ESTALLIDO TERMONUCLEAR
El imponente resplandor devora el horizonte. Es como si mil soles estallaran a la vez, desatando un intenso e insondable fulgor blanquiazul que arrasa con todo lo existente. Como si un millón de dragones batieran sus alas luminosas en lo alto, incinerando el cielo mismo con sus incandescentes soplidos.
No sé como logro soportarlo. El imponente brillo me petrifica. De hecho, el calor es tan intenso que quema mis entrañas. Una hirviente ráfaga de viento huracanado acaba por tumbarme al suelo.
No puedo evitarlo. Retorcido por el dolor, me despido de toda esperanza. No tengo escapatoria. Tiemblo sin consuelo sobre mi espalda mientras que a mi lado caen del cielo diversos pájaros envueltos en llamas.
Mi terror no puede ser mayor. Sobre todo al divisar en la lejanía un colosal hongo de humo que se levanta imponente, confirmando mis sospechas. Llegó la hora del temido holocausto termonuclear. Es lo último que recuerdo antes de perder el conocimiento...
Despierto -no sé cuánto tiempo después- en medio de las calcinadas ruinas de una vasta ciudad que una vez fue, bajo un ennegrecido cielo que no cesa de llover cenizas.
Un segundo resplandor blanquiazul sacude el horizonte y me obliga a elevar la mirada. Esta vez no logro soportar la perturbadora temperatura ascendente. Lo último que recuerdo es el palpitante cielo encendiéndose con furia sobre mí...
