Dios y el capitalismo
Reflexiones de un banquero católico
ROMA, sábado, 12 febrero 2005 (ZENIT.org).-
Cómo ordenar la economía moderna según los principios morales ha sido el tema de
un libro publicado en Italia en noviembre. «Denaro e Paradiso: L’Economia
Globale e il Mondo Católico» (Dinero y Paraíso: La Economía Global y el Mundo
Católico) es un libro entrevista con Ettore Gotti Tedeschi, presidente operativo
en Italia de uno de los más grandes bancos europeos, el Banco Santander Central
Hispano.
Gotti Tedeschi comienza explicando al autor y periodista Rino Cammilleri cómo el
sistema de mercado, incluso con sus imperfecciones, es el modo más eficiente de
organizar una economía que satisfaga las necesidades individuales. Asimismo, el
mercado juega un importante papel en la iniciativa y la creatividad individual
que permiten que los recursos se utilicen de manera eficiente.
El banquero italiano declara su oposición a un papel excesivamente intrusivo del
gobierno en la economía, sosteniendo que en muchos casos un estado de bienestar
conduce inevitablemente a desperdiciar recursos y a introducir impuestos y más
altos.
Al mismo tiempo, reconoce que en los mercados libres existen abusos y problemas
como la desigual distribución de la riqueza. El individualismo y el egoísmo, la
fuente de muchos de estos problemas, forman parte de la condición humana. Lo que
se necesita, sostiene el banquero, son leyes que prevean los abusos, pero sin
eliminar la libertad que permite la operación del mercado.
Gotti Tedeschi apunta que una economía avanzada y libre suele ser necesaria
precisamente para ayudar al pobre. Cuando se producen bienes a gran escala, su
precio suele reducirse, haciéndolos más asequibles al pobre.
Responsabilidad individual
Preguntado si la economía de mercado es culpable de crear necesidades
artificiales, Gotti Tedeschi observaba que en un mundo complejo la división
entre necesidades esenciales o superfluas pueden variar ampliamente. También
depende de la cultura, de la moral predominante, y del nivel de progreso
tecnológico.
El banquero reconoce que las personas en los países ricos están rodeadas de
oportunidades de comprar productos. Sin embargo, pone la carga en los
consumidores en vez de en el mercado. La economía pone estos bienes a nuestro
alcance pero es tarea de los potenciales consumidores el distinguir entre lo que
es necesario o no.
A la acusación de que el mercado crea riqueza a costa de quienes son más débiles
o menos afortunados, Gotti Tedeschi apunta que si no existiera un sistema
eficiente que creara riqueza, no habría dinero que permitiera a las personas
ayudar a los demás. Quien llega a ser rico tiene la posibilidad de ayudar más a
la gente pobre, y este sentido de responsabilidad es algo que se debería
desarrollar, recomienda. El sentido de la pobreza encontrado en los Evangelios
no es el de total falta de bienes materiales, sino más bien el de despego de
ellos.
Valores duraderos
Aunque Gotti Tedeschi es un decidido defensor del libre mercado, reconoce la
importancia de otros valores. La fe absoluta en el progreso científico y
tecnológico, observa, es una suerte de nueva idolatría. Cuanto mejor nos iría,
especula, si la humanidad hubiera hecho tanto progreso espiritual como el
logrado con la ciencia y la tecnología.
En el área de la economía, el banquero italiano insiste en que no es más que un
instrumento, neutral en sí mismo. El peligro es que quienes toman las decisiones
se puedan permitir el cegarse por las tentaciones del deseo de poder o
beneficio, olvidando que la economía es un medio a usar para el bien de la
humanidad.
Es vital, por ello, que siempre se tenga en mente la dimensión sobrenatural de
la naturaleza humana y la convicción de que nuestras vidas tienen un significado
último, no dependiente de factores materiales. Si se logra esto, podemos
resolver los problemas de abusos como la explotación o coacción, que son el
resultado de un individualismo miope que opta por lo que es útil sobre lo que es
bueno con respecto a la persona humana.
Gotti Tedeschi también explica que el catolicismo tiene una enseñanza importante
al respecto, que es que debemos elegir nuestras opciones según una correcta
jerarquía de valores, dando significado a cada una de nuestras decisiones. Las
verdaderas riquezas son las que duran, es decir, la salvación, mientras que la
riqueza terrena es sólo un medio, no un fin. Si recordamos esta lección, resulta
posible poseer la riqueza material, sin perder nuestra verdadera humanidad.
¿Los primeros Silicon Valleys?
También es posible comprender otros elementos del capitalismo desde un punto de
vista católico. El progreso tecnológico, por ejemplo, es valioso porque nos
libera de la fatiga del trabajo. Intentando reconciliar la actividad económica
con la moralidad, Gotti Tedeschi recomienda que apliquemos los mismos
principios, sea en casa, en la iglesia, o en el puesto de trabajo.
El banquero también sostiene que es erróneo dar todo el crédito de los orígenes
del capitalismo al protestantismo. Sostiene que muchos monasterios – «Silicon
Valleys» a escala reducida, según sus palabras – hicieron una contribución vital
al capitalismo en el último periodo medieval. Los monasterios hicieron muchos de
los descubrimientos tecnológicos que fueron vitales para el comienzo de la era
industrial. También lleva los orígenes del capitalismo a los desarrollos en la
Italia del siglo XIII, bastante antes del nacimiento del protestantismo.
El catolicismo también tiene mucho que aportar al mundo económico de hoy. Por
ejemplo, ve la persona como un fin en sí mismo, y no sólo como un instrumento a
través del cual puede aumentarse el consumo. El catolicismo también nos
recomienda que la economía no debería limitarse a una mera multiplicación de la
producción material, sino que debería tomar en cuenta todos los aspectos,
incluyendo el espiritual, de la naturaleza humana, dice Gotti Tedeschi. Para
lograr esto el capitalismo necesitar ser influenciado por normas y decisiones
morales que puedan orientarnos al decidir lo que es bueno para nosotros, como
criaturas compuestas de cuerpo y espíritu.
En este sentido la versión del capitalismo que lo ve ordenado según la «ley de
la jungla», donde dominan el egoísmo y la explotación, es ajeno a la visión
católica de cómo debería organizarse el orden económico.
Libre de elegir
Gotti Tedeschi también explica cómo deberíamos entender el concepto de libertad
de acción, que es una parte importante del capitalismo. La persona humana ha
sido creada a imagen de Dios y se le ha dado la tarea de continuar la acción del
Creador en el mundo. Con la encarnación de Cristo, vemos cómo el trabajo humano
adquiere una dimensión redentora. Ejercitar esta creatividad humana, sin
embargo, requiere libertad de acción, pero no es una libertad sin alma, o una
libertad ejercitada sin responsabilidad.
Un capitalismo católico, continúa, nos permite ser hijos de Dios y creadores
usando los medios que tenemos disponibles y nuestro genio humano. Éste es el
verdadero capital en el capitalismo, que luego dirige la actividad de los medios
materiales y financieros que producen la riqueza. Lo que sería inmoral sería no
producir toda la riqueza posible, o invertir el correcto orden de medios y
fines.
Lo que recomienda Gotti Tedeschi es una economía inspirada por valores
cristianos, que exalta la naturaleza humana y la vocación del hombre – y que sea
dirigida por personas que creen que sus vidas tienen un significado perdurable.