Herencia Cristiana
En los tiempos en que vivimos cagarse en dios comienza a cobrar más sentido que
nunca. Toda una cuestión de autodefensa.
Ya sea por la cena de Navidad, el bautizo de un sobrino o cualquier otra razón
de regozijo familiar un silencio sepulcral se apoderará de la reunión si un
comensal exclama para expresar su desacuerdo un solemne "mecagüendios".
Miradas de desprecio, indignación o asombro se lanzarán sobre usted si lanza
este tipo de blasfemias en un lugar público. Pero no por ello ni por otras
"faltas de tolerancia" podemos desdeñar ni dejar de utilizar tamaña
blasfemia porque hoy día cagarse en el santísimo padre cobra más sentido que
nunca, máxime cuando su ensalzamiento o justificación provocan tantas
injusticias a nuestro alrededor.
Con Dios viven
nuestros párrocos, hoy atareados en desmentir acusaciones de pederastia o en
salir del armario (aunque vista la participación del clero rosa van a necesitar
un ropero de siete puertas). En dioses justifican sus actos las Guerras Santas
que pululan por nuestro planeta. En nombre de dios se cometen tropelías de
estado, se perpetúan los robos del Domund, el espiritismo de las ONG´s, y un
sinfín de disparidades que pueblan la cara B de la sacristía mundial. Pero eso
no es sólo lo que más puede preocupar al ateísmo militante.
Ahora la Iglesia Católica Apostólica y Romana se encuentra en un delicado
momento de falta de vocación. Según fuentes episcopales a las que ha tenido
acceso Lisergia.net, el Vaticano planea asumir nuevas estrategias parea atraer a
la juventud. Entre estas posibles vías de abducción teenager está montar una
operación triunfo con coros de gospel, construir un cine omnimax 3D en la cúpula
del vaticano, rapear las omilias y el lanzamiento de Jesucristo versión 2.0.
Esta ultima iniciativa se trata al parecer de una nueva efigie del popular
"hijo de dios" con las melenas con mechas y trencitas, perilla grunge
en lugar de barba y una camiseta con el mensaje "The Pope rules" (algo
así como "Juan Pablo mola"). Además, abandonarán la clásica
crucifixión para situar al mártir en una silla eléctrica (También había una
versión latina con Jesús portando una guitarra española bajo el apodo de
"er niño de Nazareth" que al final fue descartada).
Toda esta modernización simbólica nos lleva a mantener nuestras blasfemias al pie del cañón para evitar así que nos mareen la perdiz. Cuando afirmamos que la religión es el opio del pueblo, ellos defenderán que no es opio sino éxtasis. Y nada de Mitsubishis, sino pirulas de calidad como las que usaron San Juan de la Cruz y la Madre Teresa para alcanzar su éxtasis místico. Auténtico éxtasis. Cuando intentemos apoyarnos en la ciencia, acudirán a los milagros. Cuando intentemos ser racionales, empíricos y sabelotodos, nos adjudicarán con la falta de fe el estigma de los infieles. ¿Y esto porqué?. Porque se trata de una visión de opuestos, de divinos frente a humanos. Y por ello, después de analizar teorías y lanzar misivas clamando a la racionalidad nos han acorralado. ¿Si la gente cree en Rappel y en Lola Montero cómo no van a creer en el rey de los judios? (No, ese rey no, Sharon no. Nos referimos a Jesucristo trino y uno). Voces espontáneas lo alertaban recientemente a nuestros lectores: El Opus Dei es Matrix. Y si dios se hizo verbo, del verbo nos nutriremos para escapar de su invisible pero palpable mundo "programado por ordenador". Estamos perdidos. Por ello nuestra arma se ha de centrar en la defecación espiritual, en el desprecio y la violencia verbal. Muchas formas bonitas de decir una sola: Me cago en Dios. No hace falta seguir la estela que marcó Nietzche y matarlo, con defecar sobre él ya nos basta. Pero, eso sí, haciéndolo con orgullo y militancia.
Pues eso, si quiere
dar sentido a sus protestas nada de "mecachis" ni "me cago en la
mar" ni mucho menos "me cachi en los moros" que bastante tienen
con servir de pasto para los peces. A cagarse en dios con todas sus fuerzas
intestinales, sin complejos ni remordimientos.
¡Blasfeme, jóven! Blasfeme.
REFERENCIA
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