PRÓLOGO
Amar es inevitable, devasta, arrasa, da la vida tanto como la quita, cuando el ser que
amamos nos deja, por que quiere recorrer grandes valles sin nuestra compañía, por que
ha vivido lo suficiente en nuestros brazos, ¿Qué hacer?, ¿Luchar?, ¿Morir?, ¿Respetar
su decisión por amor o cobardía?... no lo se, pero espero que en el fin de esta historia
sabre la respuesta.
CAPÍTULO VII: TORMENTA
GABRIELLE
La luz se filtraba por las ventanas, permanecí días, semanas en silencio encerrada en el
camarote escuchando el golpeteo del viento afuera y las embestidas del mar que parecía
deseaba tragarme, pero ya estaba hundida en el dolor, sería una liberación.
Veía a Roshed como sombra dándome agua y animándome, pero sus palabras no llegaban a mis
oídos, lo único que sabía era que cada instante me alejaba como nunca de mi mujer, de mi
princesa y esta vez sin retorno.
Dentro de mi el combate aun empezaba, me sentía agotada por que la esperanza y la
desesperanza me empujaban como una pluma al viento en todas las direcciones y a todas
las posibilidades, recordaba sus besos y sabia que existía amor, pero recordaba sus
palabras, la seguridad de estas y el saber que quería estar en un mundo y una vida que
no me incluya, por primera vez desde que todo comenzó sentí confusión en como demostrarle
mi amor, pero mas que eso no sabía que hacer, hacía un mes que viajaba con Roshed, pero
esa sería mi decisión ¿o retornaría por ella?, la esperanza de recuperarla me visitaba
en la noche, hundiéndose como un pesado cargo dentro de mi, sin poder hacer otra cosa
que llamarla en mis sueños, deseando arrojarme al mar y regresar a buscarla, suplicar,
besarla porque sus labios me habían dado una verdad que su corazón callaba, que no
quería o no podía aceptar pero que existía y podía ser realidad.
Mi esperanza bramaba con todas sus fuerzas, por que en el fondo sabia que moriría sin
remedio por que no había nada que la sujetara, ni nada que la alimentara.
En el día mi amor por ella me hacía pensar que tal vez había sido lo mejor, que mi
princesa quería recorrer mas lugares e iniciar un mundo diferente, que el tiempo que me
regaló habia terminado, nuestro ciclo se cerró sin que me diera cuenta, y que si la
amaba como decía agradecería y seguiría con mi vida, porque si era lo que ella quería,
si era de verdad su deseo y felicidad, no me quedaba mas que respetarlo porque tambien
era mi felicidad aunque ahora no pudiera verlo asi.
- El no saber a donde llevar tu alma es una situación difícil.
- ¿Qué?
- Se sin que lo digas las dudas que atormentan tu corazón.
- ¿Qué hago?
- Si ella de verdad te ama se dará cuenta y vendrá por ti, sino, no sirve de nada que
regreses, un corazón al que obligas jamas te pertenecerá, o en tu caso no podrás
recuperarlo.
- Pero...
- Una persona sabe inmediatamente despues de tomar una decisión si ésta fue la mejor o
no, no se necesita mucho tiempo para entenderlo o para saberlo, lo que si se necesita es
tiempo para aceptarlo, despues de ese día en la playa nos quedamos aun dos semanas en la
isla, mientras tu dormías yo esperaba que ella llegara.
- Y...
- Nos fuimos porque ella se fue primero, armó sus tropas y se marchó.
Senti que toda la pena del mundo se reunía dentro de mi, pero no me quedaba mas que
soportar.
- Se marchó, entonces ella eligio bien.
- Si, lo que hizo fue lo que ella quería, sin importar lo que sentía o no por ti, de
otra forma hubiese vuelto, y no fue asi.
Quedé sin habla por unos minutos, en mi interior aun las dos fuerzas abrazaban y no
sabía que decirle a ninguna de las dos, mis ojos se inundaron de lágrimas...
- Y hacia donde vamos.
Roshed sonrió.
- Es una verdadera fortuna que preguntes, mañana llegamos a Egipto.
- Es un buen lugar para un nuevo comienzo.
NARRADOR
Las batallas mas grandes se libran en nuestro interior, la Princesa Guerrera también
tomó un camino nuevo, una senda que disfrutaría porque esa había sido su elección, aun
así por las noches recordaba los ojos de aquella bardo que la acompañó durante tanto
tiempo, se había alejado de Ares en su propósito de hacer una guerra, pero no en el
proposito de conquistar todos los pueblos, porque en su interior aun algo seguia perdido,
conoció guerreras que despertaron su admiración y su interes, muchos hombres que calleron
enamorados de ella, era una costumbre en la Guerrera despertar esas sensaciones, pero
por primera vez en su vida no sabía que decir ni que hacer, era como un barco sin timon
y lo peor es que no sabía por que, que había perdido que la habia hecho tomar desiciones
tan desesperadas, tan cobardes y tan injustas, los días seguían pasando y el malestar
iba disminuyendo, su nueva vida la iba llenando, ¿de que?... no lo sabía, o se perdía
mas o se llenaba mas de algo.
Gabrielle y Roshed llevaban la suerte consigo, al tercer día de su instancia en Egipto
hubo un atentado contra la reina y ellos interfirieron salvándole la vida, de inmediato
ella consultó sus adivinos y estos le dijeron que los forasteros eran una muy buena
señal, que vendrían a cerrar un ciclo y comenzar otro, y que la mujer rubia le traería
a la Reina el regalo mas preciado del mundo.
Los tomó como su guardia personal, despertando envidias e inconformidades pero en esa
época de rebelion y confusión encontraba consuelo en las palabras de la poetiza que la
llenaba de historias acerca de tierras lejanas, existía una luz en su mirada que jamás
habia contemplado en otros ojos, Gabrielle estaba herida, eso era obvio pero ella no
quiso preguntar el nombre de esa herida, prefería pasar el tiempo perdiéndose en ella,
era bondadosa, amorosa, paciente, trataba a todos por igual y buscaba siempre el bien
para las personas, le aconsejaba acerca de disputas de terrenos, problemas acerca de
decretos y leyes, por los pasillos del palacio corria el rumor que la mujer de cabello
dorado se había adueñado de la voluntad de la Reina mediante un hechizo, pero era el
corazón de Gabrielle el que le regresaba a esa indiferente y triste mujer un poco de
alegría, a la mágica y enigmatica reina Nubeth.
GABRIELLE
Ha pasado apenas un mes y el tiempo lo he sentido largo y siniestro, las dudas siguen
retumbando en mi alma, la extraño mas que nunca mas que siempre, extraño su cuerpo
abrigando el mio por las noches, mi corazón se rompe al saber que amara a alguien mas,
siento celos de todos y de nadie y no se si correr a buscarla para amarla, o simplemente
seguir aquí.
La Reina entró en mi habitación, una mujer extremaamente hermosa, su piel bañada por el
sol del desierto resalta su figura perfecta, piernas torneadas y sus ojos claros que me
regresan un poco de la paz que mi tormenta interior me arrebata.
- Tu siempre tan solitaria querida Bardo.
- ¿Me necesitaba alteza?
- Disfruto tu compañía, tus historias aunque ya no escribas mas y solo leas lo ya
redactado.
- Lo lamento... pero...
- No te pido explicaciones Gabielle, desde que te vi la primera vez supe acerca de los
demonios que pueblan tu alma, eres transparente en tus emociones y eso es un regalo, no
lo dudes, es solo que a veces me gustaría conocer esa sonrisa que se esconde detrás de
tu tristeza.
- Haré lo posible si eso complace a su magestad.
- No hagas lo que me complazca a mi, hazlo por ti, mas que por petición del mundo o esta
reina mereces volver a sonreír, aunque hoy te parezca imposible, prométeme que lo
intentarás.
Se acercó y rozó mi cara con su mano, el contacto me hizo sentir un vacío pero también
un alivio, no sabía cuanto extrañaba una lejana caricia hasta ese momento, sonreí
levemente y bajé la cabeza.
- Asi será, su magestad.
- Ahora querida Bardo, relátame alguna de tus historias, de las leyendas de tu gente
porque anhelo escucharte, y mas que eso creo que me sera muy util.
NARRADOR
La reina no quería decírselo a Gabrielle, algo en su interior le pedía que guardara el
secreto de que cientos de barcos se dirigían a sus tierras, tenían un estandarte griego
que no reconocía, pero había escuchado hablar de la conquistadora de pueblos, que mas
que con sangre sometía con la frialdad de su alma y estrategias.
Sus espías le avisaban que era una mujer de extraordinaria belleza, habilidades que
rayaban en la divinidad y muy peligrosa, decidida, había mandado un mensaje a Nubeth
acerca de su arribo y de las intenciones de negociar con paz, no era cierto, demasiados
barcos para ello y mas aun con su reputación, con esa cantidad de barcos tardaría dos
meses en arribar, había mandado a alistar a sus tropas, un presentimiento le decía que
no hablara de aquella mujer con la Bardo, que tenía que hacerlo con Roshed primero.
GABRIELLE
- Magestad, ¿se encuentra bien?
- Si... claro que si, por cierto te he pedido que me llames Nubeth...
- Pero... es qu...
- Nada de peros, sería un verdadero placer que lo hicieras.
- Como usted ordene Reina Nubeth.
- Ahora prepara tu historia, por cierto, ¿crees que algun dia me narres alguna historia
escrita por ti? Me imagino que estan en esos pergaminos que guardas.
Sentí como un puñetazo en el estómago, el corazón se aceleró al pensar en ella y mis
ojos se cubrieron de lágrimas, contuve la respiración.
- Yo...
- Lo siento, no quería incomodarte.
Me miró con una cara amable y dulce, preocupada por mi y mis sensaciones, era una mujer
hermosa y noble, mi corazón dolía al pensar en ella, en su cercanía y la lejania de mi
princesa, o mas bien mi ex princesa... Xena, pensar en su nombre abria la llaga.
La reina Nubeth solo me sonrió.
- Prepara tu historia para mas tarde, ahora tengo unos asuntos que arreglar, te espero
en el lugar se siempre querida bardo.
La vi salir con mi corazón sangrante, ¿Cuánto tiempo puede una persona soportar algo asi?
NARRADOR
La reina se dirigió hacia el pasillo que llevaba a las habitaciones de Roshed, él la
recibió ceremoniosamente y se sentaron a hablar acerca de la alerta que le llevaron sus
espías, acerca de los barcos y aun mas, le habló acerca de su presentimiento de no
contarle nada a Gabrielle, sentía que no era el momento.
Roshed la escuchó tranquilamente pero estaba preocupado por su amiga, porque conocía
mejor que la reina la tempestad de sus sentimientos y el saber que Xena llegaria
aumentaría su confusión, confiaba en que pronto la tormenta de amor y desamor se
calmaría y Gabrielle tomaría una decisión, entonces le hablarian de Xena y su llegada,
antes no, porque la presionarían y coaccionarían para actuar, para pensar o sentir cosas
que aun no estaba lista para enfrentar, pero no les quedaba mucho tiempo.
- Háblame de tus pensamientos, se que algo esta pasando pero quiero tener la certeza de
que es a lo que me enfrento.
- La mujer que viene es Xena, una conquistadora de pueblos, extraordinaria guerrera,
sagaz, fuerte, astuta, brillante para las batallas...
- Hay algo más...
- Su nombre es la herida que Gabrielle lleva en el alma.
La Reina calló, en su interior presentía que el combate por sus tierras y por el corazón
de esa bardo que le regresó la alegría en breve comenzaría.
Y que no era el momento...
- Lo comprendo ahora Roshed, nosotros no elegimos el momento de nuestras batallas.
- Temo por estas tierras, Xena es implacable en sus conquistas.
- Yo temo mas por Gabrielle...
- Los dioses juegan a los dados con nosotros, hace mucho una estrella descendió y hoy el
cielo se desploma, se que todo tiene una razón, pero no es tiempo de que enfentemos a
los demonios.
- Nunca es tiempo...
- No le diremos nada a Gab, debe encontrar la paz y confío en que su corazón la ayudará
a entenderlo todo y a decidirse antes de ver a Xena, de otra forma la vida no las
enfrentaría tan pronto.
- Y que le diremos...
- Que un ejército viene, eso es inevitable, pero que el dirigente es Antigonas, un
guerrero temerario y poderoso que quiere conquistar, preparemos la estrategia y Gabrielle
preparará las tropas.
- Pero sin la informacion correcta no servirá de nada, la que conoce mas las estrategias
de Xena es presisamente Gabrielle, si nos prepara para recibir a otra persona no servirá
de nada y la batalla estará perdida, ademas de que la impresión de saber que ella viene
podría desconcentrarla en la batalla.
- Confíe en mi, tengo un don extraño y presiado y antes de partir pude tocar el alma de
Xena y su mente, lo que me permite preveer sus estrategias y conocer sus pensamientos,
estaremos preparados.
- Y si viene por Gabrielle...
- Imposible, eso no pasará, ese ciclo se cerró.
- Nadie sabe la dirección que tomaran los sentimientos hasta que ellas esten de nuevo
frente a frente.
- No pasara, si Xena se hubiera arrepentido habria buscado a Gabrielle inmediatamente, y
si viene hoy para estas tierras es por conquistar, no por recuperarla.
- La vida y la naturaleza me han enseñado que todo es posible, me prepararé para las
tormentas.
El ejército de Nubeth entrenaba diario desde que los soldados eran niños, ademas de que
todos los hombres del reino y algunas mujeres conocían tácticas y movimientos de guerra,
pero a partir de ese día aprendian estrategias nuevas, tácticas, movimientos, los
entrenamientos eran fuertes pero no exaustivos, las mujeres preparaban provisiones y
alistaban nuevos instrumentos para la guerra, fuera de eso la vida transcurria con
normalidad, por las noches el ambiente por órdenes de la Reina se mantenia relajado,
había bebida y distracciones, permitían la entrada a comerciantes conocidos, pero no a
nuevos mercaderes, Gabrielle veía cambios y su corazón le decía que la llegada de
Antigonas encerraba un secreto que no le habían informado, pero despues se calmaba
porque confiaba en Roshed, y en Nubeth, a pesar de ello algo en su interior le decía que
se preparara, y su corazón le rogaba que tomara una decisión, faltaban siete semanas
para que empezara la lucha.
Y una voz desesperada le pedía que volviera por su amor aunque significara morir, y otra
le decía que respetara su decisión... y cada día le costaba mas trabajo concentrarse.
CAPITULO VIII: PERDIDAS
XENA
Desde que empezó el viaje me he sentido ansiosa, agitada, desesperada, se que no es por
Egipto, es algo mas lo que me turba, no es mi cabeza sino mi alma desierta la que me
desconcierta, la que me previene de un peligro que no comprendo, que no conozco, que no
recuerdo.
- Mi señora tiene una visita...
- Me lo esperaba, lo atenderé en mi camarote, que nadie nos moleste.
- No escribes, no dices a donde vas y hoy que Grecia tiembla ante tu presencia decides
dejarlo todo y embarcarte hacia Egipto, digo, es osado pero no lo contemplaba hasta
dentro de seis meses, cuando nuestra victoria en Grecia fuera total.
- Te deje a cargo creo que lo habias entendido.
- Sin ti no es divertido... ademas... no entiendo por qué el interes en Egipto.
- Me dio la gana y ya.
- No me convences, deben existir mas motivos para hacer este viaje, pero, ¿Por qué no me
los dices?
- No se cuales son los motivos, solo se que quiero ir.
- Perfecto, vamos...
- Claro que no, sin ninguno de los dos al frente todo se despolomara y el ejército que
dejamos acentado en Grecia será destruido, asi que no lo arruines y termina el trabajo.
- <<Mmh>> tal vez si eres más... buena conmigo, pueda considerarlo...
- Ya te di todo lo que querías Ares, asi que no fastidies.
- Aun no me lo has dado todo, falta que seas mi esposa... mi mujer, mi amante.
- Ya te dije que no.
- No comprendo por qué tu indiferencia, antes estabas muy interesda en ser la señora de
el Dios de la Guerra, pero desde que dejamos Gaia, eres una persona diferente... ¿Qué
pasó ahí?
- Nada, mis prioridades cambiron eso todo.
- Me desprecias a mi pero no has despreciado a Malv, o a esa guerrera llamada Liah ¿o si?...
todo el mundo sabe que se traen algo y por supuesto no lo perimtiré ¡¡no sere tu imbécil!!
- Querías que te ayudara a conquistar, lo hago, pero con mi vida personal no te metas,
ese no es tu asunto.
- Sería terrible que algo le pasara a tus entretenimientos.
- Si... sería terrible tambien que decidiera deshacer el trato, me conoces como enemiga
asi que no me provoques.
- Esta bien, me reservaré mis opiniones pero te seguro que no me quedare en paz, este no
es el final del asunto.
- Para mi lo es.
- Esta bien, me retiro... por el momento, tengo cosas que hacer, ya sabes, el ser un
Dios puede ser un trabajo agotador y demandante, estaré de vuelta pronto.
ARES
Algo me perturba tengo que ir a Egipto y comprobarlo por mi cuenta...
NARRADOR
Ares llegó al palacio de Nubeth, contrario de su costumbre entró silencioso, no quería
pensar que Los Destinos le habian tendido una trampa pero la insistencia de Xena para ir
allá lo agitaba, había algo mas que quería averiguar, vio en el comedor a la Reina,
realmente una joya, hermosa, refinada, perfecta, elegante...
- Mmh creo que sería buena idea conservar a la reina para entretenimiento, es una joya,
que no merece el final que planeé para este lugar.
ROSHED
Sentí una presencia, me encaminé por la parte de atrás del salon y ahi lo vi, espiando
como la rata que es, sentí todo el odio brotando por mis poros, sentí la rabia que años
de meditación y oración habían tratado de lavar de mi espíritu, pero solo habia sido una
ilusión, estaban ahí, reales, intensos escupiendo el veneno que guardaba mi llaga.
Tomé la espada que llevaba conmigo, una espada muy especial porque podía herir a dioses,
fue un regalo de Zeus cuando mi fama recorría el Olimpo, me la dio por protección, y hoy
la usaría contra su hijo...
Los demonios retornan con fuerza, quien diría que mi batalla tambien se adelantaría...
no cabe duda que Los Destinos juegan con nosotros y nos mandan las pruebas cuando aun no
estamos listos.
Cuando aun no estamos listos...
- Gabrielle... ya sospecha, si lo ve aquí lo sabrá todo, y si el la ve las cosas pueden
descomponerse aun mas, tranquilo, tranquilo, el no puede detectarla porque esta contigo,
al igual que tampoco puede sentir tu presencia ni reconocerte, ese es el último regalo
del rey de los dioses, calma, calma.
Como mis presentimientos me indicaron, Gab apareció en el salón desde un ángulo perdido
para Ares, me acerqué a ella tratando por todos los medios de contener mi furia, mi odio
que cada vez crecía mas y mas, el Dios de la Guerra no podría reconocernos, seríamos
nada a sus ojos, Gab podría pasar junto a el y aun así no pasaría nada, seguro había
venido a averiguar que había en Egipto que despertaba el interés de la Guerrera, la
salida de ella y su ejército hacia aquí tambien me había sorprendido, por lo que vi en
su mente y alma, hubiera sido mas de su estilo asegurar terreno en Grecia y zarpar, pero
por el tiempo apenas habría conquistado la mitad arriesgándolo todo, y aun asi salió en
un viaje peligroso con sus tropas, esa reacción no me la esperaba, estan pasando cosas
que no había previsto, las emociones son impredecibles, las personas son impredecibles,
las certezas son un sueño.
ARES
Nada, pensé que la encontraría aquí, desde hace mucho no siento su presencia, y si un
mortal me evade es por que probablemente ya este muerta, ¿suicidio?, <<mmh>>
poco probable pero quién sabe, con las escritoras abandonadas nunca se puede asegurar
nada, lo que se, es que no esta en esta tierra, vaya que la he buscado, y nada, o tiene
un hechizo poderoso sobre ella o tal vez el próximo viaje deba ser al Infierno o a los
Campos Eliseos, lástima con Perdicas, el muy imbécil creyó que era para siempre, el
trato que hice se rompió hace unas semanas, asi que el tambien debe de haber regresado
al otro mundo, bueno, eso iba a pasar de todas formas, olvidé decirle a Gab que su
regreso era temporal, pero la treta me sirvió para lo que queria conseguir, separarlas...
- Bueno Reina, nos veremos pronto...
ROSHED
Ya desapareció, es un maldito y morira por mi mano cuando la tempestad llegue...
GABRIELLE
- Que te pasa, ¿estas bien?
- ¿Eh?... ah claro claro, solo me distraje por un momento.
- ¿Seguro que no pasó nada?, me sentí extraña.
- No, nada ha pasado, ¿ya recuperaste tu intuición?
- <<Mmh>> no lo creo, sigo sintiendo todo y tengo presentimientos
errados.
- Es normal, ya regresará, solo es cuestión de que te calmes un poco.
Calmarme, eso era lo mas dificil del mundo, ya sabía la respuesta que buscaba, dentro de
mi sabía que el camino había sido trazado y que Xena no volvería jamas, la amaría
siempre pero no podía luchar contra sus deseos, no si eso la hacía feliz, pero tambien
dentro de mi algo me decía que estaba cometiendo un grave error, que mi amor la salvaría,
nos salvaría, que debía intentarlo una vez mas, solo una vez mas, sin importar con quien
estuviera, podría recuperarla si lo intentaba solo una vez mas.
- Una vez mas...
- Que...
- Nnnada, lo siento Reina Nubeth, hablé en voz alta.
- Algo te sigue perturbando querida Gabrielle.
- No mi señora, he decidido dejar al destino las desiciones sobre mis sentimientos.
Todas las noches desde que llegamos la reina se habia entretenido con mis historias, los
pergaminos que redacte con Xena no habían sido abiertos, no estaba lista para
enfrentarla, no aun.
La fiesta se animaba cada vez mas, despues de mucho tiempo me estaba relajando, al
principio las celebraciones eran como una llaga que me devoraba el alma, me sentía sola,
infeliz, triste, vacía, pero con el paso de los días, me di cuenta que no servía de nada
mi desdicha, ella estaba bien, tranquila, feliz mientras yo dejaba de vivir, injusto, la
vida no es justa, me regaló una Princesa Guerrera, el amor de mi vida, mi alma gemela y
me la quitaba por la razón mas tonta del mundo, despues de todo lo superado, de todo lo
pasado, despues de todo el camino recorrido simplemente se habia marchado, una vida
diferente, presisamente lo que hace poco jamas habriamos querido ni deseado, pero solo
bastó un poco para perdernos totalmente, ¿¿valía la pena una amor asi??
NARRADOR
Desde ese dia Gabrielle se entregó al vacio, no pensaba, no creía, soñaba con Xena y con
su amor, pero había aceptado que no servia de nada, que tenia que recordar lo bello y
seguir con su vida, fue entonces cuando la reina se acercó a ella, la decisión habia
sido tomada.
XENA
Había encontrado varios entretenimientos para mi vacio, un guerrero que me atraia y una
guerrera que me admiraba mucho, me recordaba a Lao-Ma, pasaba el tiempo con ellos de la
mejor manera, divirtiéndome en su compañía pero no podía avanzar mas, alguien me llamaba
en mis sueños, a alguien le pertenecia sin quererlo ni saberlo, y temía a quien era,
porque ya le había hecho mucho daño, y tenía vergüenza y arrepentimiento.
Al fin el horizonte se abrió, al fin el mundo dejó ver esa joya llamada Egipto, llevaba
muchos de mis guerreros, sabía que sería duro pero algo me guiaba hacia allí, al fin,
tierras nuevas, y mi destino me empujaba.
GABRIELLE
Habían sido semanas duras, pero cada dia mi dolor podía ser olvidado con mas distracciones,
mis entrenamientos, mis trabajos, abandoné la esperanza y me dediqué a sobrevivir, ya
había sufrido mucho por ella y valía cada lágrima, pero si ya habia sido olvidada no
tenía caso seguir ese camino, la reina me habia confesado su amor, me senti honrada y
asustada, aun así me permiti estar con ella, sus brazos me daban calor, varias veces
trató de besarme, y todas ellas no pude acercarme a sus labios, la oferta era tentadora,
pero aun me sentía de Xena, y sentía que era una traición al amor que habitaba en mi
alma, Nubeth lo comprendió y jamas me presionó, seguimos por esos meses y encontré calor
en su alma, un calor que me llamaba y me hacía desear rendirme ante ella.
Ese dia Roshed apareció serio y callado, sabía que la batalla se acecaba pero cada dia
se tensaba mas, algo lo preocupaba y no tenía idea de que era.
- Gabrielle necesito hablarte.
- Claro, por cierto la estrategia de combate que planeaste es estupenda, de verdad,
cualquiera diria que nos preparamos para...
Las palabras quedaron detenidas en mi gaganta, iba a decir su nombre, que parecia que
esperabamos a... Xena.
- Que pensaste.
Lo miré con intriga y en sus ojos conoci la respuesta, la estrategia, el entrenamiento,
le preocupación de Nubeth y Roshed, me sentí mal de que mis presentimientos hubieran
estado tan errados, tan perdidos que no me di cuenta de lo obvio, un nudo en mi garganta
se formó, sentí terror, panico de enfrentar lo inpensable, quería llorar, pero perdí
todo el aire de mis pulmones, mi pecho se hizo pesado como una placa de plomo, me senté
al borde de la piedra donde platicabamos... terror.
- Es Xena... ella viene a conquistar.
- Si... es ella, lamento no habertelo dicho antes pero hubiera sido desastrozo para ti,
aun estabas, aun estas confunida pero al menos hoy estas mas resignada, quiero creer que
mas fuerte, y es inevitable que lo sepas, necesitas prepararte para lo que viene.
- ¿Y que viene?...
- Pelearás contra ella.
- Para defender esta tierra.
- Si, y tambien para defender tu corazón.
- Es demasiado pronto, no estoy lista, Roshed...
Me arrodillé en el piso, las lágrimas comenzarona brotar de mis ojos, ¿Por qué ahora?,
¿Por qué ella?, ¿Por qué asi?
- ¡¡¡No puedo, es demasiado pronto, no estoy lista¡¡¡
Roshed se arrodilló conmigo y me abrazó.
- Gabrielle escúchame porque esto es muy importante, esto sucedió por algo, hay algo mas
que tienes que superar o enfrentar antes de partir definitivamente de Xena, se que no
estas lista, que aun estas muy herida, que aun estas muy confundida, se que tienes
terror de verla porque no sabes cual será tu reacción, porque no sabes que pensarás o
sentirás, pero el destino ha dictado que se enfrenten ahora. ¿Por qué? No lo se, lo
sabrás cuando la veas.
- Estoy derrotada, desecha, no se que haré en la batalla, o peor, al tenerla enfrente de
mi.
- Pasará lo que tenga que pasar, pensarás lo que tengas que pensar y sentirás lo que
tengas que sentir. ¿Qué?, lo sabremos cuando el momento llegue, mientras tanto tienes
que ser fuerte.
- Necesito pensar, necesito huir.
- Lo tenía previsto, hay dos caballos con todo lo necesario para que sobrevivas por el
tiempo que necesites.
- Cuando llegará.
- En dos semanas, por los arrecifes del oeste.
- No quiero volver, no quiero verla.
- Estamos preparados, has lo que debas hacer, la la Reina Nubeth esta enterada, ha salido
a recorrer el pueblo y ha dejado todo dispuesto para tu viaje, no quiso presionarte y
por eso se marchó.
- Pero... siento que.
- Ella entiende por lo que pasas al igual que yo, estas en todo tu derecho de sentir lo
que sientes, y de querer irte, todo estara bien.
- Lo lamento...
- No hay nada que lamentar.
Me abrazó y se quedó sentado en aquella roca mientras yo arrastraba mis miedos y mis
demonios por aquellos jardines que minutos antes me brindaban paz, hoy este nuevo mundo
se rompía, me subí al caballo y partí lo mas lejos posible de aquel encuentro para el
que no estaba preparada, el tiempo es relativo, no es el quien sana las heridas, diez
años despues puedes empezar a sanar, y a veces solo necesitas unas semanas, y fue ahí
donde empecé a temer que jamas sanaría, que jamas estaría preparada.
CAPITULO IX: DEMONIOS
ROSHED
El momento ha llegado, los barcos estan a horas de aquí, y todo recomienza en este
círculo de confusion y arrebato, el infierno de Gabrielle y mio nos han seguido hasta
aquí, mi odio exhala por mi cuerpo, solo pienso en matar o morir, ya no cabe en mi la
paz ni el perdón.
Tambien quise huir como Gabrielle, pero he huido demasiado tiempo... demasiado.
El primer barco atracó en los arrecifes, los demas seguian a una distancia prudente,
aguardando, la primera fila de soldados descendió y con ellos una mujer que claro
reconcía, yo llevaba un casco que cubría mi rostro, no queria que ella me viera aun, la
reina Nubeth junto con su guardia estaban esperando la llegada de la visitante, sabían
que no atacaría de inmediato, primero querría ver los ojos de su enemiga, y Nubeth
quería ver los ojos de su rival.
Se acercó en un caballo presioso y del color del desierto, era una mujer realmente bella,
miró a la reina y se encamino con su guardia hacia nosotros, se paró enfrente, altiva y
soberbia, junto a ella una guerrera la miraba con devoción y adiviné enseguida la
relación que llevaban, eso le dolería mucho a Gabrielle.
XENA
- Mi nombre es Xena, he venido aquí a negociar un tratado que a ambas naciones podría
beneficiar, claro si usted lo desea Reina Nubeth, su fama habla de su prudencia, espero
acepte esta audiencia.
- Su fama tambien habla por usted Xena, aceptaré la audiencia, por esta noche serán
usted y su guardia mis invitados, mi deseo es evitar que se derrame sangre y mueran
inocentes.
- El mio tambien.
- En ese caso sigame Princesa Guerrera, he preparado una recepción para usted.
Interesante recepcion, interesante mujer, tiene fuego en la mirada, es una lástima
porque no llegaremos a ningun acuerdo.
ROSHED
Ella ha percibido mi presencia pero ignora quien soy, los hombres vigilan los barcos y
la trampa esta lista, despues de esta recepción las barajas empezaran a moverse, y los
castillos a derrumbarse.
Se les trató como visitantes, eran vigilados y sus armas fueron confiscadas, Nubeth le
dio su palabra de que nada les pasaría, Xena aceptó porque le daba cierta intriga la
Reina, yo aun no me quitaba el casco, Ares no había llegado con ella y eso aumentaba la
expectativa, la duda, la espera, los vigilaba de lejos pero atento.
XENA
- Es una bella recepción Nubeth, ahora debemos hablar de política.
- No hay nada que decir, mis tierras no estan en venta y tampoco serán conquistadas sin
pelear, asi que solo queda un camino, o aceptan negociar como mercaderes, o la guerra
será implacable.
Sus ojos brillaron, había algo diferente en la forma de verme, como si guardase un viejo
resentimiento contra mi, <<mmh>> interesante, esas cosas nublan el
pensamiento y arruinan las desiciones.
- Mi intención es tener una aliada en esta parte del mundo, Grecia ha caído ante mi
ejército, asi que una colonia aquí vendría bien, usted conservaría por supuesto su rango,
solo tendría que rendirme cuentas a mi, algunas cosas cambiarían, mas gente, mas
comercio, un intercambio... cultural.
- A cambio de la libertad de mi gente, ser sometidos, <<mmh>> no me
parece un buen trato.
Sonreí.
- No tiene muchas opciones...
- Al contrario Princesa Guerrera, las tengo todas.
Algo en su voz me alertó, algo faltaba.
- Quiero presentarle al general de mi ejército, un hombre muy sabio que ha venido de muy
lejos, como usted.
Se acercó y mis sentidos se pusieron en alerta, mientras caminaba hacia mi sentí una
ansiedad que no experimentaba desde hacía tanto tiempo.
Fue entonces cuando se quitó el casco y lo reconoci, mi corazón se agitó como nunca, mi
alma bramó de pronto.
- El es Roshed...
Lo miré inquisitivamente y sin percibirlo empecé a recorrer el salón de un lado a otro
buscándola, pero no había nada.
- Xena...
- Que pequeño es el mundo.
- Eso pensé cuando supe que venías, ha pasado mucho tiempo.
- ¿En serio?, no lo recuerdo.
- Bueno aquí estoy yo...
- ¿Solo?...
- Asi es.
El corazón me regresó al pecho, me senti aliviada, él estaba ahí, era una coincidencia,
pero estaba solo.
Recobré el cinismo en mi mirada, la soberbia, sería interesante la batalla y no existía
razón para temer...
- Buenas noches...
Me quedé perpleja, reconocí la voz y de pronto todo el mundo perdió importancia, mi
corazón volvió a latir, mis piernas temblaron y la vida de la que tanto había huido, la
verdadera vida llamó a mi alma de nuevo, estaba encerrada en esa persona, toda la
felicidad del mundo en ese pequeño cuerpo.
GABRIELLE
Regresaba de un viaje muy largo, apenas había tenido tiempo para asearme y cambiarme de
ropa, no estaba arregleda de gala, pero aun asi me senti mas segura que nunca, al entrar
y saber que la vería mi corazón se llenó de felicidad, pero tambien de miedo, traté por
todos los medios de controlar mis emociones, ahora si tenía una razón para hacerlo y
ésta era cuidar lo que quedaba de mi alma a cuanquier precio.
La vi sentada en el salón junto a Nubeth, mis piernas temblaron y la agonía de perderla
me golpeó como una ola, mi felicidad tan lejos de mi que tenía que conformarme con
alegrías pasajeras, resignarme a vivir sin el brillo de mi sol, mi herida dolió de nuevo
y comprendí que esas ideas no me llevarían a nada bueno, asi que evité pensar en eso y
caminé hacia Nubeth que me miraba con asombro, evité la mirada de Xena, ya jamas mi
Princesa Guerrera.
- Disculpen la tardanza.
Roshed me miraba con sorpresa y orgullo, Nubeth tomó la palabra.
- Ella es Xena, la mujer que ha venido de tierras lejanas a establecer un convenio.
- Espero que éste nos beneficie.
- Le ofreci a la Reina una oportunidad de no sacrificar vidas, a cambio de convertir
ésta ciudad en una colonia de mi Imperio.
- No es suficiente, nos gusta como está.
Sin saber en que momento mi mano se acercó a la de Nubeth y la sujetó, justo enfrente de
Xena, no era para provocar unos celos que sabía de sobra no existirían, porque
seguramente el deseo de Xena era que me volviera a enamorar, era por que necesitaba el
apoyo para esa primera conversación que no era la que habia imaginado ni planeado.
- Te recomiendo que regreses con tus barcos a Grecia Xena, mi pueblo y yo no estamos
interesados en desistir de nuestra vida, ni nuestra libertad.
- Si no podemos resolver las cosas por las buenas, habra que prepararnos para la batalla.
Xena se levantó molesta, imagino que por la inutil negociación aunque eso debió preveerlo,
la estrategia de batalla de Roshed era brillante, esperaba que el enfrentamiento no
durara mucho, entre mas pronto se fuera, mucho mejor.
XENA
Lo celos me invadieron, era mejor retirarme, algo en sus miradas me alertó, me enfureció,
le tomó la mano no para demostrarme algo, sino porque eso deseaba, la idea me provocó un
dolor nuevo, que no quería aceptar, la habia dejado ir, la habia rechazado, no tenía
derecho a sentir celos, ni dudas acerca de mi decisión, esto solo era por la impresión
de volver a verla, no estaba preparada y eso es todo, pronto mis emociones se calmarian
y volvería la indiferencia, y mis dudas desaparecerian.
Esa noche no concilié el sueño, haberla visto de nuevo habia movido mas cosas dentro de
mi de las que quería aceptar, de las que podía aceptar, mi felicidad en ese pequeño
cuerpo que tantas noches me abrigó, había conocido muchas personas que me complementaban,
pero era ella y solo ella la que me hacía sentir completa, la real felicidad estaba en
contemplar sus ojos, en escuchar su risa, en que me hablara de sueños, de leyendas, solo
su voz y lo que nombraba... Gabrielle.
- ¡¡¡Basta!!!...
Mis hombres se alertaron pero nadie dijo nada, me senti perdida.
GABRIELLE
Nubeth permanció callada cuando Xena partio, sentía que algo había cambiado en mi
tormenta interna, crei que meses y meses se llevarían el dolor pero a veces basta solo
un instante para comprenderlo todo, de ahí en adelante solo es cuestion de reunir el
valor para aceptarlo.
Roshed me tomó del brazo y me llevó fuera del salon, los tiempos de paz y regocijo se
habían terminado, quedaba una batalla real y mil batallas dentro de mi despues de que
todo pasara.
- Necesito hablarte.
Algo en su voz me alarmó, se veía agitado, y en sus ojos vi reflejado el odio que meses
atrás brilló cuando mencionó a Ares.
- ¿Qué pasa?... va mal el plan.
- Va mas que mal, dos cosas me perturban Gab y es mejor que te las diga ahora que aun
conservo mi cordura, la primera es que Xena esta haciendo cosas que no esperaba, el
venir aquí el comportarse como lo ha hecho, no se que tanto conozco de su alma, preparé
una estrategia de pelea para alguien que creo no existe mas, y temo que seamos derrotados
por confiar demasiado en certezas estúpidas acerca de los otros, despues de todo, todo
lo que creí ha sido desafiado, y me he equivocado mucho.
- ¿Equivocarte con qué?
- Aivino las actitudes de las personas en base en su pasado, en sus emociones, pero tu
esta noche me has sorprendido, mas aun, Xena al venir aquí cuando no ha terminado la
conquista en Grecia tambien me sorprendió, no estoy seguro hoy de mi instinto, no
quisiera sorpresas en la batalla.
- ¿Y entonces?
- Confiaba en que tu pudieras reforzar el plan, ya que parece has recobrado tu control y
mas porque sigues siendo la persona que mas la conoce.
- Conocía... ¿Cuál es la otra cosa?
Sus ojos brillaron en esa obscuridad y por primera vez sentí miedo de Roshed...
- Odio...
- Ingnoro que habrá pasado entre tu y Ares, se de tu odio desde que lo mecionaste hace
tiempo, y he querido respetar tu silencio, pero ahora creo que debes decirme.
- De acuerdo mi querida amiga, sabrás ya que servi a los Dioses, pero fui mas que eso,
viví en el Olimpo muchos muchos años, ahí fui atendido como un Dios y cegado por mi
soberbia me sentí como tal, Ares me pidió ayuda mil veces para poder derrocar a sus
iguales y ser soberano, se la negué hasta el último momento, él sabía que yo tenía una
hija, los años en el Olimpo son rápidos y no envejecí, seguía siento un niño de veinte
años con mas poder del que merecía o del que podía controlar, en venganza por mi
desprecio Ares sedujo a mi hija y la abandonó, ella desecha y sola le dio fin a su vida
y fue al Tartaro, cuando lo supe imploré a Zeus que me ayudase a sacarla de ahí, me lo
negó y como venganza guardé información sobre el ocaso de los Dioses, el odio comenzó a
consumirme porque aquellos a los que había ayudado me dieron la espalda, y por ese
desprecio provoqué mi propia ruina, mi poder se perdió y fue cuando marché a la India,
Zeus me dio el don de ser irrastreable para cuanquier Dios, eso ya lo sabes, pero no
impidió que viera miseria y destrucción en un mundo que colaboré a corromper ayudando a
egoistas como yo, para su propio provecho, y la culpa y arrepentimiento por mi pecados
me abrasó como un metal incandesente.
- Pero no puedes culparte por ello, eras muy joven, ademas me dijiste que las cosas
pasan por una razón.
- Antes de que todo terminara en la India, consulté a una sacerdotiza del destino, ella
me dijo que mi hija estaba destinada a algo brillante porque mi don se había pasado a
ella, pero consumida por su propia desdicha y sin un apoyo para soportarlo cambió su
vida.
- Entiendo tu odio, yo misma he odiado a Ares porque me quitó lo que mas amaba, pero...
- Hice un trato con Lucifer, a cambio de la vida de Ares, mandará a mi hija a los Campos
Elíseos.
- ¿Qué te hace pensar que cumplira su palabra?
- El odio nos alimenta, el destino lo desea y nosotros solo somos piezas de ajedrez,
pero hoy se que el destino solo nos escucha una vez, hoy se que hay cosas que se pierden
para siempre y que si tenemos una segunda oportunidad, no será con la misma persona,
cuando conocí y amé a Sherezada mi odio por mi mismo cesó, encontré consuelo en sus
brazos y una segunda oportunidad que se desvaneció de mis manos en dos años, estaba
decidido a olvidar mi venganza pero la vida me regresó al mismo camino de venganza.
- Pero...
- No digas mas, quería contarte esto porque nadie mejor que tu sabe las batallas que
libra el alma, esto es por otro motivo, no para que me hagas cambiar de opinión, Ares
viene con Xena, o llegará estoy seguro, mi odio puede volverme imprudente, asi que
quiero que tu seas la lider del ejército, no quiero arrastrar vidas por mi sed de
justicia.
La confesión de Roshed me dejó perpleja, sus demonios eran por mucho mayores que los
mios y aun asi había tratado de olvidar y de hacer lo correcto, no se arrojó a una
solucion facil... hasta ahora...
- Desde esta noche tomo el mando del Ejército, sigo creyendo que no hay mejor estrategia
que la que has escogido...
- Gracias.
- Una cosa mas, matarlo no devolverá el daño que te hizo, aun cuando todo este consumado
no creo que tu hija pueda ir a los Campos Eliseos, no si el precio es la vida del Dios
de la Guerra.
- Pero... el.
- Roshed tu me aconsejaste y me cuidaste cuando mas lo necesitaba, solo me queda la
gratitud y cariño por ti, y por eso no interferiré ni permitiré que nadie lo haga, pero
recuerda que si lo matas, volverás a sacar de balance al mundo, se necesita el odio para
que exista el amor.
- Se lo debo a mi hija...
- Hay otras formas de saldar las deudas, una de ellas es el perdon.
- Perdonar es imposible...
Se alejó sin decir mas, quise darle un poco de espacio antes de que el amanecer nos
golpeara, ahora habia algo mas que tenía que resolver.
Regresé al salón, la guardia estaba ahí, centinelas en los muros del palacio, las armas
listas y los hombres alerta y en posición, los barcos atrincherados y espías vigilando
los movimientos de Xena, aunque sabía que no atacaría hasta el amanecer.
Me acerqué a Nubeth sintiéndome de nuevo atraída por su perfume, deseando que las cosas
fuesen diferentes.
- Mañana empezará la batalla, hoy comenzó la guerra.
Vi tristeza y preocupación en su mirada...
- Ya sabíamos que este día llegaría, pero descuida, nos hemos preparado y estoy segura
que tus dioses no nos abandonaran.
- Temo por mi pueblo... y por mi corazón.
Bajé la cabeza, apenada por lo que le diría...
- Nubeth, eres una mujer maravillosa, si las cosas fueran diferentes...
- Pueden serlo.
- Si, tal vez con el tiempo, pero hoy mi corazón aun ama a otra mujer, y estar contigo
sería una traición a mi, a lo que siento por ella y a ti, no te mereces eso.
- Pero en mis brazos tal vez...
- Estoy herida, no olvidaré en brazos de otra persona, porque sería perderme mas,
conozco mi fuerza y las pruebas que he superado, estaré bien.
- ¿Eso quiere decir que?
- Cuando la batalla termine, me marcharé...
- Gabrielle... yo te am... yo siento por ti algo que jamas había sentido por nadie, eres
una mujer maravillosa y me has dado muchas cosas, quiero que te quedes conmigo, se que
podré sanar esa herida, se que podrás olvidarla entre mis brazos, tengo un reino a tus
pies, tengo mi corazón a tus pies.
- Lo lamento pero mi decisión esta tomada, ahora debo partir a prepararme para la
batalla.
Algo estaba pasando en el corazón de Xena, podía sentirlo, estaba agitada, confusa y
aunque ya había aceptado que nuestros caminos estaban irreparablemente divididos, algo
me seguía perturbando con respecto a ella.
Continuará...