Site hosted by Angelfire.com: Build your free website today!

ADVERTENCIA: Esta historia fue escrita para uso y disfrute de quien la quiera leer, y no pretende infringir ningún derecho. Solo es una historia sacada de mi mente, por esto mismo la historia es mía y queda prohibida su reproducción parcial o total sin mi permiso.

Para críticas instructivas o intercambio de opiniones, escribidme a: lady_bardo@hotmail.com


EQUIVOCACIONES

Lady_Bardo

Tercera parte

Se que esta relatando una historia sobre un par de hombres que buscan a su padre... o un caballo... ¿o es un caballo buscando a su padre? Realmente no se que les pasa a los personajes, solo veo a un experto bardo cautivando a un público fácil con sus palabras rebuscadas, sus dramáticas pausas y sus gestos de mimo. Desgraciadamente, no es difícil comprobar que Gabrielle también está dentro de ese seducido público.

Homero continúa paseándose lentamente por el escenario, hablando tan alto que su maldito relato es el único sonido de toda la sala. Entonces siento un cambio a mi lado y se que Gabrielle me mira de soslayo. Parece sorprendida por la atención que le presto a su amigo. Pero es porque gracias a los dioses no puede ver que tras la serenidad de mi rostro, estoy recordando cada método de tortura que conozco. Homero quemándose, Homero ahogándose, Homero partiéndose, Homero... ¿haciendo una reverencia?

El bardo por fin se ha callado y recoge los aplausos de la sala con una seca y estoica reverencia. Parece que el público se ha vuelto loco y casi todos los presentes están en pie, silbando y aplaudiendo. Y Homero responde haciendo aspavientos con la mano, a modo de saludo, hasta que recae en nosotras. Nos mira, o mas bien, mira solo a Gabrielle y con una sonrisita de oreja a oreja, le guiña un ojo.

Tan solo es un guiño... me repito mientras agarro la mesa con fuerza, deseando partirla. Pero por suerte o desgracia, Gabrielle esta tan entretenida en aplaudir, que no se da cuenta. Cuando los ánimos se calman, Homero abandona el escenario y muy amablemente se dirige directamente a nuestra mesa. Mientras respira, juraría que veo como se hinchan sus pulmones y su ego. ¿Cómo puede ser que Gabrielle no se de cuenta? Me giro a mirarla instintivamente, pero ella esta pendiente del bardo, que se sienta frente a nosotras.

"¿Qué os pareció?" pregunta sabiendo de sobra la maldita respuesta. Me limito a sonreír, puedo fingir que no me da asco, siempre que no tenga que hablar mucho.

"Increíble" se limita a pronunciar Gabrielle, pero su tono de voz deja implícito la adoración y alabanza que siente en este maldito momento y Homero lo sabe. Pero insiste, su ego quiere más.

"¿Lo dices en serio?"

"¡Claro que si! ¿No viste cómo te aplaudían? El ritmo, los toques de misterio, los sentimientos reflejados en cada palabra..."

"¡Vaya!" exclama fingiendo sentirse muy halagado. "Esta critica es muy importante para mi, viniendo de la Gran Bardo de Potedaia."

"Siempre fuiste muy bueno, lo sabes" responde ella. "Pero es increíble lo que has perfeccionado en estos años."

"Bueno, es que me has dado muchos años para mejorar" bromea intentando sonar modesto. "Lo cual me recuerda que este reencuentro se merece una cena" comenta de pronto. Me reincorporo de golpe a la conversación a la que fingía no prestar atención. Mi mirada taladra a Homero, pero también Gabrielle le mira sorprendida. Noto mi mandíbula cerrada con mas fuerza de la debida, los dientes me rechinan y toda mi espalda es víctima de una fuerte tensión, pero a pesar de la adrenalina furiosa que me recorre, finjo estar calmada. Me limito a mirar a Gabrielle relajadamente.

"¿Una cena?" repite ella atónita.

"¡Si! Una cena" repite encantado consigo mismo, sin saber lo mucho que esa palabra me esta destrozando los nervios. "¿No seria genial? Podríamos recordar la academia, los compañeros, nuestros viejos trucos para narrar" enumera como buscando una excusa menos mediocre para pedirle salir. Les miro de reojo, evitando cualquier rastro de asco en mi cara, pero no puedo evitar apartar la mirada al comprender que Gabrielle aun no ha dicho que no. "Y también podrías contarme la fascinante historia de por qué los años no pasan para ti."

"Te lo resumo en dos segundos" se escapa de repente de mi boca. No se de donde vinieron esas palabras, pero no hago nada por callarme. "Por una equivocación nos congelaron, dormimos durante veinticinco años y nos descongelamos" comento con tono suave y tranquilo. "Y ya está." Las respuestas a mi inoportuno comportamiento son una temerosa y precavida sonrisa del trovador de pacotilla y una sorprendida mirada por parte de mi adorada bardo. Gabrielle me pide explicaciones con los ojos, pero me limito a devolver la vista a la mesa y sus interesantes surcos y agujeros. Pero mi nuca y la piel de gallina me dicen que aun tiene sus ojos sobre mi.

"¿Entonces, qué me dices?" pregunta sin más Homero. Es como si no hubiera dicho nada, de nuevo mira a Gabrielle, sin molestarse por anda mas. No se que reacción esperaba, pero desde luego no que dejara de lado mis palabras con esa facilidad. Creí que al menos se intimidaría un poco, pero esta claro que ha caradura ganó él.

"Bueno, ¿por qué no?" sonríe Gabrielle como respuesta. Pero algo en su tono de voz me hace temblar. No es solo que acepte su invitación, no es solo esa maldita cena, ¿me esta preguntando...? ¿Quiere que le de una razón para no ir? Alzo los ojos, en este juego de miradas que ataca mis nervios y mi estómago y el corazón se me hace un nudo al enfrentar sus ojos. Parecen relajados y me sonríe pero se que no es eso lo que les recorre... pero no me atrevo a leer más allá y de nuevo la mesa recoge mi atención y mi mirada. "¿A qué hora?"

"Tengo que nombrar al ganador y hacer entrega de su premio, ¿qué te parece si te recojo después del certamen?" pregunta velozmente, como si temiese que ella se pudiera echar atrás. Pero algo me dice que no tendré tanta suerte. "Será la hora perfecta para cenar."

"Estupendo" responde sin mas. Aunque estoy presenciando todo, siento como si se tratara de una pesadilla. Me invade una dura sensación de incomodidad y todo me parece surrealista, no tiene ningún sentido. Pero mi corazón, palpitando con fuerza en mis oídos, me advierte de que no despertaré. Mi cuerpo se tensa peligrosamente y es como si se debatiera entre salir corriendo y huir veloz o lanzar mi grito de guerra y destrozar el teatro. Pero no hago nada, solo respiro y parpadeo cuando es necesario.

"No te arrepentirás" añade Homero, eufórico. Con la educación justa y algo de temeroso respeto en la voz, se gira para mirarme y dice. "He de volver al certamen. Un placer, Xena." extiende su mano con firmeza, aunque se de sobra que teme mi apretón.

"Si, igualmente" farfullo entre dientes, pero me comporto a la hora de devolverle la mano.

"Gabby..." ronronea el dulce diminutivo mientras agarra su mano y alarga el cuello para depositar un beso en ella. Si yo alargase las manos... solo un par de certeros pinzamientos y le quedarían unos segundos de vida. "... que llegue pronto esta noche" exclama entonces haciéndola sonreír, antes de ponerse en pie y marchar de nuestro lado hacia algún lugar entre el público y el escenario. Tardo un par de segundos en comprender que estamos solas y tres en comprobar que mi corazón no es capaz de mirarla. Me limito a concentrarme en el escenario, como si me interesara el nuevo bardo que esta sobre él.

"Xena, ¿quieres que volvamos ya a la posada? Me parece que por hoy has tenido suficiente festival, ¿no?" comenta suavemente. De mi boca no sale mas que un raquítico. "Psi..." y me limito a ponerme en pie mientras algo me dice que el día no ha hecho mas que empezar...

Avanzamos juntas hasta la salida, abandonando por fin el teatro.

Continuará...


Indice Fan Fiction

Página Principal