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AVISO: LOS PERSONAJES PERTENECEN A MCA/UNIVERSAL AND REINASSENT PICTUREES, ALGUNOS DE LOS POEMAS SON DE PABLO NERUDA, YA QUISIERA YO ESCRIBIR ASÍ DE BONITO. SI TE GUSTA MI TEXTO Y LO QUIERES PUBLICAR EN OTRA PÁGINA POR FAVOR AVÍSAME. GRACIAS.


HOGAR

Ogma

Una legión de Nerón ha capturado un grupo de amazonas, pues en un sueño los Dioses le hablaron y le revelaron que ellas aún poseen aún ambrosía que Artemisa les heredó.

Las cautivas son demasiado jóvenes para saber esas leyendas que sólo se instruyen a las más allegadas a M'Balia, su líder, quien planea rescatar a sus hermanas antes de que sean ejecutadas a la usanza romana.

Eva y sus seguidores andan cerca de Roma manifestando a toda la gente el mensaje de la hija del nuevo Dios, el Dios del Amor, al saber que ejecutarán mujeres inocentes se acerca para pedir clemencia por ellas. Involuntariamente al postular por las chicas estropea el plan de M'Balia y la líder de las amazonas es capturada también.

Eva no piensa dejar que maten así a la última esperanza del pueblo Amazón y busca la manera de entrar a prisión para ayudarla a escapar sin revelar su identidad. Usa como señuelo a una delincuente conocida de la cuidad Silo, la atrapa y luego se hace pasar por su cómplice para que los guardias fácilmente las capturen.

Bien es sabido que quien cae en las mazmorras de Roma las recordará por siempre, la hija de Xena se somete como si tuviera culpa a los 50 azotes de rigor, los acepta en total sumisión, aunque por momentos la expresión de su rostro es incontenible y muestra que aún recuerda cuando ella era quién propinaba los castigos, a diferencia de Silo, quien reniega a gritos la pena que bien merecida tiene.

M'Balia es resentida y le cuesta trabajo perdonar, y a pesar del gran respeto que siente por Xena, cuando la ve ahí herida igual que cualquiera a "la Perra de Roma" se alegra, aunque en el fondo esconda un poco de lástima.

En cuanto puede Eva le envía un mensaje contándole sobre el plan de huida, pretende ser discreta, por eso no la contacta directamente para no descubrirse, M'Balía rechaza categóricamente la oferta y proyecta otro plan de escape, que consiste en salir por la noche (al estilo amazon) tendiendo cuerdas y caminando sobre ellas directo a la libertad, por desgracia su plan falla una vez más y el castigo por intentar escapar es la muerte en inmediata en crucifixión.

M'Balia y las otras chicas esperan amargamente su fin... el rito previo de un condenado es cortarle el cabello si es que es largo, y despojarles de sus escasas pertenecías... luego de este penoso trance y ya sin ninguna esperanza, milagrosamente una mano generosa les ofrece una oportunidad de huir disfrazándose como sirviente romano el plan de los seguidores de Eva funciona hasta poco antes de llegar a la puerta y salir corriendo, una de las chicas amazonas se encuentra enferma y su condición la descubre, cumpliendo con su deber la reina amazona la protege cayendo de nuevo en manos romanas. Eva que observaba a la distancia regresa para ayudar a M'Balia, que como es su costumbre se resiste a ser atrapada de nuevo, peleando como gata feroz contra 4 guardias y los que se acercan... uno de ellos trae el arma que la reina amazona obtuvo del príncipe Shesnik, una navaja triangular, capaz de volar como el Chakram de Xena, no iguala su poder, pero es una arma codiciada.

El soldado pretende usar el artefacto contra su antigua dueña, el muy idota lo arroja cual damisela en apuros poniendo en peligro a sus propios compañeros y a la que se resiste a ser prisionera de nuevo.

Eva llega y detiene el vuelo del arma, se paraliza un segundo para contenerse de usarla, ya que el camino del amor es el de ella... un parpadeo es suficiente para que uno de los soldados esté a punto de apuñalar por la espalda a M'Balia, por reflejo Eva lanza el triángulo de acero, hiriendo de muerte al que intentaba ser verdugo... al percatarse de su acto cae de rodillas lamentando desde lo más profundo de su corazón haber tomado una vida en sus manos de nuevo.

Con su arma cerca la reina amazona se deshace fácilmente de sus captores, al ver a Eva quien le salvó, caída y aturdida, se apresura a empujarla para salir las dos de ahí antes de que sea muy tarde.

Las deudas amazonas son sagradas, suficiente para lograr que la reina perdone a quien fuera en el pasado su enemiga.

Por su parte Eva se encuentra abatida luego de lo ocurrido, había luchado mucho para limpiar un poco la sangre de sus manos y ahora debía empezar de nuevo. Que mejor lugar que la Villa Amazona para predicar la nueva fe, la fe del amor.

*****

Xena y Gabrielle por fin están listas para comenzar el viaje que tanto deseaban "Un crucero por el Nilo".

En el puerto, bajo la lluvia.

- Marinero: 50... ni un denario menos.
- Xena: -abriendo los ojos sorprendida y burlona- su embarcación se hundiría al primer resoplo, no le voy a pagar tanto...
- Marinero: pues no hay trato...
- Xena: bien porque esperaré el siguiente...
- Marinero: bien...
- Xena: bien...
- Gabrielle: -cerrándose el abrigo con las manos- ¿en realidad quieres esperar el siguiente? Tardará al menos 5 días y llevamos más de 25 años queriendo llegar al Nilo para recorrerlo.
- Xena: el bote es de tercera, ¡es un robo!
- Gabrielle: podemos pagarlo ¿no?
- Xena: ¿estás segura? ese bote se moverá más que las caderas de una bailarina...
- Gabrielle: -sobándose las manos- si, quiero hacerlo, vamos antes de que se presente otro monstruo contra quien luchar, otra nación que salvar o una guerra que detener o que iniciar...
- Xena: -suspira un poco- ... tienes razón, ya fue demasiado. ¡Hey! 45 denarios y nos vamos contigo...
- Marinero: trato hecho...

En el bote trirreme la noche llega, Gabrielle intenta por todos los medios controlar las náuseas que no le permiten conciliar el sueño. Xena le hace compañía despierta hasta la madrugada, se entretiene intentando reventar jarrones sin mucho éxito repasando una y otra vez las enseñanzas de Lao-Ma.

- Xena: ¡rayos!
- Gabrielle: ¿por qué es tan importante? No necesitas romper jarrones para vencer a nadie, puedes hacerlo... como siempre.
- Xena: ¿te refieres algo así? -pateando uno-
- Gabrielle: sí...
- Xena: no se trata de sólo reventar jarrones Gabrielle, es el auto-control, es evitar sentir o desear que esté roto y que sin embargo lo esté. Es materializar cualquier cosa, lo que sea -moviendo en círculos la cabeza y aflojando las manos- ... ¡mmhh!, ¡malditos jarrones!, esto no sirve de nada...
- Gabrielle: respira... ya lo haz hecho, sólo relájate...
- Xena: -se limpia el sudor de la frente- ¿quieres un poco de agua? Al menos este jarrón si sirve de algo -al señalar la vasija con agua lo revienta-
- Gabrielle: -se levanta del susto- ¡wow!, ¡Lo hiciste!
- Xena: sí...
- Gabrielle: ¿cómo fue?...
- Xena: no tengo ni la menor idea, ¡rayos!...
- Gabrielle: lástima... lo controlarás, ten paciencia, ten fe...
- Xena: -solo niega con la cabeza- ¿aún quieres agua?
- Gabrielle: ... sí.
- Xena: ... te la traeré.

Por desgracia como lo había previsto la experta, la embarcación en la que van es demasiado vieja e insegura, así que ayuda a los marinos a mantener el control del bote.

Al notar la tardanza de Xena, Gabrielle sale del camarote para averiguar qué sucede, la encuentra trepada en las alturas del mástil mayor, indicándole al capitán hacia donde debe ir.

- Gabrielle: -al capitán- ¿qué sucede?
- Capitán: A mis tripulantes les da miedo subir allá, temen que les pueda pegar un rayo. Gracias a su compañera llegaremos a tierra firme al amanecer.
- Gabrielle: aah... ¡¿Xena, todo está bien?!
- Xena: ¡bien!...

Un fuerte viento los golpea y uno de los aparejos se suelta a punto de aplastar a tres marinos, por instinto Xena apunta con la mano logrando que el palo se parta en dos antes de que los lastime.

- Gabrielle: -busca la mirada de su amiga- ... lo hiciste...

Aún no terminaba de sonreír por lo ocurrido cuando un relámpago pega aun lado de Xena cegándolos a todos por un segundo y derribándola desde las alturas.

- Gabrielle: ¡Xena!

Los marineros y Gabrielle corren hacia ella temiendo lo peor... transcurre un segundo que la bardo sufre como una eternidad, llega hasta su amiga prácticamente a tientas, la guerrera comienza a toser...

- Xena: no Gabrielle... aún no me toca...
- Los marineros: ¡está viva!, imposible...
- Gabrielle: -sonríe entre lagrimas- ¿estás bien, creí que te había dado el rayo?
- Xena: creo que si... pero estoy bien.
- Gabrielle: no te muevas te llevaremos adentro.
- Xena: no es necesario, en verdad puedo hacerlo...
- Gabrielle: te ayudaré, ¿te duele algo?
- Xena: creo que el hombro.
- Gabrielle: ¡por los dioses!... ¡creo que lo tienes afuera!.
- Xena: eso creí... -extendiendo la otra mano para que le ayude a levantarse-

Ya de pie Xena le arrebata su bota con licor a uno de los marineros y toma un trago. Sin más ni más toma vuelo y choca el hombro contra un pilar para ponerlo en su lugar.

- Gabrielle: ¡hay...!, ¡por Dios no hagas eso! ¡Yo te lo hubiera acomodado!
- Xena: así es más rápido...
- Gabrielle: ¡dame eso! -le quita la bota y toma un buen trago- ¿¡...qué!? me asustaste!

Xena sonríe y vuelven juntas al camarote...

Al tocar tierra están en Cyrene y no en Alejandría como habían planeado, la tormenta los desvió muchas leguas de su ruta.

- Xena: ... lo digo en serio, tome el dinero, necesitará reparar su bote para regresar.
- Capitán: en verdad, no es nada señora. Le debemos la vida, es lo menos que podemos hacer.
- Xena: ... de acuerdo, pero no lo hice por eso.

Xena y Gabrielle alquilan caballos para llegar a Alejandría.

- Gabrielle: Cyrene... igual que tu madre.
- Xena: César nombró así este lugar porque yo se lo pedí...
- Gabrielle: ¡grandioso!... podrías pedirle Nerón que le llame Gabrielle a algún puerto.
- Xena: lo intentaré, si eso quieres...

Una vez en Alejandría buscan alojamiento en una hostería.

- Xena: -a Gabrielle- ...estoy segura que lo tengo otra vez, lo siento. Lo pude percibir cuando caí desde el mástil.
- Gabrielle: ¿por qué haría el dios de Elí algo así?
- Xena: no lo sé y no creo que sea bueno.
- Un muchacho: -las interrumpe- ¿ustedes son Gabrielle y Xena?
- Xena: todavía...
- El muchacho: me dijeron que venían para acá, una guerrera muy alta de cabello negro y una hermosa chica rubia.
- Gabrielle: si, ¡esas somos!
- El muchacho: llevó esperándolas un par semanas.
- Xena: -con un seño de preocupación- ¿En serio?
- El muchacho: sí, tengo un mensaje para ustedes.
- Gabrielle: -recibe el pergamino y busca algunas monedas en su bolso- tuvimos algunos contratiempos y perdimos 3 barcos, pero gracias por esperarnos... -le da las monedas y abre el mensaje-
- Xena: -a Gabrielle- ¿qué es?
- Gabrielle: -al muchacho- ¡Espera!
- Gabrielle: -a Xena- Es de Potedia, de mi hermana Lila su hija Yolanda se casa y nos invita como madrinas.
- Xena: ¡¿madrinas? eso es genial!.
- Gabrielle: ¡es increíble!
- Xena: ¿cómo te llamas hijo?
- El muchacho: me llamo Nadir.
- Xena: bien Nadir ¿ya desayunaste?
- Nadir: no señora, no traje muchos denarios...
- Xena: te ganaste un buen almuerzo...
- Nadir: ¿en serio?...
- Xena: ¿tengo cara de mentirosa?
- Nadir: sí... quiero decir no señora, se lo agradezco mucho...
- Xena: -a Gabrielle- ¿cuándo?
- Gabrielle: nos esperan desde hace un mes...

Cuando les sirven los platos...

- Xena: -a Gabrielle- no te vez muy contenta...
- Gabrielle: ... es que planeamos tanto este viaje, y a la vez sabes que me muero por ver a mi hermana y mi sobrina...
- Xena: no hay problema mientras Egipto exista en el mapa podemos volver.
- Gabrielle: íbamos a comprar esa bebida que de la que tanto hablas.
- Xena: ¿cafeto? no te preocupes, estoy segura que puedo vivir un par de años más sin él.
- Gabrielle: gracias...
- Xena: no me lo agradezcas Gabrielle, es justo que tu camino también sea mi camino.

Gabrielle y Xena le piden a Nadir que también le informe a Eva (que se encuentra con las amazonas luego de hacer la paces con M'Balia y a Virgil en Atenas) y un mensaje más para los aldeanos de Potedia, informarles que estén preparados por que el banquete corre por cuenta de las guerreras andantes.

Contentas y aunque un poco desilusionadas por no poder realizar el ansiado viaje por el Nilo, deciden regresar, después de todo no todos los días los sobrinos se casan y menos se les invita como madrinas.

Los buenos actos siempre viene acompañados de cosas buenas... en el barco de regreso, un marino abre la compuerta de la bodega, un olor inconfundible llega hasta Xena, que corre para ver de que se trata. Enorme alegría le ilumina el rostro, el barco en el viajan lleva un cargamento de cafeto.

Mientras saborea una taza de cafeto, sobre la proa Xena piensa que sería bueno estando cerca de casa visitar Anphipolis para ver a su madre, una anciana que tiene años sin verla, que como todos por veintcinco creyó que Xena y Gabrielle habían muerto.

Durante el largo regreso a la aldea de Gabrielle, las nupcias y unión de parejas se están dando en cada esquina, como si Afrodita o Eros estuvieran trabajando más de lo común.

*****

Atenas amanece.

- Virgil -despierta de una pesadilla crónica- ¡¡Aaaah!!

Virgil salta de la cama, hace días que un sueño lo atormenta haciéndolo sentirse culpable por guardarle rencor a Eva la hija de Xena, después de todo su padre le enseñó a tener un corazón generoso y de ella se hablan muchas cosas buenas desde que dejó de ser Livia la perra de Roma.

- Pola: ¡cállate tonto, es muy temprano para estar soportándote!

Más tarde...

- Pola: ¡muchacho inútil eres un estorbo, te dije que cuidaras el puchero!
- Virgil: pero tía me enviaste a traer los víveres. ¡No podía cuidar el puchero, tal vez se lo dijiste a Polo!
- Pola: ¡por supuesto que no, mi hijo no es un sirviente como tú! ¡Idota! Al menos dime ¿qué trajiste del mercado? ¡No tengo humor par soportarte ni una más!
- Virgil: con lo que me diste sólo pude comprar carne de conejo, el cerdo estaba carísimo...
- Pola: ¡eso si que no te lo soporto!, tenías que ser hijo de quien eres, ¡del inútil de tu padre! ¡Un idiota igual que tú! Mi santa hermana, que los dioses la tengan en los Campos Elíseos, ¡debe estar avergonzada de ti igual que lo estuvo de él toda su vida!. ¡Te lo advertí idiota! ¡Largo de mi casa!
- Virgil: ¡¿de qué hablas, sólo traje lo que pude?!
- Pola: pues debiste pensar en algo mejor. ¡Largo!
- Virgil: pero mis hermanos...
- Nacro: -(esposo de Pola)- creo que ya oíste a tu tía ¡largo de aquí!
- Pola: ¡ve a buscar a esas mujeres, a la heroína de Anphipolis y a la otra que tanto defiendes, ¡ellas son las culpables de que ustedes sean huérfanos arrimados!.
- Virgil: ¡calla mujer no quiero perder la paciencia! ¡No te atrevas a hablar mal de Xena o de Gabrielle!
- Nacro: ¡quizás ellas te soporten. Yo a tu edad ya era un hombre, no un estorbo! Vete ahora o te despellejaré -arrojándolo a la calle, Virgil cae sobre un chico (Nadir) que le trae el mensaje de Gabrielle y Xena-

*****

Una noche antes de llegar a Potedia, al pie de la fogata que las resguarda, Xena y Gabrielle guardan silencio, como si ambas tuvieran el mismo pensamiento y ninguna se atreviera a confesarlo.

- Xena: ¿recuerdas este lugar?
- Gabrielle: jamás lo olvidaría -Arrojando una piedra al lago-
- Xena: en ocasiones, muy pocas en realidad, pienso que tal vez ya es el momento de detenerme a mirar como se detiene el agua.
- Gabrielle: te refieres a que el agua del río ha corrido suficiente, ¿tal vez la piedra ya es parte del lago?
- Xena: pareciera que siempre ha sido así, pero en el fondo ha cambiado.
- Gabrielle: transformándose maravillosa. Se convirtió en amor pleno, caridad y generosidad.
- Xena: eso debe ser... pleno, mi corazón ya no busca nada, está sereno porque tú estás a mi lado.
- Gabrielle: sin contar esa habilidad de hacer flotar las cosas.
- Xena: no te burles...

Xena se recuesta y Gabrielle la sigue.

- Gabrielle: si tu corazón dice eso, me quedaré a tu lado para mirar como se serena el agua.
- Xena: lo sé, eres lo más importante para mí.
- Gabrielle: aquel día me diste una gran lección de vida.
- Xena: lamento haberte obligado a crecer tan rápido.
- Gabrielle: yo no lo lamento, sé que sucedió así por amor, escribí algo entonces ¿quieres oírlo?

La señora de la guerra contesta arropando a la bardo en sus brazos.

- Gabrielle: "Iba yo por la senda, tú venías por ella, mi amor cayó en tus brazos, tu amor tembló en los míos"...
- Xena: lo leí una vez...
- Gabrielle: ¿en serio?..
- Xena: ... sí...
- Gabrielle: ... "Desde entonces mi cielo de noche tuvo estrellas y para recogerlas se hizo tu vida un río."
- Xena: ... "Para ti cada roca que tocarán mis manos ha de ser manantial, aroma, fruta y flor."
- Gabrielle: ... "Me hablarás de un camino que no termine nunca."
- Xena: ... "La música que escondo para encantarse huye lejos de la canción que borbota y resalta: como una vía láctea desde mi pecho fluye."
- Gabrielle: ... "En tus brazos se enredan las estrellas más altas."
- Xena: ... "Tengo miedo."
- Gabrielle: ... "Perdóname no haber llegado antes."
- Xena: ... "Una sonrisa tuya borra todo un pasado..."
- Gabrielle: ... "guarden tus labios dulces lo que ya está distante."
- Xena: ... "En un beso sabrás todo lo que he callado.
- Gabrielle: "Tal vez no sepa entonces conocer tu caricia, porque en las venas mías tu ser se habrá fundido."
- Xena: "Cuando yo muerda un fruto tú sabrás su delicia."
- Gabrielle: "Cuando cierres los ojos me quedaré dormida..." No pensé que lo sabrías de memoria ¿cómo lo hiciste?

Xena no contesta, Gabrielle busca tras su hombro, la Señora de la Guerra duerme...

Por la mañana en el sendero antes de llegar a Potedia, se ven siluetas corriendo detrás de los arbustos, son niños que van aprisa para avisar a casa la buena nueva a la aldea.

Al poner el primer pie en la aldea Gabrielle y Xena son recibidas con algarabía, la gente reconoce su valor y sus esfuerzos por la justicia y la paz, y aún los más humildes se acercan para hacerles regalos, ropa, comida, aceite, granos y hasta una gallina. Gabrielle se alegra al ver que Xena recibe sonriente un hermoso vestido y una corona de flores.

Los aldeanos han estado esperando este momento con ansias, incluso han preparado un festival de danza y demostración destreza para homenajearlas, los hombres más hábiles del pueblo imitan las hazañas de las guerras simulando una pelea con espada y dando algunos saltos poco ortodoxos, con mucho ímpetu, a mitad del festival Virgil llega y se acerca a saludar lo invitan a sentarse a un lado de ellas, y los aldeanos también lo coronan.

Luego de varios tiros de arco acertados. La culminación del festival llega, la oferta es que uno de los arqueros deberá dispararle a un voluntario recargado sobre una tabla (obviamente sin herirlo).

Gabrielle toma mano derecha de Xena y levanta los brazos ofreciéndose para el acto. Al ver el detalle de valentía de las festejadas el pueblo entero les brinda un generoso aplauso.

- Xena: ... estaba a punto de hacer lo mismo, yo sola.
- Gabrielle: nunca más pienses en Xena sola, quieres. -Xena le mira los ojos, como si quisiera besarlos y al escote como si quisiera comérselo- Además no VAMOS a permitir que ese pobre hombre asustado mate a alguno de sus amigos. -Gabrielle lo nota y se sonroja un poco-

Una vez recargadas en la tabla el asustado tirador saca sus mejores disparos. Con facilidad Xena detiene cinco, Gabrielle dos y esquiva el último que iba directo a su cabeza.

En ese momento Eva y algunas de las chicas amazonas llegan a la aldea y al ver la escena piensan que es una agresión real y se van sobre el arquero.

- Xena: ¡Eva, no!
- Gabrielle: ¡no hagan eso! Mariam, Bob, ¡suelten a ese hombre ahora!

Al ver a su virtual reina de frente a ellas, las amazonas se inclinan sumisamente. Gabrielle les ofrece un abrazo y todo parece que ha terminado, pero asustado el arquero accidentalmente suelta su arma y sale otro tiro, Xena lo detiene gracias a su buen oído, aunque no evita cortar con la flecha el brazo de Gabrielle.

- Xena: lo siento, apenas la escuché...
- Gabrielle: lo sé, descuida... -El arquero se arroja a los pies de Gabrielle-
- El arquero: ¡le ofrezco mi vida señora! -inclinándose-, ¡no fue mi intención herirla, no sé que pasó!.
- Gabrielle: levántate, estoy bien.
- Xena: ¿segura?
- Gabrielle: gracias a ti.

Gabrielle toma de las manos a Xena y Eva, levanta los brazos y sonríe para tranquilizar a la gente que contesta con aplausos y gritos de apoyo.

- Gabrielle: -a Xena- ¿iba al cuello verdad?
- Xena: sí... -La bardo roza exquisitamente la mano de su mejor amiga agradeciéndole-

Virgil se acerca y le pone una cinta en el brazo a Gabrielle protegiendo su herida, cruza por un momento la mirada con Eva y ella mira al suelo apenada.

Los aldeanos reconocen el valor y altruismo de las guerreras y las invitan a disfrutar de una fiesta con comida, bebida, tambores, cuerdas y baile.

Es de noche Xena y Gabrielle brindan con una enorme sonrisa en los labios.

En una de las mesas Eva sentada observa bailar a la multitud, Virgil se sienta frente a ella, Eva baja la mirada arrepentida por lo ocurrido con Joxer, Virgil toma su barbilla y la obliga a mirarlo, luego la invita a unirse a la celebración bailando con ella.

Gabrielle los descubre y le muestra a Xena, que no puede más que crecer la sonrisa al ver a su hija feliz a lado de Virgil.

La fiesta ha sido larga y es hora de ir a dormir, de manera atenta los aldeanos han preparado un par de habitaciones para las invitadas de honor.

Gabrielle se encuentra dando vueltas en la cama sin poder dormir, decide ir a ver como le va Xena.

- Gabrielle: -toca la puerta- ¿Puedo pasar?
- Xena: Gabrielle...
- Gabrielle: Tampoco puedes dormir.

La guerrera en el suelo recostada sobre algunas pieles y sólo niega con la cabeza.

- Xena y Gabrielle: -al mismo tiempo- La frazada es caliente y la cama muy blanda.

Al decirlo juntas, ríen, Gabrielle se recuesta a un lado de Xena para compartir el suelo de la habitación.

- Gabrielle: mañana será un gran día...
- Xena: ya lo creo... -apagando la vela con los dedos-

Por la mañana, luego del desayuno y ya preparándose para el festín Xena estrena en bonito vestido que hace lucir genial, además cepilla su cabellera y eso es para hacerse notar, se pueden contar con los dedos de una mano las ocasiones que ha cometido tal hazaña. Gabrielle aún está vistiéndose luego de salir de la bañera.

- Eva: ¿mamá, tía Gabrielle, puedo entrar?
- Gabrielle: pasa...

Eva se detiene un momento y las mira...

- Xena: ¿qué pasa?
- Eva: es la palabra, mamá, casi siempre te digo madre y -ambas se abrazan- y por otra parte debo decir ¡Wow!... te ves, bueno ambas se ven bellísimas.
- Gabrielle: lo sé, podrías ayudarle a tu bellísima tía a abrocharse.
- Eva: claro...

Al ver descubierta la espalda baja de Gabrielle, Eva nota una enorme cicatriz. Y no consigue resistir la curiosidad de preguntar que fue.

- Eva: debió doler suficiente...
- Gabrielle: ah, ¿esa marca?... fue hace tanto tiempo...
- Eva: parece con una lanza o una espada.
- Gabrielle: ... no fue tan grave, ya hasta lo olvide...
- Eva: siempre he admirado tu buena memoria.
- Xena: es una larga historia y si quieres saber quien fue, fui yo.
- Eva -sorprendida- lo siento, no quise ser indiscreta.
- Xena: te lo contará ahora, ya fue demasiado cepillo por hoy, yo debo ir a revisar que no falte nada para el banquete.

Virgil ayuda a los demás hombres a adornar las columnas del viejo templo, Xena se acerca y nota que no son muy fuertes. Intenta mirar a los ojos de Virgil, pero él la evade.

- Xena: si estas interesado en mi hija, más vale que me digas qué te sucede.
- Virgil: lo haré, pero ahora no, no puedo...
- Xena: no soy tan mala suegra como parezco.
- Virgil -sonríe un poco- No es eso, es que me causa dolor hablarlo -regresa a su seño en la frente, que lo caracteriza-
- Xena: Gabrielle dice que contar las penas mitiga el dolor y yo le creo.
- Virgil: mi madre murió y...
- Xena: Meg... yo... lo lamento Virgil... -la guerrera le brinda su apoyo con una palmada en el antebrazo-
- Virgil: eso no es lo que duele... es la familia de mi madre, parientes que ni siquiera lo son, salteadores que me quitaron a mis hermanos y les envenenaron el alma contra mí, contra ustedes y contra la memoria de mi padre.
- Xena: ¿de Joxer?, él nunca le hizo mal a nadie.
- Virgil: ellos le dijeron a mis hermanos que todo lo que tiene que ver con guerreros es causa de desgracias y que por culpa de eso mi madre murió.
- Xena: ¿tú también lo crees?
- Virgil: no, mi madre murió por su alcoholismo y su glotonería.
- Xena: imaginaba algo así... y qué más dicen tus parientes.
- Virgil: cuando quise defender la memoria de mi padre me echaron y dijeron que no buscara más a mi familia en Atenas, que ahora la buscara en Anphipolis.
- Xena -lo abraza- Virgil, tal vez tengan razón, quisieron lastimarte y te hicieron un favor, ahora nos tienes a nosotras y recuperaremos a tus hermanos, lo prometo... no ahora, pero lo haremos...
- Virgil: gracias Xena.
- Xena: créeme si mi hijo viviera estaría muy orgullosa de que fuera un hombre como tú. A mí, a Eva y a Gabrielle cuéntanos como tu familia, no estamos en Anphipolis, pero Potedia no está nada mal ¿no crees?
- Virgil: lo sé... -sonríe un poco- ... tienes razón.
- Xena: nunca podré suplir la presencia de tus padres, pero en mi puedes imaginar a Meg después de todo ella y yo alguna vez fuimos como dos gotas de agua, sólo Gabrielle podría diferenciarnos.
- Virgil: esa fue la razón por la que mi padre se casó con mi madre. Sin embargo yo sé que en el fondo jamás dejo de amar a Gabrielle...
- Xena: ... sí, él la amaba mucho...
- Virgil: me hubiese gustado tanto que ella fuese mi madre.

Gabrielle entra al lugar y Xena sólo con mirarla le hace saber que necesita hablarle.

- Xena: ... cuéntale lo que sientes, tal vez ella desee lo mismo que tú, Gabrielle es así y Joxer lo sabía...

La bardo se acerca y recarga su mano sobre el hombro de Xena.

- Xena: ... después de conocerla uno no puede dejar de amarla.
- Gabrielle: Virgil, lamento interrumpir, ¿me prestas a la madrina un momento?
- Virgil: claro...
- Xena: creo que Virgil y yo llegamos a un consenso sobre ti, ¿verdad Virgil?
- Virgil: sí... -limpiándose un par de lágrimas-
- Xena: aquí todo está listo Virgil, puedes ir a ver como va el baldaquín que traje desde Egipto.

Virgil afirma con la cabeza y las deja para que ellas hablen.

- Gabrielle: dime...
- Xena: no quiero ser aguafiestas...
- Gabrielle -suspira- pero...
- Xena: crees que sea prudente aplazar la ceremonia.
- Gabrielle: me temo que no, ¿qué pasa?
- Xena: vez esa enorme nube, viene para acá.
- Gabrielle -la mira atenta- ... no lo creo el viento sopla en sentido contrario, mira los árboles.
- Xena: sólo la corriente de abajo, observa...

Xena arroja su Chakram hacia el cielo, tan alto que se pierde de vista y cae a unos metros a la izquierda de ellas.

- Gabrielle: ¿eso que significa?
- Xena: los árboles se balancean a la derecha, el viento de arriba empujó el Chakram al lado contrario y por mucho...
- Gabrielle: ... lo que significa que la nube viene para acá.
- Xena: fuerte y rápido.
- Gabrielle: Xena, no podemos aplazar la boda estuvieron esperándonos un mes.
- Xena: lo sé, por eso le pedí a Orésteres que apuntalara la capilla, no confío mucho en esos pilares.
- Gabrielle: sí, son muy viejos...
- Xena: mejor voy a anclar bien el baldaquín para la celebración.
- Gabrielle: de acuerdo...

Durante la ceremonia el cielo claro que reinaba se oculta tras densas nubes que efectivamente alcanzaron el pueblo y un fuerte viento se acerca presagiando una tormenta.

- Xena -a un lado de la orgullosa tía- se ven felices...
- Gabrielle: Yolanda es igual a Lila el día que la vi cuando me fui de aquí.
- Xena: Orésteres se ve tan orgulloso.
- Gabrielle: y pensar que podría ser yo la que estuviera tomada de su brazo, te das cuenta, puede haberme casado con él.
- Xena: te arrepientes de no haberlo hecho.
- Gabrielle: sabes que no... sólo que me sorprende lo cerca que estuve dar ese paso y créeme después de TODO, no lo quiero volver a dar.

Al término de la ceremonia llueve a cantaros, algunos aldeanos deciden ir a refugiarse a sus casas y otros prefieren esperar a que cese un poco el agua para luego acudir al banquete.

Para hacer la espera amena Gabrielle decide contar a los niños una de sus historias. De inmediato los chicos de la aldea se hallaban sentados a su alrededor, con su peculiar estilo poeta pronto cautiva a todos.

Xena escucha la narración recargada en la ventana mirando como viene lluvia, percibe la vehemencia con la que Gabrielle cuenta una de sus batallas, esa emoción compartida le hace sonreír y buscar la mirada de la hermosa relatora, al cruzarse con los esplendorosos "ojos de hielo" corresponde el gesto.

La lluvia se vuelve muy cerrada y repentinamente se detiene Xena sabe que algo no está bien y le pide a la gente que aún no salga del lugar, que la tormenta aún no termina, pero no la escuchan y comienzan a desalojar el viejo templo, dirigiéndose a sus casas y otros al sitio del festín. Sólo unos pocos hacen caso a la advertencia de Xena.

- Xena -a Eva- Eva busca un sitio seguro para la gente, un lugar sólido, si viene lo que creo ni en sus casas estarán seguros.
- Eva: de acuerdo...

Todavía no terminaba de decirlo cuando una poderosa ráfaga de viento arranca el techo viejo que cubría el templo, se desploman algunas vigas de madera. Gabrielle que tenía un par de copas para animar su narración, instintivamente levanta los brazos y evita que una viga de madera caiga sobre los niños que están alrededor de ella aterrados.

En unos instantes todo se vuelve viento, lluvia y caos.

Xena, Virgil, Mariam, Bob y Eva ayudan a salir de lugar a los viejos y a los heridos.

- Gabrielle: ¡¡pronto niños!!, ¡salgan de aquí, yo estaré bien, por favor salgan!.

Los niños están asustados y se aferran a las ropas de Gabrielle, ella se ocupa en no soltar la viga que sostiene con las copas sobre su cabeza.

La Princesa Guerrera regresa al templo para sacar de ahí a Gabrielle.

- Gabrielle: ¡ah los niños primero!

Xena, admite con la mirada y carga a un par de niños y toma de la mano a otros.

- Xena: ¡no te atrevas a bajar las manos!
- Gabrielle: ... ¡resistiré!

Al salir Eva y Virgil vienen para ayudar.

- Xena: ¡Eva!, llévenlos con sus padres.

Al regresar la vista al interior del templo los pilares están a punto de derrumbarse sobre Gabrielle. Virgil sostiene uno y Xena otro, un tercero cae lentamente, Xena malabarea y consigue que la mole de piedra no caiga de lleno sobre el pie de Gabrielle, un bloque le da en el tobillo.

Xena arroja el pilar que tiene en las manos y se las ingenia para sostener por unos momentos la viga que carga Gabrielle con una banca de madera. Virgil se acerca y lleva en brazos a Gabrielle a la salida.

Al dar unos pasos fuera el templo se desmorona tras ellos.

Por suerte, la gente del pueblo fue puesta a salvo por Eva y las demás amazonas, en una cueva cercana, hay algunos heridos, pero ninguna vida que lamentar...

De Potedia no se puede decirlo mismo, en la aldea prácticamente todo se ha perdido, ninguna casa mantiene entero el techo y paradójicamente lo único que queda en pie es el baldaquín que tendió Xena que resguarda la comida para el banquete. La gente se apresura para obtener el mejor lugar del improvisado refugio.

Gabrielle mira curiosa a Xena para que le explique como lo hizo.

- Xena: ... sólo dije que lo anclaría bien, eso hice...
- Gabrielle: No importa que pase, siempre terminas salvando el día.
- Xena: no del todo... en unas cuantas horas ya te lastimé un par de veces...
- Gabrielle: estoy bien, mírame, brazos de hierro piernas de ¡Aaayyy! -La guerrera se acerca para sostenerla antes de caer. Por un segundo sus rostros quedan frente a frente, Gabrielle puede ver angustia de Xena por ella- deja de culparte quieres, tú me salvaste, salvaste a todos.
- Xena: no...
- Gabrielle: si lo hiciste... -rozando con los labios el cuello de Xena- ... eres mi heroína, jamás me haz decepcionado... -la guerrera cierra los ojos para sentirla- ... te amo.
- Xena: ... al menos habrá cena hoy...

Durante toda la noche Xena y Eva se dedican a curar a los que resultaron heridos por ramas los árboles que cayeron o piedras y maderos en el templo y en sus casas. Eva se disculpa con la gente mayor, incluída su querida tía Gabrielle, pues de un tiempo para acá sólo ha podido sanar a los más jóvenes y a los niños.

La gente lo comprende y agradece, ya es una gran ventaja que la mitad de los pobladores sanen rápido.

Toda la noche y hasta el alba Gabrielle reniega de su forzada inmovilidad, ya que Xena le amarró el pie a la base de una silla y las manos en la espalda para evitar que se mueva tratando de ayudar a otros.

- Gabrielle: ¡no es justo Xena! Suéltame ya, un pie quebrado no me va detener.
- Xena -a Gabrielle mientras cose a la frente a un anciano- ¡ya te dije que no debes moverte!
- Gabrielle: no puedes dejarme amarrada tres semanas.
- Xena: ¿Quieres probar?...
- Gabrielle: sí... bueno, pensándolo bien no, pero déjame ayudarte, Eva ya hizo lo que pudo, yo quiero ayudarte también.

Xena previene al anciano que le dolerá y le da una pedazo de cuero para que lo muerda. El hombre lo toma con la boca y cierra los ojos. La guerrera saca su daga de la lumbre y quema un poco sobre la herida.

- Xena: va ha estar bien señor...

Luego con la misma daga libera las manos de Gabrielle que gira el cuerpo para seguir reclamando y se lastima el pie.

- Gabrielle: ¡ouch!...

Xena la ve con su mirada de "te lo dije"...

Eva y las amazonas regresan luego de decir la oración del amanecer.

- Xena -a Eva- ¿Todo bien?
- Eva: si todo.
- Xena: ¿segura? -señalando el hecho de que Bob y Mariam traen a un par de hombres atados-
- Eva: no te preocupes, los romanos me siguen como moscas en cuanto pongo un pie fuera de Anatolia... pero puedo controlarlo.
- Xena: lo sé... -poniendo una mano sobre el hombro de su hija- ¿quieres que hable yo con ellos?
- Eva: ¿por qué no?...

Xena se encamina hacia las chicas y los prisioneros, ferozmente lanza su Chakram en dirección a ellas, justo antes de que le de a las chicas, éste se abre haciendo un giro impresionante, que parte las cuerdas que atan a los hombres, las navajas del Chakram quedan clavadas en un tronco. Al tenerla justo enfrente, los soldados aterrados casi se orina, tan sólo al ver a la madre guerrera, ella extiende las manos y llama (con el poder de Lao-Ma) a su arma que vuelve a ella flotando mágicamente. Eva sonríe al ver los alardes de su madre, sabe que lo hace para intimidar a sus pobres perseguidores.

- Xena: ... me dicen que ustedes son romanos... y supongo que entonces conocen la ley romana -los soldados con los ojos cerrados esperan su muerte- ¡¿Conocen la ley romana?!
- Los soldados: sí, sí, señora...
- Xena: y supongo que también saben quién soy yo -uno dice que sí, el otro dice que no- ... los sacaré de dudas, mi nombre es Xena Princesa Guerrera, Madre Guerrera y esa dulce niña a la que perseguían es mi hija Eva.
- Uno de los hombres -replica- creíamos que era Livia.
- Xena: ¡Eva! Se llama Eva y es mi hija... y quién está contra mi hija está contra mí, y la ley romana dice señalado por Octavio Augusto: quien está contra Xena está contra Roma y merece crucifixión, ¡¿Acaso están en contra Roma?! -asustados contestan que no- ... bien, me alegra que respeten la ley... vayan y digan que no encontraron a Livia, ella murió, y digan también qué si alguien osa ponerle un solo dedo encima a mi hija EVA será castigado, por mí o por la ley romana. ¡Ahora, ¿qué esperan? Largo de aquí!

Cuando los soldados se han ido Eva se abraza a su madre como una niña...

- Xena: -un poco sorprendida por la reacción tan dulce de su hija- ¿qué pasa hija?
- Eva: estoy cansada de esto...
- Xena: terminará, lo prometo...
- Eva: quiero predicar la palabra de mi padre, pero así no...
- Xena: lo sé, hijita...
- Eva: ... a veces siento que es imposible. Hay tanta violencia en contra del amor...
- Xena: terminará, siempre te cuidaré.
- Eva: sí... pero quisiera que no fuera necesario...
- Xena -besando la frente de su hija- yo también ¿ese es nuestro trabajo?... te amo Eva.

Xena patea en el pie a Virgil.

- Xena: ¡arriba! Necesito que me acompañes...
- Eva: ¿qué haremos nosotras? Queremos ayudar.
- Xena: bien, porque necesito que racionen las provisiones y que salgan a buscar algo de bayas y frutos para comer hoy.
- Eva: está bien ¿a dónde irán ustedes?.
- Gabrielle: ¿a dónde iremos?
- Xena: YO iré con Virgil a Figo, el pueblo al oeste, si mis cálculos son correctos el tifón no pasó por ahí, tal vez tengan comida. Tú debes estar quieta para que te repongas pronto.
- Gabrielle: ¡ah, no, no me voy a quedar aquí, yo puedo conducirlo hasta Figo!, además, tú deberías dormir un poco ¿no crees?
- Xena: no, tú eres la que debes dormir, estuviste protestando toda la noche.
- Gabrielle: y es obvio que no te importó porque sigo aquí, ¡amarrada a esta estúpida silla!

Xena agacha y se acerca, se detiene justo frente Gabrielle y aunque es su mejor amiga el tamaño de la guerrera y su expresión asusta hasta el más valiente.

- Gabrielle: Xena,... no estás molesta, ¿o sí? -Xena saca su espada y Gabrielle cierra los ojos-
- Xena: no te muevas...
- Gabrielle: no lo haré, no lo haré...

Con un par de golpes de su arma corta la madera para dejar libre el pie de Gabrielle.

Xena se arrodilla y sujeta el pie de Gabrielle con el cuidado que se trata un cristal frágil para ajustarla con unas cintas a una tablilla. Al rubia temerosa abre un ojo primero y luego el otro...

- Xena: Gabrielle, sé que te asusta estar sin hacer nada, pero tendrás que esperar a que regrese y cuidarte en mi ausencia.
- Gabrielle: de acuerdo...
- Xena: -se aproxima un poco más a Gabrielle y al oído le dice- sabes no soporto que sufras, tu dolor me mata... -con estas palabras la rubia deja de protestar-
- Xena -a Eva- ¿la cuidarás?
- Eva: te lo prometo...
- Xena: volveremos al anochecer.

Xena y Virgil se marchan llevando consigo una carreta para transportar las compras.

Gabrielle se pasa la mañana entreteniendo con más historias a los niños de la aldea, Eva y las chicas le enseñan las mujeres a preparar sopa con algunas legumbres silvestres.

A mitad del camino Virgil le pregunta a Xena porque lleva tanta prisa.

- Xena: Potedia no fue la única aldea que azotó el tornado habrá más personas comprando provisiones.

Al llegar a Figo, tal y como lo dijo, otros han venido dispuestos a comprar herramientas y comida para su gente, con el pequeño inconveniente de que ellos no llevan mucho dinero, no tanto como Xena.

Los interesados comerciantes rodean a la guerrera como abejas a la miel. Sin embargo Xena no admite que los mercaderes lo ofrezcan más caro a los otros que a ella, así que gasta todo el dinero que lleva en comida y luego les regala un poco a los que más les hace falta.

Virgil respeta el gesto de Xena y permanece callado ante su decisión, que por desgracia los ha dejado sin capital para llevar herramientas y abrigos a Potedia.

- Xena: salgamos de aquí...

Apresurando la marcha, Virgil nota que Xena toma otro camino al de venida.

- Virgil: ¿a dónde vamos?
- Xena: ya lo verás...
- Virgil: eres bondadosa, pero nunca a costa de los tuyos, no haces nada sin tener cubiertos todos los flancos, ¿a dónde vamos?
- Xena: ¿cómo lo sabes?
- Virgil: mi padre me lo dijo.
- Xena: pues tenía razón...

Luego de un rato de ir a galope, Xena baja la velocidad del carro hasta detenerse en medio del bosque.

- Virgil: ¿aquí? Creí que iríamos a otra ciudad a conseguir lo que nos hace falta.
- Xena: estás frente a lo que fue una ciudad Virgil, abre bien los ojos...

Xena baja del carro, Virgil la acompaña.

- Xena: ... oculto por más de 30 años...

Virgil intenta ver lo que Xena dice y sólo está bosque con inmensos árboles.

- Xena: es este... -tocando la corteza de un altísimo fresno- obviamente creció... pero si subo...

Trepa al árbol a la altura de unos dos cuerpos sobre el suelo, donde hay un peculiar hueco, mete la mano, y una escalera de cuerda cae a un lado de ella.

Virgil intenta ver el final de la escalera, pero es tan alto que se pierde en el entre el cielo y la enramada, se marea un poco y casi cae.

- Xena: ¿Virgil, estás bien?
- Virgil: pensarás que soy un cobarde, pero siempre el he temido a las alturas.
- Xena -sonriendo- Joxer siempre decía lo mismo...

Antes de intentar usar la escalera, la jala con fuerza, la cuerda se arranca fácilmente.

- Xena: ya no sirve, nos llevará más tiempo subir trepando, dame la mano, te ayudaré.

Luego de un rato...

- Virgil: ¿estás segura que no hay otro camino?
- Xena: hay un pasaje, sólo que está cerrado desde adentro y otro camino que nos llevaría un par de días llegar a él.
- Virgil: me parece que este es el árbol más alto del mundo.
- Xena: sólo mantén la vista arriba, ya falta muy poco. Y tienes razón es el más alto.
- Virgil: ¿en serio?
- Xena -sonríe- hemos llegado, mira al norte.

Un largo puente de roca sostenido a la mitad por una columna de mármol los espera, los conduce a una impresionante puerta de madera entre las filosas aristas de la montaña.

De arriba abajo la puerta tiene el símbolo que Xena lleva en su armadura, seguida de dos dragones entrelazados (uno europeo y uno chino), la figura de una espada y par de águilas esculpidas en cantera vigilan a los lados.

Xena cruza tranquilamente el puente y se acerca a encender las hogueras al pie de cada águila, por desgracia Virgil no ha podido cruzar el puente, el miedo lo paraliza, la guerrera tiene que regresar para tomarlo de la mano.

- Xena: -tratando de distraerlo para que se relaje- mira allá arriba...
- Virgil: una torre.
- Xena: es la torre de vigilancia, mmm, veo que tenemos inquilinos.
- Virgil: un nido de águila, grandioso...
- Xena: ya lo creo esa es una de las razones por las que algún día creí que este sería mi hogar -sin que Virgil lo note Xena lo ha conducido hasta la entrada-

Al centro de la puerta está una huella en forma de espada Xena acopla la propia, el ingreso se abre lentamente.

- Xena: -esboza una nueva sonrisa- aún funciona...
- Virgil: Xena, ¿qué es este lugar, quién vive aquí?
- Xena: además de las águilas espero que nadie, es un lugar seguro, los guerreros le llamaban "El Palacio de los Dos Dragones", un día fue mi hogar...
- Virgil: ¿hogar?, mi padre nunca me contó que tuvieras un... -deslumbrado- una... fortaleza o palacio.
- Xena: todos los que lo conocieron murieron en la batalla de Corinto o antes.
- Virgil: ¿y por qué hemos venido?
- Xena: aquí hay suficientes cosas que abandonadas no tienen la más mínima utilidad, pero que para la gente de Potedia serán una buena ayuda... -Suspirando- Además, Gabrielle necesita descansar en un sitio seguro, no existe ningún lugar más seguro que este.
- Virgil: ¿qué es lo que lo hace tan seguro?
- Xena: el diseño en la roca, es fuerte y sólido, tiene conductos de escape y canales de acopio para el agua y la comida. Aquí hubo miles de hombres alistándose para la guerra, además... además como te dije nadie que lo haya conocido vive, excepto... excepto: Ares.
- Virgil: ¿el Dios de la Guerra?
- Xena: ahora que no tiene poderes, espero que no moleste... hace años solía guardar sus caballos en este sitio, en una disputa contra Demeter los perdió.
- Virgil: ¿tuviste algo que ver?
- Xena: por supuesto... luego ella abandonó el lugar por luchar contra Hades, finalmente paso a mí, fue el regalo de una amiga para mi hijo Solan... por desgracia él no vivió para disfrutarlo...

Virgil lleva la cabeza arriba y la boca abierta contemplando el lugar que está cubierto de lujosos y adornos en oro y plata. Un retrato enorme de la guerrera sobre la chimenea sobre de una gran mesa, con elegante trono de cuero lo atrae y confiado se sienta en ella y sube los pies a la mesa simulando ser jefe.

- Xena: desde ese lugar planee cientos de batallas.
- Virgil: es buen lugar -balanceándose en el asiento-
- Xena: es sorprendente como pueden cambiar las personas ¿no crees?
- Virgil: ¿si lo dices por el retrato?, te vez igual.
- Xena: no... Ves esa marca en la silla a la altura de tu cuello.
- Virgil: sí...
- Xena: yo la hice con mi antiguo Chakram.
- Virgil: ... sí... ¿por qué?
- Xena: le corte la cabeza a un hombre por sentarse en mi silla y subir los pies sobre mi mesa.

Virgil se asusta tanto que se cae de espaldas. Xena se acerca tendiéndole la mano para que se levante.

- Xena: te dije que he cambiado... además no tengo intenciones de quedarme sin yerno.
- Virgil: ... me alegro.
- Xena: ¿me ayudas a limpiar el lugar?
- Virgil: claro...

Virgil estaba fascinado con el lugar y por fin entendió el porque a Xena la nombraban como La Princesa Guerrera, su riqueza podría compararse fácilmente con la de Roma y lo más increíble es que ella lo guardara en secreto por tanto tiempo.

En una especie de cuarto de control en el corazón del palacio Xena mueve las palancas que activan válvulas para hacer correr de nuevo el agua por las conductos de roca y abre algunas de las compuertas del lugar, las barras de hierro están oxidadas y se necesita bastante fuerza, algo de aceite e ingenio para que se despeguen y vuelvan a funcionar.

Cuando Xena termina de echar a caminar el lugar se dirige a un almacén de armaduras y comienza a llenar un par de cajas esféricas de madera; por un ventanal mira a Virgil que tiene la boca abierta mientras le quita el polvo a las armaduras en el gran Salón de Armas.

Los recuerdos se hacen presentes en la mente de Xena, miles de hombres alistándose para el combate, entrando y saliendo remplazando su armamento entre el sudor y la sangre, su afán de servir a la comandante suprema, cuya leyenda los alentaba a pelear sin detenerse.

La voz de un viejo amigo: Ares susurra al oído de la guerrera, por un segundo Xena no distingue si es parte de su recuerdo está sucediendo ahora:

- Ares: no puedes negar que siempre te gusto esa sensación de poder sobre todos tus hombres, el temor en sus insulsos rostros ante ti...
- Xena: ¿Ares?
- Ares: quién más...
- Xena: no tengo idea como estás haciendo esto, y más te vale que no tengas intenciones de aparecer por aquí te lo advierto...
- Ares: amenazar, es tu estilo... pero no me evadas y contesta, recuerdas esa sensación. Te causaba tanto placer...
- Xena: cierto... no lo puedo negar, y lo que también es verdad es que ya no lo necesito.

Virgil se acerca al oír la voz de Xena creyendo que le habla a él.

- Virgil: ¿me decías algo?
- Xena: no, no Virgil... hablaba con... con un recuerdo...
- Virgil: me cuentas que significa tu escudo de armas.
- Xena: de acuerdo, te lo mostraré mejor...

Xena conduce a Virgil a la un segundo nivel en el lugar, donde se encuentran las habitaciones y la cámara principal (su dormitorio).

- Virgil: ¿está era tu habitación, verdad?
- Xena: sí...

Sobre la pared los dos dragones de oro y plata entrelazados se yerguen.

- Virgil: hermosos, enormes...
- Xena: no me refería a esos, mira por el balcón.

Frente a sus ojos un hermoso jardín, verde y reluciente, como si los 30 años nunca hubieran pasado que también tiene trazada la figura de los Dos Dragones.

- Virgil: ¿cómo es posible que el jardín este así después de tanto tiempo?
- Xena: son árboles de una de islas cerca de Chin: Lapan y Okinawa. Sus plantas tienen la peculiaridad de no crecer más de lo que puedes ver y sin embargo tienen cientos de años de vida, esos arcos son acueductos iguales a los de Atenas, traen agua fresca de la montaña a todo el lugar.
- Virgil: ¡Increíble!

En la antesala al balcón un pedestal sostiene un dragón chino de oro.

- Virgil: y sobre ese (el dragón dorado) ¿es uno de los dos dragones cierto?
- Xena: sí, su nombre es: Lu-Mang.
- Virgil: me cuentas su historia.
- Xena: tal vez otro día, es tarde y debemos volver con las provisiones a Potedia, además se aproxima una tormenta. -El chico se siente un poco decepcionado, esperaba una gran historia- Hiciste un buen trabajo limpiando abajo, estará bien para recibir mañana a Gabrielle y a Eva, después podremos entrar en detalles.

En silencio y para si misma, la guerrera no puede evitar revivir aquellos tiempos, sin detener su trabajo preparando los vivieres para la aldea de Gabrielle.

*****

- Xena: -a Borias- ... Cuando viajé a Lapan, como a cada lugar al que fui robe un tesoro. Un día, vi al interior de una casa rica que parecía abandonada, dentro de ella sobre una repisa había un hermoso dragón de oro puro, de inmediato me interesé en poseerlo, no porque lo necesitara sino para traerlo a mi colección y fue ahí que conocí a un hombre llamado Lu-Mang. Entré por la noche a su casa para apoderarme del dragón y él ya me esperaba, yo ya era buena con la espada y sin embargo frente a él parecía una principiante, fui muchas noches y no pude llevarme nada, me vencía fácilmente, siempre descubría mis planes y yo me aferraba más a obtenerlo. No me di cuenta entonces, pero lo que Lu-Mang hacía conmigo cada noche, no era impedir que me llevará un objeto, el me compartía su sabiduría, aprendí nuevas técnicas de pelea y a manejar la espada y las demás armas correctamente. Una noche me decidí a marcharme de ahí y no quería irme sin ganancias, pelee toda la noche contra él, los enfrentamientos nunca se habían alargado tanto, siempre terminaba venciéndome demasiado pronto, sin darnos cuenta el sol comenzó a salir, un rayo de sol iluminó el rostro de Lu-Mang y él se paró... casi sin quererlo atravesé su corazón con mi espada. Me acerqué y levanté su cabeza, me dijo que se detuvo cuando vio que el sol iluminaba mi rostro y no me convertí en plata. Sin más ni más entre mis brazos se evaporó quedando de él sólo una estatua de oro, una estatua de dragón. Él creía que yo era de plata como él de oro, la leyenda decía que un despiadado dragón de plata los atacaría y que era su deber proteger a su gente de él.
- Borias: -con Xena en campamento poco después de hacer el amor- así que Lu-Mang creyó que tú eras un dragón.
- Xena: no lo sé, después de su muerte pregunté a los aldeanos, si habían visto un dragón alguna vez o si les temían, me dijeron que sólo los dragones pueden verse entre sí en su forma mágica o en su forma humana.
- Borias: que miedo...
- Xena: no, allá los dragones no son como los de aquí, en Lapan se le considera guardianes de paz y conocimiento.
- Borias: yo si creo significa que eres un dragón.
- Xena: no hasta donde yo sé, sólo me gusta creer que puedo a serlo algún día... -le imprimé un beso salvaje en la noche que conseguía embarazarse de Solán-

*****

- Virgil: -interrumpe el ensimismamiento de Xena- ¿debieron ser días fenomenales? Mi padre solía decir que antes de conocerte él y mucha gente pensaba en ti como un monstruo temido igual que un dragón.
- Xena: tuve unos amigos y enemigos que solían considerarme eso -suspirando- ... y hablando de dragones será mejor que regresemos, Gabrielle debe estar a punto de arrojar fuego.

Entre los dos llevan las cajas esféricas hasta un conducto que baja la montaña, para ahorrar tiempo Xena le dice a Virgil que será mejor que él suba a una canastilla que solía usarse para los alimentos, ella lo bajará poco a poco con una cuerda.

A penas ponía los pies sobre el suelo Virgil cuando Xena venía columpiándose de una cadena. Y salta y cae de pie a un lado de él.

- Virgil: ¿cómo lo hiciste?
- Xena: cambié las cuerdas por una cadena.
- Virgil: me refiero a primero cómo obtuviste tanto y por qué lo dejaste.
- Xena: algún tiempo creía que lo más importante de mi vida era lo que poseía. Estaba convencida de que si llegaba a caer en manos de algún enemigo, mi riqueza pagaría mi vida. Después aprendí que no importa cuando dinero poseas, si dañas a una persona, su dolor y su odio no pueden pagarse con nada, además me di cuenta de que si mis enemigos se enteraban de que poseía tantas cosas me asesinarían para robarme y finalmente me di cuenta que ni con toda la riqueza de Dos Dragones era feliz. Por eso lo dejé... y pensaba dejarlo todo, la espada, la sangre, quería detenerme y dejarme morir... en serio iba a hacerlo...
- Virgil: yo... no lo sabía... ¿qué te detuvo?
- Xena: apreciar la vida lo aprendí de una inteligente niña rubia.
- Virgil: Gabrielle...

Terminan de cargar la carreta que lleva los alimentos que compraron en Figo y las cajas esféricas de Xena. Está obscureciendo y un relámpago los alumbra, ella abre una de las cajas y saca un par de capas de cuero que en la espalda llevan el símbolo de los Dos Dragones.

En el trayecto...

- Virgil: ¿qué les diremos a Gabrielle y Eva?
- Xena: aún nada...
- Virgil: pero preguntarán.
- Xena: entonces yo hablaré, si saben a donde las traeré, vendrán con prejuicios.

La guerrera arrea y van aprisa...

Al llegar a la aldea la lluvia arrecia, toda la gente del pueblo se sigue refugiándose en el baldaquín para la boda, mojados, hambrientos y cansados por reparar sus techos sin mucho avance por los fuertes vientos que soplaron durante este día. Miran esperanzados el carro de Xena, ella de inmediato baja y les reparte las capas que fueran de sus guerreros.

Un niño que jamás había tenido una prenda tan fina la recibe gustoso, la guerrera le acaricia el cabello.

Eva se acerca para ayudar a repartir a las demás personas que reciben y pagan con una con una sonrisa de agradecimiento.

- Xena: Eva, que nadie quede si una de estas... sólo espero que sean suficientes.

Virgil pone una de las capas sobre los hombros de Eva y Xena otra sobre los hombros de Gabrielle.

- Eva: ... son muy agradables, cálidas y suaves.
- Gabrielle: sí, están preciosas, ¿pero de donde las obtuvieron? -Mirando fijamente a Xena- ¿no habrán sido capaces de...?
- Adratón: -(el jefe de la aldea)- ... robarlas.
- Virgil: le aseguro que no señor.
- Adratón: Xena, agradecemos tus intenciones para nuestro pueblo, pero no es posible que las recibíamos, si son robadas nos meterán en problemas. Lo siento mucho Gabrielle...
- Xena: Gabrielle...
- Virgil: ¿cómo puede decir eso? Hace demasiados años Xena y Gabrielle son conocidas por sus obras de ayuda, ¡no puede tratarlas como delincuentes!
- Xena: Virgil, guarda silencio...
- Adratón: si Gabrielle dice que no son robadas, yo confío en la palabra de la gente de mi pueblo.

Gabrielle está confundida mirando a Xena, en sus ojos parece que dice la verdad, pero lo cierto es que las capas no surgen de la nada y no la apoya.

Adratón se quita la capa y la arroja al suelo.

- Xena: ¡espere!, Gabrielle me creerá. Eva date la vuelta y levanta los brazos.

Al hacer esto Eva, el escudo de los Dos Dragones se aprecia perfectamente en la parte posterior de la capa, la rubia mira incrédula.

- Gabrielle: -a Adratón- ella tiene razón, no son robadas...

Adratón conforme toma de nuevo la fina capa, le sacude el polvo y se la pone de otra vez.

- Gabrielle: -a Xena- ¡Por Elí Xena, ¿qué es lo que haz hecho?!
- Virgil: nada malo.
- Xena: -sonríe- No te preocupes Virgil, se le pasará...

Gabrielle mira a Xena como si quisiera asesinarla con los ojos.
Eva y Virgil se alejan para dejarlas discutir.

- Gabrielle: Ares, seguro él te las dio, santo cielo...
- Xena: no, estaban guardadas y fui por ellas, eso es todo...
- Gabrielle: tenemos más de 25 años sin venir por estas tierras como es posible que las guardaras.
- Xena: 32 años Gabrielle, 32 años estuvieron almacenadas, están algo duras, pero le sirven más a la gente aquí, que a mí estando guardadas.
- Gabrielle: ósea que no me vas a decir quién...
- Xena: -sonríe de nuevo- Gabrielle, Gabrielle, Gabrielle cuando te propones no hay poder humano que pueda convencerte de lo contrario, y aún así te amo, no discutiré por eso. -acaricia su mejilla, se aleja y deja a la bardo con la palabra en boca-

Virgil se acerca a Gabrielle...

- Gabrielle: ¿Tú tampoco lo dirás?
- Virgil: ¿acaso eso importa?
- Gabrielle: seguramente te hizo prometer silencio.
- Virgil: ¿por qué no le crees?
- Gabrielle: ¿por qué no me dicen quién se las dio?
- Virgil: ¿por qué es tan importante eso para ti?
- Gabrielle: las capas de cuero fino no nacen de la tierra.
- Virgil: por qué dices eso, ¿no crees en milagros?
- Gabrielle: milagros...
- Virgil: Xena ha hecho un milagro detrás de otro desde que la conozco, sólo mira tu gente.

La bardo observa el lugar, la gente ha recuperado la esperanza luego de la tormenta, es casi extraordinario el su cambio de actitud y se siente culpable por no haberlo visto así.

- Gabrielle: tienes razón... soy una idiota.

Virgil no contesta, lo que afirma las palabras de la bardo.

- Gabrielle: ¿dónde está Xena?
- Eva: afuera...
- Gabrielle: -a Virgil- llévame con ella por favor.

Él hace lo que la bardo le pide, la lleva hasta donde Xena, está lloviendo a cántaros.

- Gabrielle: gracias, vuelve Virgil, no quiero que te resfríes...
- Xena: -sentada sobre una roca dándole la espalda al refugio- ¿quieres disfrutar la tormenta?
- Gabrielle: no... es decir, no lo había pensado, pero sí, sí puedes perdonarme sería genial disfrutar la lluvia...
- Xena: ¿perdonarte?
- Gabrielle: sé que no lo merezco...
- Xena: tranquilízate, no tengo nada que perdonarte...
- Gabrielle: claro que sí, quise ser objetiva, pero en lugar de eso fui juiciosa en tu contra.
- Xena: ... tu corazón siempre dice lo correcto, confía en él como yo lo hago.
- Gabrielle: no, yo dudé la verdad que vi en tus ojos y mi estúpida racionalidad no me dejó admitirlo, lo siento...
- Xena: a todos nos sucede constantemente.
- Gabrielle: eso no me justifica, se supone que confiamos la una en la otra, tú lo único que haces es ayudar a la humanidad. Haces milagros.
- Xena: ¿milagros? Gabrielle, sólo traje capas viejas...
- Gabrielle: tal vez, pero para la gente de Potedia son un milagro... y yo no quise verlo.

Xena toma la mano de la bardo y con un beso detiene sus labios que quieren seguir replicando, la rubia acaricia el rostro de la guerrera y siente un par de lágrimas tibias que corren por sus mejillas.

- Gabrielle: ¿qué sucede, qué sucede? Cuéntame...

La señora de la guerra vuelve a amordazar los labios de su amiga en una segunda ovación de lengua, pasión, ternura y fuego, que bajan por el cuello hasta encontrar los aperlados pechos y su dueña, pero ella la detiene porque no soporta la idea de que Xena sufra y no poder hacer nada.

- Gabrielle: dímelo, no seré juiciosa de nuevo lo prometo.
- Xena: sólo sucede que hoy me topé de nuevo de frente con lo que fui, recordé que te debo lo que soy ahora y que nada es suficiente para merecerte.
- Gabrielle: me asusta saber que algo te lastima.
- Xena: no quiero asustarte, si mis ojos lloran es por un don que te debo, había perdido esa capacidad, mi Ángel, me diste tu mundo y renací -repitiendo un beso tras otro y de no tener las miradas de Eva y Virgil en la ventana la devoraría en este mismo instante-
- Gabrielle: Xena...
- Xena: amo lo que eres, tu alegría, tu inteligencia y tu compasión...
- Gabrielle: no tengo compasión contigo...
- Xena: Gabrielle, hazme un favor.
- Gabrielle: el que sea, dime...
- Xena: dime que es para ti la poesía...
- Gabrielle: ¿qué es poesía?

"Es imposible que las palabras cubran los abismos del entendimiento, sin poder hablarte de lo que siento, no porque crea que no me escucharás, sino porque solo mi cuerpo al contacto con el tuyo lo podrá expresar.

Hacerte sentir como el fuego nace de mi alma cubriendo cada partícula de mi cuerpo, deseando ser lluvia de primavera para poder recorrerte, delirando por sentir tu calor, cuando te miro tan callada y distante encerrándote en tu propio mundo y abandonándome, puedo sentir ese abismo de sombras entre nosotras, déjame volar contigo y si no es posible...

Mis sueños volarán en esta noche fría y gris hasta encontrarte, envolviéndote y guiándote hacia mi, como un dulce tormento es este sueño lejano que no me deja dormir.

Despierta y mírame, atraviésame y observa el brillo de mis ojos al contemplarte, no te detengas, continúa, ve en mi interior como jamás nadie podrá, solo tu mi Princesa Guerrera, siente mi alma junto a ti y comprueba que somos una, entrégate, no cabe el temor ni la duda, mientras yo me pierdo en el cielo de tus ojos descubriéndote, recorriéndote sin tocarte hasta beber de tu esencia, solo así podremos llenar los abismos de las palabras que se pierden en el viento, antes de ti no había sentido el perfume infinito de una rosa en invierno...

De ti proviene mi fuerza, mi valor, cruzaré el cielo y el infierno para llegar a ti, con la esperanza de que algún día dos cuerpos y dos almas en medio del mundo frío y guiados por el amor se fundan en uno... para siempre."

La enorme guerrera busca refugio en los pequeños brazos de rubia, que la acoge sobre sus piernas y protegiéndola de la lluvia, acaricia la melena de ébano hasta que su princesa concilia el sueño en paz, igual que un cordero en su rebaño, aún bajo lluvia.

- Gabrielle: "¿Qué es poesía?, ¿Y tú me lo preguntas? Poesía... eres tu Xena."

Gabrielle guarda silencio y recuerda que a veces un hogar no se encuentra en algún sitio en específico, el hogar puede ser alguien y ahora estaba ahí, en casa...

Amanece y parece que el pie de Gabrielle está mejor, ella corretea a unos niños con la ayuda de un bastón, Virgil, Eva, Mariam, Bob y Orésteres ayudan a Xena cargar una carreta para empezar un nuevo viaje. Cuando terminan Eva despide a sus amigas amazonas y les dice que se reunirá con ellas en unos cuantos días y envía sus agradecimientos a M'Balia, su madre quiere que pasen un tiempo juntos, la tía Gabrielle y ahora el nuevo acompañante Virgil.

- Gabrielle: ¿Y bien, a dónde vamos a Anphipolis?
- Xena: Tal vez...


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