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AVISO: LOS PERSONAJES PERTENECEN A MCA/UNIVERSAL AND REINASSENT PICTUREES, ALGUNOS DE LOS POEMAS SON DE PABLO NERUDA, YA QUISIERA YO ESCRIBIR ASÍ DE BONITO. SI TE GUSTA MI TEXTO Y LO QUIERES PUBLICAR EN OTRA PÁGINA POR FAVOR AVÍSAME. GRACIAS.


DOS DRAGONES

Ogma

Sobre una carreta jalada por Argo y Silver...

- Gabrielle: ¿Y bien, a dónde vamos, a Anphipolis?
- Xena: Tal vez... antes me gustaría llegar a otro sitio.
- Virgil: ¿Al lugar al que fuimos ayer?
- Xena mira: -el par de luceros verdes de su amiga- será bueno un descanso en Dos Dragones.
- Eva: ¿Dos Dragones, conoces Dos Dragones?
- Virgil: Sí... está increíble, ¡achuuu!...
- Gabrielle: ¿Dos Dragones?...
- Xena: ¿Querías saber de dónde obtuve las capas?
- Gabrielle: Ajá...
- Xena: Es tiempo de que Eva sepa de donde viene y quizá adonde va.
- Eva: ... pero ¿cómo? Muchos guerreros dijeron que la buscaron toda su vida y que jamás la encontraron.
- Xena: Sí... lo sé...

En el camino...
Resfriado a causa de lluvia de la noche anterior, Eva cobija a Virgil cuando se queda dormido recargando el hombro en Gabrielle.

- Eva: -a Gabrielle- ¿Por qué es que ustedes no se enfermaron con la tormenta?
- Gabrielle: Desde que recuerdo nunca nos hemos perdido un baño de lluvia.
- Xena: Ni lo digas, han sido más lluvias de las que se pueden desear...
- Gabrielle: Pero valieron la pena...
- Xena: -con una mirada pecaminosa- tienes razón...

Luego de un rato...

- Xena: Es aquí.
- Gabrielle: ¿Aquí, a mitad del camino?
- Xena: Arriba, espera abriremos una puerta para el carro.
- Eva: ¿Arriba?
- Xena: Eva y yo subiremos por el árbol...
- Virgil: ... te lo agradezco.
- Xena: -sonríe a su "yerno"- ... esta pared de roca es una compuerta, entren y verán una plataforma con cadenas monten el carro ahí y tengan cuidado mientras suben.
- Gabrielle: De acuerdo, no tarden...
- Xena: Despierta a Virgil no quiero que estés sola. Puede ser que no estén seguros.
- Gabrielle: De acuerdo...

En el trayecto a la cima del árbol gigante Xena conversa con su hija sobre sus convicciones acerca del valor del amor sobre las cosas materiales.

Eva habla sensatamente y su madre se siente tranquila, sin embargo la romana se cuestiona a que se debe tantas preguntas.

Abajo Virgil y Gabrielle conversan sobre la adopción sentimental por parte de las guerreras al hijo de Joxer el "Poderoso".

- Gabrielle: Será un orgullo que nos acompañes -en medio de un abrazo-
- Virgil: Traje algo que mi padre guardaba como un tesoro. Me tomé la libertad de leerlos.
- Gabrielle: ¿Qué es?
- Virgil: Tus poemas y tus historias, la verdad es que los leí desde niño a escondidas de mi padre. Mi padre recorrió muchos lugares buscándolas a ti a Xena, y fue recuperándolos poco a poco, algunos tuvo que comprarlos y dijo que peleó por otros, en fin... son tuyos, tú debes tenerlos.
- Gabrielle: ¡Santo cielo!... gracias, en verdad creí que tendría que escribir todo de nuevo. Te lo agradezco, se los agradezco a ambos...

Xena y Eva pronto llegan frente a la enorme puerta de Dos Dragones, la Princesa Guerrera usa su espada para abrirla. Eva no consigue cerrar la boca.

Ares hace acto de presencia en la mente de Xena.

- Ares: Realmente haces mi trabajo mucho más fácil, pronto tendré a Eva de mi lado otra vez.
- Xena: -a Ares- ni siquiera te atrevas a tocarla.
- Eva: ¿De acuerdo, sólo quería ver si era plata?
- Ares: no lo haré, tú me la estás devolviendo, crees que ha cambiado, pero no es igual a ti, su voluntad se quebrantará pronto, yo la conozco mejor que tú, yo la hice.
- Xena: -a Ares- Largo...
- Eva: De que hablas, tú me trajiste...

Eva se da la media vuelta y se dirige de nuevo a la salida. Xena reacciona y la detiene.

- Xena: -a Eva- Espera, no te lo decía a ti, estaba hablando con...
- Eva: ... ¿Ares?...
- Xena: Si...
- Eva: Debí suponerlo...
- Ares: La fe en tu hija es muy grande y tienes razón. Yo también tengo mi fe en ella...
- Xena: ¡Déjala en paz quieres!...
- Ares: Está bien, tenemos un trato al respecto de Eva Xena, pero nada sobre Gabrielle, ah, por cierto, ¿recuerdas tu tercer guardia?...
- Xena: -a Eva- Rayos, ¡sígueme!
- Ares: Eva me pertenece y tú también de algún modo o de otro siempre has sido mía...
- Xena: ¡Gabrielle!...

Corre rumbo al cuarto de controles para mover la palanca que abre la compuerta de roca al pie de la montaña. Lentamente el mecanismo se activa. Enseguida Xena y su hija se dirigen a una torre donde hay dos docenas de arcos "mecánicos" dirigidos hacia abajo.

- Xena: Pronto, corta las cuerdas, ¡apuntan hacía ellos!

Eva se apresura a cortar las cuerdas con su daga.
Apenas entró el frente del carro a la cueva cuando una flecha corta en la espalda de Virgil.

- Gabrielle: ¡Cuidado! ¿Qué rayos?!

Suben por el elevador primitivo, Virgil se desvanece un momento.

- Gabrielle: ¡Virgil!
- Virgil: -aturdido- ... ¿eh? ¡cielos! -reacciona al ver la altura a la que se encuentran-
- Gabrielle: ¿Estás bien?!
- Virgil: -temblando- sí... sí, yo le temo a las alturas....
- Gabrielle: Tranquilízate. Dame tu mano -presionando la muñeca de él como suele hacerlo para el mal de mar-
- Virgil: Voy vomitar...
- Gabrielle: No espera, piensa en algo agradable.
- Virgil: ¿Agradable? Yo sé un poema tuyo. Lo aprendí desde la primera vez que pude leerlo.
- Gabrielle: Un poema, realmente he escrito pocos poemas, yo escribo historias...
- Virgil: Voy ah...
- Gabrielle: ¡No mires abajo mírame a mí!, te escucho...
- Virgil: Poema número 1, mi padre los numeró según como los encontró por toda Grecia.

"Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,
te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava

[...]

Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito."


- Gabrielle: Es hermoso...
- Virgil: a Eva le encantó, después de oírlo acepto bailar conmigo...

Eva y su madre los esperan preocupadas. Cuando por fin logran verlos...

- Xena: Ya vienen... Eva, por favor no les comentes sobre Ares, no quiero preocuparlos sin razón...
- Eva: De acuerdo...

Cuando por fin suben...

- Eva: ¿Están bien?
- Virgil: Casi, una flecha me cortó en la espalda, me maree en el trayecto, Gabrielle me ayudó.
- Gabrielle: Pero no es mío ese poema, no recuerdo haberlo escrito... y sin embargo ciento conocerlo...
- Xena: -a Gabrielle- ¿estás bien?
- Gabrielle: ... sí yo... ¿sabes qué nos atacó?
- Xena: -atendiendo la herida de Virgil- algo a lo solía llamar mi tercer guardia, lo siento, traté de impedirlo, lo lamento... Eva sostén a Virgil, traeré agua para curarlo.

Xena vuelve al cuarto de controles y activa más palancas, el agua comienza a correr por conductos de roca.

Eva coloca las manos sobre la herida de Virgil y usando sus dones de sanación consigue mejorarla un poco, será necesario que Xena la cierre.

Mientras Xena sutura a Virgil, Ares regresa a fastidiar en su cabeza, ella lo ignora para no alterar a Eva que aun está enfadada con él.

- Ares: Yo sé porque haz vuelto, este es tu hogar y pronto lo necesitarás otra vez. Tendrás que elegir de nuevo entre la vida de tu hija y el trato que te propongo. Eva no sabe mantenerse alejada de los problemas, así que sólo es cuestión de tiempo Princesa Guerrera... sólo tiempo...

Xena frunce el entrecejo y Gabrielle que no imagina lo de Ares, trata de reanimarla.

- Gabrielle: Fue un accidente, no te culpes...
- Xena: Trataré Gabrielle, trataré...

Eva ha preparado la cena, las tres mujeres apenas prueban bocado, Virgil descansa, un mal ambiente se siente en el lugar.

- Xena: -a Eva- Gracias por preparar la cena.
- Eva: Lo hice con gusto...
- Gabrielle: Tal vez lo mejor es que vayamos a dormir.
- Eva: Sí...

Eva y Xena ayudan a Virgil a subir la escalinata hasta una habitación. Eva se queda con él ayudándolo a recostarse.

Xena vuelve por Gabrielle que hasta el momento no ha hecho comentario sobre nada, se sorprende igual que los otros de la belleza fastuosa de Dos Dragones, pero no pregunta, aguarda en silencio, mirando los ojos de su guerrera (Xena), esperando que por si mismos digan lo que hay que saber. Pero no contestan, sólo la envuelve en sus brazos y la lleva junto con una alforja de oporto que sostiene con los dientes.

El paseo es mudo, suave y cadencioso hasta posarla sobre la cama en la alcoba principal, poco a poco se despoja de la armadura, mientras Gabrielle la mira. Desnuda "ojos de cielo" abre la puerta de un enorme armario que guarda elegante ropa china, toma unas prendas de suave seda y se viste con ellas, se sienta un momento sobre la cama para servirse una copa y sujetarse el cabello con un par de palitos.

Xena está concentrada en no escuchar en su cabeza los comentarios sarcásticos del Dios de la Guerra, la poeta la observa callada, sentada sobre el lecho, por fin rompe el silencio...

- Gabrielle: Estás sufriendo y no vas a decir nada.
- Xena: -contesta sin mirarla- No hay mucho que decir...
- Gabrielle: Xena nos traes a un palacio, que jamás mencionaste en todos estos años, que además es tuyo y ¿dices que no hay mucho que decir?
- Xena: Alguna vez oíste de Dos Dragones.
- Gabrielle: Sólo como un mito, una ciudad oculta donde todos los maleantes de Grecia guardaban sus tesoros, nadie comentó ninguna vez que fuera tuya.
- Xena: Pues aquí tienes el mito, además Dos Dragones nunca fue del todo mío ¿qué es lo que está tan mal de este sitio? -apuntando con la mano arriba-

Gabrielle se percata el altísimo techo, con el precioso candil de plata y los enormes dragones en la cabecera y piensa: ... amenzantes y furiosos, al mismo tiempo tan bellos tanto que temerles causa placer...

- Gabrielle: No lo sé tú dime, este sitio parece una perfecta descripción tuya.
- Xena: -arquea la ceja- ... sólo confirmas a qué se refería la gente cuando hablaban de "La Princesa Guerrera".
- Gabrielle: Sí... nunca supe que fuéramos TAN diferentes... si hubiera sabido que tenías tantas riquezas, tal vez no me habría atrevido a seguirte.
- Xena: -se acerca a ella- Gabrielle, todo lo que vez aquí realmente no me pertenece, lo robé junto a hombres iguales a mí. Nunca he sido diferente a ti.
- Gabrielle: Eras diferente y no lo dijiste...
- Xena: ... el motivo ahora estamos juntas es que somos distintas, formamos una unidad recuerdas. -termina de atarse la fajilla de la bata de ceda-
- Gabrielle: Aún así no me lo mencionaste nunca y me aterra...
- Xena: ¡¿Por qué de pronto tienes prejuicios contra mi?!, sabes quién soy y sabes quién era.
- Gabrielle: ¡Prejuicio!, ¿cuál prejuicio? No pretendo que lo sea. Lamento que lo parezca, pero no es así...
- Xena: -se frota la frente y jala aire- de acuerdo... tienes razón, lo lamento... te diré lo que si es verdad.
- Gabrielle: Eso es bueno...
- Xena: Mira mi espada Gabrielle ¿sabes por qué es así?
- Gabrielle: Porque era de tu padre.
- Xena: Sí, mi padre fue guerrero, pero también fue un hombre pobre. Nací en Anphipolis un puerto, el adorno más barato para un hombre pobre de mar es el nácar. Mi espada se adorna con incrustaciones de nácar, no hay joyas ni riqueza en ella...
- Gabrielle: Yo... no sabía eso...
- Xena: Esa es la verdad de lo que soy...
- Gabrielle: Perdóname tú entonces... lo que sucede es que justo cuando creía que conocía a alguien absolutamente, surge algo nuevo, un nuevo misterio y siempre trato de respetar tus misterios, sólo que últimamente vienen acompañados de complicaciones tan trágicas que...
- Xena: Nunca pretendí que fuera un misterio...
- Gabrielle: Sin embargo no logro evitar la pregunta inmediata cada vez que aparece una nimiedad de tu vida, ese mínimo detalle que decidiste omitir abre un nuevo espectro paradójico entre lo que es y lo que pudo ser, no puedo evitarlo...
- Xena: -intenta interrumpir- yo...
- Gabrielle: -sigue- ... la pregunta me acosa, lo siento...
- Xena: Gabrielle...
- Gabrielle: ... y no es de ninguna manera arrepentimiento, es la sensación de incertidumbre en nuestra relación la que me oprime el alma.
- Xena: -se inclina para abrazar a la bardo que está sentada sobre la cama- hoy fue un mal día y yo sé que necesitas respuestas, te alimentas de lo que sabes y te mata no saber.
- Gabrielle: Sí... lo siento...
- Xena: ... Y la culpa la tengo yo. Lo que me pasa es que justo cuando creí que alguien me conocía absolutamente, yo me olvido de lo esencial de su ser, me olvido que eres la bardo Gabrielle, mi mejor amiga, mi amor y compañera, sólo que yo no tengo ninguna razón que justifique hacerte pasar un instante de angustia.
- Gabrielle: Xena, mujer guerrera, te amo, pero a veces me matas...
- Xena: No hay cansancio que me disculpe por olvidar las razones por las que confiamos, las razones por las cuales nos amamos. Acepta algo para redimir esto...
- Gabrielle: ¿Hey?... ¿tú dijiste eso?... nunca te había oído decir cansancio.
- Xena: Sí...
- Gabrielle: Esto es inédito debo anotarlo como un dato importante...
- Xena: -besándola en el cuello- hazlo...
- Gabrielle: Pero antes dime qué me darás para perdonarte...
- Xena: Te ofrezco mi vida, ¿crees que sea suficiente? -esboza una sonrisa boba- ... eres el origen mismo del amor y la verdad, te amo. -Gabrielle ríe con los ojos al borde del llanto-
- Xena: No llores más, quieres...
- Gabrielle: Eres tan dulce... por eso lloro sabes, desde que te conozco entendí que "dios puso el amor tan cerca del dolor que a veces lloramos de alegría".
- Xena: -con los ojos húmedos- sí...
- Gabrielle: ... Xena... ¿por qué discutimos?
- Xena: Mmm, ya lo olvidé...
- Gabrielle: Debió ser por miedo. No quiero volver a sentirlo.
- Xena: Ni yo...

Pasado un rato recostadas en un buz de cuerpo entero.

- Gabrielle: -nota que Xena está más ausente que de costumbre- ¿pasa algo?
- Xena: ... nada sólo recordaba... estoy cansada, eso es todo...
- Gabrielle: ¿Cansada? Tal vez debo dejarte dormir.
- Xena: Cansada... aunque ni siquiera tengo sueño, quizás lo que necesito es... es, hablar, sí hablar un poco... supongo...
- Gabrielle: Era demasiado para ser verdad... de acuerdo hablemos... ¿ En cuántas ocasiones estuvimos cerca de este sitio, entre Potedia y Anphipolis? Mmm... Entre 10... ó 20 supongo...
- Xena: 18, 18 contando hoy, justo donde nos vimos por primera vez...
- Gabrielle: -nostálgica recarga la cabeza sobre hombro de la guerrera- ... nos salvaste la vida en ropa interior...-
- Xena: Había enterrado mis armas.
- Gabrielle: Y tuviste que pelear de nuevo para salvarnos.
- Xena: Y lo volvería hacer...
- Gabrielle: Yo te hice pelear de nuevo.
- Xena: Sí y no... pude haberme quedado oculta sin hacer nada, pero te vi, vi como te ofrecías a cambio de las demás chicas, me hizo recordar por qué use la espada por primera vez y lo demás es historia...
- Gabrielle: Debí quedarme callada...
- Xena: -une frente con frente su rostro con Gabrielle- Volví a ellas porque debía hacerlo. No se puede enterrar el pasado y dejarlo así nada más. Es necesario aprender de él y enmendar lo que se pueda, eso lo aprendí de ti. -Un suave beso en los labios, Gabrielle se recarga sobre el pecho de la guerrera oyendo sus latidos- ... Cuando Hércules cambió mi vida, no tenía a donde ir, pensé en regresar a casa y volví a este cementerio. Vacío de vida y repleto de muerte, el agua estaba envenenada...
- Gabrielle: ... ¿por qué?
- Xena: El manantial tenía sangre de dragón, es venenosa, y tarda años en limpiarse...
- Gabrielle: Sangre de dragón, que interesante...
- Xena: Ya lo creo... -continuando el relato- Todos mis hombres habían fallecido, unos por beberla y los otros se mataron entre sí tratando de abrir la entrada falsa a la bóveda. Sólo quedaban rastros de violencia y desolación, como toda mi vida diez años atrás, así que me di cuenta de que Dos Dragones nunca fue mi hogar, por eso iba a Anphipolis, quería encontrarme con mi madre y encontrarme a mi misma...
- Gabrielle: Lo haz hecho increíble ayudando a tanta gente, y a mí... me enseñaste el mundo.
- Xena: ... no eres la única que ha aprendido en este tiempo, caminar la vida a lado de una bardo tiene mucho provecho tu me mostraste lo que soy...
- Gabrielle: Es sencillo ver el brillo de tu corazón en tus ojos, lo difícil no confundirla con el cielo.
- Xena: Te amo Gabrielle en ocasiones olvido que no sólo debo sentirlo y que necesitas oírlo, en cambio tú siempre estás demostrándomelo, cuidándome y diciéndolo, gracias...

Gabrielle afirma con la mirada.

La guerrera respira profundo y concluye el abrazo besando la frente de Gabrielle.

- Xena: Necesito estirarme un poco...

Saca otro kimono del guardarropa, se lo arroja a su consorte preferida.

- Xena: Pruébatelo te sentirás más cómoda...

Acercándose al muro adornado por un águila de roca, un cordón cuelga desde el techo, Xena jala un par de veces de él, los cortinajes se deslizan mostrando las verdaderas dimensiones de la habitación, con una fosa de agua termal llenándose a un lado y un gran salón adjunto con aparatos (balancines, cadenas, sogas colgantes y armas enganchadas muy arriba, cerca del techo de roca sólida) cubiertos por sábanas que la guerrera retira para poder usarlos. Al verlos sonríe y salta sobre una delgada viga de equilibrio.

- Gabrielle: ¿Qué es todo eso?
- Xena: Solía usar estas cosas para entrenar. No siempre era conveniente que yo estuviera en batalla, pero no pasaba ni un día sin que yo dejara de practicar. Así ninguno de mis hombres tenía duda sobre mis habilidades.
- Gabrielle: Ya veo...

Cuando Gabrielle se retira las ropas trata de ocular que su pie se resintió cuando intentó proteger a Virgil, el agudo oído de Xena percibe un mínimo quejido y enseguida dirige a ella la mirada preocupada.

- Gabrielle: Estoy bien, estoy bien.
- Xena: Ven, el calor del agua te ayudará.

La guerra salta de regreso desde la viga.

- Xena: ... te llevaré.
- Gabrielle: Descuida, yo puedo hacerlo, puedo entrar al agua sola.
- Xena: ¿Segura?
- Gabrielle: Sí... confía en mí, puedo hacerlo.
- Xena: De acuerdo...

Ofrece su mano para que se sostenga en pie. La acompaña al límite de la fuente que ya se ha llenado. De un nuevo salto regresa hasta la viga.

- Gabrielle: -al tocar el agua tibia- ... el agua está deliciosa.
- Xena: Me alegra que aún funcione...
- Gabrielle: ¿Cómo es que brota del suelo?
- Xena: Es un sistema de China, el agua viene por conductos entre las piedras de la montaña y trae agua directa del manantial termal hasta aquí.
- Gabrielle: Ya no está envenenada ¿verdad?
- Xena: No... la probé y ya no sabe a sangre de dragón...

Xena roza con el rostro un viejo hachón, no se da cuenta que se ha ensuciado el rostro de hollín.

- Gabrielle: Es genial.
- Xena: Allá tienen enormes estanques que usan para rituales de purificación.
- Gabrielle: Interesante... -en un tono algo sarcástico-
- Xena: ¿Qué significó eso?
- Gabrielle: -conteniendo la risa- nada... digo que es genial...
- Xena: -balanceándose de cabeza sobre Gabrielle- ¡¿Qué?!
- Gabrielle: -rompe la carcajada- sólo que un sistema tan sofisticado no es suficiente.

Xena se mira en el espejo el rostro ennegrecido.

- Gabrielle: ... tal vez el sistema de Potedia sea mejor -le lanza agua con un cuenco que está a un lado-

Xena se queda estática por un momento, empapada, arquea la ceja y frunce los labios, luego toma impulso en la cadena hasta pescar una maceta que adorna la habitación y le arroja la tierra en la cabeza a Gabrielle.

- Gabrielle: -cubierta de tierra pone una mirada seria- Te haz atrevido a ensuciar mi inmaculado rostro, ¿acaso quieres morir?.
- Xena: -pasa columpiándose muy cerca de cabeza Gabrielle, al oído le dice- si es por tu mano, sí...

Gabrielle retiene un momento el vuelo de la guerrera y rosa sus labios con suyos. Xena la muerde.

- Gabrielle: ¡Ouch!...¡Te lo advierto, hoy vas a morir bribona!
- Xena: atrápame... -la bardo intenta mojarla otra vez, sin tener éxito-
- Gabrielle: ¡... te aprovechas de que no puedo saltar hasta allá ahora para destruirte!
- Xena: Sí...

Eva que pasaba por el pasillo al escuchar el grito de Gabrielle, entra apurada a la habitación, al ver la cara de la bardo cubierta de tierra, a su madre con el rostro negro y la ropa mojada, no puede contener la risa.

- Eva: Je-je, ¿qué les sucedió?
- Gabrielle: Jajaja-jajaja...
- Xena: -colgada de un pie en la cadena- Gabrielle prueba un nuevo tratamiento de belleza.
- Gabrielle: Se llama "la carcajada inmunda", es histórico, la gente que ríe vive más que la gente amargada, como verás, tu madre ya debería haber muerto hace años. -mojando a Xena de nuevo, que se queda inmóvil-

Eva intenta contener la risa...

- Xena: Es mejor que te vayas a dormir hija, esta noche una mujer rubia va a morir asesinada en Dos Dragones...
- Gabrielle: Huuuuy, la niña guerrera se enojó...
- Eva: de acuerdo je-je...

Entiende la broma y decide dejarlas para que continúen jugando.

Al cerrar la puerta las guerreras se quedan riendo de lo simples que pueden llegar a ser si se lo proponen.

Xena baja de un salto justo junto a Gabrielle, se despoja de la bata y desnuda entra al agua con una mirada desafiante.

- Gabrielle: ¿Estamos a mano "ojos de cielo"?...
- Xena: No, aún no... me debes algo...
- Gabrielle: En serio... qué... -lava su rostro favorito-
- Xena: Estoy segura que lo sabes... un secreto...
- Gabrielle: ¿Yo?, no tengo secretos para ti... -la mirada insistente de Xena la hace dudar- ... si te refieres a lo que me dijo Virgil, creo que también te lo dijo a ti, ¿no? él quiere que tú y yo lo veamos como un hijo, ¿es eso?.

Xena sabe que esa no es la respuesta que busca, sin embargo le teme tanto a la verdad que prefiere no insistir.

- Xena: ... algo así... Te ayudaré con eso -corresponde ayudándole con el baño a Gabrielle, desliza sobre su piel la suave barra de jabón-
- Gabrielle: ... mmm, huele delicioso -poniendo su mano sobre la de Xena- cereza ¿no?
- Xena: Esencia de cereza en barra, lo robé de una tumba sumeria... cierra los ojos -haciendo espuma con el jabón poco a poco a la bardo-
- Gabrielle: Se siente genial y huele delicioso.
- Xena: -crea pompas soplando la espuma en sus manos- hace años solía pasar horas aquí, hasta que la piel se me arrugara como una pasa.
- Gabrielle: -sonríe- me hubiera gustado verlo, debió ser un espectáculo hermoso... tú, tu piel y la espuma...
- Xena: Ya lo creo, por desgracia era un show sin audiencia -usa un cubo con perforaciones, a manera de regadera, enjuga a Gabrielle- ... déjame ver como va tu pie.
- Gabrielle: Debo admitirlo, me duele porque no seguí tus indicaciones y lo moví.

Xena toma los dos pies de Gabrielle sin sacarlos del agua y los sujeta paralelos, los mira fascinada.

- Gabrielle: ... qué...
- Xena: Tienes los pies más bellos que he visto. Nada que ver con los míos...
- Gabrielle: Tus pies son lindos, claros como la nieve y suaves como de niña... -cogiéndole uno, Xena aprovecha la distracción de Gabrielle para arreglarle el pie- ... ¡Aaahh!
- Xena: No debes moverlo de nuevo hasta que sane o te quedará mal.
- Gabrielle: ¡Ah! Ah... de acuerdo... no lo moveré -una lágrima de dolor resbala por su rostro-
- Xena: Ven aquí... -envolviéndola en un abrazo- lamento ser tan ruda...
- Gabrielle: Sé que siempre tienes una buena razón.

Xena arropa en sus brazos a Gabrielle, ella corresponde rodeando con sus piernas su cintura y se funde en ella recargando el mentón en su hombro y la guerrera acaricia la corta melena rubia. El momento es interminable y pareciera un instante.

- Gabrielle: Me gusta tu peinado con palitos...
- Xena: Te amo.
- Gabrielle: No tanto como yo "Princesa Guerrera"...

En nuevo beso líquido y quemante como lava ardiente. La Señora de la Guerra se pone de pie sin soltar a su pequeña bardo y la lleva de nuevo a la cama. Las dos desnudas se recuestan arropándose con las cálidas pieles.

Gabrielle no tiene ninguna intención de desatar sus piernas de la cintura de su amada, por el contrario, usa una suave pluma para garabatear sobre la espalda de Xena la narración del día mientras la cuenta a su oído.

- Gabrielle: "Un día nuevo tu lado"...
Pareciera que la mañana pintaba para ser mala, yo postrada a causa de mi pie roto, me alejo una vez más de mi primer hogar, donde nací y crecí, me voy con él sin él. Potedia me despide con lágrimas sinceras, pero no quiero quedarme, debo ir donde va mi corazón y es contigo y tuyo, lo posees siempre. Casi me parto en dos y tú ausente. No te alejes ahora que no sé si resistiré...

- Xena: -culpable le responde- ... perdóname ya Gabrielle...
- Gabrielle: ... puedo sentir que no se ha dado cuenta de que su silencio hiere, aun así confío en que nuestra comunión prevalezca sobre las dudas...

Mientras narra Gabrielle se deleita como siempre y como nunca contemplando y cogiendo la perfecta piel bronce en el dorso, los músculos marcados, las nalgas duras y definidas, los muslos firmes y victoriosos, de mármol, una escultura griega misma y lo más grandioso: le pertenecía.

Sin darse cuenta la bardo cruza la historia para recitar lo inevitable.

"Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,
te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar el hijo del fondo de la tierra...


Gabrielle percibe a su amante erizarse como si temiera escuchar las palabras que acaba de aprender de voz de Virgil. Para sosegarla decide circundarla mejor y más suave, hasta volver a percibirla en paz.

... Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros
y en mí la noche entraba su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forjé como un arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.

Pero cae la hora de la venganza, y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.
¡Ah los vasos del pecho! ¡Ah los ojos de ausencia!
¡Ah las rosas del pubis! ¡Ah tu voz lenta y triste!

Cuerpo de mujer mía, persistirá en tu gracia.
Mi sed, mi ansia sin limite, ¡mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito."


- Gabrielle: -concluye diciéndole al oído- ... me encantas.

Xena sonríe halagada y un poco evasiva, juguetea con los suaves pezones de su dueña bordeándolos con los meñiques.

- Gabrielle: ¡Basta!, me haces cosquillas...

Un gemido cercano las interrumpe.

- Gabrielle: ¿Eva?
- Xena: Espera...
- Gabrielle: Fue un grito, ¿no?

Un par de jadeos se hacen sentir de nuevo...

- Xena: Creo está pidiendo ayuda, pero no a nosotras, sino a los dioses.

Las dos mujeres se miran sonrientes...

- Gabrielle: Estamos oyendo a nuestros "hijos" hacer el amor.
- Xena: Increíble...
- Gabrielle: Me alegro por ellos... aunque no se amen como tú y yo...
- Xena: Les vendrá bien un poco de calor.
- Gabrielle: -la rubia pícara- tienes razón... ¿no debería ser al revés?
- Xena: ... cierto ellos deberían sorprendernos, ¿quieres intentarlo?...
- Gabrielle: Por qué no...

La luna justo en el sitio más alto de la bóveda celeste, un enorme ojo reptil se asoma por la ventana de la alcoba buscando a Xena...

Y lo que el ojo mira son: dos siluetas entretejidas, sobre la cama montadas, en un atergo amoroso y el rostro de la guerrera hundido en lo profundo de los senos de su acompañante, tan concentrada que es mejor no importunar...

Por la mañana Xena se ha despertado temprano como acostumbra, contempla el amanecer, haciendo que flote por un momento en círculos sobre el aire su copa de oporto.

- Xena: -aunque nadie la escucha dice para si misma moviendo el círculos el cuello- eso es lo que necesitaba, liberarme un poco de la tensión... -mirando a Gabrielle- y sé que tú también...

Eva toca la puerta del aposento de sus dos madres, les lleva el desayuno.

- Xena: Pasa hija...

Levanta la copa que se ha derramado, se acerca a la cama para arropar la desnudes de la bardo que aún no despierta (siendo precisos le cubre la nalga que aún tiene marcada una mordida).

- Eva: Preparé el desayuno, pero igual que Gabrielle, Virgil sigue en el quinto sueño.
- Xena: ... se ve delicioso, ¿lo compartimos tú y yo?
- Eva: Claro...

Madre e hija como nunca antes, solas comiendo en la mesita de la terraza saborean los dones de un buen almuerzo y aprovechan para charlar.

- Eva: Siempre duerme tanto -refiriéndose a Gabrielle-
- Xena: No, regularmente duerme más y me alegro, hoy debe reponerse.
- Eva: -mira pícaramente a su madre- ¿por qué?
- Xena: -responde a la insinuación con una mirada seria y ciñéndose un poco más la bata a la altura del cuello- tuve que acomodarle de nuevo el tobillo, es doloroso, necesita descansar.
- Eva: -desiste y suspira- Madre ¿cómo lo hacen?
- Xena: ¿A qué te refieres?
- Eva: ¿Cómo es que pasan tanto tiempo juntas?, pareciera que se acaban de conocer, sonríen por cosas que otros discutirían, y se pelean por situaciones que muchos ignorarían; como lo de las capas. Creí que Gabrielle te mataría.
- Xena: Yo también lo creí... Gabrielle tiene días así...
- Eva: A eso me refiero, no veo en ustedes el fastidio común después de tanto, es como si disfrutaran todo, nada entre ustedes les toma por sorpresa, se conocen tanto y... se ven felices.
- Xena: No siempre es miel, ayer que discutimos fue mi culpa.
- Eva: ¿A qué te refieres?
- Xena: Olvidé que Gabrielle... -aún dormida al escuchar su nombre sonríe- tiene días así, suele ponerse sensible una vez entre luna y luna.
- Eva: Si que la conoces.
- Xena: No tanto como Gabrielle a mí -la bardo sonríe de nuevo al oír su nombre- nos llevó tiempo acoplarnos y confiar...
- Eva: -mira la sonrisa de la bardo- ¿qué fue eso?
- Xena: A eso me refiero, observa... ¡Gabrielle! -al oír su nombre pronunciado por sus "ojos de cielo" sonríe de nuevo- ... ella suele encontrar belleza, amor y esperanza en cada cosa que existe... incluso cuando duerme y eso es algo que yo no puedo hacer a menudo, ella sonríe por ambas. Pasamos muchas pruebas antes de aceptar que estaríamos unidas para siempre..
- Eva: ¿Cómo estás tan segura de eso?
- Xena: No estoy segura, no puedes esperar garantías donde no las hay, tengo fe en ella y ella en mí, formamos complemento, como el arco y la flecha.
- Eva: -suspira- ... creo que te entiendo.
- Xena: ¿Por qué quieres saber sobre eso?
- Eva: ¿Cómo saber si he encontrado mi complemento?, ni siquiera sé si soy un arco o flecha.
- Xena: Ambos, a veces te toca jugar como flecha y llevar la responsabilidad de lo que pasa, otras veces sólo debes dar dirección e impulso, estar ahí.
- Eva: Temo no encajar, qué tal si soy un arco romano y él un dardo del Alejandría?, no se puede arrojar un dardo egipcio con un arco romano.
- Xena: ¿Segura?...
- Eva: Olvídalo, es mal un ejemplo, tú lo harías... lo que quiero decir es que empezamos mal, qué nos dice podemos tener un buen final.
- Xena: Eso lo dirá la vida, lo importante es que no te prives de vivirla.
- Eva: ... es que creo que no soy digna de vivirla, no así, no tan benévola... si Virgil es una flecha, debe ser de plata y si yo soy un arco debo ser de carrizo corriente.
- Xena: Jamás digas eso, ningún hijo mío es de carrizo corriente... tranquila necesitas tiempo para perdonarte. Virgil ya lo hizo, ahora es tu turno.
- Eva: ¿Cómo sabré si es amor?
- Xena: Lo sabrás... no es sencillo definirlo, Gabrielle lo escribió alguna vez, pero lo olvidó después de un incidente con Melisanda...
- Eva: ¿La Diosa de los recuerdos?
- Xena: Sí, con ella... decía algo como...
"el hombre no puede cosechar amor sino hasta después de una triste y revelante separación, una dolorosa paciencia y desesperado sufrimiento"...
- Eva: No sé si lo entiendo...
- Xena: Yo tampoco y vivo con ella...

Eva se ilumina un poco y sonríe. Xena le acaricia el rostro con el dorso de la mano.

- Xena: Lo siento dentro de mí y tú lo sentirás, el corazón y la mente juntos te dirán cuando sea amor...
- Eva: -tomando la mano de su madre- es bueno haberte encontrado...
- Xena: Te recuperé eso es grandioso, aún debemos reivindicar esos 25 años lejos.
- Eva: Ya lo creo...
- Xena: ¿Quieres ir a pescar hoy?
- Eva: Estaré lista antes que tú.
- Xena: De acuerdo, cambiamos de ropa y nos vemos en la fuente...

Xena se calza su ropa de cuero, aunque sin usar la pechera. Gabrielle da señales de vida estirándose sobre la cama (sobándose la nalga mordida) apenas abre los ojos y se sorprende al ver su compañera alistarse con su traje de guerra.

- Gabrielle: ¿Qué pasa, hay algún problema?.
- Xena: Ninguno, descansa, Eva y yo iremos a pescar al río.
- Gabrielle: Y no pensabas decirme.
- Xena: Si miraras a otro lado de la cama verás que te pensaba dejarte una nota, por cierto ya que haz despertado dámela.
- Gabrielle: Ah, no, esa nota es mía...
- Xena: Gabrielle... sabes que me avergüenza que leas mis notas, no soy bardo, sólo guerrera.
- Gabrielle: Mentirosa, podrías ser bardo si quisieras, vete, sabes que no te la daré...
- Xena: De acuerdo, me iré antes de que la leas, no quiero oír esa risita burlona...
- Gabrielle: -nota algo en su amiga- ¿y eso? -Refiriéndose a un gargantilla de cuero que Xena se ha puesto y no suele usar. En respuesta la guerrera la desata un poco mostrando la marca que dejó la batalla amor. La rubia se burla y su amante sale de la habitación saltando desde el balcón-

Gabrielle lee entonces la nota...

"Dios es bueno conmigo"

Hoy, por un momento sentí miedo cuando Eva y yo decidimos alejarnos de ti y el cielo estaba gris y lluvioso.

Por fortuna el ser supremo envió una ráfaga de viento que despejó las nubes que cubrían la luz del amanecer devolviéndome la esperanza.

Sé que si por un momento este día al no estar a tu lado me siento sola, veré el sol rubio tendré tu piel y tu melena en mí, y si la tristeza me cubriera, el verde del campo me regalaría el matiz de tus ojos que me protegerán del temor.

Iré con la fe de que puedo verte en mi corazón siempre, en la naturaleza guardiana tuya y mía, guardiana de la confianza de que estarás aquí a mi regreso.

Pero hoy, el Señor fue más generoso, pues el día de tendrá un cielo azul y desde ahí podré observarte y cuidar que estés feliz, porque en ti no cabe nada más.

Descansa y cuídate por mí en mi ausencia mi amada Gabrielle...

Gabrielle corre como puede hasta el balcón y mira en el camino a su amante compañera a lado de su hija. Xena siempre ha sentido la mirada de las personas e inevitablemente responde a Gabrielle que sonríe enamorada y seducida, enviándoles un beso que la guerrera atrapa y guarda en su corazón.

Ya en el río...

Eva resulta ser menos paciente de lo que Xena pensó y después de un par de horas de ejemplificar como se atrapan los peces hasta llenar la canasta una y otra vez, la maestra decide esperar a la orilla del río recostada sobre el prado verde.

El fracaso y terquedad de Eva son muy grandes, pero no se irá hasta que atrapar al menos uno.

- Eva: Estos peces no se escaparán, no pueden hacerlo.
- Xena: Debes tranquilizarte, estás tan furiosa por no obtenerlos que pueden sentir que tu cuerpo tiembla en el agua, así que relájate, respira e inténtalo de nuevo.

Eva respira profundo, mueve los hombros y el cuello, sacude los brazos, mira a su madre que la apoya con una sonrisa y el pulgar arriba y se prepara para un nuevo intento.

Todo el bosque parece estar en silencio total y eso no es bueno, la Princesa Guerrera siente una sombra que la observa y mira sobre el prado la silueta de enorme reptil alado que no la perturba, mira del otro lado de la charca un ser mágico y poco común: unicornio que bebe y de repente corre, percibe un viejo olor, apenas lo reconoce se arroja sobre su hija para librarla de un mazo gigante que termina por golpear a Xena enviándola varios cuerpos de distancia.

Eva sale del agua sorprendida y ve a su madre derribada y mal herida en el borde de río y casi no consigue esquivar un segundo intento del mazo movido por un cíclope viejo y harapiento.

- Cíclope: Te di maldito humano, puedo olerte y no escaparás de mí.
- Eva: -tomando una vara y una roca- ¡te doy 5 segundos para escapar de una muerte dolorosa, acabas de cometer el más grande error de tu vida al golpear a mi madre!
- Cíclope: Significa que son dos. Cenaré bien esta noche...
- Eva: ¡Idiota esta noche estarás muerto! -trepa por a los árboles y después salta sobre él, a punto está de aporrearlo con la roca en venganza, Xena reacciona-
- Xena: ¡Eva espera, detente!
- Eva: ¡Pero madre!
- Xena: Rufo sólo está hambriento, dale la canasta y vámonos de aquí.
- Rufo: Reconozco tu voz, eres tú pequeña... he esperado toda una vida para volver a encontrarte y acabar contigo de un solo bocado.
- Eva: ¡Escúchalo madre, debe pagar!.
- Xena: No, no debe... confía en mi Eva.

Muy a su pesar Eva baja de un salto de la espalda de Rufo y le entrega la canasta, el gigante de inmediato desesperado se arroja sobre esta y engulle los peces.

La joven amazona ayuda a su madre a ponerse de píe, que apenas si tiene fuerza para alejarse un poco de ahí, se detiene un instante y cae de rodillas.

- Eva: Madre, ¿estás bien?
- Xena: Gabrielle... -con el último aliento se lleva la mano a la boca para silbarle a Argos-

Sin sospechar nada la maestra bardo y su alumno disfrutan la suave brisa de la fuente en uno de los jardines, escribiendo sus historias bajo un árbol. El relinche de Argos los sorprende, la yegua patea su caballeriza hasta romperla y salir corriendo.

- Virgil: ¿Qué pasa, adonde va?
- Gabrielle: Xena debió llamarla, ¡algo malo pasó! ¡Ve tras ella, usa mi caballo!

Forzando a Silver, el caballo de Gabrielle, Virgil logra darle alcance a la yegua, encuentra a Eva que ha preparado una camilla con ramas y lianas para llevar a su madre de regreso a Dos Dragones.

Gabrielle los espera angustiada el límite del palacio.

- Eva: -mira a la bardo- ¿la sanarás?
- Gabrielle: Haré todo lo que pueda ¡¿qué sucedió?!
- Eva: Sucedió que un estúpido cíclope ciego va a morir hoy -corta las cuerdas de la camilla y sube a Argos furiosa-
- Gabrielle: Cíclope, ciego... Rufo, ¡Eva espera. No olvides tu misión!
- Eva: -se detiene bruscamente- lo conoces... mi madre lo llamó así.
- Gabrielle: ¿Qué pasó? Xena suele tener a Rufo bajo control.
- Eva: Ese engendro intentó golpearme con un marro de hierro, mi madre me salvó.
- Gabrielle: Un marro... ¡¡por todos los dioses!!

Virgil toma en brazos a Xena apenas recobrada...

- Xena: ... estoy bien, estoy bien...

Gabrielle que se apoya en Eva para subir la escalinata y respira de alivio al ver por un instante sus "ojos de cielo" como si iluminaran todo el mundo.

Virgil pone a la guerrera sobre su lecho. La bardo de inmediato le abre las ropas descubriéndole el pecho, el muchacho por un momento se congela sorprendido.

- Eva: Es mejor que salgas de aquí.
- Virgil: Si, claro...
- Gabrielle: Pon a calentar agua.

Al fin Gabrielle logra desatar las cintas de la ropa para revelar el vientre ennegrecido por la fuerte contusión, la bardo se lleva la mano a la boca estremecida.

Xena pálida intenta erguirse, Gabrielle se lo impide y la tranquiliza acariciándole la mejilla...

- Gabrielle: -con lágrimas en los ojos- Estás a mí lado no permitiré que te pase nada, vas a estar bien te lo prometo...

Como si repetirlo en voz alta la hiciera sentirse menos angustiada.

- Xena: Calma Gabrielle es sólo el golpe, lo puedo sentir...
- Gabrielle: Tengo que ver si en verdad, ¿está bien?, ¿confías en mí? -a causa de la herida Xena arroja un sangre por la boca-
- Eva: ¡Ay! ¡Por Dios!
- Xena: Eres mi fe...
- Eva: -asustada- ¡nunca vi a alguien vivo con un golpe así!...
- Xena: -a Eva- estaré bien, Gabrielle sabe lo que hace...
- Gabrielle: -a Eva- ¡dímelo a mí!, sostenle la cabeza.
- Eva: -la hija del Dios del Amor pone sus manos sobre el vientre de su madre, formando un triangulo, intentando sanarla sin éxito- No entiendo por qué no puedo... ¡¿qué harás?!
- Gabrielle: La dormiré -Eva la mira nuevamente asustada e incrédula- ... Xena me enseñó ha hacerlo para curarla... -presionando un par de puntos en la nuca la guerrara queda inconsciente- ya he visto tanto que no sé si un día no lo soportaré.
- Eva: ¿Estará bien?...
- Gabrielle: -mientras palpa el vientre de la guerrera buscando lesiones- Eso espero, está viva... se recuperará... estará bien... no puede ser de otra manera...
- Eva: No puedo sanarla, pero tal vez esto ayude... -al formar el triangulo con sus manos sobre el cuerpo de Xena, pueden ver su interior... luego de hurgar en todo abdomen de su guerrara un par de veces, un suspiro de alivio sale desde lo más profundo de su alma de Gabrielle-
- Gabrielle: ... gracias a Dios no tiene daños internos, sólo un par de costillas rotas y ese enorme morete que tardará varios días en desaparecer...
- Eva: ¿Estás segura?...
- Gabrielle: Es mucho más fuerte de lo que todos ven.

Gabrielle decide colocarle un vendaje con miel y algunas hiervas, Eva sigue sorprendida.

- Eva: ¿Cómo sabes que se repondrá? He visto a los médicos de Augusto desalentarse por mucho menos...
- Gabrielle: Lo hará, ayúdame a llevarla al agua caliente, el agua cálida disminuirá el dolor.
- Eva: Es increíble...
- Gabrielle: Te sorprende... yo solía llorar por ella mientras se curaba a sí misma, soportaba tanto dolor hasta que terminaba con la última herida... yo no podía evitarlo... simplemente lloraba, después tu madre me preparaba un té para calmarme... -Eva sonríe entre lágrimas al verse en esa situación- Hay té sobre la mesa, ¿quieres un poco?...
- Eva: Sí, descuida yo lo traeré... -sirviendo un par de tazas de té- ¿qué virtud de mi madre es la que te hace sentir tanta confianza?
- Gabrielle: Acércate, te contaré... -Eva tiembla- toca esto... -colocando la mano de Eva sobre el vientre de Xena- ... ¿las sientes?
- Eva: Cinco marcas: cicatrices...
- Gabrielle: 4 flechas y una lanza.
- Eva: ¿Bromeas?...
- Gabrielle: No... Xena siempre gana, pero no significa que sea una máquina, tiene el don de sobreponerse muy rápido, su salud es impresionante.
- Eva: Eso es lo que aterra al enfrentársele, recuerdo cuando luchamos en Roma frente a Octavio, todavía siento escalofríos al recordar su mirada.
- Gabrielle: Ese día fue en especialmente difícil, creo que más para mí, que para ella peleando en la arena, yo recé con toda mi fe a todos los Dioses para que no la tocarás.
- Eva: ¿Por qué?
- Gabrielle: Ves esas líneas en los senos...
- Eva: Se ven lindas ¿son adornos?
- Gabrielle: No lo son, una vez fueron heridas y te las debe a ti.
- Eva: ¿Son cicatrices? Creí que eran los tatuajes de la India de los que me contaste.
- Gabrielle: No... Xena las considera su trofeo más valioso, pues representan tu vida.
- Eva: Cuéntamelo por favor...
- Gabrielle: Cuando Xena se entere de que te lo dije querrá matarme, pero yo siento que es correcto que lo sepas...
- Eva: Será un secreto, lo prometo...
- Gabrielle: Secreto... yo no puedo guardarle secretos a tu madre, siempre me descubre... -Eva insiste con la mirada- ... Xena siempre me pide que no cuente estas cosas.
- Eva: No, no le diré.
- Gabrielle: Yo se lo diré... -suspirando- Como cualquier madre ella quería lo mejor para ti, cuidarte era lo único que tuvo en la mente por meses desde antes de que nacieras y más aún cuando conoció la razón por la que el Dios del Amor te envío de regreso con ella.
Poco después de tu nacimiento fuimos a la tierra amazona buscando protección, ella quería amamantarte al menos unos días después del parto.
El destino siempre ha sido severo con ella y tuvo que elegir entre ser una madre amorosa o ser una madre con dos hijos muertos. Así que regresó al campo de batalla.
Por obvias causas de la maternidad la armadura le quedaba ajustada, casi la asfixiaba mientras me obligaba a anudarle las cintas de cuero. He visto su llanto y estoy segura que pocas veces vi en sus ojos tanta aflicción, no física, sino del alma al saber que la armadura significaba separarse de ti.
Cuando fuimos por leche de una matrona, Xena recibió la botella con una sonrisa en los labios una puñalada en el corazón.
Aquella noche, la del combate final contra los Dioses y su insensato plan de enfrentar a Hefestos quitarle su cadena...
- Eva: ... sé esa parte de la historia Octavio me la contó.
- Gabrielle: En ese enfrentamiento el Dios golpeó un par de ocasiones con un marro de hierro en el pecho a tu madre. Por eso me asusté tanto con lo de hoy.
Ella no dijo nada y yo no lo supe hasta mucho después de despertar en el Monte Sena y pasamos la noche en la posada de Joxer. El golpe le había destrozado los senos y para entonces la armadura se le había adherido a la piel. Literalmente tuve que arrancársela... apenas se quejó... mientras yo temblaba de dolor al tocarla y rabia al verla sin poder hacer nada... así... al día siguiente prácticamente con la carne viva bajo la armadura peleó contra ti.
- Eva: No...
- Gabrielle: Cada marca en el cuerpo de tu madre es una historia, una vida salvada, una guerra frustrada que tal vez nadie sabrá.
Por eso escribo sobre ella, para que todos la recuerden sus actos generosos. De no ser así es probable que sólo recordarían a la malvada mercenaria.
Siéntete orgullosa de tener su sangre, quizá algún día podamos entender el verdadero valor de su coraje y su manera de dar amor...
- Eva: -entre lágrimas- lo sé...
- Gabrielle: En cuanto pueda querrá llevarte de nuevo a pescar.

Al concebir esa imagen de la pesca Eva ríe entre la lluvia de sus ojos cerrados.

Con la guía de Gabrielle tienta cada cicatriz que ha dejado la vida en el cuerpo de la Princesa Guerrera, al final el silencio es absoluto, ni el sorbo de té lo perturba, Gabrielle espera a que se reponga...

- Eva: Es injusto... por qué el Dios del Amor me impide curarlos a ustedes, a las personas que más amo...
- Gabrielle: Supongo, que sus razones son las mismas por las que te dio el don, debes intervenir para ayudar a quién él elija, no tú...
- Eva: Pero 72 heridas en mi madre... es demasiado, ¿te prometo que haré lo que pueda para que esta cuenta cese?...
- Gabrielle: Será un placer tenerte en mi equipo... sé que en el fondo ella también desea que termine.
- Eva: Le ayudaremos... -Gabrielle afirma con la mirada-
- Gabrielle: Sabes, hubo una ocasión en la que Xena dejó todo su dolor. Después de la crucifixión, su cuerpo era prácticamente virgen -la rubia recuerda que esa "nueva primera" noche, en la que para sorpresa de ambas, amorosamente despojó a Xena de su virtud y se sentían afortunadas por eso- su piel era perfecta, no tenía ni una marca de violencia, era fantástico verla sin su dolor de cuello o del hombro que constantemente suele salirse, sus manos, hablaba sin miedo mostrándolas...
- Eva: ¿Qué tienen sus manos?
- Gabrielle: A Xena no le gusta que le miren las manos, dice que son feas y ásperas porque tiene las marcas de la espada -tomando una de sus manos, la besa- son preciosas ¿no lo crees? -Eva reitera con la mirada-, pero recuperó su parte oscura y con ella su dolor físico y espiritual. Tu madre es tan generosa, que después de todo me dio las gracias por ayudarla a volver a ser ella.
- Eva: Voy a honrarla Gabrielle, lo prometo...
- Gabrielle: Sí, estoy segura de que lo harás... retrocede un poco, voy a despertarla para llevarla a la cama -presiona de nuevo tras la cabeza, la guerrera despierta a la defensiva- ... tranquila, soy yo... -un tierno beso en los labios la apacigua- ¿cómo te sientes tigre?
- Xena: Mucho mejor...

Eva aun se nota consternada, Xena intenta mostrarse como si no sintiera ningún malestar para serenarla.

- Eva: Ahora tú tendrás que descansar unos cuantos días, vamos a cuidarte...
- Gabrielle: Eva me ayudó contigo.
- Xena: -preocupada por la expresión de su hija- ya veo... no sé que te dijo Gabrielle, pero te aseguro que exagera, voy a estar bien hija, te lo prometo.

Eva intenta sonreír.

- Gabrielle: Dame la mano, te llevaremos a la cama.
- Xena: ¿Crees que no puedo ir yo sola?
- Gabrielle: No señora, está vez no creo que pueda...
- Xena: -retando a la bardo- ¿cuánto ofreces?
- Gabrielle -sonríe- mmm 10, 10 denarios.
- Xena: Sólo 10, bien... -apoyando las manos en el borde la poza, Eva se aproxima para darle la mano. La guerrara no la recibe y se sostiene un momento de pie, sólo que las piernas se rinden y cae de nuevo al agua salpicando entera a Gabrielle-
- Gabrielle: Tengo 10 denarios.
- Xena: -sigue preocupada por el mal semblante de Eva- hija, sólo bromeo, quería mojar a Gabrielle.

Eva intenta de nuevo sonreír sin lograrlo.

- Xena: Te ves agobiada, porque no vas a descansar, Gabrielle me llevará a la cama. Estoy bien créelo.

Eva mira a Gabrielle sin saber que decir o hacer.
- Gabrielle: Estará bien -irónica- ella puede ponerse de pie.

La chica sin palabras, se acerca a su madre.
- Eva: Me asuste mucho por ti.. -abrazándola-
- Xena: Te quiero hija.
- Eva: Y yo a ti... -besa temblorosa la frente de a su madre, y después se dirige a la puerta de la habitación-

Eva permanece un momento recargada en la puerta por fuera, incrédula por la naturalidad que toman circunstancias tan cercanas a la muerte, Virgil nota su desconcierto, se acerca a ella y la reconforta.

- Gabrielle: -a Xena refriéndose a Eva- Se angustió un poco, temblaba como una hoja cuando te vio desvanecer, pero por dentro es fuerte.
- Xena: Eso espero... yo no sé si puedo decirlo lo mismo -admitiendo que está mal- ¿vas ayudarme a salir de aquí?
- Gabrielle: ¿Acabas de mojarme y quieres que te ayude?
- Xena: Por favor Ángel mío...
- Gabrielle: -con una sonrisa pícara- ¿en serio?...

Al ofrecer la mano Gabrielle a Xena, la guerrera jala provocando que caiga la rubia sobre ella, las dos estallan de risa.

- Gabrielle: ¡je-je-je Xena!

Una vez que se sabe que están solas, el "ángel" busca los "ojos de cielo" de la guerrera y detienen la broma para dialogar en silencio.

- Gabrielle: Me asustaste tanto, no quiero perderte nunca.
- Xena: Sabes jamás lo permitiría.

La pequeña rubia acopla mejor al cuerpo de su Princesa Guerrera hasta fusionarse en ella, con los ojos cerrados demanda los labios carmín de la guerrera.

El beso del "ángel" suele ser dulce y al mismo tiempo tan intenso que Xena sabe que si lo perdiera, su vida carecería de sentido por completo y el vacío la mataría.

La chica inexperta se había transformado en una hermosa mujer que sabía perfectamente como entregar su amor y pasión al límite.

Mientras toca dispersamente entre las piernas de la Señora de la Guerra, causando un terremoto interno en cada intento, retando esta noche al clítoris a un combate a muerte.

Sus labios descienden en un compás perfecto, desde rostro hasta cubrir cada músculo del cuello que ya muestra estigmas del encuentro previo, prosigue atendiendo ardientemente los bellísimos senos: generosos, firmes e irrepetibles, un resumen de Xena entera... y la poeta los conoce absolutamente refrendándolo con verificaciones minuciosas de lengua hasta conseguir endurecerlos a tope, y más aún, manteniéndolos erguidos con recorridos totales de sus finas manos, tanto que la propia Xena sospecha de algún modo su amante tiene conexión con Angi (el dios hindú del fuego que posee ocho brazos), pareciera agotador pero para la rubia su tarea apenas comienza.

Sin titubeos hunde el rostro bajo el agua, para rozar levemente con los labios el lacerado vientre de la gladiadora, Xena intenta contenerse y contenerla, tiene el sobrado hábito de tratar de resistirse ante todo aquello que la deja indefensa.

De antemano ambas saben que sus intentos son estériles, el campo de batalla es una trampa que Gabrielle ha puesto con sus manos sobre el Monte de Venus... con algunas breves pausas para tomar aire la rubia ataca sin compasión la intimidad quimérica de su contendiente, provocando un relámpago que la parte en dos extasiada, los labios del "ángel" son dolor y bálsamo, infierno y gloria juntos, delicia que señora guerrera paga jadeando profundo e inevitable.

La bardo siempre ha tenido objetivos altos y lo ganado es sólo el preámbulo de lo que quiere dar, solamente un momento emerge del agua para enseguida continuar su ruta entre el ombligo y el final del cuerpo de Xena.

La estrategia: penetrar con caricias de lengua, labios y dientes los poderosos muslos tersos, llevando al clímax la contienda entre Gabrielle el suculento botón de fuego, que provoca en la Señora de la Guerra un delirio que la paraliza mortalmente.

El jadeo rabioso es inevitable, igual que la diana que se ofrece al paso del César.

- Xena: ¡Aah!, ¡Aaah,! ¡detente Gaaa... brieelle...
- Gabrielle: Me has conquistado tú; ahora te toca hacerte pedir piedad a mi...

Con las piernas de par en par, en el influjo impuesto por su "ángel" de amor, sólo permite que la guerrera sujete un mechón cobrizo en defensa propia de cada poderosa embestida al centro de su sexo.

Jactanciosa de su imperio, la rubia bebe la humedad de la guerrera como si se tratara de ambrosía, hasta arrancar el gemido más profundo de la velada, el arco en su espalda de su rival anuncia la Victoria por la que se afanó brindándose la noche entera.

Es imposible tener más y Xena sujeta la melena dorada hasta mirarle los ojos a su única conquistadora, complacida y derrotada corresponde besando sus labios hasta pacificarlos poco a poco, aún queman y su veneno no es fácil de apagar, pero la Señora de la Guerra sabe como tender la red de caricias exquisitas para amordazarla.

- Gabrielle: -satisfecha y aún llena de euforia- ¿te sientes mejor?
- Xena: Si existe al mejor que tú no lo recuerdo.
- Xena/Gabrielle: -ambas al mismo tiempo pronuncian- te amo...

Ya más tranquila la bardo sabe que su oponente necesita algo de sueño para reponerse.

- Gabrielle: Te ayudaré a ir a la cama -ciñe de nuevo el vendaje de Xena-

Apoyándose la una en la otra logran incorporarse y dar unos cuantos pasos, el pie izquierdo roto de la bardo y el vientre lastimado de Xena hacen mella provocando que caigan de bruces sobre el suelo de madera.

- Xena: Qué a ningún enemigo se le ocurra a venir ahora jajaja.
- Gabrielle: Jajaja no te preocupes, podemos hacer que se suiciden de risa.

Luego de varios intentos llegan por fin al aposento, ambas a cuatro patas.

- Xena: Gracias Gabrielle...
- Gabrielle: No me lo agradezcas es lo único sé hacer para que sepas que no sólo te amo, también te deseo.

Envuelta en sus brazos Gabrielle piensa que si alguien pudiera contar el tiempo pasa antes de que un fuego así se detenga, tendría que ser un dios, pues la llama se alimenta del único combustible inagotable, se alimenta de amor, no el de Afrodita o el de Eros, el amor de verdad. Y ahí, bajo las sábanas las comunicación entre piel y piel permanece suave, serena y eterna...

- Gabrielle: Sigues muy tensa...
- Xena: -disfruta el masaje que Gabrielle profesa en su espalda- no...
- Gabrielle: tu espalda dice lo contrario... -tronando un par de huesos de la espalda de la guerrera-
- Xena: Ahh, me preocupa Eva.
- Gabrielle: ¿Por qué?
- Xena: No lo sé, es tan extrema, unos momentos pacífica y amorosa como el propio Elí y otras incontenible como el fuego, se parece demasiado a...
- Gabrielle: ... tu lado oscuro.
- Xena: Si, Eva tiene su propio lado oscuro, me recuerda a Najatza -tallándose la mejilla-
- Gabrielle: Eso que significa -refiriéndose a la seña-
- Xena: Cada vez que digo Najatza me acuerdo de mi diente...
- Gabrielle: -acaricia la mejilla de su amiga y la consuela con un besito- No te preocupes, Eva no está sola, le enseñarás el camino.
- Xena: No podré hacerlo sin ti, aconséjala, yo... yo no quiero agobiarla demasiado.
- Gabrielle: Te lo prometo, descansa, está noche yo cuidaré tu sueño...

Xena parece estar relajada envuelta en su bardo, pronto amanecerá y el sueño por fin vence a Gabrielle.

Pero al interior de la guerrera como cada noche la contrariedad se repite, el trágico sueño la consume, sin poder evitarlo brinca del camastro en medio de un grito contenido, el sudor y el llanto. La Reina Amazona la tranquiliza con su caricia.

- Gabrielle: Calma todo está bien ¿el mismo sueño?
- Xena: ... no hay otro, en ocasiones no logro distinguir si es el sueño o es que está sucediendo...
- Gabrielle: Tranquila, yo estoy bien y tú también, intenta descansar...
- Xena: ... necesito aire...

Sosteniéndose del vientre Señora de la Guerra se incorpora se cuelga la bata y sale de la habitación, se sienta en una de las sillitas en el balcón. La luna que se oculta y sol que nace se miran el uno al otro, los amantes prohibidos -sol y luna- antes de que los separe la claridad del día.

Luego de arroparse un poco y apoyada en su bastón Gabrielle llega hasta Xena que está sentada en una de las sillitas de la terraza.

- Gabrielle: -se sienta sobre la mesa justo frente a Xena y le arropa mejor, no por pudor sino porque el amanecer es frío en Dos Dragones- que hermoso es este lugar...
- Xena: Ya lo creo... -la guerrera corresponde besando las manos de su ángel-
- Gabrielle: Debimos venir antes...
- Xena: Me alegro que te guste.

Un enorme reptil alado sobrevuela en la montaña.

- Gabrielle: ¡Mira eso!
- Xena: Un dragón... te conté como me apropié de este sitio.
- Gabrielle: No... me lo cuentas...
- Xena: Ven aquí... -Gabrielle se acomoda en los brazos de su amada procurando no lastimar su vientre. Toma un durazno de la canasta sobre la mesa, que muerde y comparte de boca a boca con ella-
- Xena: Mmm... estaba embarazada de Solan antes de la lucha en Corinto contra los Centauros, había dejado de confiar en Borias pues a mi manera de ver entonces, él se había vuelto blando y cobarde, muchos de nuestros hombres se habían marchado con él.
Mi madre no quería ni verme y no sabía que esperaba. Igual que con Eva me era imposible evitar dormitar cuando cabalgaba sobre la vieja Argos, mi fiel amiga me llevó hasta la charca donde nace el río, cuando inclinó la cabeza para beber desperté y miré a un lado, bebiendo a un animal fantástico, era un caballo blanco con un cuerno dorado en la frente, de patas poderosas y curiosamente barbado.
- Gabrielle: ¿Un unicornio!?
- Xena: Sí. De pronto percibí un olor fétido era "Rufo", lo asechaba en silencio.
- Gabrielle: ¿Por qué?
- Xena: Es bien sabido que el que daña de un Unicornio comete una enorme blasfemia contra cualquier dios, pero también se sabe que el beber su sangre perpetúa la vida al menos dos veces. Yo estuve apunto de arrojar mi Chakram sobre el gigante para detenerlo.
- Gabrielle: ¿Y que pasó?
- Xena: Lo más fantástico que había visto.
- Gabrielle: ¿Más que un unicornio?...
- Xena: Un bellísimo y poderoso Dragón La Dearcien.
- Gabrielle: El líder de los dragones...
- Xena: Sí, lo fue, había servido a Artemisa, pero en una batalla contra Hades perdió una garra y la mandó a los montes transilvanos a custodiar unicornios.
- Gabrielle: Quién mejor que un dragón para proteger a un unicornio...
- Xena: El problema es que La Dearcien tenía otras responsabilidades, además de los unicornios.
- Gabrielle: ¿Qué clase de responsabilidades?
- Xena: -recibiendo de labio a labio un nuevo bocado de delicioso durazno- sus nietos que aún no nacían, su hija había muerto protegiendo el nido que estaba sobre lo que ahora es la torre de Dos Dragones.
- Gabrielle: ¿Dónde ahora están las águilas?
- Xena: Ahí mismo...
Ese momento fue el primero en el que me sentí afortunada por tener a Argos, de no ser por ella no hubiera podido hacerme cargo de lo mío -refiriéndose a su embarazo-. Y en cuestiones de hijos las madres debemos apoyarnos.
Le dije a La Dearcien que la ayudaría y ella a mí.
Me dijo que escoltaría de regreso al unicornio a su montaña y que volvería para cuidar el huevo.
Los Cíclopes, habitaban al interior de esta cueva.
- Gabrielle: ¿Fue cuando los Cíclopes dejaron de ser útiles para Poseidón?
- Xena: Sí en ese tiempo se refugiaron aquí...
- Gabrielle: Poseidón tenía mayor interés en sus otros hijos dejó de darles sustento, obligándolos a buscarlo por si mismos...
- Xena: Sí, realmente los Cíclopes sólo fueron víctimas de su creador... yo miraba desde la copa de un árbol todos los días que los huevos de La Dearcien estuvieran a salvo.
Una mañana simplemente no estaban. Los cíclopes desesperados y hambrientos los habían robado. La Dearcien regresaba de su tarea. Cuando no vio los huevos en su nido me culpó y estaba decidida a aniquilarme de un resoplo me arrojó y mi vientre quedó al descubierto.
Y entonces Solán me salvó, no podía matarme así, porque los dragones son protectores de vida y no podía ir en contra de eso. Le dije que los Cíclopes los habían robado y me ordenó no intervenir.
Comieron dos de los tres huevos y La Dearcien enfureció, resopló con tal fuerza una vez entre la roca que la cueva ardió por completo en llamas y algunos cíclopes murieron. Pero Rufo no iba a rendirse y con una roca gigante aplasto una de las alas de La Dearcien dejándola inmóvil.
Huyó con el último huevo y yo lo seguí por el bosque...
- Gabrielle: Obviamente no hiciste caso de lo que te ordenó La Dearcien...
- Xena: ¿Crees que podría?
- Gabrielle: Claro que no... ¿y que pasó?
- Xena: Lo seguí hasta que durmió, amarré el huevo a un árbol. Después volví con La Dearcien y tuve que cortar un trozo de su ala para liberarla y ella se fue a recuperarlo.
Lo tomó con la boca y se fue de ahí, pero Rufo siguió mi rastro y cuando me encontró quería mi sangre.
Forcejeamos, él y yo, La Dearcien escuchó gritar al cíclope y volvió y me salvó, tuvieron un enfrentamiento duro, porque ella no podía arrojar fuego con su nieto en la boca, sin embargo, al final lo venció y pensaba marcharse, enfurecido Rufo arrancó un árbol de raíz y lo arrojó derribándola.
Fue entonces que lo cegué, salvé al bebé igual al mío.
La Dearcien soplo un poco y Rufo huyó cubierto de llamas. Me agradeció y dijo que estaba triste pues todo el territorio desde Tesalias hasta los Montes Carpatos, incluídas éstas, las cuevas de Banat...
- Gabrielle: ¿Estás son las legendarias cuevas de Banat?
- Xena: -abre la boca pidiendo un poco más de durazno- ahh, sí... había sido su hogar por centurias y ahora tenía que huir al norte en Sghisoara para proteger a los unicornios y al último descendiente de su línea.
Me ofreció el lugar para quedarme, lo nombré Dos dragones en honor a La Dearcien y su nieto. Mande forjar el escudo con los mejores herreros de Tartesos representado un dragón marrón igual a La Dearcien y ya que nunca conocí a su nieto mandé forjar a Long, el dragón chino que significa renacimiento.
Eso quería y eso necesitaba para mí y mi ejército, motivación para derrotar a Borias y los Centauros juntos en Corinto.
- Gabrielle: Que gran historia, deberías escribirla.
- Xena: Oh no...
- Gabrielle: ¿Por qué no?
- Xena: Porque no... hazme tú ese honor...
- Gabrielle: Está bien... -mirándola insistentemente a los ojos-
- Xena: ¿Quéee?
- Gabrielle: Eres increíble.
- Xena: Lo sé...
- Gabrielle: ¿Qué quieres hacer hoy "Joxer"?...
- Xena: Te va a sonar raro... hoy quiero descansar, necesito descansar... -Gabrielle tomándola de la mano- ... antes de que lo digas, sé que estarás conmigo... gracias por cuidarme.
- Gabrielle: De nada...

Unas semanas transcurren tranquilas, como si fueran la recompensa después de tanta lucha.

Virgil y Xena trabajan en sillas y herraduras nuevas para los caballos, poco a poco ella controla la levitación de los objetos y él cada día mejora con sus textos que la bardo corrige, mientras atiende los propios, Eva intenta nuevas posiciones de Yoga. Transcurren las tardes enteras en estas tareas.

Un buen día Xena convence a Eva de que vayan cerca del río a ver a Rufo sin rencores, lo llevan a una aldea cercana que necesita protección y que ofrece un par de corderos diarios para él. Eva es muy conocida por la gente humilde como la hija del Dios del Amor y los aldeanos no pierden la oportunidad de pedirle su ayuda para sanar a los más necesitados, ella lo hace con gusto, Xena se siente más orgullosa que nunca.

Hoy después del trabajo, como cada tarde arriban hambrientos a la cocina que huele riquísimo, gracias a las manos de Eva y Gabrielle.

- Xena: -tomando un trozo de pollo- ¿puedo probar?
- Gabrielle: ¡Noo! casi terminamos la ensalada ¿por qué no ponen la mesa Virgil y tú?
- Xena: Ni hablar...

Xena come alegre, Eva y Gabrielle se miran entre sí burlonamente. Virgil revisa su plato y entiende la broma...

- Eva: ¿Te gustó, quieres un poco más?
- Xena: Claro, está deliciosa, ¿cómo se llama?
- Gabrielle: Descuida, no querrás saberlo...
- Xena: Vamos dime, ¿es receta secreta?
- Eva: No de hecho es muy popular en Roma, pero no creo que quieras saber su nombre.
- Xena: -insiste en saber le nombre de aquel manjar- vamos, ¡díganme!
- Virgil: Ensalada César...
- Xena: -detiene un momento el bocado y los mira contener la risa- ... Gabrielle... acuérdame vomitar más tarde, sírveme un poco más Eva, está deliciosa...

Teniendo calma Gabrielle escribe sin parar y aprovecha para leer algunos que perdió antes, textos que pensó jamás recuperaría, su pie sana poco a poco gracias a una bota de madera que Virgil le talló a su medida y las curaciones del vientre de Xena son menos dolorosas cada día, ya recuperó la fuerza para instruir con la espada a Eva y Virgil, que aún no consiguen derrotarla.

- Xena: ¡Vamos! Puedes mejorar eso, no pierdas de vista mis pies... Levántate -ofreciéndole la mano-
- Eva: -cansada de perder- ¿Por qué madre, en nuevo el camino que he elegido es el amor, ya no necesitaré más ese conocimiento?
- Xena: "Un conocimiento reducido que actúa, vale infinitamente más que un gran conocimiento que permanece ocioso".
- Gabrielle: -a Virgil que las observan mientras escriben- eso lo dijo Elí..
- Eva: -a Xena- ¡No sé de queme hablas!
- Xena: Sé que haz elegido ese camino estoy orgullosa, sin embargo, por experiencia lo sé, después de caminar en el sendero de la guerra, uno nunca sabe cuando tendrá una espada en la mano de nuevo, para salvar la vida propia o la de otros.
- Eva: No quiero tenerla...
- Xena: Yo tampoco quiero que la tengas... pero tengo miedo de que estés indefensa lejos de mí, como tú lo dijiste no puedo cuidarte de todo el mal del mundo. Saber que puedes cuidarte me hace sentir mejor... Por favor... -le ofrece de nuevo la espada y Eva la toma y se pone de pie, tarda más en levantarse cuando Xena la ha puesto de nuevo en el suelo. Eva mira a Gabrielle pidiendo ayuda, Xena aprueba un poco de colaboración-
- Gabrielle: -a Eva- ¡no puedes vencerla porque aún le temes!...
- Eva: ... tal vez porque es la única persona que me ha vencido... ¡además no es justo, es mi madre!
- Gabrielle: Tienes un poco de razón, cuando Xena te venció tú no la conocías... sin embargo, ahora es distinto, tienes información privilegiada... aprovéchala, deja de verla como tu madre y piensa en ella como tu enemiga. -Eva se pone de pie y parece haber entendido el mensaje-

En su armería Xena tiene instrumentos grandes y pesados, que pocos guerreros pueden sostener, los usa para ejercitar los brazos, en cambio Eva toma de la mesita un puño de estrellas y puñales pequeños, sonríe como si estuviera segura de vencerla esta vez.

Comienza a arrojarlos rápidamente y Xena los detiene con la espada fácilmente, luego arroja un par de estrellas a Virgil, sonriente Xena lo detiene lanzando su espada...

- Virgil: -a Gabrielle- ¿estamos seguros aquí o debemos movernos?
- Gabrielle: Estaremos bien, Xena nunca ha... -un puñal se dirige justo a Gabrielle, Xena tiene en la mano una enorme hacha que arroja para salvarla, el pergamino que Gabrielle sostiene en las manos se parte en dos, el puñal cae al piso y mira a la guerrera con ganas de arrancarle los ojos- ... fallado -Xena se ve asustada por lo que le ha hecho al escrito de Gabrielle, se distrae un segundo, Eva se acerca y de un solo golpe la derriba-
- Eva: -contenta- yo te repondré el pergamino...
- Gabrielle: -sonríe entonces- lo sé, lo hiciste bien.

La maestra de la guerrera les enseña a sus "hijos" estrategia jugando ajedrez, lo curioso es que Gabrielle parece tener un don especial al ser la única capaz de vencer en el tablero a la comandante militar.

- Gabrielle: Jaque mate, otra vez. -Xena sólo la mira incrédula-

Xena decide que es propicio que Eva sepa donde y como abrir la bóveda (existen dos bóvedas en Dos Dragones una falsa que es donde murieron los guerreros intentando sacar los tesoros, y la verdadera suficientes metros bajo roca, y sólo puede abrirse desde la cámara principal, tan oculta y protegida que ningún guerrero común podría abrirla solo) uno nunca sabe, quizá Eva pueda necesitarla en el futuro.

Su madre le reitera que intentar utilizar los bienes que posee este sitio no sería más que maldición, ya que todos fueron robados de algún modo y sacarlos a la luz significaría enfrentar el pasado del tesoro sus virtudes y perjuicios. Un riesgo que es mejor no correr.

Más tarde...

El sol se oculta rojo entre las nubes, Gabrielle escribe con los pies sobre la mesita de la terraza cubierta de papiros, un par de cestas con cerezas y avellanas que Xena le trajo en la mañana la acompañan, está tan absorta que no escucha los pasos que se acercan para llevarla en brazos a cenar.

Gabrielle lee absorta...

"Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche esta estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.


Gabrielle rompe en llanto, su voz se quiebra...

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído..."


- Xena: Se escucha tan doloroso...
- Gabrielle: ¡Cielos!... me asustaste -sonríe secándose los ojos-
- Xena: Lo siento, no quería interrumpirte...
- Gabrielle: Ya terminé por hoy... transcribía los escritos que se maltrataron... son de... son de esos días que no estuviste a mi lado...
- Xena: Lamento haberte inspirado para escribir eso.
- Gabrielle: Tú siempre me inspiras, y es bueno, sólo que "esa" idea me devora.
- Xena: A mí igual...
- Gabrielle: Siéntate quiero mostrarte algo. -Xena se agacha junto a Gabrielle-
- Xena: De acuerdo, ¿qué es?
- Gabrielle: Virgil me regaló los pergaminos que Joxer colectó buscándonos en decenas de lugares, algunos son de los primeros que escribí, era un verdadero fiasco...
- Xena: Nunca has sido un fiasco... -dándole una palmadita en el hombro-
- Gabrielle: Si, si lo era... ¿me acompañas?...

Señalando la silla frente a ella, la guerrera obedece.

- Gabrielle: Este lo escribí como siempre para ti, creo que fue cuando viajamos cerca de Siria.

..."Para mi corazón basta tu pecho,
para tu libertad bastan mis alas.
Desde mi boca llegará hasta el cielo
lo que estaba dormido sobre tu alma.

Es en ti la ilusión de cada día.
Llegas como el rocío de las corolas.
Socavas el horizonte con tu ausencia.
Eternamente en fuga como la ola.

He dicho que cantabas en el viento
como los pinos y como los mástiles.
Como ellos eres alta y taciturna.
Y entristeces de pronto como un viaje.

Acogedora como un viejo camino.
Te pueblan ecos y voces nostálgicas.
Yo desperté y a veces emigran y huyen
pájaros que dormían en tu alma."...


Xena asoma agua en sus ojos gélidos.

- Gabrielle: ¿Te gusta?
- Xena: Por su puesto...
- Gabrielle: Lo interesante es que Joxer encontró muchos de mis poemas que te escribí desde el principio hasta el final, sólo que algunos en la parte de atrás tienen otros, otros hermosos poemas, que no son míos.
- Xena: ¿Como una contestación?
- Gabrielle: Sí...
- Xena: ¿Te gustan?...
- Gabrielle: Son hermosos.
- Xena: Es lógico alguien debió leerlos y son tan bellos que se inspiró para contestarlos.
- Gabrielle: ¿Cómo sabes que mis poemas eran bellos? Los perdí antes de que los leyeras.
- Xena: Bueno, lo supongo, todos tus poemas son bellos inspiran a cualquiera amor y compasión.
- Gabrielle: -mirando fijamente a los ojos de Xena- Amor, eso son... ¿y sabes? Conozco al autor, sólo hay una persona que puede tener la sensibilidad para responder exactamente a lo que siento.
- Xena: -pasando saliva- ¿quién?
- Gabrielle: Afrodita...
- Xena: Afrodita, claro...
- Gabrielle: Quiero que los leas.
- Xena: Claro.
- Gabrielle: Este es uno de esos ¿me ayudas a leerlo?
- Xena: ¿Yo? Hazlo tú, tú eres la experta.
- Gabrielle: Por favor, compláceme quieres...
- Xena: ... de acuerdo, de acuerdo... haré lo que pueda... ¡mmrr! -limpiando la garganta-

..."A nadie te pareces desde que yo te amo."

"Juegas todos los días con la luz del universo.
Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua...
Como un racimo entre mis manos cada día.

A nadie te pareces desde que yo te amo.

Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas.
¿Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del sur?
Ah déjame recordarte como eras entonces cuando aún no existías.

Aquí vienen a dar todos los vientos, todos.
Se desviste la lluvia.

Tú estás aquí. Ah tú no huyes.
Tú me responderás hasta el último grito.
Ovillate a mi lado como si tuvieras miedo.
Sin embargo alguna vez corrió la sombra extraña por tus ojos.

Ahora, ahora también, pequeña, me traes madreselvas
y tienes hasta los senos perfumados.
Mientras el viento triste galopa matando mariposas
yo te amo y mi alegría muerde tu boca de ciruela.


Gabrielle se pone de pie y se descubre el pecho... Xena finge no verla y continúa leyendo...

Cuánto te habrá dolido acostumbrarte a mí, a mi alma sola y salvaje, a mi nombre que todos ahuyentan.
Hemos visto arder tantas veces el lucero besándonos los ojos y sobre nuestras cabezas destorcerse los crepúsculos en abanicos girantes.

Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote.
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado.
Hasta te creo dueña del universo.
Te traeré de las montañas flores alegres, copihues,
avellanas oscuras, y cestas de silvestres besos.


La bardo toma una cereza en licor, escurriéndole el jarabe entre los pechos y se acerca a la guerrera poco antes de que termine de pronunciar el poema, Xena clava la mirada como un imán al paisaje maravilloso que su ángel le ofrece, tímida, casi temerosa regresa la atención al rollo intentando terminar la lectura...

- Gabrielle: -le arrebata la palabra a la lectora- ... Quiero hacer contigo... -Montándose sobre las piernas de Xena que tiemblan-
lo... que la primavera hace con los cerezos..."
- Xena: -con la voz entrecortada- bueno... podría ser mejor, tú lo harías mucho me... -un beso la interrumpe- ... mejor...
- Gabrielle: ... es lo más bello y seductor que he leído o escuchado, sólo quien ama hasta el dolor como tú y yo puede plasmarlo en un poema.
- Xena: ... ¿de qué hablas...? No creerás que yo lo escribí... -los labios de la bardo le impiden hablar-
- Gabrielle: ... sé que no lo admitirás, no va con una guerrera escribir de amor, pero sé que eres tú, nadie más podría colmar sus sentimientos y corresponder los míos de forma perfecta, no sé en que momento... -un beso más mientras acomoda el fleco negro- ... gracias por amarme Xena... -acaricia su rostro- ... gracias por permitirme caminar a tu lado, por compartirte conmigo...
- Xena: ... me alegra que te gustará, pero esa fue la primera y la última vez, intercambiamos cuerpos, recuerdas, uno nunca sabe cuando puede terminar un sentimiento -Gabrielle, besándola en los ojos cerrados-
- Gabrielle: Nunca. Esto que siento, es para siempre. Lo sé y lo sabes...
- Xena: -bebe de entre los pechos de Gabrielle la emulsión de cereza- Vamos los chicos esperan con la cena -Gabrielle se burla pícara, al ver que se le han subido los colores al rostro de la señora del autocontrol-

En el comedor Virgil aún no termina de poner la mesa...

Llueve de noche en el Palacio de los Dos Dragones Xena, Gabrielle, Virgil y Eva cenan delicioso banquete al calor de la chimenea.

En silencio cada uno intenta perpetuar la sensación de amor y tranquilidad que pocas ocasiones en la vida se percibe así de claro, más aún para los guerreros, recuerdos resultan efímeros cuando se tiene el eco de la guerra retumbando de frente.

Luego de un suspiro Gabrielle decide romper el silencio...

- Gabrielle: El salmón está delicioso, te felicito Eva, nunca tuve tiempo para aprender la cocina amazona y justo ahora me estoy arrepintiendo...
- Eva: Realmente esa es una receta romana, mi nana solía cocinarme salmón horneado, es mi platillo preferido...

Xena se alegra al escuchar que comparte con su hija el gusto por la misma comida.

- Gabrielle: Igual que tu madre...
- Virgil: Perdón que cambie de tema, me muero de ganas por leerlos, y que me digas qué tal vas con tus nuevos textos y los que te di ¿ya descubriste a quien le pertenecen?
- Gabrielle: -mira burlonamente a "sus ojos de cielo"- Sí... TODOS son míos, Xena me ayudó a recordarlo, son míos de alguna forma o de otra.
- Virgil: Sé a que te refieres, yo creo que los poemas no tienen dueño, le pertenecen tanto al que los escribe, como aquel que los dedica y por supuesto al que los recibe. La poesía pertenece a quien puede sentirla.
- Gabrielle: En eso tienes razón...

De pronto una sacudida hace saltar el vino de la copa Xena salpicándole el rostro.

- Virgil: ¿Qué fue eso?

La Princesa Guerrera respira profundo y se pone de píe apoyándose en la mesa.

- Gabrielle: -a Xena- tal y como dices, nunca falla, en cuanto te sientas a comer...
- Xena: ... problemas. ¡Eva, a la tercer guardia!

Gabrielle sonríe de frustración y levanta el pulgar deseándoles suerte. Da el último sorbo a su copa de Kirsch y Virgil la toma de la mano para ayudarle a ponerse de pie.

Lo que Xena llama su tercer guardia es la torre más alta del palacio, desde ahí puede verse las dimensiones de lugar y cualquier cosa que se acerque desde leguas de distancia.

De pronto algo pega en el muro, justo detrás de ellas, la sacudida las hace caer, al girar la vista a atrás, un enorme dragón aparece prácticamente frente a sus caras, no las ataca, pero la simple saliva del animal las quemaría, por eso la esquivan. Gabrielle y Virgil llegan a la escena.

- Gabrielle: ¡Xena!
- Virgil: ¡Eva, voy para allá!
- Xena: ¡No, no se acerquen! ¡no quiere atacarnos! Creo... creo que... viene a pedir ayuda...
- Eva: Parece que está enfermo.
- Xena: Sí... mira su oído, está sangrando.

Como es de esperarse Gabrielle y Virgil no hacen caso de las indicaciones y de un momento a otro están a lado de Xena y Eva.

- Gabrielle: ¿La vas a curar?
- Xena: Realmente no sé si pueda...

El animal se desploma sobre el balcón a punto de aplastarlos. Antes de desfallecer el dragón abre los ojos y mira a Xena y le llama...

- Dragón: Dearcien... Dearcien... ayúdanos... -desfallece-
- Virgil: ¡Habla!...
- Xena: No todos los dragones fueron así siempre...
- Gabrielle: ¿Te llamó Dearcien?
- Xena: Está desorientada, debe creer que soy alguien más...
- Gabrielle: Bueno...

Aprovechando su inconciencia, Xena con la ayuda de la habilidad de Eva revisa al enorme dragón, parece que sanará, aunque tal vez quede sorda. Un momento Xena se queda sola con él. Al abrir los ojos le llama: Dearcien...

- Xena: Ya no soy Dearcien, estás equivocada, deje de serlo hace mucho, ¿quién te hizo esto?
- Dragón: Diana, quiere que yo muera. Dio la orden a todos los más viejos, sólo te quiere a ti Dearcien...
- Eva: Reaccionó, parece que estuviera hablando, lástima que no podamos entender su lenguaje...
- Xena: ... sí, es una lástima que sólo los dragones se comprendan entre ellos...
- Eva: ¿Qué crees que le pasó?
- Xena: Le ordenaron morir...

Una noche más en la alcoba principal de Dos Dragones, Xena ingresa y se nota abatida.

- Gabrielle: Estuviste genial hoy, le salvaste la vida a esa criatura tan llena de magia...
- Xena: Todos ayudamos -al girar el cuello y le truena-
- Gabrielle: Sigue sin gustarme como suena tu espalda, llevas muchos tiempo así...
- Xena: sobreviviré...
- Gabrielle: No me gusta que estés tan abrumada, vámonos ya... -besándola en el cuello-
- Xena: No lo estoy... -sosteniendo un momento el sedoso cabello rubio suplicando se repita el suave beso de ángel en la sobre nuca-
- Gabrielle: Algo te preocupa... no es el dragón, porque todo salió bien...
- Xena: -mintiendo- no, no es el dragón... es por otra cosa... es Eva... me interrogó de nuevo sobre el amor, sabes que no soy buena en eso, temo haberla confundido más...
- Gabrielle: ¿En serio? Virgil también estaba interesado en ese tema... parece que discutieron...
- Xena: Sólo porque él quiso condimentar la sopa que Eva preparaba...
- Gabrielle: Sí, él me lo contó, llegó muy serio conmigo y me dijo "¿Cómo es que puedes definir si lo que sientes por alguien es amor?"
- Xena: ¿Qué le respondiste?
- Gabrielle: Le dije...
- Gabrielle: -a Virgil- esa respuesta ya la tuve antes pero que la olvidé con lo de Melisanda. Sin embargo, sé que estar enamorado es ver en otra persona todo aquello con lo que se sueña.
- Xena: Lo mismo le dije a Eva...
- Xena: -a Eva- brazos fuertes, porte y personalidad, un buen trasero, todo eso que deseas, todo en uno solo...
- Gabrielle: -a Virgil- una sonrisa sincera, una mirada dulce, sentido del humor.
- Xena: -a Eva- tú sabes Eva, hombres que uno encuentra y uno cree que son buenos, porque el enamoramiento siega los ojos, yo me enamoré de: Borias..., de Marcus, santo cielo de César y bueno hasta de Ares alguna vez...
- Eva: ¿de Ares?
- Xena: -a Eva- era joven y me equivoque con ellos, aunque no todos fueron malos, también encontré a Hércules, a Ulises y... a Elí...
- Eva: ¡¿Mamá, Elí?!
- Xena: -a Eva- falto de carácter, pero tenía lindos ojos y... no sé... era... alto... varonil...
- Gabrielle: -a Virgil- uno se enamora de hombres como Yolaus, o mi esposo Perpicas, David, Elí...
- Xena: -a Eva- ... lo que quiero decir es que enamorarse es fácil y uno puede cometer errores porque nos confiamos de lo que nuestros ojos quieren ver, pero al corazón nada lo engaña -Eva sigue con cara de qué-...
- Eva: ¿Elí mamá?
- Gabrielle: -a Virgil- sí... de Elí, era dulce y sincero.
- Virgil: Creí que ese hombre era un santo..
- Gabrielle: -pícara a Virgil- casi un santo....
- Xena/Gabrielle: -a Eva y Virgil- ... pero eso deja de ser importante cuando sabes que amas...
- Gabrielle: Puedes pasar de largo todos tus deseos...
- Xena: Incluso puede ser opuesto a lo que quieres...

Gabrielle piensa en las batallas más sangrientas que presenció de Xena... en sus ataques de ira, y de su poca tolerancia a que la contradigan.

Xena recuerda lo débil que era Gabrielle cuando llegó a ella y todos los problemas en los que las metió su curiosidad y sus discursos...

- Xena: -a Eva- sabes que es amor cuando...
- Gabrielle: -a Virgil- ... puedes recordar sin dolor los malos momentos...
- Xena/Gabrielle: -a Eva y Virgil- Cuando estás dispuesto a sacrificarlo todo sólo por amor...
- Eva/Virgil: ¿Por amor?
- Xena: -a Eva- por amor... recuerdo cuando Gabrielle se arrojó al abismo con Hope para salvar mi vida... abandonó el camino del amor por mí.
- Gabrielle: -a Virgil- por amor... Xena se arriesgó a quedar ciega para salvarme. Renunció al cielo y saltó al mismo infierno para estar a mi lado...

En la alcoba Xena y Gabrielle repiten mirándose a los ojos: por amor...

- Eva: Significa entonces que aunque sea un monstruo, si lo amas, lo amas.
- Gabrielle: -a Virgil- no exactamente, cuando amas encuentras belleza aún en un monstruo, puedes ver...
- Xena: -a Eva- puedes ver los brazos fuertes... -recordando como Gabrielle fue capaz de llevar su ataúd hasta Anphipolis y como la protegió estando embarazada-
- Gabrielle: -a Virgil- ... la sonrisa sincera -pensando en la última vez que Xena vio a su hijo Solan con vida, cuando nació Eva y la guerra de pasteles que los divirtió tanto-
- Xena: -a Eva- el porte y la personalidad -Gabrielle vestida de bailarina, hermosa...-
- Gabrielle: -a Virgil- ... una mirada dulce -antes de la crucifixión, Xena le pide a Gabrielle que no llore-
- Xena: -a Eva- un buen trasero... -muchas visiones del buen trasero de Gabrielle-
- Gabrielle: -a Virgil- buen sentido del humor -Xena burlándose de todos sus oponentes derrotados...-
- Xena/Gabrielle: -a Eva y Virgil- porque al amar se es capaz de mirar con el corazón...
- Virgil: Claro... por amor... lo entiendo, creo... pero podrías decirme ¿para qué estás afilando espadas?
- Gabrielle: -a Virgil- sentí ganas de hacerlo, puede ser relajante, Xena siempre lo hace...
- Eva: Si, ahora lo puedo entender mamá ¿pero por qué estamos paradas de manos?
- Xena: -a Eva- es Yoga, te ayuda a relajarte...
- Eva/Virgil: Ah...

En la alcoba, han invertido lugares y ahora Xena masajea la espalda de su ángel...

- Xena: -a Gabrielle- sólo espero no haberla confundido más...
- Gabrielle: -a Xena- no, sabes decir las cosas cuando tienes que decirlas... pero dejando un poco el tema de nuestros hijos, haz pensado que sería bueno marcharnos de aquí, tanto encierro no te hace bien...
- Xena: Estoy divirtiéndome aunque no lo parezca Gabrielle, siempre haz dicho que me hace falta anidar.
- Gabrielle: Lo he dicho, pero sé que no eres así. Nunca nos detuvimos tanto, ni cuando estabas embarazada, viajamos días enteros sin parar.
- Xena: No voy a arriesgarte Gabrielle, no hay prisa, en cuanto asomemos la nariz habrá como siempre suficientes traseros que patear.
- Gabrielle: Puedo viajar sin lastimarme, lo hice cuando creía que mi camino era el del amor.
- Xena: Entonces yo tenía la certeza de que podrías salir corriendo de cualquier problema...
- Gabrielle: Me enseñaste a cuidarme...
- Xena: No quiero discutir contigo de nuevo y si no te gusta Dos Dragones, buscaremos otro lugar, en unos días podrás quitarte la bota de madera y empezarás a caminar un poco...
- Gabrielle: No, el lugar es genial y tampoco quiero discutir, es que no me gusta ver que no estás bien y no hacer nada. Estás agobiada con el aislamiento.
- Xena: Deja mis agobios para mí... Gabrielle sé lo que es vivir con una pierna que sanó mal, voy a hacer que tu pie se recupere aunque tenga que encerrarnos en una jaula. No nos iremos de aquí hasta que puedas ir saltando hasta Anatolia...
- Gabrielle: -replica- mi amor, mi cielo...
- Xena: -le arrebata la palabra- ... ángel, por mi espalda, no te preocupes, siempre a hecho ruido como madera apolillada.

Con la mirada Gabrielle invita a su guardiana a recostarse a su lado.

- Gabrielle: Eres odiosa, ¿lo sabes? -un beso suave sorprende a la guerrera que tenía los ojos cerrados-
- Xena: Sí, siempre lo he sabido...
- Gabrielle: Te odio -otro beso- ... te odio tanto... -un beso más- te odio mucho Princesa Guerrera, por fin entendí lo de amar a tu enemigo...
- Xena: Estoy lista para odiarte y que me odies hasta que amanezca... -la guerrera se vuelca sobre la bardo con un beso de lumbre, entrelazando sus manos, posesionándose de ella, segura de que esta batalla la ganará...-

El sol comienza a dar claridad, la paz reina en Dos Dragones... Virgil y Eva duermen juntos aunque dándose la espalda, parece que aún no superan sus diferencias, en cambio ellas, Xena y Gabrielle solamente existen perteneciéndose la una a la otra....

Parece que la mañana inicia con la desafortunada variable de siempre, la guerrera da de un salto sobre la cama...

- Xena: ¡Con un demonio!
- Gabrielle: -adormilada se incorpora un poco- ... estoy bien, estamos bien... tranquilízate... ven aquí... -extendiendo los brazos- yo te cuido...
- Xena: ¡Por Dios Gabrielle, que acaso no lo escuchas! ¡Aahh!,... es... insoportable...
- Gabrielle: ... ¿qué?...
- Xena: Alguien suena un silbato... ¡un Maldito Silbato! ¡Aahh!... -arrojándose al piso con las manos en los oídos-
- Gabrielle: -se despabila al ver a Xena retorciéndose en el piso- no, no escucho nada...

Como un trueno las palabras de Gabrielle y el extraño zumbido que Xena percibe retumban dentro de su cabeza, como eco en la montaña. Desesperada Xena se levanta y mete la cabeza al agua esperando que el sonido cese, sin éxito, irritada corre al balcón cubriéndose los oídos con un par de almohadas...

¿FIN?


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