Si hay algo que he aprendido durante todo este tiempo viajando a su lado es que jamás
cierra la boca, siempre y en todo momento está satisfecha, radiante, despreocupada y
todo acto trágico tiene una razón de ser.
Es tan exasperante su presencia como insoportable su ausencia. Aunque continuamente
finjo no escucharle la verdad es que no puedo evitar quedar embelesada por su voz, ya
sea una de nuestras aventuras o un cuento para dormir niños. Aunque no voy a negar que
hay ocasiones en las que pienso que su incesante parloteo es mi castigo por todos los
actos de crueldad que he llevado a cabo.
¡Xena! -la escucho pronunciar mi nombre exasperada, tal parece que me ha estado
cuestionando algo que según su punto de vista ha de ser importante y no obstante yo no
le he puesto ni el más mínimo ápice de atención-
¿Mmm? -es mi respuesta-
¡Siempre es lo mismo contigo! -señala molesta-
¡Pues es que hablas tanto que no sé cuando es realmente importante lo que tienes que
decir! -señalo tratando de defenderme-
Pues perdóneme gran Señor de la Guerra, se me olvidaba que a usted no le parece
interesante más nada que asesinar y bañarse en sangre.
No respondo nada, Gabrielle me ha herido, ¿acaso no sabe que siempre la escucho, que no
me divierte matar a la gente? ¿Esa es la forma en que me ve, cómo un cruel mercenario
sin sentimientos, cómo un animal? ¿De nada han servido mis intentos por redimirme? Pues
bien, ella sabe darme donde me duele, pero no he de demostrarlo, simplemente apresuro a
Argo y me adelanto lo más posible sin dejar a Gabrielle tan atrás que quede expuesta.
Han pasado casi tres marcas de vela y percibo el silencio que tanto quería pero ahora me
es incómodo. Ambas estamos molestas y yo no sólo molesta, así que si alguien debe pedir
perdón o dar el primer paso no seré yo. Era mucho más fácil al principio, cuando ella
me tenía miedo y rara vez abría la boca por temor a mi reacción, en cambio ahora, todo
ese miedo ha desaparecido.
La noche nos ha sorprendido en el camino y el pueblo más cercano queda a dos días así
que simplemente bajo de Argo y tiro las pieles al suelo, indicando de esa forma que
acamparemos en ese lugar. Doy un recorrido por el lugar para cerciorarme de que no hay
peligro a los alrededores y finalmente regreso a encender la fogata y me doy cuenta de
que Gabrielle ya se me ha adelantado y de hecho está picando unos cuantos nabos para la
cena.
Me siento en un tronco a afilar mi espada como de costumbre y tras un largo rato, cuando
ya he quedado satisfecha con mi trabajo, envaino la espada y me dirijo hacia Gabrielle
para ver en que puedo ayudarla. Noto que ya tiene todos los ingredientes picados y el
agua en el fuego, así que no hay nada en que ayudarle y me marcho a cepillar a Argo.
Media marca de vela después noto que la cena ya está lista y me sirvo un cuenco de lo
que parece un potaje de setas salvajes y hortalizas. Está algo caliente y al dar el
primer sorbo me quemo la lengua y lo aparto rápidamente, Gabrielle ríe, sin duda
encuentra muy divertido mi sufrimiento, yo finjo que no me he dado cuenta y continúo
comiendo ahora con más cuidado.
Finalmente hemos terminado de cenar y me dirijo a las pieles a dormir. Comienzo a
quitarme el peto y lo pongo a un lado, enseguida las muñequeras y así el resto de mi
armadura, me acuesto, me cubro con la piel y me dispongo a dormir. Gabrielle sin embargo
sigue sentada frente a la fogata, parece no tener sueño, en cambio yo si lo tengo y no
le presto mucha atención y me quedo dormida.
Al día siguiente, contrario a lo que usualmente acontece, Gabrielle se ha despertado
antes que yo -a menos que ni siquiera halla dormido- reflexiono.
Me levanto y recojo mi cama, amarro todo y lo coloco sobre Argo.
Voy a conseguir el desayuno -indico mientras me coloco la armadura-
¡Xena perdóname! -dice Gabrielle acercándoseme-
¿Por qué? -pregunto pues he olvidado el por qué de su disculpa-
Por lo que dije ayer, no es eso lo que realmente pienso de ti, sólo que, estaba molesta
y...
¡Ambas dijimos cosas que no sentíamos, olvídalo, no tiene importancia! -señalo tomando
el chakram y dirigiéndome a buscar la presa, un pequeño y peludo conejo, unas carpas,
da igual, todo queda delicioso cuando Gabrielle lo prepara-
Finalmente he conseguido el desayuno y de paso la cena, unas pequeñas gallinitas que
serán suficientes para un día, comienzo a desplumarlas, las lavo y se las llevo a
Gabrielle para que las prepare.
Cuando llego, Gabrielle ya tiene el caldero en el fuego con todos los vegetales, sólo
falta la carne y se la entrego. Rato después la comida está lista y me sirve para
luego servirse, nos sentamos en el mismo tronco de ayer y comemos. Hay un cómodo
silencio y me doy cuenta de ello, es ese el momento mágico en que Gabrielle no
pronuncia ni una sola palabra, el momento en que disfruta de su comida, es como si sólo
existiese ella y el cuenco que sostiene entre sus manos. Es divertido ver la expresión
de su rostro al degustar cualquier cosa que coma, ya sea carne seca, queso, conejo, ella
disfruta al máximo cada plato, es como si estuviese enamorada de los alimentos. No puedo
evitar dejar escapara una media sonrisa y sigo comiendo.
Hemos terminado de comer y nos preparamos para continuar nuestro camino.
¿Cuánto falta para el próximo pueblo? -pregunta Gabrielle mientras se olfatea-
Dos días -señalo mientras monto a Argo y sonrío cuando noto su cara de decepción-
¿Y no hay algún lugar por aquí donde pueda bañarme? -pregunta oliendo debajo de sus
brazos y asiendo cara de asco mientras recomenzamos la marcha-
Sí, al caer la noche estaremos ahí y podrás bañarte... ¡porque buena falta que te hace!
-señalo riendo-
Pues tú no hueles a rosas precisamente princesa -señala molesta y con un mohín-
Esa es la Gabrielle que me gusta pienso en mi interior. Momentos como estos son los que
valen la pena, no las tontas peleas que en ocasiones tenemos, aunque más que peleas son
desacuerdos y distanciamientos puesto que nunca hablamos de ello ni lo discutimos,
simplemente dejamos de hablarnos y al día siguiente todo eso queda olvidado y tratamos
de no volver a tocar el tema.
Gabrielle empieza a cantar una canción y sonrío, este día pinta perfecto, puedo sentir
la tranquilidad de los alrededores, el silencio es sólo interrumpido por el canto de las
aves y el de Gabrielle.
¿Sabes?
¿Qué ocurre?
Hace mucho que no tenemos grandes aventuras, pareciera que todos los malazos han
desaparecido de la faz de la tierra o que alguien nos ha estado ganando el trabajo...
tal vez Hércules.
Sonrío, yo también estoy algo inquieta, todo parece tan perfecto que no creo que sea
verdad.
¡Pero en fin!, cuando no te toca ser heroína, no te toca -señala alzando los hombros en
señal de resignación.
¿Me estás diciendo que la pacifica y modesta bardo está exasperada por la falta de
batallas y halagos? -pregunto mostrando mi media sonrisa-
No, no, no es eso, bueno, tal vez sea un poco de eso -sonríe-
No te preocupes, estoy segura de que después encontraremos algunos pillos a los que
puedas golpear -señalo con una sonrisa-.
Ha pasado mediodía y nada parece querer interrumpir la paz en las que estamos envueltas,
y debo confesar que estoy fastidiada de tanta armonía, de los cánticos de las aves, los
ruidos del bosque, quiero y necesito acción, del tipo que sea.
Voy a cazar unos conejos Gabrielle -anuncio bajando de argo y tomando el chakram en mis
manos-
Pero si nos detenemos no llegaremos a tiempo al lago -señala exasperada sujetándose la
cintura y plantándose enfrente de mi-
Pero estoy... tengo... ¡quiero comer Gabrielle, tengo hambre! -exclamo molesta-
¿Desde cuando la guerrera demuestra ser humana? -pregunta molesta; pero no es por el
asunto del lago, debe ser otra cosa, es como si hubiese estado acumulando enojo residual
durante demasiado tiempo y le faltase poco para explotar-
¿Qué pasa contigo Gabrielle? -interrogo incrédula ante su actitud-
¡Nada Xena, qué va a pasar! Y si pasara, ¿realmente te interesa lo que me sucede? -me
interroga clavando su mirada en mi, de pronto me siento mal, como si le hubiese fallado
en algo y lo peor es que no tengo ni la más mínima idea de lo que es-
Por supuesto Gabrielle, eres mi amiga, creí que sabías eso.
Lo sé demonios, lo sé, ¡eres mi amiga, eres mi mejor amiga, eres como mi hermana y toda
esa palabrería sin compromiso! -exclama molesta como si aquellas palabras en vez de
reconfortarla le hiciesen daño-
¿Sin compromiso? -interrogo dubitativa-
Olvídalo, no tiene importancia, perdóname, es que tanta quietud me ha puesto tensa
-señala sujetando su cabeza-
Y aunque reconozco que la idea de dejar atrás esa pelea sin sentido me resulta sumamente
atractiva, eso no puede seguir así, esas situaciones ya no son esporádicas, cada vez
ocurren con mayor frecuencia y el negar que eso está sucediendo no hará que el hecho
desaparezca, eso debe hablarse aún contra mi voluntad.
¿He hecho algo mal Gabrielle? -pregunto tomándola del brazo evitando que se vaya-
No Xena, no has hecho nada, perdóname, soy yo, es que, creo que, ¡nada, olvídalo!
¿Por qué estamos así Gabrielle?
¿Así cómo? -pregunta viéndome a los ojos y tirando de su brazo-
¡Peleamos por cualquier motivo, desacuerdos constantes, negar que esto esta sucediendo,
no podemos seguir así, tenemos que hablarlo, esto no puede llevarnos a nada bueno!
Lo sé Xena, es sólo que, últimamente siento que algo no anda bien, que algo en mi ha
cambiado, es como, como si hubiera perdido el control de mis emociones.
¿Qué emociones? -pregunto sorprendida-
Una que no creo que conozcas -señala viéndome a los ojos como reprochándome algo-
¡Y vas de nuevo a llamarme inhumana!... demonios Gabrielle, ¿por qué ese afán constante
en lastimarme de ese modo tan cruel?
No lo sé, tienes razón es que...
¿Es que qué Gabrielle, por qué haces eso?, yo te quiero Gabrielle y lo que dices me
lastima como no tienes idea, ¿acaso te he fallado en algo, te he dado la espalda, te he
dejado sola, te he demostrado que no puedes contar conmigo?
No Xena, has estado ahí conmigo y para mi... pero...
¿Pero qué? -pregunto acercándome a ella y abrazándola.
Nada Xena -se separa de mi abrazo como si le marcara la piel con un trozo candente de
hierro- ¿sabes?... creo que debemos separarnos, que nuestros caminos han encontrado su
bifurcación.
¿Estás segura? -pregunto dolida pero sin demostrarlo-
Sí, en la próxima aldea nos separaremos creo que es lo mejor antes de que terminemos
odiándonos una a la otra.
Yo jamás te odiaría Gabrielle -señalo antes de montar a Argo para proseguir el camino-
Yo no estoy tan segura -la oigo musitar a mis espaldas-
Se ha hecho tarde, y el lago aún está muy retirado, dudo que con Gabrielle caminando
lleguemos al lago ese día así que le sugiero que monte a Argo pero ella se muestra
renuente.
¡Por favor Gabrielle, mientras más rápido te subas, más rápido llegaremos al lago!
-señalo extendiéndole el brazo para jalarla detrás de mi-
Está bien, pero sólo porque me muero por tomar un baño -señala extendiéndome la mano-
La ayudo a subir detrás de mi, la siento tensa, se agarra de mis hombros.
¡Gabrielle, si no te agarras bien, te caerás de Argo! -señalo divertida-
Ella sujeta sus manos de mi cintura con mínima fuerza por lo que tomo sus manos y las
coloco bien sujetas alrededor de mi cintura.
¡Así está mejor! -señalo con una sonrisa ante la actitud de Gabrielle-
¡Mucho mejor! -la oigo susurrar pegando su cuerpo lo más que puede al mío y ahora la que
está tensa soy yo-
Durante todo el camino sentí algo extraño, no supe que era, había algo diferente a todas
las ocasiones en las que había invitado a Gabrielle a subir detrás de mi, un tensión
incómoda pero placentera. Finalmente llegamos al lago y descendí del caballo, ayudé a
Gabrielle a hacerlo, la tomé de la cintura y la bajé de Argo, al acercarla a mi sentí su
aroma, había algo extraño, la piel se me erizó, las rodillas me temblaron y la fuerza de
los brazos me abandonó, por lo que me la acerqué más de lo necesario, nos vimos a los
ojos y sentí su respiración.
Pues bien, creo que ya podemos tomar el tan ansiado baño -señalé mientras caminaba hacia
el lago-
¡Eso creo! -señaló Gabrielle sin ningún rastro de emoción en su voz-
Me quité la armadura y el traje de cuero y me metí a nadar, el agua estaba fresca, un
agradable cambio al pesado calor de la noche. Noté que Gabrielle se quedó en la orilla
del lago sin animarse a entrar.
¡Vamos, entra, el agua está deliciosa! -exclamé haciéndole señas con la mano-
No sé, se ve muy húmeda -señaló con una sonrisa-
Sí, y muy fresca, anda, ven -señalé acercándome a ella y tirando de su mano-
¡Xena! -exclamo volteando su rostro-
¡Por dios Gabrielle, nos hemos visto desnudas en infinidad de ocasiones! -señalé sin
soltar su mano hasta que sentí que finalmente cedía-
Está bien, espera, sólo me quito la ropa -señaló desabrochando su top y yo me puse de
rodillas para ayudarle a quitarse la falda cuando fui invadida de nuevo por ese olor y
caí de espaldas-
¡Vaya!, es bueno saber que me veo bien -señaló divertida Gabrielle extendiéndome la mano
para incorporarme, finalmente nos metimos al lago-
Durante todo el baño estuve ausente y atando los cabos sueltos en mi mente, Gabrielle
estaba continuamente irritable, luego me dice que echa de menos las batallas, después
discutimos de nuevo y me dice que hay sentimientos que no cree que yo conozca, me dice
que se quedará en la siguiente aldea y luego ese olor... sin lugar a dudas Gabrielle
está... sí, eso es, hace mucho que no... pero yo pensé que Perdicas era la única persona
con quien ella... o tal vez.
¿Xena? -me pregunta Gabrielle a mis espaldas, me volteo y quedo a escasos centímetros
de sus labios-
¿Sí Gabrielle? -pregunto viéndola a los ojos y sintiendo de nuevo ese aroma-
¡Que si me puedes tallar la espalda por favor! -me dice poniéndome el jabón en la mano y
dándome la espalda-
¡Claro!
¿Te puedo preguntar algo?
¡Ya lo estás haciendo!
Es verdad, ¿entonces puedo?
Claro, soy materia dispuesta.
¿Alguna vez has sentido que necesitas... la compañía de alguien?
Te tengo a ti Gabrielle.
No, digo, ¿que quieres compartir tu vida con alguien?
De nuevo las misma respuesta Gabrielle.
Se gira y me ve a los ojos- no Xena, no me estás entendiendo, alguna vez has tenido la
necesidad de compartir la intimidad con alguien?
¿Te refieres al aspecto sexual? -pregunto apretando de tal forma el jabón que sostengo
en la mano, que me da miedo que pueda salir volando-
No, bueno sí, es decir, a todo el paquete.
¿Todo el paquete?
Sí, alguien con quien compartes la cama... ¡tu vida, tus sueños, tus ilusiones, tus
esperanzas!
Pues sí, en ocasiones, pero, de pronto recuerdo que soy una guerrera y que no hay nadie
que quisiera arriesgar su vida con alguien como yo.
¿Y si hubiese ese alguien para ti?
Le diría que no pierda su tiempo, que yo no tengo nada bueno que ofrecerle y que mejor
busque a alguien más, alguien que le pueda dar estabilidad, tranquilidad...
¿Pero si esa persona no acepta y realmente te ama más allá de sus fuerzas y de su razón?
¡Cómo que estamos muy románticas el día de hoy! -señalo con una sonrisa de burla-
Olvídalo Xena, eres intratable, a veces te odio -señala molesta saliendo del lago-
¿Ah sí? ¡pues tú a veces me caes bien! -grito sin comprender qué hice-
Rato después salgo del lago y noto que la cena está servida pero Gabrielle no está por
ninguna parte, realmente debió molestarse y tengo que buscarla. La encuentro sentada a
lo lejos en la orilla del otro extremo del lago, me acerco a ella y me siento a su lado.
Perdóname Gabrielle, no quería sonar grosera es que...
No tiene importancia Xena... ¿sabes?
¿Qué sucede?
Somos tan diferentes que en ocasiones me pregunto por que seguimos juntas.
Yo no tengo dudas de porque estoy contigo Gabrielle, tú eres mi todo, eres la luz de mi
vida, eres...
¡Eres mi mejor amiga!... ya me sé ese cuento de memoria -exclama incorporándose y
dirigiéndose al campamento-
Me quedo meditando un rato y creo que lo que pensé mientras me bañaba es cierto,
Gabrielle necesita un tiempo para desfogar sus ímpetus y dado que las batallas se nos
han negado, ella ha estado acumulando mucha tensión y creo que yo también, además ese
olor me señala que está deseosa de satisfacción sexual, así que lo mejor será que en la
próxima aldea pidamos habitaciones separadas para darle espacio para que tenga una
aventurilla con algún poeta o ese tipo de hombres que tanto le atraen y yo me conformaré
con algún fortachón descerebrado.
Me dirijo al campamento a cenar, Gabrielle está, por primera vez en mucho tiempo,
escribiendo en sus pergaminos y se nota muy absorta en ellos así que simplemente tomo mi
cena y comienzo a comer.
Finalmente he terminado, me coloco junto a la fogata y comienzo a afilar mi espada
cuando oigo un ruido entre los matorrales.
¡Sal de ahí quien quiera que seas! -exclamo con la espada desenvainada y aparece frente
a mi Afrodita-
¡Demonios, eres tú! -señalo envainando la espada y sentándome de nueva cuenta-
A mi también me da gusto verte Xena.
¡Hola Dita! -exclama Gabrielle dejando el pergamino a un lado y dirigiéndose a la ya
nombrada Diosa del Amor-
¡Hola Gab, es bueno saber que al menos a ti te da gusto verme!
¿Y a qué debemos el horror de tu visita? -pregunto mientras me quito la armadura-
¡Honor querida!
Creo que dije exactamente lo que quería decir.
Pues, la verdad es que necesito de su ayuda.
¿Qué sucede? -pregunta Gabrielle preocupada ante la cara que puso la diosa-
Es Ares...
¿Y ahora qué ha hecho ese maldito? -pregunto sin siquiera apartar la vista de mi
armadura que sostengo en la mano mientras la pulo-
Ese es precisamente el problema... el no ha hecho nada... ha sido tomado prisionero.
¿Ares prisionero? -pregunta sorprendida Gabrielle-
Sí, unos tontos fanáticos de la paz y el amor le atraparon en una especie de campo que
impide el flujo de sus poderes.
¿Y eso es malo? -interroga Gabrielle-
¿Malo?... es malísimo Gab, ¿acaso no se han dado cuenta?
¿Cuenta de qué? -pregunta Gabrielle-
Por dios Gab, de Xena lo entiendo, acá entre nos, no es muy perceptiva, ¿pero tú?
¡Óyeme! -señalo molesta-
¡La verdad sea dicha Xena!... pero bueno, la cosa es esta, yo soy la Diosa del Amor...
¡Eso dices!
Lo soy Xena y bien que lo sabes no te hagas y no me molestes que haré que se enamore de
ti algún tonto descerebrado.
Lo siento, Joxer está enamorado de Gabrielle y eso no lo cambias ni tú.
¡Ay te odio! -señaló Afrodita molesta- pero en fin, la cosa es así, yo soy Diosa del
Amor ¡y te callas Xena!... ¿en qué iba?, ah sí, Ares es Dios de la Guerra y si Ares está
atrapado yo no tengo una contraparte, es como si todos los días fuera de día, la gente
se volvería loca...
¡Porque necesitan la noche para dormir! -señaló Gabrielle comprendiendo-
Eso es Gab, ahora que no está Ares, el amor está desequilibrado y si no hacemos algo por
liberar a Ares, después de todas las orgías masivas que se avecinan, vendrán crímenes
pasionales, suicidios y finalmente el amor desaparecerá para siempre.
Eso no lo podemos permitir Xena, tenemos que hacer algo.
Deja que la gente se divierta Gabrielle, ayudaremos justo después de la orgías masivas
-señalé sin yo misma comprender porque había dicho eso-
¡Eres un animal Xena! -señaló Gabrielle molesta-
Era una broma Gab -exclamé a sus espaldas-
¡Eres una tonta Xena! -señaló Afrodita decepcionada-
¿Y tú eres rubia y eso qué?
¿Es qué no te has dado de cuenta?
¿Cuenta de qué?
No me sorprendería si Gabrielle decidiese alejarse de ti.
¿Y ahora qué demonios hice?
Es lo que no haces Xena.
Pues explícame maldita sea, ¿por qué ella siempre me trata mal?, ¿por qué le ofende todo
lo que le digo? ¿por qué no permite que me le acerque? ¿por qué me rechaza?.
Eso es algo de lo que debes darte cuenta tú sola Xena, no lo tomes a mal pero pensé que
tenías más sesos en esa cabezota tuya.
Ya estuvo bien, ya basta, estoy harta de ella y de ti, déjenme en paz las dos.
Me voy, pero debes ver más allá de lo que ves, pensar menos y actuar más, analizar todo
como cuando estás en batalla y ahí encontrarás tu respuesta y espero que no sea
demasiado tarde y que no pierdas a Gabrielle.
Acto seguido Afrodita desapareció y se oyó reverberar su voz que decía:
¡VER MÁS ALLÁ DE LO QUE VES, ANALIZAR COMO EN BATALLA!
¿Ver más allá de lo qué veo?
Finalmente me dirigí a la cama a dormir, rato después llegó Gabrielle.
¿Xena? -preguntó sentándose a mi lado-
¿Qué sucede Gabrielle? -pregunto incorporándome-
¿Puedo dormir contigo?
¿Dormir conmigo? -pregunté sin entender cuando escuché la voz de Afrodita PENSAR MENOS Y
ACTUAR MÁS.- De acuerdo Gab.
Me hice a un lado y ella se puso delante de mi.
¿Xena?
¿Qué sucede? -Pregunté adormilada-
¿Te molestaría abrazarme?
En lo absoluto -sonreí antes de colocar mi brazo alrededor de su cintura.
Gracias Xena, no sabes cuanto necesitaba esto.
¡Cuándo quieras Gab! -sonreí y ella se quedó dormida-
Continuará...