por Susana Materano - CINI-K
Cuando observo a los niños, solo veo
lo que pudimos ser y ya no somos..
Quien no disfruta, al observar la
inocencia existente en un niño,
es incapaz de apreciar algo
verdaderamente hermoso.
Sólo ve lo que hay de los ojos
hacia fuera, además cree que lo bello
sólo puede ser la gente grande
o los objetos inanimados.
Yo, me deleito y me extasió
contemplando la pulcra faz de un
niño; es como si me viera en un
espejo nuevo porque puedo mirar
al mundo empezar de cero.
Un niño es tan solo
el futuro que nos sonríe..
Ellos con su carnaval de gritos vinieron a
apabullar la soledad que me agobia, juegan
sin pensar que son ellos los que me
acompañan y quienes dibujan una sonrisa
en
mi cansado rostro cada tarde.
Cuando los observo no deja de resonar
en mi cabeza esa obligada pregunta de
¿cómo serán cuando crezcan?
Ya se, no puedo adivinar sus futuras
vidas, pero disfruto compartir con ellos
cada momento de mi existencia, en las
difíciles situaciones me he preguntado
¿si Dios existe? Y al recordar el rostro
risueño de los chiquillos confirmo que
Dios
ciertamente es un niño.
El tiempo es un enigma , el tiempo es
buen maestro que cura las heridas de
esta vida loca, que corre velozmente que
enseña con ejemplos... te da consejos
sabios aunque no tenga boca
El tiempo te acaricia y a la vez te golpea,
te dice que mañana todo va a salir bien se
burla de el futuro cuando esta en el
presente y a la vez te presiona
recordando el ayer.
El tiempo no te aprecia, el tiempo es tu
enemigo aunque irónicamente es el único
que a veces te hace sentir bien...
El tiempo es un maestro que corre
velozmente y cuando te das cuenta
conoces
a la muerte
Vengo de mirar el rostro de la miseria,
esta nada de atractiva tiene y yo me
pregunto sin esperar respuesta
¿la pobreza de donde viene?
¿Será acaso de los amores precoces
que llegan en el despertar de la
adolescencia? No , no puede ser,
el
amor nunca engendra tal cosa.
¡Están! ahí parados sobre el duro suelo,
que la tierra les prodiga, encima de ellos
no hay un digno techo para bendecir la vida.
El calor sofoca el espíritu, las tardes en el sitio
donde se halla la miseria parecen ser eternas.
En el fondo del rancho un niño llora y una madre
sin motivo le pega, definitivamente no;
no
puede ser el amor quien engendra la miseria.
Yo me sentare en una silla verde,
mientras espero mi turno en el
consultorio de la vida gris, cuyo
color opaco desaparece ante la
espontánea sonrisa de un infante
que se emociona con cualquier
graciosa
tontería.
Voy a correr por los alrededores,
pisaré verdes jardines saltaré sobre
los ríos cuyas orillas aun no se
encuentran conectadas por un puente;
pasaré por entre las aguas estancadas
que producimos los humanos aunque
la piel se me impregne de desechos.
Y al fin, cuando se me agoten las esperanzas,
me sentare a descansar en la verde silla
para renovar mis enclenques ilusiones.