Mientras los centauros buscaban a Arter, una fuerte lluvia cayó sobre ellos
repentinamente, haciendo prácticamente seguir cualquier huella, llegaron muy cerca de
donde el castaño centauro perdiera su lucha por vivir.
-¡¡Por Hades, lo que nos faltaba!!- gimió Darles al mirar hacia el oscuro cielo que
dejaba caer agua sobre ellos.
-Estas me las pagarás, Arter- dijo por lo bajo Librius, mientras miraba alrededor
tratando de dar con un lugar donde por lo menos pudieran guarecer las antorchas antes
de que se perdieran a causa del agua.
-Arter más te vale que hayas muerto antes de que te ponga las manos encima- fue uno de
los comentarios soltados por otro de los malhumorados centauros del grupo de búsqueda.
-¡¡Busquen dónde cubrir las antorchas!!- ordenó Librius sobre las airadas palabras del
grupo de centauros.
Luego de un rato sin encontrar un refugio para las antorchas, estas terminaron por
apagarse dejándolos a todos a merced de la oscuridad de la noche bajo una fuerte
tormenta.
A duras penas regresaron al puesto de vigilancia para reunirse con los centauros que
cubrían su turno, las esperanzas de Librius de encontrar a Arter allí no hizo más que
enfurecerlo más que antes, lo que por un lado fue positivo ya que le calentó tanto la
sangre que no necesitó de acercarse al la fogata que tenían en el puesto.
-Opino que esperemos aquí hasta el amanecer o por lo menos hasta aparezca ese mal nacido-
dijo Darles, notándose un tono airado.
-No tengo ganas de ir donde el Capitán ahora, será mejor ver que pasa primero- fue el
comentario frío de Librius obteniendo un murmullo generalizado de acuerdo.
Dos marcas antes del amanecer escampó, luego llegó por completo el nuevo día sin señales
de Arter y lejos de preocuparse por él, el grupo comenzó su camino hacia la aldea
centaura.
-Antes de ir con el capitán debemos ir a la cabaña de Arter- dijo uno de los centauros
mojados.
Todos esperaban las palabras de Librius, pero éste no hizo ningún comentario, esto dio
pie a que todos comenzaran a opinar sobre que hacer, al final el jefe del grupo dijo:
-Hagan lo que quieran, los esperaré en mi cabaña- luego volvió a su mutismo.
Pasada una marca todos se reunieron fuera de la cabaña de Librius y cuando éste salió
se encontró con el capitán tras sus hombres.
-¿Pero qué tenemos aquí teniente?- preguntó burlonamente Magnor.
-¡Capitán!- saludó Librius.
-¡¡¡He hecho una pregunta, teniente!!!- dijo exaltado el capitán centauro.
-Nos reuníamos para luego presentarnos con usted, capitán- contestó, el ya aseado
teniente centauro, mientras los demás del grupo de búsqueda rogaban porque la tierra
los tragara.
-¿Recuerda cuáles fueron sus órdenes, teniente?- preguntó Magnor sin pizca de humor.
-Si capitán, no encontramos a Arter y perdimos sus huellas por causa de la lluvia-
replicó Librius.
-Veo que no sabe seguir órdenes, teniente- dijo furibundo Magnor, mientras agitaba
constantemente su cobriza cola- así que volverán allí y me traerá una respuesta que me
satisfaga.
Dando media vuelta el capitán volvió a su camino, dejando al grupo original de búsqueda
perplejo, Librius miraba al cielo preguntándose que había hecho para mecer esto.
*****
La visita del día anterior a Ephiny no transcurrió como ella deseo, no pudo hablar con
la regente amazona a solas durante las tres visitas que le había hecho. Trató de
escabullirse de la sala de consejo durante la reunión pero no le fue posible ya que
muchas preguntas le fueron echas a ella.
También durante el día sintió sobre ella miradas poco amistosas, eso no era nuevo pero
habían acentuado su preocupación por la relación que había comenzado a tener con
Gabrielle, ahora eran amantes, sabía que su bardo había comenzado a sentirse a gusto en
la aldea amazona y en realidad ella también, los pensamientos de la morena guerrera
fueron interrumpidos por los movimientos de la rubia sobre ella.
¡¡Mírate Xena, ¿quién hubiera creído que estarías así y a estas horas?!!. Se
burló su mente al volver a la realidad, estaba bajo el cuerpo de su pequeña bardo
mientras esta dormía plácidamente luego de que la noche anterior hubieran echo el amor
apasionadamente y ya hacía un par de marcas que la luz del nuevo día había hecho
presencia.
-Te amo- confesó la aguerrida guerrera mientras apartaba un mechón de rubio cabello del
bronceado y aniñado rostro de la mujer que había logrado entrar hasta el fondo de su
corazón, hasta el fondo de su alma.
-Y yo a ti- fue la respuesta con voz ronca por el sueño.
-Pensé que dormías.
-Tus palabras me despertaron.
-No era mi intención- dijo la guerrera a la rubia que no había abierto los ojos aún.
-MMMM, me gusta despertarme así- confesó Gabrielle mientras se acurrucaba más en el
desnudo pecho de su guerrera.
Xena se giró lentamente quedando de lado, besó tiernamente la frente de su bardo,
suspirando mientras reafirmaba su agarre por la cintura de Gabrielle, mientras que con
la otra acariciaba la rubia cabellera.
La bardo volvió a la posición original y regresó el beso de manera multiplicada pero
sobre los pechos de Xena, provocando un rápido corrientazo en el cuerpo de la guerrera
que se instaló entre sus piernas, entonces Gabrielle metió una rodilla entre las de la
guerrera, separando las piernas de ésta e instalado su húmeda intimidad sobre la mujer
bajo ella que comenzó a gemir, empezó a mecer sus caderas lentamente mientras que se
apoyaba en sus codos y se metía un oscuro pezón en la boca.
-Cielo- llamó Xena mientras luchaba por no sumergirse en la ola abrasadora que le
estaba provocando la reina amazona.
-Gabri... elle- volvió a llamar la guerrera de largo cabello negro, cuando su amante
cambiaba al otro pezón y con una mano comenzaba a pellizcar el recién abandonado pezón.
Un golpe en la puerta interrumpió abruptamente la sesión de pasión que la rubia y
deseosa reina acababa de iniciar.
-¡¡OOHH, Dioses!!- exclamó entre dientes Xena, cuando Gabrielle detuvo todos sus
movimientos.
Mientras Gabrielle trataba de controlar su deseo, se produjo otra llamada a la puerta,
provocando que la reina mirara furibunda la puerta.
-¿Qué pasa?- preguntó en un gemido molesto.
Con algo de retraso vino la respuesta.
-Mi reina, Jacta solicita la presencia de Xena- la voz era de Solari, sonaba apenada.
-Ya... ya voy- apenas pudo contestar la guerrera de ojos azules, oscurecidos por la
pasión, mientras trataba de quitarse a Gabrielle de encima, provocando que ésta
volviera a rozar su clítoris y hacerla gemir, por lo que rápidamente se cubrió la boca
tratando de acallarlo.
Solari volvió a escuchar el gemido apagado y se alejó de la puerta como si esta ardiera,
roja de vergüenza bajó los tres escalones e inicio su regreso a la cabaña de la
sanadora.
-Vamos Gabrielle, ayúdame- pidió Xena entre dientes, el dolor justo en sus genitales,
que le provocó no seguir y culminar esta entrega, le restaba fuerzas.
-No quiero- fue la rotunda respuesta de la bardo, mientras se aferraba nuevamente al
cuerpo tratando de situarse entre las piernas de su mujer.
-Gabrielle,... ¡¡detente!!- exigió Xena en un gemido con tono fuerte, lo que provocó
desconcierto en Gabrielle que por segunda vez detuvo sus movimientos. Su cuerpo quedó
frío, como si acabara de recibir una baño de agua helada.
El tono de la guerrera la hirió profundamente y en un solo movimiento se levantó de la
cama, se encaminó al cuarto de baño con la mirada perdida.
-¡¡Gabrielle, espera!!- llamó la adolorida guerrera, cuando vio a su bardo levantarse de
esa forma y darse cuenta que no se expresó bien.
Xena trató de levantarse pero lo único que consiguió fue rodar sobre la cama encogiendo
las piernas por el punzante dolor en sus genitales, ahogó sus gemido en las sábanas,
mientras trataba de respirar hondo para controlarse y enfriar su mente.
El tiempo que le tomó enfriarse a la campeona de la reina fue el que utilizó Gabrielle
para ducharse y vestirse de manera mecánica, aún en shock por el tono de Xena.
Cuando Xena se dirigía lentamente al cuarto de baño, Gabrielle salía de ella.
-Amor, tene...- las palabras de la guerrera fueron cortadas de golpe.
-Voy a ver a Ephiny- dijo fríamente la reina mientras se dirigía por sus botas al lado
de la cama, pasando al lado de Xena sin mirarla.
-Gabrielle, tenemos que hablar- solicitó Xena mirando extrañada a su bardo, mientras
esta se amarraba las botas.
-No hay nada de que hablar- dijo la reina tranquilamente sin apartar la mirada de lo que
hacía.
-Pe...- las palabras de la guerrera fueron cortadas nuevamente.
-Aséate- fue la orden tajante de la reina amazona, mientras se levantaba y se dirigía a
la puerta.
-Amor- fue el llamado de la alta guerrera caminando para interceptar a la rubia, pero
sólo logró llegar a la mesa cuando Gabrielle dio un portazo al salir, dejándola de una
pieza y maldiciendo.
*****
-Parece que por lo menos todavía haces algo bien- la voz burlona de Tailus fue dirigida
a Erga.
-Ese estúpido hombre aún sigue suelto- interrumpió Naida, al interponerse en el duelo
de miradas entre su hermano y la mujer mayor.
-La verdad es que no creo que esté muy... umm... ¿lúcido?- dijo Baltos, imitando la
mirada de Palemon, en uno de los momentos en que masticaba un pedazo del corazón del
centauro.
-¿Y por qué no lo atrapaste y acabaste con él?- preguntó iracunda, Erga.
-Digamos que, estaba entretenido en otra cosa- fue la burlesca contestación de Baltos.
-Creo que la lluvia de anoche fue suficiente para borrar las huellas- volvió a
intervenir Naida.
-Si, ya lo creo, de lo contrario ya hubiéramos tenido una visita de los centauros-
estuvo de acuerdo Delto, mientras practicaba con la espada.
-Será mejor comenzar a planear nuestra próxima caza- dijo Erga, ya calmada y pensativa-
fue un muy buen golpe de suerte que ese centauro estuviera sólo.
-Eso es cierto- admitió Tailus, poniendo sus diferencias a un lado.
-El encontrar este lugar entre los árboles también- comentó Naida al mirar alrededor,
era un lugar oculto entre el bosque de grandes árboles.
-Voy a tener que recolectar algunas hierbas para un ritual que me permitirá ver dentro
del territorio centauro- comentó en voz alta Erga, mientras que comenzaba a buscar
entre sus cosas, ajena de las miradas de sus compañeros.
-Espero que se de prisa con eso- dijo Tailus en voz baja- el territorio amazona está
cerca, lo que quiere decir que Xena está cerca- la lascivia y la voracidad se reflejo en
el atractivo rostro del alto y fornido hombre.
La primera vez que Tailus vio a Xena, el hombre sintió la increíble fuerza y vitalidad
alrededor de la alta guerrera, tuvo que hacer un gran esfuerzo por apartar la mirada de
ella, luego de esa primera impresión, durante la noche detalló mejor el cuerpo de la
mujer guerrera y se dio cuenta de la belleza que poseía.
Ahora Tailus se había empecinado con dominar a la guerrera de ojos azules, saciarse de
ella y hacerla su mujer de asiento, sobre todo ahora que habían dado con los centauros,
Erga no le era de mucha ayuda, Naida era su hermana pero le servía para desahogar sus
instintos masculinos, pensaba que no le costaría demasiado convencer a Xena para
compartir su forma de vida, una persona como ella, siempre, siempre disfrutaba del poder,
el ser inmortal le permitía poder saciar todos sus oscuros instintos.
Investigó sobre la guerrera durante su estancia en Argalia, le dijeron que la guerrera
se había alejado ya hace un largo tiempo del camino sangriento de guerra y destrucción,
ahora viajaba con una bardo rubia, pero que al parecer también tenía una relación con
las amazonas, las dos últimas veces que la han visto en el pueblo estaba con ellas.
Él dudaba de todo eso, por varias razones, no había visto o sabido de una bardo rubia en
el grupo de guerreras con las que la vio, llevaba consigo armadura y armas, su cuerpo no
era de una mujer que hubiera abandonado esa vida y las amazonas no eran exactamente
señal de vida pacífica.
Mientras Tailus cavilaba, su hermana preparaba la próxima comida, los otros dos hombres
se disponían a tomar una siesta y Erga hacia su inventario para salir en busca de las
hierbas que le hicieran falta.
*****
-Ephiny- Solari llegó al lado de la regente que tomaba su desayuno, sentada sobre la
cama en su cabaña- creo que he interrumpido "algo" en la cabaña de la reina- el tono de
la guerrera amazona era preocupado.
-¿Algo?- preguntó desconcertada la rizada rubia, tras tomar un sorbo de su té.
-Si, entre la reina y Xena- contestó Solari algo cohibida.
La mirada de que Ephiny le dirigía era de un ceño que evidenciada que no había captado
el significado del "algo".
-Si, entre la reina y Xena- volvió a decir la guerrera que ahora acompañó sus palabras
con movimientos de sus manos que simulaban lo que ella pensaba dejaba claro lo que
quería decir.
Ephiny escuchó y miró los gestos que hacia Solari con las manos poniéndole total
atención mientras masticaba pan y queso de cabra pero lo que le dio la luz fue el
fuerte sonrojo en el rostro de la fiera guerrera. Trató de abrir la boca para emitir un
OOOOHHH, pero como estaba llena de desayuno lo hizo con sus ojos.
-¿Dónde esta Xena?- preguntó Jacta, mientras entraba nuevamente a la cabaña de la Ephiny
con algunas cosas que utilizaría para la cirugía en la rodilla de la regente.
La hinchazón no había cedió a pesar de los esfuerzos entre ella y la guerrera de largos
cabellos negros. Ephiny estuvo de acuerdo con la cirugía, el dolor y la inmovilidad que
esta le causaba estaba pudiendo con ella, confiaba en Xena, sabía que la aguerrida
guerrera tenía amplios conocimientos con tratamientos de heridas debido a su recorrido
en diferentes tierras y ella no cuestionaría una proposición de su amiga.
-Vendrá en unos momentos,... creo- eso último fue dicho casi inaudiblemente por Solari.
-¡¡Estupendo!!- el comentario reflejó la emoción en la voz de la curandera amazona.
Eso alegraba a la rubia regente, lo que menos quería era que hubiera una confrontación
entre ambas mujeres. Jacta era humilde de corazón y muy buena en sus habilidades de
curandera, cuando Xena dio su reporte a la curandera de cómo trato su rodilla, la
curandera dijo que había sido lo correcto luego conversaron sobre el tratamiento a
seguir y cuando llegaron a éste punto los ojos de curandera brillaban de emoción al
estar en las proximidades de aprender una nueva técnica, sobre todo de una persona que
también era conocida por su habilidad en esas artes.
Ephiny sospecha que Jacta no había podido dormir esperando el nuevo día para ver como
estaba la rodilla en cuestión.
Unos golpes en la puerta, sacaron de sus pensamientos a Ephiny.
-Adelante.
-Buenos días- saludó Gabrielle al entrar en la cabaña de su amiga.
-Buenos días mi reina- fue la contestación que recibio de las tres amazonas dentro de la
cabaña con su respectivo saludo del puño en el pecho.
-No comiencen con eso tan temprano- fue la orden de la triste reina, cosa que no pasó
desapercibida para ninguna de las tres mujeres.
-¿Quieres que pida tu desayuno?- inquirió Ephiny a la bardo.
-Ya lo hice, antes de entrar. Parece que tendrás una cirugía- comentó Gabrielle mirando
la rodilla inflamada.
-Si, prefiero eso a seguir en cama- dijo la regente amazona, mirando los apagados ojos
verdes.
-Solari, ¿dónde está Eponin?- preguntó Gabrielle algo cohibida.
-Escuchando el informe de las vigías del turno que amaneció, mi reina- contestó Solari
mirando sus botas, sospechaba que el humor de su reina se debía a su interrupción de
hace unos momentos. Mierda Solari, que tu no tengas una mujer no quiere decir que no
sepas lo que hace una pareja dentro de su cabaña. Se reprendió furiosa la guerrera
que se culpaba.
Otro golpe en la puerta interrumpió la conversación y al abrirse la puerta entró una de
las chicas de la guardia real con una bandeja repleta de comida para el desayuno,
suficiente para dos personas, seguida de Eponin y Xena que saludaron a las mujeres
dentro de la cabaña.
Jacta enseguida buscó a Xena para informarle de la casi nula mejoría de Ephiny y que ya
todo estaba dispuesto para la cirugía, entonces la alta guerrera le entregó sus
instrumentos para la cirugía solicitándole que los tratara con agua hirviente para luego
utilizarlos, con la excusa de tomar un rápido desayuno, la curandera tomó en sus manos
los instrumentos fascinada por ellos, luego dio un rápido saludo a Solari y a Ephiny.
-Hola- saludó Xena a Gabrielle al sentarse lo más junto que pudo en la mesa, mientras
las otras amazonas charlaban entre sí junto a la cama de Ephiny.
-Hola- fue la contestación sin emoción.
-Puedo explicarlo- dijo Xena con voz esperanzada.
-No hay nada que explicar- fue el tajante comentario, mientras Gabrielle miraba por la
ventana abierta el azul cielo, tan parecidos a los de la mujer que amaba.
-Si que lo hay- suplicó la guerrera, sin haber probado bocado, tenía un nudo en el
estómago desde el mismo momento en que percibió la reacción de su rubio amor cuando
estaban en la cama.
-Mejor concéntrate en lo que vas ha hacer a Ephiny- fue la baja contestación.
-Amor- insistió la guerrera preocupada, tratando de agarrar la pequeña mano de la rubia
reina amazona pero la bardo retiró la mano inmediatamente, sintió la calidez conocida de
la mano.
La alicaída guerrera suspiró cerrando los ojos, Mierda Xena, ahora si que la hiciste
buena, ¿cómo piensas salir de esta? ¿hablando?, como no, se burlo su mente.
Aún con los ojos cerrados se levantó, cuando decidió que lo mejor sería darle espacio a
Gabrielle para que se tranquilizara y mientras tanto hablar con Ephiny para que la
ayudara a llegar a puerto sus pensamientos de formalizar su unión con la mujer por la
que estaba profundamente enamorada, enamorada como nunca creyó que se pudiera estar.
Entonces abrió sus deslumbrantes ojos que ahora mostraban una frialdad calculadora en
ellos, tenía algo que hacer y necesitaba despojarse de cualquier pensamiento que la
distrajera de la cirugía a su amiga guerrera.
*****
El atardecer del caluroso día había echo que la partida de búsqueda centaura estuviera
frustrada y preocupada a la vez.
Librius había dividido al grupo de búsqueda para cubrir más terreno, ahora estaban a
orillas del río que separaba el territorio amazona del centauro, era la parte no
profunda.
-Librius, ninguno de las chicas a las que preguntamos habían visto a Arter anoche-
volvió a comentar Neito, un joven guerrero centauro de pelaje negro.
-Si, ya te he escuchado- dijo molesto Librius, mientras se adentraba en las refrescantes
aguas del río, dejando a su grupo bastantes molestos ya que lo culpaban por lo que les
estaba pasando.
-Neito, Tinus, vengan conmigo- ordenó Darles, encaminándose hacia el río también.
El grupo de ocho centauros se miraron entre si, para ver quien sabía lo que estaba
sucediendo, todos tenían miradas desconcertadas y los dos aludidos se miraron entonces
intercambiando gestos de resignación e iniciaron su camino para seguir el segundo al
mando.
-¿A dónde van?- cuestionó Librius cuando vio pasar a los tres centauros rumbo al
territorio amazona.
-A preguntar si han visto algo que nos pueda ayudar- fue fría respuesta de Darles.
Librius guardó silencio tratando de pensar que era lo que les pasaba, luego se encogió
de hombros y continuó refrescando en las aguas del río, los demás miembros del grupo
también ingresaron al agua mirando el avance de sus tres compañeros caminar por la
planicie para luego subir por una ladera que era coronada por grandes y frondosos
árboles, que era lo común a lo largo de los límites del territorio amazona.
-Darles, dentro de una marca oscurecerá, ¿qué pasará sin no encontramos a Arler?- la voz
del joven Neito se escuchó preocupada.
-Creo que la pregunta correcta sería, ¿qué haremos para salir con vida?, luego que "esas
salvajes" nos ataquen- escupió Tinus, el centauro de pelaje y larga cabellera amarilla.
-Lo que vamos a hacer es lo único que nos falta, descabellado pero no seme ocurre otra
cosa, espero que por preguntar "civilizadamente" nos dejen ir con vida- dijo
guasonamente a su dos compañeros.
Ellos dos no habían estado en las negociaciones con las amazonas pero él si, no se
fiaba de ellas pero la joven reina los había deslumbrado a todos, aunque ninguno lo ha
admitido, los tenía como hipnotizados cuando ella tomaba la palabra, sus razonamientos
eran increíblemente acertados.
Al terminar la primera junta de negociación que sólo dejo la puerta abierta para una
próxima, el grupo de centauros se quedó para intercambiar impresiones y descubrir ¿cómo
era que habían sido convencidos, con fecha y todo, para una próxima reunión? La rubia
reina era pacifista de eso no cabía duda, cuando esa mirada esmeralda te soltaba podías
recorrerla con la mirada y descubrir que tenía una constitución física fuerte, la manera
da agarrar la vara que portaba demostraba que sabía como manejarla.
La presencia de la Princesa Guerrera en el grupo de las amazonas los puso en alerta pero
la joven reina amazona les explicó que era su amiga y nada más y nada menos que su
campeona, pero se dieron cuenta que la oscura guerrera estaba atenta a todo,
absolutamente a todo tanto a palabras como a lo que sucedía en los alrededores.
-¡¡¡NO SE MUEVAN, SUELTEN LAS ARMAS Y LEVANTEN LAS MANOS!!!- fueron las órdenes que
sacaron de sus recuerdos a Darles, apenas pusieron un casco sobre la ladera.
-Hagan lo que dicen- ordenó el centauro a los otros dos que acataron lo ordenado con
algo de nerviosismo.
-Solicito hablar con la que esté al mando- solicitó Darles a las amazonas enmascaradas
que los rodearon una vez que tiraron al suelo sus armas.
-¿Quién eres y qué quieres?- preguntó una de las amazonas tras ellos.
-Soy Darles, guerrero centauro, vengo a ustedes solicitando información sobre unos de
nuestros miembros- soltó casi sin respirar, mientras comenzaba a cuestionarse
internamente sobre si venir aquí, había sido buena decisión.
-No hemos visto a ninguno de ustedes desde la última reunión- fue la concisa respuesta
de otra de las amazonas.
-Anoche despareció, es castaño, grande y muy fuerte- informó Neito, controlando sus
temores.
-No lo hemos visto- otra de las cinco amazonas presentes dijo, haciendo girar
nuevamente a los centauros sobre sus cuatro patas. -Pero anoche fuimos notificadas de
una irregular lluvia sobre esa zona- la amazona señaló la zona con su mano.
-Si, lo sabemos, estábamos allí cuando comenzó, perdimos sus huellas y ahora no tenemos
forma de localizarlo- volvió a hablar Neito.
-¿Por qué lo buscan?- preguntó una de las centinelas amazonas.
-Desapareció durante su vigilancia- intervino ahora Darles.
Tras la conversación que se desarrollaba sobre tierra firme, otras dos amazonas
vigilaban desde la altura de los árboles, habían visto a los centauros desde el río,
estos miraban hacia donde estaban sus tres compañeros pero se mantenían en el río.
Los tres centauros regresaron cabizbajos con el resto del grupo, una vez allí
informaron que su visita al territorio amazona no los había ayudado.
-Karin, informa a Eponin- ordenó Telca luego de que los centauros se marcharon y ellas
mostraron sus rostros tras las máscaras
-¿Cómo esta todo Mayra?- preguntó Telca, mirando a una de las altas ramas de uno de los
árboles que las rodeaban, mientras Karin montaba su caballo castaño oscuro para regresar
a la aldea.
-Sin novedad, regresaron con el resto de su grupo- comunicó la vigía desde su puesto.
-Bien, manténganse alertas, hasta esperar instrucciones- comunicó la experimentada
guerrera observando a los centauros desde donde se encontraba.
*****
-¿Qué crees que esté viendo?- preguntó Delto a Tailus, mientras miraba a Erga en su
trance, mientras pronunciaba palabras incomprensibles.
-No lo sé pero espero que nos sea de utilidad.
La oscuridad de la noche había caído pero el cielo estaba estrellado, con una luna algo
opaca pero que permitía buena visibilidad.
Durante el día, Erga buscó una de las plantas que necesitaba para entrar en trance,
trance que le permitía viajar su vista a grandes distancias. Con la ayuda de Naida le
fue más rápido encontrarla en los alrededores del bosque, mientras los hombres tomaban
una siesta.
Al atardecer todo estaba preparado, no tomó alimentos desde mediodía, faltando una marca
para el anochecer inició su ritual, con la colaboración de sus compañeros, los cuales
estaban sentados alrededor de la fogata tomados de las manos.
Su vista viajó hasta donde habían estado la tarde anterior, luego siguió por donde los
tres hombres siguieron a Palemon, llegó al lugar donde tomaron la vitalidad del
centauro que les estaba proporcionando tan delicioso manjar durante la noche anterior y
el día que estaba acabando.
Las huellas fueron cubiertas por la fuerte lluvia que ella provocó con ese fin, por lo
que vagó por la planicie bastante despejada del territorio centauro pero con suficientes
árboles para no quedar despejado del todo, hasta que escuchó voces, entonces las siguió
hasta un río poco profundo, un grupo de centauros, quedó maravillada con las con los
ejemplares que veía.
Estuvo presente durante la falta de liderazgo de Librius y por lo que escuchó se dio
cuenta de que el grupo buscaba al centauro que fue víctima de sus instintos caníbales.
Luego siguió a los tres centauros, vio al grupo de amazonas y también escuchó la
conversación.
Siguió a Karin durante parte de su recorrido hasta la aldea amazona pero los efectos de
la pócima preparada terminó su efecto cuando todavía estaba siguiendo a la amazona de
cabellos rubios cenizos que cabalgaba a través del bosque para cumplir con la misión
encomendada.
-Agua- pidió la mujer mayor cuando salió de su trance, Baltos le dio una taza
inmediatamente.
Tras unos momentos para recuperarse, Naida procedió a servir el estofado de cena,
caliente para recibir las noticias que les comunicaría Erga, luego del trance que duró
un poco más de un marca de vela.
Erga tomó su estofado y comenzó a recuperar sus fuerzas, comenzó a narrar lo que vio y
escuchó, entonces comenzaron las preguntas de los cuatro oyentes a la vez.
-Alto, uno por uno- dijo divertida.
-¿Vistes a Xena?- fue lo primero que preguntó Tailus, mirándola con expectación.
-No, no la vi, no la mencionaron y no sé si este en la aldea amazona.
-Entonces, ¿podemos cazar uno de los centauros mañana?- preguntó Baltos fascinado.
-No creo, pero si sé que mañana trataré de llegar a su aldea y poder escoger los
mejores ejemplares- contestó con la mirada de un depredador acechando a su presa para
clavar los colmillos.
-Pero- Delto trató de decir algo en contra.
-Todavía tenemos carne suficiente para mañana y el día siguiente, si fuera necesario-
Erga dio una explicación para calmar los ánimos que vio crecer en los ojos de sus
compañeros.
-Erga tiene razón, no hay más que hacer, propongo que descansemos temprano- ofreció
Naida mirando a Baltos.
-Me parece buena idea- concordó éste, levantándose y poniendo su plato vació a un lado.
Se encargaron de limpiar y recoger, luego las mujeres se dirigieron a carretas
diferentes seguidas por Baltos y Delto. Tailus prefirió dormir esa noche solo bajo el
cielo estrellado y al lado de la fogata, quería pensar los pasos a seguir para dar con
la Princesa Guerrera.
*****
Los instrumentos fueron traídos en unos de los viajes a las tierras del Nilo y
utilizados para la cirugía a la rodilla de Ephiny, la técnica que ejecutó Xena para
drenar el líquido acumulado en la articulación por el golpe recibido al chocar con las
costillas de la guerrera de ojos azules, fue aprendida también en esa tierra de
faraones.
A pesar del distanciamiento de la reina amazona y su campeona, Xena actuó totalmente
ajena a sus problemas conyugales y explicó la técnica a medida que la ejecutaba. Jacta
y Gabrielle no perdían detalle, preguntaban cuando necesitaban hacerlo y su maestra
respondía a todas.
Mientras esto ocurría Ephiny miraba hacia el techo de su cabaña, la curandera amazona
le había aplicado un ungüento de hiervas para anestesiar la zona que intervendrían
además de un té relajante por lo cual hasta el momento no sentía dolor, sólo una
sensación de que definitivamente algo le estaban haciendo a su rodilla.
Luego de una marca todo había concluído de manera exitosa, la hinchazón había
prácticamente desaparecido, la zona fue vendada para un mayor efecto de un preparado de
varias plantas para ayudar a la recuperación de la regente amazona.
-Mi Reina, las chicas ya están reunidas para su clase- comunicó Fania, guardia real,
cuando esta salió de la cabaña de Ephiny, junto a Jacta y Xena luego de dejar
descansando a la rizada rubia.
-Entonces no las hagamos esperar más- diciendo esto, se giró y se despidió de las otras
dos mujeres- Hasta luego.
- Hasta luego- contestaron las mujeres.
Xena vio a su bardo girarse sin dirigirle una mirada directa, seguida de cuatro
guardias reales, la alta y aguerrida guerrera suspiró resignándose a seguir esperando
para arreglar el primer problema desde su unión física con la rubia.
-Ehhh, ¿qué te parece si vamos a practicar un poco?- preguntó algo desconcertada Eponin.
-Excelente idea- fue la respuesta inmediata.
Solari que se encontraba designando a dos guerreras para vigilar la cabaña de la
regente hasta horas de la tarde cuando sería relevadas por otras dos guerreras, vio el
intercambio por parte de la guerrera de cabellos negros y la joven reina.
-Solari, ven vamos a practicar- invitó Eponin.
La pesadilla de Solari estaba tomando forma, lo menos que quería era confrontar a la Ex
Señora de la Guerra luego de una frustración sexual, sobre todo cuando ella era la
causante.
-¿Te pasa algo?- preguntó Eponin al mirar el semblante pálido de Solari.
-NNooo- contestó Solari con algo de aprensión.
Todas las guerreras alrededor se giraron extrañadas al escuchar a Solari, que no sabía
donde meterse en ese momento.
Xena la miró tratando encontrar alguna respuesta para el extraño comportamiento de la
guerrera, dándose cuenta que Solari esquivaba su mirada, entonces cayó en cuenta que
ella había sido la que interrumpió su recién iniciado encuentro sexual matutino con su
pequeña bardo.
-Eponin, por que no se adelantan mientras Solari y yo hablamos un poco- propuso Xena,
obteniendo un asentimiento por parte del grupo de amazonas que iban a participar en la
práctica.
-Lo lamento, Xena, no era mi intención interrumpir- soltó de golpe Solari, cuando
quedaron sólo ellas dos.
-¿A qué te refieres?- preguntó Xena, desconcertada.
-Por lo... por lo de... de la cabaña- respondió abochornada Solari.
-¿Lo de la cabaña?
-Humm, por... por interrumpirlas- Solari estaba un poco sorprendida por las preguntas.
Xena se quedó pasmada, ella pensaba que lo que pasó o mejor dicho lo que no pasó, sólo
era conocimientos de su bardo y ella. No quiso hacer suposiciones por lo que haciendo
acopio de valor volvió a preguntar, lo que menos quería era que toda la aldea supiera
cuando ellas tenían relaciones.
-Exactamente, ¿qué crees que interrumpiste?- inquirió mirando sus botas.
Solari miró a Xena como si hubiera perdido la cabeza, se tomó un momento pensando como
responder, no quería mentir.
-Errrgg, ehhh bueno, tu sabes- fue lo máximo que pudo decir la amazona.
-Solari, no lo sé, por eso te pregunto- dijo Xena entre dientes tratando de controlar
su impaciencia y tratando de no llamar la atención a las otras amazonas que circulaban
por el área.
-Cuando tenían sexo- contestó claramente Solari en voz bajísima, mirando de reojo para
todos lados.
-No estábamos teniendo sexo- aclaró molesta la bronceada guerrera, escuchó perfectamente
la respuesta de la amazona.
Sus palabras provocaron una reacción de enorme incredulidad en el rostro de Solari, que
entonces si que miró a Xena directamente pero no dijo nada.
-¿Por qué piensas eso?- insistió Xena.
-Por los gemidos que escuché cuando respondieron a mi llamada- ahora la amazona miraba
el despejado cielo de la mañana.
A Xena en otros tiempos no le hubiera importado en lo más mínimo ser escuchada en sus
encuentros sexuales pero una de las cosas que aprendió estando con Gabrielle era
valorarse como persona, además no quería degradar a su rubia bardo, su tristeza fue más
grande que su enfado.
-No, no teníamos sexo, estábamos comenzando a hacer el amor.- confesó en voz baja.
Nunca antes la amazona había oído ese tono en la elegida de Ares, su cara era de
sorpresa y vergüenza, se había dado cuenta de su error al expresarse.
-Y no es culpa tuya que Gabrielle esté enojada conmigo- dijo Xena volviendo a andar
hacia el campo de entrenamiento.
-Por las caras de ambas si creo que fue culpa mía- vino la voz apenada de Solari.
-No en realidad, no, todo es culpa mía- Xena detuvo su avance, colocando el brazo
izquierdo sobre los hombros de la amazona, apretándola cálidamente durante un momento.
¡¡Vaya Xena, estás mejorando!!, se felicitó mentalmente al notar que la amazona
se relajaba, no quería que la chica cargara sobre sus hombros una culpa que era sólo
suya, ¿por qué me sigue costando expresarme?
Gabrielle había escogido ese momento para tomar un profundo respiro antes de iniciar su
sesión con las chicas a las cuales enseñaba el arte de comerciar. Se apoyó en la
ventana para alejar sus pensamientos de su alta guerrera y se encontró con la escena de
Xena con el brazo sobre los hombros de Solari, caminando a través de la aldea.
*****
Xena y las amazonas practicaron durante el resto de la mañana, fue un arduo
entrenamiento, la campeona de la reina notó al principio algo de temor por parte de las
amazonas por lo que decidió iniciar con Eponin y Solari, de allí en adelante el
entrenamiento fue entrando en calor.
Con un poco más de confianza las amazonas en descanso se presentaron para medirse ante
la Ex Señora de la Guerra, hubieron quienes fueron directamente agresivas pero no
fueron gran problema para Xena que no perdió el control y demostró una vez más ser
sorprendentemente superior.
Cuando se encaminaban a almorzar en la cabaña de Ephiny para hacerle compañía a la
regente incapacitada, Xena solicitó un entrenamiento para después del almuerzo con la
guardia real, la figura de su bardo colmaron su mente cuando hicieron el receso.
Durante el almuerzo Eponin comentó sobre la novedad de la noche anterior por parte del
grupo de vigías en la parte donde fue los centauros se habían acercado a las amazonas.
-Dicen que se formó un lluvia repentina sobre una parte del territorio centauro- informó
Eponin antes de dar un bocado a la carne de venado.
-¿Repentina?- preguntó Ephiny, tomando un sorbo de su té.
-Si no había nubes de lluvia y sólo fue sobre esa área, duró un par de marcas- contestó
Eponin antes de ingerir la verduras.
Antes de que se dijera algo más, Karin solicitó presentarse ante Eponin, le fue
inmediatamente dado y procedió a dar el informe de la novedad.
Decidieron enviar otro grupo de amazonas al área que ya era vigilada, sólo por
precaución al igual que en la noche, también acordaron que Eponin, Solari y Xena irían
a dar un vistazo en horas de la tarde. Acordado esto Karin almorzó mientras se preparaba
el grupo que se uniría a la vigilancia con su grupo.
Xena fue a la cabaña a cambiarse de camisa ya que la suya estaba totalmente sudada,
supo por la ausencia de la guardia real que Gabrielle no se encontraba, se puso una
camisa sin mangas y se sentó para poner en orden sus pensamientos.
Había cosas que quería de esta relación, también habían cosas que la molestaban, sabía
exactamente que cosas eran, el problema era comunicarlo de la mejor manera y
definitivamente Xena necesitas asesoría sobre una de esas cosas. Con esto en mente
se levantó y se dirigió a la puerta para ir al entrenamiento con la guardia real.
-Hola- saludó Xena a Gabrielle, al encontrarla cuando bajó los escalones de la cabaña.
-Hola- fue la triste respuesta.
-Sólo he venido a cambiarme la camisa, solicité entrenar con la guardia real- dijo Xena
más que todo para entablar una conversación con la bella rubia.
-Si lo sé, me han informado- fueron las cortantes palabras.
-Humm, iré a la frontera con las chicas en horas de la tarde- informó la alta guerrera,
sin recibir respuesta de la alicaída bardo. -¿Quieres, que cenemos temprano?- preguntó
Xena con las un nudo de expectación en su pecho.
-Tengo una reunión en la tarde- Gabrielle cerró la puerta para un acercamiento esa tarde.
-¿Puedo verte cuando regrese?- volvió a intentar Xena un acercamiento, mientras que sus
ojos encontraban algo sumamente interesante en el borde bajo de la camisa que tocaba
con sus largos dedos.
-Como quieras- respondió secamente la rubia reina, mirando a la cabizbaja guerrera.
-Entonces hasta más tarde- se despidió Xena calmadamente, se giró inmediatamente y al
mismo tiempo que sentía un nudo en la garganta y un fuerte dolor en el pecho.
-Hasta luego, amor- contestó en un hilo de voz casi inaudible la reina amazona, al ver
la ancha y fuerte espalda de su guerrera que se alejaba con pasos decididos hacia la
zona de entrenamiento.
Los miembros de la guardia real que estaban haciendo turno desde que la reina salió de
la cabaña esa mañana, habían notado un decaimiento en su comportamiento, sobre todo
cuando le hacían una pregunta y tenían que repetirla tres veces hasta que Gabrielle se
enterara que le estaban hablando.
Debido a eso habían puesto atención, a una distancia prudencial, al reciente encuentro
entre la reina y la alta guerrera, todas notaron el apático intercambio por lo que se
miraron las unas a las otras, al sospechar que algo no andaba bien y al parecer era
serio ya que nunca habían visto ese comportamiento en Xena que por lo general era seguro
e imponente y últimamente muy feliz.
*****
El atardecer soleado pero fresco en la frontera frente al río recibió a Xena, Solari y
Eponin mirando hacia la zona donde fue reportada la lluvia, con ellas también llegó el
grupo que había echo el turno la noche anterior.
-Las nubes tormentosas se formaron de la nada- informó Galas, quien esa noche estaba al
mando del grupo de vigías.
-¿Los centauros no han vuelto?- preguntó Eponin.
-No, es más todavía siguen en el área, buscando- contestó la morena Galas.
-Parecían molestos entre ellos, sólo tres vinieron y los otros se mantuvieron a
distancia- comentó Karin, recordando el comportamiento del grupo.
-¿Qué crees Xena?- cuestionó pensativa Eponin, mirando hacia el área del río.
-Ir y preguntar- dijo tajantemente -no es normal que sólo un grupo todavía se mantenga
en busca de un individuo sin más apoyo- siguió comentando mientras tomaba a Argo por las
riendas disponiéndose a montar -y menos que exista fricciones en un grupo- terminó de
decir ya montada sobre el bello ejemplar castaño claro.
-Solari, mantente alerta en el sitio con arqueras- ordenó Eponin montando también en su
caballo -Telca trae al grupo pero se mantendrán de esta parte del río a menos que sea
necesario que crucen- las órdenes fueron terminadas de decir una vez ya en su montura.
Con esta última instrucción, todas las demás amazonas comenzaron a cubrir los puestos
asignados y las otras a buscar su caballo y montarlos en un orden que mostraba la
disciplina de los mejores ejércitos.
-¡¡¡DARLES!!!- llamó Telca al centauro que había acudido a ellas por información.
Neito escuchó el llamado a lo lejos por lo que corrió hacia donde se encontraba el
aludido para hacerle saber del llamado.
-Darles, te llaman desde el río- dicho esto, Neito vio al centauro empezar a correr
hacia el lugar sin esperar órdenes de Librius.
Todos pensaron que podrían ser las amazonas y que estas les tenían buenas noticias por
lo que su castigo había terminado y arrancaron a todo galope tras Darles, dejando a
sombrado al joven centauro.
Al llegar al lugar las guerreras se asombraron de la poca o casi nula precaución por
parte de los centauros, en cambio en sus caras había expectación y alegría.
-¿Saben algo de Arter?- preguntó inmediatamente cruzar el río a todo galope Darles.
-No- contestó Xena.
Eso los desconcertó y desanimó a todos en un segundo, las chicas vieron el rostro del
joven centauro de unos dieciséis veranos que parecía a punto de romper en llanto,
rostro que no distaba mucho de sus compañeros de más edad por lo que todas tuvieron que
morderse los labios para no soltar la carcajada.
Xena carraspeó evitando reírse y buscar explicaciones las cuales fueron dadas por
Librius de manera reluctante, aclarando las incógnitas a las amazonas. Luego de esta
reunión y habiéndose ofrecido para apoyarlos en cualquier situación de amenaza las
guerreras regresaron a sus puestos y los guerreros regresaron al campamento que habían
montado.
Decidiendo que en vista que Gabrielle todavía estaba molesta y ella misma no quería
sufrir más desplantes por ese día se ofreció a acompañar al grupo nocturno de vigilancia,
aludiendo a que algo la intranquilizaba con respecto a lo que había acontecido en el
territorio vecino, la noche anterior.
-Entonces, no se hable más, Solari regresa con el grupo de Telca- ordenó Eponin mientras
se servía té de la gran olla que se encontraba al lado de una fogata oculta.
-Solari, hazme un favor, redobla la vigilancia en la cabaña de Gabrielle- solicitó Xena
al detener a la guerrera cuando se disponía a montar. -Y pon más vigilancia alrededor de
toda la aldea- dijo mirando fijamente a la amazona que asintió.
*****
Casi a la medianoche un ritual había comenzado en el campamento de los antropófagos, por
insistencia de Tailus que a su vez había contagiado de crueles y sanguinarios apetitos
a sus compañeros, adelantaron la caza para esa misma noche.
La vista de la mujer mayor había localizado al grupo que búsqueda de Arter, en medio del
bosque, dormidos en su mayoría y con tan sólo dos vigías que estaban prácticamente
dormidos sobre sus pies.
Ahora ubicados, las monstruos comenzaron su caza acompañados de Erga que se mantenía en
trance pero guiando a su grupo, casi una marca de estar corriendo llegaron cerca del
grupo, se detuvieron entre el follaje para que la hechicera conjurara un sueño pesado
para todos, excepto para un centauro de pelaje cenizo, fuerte de una treintena de
veranos, hermoso a los ojos de la hechicera y elegido como nueva víctima.
Entraron a la claridad que brindaba la fogata, sobre sus patas dobladas y recostados a
árboles o troncos se encontraban todos los centauros, el elegido los vio entrar en su
campamento pero una pesadez en sus extremidades prácticamente le impidió todo movimiento
pero gritó alertando a sus compañeros.
-¡¡¡¡NOS ATACAN!!!!- no hubo respuesta ni otro grito.
Lo amordazaron rápidamente, lo arrastraron entre los tres hombres y lo llevaron a donde
estaban escondidos y entre todos lo apuñalaron para pegarse rápidamente a la fuente de
sangre centaura, Tailus se apropio de la yugular del centauro, la mirada desquiciada de
las cinco abominables criaturas que se deleitaban de tan dantesco proceder, la noche
estrellada y fresca se cubrió de roja sangre, siendo nudos testigos nuevamente de la
demencia humana.
Neito despertó sobresaltado luego de casi una marca de haber caído en un sueño profundo,
desconcertado y adormilado escuchaba unos ruidos que no lograba identificar, miró a su
alrededor y vio a sus compañeros dormidos, se levantó tambaleándose y se dirigió hacia
el ruido se escuchaba lejos, algo lo impulsaba a avanzar entre los arbustos, sintió que
pisaba un charco de lodo, pero no se detuvo continuó, de repente escuchó un trueno,
seguido de un relámpago que iluminó el oscuro bosque, se cubrió los ojos con el brazo
derecho y vio claramente la cabellera ceniza de su compañero y lo llamó.
-¡¡Cactor!!- llamó al tiempo que el cielo nocturno se volvía a iluminar.
Lo que vio fue dantesco, parte del tronco de su compañero colgaba del hombro de una
imagen cubierta de sangre, imagen que lo miró por un momento sorprendido, el joven
centauro dio pasos en reversa, sus cascos tropezaron pero se giró en inicio una loca
huida del horrible cuadro frente a él, su instinto de supervivencia lo empujó a correr
por su vida.
-¡¡¡Maldición Erga, no puedes hacer nada bien!!!- dijo Tailus al darse cuenta de que los
habían visto he inicio la persecución.
-Vamos terminemos de llevarnos esto- ordenó Baltos a Delto- terminaras de enterrarlo e
iras con las mujeres mientras ayudo a Tailus- dijo el hombre cargando él solo ahora con
parte del tronco del cuerpo inerte.
Un momento más y comenzó a caer un fuerte aguacero, que ayudó al joven centauro de
pelaje negro ya que su compañero al no tener cuatro patas resbalaba sobre la hojarasca
ahora mojada.
-¡¡¡¡NOS ATACAN!!!!- gritaba desesperado por alertar a sus compañeros pero tampoco
recibió respuesta.
En su mente aparecieron dos palabras e imágenes que eran sinónimos de ellas, AMAZONAS
y XENA, entonces se enrumbó hacia ellas, rogando a los dioses porque estuvieran allí.
El centauro de pelaje negro sentía que el corazón se le iba a salir del pecho sus patas
flaquearon por momentos pero no desfalleció, sentía la frialdad de la muerta cerca, muy
cerca, sus ojos soltaron lágrimas de desesperación pero no se dejo doblegar, en cambio
se enfocó en su objetivo, las amazonas.
Tras él escuchó golpes y maldiciones pero no miró atrás, ni a los lados sólo adelante y
apretó la cabalgata frenética por su vida.
Continuará...