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Retablo del Altar Mayor de la Capilla de Las Llagas de San Francisco.

Capilla de la Tercera Orden Franciscana Seglar de San Francisco de Caracas.

 

El retablo del Altar Mayor es del siglo XVIII, considerado una obra del arte barroco, y uno de los más hermosos del país, por sus diseño y forma. Es obra del Maestro tallista Domingo Gutiérrez a quien la Junta de la Venerable Orden Tercero (V.O.T.) solicitó presupuesto según Acta de la Junta del 9 de Febrero de 1765, el 31 de Agosto siguiente se encarga al Hermano Ministro Miguel Ramírez la vigilancia de la marcha de la obra, consta que el Ministro y el Padre Comisario Juan José Castro llevaron dos bocetos de Santiago Rojas y el tallista los desechó porque quería hacer algo nuevo y muy particular que valiera la pena, según sus palabras; según Junta del 7 de Diciembre de 1766, se acordó colocarlo sin terminar, para motivar a los bienhechores a contribuir para su finalización, el primer cuerpo se concluyó según Junta del 26 de Enero de 1767 a un costo de 12OO pesos. El segundo y tercer cuerpo, estuvieron finalizados entre 1768 y 177O, el dorado estuvo a cargo de Juan Pedro López y se hizo, al igual que las pinturas entre 177O y 1771. En total fueron 1474 pesos el retablo y 999 pesos el dorado.

San Luis Rey de Francia. Pintura de Juan Pedro López, pintor venezolano abuelo de Don Andrés Bello, Gloria de las letras venezolanas.

El retablo está elaborado en madera de cedro amargo, es de forma circular y cóncavo lo que requiere de mayor trabajo que los retablos planos, es exuberante y prolijo, como lo expresaran los tallista de la época, Juan José López y Juan Custodio Céspedes. Se entregó al artista la madera de primerísima calidad, desde aquél momento el artista diseñó columnas, flores, follajes, corderos, arabescos para las pinturas, trazó graciosas y atrevidas curvas, orlas, para lograr esta mezcla de naturaleza animada e inanimada, poniendo su arte al nivel de los tallistas de España, trabajaron en la obra dieciséis Oficiales entre los cuales estaba su hijo Domingo Antonio, heredero luego de su taller y bocetos.
El retablo consta de tres cuerpos, el primero o inferior, tiene como figura central el Santo Cristo de Humildad y Paciencia, parece obra del mismo artista que realizó el Nazareno de San Pablo, restaurado en su pintura por Leoncio Cedeño, está rodeado por seis cuadros al óleo (lienzo fijado sobre madera) realizados por Juan Pedro López, digno representante de la pintura religiosa del a época, los cuadros son: del lado de la Epístola sobre la puerta de la Sacristía Santa Isabel Reina de Hungría, Patrona de los Franciscanos Seglares, en dos óvalos San Roque y San Elzeario; del lado del Evangelio San Luis Rey de Francia, Patrono de los Franciscanos Seglares, sobre la otra puerta a la Sacristía, y en óvalos Santa Clara y Santa Rosa de Viterbo. El retablo se prolonga lateralmente con orlas o volutas sobre las puertas (cada puerta consta de dos hojas de cincuenta y dos centímetros de ancho y de dos metros tres centímetros de alto, que conducen a la Sacristía de la Orden Tercera, rodeándolas hasta el piso, para mayor ornato. Debajo del Cristo el Sagrario semicircular tallado de unos 54 por 31 centímetros, a su derecha, la talla del escudo Franciscano con la Cruz y los brazos cruzados de Cristo y Francisco; a la izquierda, un escudo ovalado con cuatro flores de liz, una a cada lado. una arriba y otra abajo, sobresaliendo una rama y una espada, haciendo una «x», cada escudo de unos 42 por 46 centímetros.

Santa Isabel de Hungría. Pintura de Juan Pedro López

El segundo cuerpo tiene al centro, un nicho mediano sin vidriera, con una figura de bulto de San Francisco, policromado, tallada en madera de cedro, con pedestal de madera dorada al fuego, que sujeta una calavera en la mano derecha, a su lado derecho un altorrelieve esmaltado a colores, de un perro con una tea encendida en la boca, que representa a Santo Domingo de Guzmán y a la izquierda otro alto relieve de una oveja también en esmalte de colores, que representa a San Francisco.
El cuerpo tercero es el remate del retablo y se eleva hasta el borde de la cúpula, tiene un altorrelieve que representa a La Inmaculada Concepción, esmaltada en colores, que invita por su elevación y belleza a la meditación, y exige para mirarla elevar los ojos al cielo, que asemeja el tenue azul de la cúpula en su interior.
Separado del retablo está el Altar, mesa rectangular de casi tres metros por sesenta y nueve centímetros con doce centímetros de grueso la talla frontal, en madera de cedro dorada al fuego como figura central una oveja laqueada plateada, sobre talla de llamas y una cruz, Cristo el Cordero de Dios.
Sobre la mesa en su centro la piedra de ara con reliquias de Santos, de treinta por ventitres centímetros.

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