decirte que:

"Amor has agitado mis entrañas como el huracán que sacude monte abajo las encinas. Viniste. Hiciste bien. Yo te estaba aguardando. Has prendido fuego a mi corazón, que se abrasa de deseo." (Safo)...

La morena concluyo con un:
- Te amo. - que le salió del corazón, del alma.

Gabrielle, solo atinó a devorar los labios de su guerrera. Si antes pensaba que la amaba; ahora tenía claro que era su vida y que la volvía loca de amor y deseo, con ese lado cariñoso y romántico que le mostraba. La bardo se estremece al contemplar a plenitud el esbelto cuerpo de la guerrera, con sus labios y tacto empieza una delicada exploración. Con la yema de sus dedos va palpando cada parte, lo recorre lentamente, ante lo cual Xena se estremece y con sus manos acaricia la espalda de su pequeño amor. Gabrielle siente la creciente excitación de Xena, aunado a los pequeños gemidos y súplicas que le indican que esta a próxima al borde. Decide liberarla, siente su cuerpo tensarse y curvarse, pronuncia su nombre con fuerza, como si se le fuera la vida en ello y cae al precipicio que le ha brindado su amor. La pequeña rubia la abraza fuertemente y le pronuncia al oído infinidad de te quieros y te amos, intercalados por pequeños besos.

Se durmieron fundidas una en brazos de la otra, sintiéndose únicas, felices, correspondidas.

*****

Un suave rayo de sol atravesó ventana del dormitorio dejando ver dos cuerpos abrazados. Xena se despertó, no pudo evitar que una gran sonrisa se instalara en su rostro al recordar todo lo sucedido, sus celos hacia Agenor, el pique que le dio la rubia todo el día al hacer creerle que le interesaba, el plan que llevó a cabo con ayuda de Egeria para recitar a Gabrielle aquel poema al descubrir que el joven era un fraude y que el poema no era de su autoría y finalmente la noche de amor y entrega que había tenido con el amor de su vida, con su bardo, con su mujer... si su mujer, su compañera, eso era lo que representaba la joven reina en su vida.

Con cuidado de no despertar a Gabrielle que dormía sobre su pecho, Xena estiró su brazo y tomó una rosa del ramo que había en un florero cerca de la cama, lo olió y un brillo fugaz cruzó su mirada. Colocó la rosa sobre la pequeña nariz de la bardo, suavemente le recorrió los labios con los pétalos y observó como su pequeño amor se revolvió y se acomodó aun mas sobre su pecho. No pudo evitar una pequeña sonrisa y levantar divertidamente una ceja ante la reacción de la rubia. Nuevamente, rozó con la rosa la nariz y los labios de la bardo, quien abrió un ojo y la miró somnolienta.

- Buenos días amor, - beso su frente - despierta mi pequeña bardo dormilona... - le dijo acariciando con la rosa su mejilla - debemos partir.

- <Huumm>, buenos días mi amor... - dijo la rubia, estirándose completamente sobre el cuerpo de la guerrera... -, y esa rosa, ¿de dónde la haz sacado?

- Es para ti, Amor... y las saqué de ese ramo.- dijo Xena - señalando el ramo de rosas que había cerca de la cama.

- Pero, ¿cómo?...

- Veras, ayer gané en un concurso de pulso un ramo de rosas para dar a la mujer que amo y me dijeron que recibiría un gran beso por parte de ella... - dijo Xena mirando burlonamente a Gabrielle y levantando ambas cejas.

- Así, y... esa mujer a la que amas... ¿ya te dio ese gran beso?... - respondió la bardo, siguiéndole el juego a la guerrera.

- No aun no me ha besado... tal vez no me ama tanto como yo a ella - dijo Xena poniendo cara de niña regañada.

- O tal vez... ella no sabía que la amabas y pensó... que le diste el ramo de rosas a otra. - Replicó Gabrielle, ya sobre los labios de la guerrera.

La besó intensamente, profundizando el beso, dejando que su boca cubriera totalmente los labios de la morena, y comiéndose un suspiro de esta. Cuando sintió que el aire les faltaba rompió suavemente el beso y sobre los labios le dijo:

- Te amo, Xena... te amo tanto, tanto que moriré si algún día me faltas.

- Yo también te amo Gabrielle... te amo con locura, con deseo, con pasión, eres mi vida y... no se que sería de mi vida si te llegará a perder - esto último lo dijo con tristeza. La bardo tomó su rostro y la besó suavemente.

- Eso no pasará mi amor, me tendrás que soportar esta vida y por toda la eternidad - Y diciendo esto se dispuso a demostrarle nuevamente a la guerrera cuanto la amaba.

*****

A Hebe y Alterio, los sorprendió ver bajar a una risueña guerrera y una muy sonriente bardo.

Xena llevaba las provisiones y sonreía ante un comentario de su compañera que se veía radiante con un ramo de rosas entre sus manos.

- Buenos días... - dijeron al unísono Hebe y Alterio.

- Buenos días... - respondieron las mujeres.

- ¿Será que aun encontramos algo de desayuno? - Preguntó Xena.

- Bueno guerrera... - dijo Egeria que salía de la cocina y se dirigía hacia donde estaban sus "suegros" - desayuno ya no... - guiñó un ojo a la guerrera y sonrió al ver el ceño fruncido de Gabrielle. - ... pero ya en un momento esta listo el almuerzo. ¿Xena, será que podemos hablar un momento?

A Xena le sorprendió la pregunta, instintivamente miró a Gabrielle, quien accedió de no muy buena gana. Xena, dejó las provisiones sobre una mesa y se adentró con la mujer hacia lo que parecía ser la cocina de la posada. Luego de un rato regresó con un paquete en sus brazos y sonriente, cosa que no hizo gracia a Gabrielle que la esperaba junto con Hebe y Alterio.

*****

Ya caída la tarde y después de mucho insistir con Hebe y Alterio para que les recibiera los dinares como pago de la posada y del establo, se despidieron. No sin antes Gabrielle, recibir un sin número de disculpas de parte de Hebe por la ausencia de Agenor, quien había decidido ir a la aldea cercana a llevar unas provisiones. Xena, estaba mas que dichosa ante la ausencia del joven, no le hacía gracia el tan solo pensar, que tendría que ver al joven besar las manos de su bardo. Sorpresivamente, la Reina Amazona se dirigió hacia Egeria y le entregó el ramo de rosas, le dijo algo al oído, le sonrió y le dio un fuerte abrazo.

Una vez lejos de la aldea y ante tanto silencio por parte de la bardo, la alta morena se atrevió a preguntar:

- ¿Por qué le regalaste el ramo de rosas a Egeria? ¿Y qué le dijiste?

- ¿Qué curiosa eres, guerrera?... No le regalé el ramo de rosas. - Rió ante la cara interrogante de Xena - Solo le pedí el favor que las depositara en mi nombre a los pies de la estatua de Afrodita.

- Ven acá, mi amor. - dijo la guerrera bajándose de Argos y atrayendo en un abrazo a la joven rubia - Será mejor buscar un sitio donde acampar. Creo que cerca hay un arroyo, y no será difícil encontrar un buen sitio donde pasar la noche - dijo con voz sensual y dando un ligero beso en los labios de la Bardo.

Una vez instalado el campamento y después de haber comido, la guerrera decidió revisar el perímetro, mientras la bardo arreglaba las mantas. Le causó una sonrisa y un gran brillo de ilusión el solo pensar que ahora sus mantas estarían juntas. Se vio sorprendida por unos brazos que le rodeaban la cintura y una ansiosa boca que besaba su cuello. Inclinó su cabeza dando mas espacio a los besos de la alta morena y dejándose querer.

- Xena, mi... amor... espera... no he... terminado de poner... las mantas... - decía con voz deseosa la pequeña rubia.

La guerrera se detuvo y soltó el agarre. Se dirigió hacia el sitió donde estaban las provisiones y tomó el paquete que le entregara Egeria.

La bardo la miro sorprendida al ver que se ausentaba, pero su sorpresa fue mayor al ver que traía el paquete que le había dado la joven mujer.

- Hoy estrenaremos este regalo. - Y diciendo esto destapó el paquete y extendió ante la mirada atónita de la bardo, una hermosa manta con detalles amazonas. - ¿Verdad, que es preciosa?... Me la regaló Egeria y me dijo que era para que siempre me acordara de mi Reina Amazona. - Le guiñó un ojo - Sabes, ella estima mucho a las amazonas y comercializa con ellas.

- Si, es una manta muy bonita. ¿Y a qué se debió el regalo? - le preguntó mientras terminaba de acomodar las mantas y se recostaba en ellas.

- No se, tal vez estaba agradecida de que le quitara del camino a la pretendiente de su novio.

- ¿... No entiendo? A que horas tú le hiciste ese fav... - la bardo iba poniendo cara de enfado y al instante cayó en cuenta - ... no me digas que ella y Agenor...

- Siii,... y tú... - dijo Xena mientras se recostaba en las mantas junto a la joven y se acercaba peligrosamente - Tú mi pequeña y adorada bardo... - le dio un pequeño beso en los labios - ... le estabas rompiendo el corazón.

- Dioses, no era mi intención... - afirmó afligida.

Xena sonrió ante la cara de la rubia.

- Y no solamente a ella le estabas rompiendo el corazón... a mí también. - susurró al oído de la bardo y aprovechó para darle unos pequeños besos allí.

- <Huum>... no era mi intención... bueno, o tal vez solo un poquito... - tomó el rostro de Xena con ambas manos y le miró profundamente a esos hermosos ojos azules - Te amo, y me estaba volviendo loca el no saber si tu sentías algo mas que amistad por mí... Necesitaba comprobar que sentías hacia mi... - La beso con pasión.

- Ahora que sabes que te amo como una guerrera tonta... - levantó seductoramente una de sus cejas - ¿... necesitas probar algo más?

- Si, tus labios... - la besó despacio, saboreando los labios de la guerrera.

Al separarse con una pasmosa lentitud, pasó la lengua por el labio inferior de la morena y observó risueña como la pobre guerrera gimió ante el contacto.

- Eres muy mala, sabes que me tienes rendida a tus pies y te aprovechas para torturarme... pero lo pagarás con creces mi amor. - Diciendo esto Xena se posó sobre la bardo - te demostraré como ésta guerrera es experta en torturas y en lucha cuerpo a cuerpo... - Levantó coquetamente sus cejas.

- <Oooh>, si... si amor... me encantará... compro... barlo... - dijo la bardo sintiendo como era devorada por la boca de Xena y como su cuerpo comenzaba a ser consumido por la pasión y el deseo.

¡¡¡THE END!!!...


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