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Renuncias: Xena y Gabrielle son de total propiedad de copyright de MCA/Universal y Renaissance Pictures. No tengo la menor intención de violar nada, en éste caso el derecho de autor. Esta historia fue escrita sin ánimo de lucro, sólo con la intención de contribuir con mi granito de arena para que no decaiga el espíritu Xenite.
Violencia: Por supuesto que la hay, pues sino para que cargar con objetos punzo cortantes y que la mayoría de los personajes son guerreras o dementes.
Sexo: Pues claro, ¿qué es la vida sin el sexo?. Si alguien tiene idea me puede escribir. Bueno si habrán escenas de sexo entre mujeres y posiblemente entre hombre y mujer. Si eres menor de edad pues no desesperes que todo llega a su tiempo y si esta prohibido leer éste tipo de lectura donde vives pues tu decides.
Dedicatorias: A todas las personas que se toman su tiempo en leer mi historia. Si quieres hacerme algún comentario o sugerencia siéntete en libertad de escribirme a yossmartin_7@hotmail.com.


ANTROPOFAGIA

Por: Yoss

Capítulo 6

El grupo partió en carrera enseguida, encabezada por la rubia reina amazona y su campeona, llegar al sitio en donde se encontraban las rastreadoras de la avanzada, dos de ellas estaban bajando de los árboles en ese momento, sorprendiendo a los tres centauros que fueron enviados por Tildo ya que les parecieron más ardillas que mujeres.

-Mi reina- saludaron las rastreadoras nada más verla.

-Dos hombres a caballo se dirigen hacia las colinas del este, uno de ellos lleva una flecha en la espalda- dijo una de ellas.

-El otro parece herido y las huellas también se dirigen a la misma dirección- termino de informar la otra amazona.

-Xena, será más productivo dividirnos- hablo Gabrielle mientras miraba hacia las colinas y la distancia que había hasta ellas.

-Es cierto, creo que será mejor que los centauros los rodeen por dentro de su territorio- fue la opinión de la conocedora guerrera, era muy cuidadosa de cómo hablar a su bardo delante de las amazonas.

-Angus hay que rodear para cortarles el escape- la reina amazona se dirigió al rubio centauro.

-Si, lo mejor es que lo hagamos nosotros, nos vemos allá- fue la contestación del centauro que no necesito de más palabras para rehacer sus pasos junto a sus dos compañeros hasta donde estaba Tildo e informarlo del plan.

-Mi reina, Solari y su grupo acortan distancia a los hombres- dijo la rastreadora que se mantenía en los árboles y ahora bajaba a toda prisa para subir a su caballo.

-¡¡¡Vamos!!!- ordenó la reina a su grupo que estaban todas en sus monturas.

Las rastreadoras a la cabeza junto a Xena que era seguida muy de cerca por Gabrielle, a quien señalaba las huellas que seguían, la guerrera no perdía oportunidad de instruir a su bardo para ella era esencial que la bella rubia tuviera todo su conocimiento para cuando lo necesitara.

*****

Solari y las otras nueve amazonas seguían las huellas a lo largo del río, no tenían necesidad de bajarse para seguirlas, estaban claras las pisadas de los caballos y sobre todo las salpicaduras de la sangre por parte de los perseguidos.

-Baltos, detengámonos- ordenó Tailus, que se sentía desfallecer por la perdida de sangre.

-¿Detenernos?- preguntó Baltos incrédulo desde su montura a la carrera por su huída.

-Si, no puedo seguir- confesó el alto hombre, mientras tiraba de las riendas de su caballo para detenerlo.

Baltos vio que el otro hombre detenía su caballo por lo que decidió hacer lo mismo, mirando hacia todos lados, mientras que Tailus se bajaba de su montura trabajosamente, por un momento pensó en seguir su camino y dejar a su compañero pero sus pensamientos fueron interrumpidos.

-Ven aquí- ordenó Tailus de rodillas sobre el suelo palpando la herida que le cruzaba el pecho. -¡¡Maldita mujer!!- renegó dolorosamente al recordar quién lo hirió.

-¿Ya no te apetece la guerrera?- preguntó Baltos en tono burlón de pie junto a Tailus.

El hombre de rodillas levantó la mirada hacia el otro, la mirada era cortante y llena de furia pero no pronunció palabras, sabía que necesitaba de la ayuda de Baltos en ese momento y la verdad era que se sentía sin fuerzas.

-No debimos detenernos, pueden estar siguiéndonos- se quejó Baltos mirando con desconfianza a su alrededor. -Además, por si no lo sabes una flecha en la espalda no es nada cómodo y sobre todo muy doloroso- fue el sarcástico comentario.

-Este no es territorio de ellas y no creo que quieran arriesgarse a morir- fueron las palabras seguras y tranquilizadoras de Tailus. -Ahora ven y véndame el pecho para detener el sangrado y luego te saco la flecha- ordenó el ahora débil hombre.

-Hummm, tengo algo que nos ayudará- dijo Baltos al pensar un momento, luego se dirigió hacia su caballo y empezar a buscar en su alforja. -¿Qué te parece un bocado de carne de nuestra última caza?- preguntó el hombre al sacar un envoltorio.

Tailus se levantó de un salto al escuchar las palabras del otro hombre como si no estuviera herido, arrancándole de las manos el tan preciado alimento a Baltos. Este tuvo que pelear por su parte que se encontraba frescas, se peleaban por los trozos de carnes que engullían con desesperación y deleite, sus demenciales ojos brillaban.

Era tal el frenesí en la que estaban sumidos ambos hombres que no escucharon acercarse a las amazonas que se detuvieron a corta distancia al escuchar voces y a los caballos.

Solari con señales ordenó no hacer ruidos y bajar de los caballos para entonces rodearlos, las órdenes fueron acatadas al pie de la letra, tomaron posiciones mientras no le quitaban ojo de encima a lo hombres.

Las guerreras se miraban incrédulas entre si mientras esperaban la señal de atacarlos, observaban que los hombres no apartaban la mirada de los trozos de carne que poseía el otro, esperando una oportunidad para arrebatárselos de un manotazo, los caballos de éstos estaban nerviosos, moviéndose de un lado a otro pero eran ignorados por los hombres que parecían en trance.

Al terminarse la carne empezaron a lamerse sus manos, un poco más calmados con respiraciones más pausadas según observaban las amazonas, entonces el hombre alto, fornido de cabellos oscuros se acostó mirando hacia el cielo cerrando los ojos, quieto, tan quieto que las guerreras pensaron si sería posible que estuviera muerto ya que sus ropas estaban cubiertas de sangre y una gran herida en el pecho, tal como les habían dicho, mientras que el hombre pelirrojo y de mediana estatura había puesto una rodilla en tierra, apoyando los codos en el muslo de su pierna mientras se cubría el rostro inclinado hacia abajo con sus manos.

El canto de una paloma se escuchó y no tardaron en salir amazonas de entre los árboles y arbustos que rodeaban el lugar.

-¡¡¡MALDICIÓN!!!- gritó Tailus al abrir los ojos y tener casi encima a una guerrera que intentaba asestarle un golpe con la empuñadura de su espada. El pelinegro sólo tuvo oportunidad de levantar una pierna con tan buena suerte de plantarle la bota en toda la cara a la joven amazona, dejándola en el mundo de Morfeo.

Tailus rodó sobre si mismo evitando sendos golpes por parte de otras cuatro amazonas pero llevándose consigo fuertes patadas en los costados las guerreras no le daban oportunidad de levantarse pero no podían asestarle golpes contundentes.

En tanto a Baltos no le iba mejor cuando cinco amazonas enviaban patadas y golpes asestando algunos ya que el delgado hombre sabía defenderse, con una patada a un lado alcanzó de lleno a una amazona enviándola a suelo con varias costillas rotas, el golpe contra el suelo le terminó de sacar el aire de los pulmones y por lo tanto ahogando el grito.

Otra amazona rubia intentó alejar al hombre de la amazona herida enviando una patada pero Baltos le atrapaba la pierna asestándole un rápido codazo en la pantorrilla quebrando el hueso que cortó la piel e inclusive el cuero del pantalón, arrancando un grito de dolor de la veterana guerrera pero ésta no se doblegó al dolor, giró sobre sí para salir del alcance del hombre.

Una de las estudiantes de Gabrielle aprovechó el momentáneo descuido del hombre para saltar tras de Baltos y aferrar la flecha que aun estaba enterrada en su espalda, hundiéndola hasta atravesar al hombre de lado a lado. Esto provocó que Baltos rugiera de dolor e instintivamente lanzara un codazo hacia atrás dando con la frente de quien con saña agrandaba su herida, haciendo que el cuerpo de la amazona cayera al suelo pesadamente totalmente inconsciente.

En tanto Tailus alcanzó de un manotazo una bota y tiró de ella, el crujido y el grito de Edwina se hicieron audibles sobre los jadeo y esfuerzos en la lucha, en un momento la joven amazona se sintió volar para luego caer contra dos de sus hermanas amazonas, mientras el alto y fornido hombre se levantaba de un salto acrobático en donde se apoyo sobre sus hombros para luego inmediatamente dar patadas y así lograr estar de pie y enfrentar a la única amazona que le hacia frente.

Solari vio lo que sucedía por el rabillo del ojo con el otro grupo de amazonas, mientras tomaba por la camisa a la joven amazona tirada en el suelo y tiraba de ella sin ningún cuidado para alejarla de Baltos que gritaba de dolor arrodillado mientras intentaba asestar golpes a la otra guerrera que era la rastreadora Noria, entonces tomo la decisión de sacar su espada para acabar con sus enemigos.

-¡¡ATAQUEN!!- El grito y sonido que produjo la espada de Solari alertó a las otras dos amazonas en pie y las dos que se levantaban luego de quitarse a Edwina de encima, todas de inmediato sacaron la suya.

Tailus al escuchar esto dio una rápida mirada a su alrededor para buscar una vía de escape, antes que las amazona frente al él diera un paso para atacarlo, éste salto hacia Edwina que estaba tirada sobre el suelo agarrando su tobillo dislocado.

-¡¡¡TIREN SUS ESPADAS O LA MATO!!!- la amenaza desesperada de Tailus fue echa cuando se hizo de la joven amazona de los cabellos, dándole un fuerte tirón la puso en pie mientras ágilmente se apoderaba de la espada amazona y la colocaba sobre el cuello de Edwina.

La amenaza detuvo en el acto la espada de Solari y la de Noria que estaban a punto de dar las estocadas a Baltos que estaba de rodillas.

-Si lo haces, mataré a tu amigo- contraatacó Solari al poner la punta de su espada en el cuello del hombre en cuestión.

-Puedes hacerlo pero luego tiren sus armas- las palabras frías y firmes del alto hombre.

Para remarcar sus palabras Tailus apretó más la filosa espada al terso cuello de la amazona, provocando un fino corte en el haciendo brotar hilillos de sangre resbalar por el arma y la piel de Edwina que apretó los dientes, aguantando el dolor tanto del tobillo dislocado, los tirones del cabello por donde la mantenía aprisionada y ahora el superficial corte en su cuello.

Solari hundió un poco la punta de su espada en la garganta de Baltos que estaba perplejo por la contestación de su "amigo".

-¡¡Ta... Ta... Tailus!!- llamó sorprendido Baltos que sentía la punta del frío metal en su piel.

¡¡¡POR HADES!!! Maldecía internamente Solari al ver que el hombre no estaba faroleando aunque tenía que reconocer que Edwina estaba manejando su miedo bastante bien lo que la enorgullecía, era una de las primeras clases que reciban las nuevas nuevas reclutas.

Con un movimiento de su mano las guerreras tiraron sus armas sin rechistar, entonces Tailus comenzó a retroceder llevando consigo a su prisionera que saltaba sobre un pie tratando de evitar que la espada la degollara.

-¡¡Suéltala!!- solicitó Solari al hombre con voz firme.

-¿Por quién me tomas?- preguntó molesto el alto hombre de cabellos negros. -Y tu idiota recoge las espadas y tráelas- dijo malhumorado a Baltos que no dudo en hacer lo que se le ordenaba.

-Vete con tu amigo pero déjala- insistió la amazona al mando, dando pasos hacia el hombre que tenía cautiva a la joven amazona.

-No linda, esta delicia me la llevo para asegurarme que no nos sigan y no des un paso más- dijo el hombre mientras miraba alrededor buscando sus caballos. -Trae los caballos- fue la nueva orden para el hombre cuya vida no significaba nada para él.

-Entonces llévame a mí- ofreció valientemente Solari.

-¡¡CREES QUE SOY ESTÚPIDO!!- grito el alteradísimo Tailus, tirando fuertemente del cabello de Edwina que trataba de moverse muy pegada al hombre para evitar seguir siendo herida.

-Esta bien, tranquilo- trato Solari de mantener la calma del hombre que con cada movimiento brusco cortaba más a la joven amazona.

-No se muevan de donde están o le cortaré la cabeza- volvió amenazar Tailus mientras subía rápidamente en lomos de su caballo, manteniendo la espada en el cuello de la amazona, con ayuda de Baltos, luego este la tomo de la cintura para luego alzarla y colocarla delante de quien la tenía cautiva con su propia espada.

-Si en verdad aprecian a esta delicia, no me sigan- estas palabras no tranquilizaban a las amazonas -trae las espadas contigo- ordenó a Baltos antes que este subiera a su caballo e irse de allí -No ha sido un placer conocerlas- con estas palabras emprendió el galope tendido con su cautiva.

En tanto Baltos a duras penas logró subir a su caballo cuando Tailus emprendió la huida, lo que provocó que su caballo también hiciera lo mismo, lo que hizo que estuviera a punto de soltar la espadas y caer a tierra.

El delgado hombre no llegó a acomodarse en la silla iba casi cayéndose por lo que tuvo que soltar algunas de las espadas para lograr sujetarse bien.

Las amazonas permanecieron inmóviles hasta que los jinetes desaparecieron de su vista ya que el que iba a la cabeza miraba por momentos sobre su hombro hacia donde ellas.

-Noria y Lubin busquen esas espadas- ordenó Solari -Noria toma una y síguelos, Lubin regresa con las otras- para cuando la amazona terminó las instrucciones las aludidas ya estaban sobre sus caballos y partieron a su misión.

-Telca revisa a Lania, Amalia despierta a esas dos- ordenó rápidamente Solari, mientras se inclinaba sobre Eldis, la amazona que tenía la pierna rota, encargándose entonces de inmovilizársela lo más posible hasta que recibiera atención de la sanadora.

*****

Señales que informaban de un intruso fue transmitida desde Xena y las rastreadoras a la cabeza hasta que la última amazona se enteró, para detenerse.

Un hombre sucio y harapiento se encontró de frente al imponente grupo de amazonas haciéndolo detener su errática carrera y caer de rodilla de manera aterrorizada. Las guerreras lo miraban cuestionadoramente, entonces Xena se acercó a él ya que le pareció reconocerlo bajo toda esa mugre.

-Es uno de los hombres que miraban a las chicas en la aldea la otra noche- informó mientras bajaba de Argo de un salto para caer sobre una rodilla frente al hombre y mirarlo a los ojos de cerca.

-¿Eres compañero de esos dos que estuvieron en territorio amazona?- interrogó la alta guerrera mirando fieramente al hombre que visiblemente temblaba y jadeaba profundamente.

-Mu... muertos- fue la llana respuesta por parte del hombre, inquietando a las guerreras.

-¿Quiénes están muertos?- preguntó con impaciencia Xena.

-Degollados, c... comidos- dijo el hombre en esta ocasión, mirando a su interrogadora.

-¿De qué hablas?- preguntó aterrorizada Gabrielle desde su caballo mientras Xena miraba los ojos desorbitados y atormentados del hombre, su mirada era de un desquiciado.

-Al centauro también- agregó Palemon perdido en sus sangrientos recuerdos.

-Es un desquiciado- informó Xena al observarlo con ojos conocedores, antes que le formularan más preguntas al hombre.

-Muertos, degollados, comidos, despedazados- repitió y agregó el hombre, mientras se levantaba con mucha dificultad para emprender su carrera sin rumbo nuevamente.

-Xena, pero ¿cómo sabremos si lo que dice es cierto?- cuestionó Gabrielle pensando en las palabras del desquiciado hombre que se habría paso entre los caballos de las guerreras.

-Ha mencionado un centauro y está lejos de donde encontramos los restos de uno- respondió pensativamente Xena -deténgalo.

Una de las amazonas lo detuvo al agarrarlo por los restos de la camisa que vestía, mientras el hombre se debatía para volver a su carrera.

-Estas no son huellas de las que encontramos hace rato- informó la guerrera pelinegra que ahora miraba la huella hecha por Palemon. -El estaba con otros dos en el pueblo la otra noche y no son los que nos han atacado.

-También mujeres comen- dijo el hombre desesperado por deshacer el agarre.

-Por Hades, como apesta- comentó asqueada la amazona que lo sujetaba.

-Dos jinetes a todo galope al este en la llanura, un hombre luego una mujer- informó una rastreadora que continuo mientras interrogaban a Palemon. -Y los hombres que seguía Solari traen a creo que Edwina con ellos- terminó de informar cuando detuvo a su caballo frente al grupo de amazonas al regresar.

-¿Y el grupo de Solari?- inquirió preocupada Gabrielle por la noticia.

Olvidándose por un momento del protocolo, la rastreadora negó con la cabeza pero luego dijo pensativamente.

-Pero no me quedé mucho tiempo luego de reconocer a Edwina, Zenta y Tainy se quedaron observando- informó la rastreadora.

-Creo que tendremos que separarnos- comentó Gabrielle, tras lo cual Xena asintió.

-En cuatro grupos- solicitó la ojiazul, levantándose del todo para subir a Argo nuevamente.

Mientras que Eponin y la rubia reina amazona dividían los grupos, Xena se dirigió hacia las otras dos rastreadoras que mantenía vigilancia más adelante.

-Xena, parece que tienen a Edwina pero Noria los sigue a distancia y más atrás Solari y dos más- informó Zenta nada más ver a la campeona de la reina llegar a su lado.

-El hombre y la mujer salieron de esa área, llevan cierta distancia uno del otro, como si ella lo siguiera a él.- Tainy dio su informe, mientras señalaba una parte de bosque todavía a cierta distancia pero dentro del territorio amazona.

-Parece ser el lugar a donde nos llevan las huellas que seguimos- comentó Xena al mirar el lugar que señalaba la joven rastreadora.

-Si, eso parece- concordó Tainy.

Xena las puso al tanto de lo dicho Palemon y su opinión del estado del hombre, también que se iban a dividir en grupos, diciéndole a Tainy que fuera con el grupo que perseguiría a la mujer y el hombre, en tanto que Zenta iría con ella a interceptar a los dos hombres.

*****

El grupo de Xena se detuvo su galope tendido y se ocultaron entre los arbusto y árboles justo por donde pasarían en unos momentos Tailus, Edwina y Batos.

Cantos de palomas se escucharon luego el ligero zumbido del chakram cortando el aire y luego el brazo Tailus que sostenía la espada que aprisionaba a la joven amazona.

Las señales de las amazonas alertaron a Edwina que se preparó para lo que se sucedería en escasos momentos.

El sorpresivo ataque hizo que Tailus tirara de las riendas de su caballo, provocando que éste se levantara sobre sus patas traseras, desmontando tanto al raptor como a la raptada para seguidamente caer sobres su lomo por el repentino y fuerte tirón, en tanto que Baltos tiró de su caballo para huir de allí pero tomando la ruta por la que habían venido, lo seguían dos amazonas con sus espadas al ristre.

Edwina una vez chocar contra el duro suelo rodó lo más lejos de su captor, siendo cubierta por dos amazonas que salieron de entre los arbustos y el grito de batalla de Xena se escuchó por sobre los demás sonidos.

Tailus se puso en pie de un salto arrojando tierra a los ojos de las guerreras para cegarlas, tuvo suerte con dos pero no con Xena.

-Nos volvemos a ver- le saludó burlonamente la enojada guerrera -parece que le gustas a mi chakram- dijo con una sonrisa sardónica en su bello rostro mientras que levantaba su mano para atrapar el arma -mi espada está celosa- le dijo despreocupadamente mientras se apartaba algunos cabellos del rostro con ella.

-¡¡MALDITA MUJER!!- gritó furioso Tailus que se vio rodeado por otras tres amazonas bien armadas.

-Pero que modales- se volvió a burlar Xena haciendo que el hombre perdía la paciencia.

-Déjame seguir tu camino, no puedes matarme- le dijo el hombre tratando de controlarse.

-Me parece que has entrado en unos territorios en los que se necesita invitación para entrar y al parecer querías llevarte un recordatorio de tu visita- dijo esto último mirando como Edwina era ayudada a levantarse y revisaban sus cortes en el cuello.

-Yo no necesito invitación y ella no era mi primera opción pero en vista que no encontré a la reina- las palabras de Tailus fueron dichas con total altanería.

-Así que buscabas a la reina- comentó Xena controlando su ira perfectamente.

-Si, si me gustaba como para meterla en mi cama la convertiría en una de mis mujerz...- Tailus terminó la insultiba palabra ya que Xena le estampó la suela de su bota en toda la cara haciendo que se tragara la palabra y tirándolo de espaldas al suelo.

-Sabes voy a enseñarte modales- le informó Xena mientras le daba su espada y chakram a Zenta- Edwina quiero que me digas que les hicieron éste y su compañero- la chica aludida recitó las heridas infringidas por ambos hombres a su compañeras con total deleite.

Tailus se sentía atontado mientras permanecía mirando el cielo despejado, mientras su mente irónicamente le decía que los ojos de la guerrera eran del color del cielo.
Sacudió un poco su cabeza para despejársela, seguidamente dio un salto para ponerse de pie, quedando frente un rostro ya familiar.

-Te esperaba- saludo Xena nuevamente para entonces propinarle un fuerte derechazo en la nariz que lo hizo salpicar de roja sangre a su alrededor mientras este giraba por el golpe y caer de rodillas quedando en cuatro patas sobre el suelo.

-¡¡¡MALDITA, ME HAS ROTO LA NARIZ!!!- chilló el hombre agarrándose el tabique roto.

-Uyyy pero que delicado y llorón resultó- volvió a burlarse la guerrera con gestos incluidos provocando una ronda de risotadas.

-Debo informarte que la reina es mi pareja- informó Xena para luego propinarle la madre de las patadas en la entrepierna del hombre, aprovechando la posición de cuatro que Tailus tenía.

Ahora si que chilló y se revolcó el alto y fuerte hombre, bajo la impasible mirada de la campeona de la reina amazona y las amazonas que no bajaban la guardia por nada.

Luego de darle unos minutos para que recobrara el aliento, Xena levantó al hombre por la camisa rota y ensangrentada del Tailus para ponerlo en pie pero la hacerlo la camisa se terminó de romper, lo que le permitió mostrar su musculosa pecho que mostraba una ligera línea cruzarle el pecho, esto sorprendió a la guerrera por un momento, ya que ella esperaba encontrar una gran y profunda herida.

El descuido de la guerrera lo aprovechó el fuerte hombre para caer con su cuerpo sobre la guerrera y golpearla con sendos puñetazos el los costados, pero la guerrera era una veterana en estas lides, así que a pesar de que los golpes eran fuertes y le habían sacado el aire la guerrera utilizó sus fuertes piernas para sacarse al hombre de encima y lanzarlo sobre su propia cabeza, volteando entonces la tortilla.

Xena arremetió con puñetazos fuertes en la cara llenándolo de hematomas mientras que lo mantenía fijo contra el suelo con sus piernas y su peso, por lo que a pesar de la desesperación del hombre por quitársela de encima no podía.

-Cuando te refieras a una dama debes referirte a ella con respeto- aleccionaba la guerrera mientras golpeaba a Tailus a su gusto, terminando esa ronda con sendos codazos en la mandíbula del hombre rompiéndosela en varias partes -eso es por Galas- le informó para luego levantarse para ver su trabajo y escuchar como el tipo lloriqueaba.

-Vamos levántate y deja de lloriquear que todavía no he terminado, bastante has alardeado y quiero comprobar si es cierto- le dijo Xena mientras lo ponía en pie nuevamente -chicas pongan atención- solicitó la guerrera a las amazonas que no quitaban los ojos de encima a lo que sucedía.

El fornido hombre comenzó a tirar golpes a diestra y siniestra combinando puños y patadas de los cuales sólo tres o cuatro medio que hicieron blanco en el cuerpo de la guerrera. Xena hizo un despliegue de técnica con explicación incluida haciendo que el hombre perdiera totalmente el control, lo que provocó que su ataque fuera inefectivo.

-¡¡Xena se acercan los centauros!!- alertó una de las guerreras que mantenía su atención entre la clase de lucha y los alrededores.

-Bien quiero que ustedes le hagan lo que él le hizo a las chicas a ver si le gusta- ordenó la alta y letal guerrera mientras sostenía en vilo por el cuello a Tailus, estrangulándolo, terminada de emitir la orden lo tiró con si fuera un bulto.

Nada más tocar el suelo le cayeron las chicas encima, lo golpearon un poco y luego entre varias lo sostuvieron para romperle las costillas a patada, luego le rompieron una pierna y luego la otra haciendo que sus huesos fueran visibles y por último Edwina le rompió el tobillo con el mango de su espada que había recuperado.

Los centauros llegaron al lugar, se fijaron en el estado del hombre tirado en el suelo y luego en las amazonas que se sacudían sus ropas y armaduras con miradas inocentes en sus rostros.

-¿Ajustando cuentas eh Xena?- preguntó curioso Tildo.

-Lo atrapamos con vida y ninguna de las nuestra ha muerto- contestó tranquilamente la campeona de la reina -hasta el momento y esa fue la palabra que te dio mi reina.- concluyó tajantemente Xena.

*****

Baltos iba a todo galope tratando de poner la mayor distancia entre él y las amazonas por lo que constantemente miraba hacia atrás sobre ambos hombros alternadamente, escuchaba cantos de palomas y cascos de caballos pero no lograba ver donde exactamente estaban las amazonas ya que los árboles, el movimiento y la velocidad de la cabalgata se lo impedían, sólo sabía que estaban tras él.

Su cerebro no pudo identificar lo que tenía frente a él y luego todo oscureció al su alrededor, el cuerpo desmadejado cayo del caballo de manera aparatosa, dando por terminado su desenfrenado escape.

-¡¡Vaya si que funciona!!- exclamó felizmente Solari, mirando una vara de entrenamiento que le había lanzado Telca en pleno galope para atizar al hombre que venía frenético justo en dirección de ellas.

Los cantos de paloma que Baltos escuchaba no eran más que la comunicación para alertar a Solari y su grupo que el hombre iba directamente hacia ellas.

-Está vivo- informó Noria al tocar su yugular, en el momento que las dos amazonas que lo perseguían llegaban.

-Atenlo- ordenó Solari en el momento.

-Tenemos a Edwina- dijo escuetamente una castaña amazona, mirando al hombre en el suelo, mientras era atado fuertemente por Lubin y Noria.

-Se están encargando del otro- añadió la otra amazona.

-Bien, antes de ir con las demás quiero revisar su alforja- comentó Solari mientras se bajaba de su caballo para revisar ella misma las pertenencias del hombre mientras Telca sujetaba las riendas de animal que resoplaba del esfuerzo al que estaba siendo sometido.

-¿Revisar sus cosas?- preguntó la amazona castaña mientras se miraba extrañada con su morena acompañante.

-Si, los encontramos comiendo algo de manera extraña y los restos que encontramos en el lugar luego que se llevaran a Edwina parecen ser carne cruda- dijo sin más Solari, mientras sacaba de la alforja un bulto envuelto y húmedo.

-¡¡Pero bueno si que tenían hambre este par!!- fue la expresión de Solari al verse la mano, que sostenía el bulto, ensangrentada, luego desenvolvió el paño para mostrar trozos de carne fresca.

-¿De qué hablas?- preguntó la otra amazona con cara descompuesta de tan sólo imaginar que tipo de carne era la que tenía en la mano la amazona.

Antes de que Solari explicara, él hombre abrió los ojos y se levantó de un salto pero cayendo de bruces casi inmediatamente al recibir una zancadilla por parte de Lubin, sorprendentemente el hombre se impulsaba con los pies atados hacia donde estaba la carne que sostenía en una mano la amazona de cabellos oscuros.

Las amazonas se sorprendieron por el comportamiento del hombre porque lo más seguro era que tuviera buena parte de las costillas rotas como mínimo y aún así avanzaba desde el suelo, como un reptil en busca de su presa.

Solari pensó que era a ella a quien el trataba de dar alcance pero observó que su mirada enloquecida estaba fija en la mano que sostenía los trozos de carne por lo que sin pronunciar palabra movió dicha mano de un lado al otro, viendo como el hombre se arrastraba en la dirección que tomaba la mano y el preciado bulto de carne.

-¿Pero qué es lo que tiene esta carne?- preguntó desconcertada la amazona mientras veía el esfuerzo del hombre por alcanzarla.

-Damela y te prometo compartir con ustedes un secreto invaluable- a Baltos se le ocurrió negociar con las guerreras presentes.

-¿Y qué secreto es ese?- preguntó curiosa Solari, causando que el hombre sonriera ampliamente.

-Solari, mm, esa carne...- intentó alertar la castaña amazona sospechaba cual era su procedencia pero fue interrumpida por la amazona.

-Espera, quiero saber cual es ese secreto- dijo Solari observando el extraño brillo en los ojos desquiciados del hombre que no los apartaba de la carne.

-Esa carne fresca es sanadora, puede curar cualquier herida en muy poco tiempo- explicó rápidamente el hombre, tratando de convencer a las amazonas.

-Sanadora- la voz de Solari denotaba que la noticia no la había impresionado en absoluto.

-Si, además te regala vida por siempre- informó en tono triunfal Baltos, pensando que si no la había impresionado con lo primero ahora la amazona no rechazaría la oferta.

-Vida por siempre- volvió a repetir Solari, sonando escéptica, mientras sus compañeras permanecían alrededor del hombre en silencio y escuchando.

-¡¡Estúpida mujer!!- murmuró el hombre entre dientes pero fue audible a los oídos de las amazonas, luego sonrió con desfachatez para decir -te lo probaré, dame la carne- dijo el hombre.

-¡¡Solari!!- llamó alarmada la morena amazona, a lo que la aludida levantó la mano en señal de que esperara.

Solari sacó el cuchillo de su bota y cortó un pedazo de uno de los trozos de carne en su mano, lo puyó con el cuchillo y se lo extendió hasta la boca del hombre que esperaba ansioso.

-Espera, quitemos la flecha- le dijo la amazona alejándole el bocado de carne con saña.

Telca agarró con ambas manos la flecha cerca de las plumas y puso un pie cerca de la herida de entrada y tiró fuertemente para sacarla, la punta de la flecha que se mostraba en la parte frontal del pecho del hombre desapareció para salir por donde había entrado y el alarido no se hizo esperar pero sesó casi de inmediato.

-Parece que es delicado- dijo Telca con una gran sonrisa mientras miraba al desmayado hombre tirado a sus pies.

-Solari no debes darle esa carne- advirtió una de las amazona que fue tras su persecución.

-Tranquila, solo quiero ver que tan cierto es lo que dice, necesitamos pruebas para su ejecución- luego de sus palabras le dio un cariñoso puntapié en las costillas rotas provocando que el hombre regresara a su dolorosa realidad, con un nuevo grito.

-Abre la boca- ordenó Solari al hombre, que la miraba furiosamente.

El bocado fue puesto al alcance de Baltos, que alcanzó y mastico con desesperación y deleite cerrando los ojos mientras lo disfrutaba, las amazonas no despegaban los ojos del hombre atado a excepción de las dos que pertenecían al grupo de Xena que al ver esa escena comenzaron a devolver su último alimento.

Transcurridos unos momentos y deteniendo las palabras que Solari estaba a punto de pronunciar vieron antes sus ojos como lenta pero inequívocamente el agujero sangrante dejado por la flecha iba cerrando casi no dejar huellas.

Las amazonas no daban crédito a lo que estaban presenciando ante sus ojos, Noria se olvidó por un momento de la precaución y se arrodilló para tocar el lugar donde debería haber estado el agujero hecho por la flecha de Mandy, un rapidísimo movimiento por parte de las piernas de Baltos estuvo casi de hacer blanco en el rostro de la amazona que pudo en el último instante cubrirse con los brazos y recibir el golpe en ellos, golpe que la lanzó a unos arbustos a dos metros de distancia.

Hábilmente el hombre evitó las estocadas por parte de las amazonas mientras tiraba de sus amarras que estaban comenzando a ceder por lo que tenía mayor movilidad, para ese momento las dos amazonas que vomitaban se habían unido a sus compañeras. Baltos logró alcanzar con sus piernas las de Lubin, haciéndola caer a un lado de él, que sin pensar se fue contra el cuello de la amazona como un animal hambriento pero esta logró detener la mortal mordida con su brazalete de metal.

Telca aprovechó que Baltos le atacó a Lubin dándoles las espalda y le asestó un brutal golpe en la parte trasera de la cabeza con la empuñadura de su espada, habiéndole un gran brecha en la cabeza, por donde empezó a manar gran cantidad de sangre, tiñendo el suelo de rojo y de paso a Lubin que se quitó al inerte atacante de encima de un empujón para entonces ponerse de pie.

-Vuelvan a atarlo y con doble cuerdas, creo que son suficientes pruebas- ordenó Solari que recogía los trozos de carne que había soltado y que estaban ahora en el suelo.

Ya atado muy cuidadosamente lo subieron a un caballo de manera que sus piernas colgaban de un lado y su cabeza por el otro lado, sus manos estaban atadas fuertemente a sus espaldas, mientras que su boca estaba amordazada. Rodearon al prisionero mientras que Lubin ya recuperada del golpe tomaba las riendas del caballo que transportaba al hombre y lo guiaba hacia donde se encontraba el grupo de Xena.

*****

Las cinco amazonas encargadas de seguir las huellas de Palemón se encontraron entre un lugar del bosque en donde abundante hojarasca cubría el suelo por lo que dos subieron a los árboles a vigilar los alrededores mientras las otras tres peinaban el área en busca de las huellas, hasta que la minuciosidad que aplicaron les mostró huellas de una lucha bajo las hojas, huellas en las que aparecían las que ellas seguían por lo que hicieron lo único que podían, interpretarlas.

Las manchas de sangre impregnaban el sitio grandes salpicaduras, las huellas de los cascos de centauro morían en ese lugar por lo que supusieron que en ese sitio ocurrió una masacre a juzgar por las manchas de sangre, era evidente con semejante perdida de sangre nadie podría sobrevivir y a eso se le unían trozos pequeños de carne arrancada y mechones de cabello castaño.

El pie de una de las amazonas tropezó con algo y al buscar la razón bajo la hojas secas apareció el espada del centauro, la cual recogieron y llevaron como evidencia, luego siguieron tres pares de huellas de botas de hombres que se hicieron profundas al regresar por donde habían venido.

-El grupo de la reina- comunicó una de las vigías desde los árboles, señalando hacia un lado de su posición.

-Parece que esas huellas nos reunirán con ellas- comentó la otra vigía que hurgaba desde la altura las huellas dejada por los asesinos.

-Bien, eso quiere decir que nos acercamos al nido de estos monstruos- dijo la rubia amazona al mando del grupo, que con una señal de su mano ordenó comunicar su posición al grupo de la reina y seguir las huellas.

-Quiero saber si vamos al mismo lugar y si es así lo haremos rodeándolo- ordenó en voz alta para que sus vigías escucharan, la amazona al mando.

-Recuerden que nuestro deber ante todo es la protección de la reina- esto lo dijo para todas.

Sabían que guardia real con la hermosa reina incluída era el grupo seguían las huellas encontradas en el lugar donde fueron hallados los restos del centauro al parecer de pelaje cenizo al cual llamaban Cactor y el pelaje que acaban de encontrar era castaño y coincidía con la descripción de los otros centauros proporcionaron del desaparecido Arter.

*****

-Mi reina, el hombre no deja de debatirse, será un estorbo si se dificultan las cosas- comentó Marla a la reina mientras galopaban tras las huellas.

-Quiero que protejan la vida de ese pobre hombre- fueron la firmes palabras de Gabrielle sin mirar al aludido, que venía amordazado y amarrado cabalgando con Rayen.

Marla miró a la sufrida Rayen para confirmar que había escuchado los deseos de la reina amazona, esta asintió muy poco contenta con la misión encomendada que se le hacia cada vez más difícil al respirar el hedor del hombre frente a ella.

Por los dioses que he hecho para recibir este castigo, pensaba lúgubremente la infortunada amazona, mirando al cielo.

-El grupo que seguía las huellas de éste hombre se encuentran cerca- informó Marla al escuchar el aviso que emitió el otro grupo.

-E imagino que también el grupo que iría en revisar lo de las aves, parece que vamos al mismo lugar- comentó Gabrielle que había escuchado y se erguía sobre su silla para calcular la distancia que las separaba, mientras señalaba dichas aves que volaban.

Una de las amazonas que fueron con un grupo de centauros en revisar el área que sobre volaban las aves de rapiña venía hacia ellas en ese momento, haciendo señales para que se detuvieran, lo cual hicieron enseguida y esperaron a la amazona.

-Mi reina, tras esas pendiente a la derecha hay unas carretas y una mujer mayor tendida en el suelo, hacia allí va el rastro que seguimos pero no hemos visto movimiento alguno- informó la fornida rubia nada más detenerse ante Gabrielle.

-¿La mujer está viva?- preguntó la bardo.

-Si mi reina, se mueve pero al parecer le faltan las fuerzas- fue la contestación.

-Bien habrá que rodear ese campamento y capturar a todo el que esté en el- dijo la reina amazona mientras bajaba de su caballo, al igual que las demás -dibuja el sitio donde se encuentran para poder saber como actuaremos- ordenó Gabrielle a la amazona que había dado el informe.

La rubia amazona cayó en una rodilla al suelo sacando su espada y procediendo a hacer lo que se le había ordenado, colocó las carretas, fogata, la mujer, un caballo que permanecía atado en un árbol de los alrededores y lo que rodeaba el campamento en su descripción del mapa.

Con esta información Gabrielle fraguó un plan táctico de asalto cosa que sorprendió a las amazonas que conformaban una elite dentro de las amazonas por estar encargadas de salvaguardar la vida de la reina amazona a toda costa. Ellas por pertenecer a ese grupo eran constantemente entrenadas en combate, tácticas de protección y escape; les era algo extraña la misión en que estaban.

Definitivamente tenían que olvidar la imagen formada de una reina, ellas sólo entraban en combate de ser extremadamente necesario, ellas eran el símbolo de la nación amazona y por lo tanto una figura a la cual proteger de cualquier peligro, aunque cabe decir que eran perfectamente capaces de defenderse en un combate pero ellas generalmente no corrían ese riesgo.

Ahora tenían a esta joven reina, reina de las cuales muchas dudaban de su capacidad de dirigir a la nación, dudaban de su valor y su valía pero ahora el comportamiento de la bardo, amiga de la Ex Destructora de Naciones estaba tirando por tierra esos pensamientos con cada cosa que decía, con cada cosa que hacia.

Si antes estas amazonas se sentían orgullosas de pertenecer a esa elite de amazonas ahora estaban comenzando a sentirse orgullosas de la reina que tenían a su lado, una joven que no dudaba estar hombro a hombro con ellas y si Xena la enviaba a encabezar una misión por algo era y se estaban enterando de la razón.

Como fue planeado por Gabrielle, rodearon el campamento sin hacer el menor ruido y ocultas tras todo lo que le sirviera para eso por cada quien con una misión específica. Dos guardias fueron enviadas a donde se supone estarían las cinco amazonas del otro grupo y el grupo de centauros sólo para informales de las órdenes de la reina.

Peinaron el lugar con la mirada y nada mostraba la presencia de personas fuera en los alrededores, a excepción de la mujer mayor en el suelo cerca de la fogata apagada. Cuatro amazonas del otro grupo se encargarían de revisar la carreta cercana a ellas y otras cuatro guardias de la segunda carreta.

A la señal de la reina las ocho amazonas salieron de sus escondites con sus espadas fuera para correr a toda prisa hacia las carretas, dos subieron por la parte delantera mientras las otras dos abrían el telón que la entrada posterior encontrando ambas carretas vacías, hicieron señales de no peligro para que las demás que las cubrían desde sus escondites entraran al campamento, al igual que los centauros que igualmente cubrían a las amazonas con sus arcos preparados.

Gabrielle corrió hacia la mujer tumbada he inmediatamente fue rodeada por cuatro guardias mientras dos amazonas subían a los árboles para vigilar los alrededores, otras dos al igual que los centauros buscaban huellas que indicaran por donde habían huido los demás que pertenecían a esta pequeña caravana, mientras las demás revisaban el campamento y carretas.

-¿Está bien?- preguntó Gabrielle nada más llegar al lado de la mujer mayor.

Erga estaba totalmente agotada y trataba de llegar a la olla que contenía el estofado de centauro para recobrar su completa salud. No había escuchado acercarse a las amazonas hasta que las vio entrar al campamento y revisar las carretas.

-Sólo necesito algo de alimento- dijo con esfuerzo y señalando le olla a un lado de la extinguida fogata.

-Calienta eso- ordenó Gabrielle a una de las guardias cercana a ella, que no dudo en obedecer, atisbó dentro de la olla y vio un estofado que parecía delicioso por lo que se le antojo.

Rayen entró al campamento arrastrando a Palemon que se había puesto histérico al ver hacia donde lo llevaban, el hombre templaba literalmente preso del pánico al ver a Erga ser ayudada por las mujeres guerreras.

Todas se mostraron sorprendidas por el comportamiento del hombre pero fue Marla la que vio en los ojos de Erga el reconocimiento del hombre, entonces reparó que entre sus ropas había un pequeño pedazo de uno de los adornos de las niñas de la aldea amazona.

La reacción fue instantánea, apuntó su espada al cuello de Erga mientras tiraba del brazo de Gabrielle para alejarla de la mujer, provocando alarma inmediata entre las amazonas y en la misma reina.

-Tiene entre sus ropas un pedazo de los adornos de las niñas de la aldea y ha reconocido al hombre- explicó rápidamente la jefa en ese momento de la guardia real.

-¡¡ASESINA, ASESINA, ASESINA!!- gritó repetidamente Palemon una vez que Rayen le quitara la mordaza, al terminar de explicar Marla.

-¡¡Está loco!!- se defendió Erga, mientras Gabrielle evaluaba la evidencia.

-Mi reina hay sangre en aquí, restos de carne y cabellos castaños- informó una de las amazonas que revisaba el campamento, señalando el lugar del hallazgo junto a varios de los centauros que agitaban la cola.

-¡¡Mi reina un cuerpo enterrado!!- exclamó nada más regresar al campamento una de las amazonas que seguía unas huellas que se dirigían hacia los árboles fuera del campamento.

-¿Pueden identificarlo?- preguntó Gabrielle por puro reflejo ya que un escalofrío se apoderaba de ella.

-Centauro, es el primer centauro desaparecido, lo identificaron los dos que estaban conmigo y que se quedaron para desenterrarlo- explicó la amazona.

Uno de los centauro galopó hacia Erga con su espada en alto por lo que tuvo Gabrielle hacer gala de su don de la palabra para evitar una ejecución ante sus ojos.

-Espera, no puedes hacer eso- dijo Gabrielle interponiéndose en el camino del centauro enfurecido, mientras casi todos permanecían estupefactos por todo lo que estaban encontrando.

-¡¡ARTER ERA MI HERMANO!!- gritó con esfuerzo el centauro con un nudo en la garganta, mientras era interceptado por dos de sus compañeros, antes que llegara ante la barrera de guardias reales que protegía con sus espadas a la reina amazona.

-Calma Marius- intentaron razonar sus compañeros.

-Lamento escucharlo pero es Tildo a quien corresponde dictaminar lo que se hará con ella- intervino nuevamente Gabrielle, aunque a sus amazonas no les hubiera importado que el centauro tomara venganza en ese momento pero ellas tenían que respaldar las palabras de su reina les gustara o no.

-La amazona tiene razón Marius- fueron las palabras del jefe del grupo de centauros allí para tratar de tranquilizar al centauro que forcejeaba con los otros dos.

-¡¡Se acerca el grupo de Xena y Tildo!!- avisó una de las vigía desde lo alto de un árbol.

-¡¡Una amazona del grupo de Eponin!!- dijo la otra vigía.

-Silia sube y vigila, tú baja, intercéptala y tráela acá- ordenó Marla mientras Gabrielle miraba con lágrimas en los ojos al centauro que había perdido a un ser querido de tan brutal manera.

*****

Para cuando los grupos de Tildo y Xena entraron al campamento de los asesinos, Gabrielle había logrado acercarse al abatido centauro. La campeona de la reina la encontró acariciando los cabellos castaños del centauro que se había echado sobre la hierva, eso desconcertó a Xena, no por ver la escena, sabía que su bardo era capaz de "domar" a cualquiera y hacerlo ver como un desposeído, lo que lo desconcertaba era saber el motivo del centauro para que su bardo le diera consuelo.

Tanto amazonas como centauros aguantaron la respiración al ver llegar a la temible guerrera, como esperando una explosión por parte de ella, en cambio vieron un intercambio de miradas entre ambas por un momento, momento en que percibieron la enorme conexión que existía entre ambas, definitivamente almas gemelas, pensaron varios de los presentes. Xena asintió para luego bajar de Argo y Gabrielle continuó brindándole palabras de consuelo a Marius.

Marla se acercó a ella y a Tildos para informar de todo lo descubierto y sucedido, al igual que las jefas de grupos con diferentes misiones, mientras Erga se retorcía de sus amarras y mordaza, aunque débilmente. Mostraron todas las evidencias que implicaban a la mujer, incluyendo el cuerpo del centauro que yacía envuelto en esos momentos en mantas para ser llevado a la aldea centaura para proporcionarle el ritual fúnebre.

Rayen se reunió con ellos llevando la olla luego de haber dejado su "encargo" en otras manos, en tanto que otra de las amazonas que reviso las carretas mostró un libro de cuero negro que mostraba a simple vista su antigüedad y lo escrito estaba en una lengua antigua y extranjera.

-Parece una lengua antigua de un idioma de otras tierras muy lejos de aquí, la aprendí de uno de mis viajes, es una tierra de salvajes y clima extremadamente frío- explico Xena mientras leía.

-¿Tiene que ver con esto?- preguntó Tildo al señalar el cuerpo de Arter.

-Por lo que puedo interpretar, si y parece ser un libro de hechizos- contestó Xena mientras leía con el ceño fruncido.

-Traigan las sogas- ordenó con ira en los ojos el jefe centauro.

-Espera, se que estás en tu derecho pero quisiera que Gabrielle no lo vea ni escuche- solicitó la guerrera poniendo una mano sobre la muñeca del centauro.

-Está bien, así se hará, nosotros nos encargaremos de ella- acordó Tildo.

*****

Una marca más tarde casi al anochecer, Gabrielle tomaba un baño en el río en brazos de Xena, luego que tomaran la decisión de reunirse con Eponin, la emisaria amazona al ser interceptada por la otra amazona y dirigirse entonces hacia la reina, entregó el mensaje de su propia voz. La amazona explicó que las huellas de los dos caballos que seguía se dirigía hacia una pared de piedra que se extendía hacia los lados, casi imposible de subir de día y menos de noche por lo que esos dos tendrían que regresar por donde habían venido.

Así que ahora estaban todos los grupos reunidos en el lugar escogido estratégicamente por Eponin a la espera de las primeras luces del día para iniciar y poner fin definitivo a la persecución.

-Amor, ahora que lo pienso ¿dónde están los hombres a los que perseguías?- preguntó Gabrielle mientras daba besos en los fuertes y bronceados hombros de Xena.

-No te preocupes por ellos, luego te cuento- contestó Xena mientras una de sus manos se posaba en uno de los exquisitos senos de su bardo, haciendo gemir a la dueña de dichos senos.

-Te necesito Xena- dijo Gabrielle con voz gutural mientras sus piernas que estaban alrededor de la cintura de la morena guerrera pegaban más el abdomen firme y suavemente marcado de contra su centro empapado no sólo del agua del río sino de su ardiente esencia.

-Cielo, nos pueden ver- explicó la guerrera con dificultad mientras luchaba con la necesidad de hacer suya nuevamente a la mujer que tenía en brazos.

-No te preocupes, ordené que nadie se acercara hasta que regresáramos- explicó la rubia ardiente que empezaba a colocarse para frotar su centro contra el clítoris hincado de la guerrera.

-MMMmmmm- el gemido fue atrapado por la boca hambrienta de la reina amazona, mientras Xena cooperaba para tener una buena postura de pie dentro de las aguas del río que cubría a la alta guerrera hasta arriba de su senos.

La guerrera sostenía a la bardo por la nalga con un brazo y mano pegándose más a sus partes íntimas y el otro brazo cruzaba la esbelta espalda de Gabrielle, aferrándose a ella mientras se besaban intensamente. El ritmo fue acrecentándose a medida que pasaba el tiempo, los gemidos de ambas eran acallados en su mayor parte por la boca de la otra, las amantes sellaban con este acto la reconciliación.

-MMMMMMMMMM- el orgasmo llegó para ambas casi simultáneamente, el movimiento de los cuerpos al frotarse de arriba abajo y en círculos provocaba oleadas alrededor de sus cuerpos, inclusive chapoteos, en resumen el agua se agitaba fuertemente demostrando claramente la manera intensa en que la pareja hacia el amor al anochecer.

-Uffff- la respiración agitada y desbocada de ambas se escuchaba mientras Xena trataba de no derrumbarse dentro del agua, el orgasmo le había dejado con las piernas débiles pero logró que mantener a ambas con la cabeza fuera del agua para no ahogarse.

-Quiero dormir- dijo Gabrielle tras recobrar el aliento mientras descansaba del esfuerzo con la cabeza apoyada en el hombro de su campeona.

Tras unos momentos empezaron a lavarse nuevamente entre besos y caricias para salir del río, se vistieron luego se encaminaron hacia el campamento, pasando al lado de dos guardias reales que vigilaban el perímetro proporcionado para la intimidad de la reina.

Continuará...


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