Introducción
Bosque en el norte de Germania
Narrador: Un extraño jinete encapuchado sale de la arboleda a un gran valle muy
verde, cabalga a través de él a toda velocidad, lleva consigo un gran arco negro, un
cuchillo y un carjal de flechas; las flechas tienen la punta de plata y el arco está
decorado con una ornamentación plateada. El jinete no tiene pinta de guerrero, su
aspecto es más parecido al de un hombre normal, quizás un aldeano, un sacerdote, un
médico.
La noche se acerca, el hombre baja de su montura y se dispone acampar, se acerca al
límite de la arboleda del bosque y acampa entre un grupo de pequeños riscos, enciende
una fogata, despoja al caballo de las alforjas y se sienta ante la fogata. Abre la
pequeña mochila pensativo, saca unas hierbas, las machaca con un mortero y comienza un
extraño ritual, danza y canta mirando a la luna.
Doce años antes...
Ciudadela de Tulia, noreste de Britania.
...: Un año de asedio, un año, ¡dioses!
Narrador: El rey de la ciudad se encuentra en su trono con el chaman. Su nombre
es Hefestión, es un hombre de mediana edad, va ataviado con un pantalón de cuero color
café, un blusón gris atado a la cintura con un cinturón y una gruesa piel blanca sobre
los hombros; está pensativo mirando un mapa, el chamán está sentado tras él, de pronto
entra en la sala del trono un hombre joven, lleva una armadura plateada y una espada
corta ensangrentada.
Hefestión: Darien hijo, ¿que há pasado?
Darien: Padre, las tropas romanas han cerrado el paso a las tropas del jefe
Elisir, les han crucificado a todos frente a la empalizada, me temo que estamos solos.
Hefestión: Y el jefe Elisir, ¿qué ha sido de él?
Narrador: Darien pone sobre la mesa un saco ensangrentado, en el interior está la
cabeza del jefe Elisir.
Hefestión: Elisir, hermano.
Darien: Padre son insuperables, creo que deberíamos rendirnos, todo es inútil ni
siquiera ha servido de nada el pasadizo bajo la montaña, ya somos los últimos que
resistimos y me temo que no aguantaremos mucho mas.
Hefestión: Jamás, jamás me rendiré ante aquellos que pretenden destruir nuestra
forma de vida y que nos insultan llamándonos bárbaros, cuando son ellos los que asesinan
a mujeres y niños por la sed de poder; por la memoria de tu madre y tu hermana juro que
les venceré, aunque sea lo último que haga.
Narrador: El chaman es testigo de la conversación entre padre e hijo, se levanta
e interviene.
Horacius: Mi señor, yo tengo la solución al asedio.
Hefestión: Horacius no quiero que uses esos métodos de magia oscura en la ciudad,
ya conoces las leyes, tu papel aquí es el de médico y consejero militar.
Narrador: Horacius es un chaman de aspecto extraño, es oscuro, misterioso; su
rostro está arrugado y endurecido y su tez casi cetrina le da aspecto de alimaña.
Horacius: Pero mi señor acabaría con ellos en una sola noche, es nuestra única
esperanza de sobrevivir, de proteger el reino, yo puedo controlarlo, ¡¡yo sé controlarlo!!
Darien: Padre estamos desesperados, creo que deberías aceptar la propuesta de
Horacius.
Hefestión: Está bien, haré lo que sea para salvar a mi pueblo, el pueblo de mis
antepasados. Comienza con el ritual Horacius.
Horacius: Sí, mi señor.
Hefestión: Darien prepara al pueblo, ah y encárgate de tu hermano, que no salga
de casa cuando...
Darien: Así lo haré padre, confía en mí.
Capitulo1: El extraño cazador
Norte de Germania.
Gabrielle: Xena te dije que te andaras con cuidado con esas bromas pesadas tuyas.
Xena: Ya lo sé no me lo repitas, ya tengo bastante castigo con este dolor en mi
nariz. ¡Ay!
Gabrielle: Eso te pasa por andar jugueteando con panales de abejas como si fueses
una cría, jeje, -ríe la bardo.
Narrador: Xena y Gabrielle van de camino a Grecia, vuelven a Amphipolis después
de su año de incursión por las tierras del norte.
Xena: Tengo ganas de ver a mi hija.
Gabrielle: Yo también, la he echado de menos a ella y a Virgilio.
Xena con tono airoso: ¿A Virgilio? ¿Y por qué echas menos tu Virgilio?
Gabrielle: ¿Qué pasa Xena? ¿Estas celosa otra vez?
Xena: ¿Yo celosa? Te equivocas, solo que no comprendo tu "cariño" hacia Virgilio.
Gabrielle: Estas celosa, y no intentes justificarte.
Xena: se está haciendo de noche deberíamos acampar.
Gabrielle: ohh, muy bien Princesa Guerrera, muy lista, cambiando de tema cuando
te conviene.
Xena con tono ofuscado: Gabrielle déjalo ya; ¿qué quieres que te diga que sí,
que lo estoy?, pues vale estoy celosa, ¿contenta?
Narrador: Gabrielle arruga la nariz y levanta los brazos en señal de victoria.
Xena: Todavía nos quedan al menos dos días de camino hasta Amphipolis,
acamparemos aquí y mañana temprano nos marcharemos.
Gabrielle: Cuando pasemos por la siguiente aldea necesitaremos comprar algo de
comida, jabón y una sartén nueva; -dice esto último mientras fulmina a Xena con la
mirada, la guerrera se encoge de hombros.
Xena: Espero que me baje la inflamación de la nariz para cuando lleguemos a
Grecia.
Gabrielle: Ohh mi pobrecita guerrera.
Narrador: Gabrielle se le acerca a gatas, le toca la nariz y luego la besa.
Xena: Ves, con estas cosas se te pasa todo, te curas de todos los males, -sonríe
la guerrera.
Narrador: Gabrielle le devuelve la sonrisa.
Narrador: Cenan tranquilas, intercambiando miradas cómplices todo el rato, cuando
terminan preparan las pieles para dormir.
Xena: creo que me voy a preparar una infusión de hierbas curativas; -Gabrielle la
observa mientras comienza escribir en un nuevo pergamino.
Xena: ¿Qué escribes?
Gabrielle: Nuestra aventura en las tierras del norte, es una oportunidad
magnifíca, tengo mucho material para escribir, quedará muy bien, ya veras, -dice la
bardo sonriente.
Xena: No espero menos de ti mi amor.
Narrador: La bardo le sonríe, Xena termina de beberse la infusión y se lanza
sobre la bardo, le quita el pergamino dejándolo a un lado y la besa apasionadamente,
luego continúan durante toda la noche amándose una a la otra. El amanecer las sorprende
desnudas y durmiendo abrazadas en la misma piel, Xena es la primera en levantarse.
Xena: Gabrielle levanta, tenemos que irnos.
Gabrielle: Ya voy, ya voy, ¡¡dioses que frío!!, ¡¡una nunca se acostumbra a este
frío!!
Narrador: Xena levanta una ceja divertida y mira a la bardo que está
completamente desnuda.
Gabrielle: ¡Xena tu nariz!
Xena: ¿Que le pasa? ¿Está peor?
Gabrielle: No, al contrario, está como nueva, como a mi me gusta, sin picaduras
de abeja.
Xena: Sí, pero sigue doliendo igual, -lloriquea la guerrera.
Gabrielle: Ohh mi amorcito. Bueno deja ya de lloriquear tenemos que irnos.
Dos días mas tarde...
Amphipolis, Grecia
Xena: Ves te dije que dos dias.
Gabrielle: Sí pero no me dijiste que llegaríamos de noche y menos aun que eran
dos días cabalgando a galope, me duele el trasero, -se queja la bardo.
Xena: Bueno entremos.
Gabrielle: Sí
Xena: Eva ¿estas en casa?, Eva.
Eva: Madre, Gabrielle, me alegro de veros, (se abrazan), estaba preocupada,
habéis estado mas de un año fuera. ¿Qué os ha pasado?
Gabrielle: Es una largísima historia, jeje -ríe la bardo.
Eva: Bueno venid hay algo que debéis ver.
Xena: ¿De qué se trata?
Gabrielle: ¿Y Virgilio?
Narrador: Xena la fulmina con la mirada, la bardo sonríe.
Eva: Pasad a la habitación del fondo. ¡¡Virgilio han llegado!!
Narrador: Virgilio sale de la habitación y las abraza.
Virgilio: Estupendo, hola chicas.
Gabrielle: Hola me alegro de verte.
Xena de mala gana: Hola.
Narrador: Cuando entran en la habitación, encuentran a un hombre joven en la
cama, parece malherido. Es el mismo hombre que danzaba bajo la luna hace unos días.
Xena: ¿Qué ha pasado? ¿Quién es?
Gabrielle: ¿Qué le pasa?
Eva: Veréis, le encontramos hace dos días, Virgilio y yo volvíamos de Atenas,
porque necesitábamos madera buena para arreglar el tejado, pues decidimos dar un
pequeño rodeo a través de una colina, cuando le encontramos, le habían crucificado
madre.
Gabrielle: Crucificado, ¿Quién, romanos?
Xena: ¡¡Exactamente romanos!!, llevan años esclavizando y crucificando a todo
aquel que encuentran en su camino, solo para recaudar dinero para el imperio y para
ejecutar a los rebeldes.
Xena: ¿Ha hablado algo?
Eva: No.
Gabrielle: Vamos a examinarle Xena.
Xena: ¿Dónde están sus pertenencias?
Virgilio: En la cocina.
Xena: Quiero examinarlas y luego miraremos sus heridas.
Gabrielle, Eva y Virgilio a coro: de acuerdo.
Narrador: Salen de la habitación y entran en la cocina. Xena se acerca a la mesa
y comienza a examinar las pertenencias del extraño.
Xena: Un cuchillo, un arco y un carjal de flechas son las únicas armas que lleva.
Eva: Madre has visto las flechas, son algo peculiares.
Narrador: Xena saca una de las flechas del carjal y examina la punta.
Xena: Plata.
Gabrielle: ¿Plata? ¿Qué puede significar?
Xena: No lo sé.
Gabrielle: ¿Y sus ropas?
Virgilio: Aquí.
Narrador: Virgilio saca las ropas de una cesta y también trae un pequeño fardo.
Xena: A ver que tenemos aquí.
Gabrielle: Un pantalón de cuero negro, unas botas, un blusón blanco, una capa
negra y unos brazaletes.
Xena: Yo no veo nada extraño.
Gabrielle: No parece un guerrero.
Xena: Son las ropas de un peregrino.
Gabrielle: ¿Un peregrino? ¿Pero y las armas? No son armas defensivas, al menos a
corta distancia.
Xena mientras examina el contenido del fardo: No, no lo son, es una combinación
que solo puede pertenecer a un tipo de persona y el contenido de este fardo puede
confirmarlo.
Xena: Lo que sospechaba, es un cazador.
Virgilio: ¿Un cazador? ¿Cómo has llegado a esa conclusión?
Xena: Por las hierbas que lleva en su fardo, son hierbas curativas y somníferas,
además de algunos hongos alucinógenos y es de Britania.
Gabrielle: ¿Por qué de Britania?
Xena: Estos hogos son autóctonos de allí.
Gabrielle: Si así es, me pregunto ¿qué le traerá hasta aquí?, está muy lejos de
casa.
Xena: De todas formas debemos tener cuidado, nunca se está seguro del todo.
Narrador: De acuerdo dicen todos a coro.
Gabrielle: Bien pues examinemos sus heridas.
Narrador: Salen todos de la cocina y se dirigen a la habitación donde descansa el
extraño.
Xena: Bien veamos, (dice mientras le destapa). Tiene las típicas heridas de una
crucifixión, ya sabéis las manos y los pies atravesados por clavos, pero ha tenido
suerte no tiene las piernas rotas, ni tiene marcas de latigazos, se pondrá bien.
... extraño con voz débil y abriendo los ojos: Gracias.
Gabrielle con voz de sorpresa: Xena.
Xena: ¿Puedes hablar?
Narrador: El extraño asiente.
Gabrielle: ¿Cómo te llamas?
Extraño: Me llamo Alastor.
Xena: Alastor, ¿qué te trae por Grecia?
Narrador: El extraño intenta hablar de nuevo, pero se desmaya.
Gabrielle: Será mejor que le dejemos descansar.
Xena: Sí, voy a sedarlo y le dejaremos descansar. Eva, Virgilio, id a descansar,
Gabrielle y yo nos ocuparemos de él.
Eva: De acuerdo madre.
Narrador: Eva y Virgilio salen de la habitación y se van a descansar. Xena y
Gabrielle se sientan al lado de la cama una frente a la otra.
Gabrielle: ¿Qué crees que puede significar las puntas de plata? ¿Y las hiervas?
¿Tienes alguna teoría?
Xena: No, ni por asomo, no tengo ni idea al menos lo de la plata, porque las
hierbas está claro que son hierbas propias de un cazador, pero los hongos alucinógenos
no encajan en el equipaje de un cazador.
Gabrielle: ¿Qué quieres decir?
Xena: Esos hongos son propios de la magia oscura.
Gabrielle: ¿De la magia oscura?
Xena: Si, esos hongos los utilizan los chamanes, pero no cualquier tipo de
chaman, sino los chamanes como Alti.
Narrador: Gabrielle mira a Xena con cara de preocupación. Xena se levanta la
coge del brazo y se la lleva al vestíbulo.
Xena: Tenemos que hablar a solas.
Gabrielle: Sí, Xena ¿qué vamos a hacer si es peligroso?, si es un chaman oscuro
como dices.
Xena: Shh, (le pone los dedos sobre los labios), tranquila Gabrielle, ya se nos
ocurrirá algo.
Narrador: Pasan tres días y el extraño cazador va recuperándose poco a poco, sus
heridas van sanando, pero aun se pasa la mayor parte del tiempo sedado, por lo que Xena
no ha conseguido hablar con él. Xena y Gabrielle se turnan para cuidarle. En la
madrugada del tercer día el extraño despierta y comienza a hablar: Gabrielle es quien
está con él, que sobresaltada llama a Xena.
Gabrielle: Xena, Xena, Xena, ha despertado.
Xena: Bien veamos que nos cuenta.
Gabrielle: Hola Alastor ¿sabes dónde estas?
Narrador: El extraño habla con la voz muy débil casi apagada.
Alastor: En Grecia.
Xena: Bien Alastor, ella es Gabrielle y yo soy Xena.
Alastor: Es un placer conoceros, muchas gracias por cuidar de mi.
Gabrielle: Ohh, no es nada tranquilo, sonríe la bardo.
Xena: Alastor, ¿eres de Britania?
Alastor: Si, soy de la ciudad de Gerión.
Xena mirando a Gabrielle: Está al noreste de Britania.
Alastor: Así es.
Gabrielle: Y como es que estas tan lejos de tu casa, ¿qué te trae por aquí?
Alastor: Es una historia muy larga.
Narrador: Xena y Gabrielle cogen una silla cada una y se sientan con la
intención de escuchar la historia del cazador.
Xena: Tenemos todo el tiempo del mundo, cuéntanos, dice mirando a Gabrielle.
Alastor: Veréis yo soy Alastor, soy el tercer hijo del Rey Hefestión, señor de
todas las tierras del norte.
Gabrielle con asombro: ¿Eres príncipe?
Alastor: Si, pero mi papel no era el de gobernar, yo no era el heredero al trono,
el heredero al trono era mi hermano mayor Darien, pero las circunstancias han hecho que
yo sea el heredero al trono.
Xena: Espera un momento, si eres el heredero al trono, ¿cómo es que estas aquí?
¿Cómo es que tu padre ha dejado que llegues hasta Grecia?
Alastor: Esto no ha sido decisión suya, sino mía, es una promesa que le hice a
mi padre cuando murió, en realidad no soy el príncipe soy el legítimo Rey de Gerión,
ahora gobierna la segunda esposa de mi padre, como consorte hasta mi regreso.
Gabrielle: ¿Y cómo es eso?
Alastor: Todo comenzó hace trece años, por aquel entonces Roma había conquistado
toda la isla a excepción del reino de mi padre y las tierras de mi tío, el jefe Elisir.
Narrador: Alastor interrumpe su relato cuando entra Eva.
Xena: Eva acércate.
Narrador: Eva se queda de pie detrás de Gabrielle y comienza a escuchar la
historia del cazador.
Xena: Eva te suenan los nombres de Elisir y Hefestión.
Eva: Sí, eran los reyes de los dos últimos reinos por conquistar en Britania,
eran grandes estrategas y defendían con fiereza sus tierras.
Alastor: Así es. Bueno a lo que iba. Hace trece años los romanos llegaron a
nuestras puertas, querían conquistar los dos reinos. Así que mi padre y mi tío,
unificaron sus dos reinos, pero mi tío fue obligado a huir a las montañas, por lo que
mi padre se quedó solo. El día que nos atacaron por primera vez, fue de noche, esa noche
saquearon y quemaron las pequeñas aldeas que estaban dentro de nuestro territorio, lo
arrasaron todo y mataron a mujeres y niños.
Xena: ¿Pero cómo os sorprendieron así?
Alastor: Pues porque sabíamos de la metodicidad de los ataques de las tropas
romanas, nunca nos hubiésemos esperado que atacasen así de aquella manera, parecían más
bien guerrillas, que romanos, fue algo espeluznante y todo fue idea del general que les
comandaba, un tirano, pero un gran estratega militar. Además las fuerzas de mi padre
habían flaqueado al quedarse sin las tropas de mi tío; así que a partir de entonces
llevó a toda la población a la ciudadela amurallada de Tulia.
Eva: La ciudadela de Tulia es una fortaleza amurallada de siete niveles, está
construida con las montañas detrás, por lo que parece salida de la pared de piedra, es
la fortaleza mas inconquistable que existe.
Alastor asiente y continúa: Bueno pues mi padre desplazó a toda la población
hasta la ciudadela, dejando que los romanos tomasen el territorio del sur y la gran
ciudad quedó a su merced. Ese día llevamos a toda la población; pero mi padre ordenó que
llevaran a mi madre la reina Ana y a mi hermana la princesa Sara por el camino del
bosque, mi hermano Darien era el general encargado de su seguridad, cogió a veinte
hombres y marcharon por el bosque, mientras que mi padre y el resto de la población
fueron por el sendero de las colinas, mi padre me montó con él en su caballo y me llevó
con él, no sé por qué no me dejó que me fuera con mi madre, pero gracias a eso estoy
vivo hoy en día.
Gabrielle: Continúa.
Alastor: Bueno pues oscureció y mis hermanos y mi madre no habían llegado, esa
circunstancia era muy preocupante pues el camino del bosque era mas corto y el resto de
la población habíamos llegado hacia la entrada de la tarde, así que mi padre mandó a sus
mejores hombres, sus guardias personales en su busca. Cuando llegaron encontraron a
todos los soldados muertos, en cuanto a mi madre y hermana, no había ni rastro de ellas,
pero el carromato que las llevaba estaba quemado y destrozado.
Xena: ¿Y tu hermano?
Alastor: Mi hermano fue encontrado mal herido, a la orilla del arrollo que había
colina abajo, sus palabras exactas cuando le encontraron fueron: "se las han llevado,
se las han llevado, no he podido, ¡¡no he podido salvarlas!!", luego se desmayó. Los
soldados regresaron de madrugada con mi hermano malherido. Subieron directamente hasta
la sala del trono, donde mi padre estaba sentado temiendo lo peor. Yo estaba sentado
entorno a una pequeña mesa, con el chaman a mi lado, el jefe de la guardia entró en la
sala, detrás de él iban otros dos hombres, que llevaban a mi hermano Darien en una
camilla. Mi padre se bajó del trono corriendo y se arrodilló ante mi hermano. Darien
repitió las mismas palabras que cuando le encontraron.
Darien: ¡¡Padre se las han llevado, se las han llevado, no he podido, no me he
podido protegerlas!!.
Alastor: Mi padre se echó a llorar como un niño, ordenó que se llevaran a Darien
a la sala de curas, me abrazó y lloró, lloró durante toda la noche. Yo por aquel entonces
solo tenía 13 años.
Narrador: Xena, Gabrielle y Eva se miran con tristeza, la Bardo tiene los ojos
llorosos. Alastor llora con el recuerdo de aquel fatídico día. Xena, Gabrielle y Eva
deciden dejarle descansar.
Dos horas más tarde Xena y Gabrielle vuelven y Alastor continúa con su historia.
Capítulo 2. Horacius
Doce años antes...
Narrador: Horacius sale de la sala del trono frotándose las manos y con una
sonrisa malévola en su cetrino rostro, camina a través de la ciudadela bajando por las
escaleras hacia el quinto nivel, entra en su estancia. Mientras tanto el rey Hefestión
y su hijo Darien permanecen en la sala del trono.
Darien: Padre no me gusta demasiado los métodos de Horacius, pero puede que sea
nuestra última oportunidad de vencerles y dejar de escondernos en la ciudadela como si
fuésemos ratones asustados.
Hefestión: Sí hijo lo sé, a mi tampoco me gustan sus métodos de magia oscura y no
me gustaría que una criatura así vagara por las tierras, pero creo que tienes razón, ya
llevamos un año de asedio y esta puede ser la última oportunidad de salir de aquí y de
vengar a tu madre y a tu hermana, -dice esto último suspirando.
Darien: Tranquilo padre, te juro por mi vida que les vengaremos y volveremos a
recuperar la gran ciudad, la reconstruiremos.
Narrador: Hefestión se acerca a su hijo y le pon una mano en el hombro.
Hefestión: Hijo no jures por tu vida, nada vale tanto como una vida, ni siquiera
las tierras y menos aun si la vida que se entrega es la de tu familia, la de tus hijos.
Darien: Sí padre.
Hefestión: Darien, prepara al pueblo, debes llevarlo a las cuevas de arriba y
encargarte de tu hermano, tráelo aquí y que se quede en mi estancia, que no salga de
casa cuando Horacius..., bueno ya sabes.
Darien: Así lo haré padre, confía en mí.
Hefestión: Cuando termines de preparar al pueblo, convoca a los jefes de los
niveles.
Darien: De acuerdo padre.
Hefestión: Necesito tener una reunión con ellos. Comvocalos para el anochecer.
Narrador: En la ciudadela de Tulia hay un jefe asignado por cada nivel de la
ciudadela, estos jefes son a su vez los capitanes de las tropas de sus niveles y todos
ellos están bajo el mando del rey Hefestión y del príncipe Darien, que es el general de
las tropas del séptimo nivel, el más importante.
Narrador: El príncipe Darien prepara al pueblo, les lleva a la gran cueva del
séptimo nivel y les ordena permanecer en la cueva hasta nueva orden. Luego va en busca
de su hermano menor el príncipe Alastor. Alastor es el menor de los tres hijos del rey
Hefestión y la reina Ana; es un chico flacucho de 14 años, tiene una larga melena
castaña que le llega a la mitad de la espalda, es de piel clara, sus ojos son tan
oscuros como la noche, su rostro es aniñado, pero es muy maduro para su edad, es un
arquero diestro y siempre parece estar de buen humor.
Darien: Alastor, ¡¡Alastor hermano!!
Alastor: Ahora que Darien estoy practicando.
Darien: Ya tendrás tiempo de practicar con el arco cuando termine el asedio,
padre me ha ordenado que te lleve a su aposento y que no te deje salir de allí.
Alastor: ¿Y eso por qué hermano? ¿Qué sucede?
Darien: Padre ha dado permiso a Horacius para que invoque a la criatura.
Narrador: Alastor se queda paralizado cuando escucha esto.
Siete años antes...
Ana: Hefestión no me gusta que te lleves a Alastor a cazar, es demasiado pequeño
y no quiero que vea como tu y tus hombre matáis a un animal inocente.
Hefestión: Ohh Ana cariño no te preocupes por él, se está haciendo mayor y debe
acostumbrarse a ver la vida en toda su esencia, tiene que crecer fuerte, si quieres que
sea un debilucho llorica toda la vida adelante, criarle entre algodones. Pero yo quiero
que sea un líder fuerte como su hermano mayor y su padre.
Ana: Pues yo prefiero seguir criándole entre algodones como dices, al menos unos
años más, ¡¡por los dioses Hefestión solo tiene siete años!!
Hefestión: El chico vendrá con nosotros y no se hable más.
Narrador: El rey Hefestión, junto con su guardia, su hermano Elisir, el príncipe
Darien y Horacius el chaman, salen de caza a los bosques del norte. El rey ha decidido
llevarse por primera vez a su hijo pequeño Alastor con ellos. Cazan durante dos días en
los oscuros bosques, cuando cae la noche del tercer día deciden acampar para regresar al
alba a Gerión.
El campamento está en silencio, la noche ha dado paso a la madrugada, una figura
encapuchada sale del campamento y se adentra en el bosque, el príncipe Alastor le sigue
con curiosidad. Se adentra en el bosque siguiendo al misterioso encapuchado.
Poco tiempo después el príncipe Darien se despierta y se da cuenta que su hermano no
está, sale de la tienda corriendo y entra en la del rey alarmado.
Darien: Padre, padre despierte, el niño no está.
Narrador: Hefestión se despierta asustado.
Hefestión: ¿Cómo que no está? ¿Dónde puede haber ido?, -dice pensativo, el
príncipe le observa preocupado.
Darien: Padre.
Hefestión: Coge el perro, vamos a buscarlo.
Narrador: Darien sale corriendo de la tienda en busca del perro de rastreo.
Hefestión coge su espada y va en busca de su hermano Elisir.
Hefestión: Elisir, Elisir hermano, despierta.
Elisir: ¿Qué?
Hefestión: Ven levanta tienes que ayudarme, le tiende una mano para levantarlo.
Elisir: ¿Qué ocurre Hefestión?
Hefestión: Es Alastor, no está en su cama.
Narrador: Un rato después el rey Hefestión, el príncipe Darien, el jefe Elisir y
el capitán de la guardia personal del rey, se han adentrado en el bosque siguiendo el
rastro del chico.
Unas horas mas tarde el misterioso encapuchado se adentra en una gruta, Alastor le
sigue pero el encapuchado no lo sabe, se adentra en la gruta y al recorre por completo
hasta que sale a un claro del bosque, donde se detiene, enciende una fogata, se quita la
ropa, (entonces descubrimos que es Horacius) y se viste con unas pieles extrañas
cubiertas de sangre, luego elabora un especie de ungüento con unas hierbas, hongos y su
propia sangre y saca un pergamino de una bolsa; cuando unos sonidos procedentes de unos
arbustos le sobresaltan, se acerca y encuentra al pequeño príncipe agazapado, temblando
de miedo, le saca de los arbustos y le ata. El niño empieza a llorar y a gritar.
Alastor: Papá, papá.
Horacius: Cállate niño o serás el alimento de la bestia, jejeje, ¿sabes mocoso?,
eres un privilegiado, vas a asistir al ritual de invocación de la bestia de la luna...
Narrador: Se acerca al niño, le pinta con el ungüento unas marcas y le dice...
Horacius: La bestia de la luna nace de la esencia misma de la oscuridad, en un
hombre que cuando llega la luna llena se transforma en una feroz bestia parecida a un
lobo gigante y si te muerde te da su esencia, su veneno y desde entonces te conviertes
en su hijo, pues dejas de ser humano y cada luna llena te transformas en un igual a él.
Podrías matar a tu padre o a tu hermano y no te enterarías hasta el día siguiente.
¿Sabes muchacho? cuenta la leyenda que una vez cada mil años nace un nuevo rey de la
luna que un gran mago puede dominarle con un conjuro, este que tengo en mi mano y ese
seré yo, jajajaja, -ríe en una carcajada.
Narrador: De pronto el rey Hefestión y todos los demás, irrumpen en el claro.
Hefestión: Horacius, ¿qué diablos estas haciendo con mi hijo? Apresadle.
Horacius: Pero mi señor no pretendía dañarle, lo iba a convertir en un gran mago,
tiene talento ¿sabe?
Narrador: Horacius mira al chico que está abrazado a su hermano y le guiña un ojo.
Hefestión: Déjale en paz, que sepas que esto es traición y que vas a pagar por
esto.
Narrador: El rey Hefestión le concedió clemencia a Horacius con la condición de
que no volviera a hacer magia y que sus funciones a partir d ese momento, se limitaría
a la medicina y a la de consejero militar o seria ejecutado.
Siete años después...
Darien: Hermano, hermano ¿estas bien?
Narrador: Alastor reacciona.
Alastor: A si hermano, es que estaba, bueno ya sabes, recordando aquello.
Darien: Tranquilo hermanito, todo irá bien.
Habitación de la posada de Cyrene
Xena: Alastor tus heridas han mejorado mucho en los últimos dos días, mañana
podrás levantarte y salir fuera si quieres.
Alastor: Gracias Xena.
Narrador: Xena sale de la habitación y sube a su dormitorio, donde Gabrielle la
espera.
Xena: Hola mi amor.
Gabrielle: Hola Xena, ven siéntate aquí junto a mi.
Narrador: La bardo está sentada en la cama doble de la habitación, esta
escribiendo en un pergamino.
Xena: ¿Qué escribes? ¿Es otra vez nuestra aventura en el norte?
Gabrielle: No estoy escribiendo otras cosas, como un par de poemas, lo que nos
han estado contando Alastor y nuestros votos.
Narrador: Xena que se había sentado en la cama para quitarse las botas, se gira
bruscamente, es su rostro se refleja una mezcla de asombro, felicidad y pánico.
Xena: Nuestros... nuestros... vo, vo, ¿votos?
Gabrielle: Sí, creo que ha llegado la hora de casarnos, ¿no te parece?
Xena: Sí, si, claro cariño, claro, (asiente con convencimiento la guerrera). ¿Y
cuándo quieres que nos casemos? ¿Y dónde?
Gabrielle: Pues hay varias posibilidades, podemos casarnos en la aldea amazona,
aquí en la taberna o en una isla romántica; pero a mi me gustaría casarme en el lugar
donde nos conocimos, en aquel claro de las afueras de Potedaia, donde el ejército de
Drako nos tenía apresados y tu nos salvaste, ¿qué te parece?
Xena: Estupendo, muy romántico.
Gabrielle: Si eso me perecía a mi, jeje, (ríe la bardo risueña). En cuanto a la
fecha quiero que sea en el solsticio de verano.
Xena: Pues así lo haremos, pero lo de la luna de miel déjamelo a mí, ¡será una
sorpresa!
Gabrielle: Muy bien. ¿Y qué tipo de sorpresa me espera?
Xena: Ya lo veras. Buen voy a salir fuera un rato, ¡¡empiezo a estar cansada de
no patear traseros y romper cabezas!!
Gabrielle: De acuerdo pero regresa entera, ehh y descansada, -dice esto con cara
de pícara.
Narrador: Xena le sonríe y sale de la habitación.
Xena pensando: los votos matrimoniales, ¡¡dioses!!, tengo tanto que decirle y soy
tan torpe con las palabras, lo mío es patear traseros, no hablar y mucho menos escribir,
creo que le pediré ayuda a Eva, pero primero tengo que decírselo.
Narrador: Xena llaga a la cocina donde esta Eva preparando la cena.
Eva: Hola madre.
Xena: Hola, mmm, que bien huele, ¿qué es?
Eva: Es pollo estofado con verduras.
Xena: Genial, oye tienes que ayudarme con algo que me pone muy nerviosa.
Eva con las manos en las caderas: ¿De qué se trata? ¿Qué pone a la poderosa Xena
tan nerviosa?
Xena: Mis votos matrimoniales.
Eva: ¿Tus votos matrimoniales? ¿Tu y Gabrielle van a...?
Narrador: Xena asiente.
Eva: Por fin os decidís, ya era hora, enhorabuena madre.
Xena Con cara de asombro: ¿pero tu lo sabias?
Eva: Claro que sí y Virgilio también, todo el mundo sabe que vosotras dos son,
bueno almas gemelas y que os queréis desde siempre.
Xena: Ya veo, bueno de todas formas no es algo que hayamos intentado ocultar
nunca, el amor es amor, es lo mejor que te puede pasar y creo que no hay que
avergonzarse por ello.
Eva: Tienes toda la razón y yo bendigo vuestro amor en el nombre de Eli.
Xena: Gracias pero eso es mejor para cuado estemos en la ceremonia. Ahora tengo
que escribir mis votos.
Narrador: De pronto alguien llama y grita en la puerta.
Desconocido: Socorro, socorro, ¡¡por favor ayúdenme!!
Narrador: Xena saca su espada y abre la puerta, en el porche encuentra a un
hombre herido. El hombre llora y grita: ¡¡mi familia, la bestia, mi familia, el monstruo!!
Xena sale fuera y se adentra en el bosque, donde encuentra a dos niños pequeños y a una
mujer muertos, sobre la mujer hay una enorme y extraña bestia devorándola; cuando la
bestia ve a Xena corre hacia ella, pero una flecha le atraviesa y la bestia cae a los
pies de la guerrera. Xena gira la cabeza y ve a Alastor y a Gabrielle tras de ella,
Alastor es quien ha disparado al monstruo. Gabrielle corre hacia ella.
Gabrielle: Xena, ohh, ¿estas bien? ¿No te ha herido?
Xena: estoy bien. Alastor, ¿Qué diablos es esto?
Alastor: Es la bestia.
Gabrielle: ¿La bestia a la que invocaba Horacius?
Alastor: Sí, pero este es un hijo reciente.
Xena: ¿A que te refieres?
Alastor: A que este solo llevará dos lunas transformándose en bestia.
Gabrielle: ¿Pero hay mas de una bestia?
Alastor: Sí, ahora hay seis, bueno había seis.
Xena: Será mejor que volvamos dentro.
Narrador: Xena, Alastor y Gabrielle vuelven a la taberna, cuando llegan al
hombre ha muerto desangrado. Preparan una gran pira funeraria donde queman los cadáveres
de la familia y de la bestia, Luego entran en la casa y cenan en la cocina, Alastor
sigue con su historia.
Xena: ¿Cómo es que hay seis de esas cosas? ¿No era solo una?
Alastor: Al principio sí, solo era un, pero cuenta la leyenda que la bestia
cuando muerde a alguien y no lo mata, esa persona se transforma en una nueva bestia con
la siguiente luna llena, hasta completar el circulo de siete.
Gabrielle: Siete, pero ¿no había seis?
Alastor: Sí, hay seis porque yo nunca he dejado que compete el círculo; ya que
he ido matando o curando al séptimo hijo.
Xena: ¿Existe cura?
Alastor: Sí, la cura está hecha a base de hongos y hierbas, si se toma unas gotas
antes de la luna llena en la que te correspondería transformarte, si no te has
transformado antes el amanecer de esa luna estarás curado; en cuanto a matarlas, a estas
bestias solo se las puede matar con una flecha de plata al corazón o a la cabeza. Nunca
bajo ningún concepto hay que dejar que lleguen a siete miembros completos, porque si no
la humanidad estará perdida.
Xena: ¿Y eso por qué?
Alastor: Porque la única de las bestias que puede transformar a un hombre en una
de ellas es el padre o bestia original. Os otros no tienen ese poder hasta que no se
complete el circulo de los siete. Entonces cada hijo se convierte en padre de otros
siete y así sucesivamente.
Narrador: Los rostros de Gabrielle, Eva y Xena son de preocupación y pánico.
Gabrielle: Por los dioses podría ser el fin de la humanidad.
Xena: ¿Cúal es la fórmula de la cura?
Alastor: La elaboración del antídoto ha de hacerse con luna llena y tiene que
ser un chamán quien la elabore.
Xena: tanto Gabrielle como yo fuimos iniciadas como chamanes.
Narrador: Gabrielle asiente.
Alastor: Bien en ese caso os enseñaré a fórmula. Pero creo que no tiene sentido
sino os cuento el resto de la historia y que me ha traído hasta Grecia.
Xena: Tienes razón, pero ya es tarde, deberíamos dejarlo para mañana.
Narrador: Todos se levantan de la mesa de la cocina y se van a sus respectivos
dormitorios.
Capítulo 3. La promesa
Dormitorio de Xena
Gabrielle: Bueno creo que ya está todo aclarado con respecto a nuestro amigo
Alastor, no es peligrosos, solo es un cazador algo especial.
Xena: Sí, ahora lo que me preocupa no es Alastor, es las bestias, y bueno...
Gabrielle: ¿A qué te refieres?
Xena: Si la bestia que hemos matado hoy es joven, eso quiere decir que el padre
está aquí.
Gabrielle: Y si el cazador siempre sigue a la presa y Alastor está aquí, eso
quiere decir que...
Xena interrumpiéndola: Que las otras cinco también están aquí.
Narrador: Xena y Gabrielle se miran.
Xena: Tenemos que prepararnos.
Gabrielle: Sí, pero ahora mi Princesa Guerrera, te ordeno que te vengas a la cama
a dormir.
Narrador: Gabrielle se acerca por detrás y se abraza a Xena que está frente a la
ventana pensativa, Xena se gira y la besa.
Gabrielle: No te preocupes saldremos de esta, siempre lo hacemos y dentro de dos
semanas estaremos en algún sitio perdido y romántico.
Xena: Sí, solo espero no encontrarnos con problemas donde vallamos. Por cierto
tengo unos votos que escribir, ¿si me disculpas?
Gabrielle: No, no ni hablar, esta noche no. A dormir mi amor ya has tenido un día
demasiado largo, es hora de descansar.
Xena: De acuerdo. ¿Te apetece un baño?
Gabrielle: Claro.
Xena: Pues vamos.
En el baño
Xena: ¿Dónde te gustaría ir cuando nos casemos?
Gabrielle: Me da igual, con tal de que sea un lugar romantico y solitario alejado
de todos los problemas, pero la verdad no me importa con tal de estar contigo.
Xena: Bueno yo tengo varios sitios que te gustarán.
Narrador: Gabrielle la mira, le acaricia la mejilla y luego la besa
apasionadamente, se separa un momento y con la boca en su mejilla le dice...
Gabrielle: No espero menos de ti -y la vuelve a besar.
Narrador: A la mañana siguiente en la cocina de la taberna. Todos los habitantes
de la casa, han desayunado y se encuentran sentados entorno a la mesa.
Alastor: Bueno pues continuemos con la historia, ¿pero por qué tenéis tanto
interés en ella? ¿Es que me vais a ayudar a parar a las bestias?
Narrador: Xena y Gabrielle se miran, Eva las mira a las dos.
Xena: Sí, queremos ayudarte.
Alastor: Pero, ¿por qué?
Xena: Porque esa bestia hace que el mundo corra peligro y porque...
Gabrielle: ¿Y por qué Xena? ¿Hay algo más?
Narrador: Todos la miran interrogantes.
Xena: Veréis, tu padre el rey Hefestión, me salvó la vida hace muchos años cuando
aun era un príncipe.
Gabrielle en tono reprochante: Ah Xena, tú y tus misterios.
Xena: Si bueno fue hace unos cuarenta años...
Alastor interrumpiéndole: Pero como puede ser eres joven para eso.
Gabrielle: Es una largísima historia Alastor.
Xena: Bueno decía que hace unos cuarenta años, después de unos meses en alta mar
mi barco naufragó y yo llegué a duras penas a tierra, cuando desperté estaba
desorientada me encontraron unos soldados, entre ellos estaba tu padre; él ordenó que me
dejaran marchar, pero el capitán de la guardia le recordó que eso suponía traición a las
leyes, así que me apresaron y me llevaron a una gran ciudad, pocos días después tu padre
me dejó marchar, me ayudó a subir a un barco, en el que trabajé durante meses como
marinera hasta que llegué a Grecia, y yo le prometí que le devolvería el favor.
Alastor: Entonces tu conocías la gran ciudad de Gerión y a mi padre, ¿y por qué
no nos lo contaste?
Xena: Bueno es que yo...
Gabrielle interrumpiéndola: Ya te acostumbraras Alastor, Xena es así una caja de
sorpresas, siempre tan misteriosa, tan valiente, tan...
Xena: Vale ya Gabrielle, creo que ya lo has dejado claro, gracias, ahora creo que
le toca a nuestro amigo contarnos el resto d su historia.
Gabrielle al oído de Xena: Sí, pero que sepas que esto te va a costar un masaje
en los pies, un baño de esencias y unas cuantas cerezas frescas.
Xena al oído también: ¿No estarás embarazada no?
Gabrielle: ¡¡Xena!!, déjate de bromas, jejejeje.
Narrador: Xena se encoge de hombros y sonríe.
Alastor: Bueno ¿puedo empezar? Después de que mi padre le perdonara la vida a
Horacius, el viejo chaman dejo de hacer magia y se dedicó exclusivamente a lo que mi
padre le había ordenado, se convirtió en el médico y en el consejero militar, no podía
hacer otra cosa, ya que su vida estaba en juego, o al menos eso hizo creer a mi padre,
porque por lo visto vio en mi talento para la magia, así que sin que mi padre se
enterara me fue enseñando, me fue iniciando como chamán, al cabo de seis años yo ya lo
sabia casi todo lo que se puede saber de magia, de medicina, de astronomía..., solo
había una cosa que no sabía hacer y que ni siquiera el propio Horacius dominaba y era
invocar y dominar a la bestia. Así que me enseñó a curar su mordedura, me enseñó a
cazarla...
Xena interrumpiéndole: Ahí es donde entran las flechas con puntas de plata.
Alastor: Sí, me enseñó la leyenda de el círculo de siete y me dio un pergamino
con el conjuro para invocarla.
Gabrielle: Un momento Alastor, pero para que podrías querer el conjuro para
invocarla, si te estabas preparando para defenderte de la bestia, no para dominarla.
Alastor: Verás Gabrielle, ahí es donde entra lo que ocurrió durante el asedio.
Hace trece años el General Civitas y el general Oliverius desembarcaron en el sur de la
isla de Britania, su misión era conquistar el último reducto que quedaba por conquistar
en Britania, el reino de mi padre, la gran ciudad de Gerión y los territorios salvajes
del norte, durante el primer año y a pesar de la muerte de mi madre y hermana,
aguantamos muy bien, como ya os he contado el pueblo se refugió en la ciudadela de Tulia
y los siete ejércitos se turnaban en las batallas, equilibrando así las fuerzas, porque
Horacius y mi padre habían entrenado a los siete ejércitos y a la guardia real, como a
un solo ejército, de modo que si caían heridos o moría algún soldado en las batallas,
otros ocupaban su lugar, de modo que el ejército nunca se veía mermado. Disponíamos de
7000 soldados, mientras que los romanos eran 20.000 hombres, pero nosotros contábamos
con la protección de la ciudadela y con la ayuda de las tribus del norte, que luchaban
como guerrillas, les tendían trampas y les asaltaban por la noche.
Xena: Pero un momento, ¿cómo lograsteis tener a tanta población en una ciudadela
teniendo a los romanos a las puertas? ¿Cómo conseguisteis sobrevivir?
Alastor: Bueno pues podíamos atrincherarnos en la ciudadela de ese modo, porque
la ciudadela se construyó como una fortaleza militar de asedio y al estar escavada en la
montaña, se excavó un pasadizo que daba a la cara norte de la montaña, por lo que nos
abastecíamos a través de ellas y gracias a la ayuda de mi tío el jefe Elisir y de las
tribus del norte. Esto duró unos nueve meses, ya que espías romanos descubrieron el
pasadizo y nos cortaron el suministro de comida. Las reservas que teníamos solo nos
durarían unos tres meses, así que mi padre decidió evacuar a la población a través de un
segundo pasadizo a través de la montaña, la población se refugió en el norte, en la
ciudadela quedaron los soldados, la guardia, Horacius, mi hermano Darien, mi padre y yo,
nos quedamos con comida suficiente para aguantar un mes, porque el resto de la comida se
la llevó la población para sobrevivir al viaje.
Gabrielle: ¿Pero como aguantasteis sin comida el último mes?
Alastor: Pues aguantamos los dos meses que quedaban con esa comida, por suerte
teníamos agua fresca y eso nos ayudó. La gota que colmó el vaso fue la muerte de mi tío
Elisir, mi padre perdió la esperanza y ordenó a Horacius que invocase a la bestia. Fue
un acto de desesperación, era la última esperanza para todos nosotros, pero esa
esperanza no salió tan bien como quisimos. Esa noche Horacius invocó a la bestia, que
arrasó el campamento de los romanos, mató a casi todos, solo quedaron unos cuantos vivos
que lograron escapar, pero cuando estaba a punto de acabar con todos ellos, la bestia se
volvió contra nosotros, mi padre que confiaba en Horacius para pararla se aventuró hasta
donde estaba el viejo mago, mi hermano y yo estábamos en una torreta cercana a la puerta
principal y mi padre y Horacius en la explanada que había entre la puerta y el
campamento romano. Todo iba demasiado bien, hasta que la bestia se liberó del control de
Horacius, entonces atacó a Horacius y a mi padre, mi hermano Darien corrió a socorrerlos
pero la bestia también le atacó, cuando yo llegué con las flechas de plata, la bestia
había escapado al bosque. Horacius estaba moribundo, mi padre estaba algo mejor que
Horacius, pero sus heridos eran profundas, en cuanto a mi hermano, sus heridas eran las
más leves aparentemente, pero la bestia le había elegido.
Xena: ¿Te refieres a que le envenenó con la maldición?
Alastor: Sí, le había elegido como el primero de sus siete hijos. Los días
siguientes al ataque de la bestia fueron extraños, fueron días desoladores, tristes,
porque todo había acabado y ahora debíamos reconstruir nuestras vidas. Mi padre, mi
hermano y Horacius estaban en la enfermería, mi padre mejoraba y las heridas de Darien
también estaban sanando, pero el veneno pronto haría su aparición, en cuanto a Horacius
murió tres días después del ataque.
Gabrielle: ¿Y qué pasó con tu hermano?
Alastor: Bueno pues nadie sabía que las heridas de mi hermano eran las marcas de
la maldición.
Xena: ¿Pero y Horacius?
Alastor: Ni siquiera Horacius, ya que este no recobró la conciencia desde el
ataque en ningún momento y por lo tanto no vio las heridas de Darien y yo no conocía las
marcas de la maldición, no lo supimos hasta dos semanas mas tarde, cuando la luna llena
alumbró el cielo una noche. Mi hermano había estado todo el día muy inquieto en su cama
de la enfermería, no paraba de sudar, de soñar y de moverse, parecía tener constantes
pesadillas, tenía fiebre y vomitaba con frecuencia, la curandera pensó que tenía una
infección, pero cuando se puso el sol y la luna comenzó a brillar en el cielo, saltó
repentinamente de la cama y comenzó a retorcerse y a transformarse en una bestia feroz.
La curandera evacuó inmediatamente la enfermería y llamó a la guardia; yo oí el jaleo y
corrí hacia la enfermería pensando que mi padre había muerto, porque sus heridas llevaban
varios días sin mejorar, cuando llegué y vi a mi hermano, comprendí inmediatamente lo
que le ocurría; así que ordené a la guardia que trajera una jaula y una red para
capturarle, porque yo conocía el antídoto, logramos capturarlo tras dos horas de lucha y
persecución por la enfermería, era tan peligroso y feroz que la guardia no se atrevía a
acercarse a él, luego le metimos en la jaula, le puse dos guardias y me retiré a mi
estancia a preparar el antídoto. Pasó la noche y al amanecer salí de mi estancia con el
antídoto, cuando llegué a la enfermería, encontré a los dos guardias muertos y la jaula
destrozada, pero la sala había estado cerrada con llave y no había por donde escapar;
así que busqué a mi hermano por toda la estancia le encontré como en una especie de
letargo en un rincón, ya volvía a ser humano estaba completamente desnudo y cubierto de
sangre. Le di el antídoto.
Xena: Un momento pero no se suponía que para que se curase, había que
suministrarle el antídoto antes de la luna llena y tu hermano ya se había transformado.
Alastor: Verás Xena mi hermano no estaba curado, ya no podía curarle y que
volviese a ser un hombre normal, porque ya se había transformado y el veneno lo había
invadido por completo, ya él no volvería a ser un hombre normal, pero si podías evitar
que se volviera a transformar, suministrándole el antídoto el día antes de la siguiente
luna llena y así cada mes y para ello debía de controlar el ciclo lunar. Así aguantó un
año entero tomando el antídoto.
Durante ese año habíamos logrado reconstruir el reino, habíamos reconstruido la Gran
ciudad de Gerión y la fortaleza de Tulia, las cosechas maduraron, construimos grandes
tumbas en memoria de mi madre, mi hermana, mi tío, Horacius y todos los soldados y
gentiles caídos, crecieron las flores, los árboles se recuperaron, los bosques volvieron
a cobrar vida como en los días de antaño en los que descansaban libres de la pena de la
guerra, el gran río corría limpio y la tierra se había olvidado del color rojo de la
sangre; en las aldeas volvían a oírse las risas de los niños, la música y los alegres
cantares de las gentes, la pena de la guerra se había marchado, la felicidad había
vuelto a nuestras vidas, todo había vuelto a la normalidad; y aunque sentíamos en
nuestro corazones que ya no volveríamos a ser las mismas personas, celebrábamos alegres
la victoria y la venida de nuevas alegrías, jejeje.
Mi padre se volvió a casar, se casó con la enfermera que le estuvo cuidando durante el
tiempo que estuvo herido.
Yo fui nombrado heredero al trono, porque mi hermano ya no podría gobernar; pero una
noche la bestia regresó para reclamar a su hijo. Aquella noche la luna brillaba alta y
resplandeciente, había pasado un año y una luna, era de madrugada, toda la ciudad dormía
y solo una legión de la guardia real estaba patrullando la ciudad y custodiando la
puerta principal; cuando de pronto en la llanura se escuchó un aullido, y luego otro y
varios mas, era un sonido aterrador, mi padre, mi madrastra y yo fuimos avisados del
regreso de la bestia, mi padre ordenó que le dispararan a matar y si no conseguían
matarla al menos conseguirían ahuyentarla, yo le dije a mi padre que para matarla
necesitarían flechas con punta de plata como las que yo usaba, pero no me hicieron caso,
de repente otro aullido aterrador se escuchó en el interior de la ciudad y comprendí que
era mi hermano, todos los que estábamos presentes nos quedamos atónitos al ver a mi
hermano subido sobre el tejado de palacio transformándose en otra bestia tan terrorífica
como la que había en la llanura; mi hermano corrió sobre los tejados, los soldados
comenzaron a dispararle a él también, pero mi padre les gritó...
Hefestión: Alto, alto el fuego ese es mi hijo, ¡¡¡ese es mi hijo!!!
Alastor: Cuando mi hermano llegó donde estábamos nosotros recibió muchas flechas
de la guardia, pero solo le atravesaban, así que atacó a mi padre dejándolo moribundo,
yo corrí hacia mi estancia y cogí mis flechas, tomé una montura y perseguí a mi hermano
y a la otra bestia, les perseguí por toda la llanura hasta que les alcancé, intenté
hablarle a mi hermano, pero comprendí en mi corazón que ya no volvería a ser Darien
nunca más y le maté, yo lloraba como un crío por lo que me había visto obligado a hacer,
la otra bestia escapó, yo bajé del caballo, cargué con el cadáver de Darien, que había
vuelto a su forma humana, le llevé a la ciudad, no paré de llorar durante todo el camino
de regreso al palacio, cuando llegué me arrodillé ante mi padre moribundo y él me dijo...
Hefestión: Hijo.
Alastor: Padre, padre, se pondrá bien, padre.
Hefestión: Alastor hijo, prométeme que acabarás con ese monstruo, que cazarás a
la bestia y vengarás a tu querido hermano, a mi hijo Darien.
Alastor: Te lo prometo padre, no descansaré hasta vengar a mi familia, acabaré
con ese ser y salvaré al mundo de ese tormento maldito.
Hefestión: Estoy orgulloso de ti mi hijo, mi príncipe, mi rey.
Alastor: Dicho esto mi padre murió, celebramos un gran funeral en memoria de mi
padre y mi hermano. Yo fui coronado, pero me marché, dejé el reino bajo la regencia de
mi madrastra y me marché para cumplir mi promesa y aquí estoy, once años mas tarde
intentando cumplir la promesa que le hice a mi padre.
Capítulo 4. La caza de la bestia
Narrador: Han pasado dos días desde que Alastor terminó con su historia, él,
Xena y Gabrielle se están preparando para cazar a las bestias, los tres se encuentran en
el vestíbulo de la taberna, Eva y Virgilio están con ellos.
Xena: Bueno ya está todo listo, esta noche podremos salir.
Alastor: Sí, solo faltan dos noches para la luna llena, hay que darse prisa si
queremos llegar a los bosques del norte de Grecia a tiempo, es un largo camino.
Gabrielle: Lo es, pero tranquilo llegaremos a tiempo para el ritual.
Xena: Todo esto es emocionante, ir de caza a matar a unas bestias sanguinarias y
malditas para salvar a la humanidad.
Gabrielle sarcástica: Sí, es de un emocionante..., uf, ¡¡¡Es terrorífico!!! Y si
esas bestias nos muerden o aun pero nos matan o nos cae la maldición. No sé que es peor
que me mate o que me muerda y me trasforme en una de esas cosas monstruosas. Es irónico
que por una vez prefiera que me maten a que me hieran.
Xena: Ohh Gabrielle, mi dulce Gabrielle, tranquila yo te protegeré.
Gabrielle levanta una ceja divertida: ¿Tu? ¿La guerrera grandullona que
lloriqueaba hace unos días como un bebe, porque una abejita le había picado en la
nariz?
Xena con cara de enfado e interrumpiéndola: Shh, calla, no lo digas, shhh.
Gabrielle: Jajajaja, venga ya no me hagas reír Xena.
Narrador: Eva, Virgilio y Alastor miran la discusión de la pareja y todos
estallan en una nube de risas, excepto Xena que sale de la casa enfadada y gritándole a
Gabrielle.
Xena: ¡¡Esta me la pagas!!
Gabrielle: ¿A si? ¿Tú y qué ejército?, jajaja.
Gabrielle dirigiéndose a los demás: Pobrecilla, voy a buscarla, creo que me he
pasado con ella, aunque ha sido divertido.
Narrador: Pasan unas horas y Xena, Gabrielle y Alastor se marchan, cabalgan
durante toda la noche y el día siguiente hasta que paran a descansar al atardecer.
Xena bajando del caballo: Bueno ya es suficiente por hoy.
Gabrielle: Uff y que lo digas, ya empezaba a dolerme el trasero.
Alastor: Shh, silencio.
Xena: ¿Qué ocurre?
Narrador: Alastor sale corriendo repentinamente, Xena y Gabrielle corren tras él,
cuando le alcanzan, están parados en un claro junto a un riachuelo, Alastor revuelve
unos arbustos y encuentra el cadáver de un ciervo, completamente destrozado.
Xena: ¿Qué demonios ha pasado aquí?
Alastor interrumpiéndole: Es él, está aquí en este bosque.
Narrador: Xena y Gabrielle se miran aterradas, Alastor gira sobre sus talones y
las mira, luego les dice...
Alastor: Tenemos que hacer el ritual y prepararnos para la caza, no hay tiempo
que perder.
Narrador: Xena y Gabrielle asienten.
Alastor: Bien, Xena tu trae algo de leña y tu Gabrielle coge agua del riachuelo,
yo voy a buscar unas hiervas; hay que darse prisa, si la noche cae y no estamos listos
no veremos la luz del amanecer.
Narrador: un rato más tarde los tres amigos se reúnen en el claro donde dejaron
los caballos. Xena enciende el fuego. Gabrielle despoja a los caballos de las alforjas
y Alastor prepara un ungüento con hierbas y hongos.
Alastor: Chicas sentaos junto a mi.
Narrador: Xena y Gabrielle se sientan en un tronco una a cada lado de Alastor
frente a la hoguera.
Alastor: Voy a necesitar un poco de vuestra sangre así que no os asustéis, solo
es un cortecito y una gotita.
Gabrielle: Está bien.
Alastor: Tenemos que atraerlos uno a uno y matarlos, pero el padre es muy listo y
necesitaremos algo mas sofisticado para él, un plan "B".
Xena: Sí ya he pensado en eso, un plan y un par de ases en la manga.
Gabrielle: ¿De qué se trata?
Xena: Veréis podríamos llevar a los caballos, al centro de aquella garganta que
acabamos de pasar, ponerlos como cebo y provocar una avalancha para cortarles el paso,
he visto rocas a punto de desprenderse y con el Chakram podría hacerlas caer, una vez
que estuviesen atrapados en la garganta, no podrían escapar, porque las paredes son casi
verticales y desde arriba podríamos dispararles flechas, claro que creo que esto no va
a funcionar con el padre.
Alastor: Me gusta es un plan simple y sencillo, creo que puede funcionar.
Gabrielle: Sí, ese truco lo has usado en varias ocasiones, como aquella vez,
cuando Velaska tomó ambrosía y...
Xena: Sí, es muy útil. ¿Pero qué podemos hacer con el padre?
Alastor: Para él no podemos poner caballos como cebo.
Gabrielle: ¿Quieres decir que...?
Xena: Yo lo haré.
Gabrielle: ¿Qué?, tu Xena, pero...
Alastor: Xena soy yo el que tiene que hacer de cebo.
Gabrielle: A mi me da miedo, pero si tengo que hacerlo lo haré.
Xena: Vale lo echaremos a suerte, pero tu no Gabrielle, no quiero que corras ese
riesgo.
Gabrielle: Yo no estoy de acuerdo Xena, estamos juntos en esto y tengo que ayudar
a parar a ese monstruo como sea; ¿es que a ti acaso no se te ha ocurrido pensar que yo
tampoco quiero que tú corras ese riesgo? ¿Ehh?
Xena: Si pero no expondrás tu vida, no lo permitiré.
Gabrielle: Si lo permitirás Xena, ¡¡venga vamos!!
Alastor: Vale chicas coged una pajita de las tres, la que coja la corta será el
cebo.
Narrador: Alastor se pone entre Xena y Gabrielle, con tres pajitas de madera en
la mano.
Alastor: Xena coge una.
Xena: ¡¡¡Ahgg esto es absurdo!!!
Alastor: Vamos.
Narrador: Xena coge una pajita, tira de ella, todos están expectantes, saca una
larga.
Alastor: Gabrielle.
Gabrielle: Tu primero Alastor.
Narrador: Alastor tira de otra y saca una larga, Xena mira a Gabrielle.
Gabrielle: Vale, está bien ya sabemos lo que nos toca a cada uno, tenemos una
misión que cumplir.
Xena con tono airoso: Tenemos trabajo.
Alastor: La esencia está lista.
Xena: Bien, pues recojamos el campamento y preparemos la trampa en la garganta.
Narrador: Después de recoger el campamento; Xena, Gabrielle y Alastor, marchan
hacia la garganta en los caballos, solo llevan consigo tres arcos, varios carjales con
flechas con punta de plata y la esencia para el ritual, se han vestido con las ropas del
chaman y han dejado las alforjas en el campamento. Tras un rato llegan al lugar elegido.
Xena: Tengo una idea, que creo que funcionará mejor que dejar los caballos en el
centro.
Alastor: ¿De qué se trata?
Xena: Vosotros confiad en mí.
Narrador: Gabrielle y Alastor asienten. Comienzan con el ritual, Alastor marca
los rostros de nuestras heroínas y el suyo con la esencia, luego lee en voz alta
mirando a la luna, el pergamino de Horacius, en el hay un texto y un canto, cuando
termina, Xena enciende un pequeño fuego, los tres danzan a su alrededor y Alastor canta;
danzan y cantan durante un rato, terminan con un aullido.
Xena: Vale a vuestros puestos.
Narrador: Alastor y Gabrielle suben por un sendero hasta la parte alta de la
garganta armados con arcos y flechas. Mientras tanto Xena deja los caballos en la
entrada de la garganta, luego monta en uno de ellos y recorre a toda prisa la escarpada
formación rocosa, llega al punto indicado y con un lanzamiento certero del Chakram
derriba unas rocas cerrando el paso hacia la salida del lado Sur de la garganta, luego
vuelve con la misma premura a la salida del lado norte de la garganta y deja el caballo
con los demás; tras esto echa un vistazo a la garganta fijándose en otros dos grupos de
rocas que están a punto de caer en las caras Este y Oeste, sube hasta estos dos grupos
dejando dos pequeña bolsitas bajo las rocas de cada lado de la garganta y finalmente se
coloca en la posición acordada.
Cae la noche, tras un par de horas de espera, los cuatro hermanos de la luna, (sin
contar al padre) salen del bosque y se dirigen a la garganta atraídos por el ritual y
los caballos. Alastor y Gabrielle esperan pacientemente en lo alto de la garganta,
mientas Xena, que ha estado preparando algunas flechas para prenderles fuego, observa
la entrada de las bestias en la garganta; entonces se pone de pie tras unos riscos, a
media altura en la garganta, enciende una flecha, cuando las bestias están casi a 100
metros de los caballos, Xena lanza una flecha contra la bolsita de la cara Este y un
segundo mas tarde tira una segunda flecha contra la bolsita de la cara Oeste, lo que
provoca dos explosiones casi simultaneas, las rocas caen y separan a las bestias de los
asustados caballos, luego lanza el Chakram y atrapa en la parte mas vertical de la
garganta a las cuatro bestias que retroceden asustadas, finalmente lanza una tercera y
cuarta flecha incendiarias a dos pequeños montículos de ramas con aceite, uno a cada
lado de la garganta, creando una lengua de fuego que ilumina el foso donde están
aisladas las feroces bestias; mientras Alastor y Gabrielle observan la escena atónitos.
Alastor: Asombrosa, ha conseguido salvar a los caballos, aislándolos de las
bestias entre las tres paredes de roca que ha conseguido formar y luego a creado una
lengua de fuego alrededor del foso, aislando y a la vez iluminando, para que no erremos
los tiros y las bestias sean destruidas. ¿Siempre es así?
Narrador: Gabrielle responde con tono orgulloso y ligeramente sonrojada.
Gabrielle: Sí, por eso y por otras muchas cosas me voy a casar con ella.
Alastor: Estarías loca si no lo hicieras.
Narrador: Se oye un silbido y los tres comienzan a disparar las flechas de plata
contra las horrendas bestias, casi una hora mas tarde los tres amigos están en el fondo
de la garganta entorno a los cuatro cadáveres de las enormes bestias. El fuego ha
desaparecido y todo está tranquilo.
Alastor: Ha sido pan comido, si hubiese trabajado con vosotras antes, ahora
estaría en mi palacio bebiendo vino y disfrutando con la conciencia tranquila, por
haber cumplido la promesa que le hice a mi padre.
Gabrielle: Tranquilo pronto lo harás.
Narrador: Gabrielle dice esto sonriendo y mirando a Xena con los ojos entornados.
Gabrielle a Xena: Oye y tu de donde has sacado la pólvora china que has usado y
el aceite.
Xena: La pólvora la compré cuando volvíamos de visitar a nuestro "amigo" Odín y
el aceite lo tenía en la taberna, no sé porque pero algo me dijo que lo necesitaríamos.
Bueno volvamos al campamento. ¿Gabrielle qué ocurre?
Narrador: Gabrielle mira fijamente hacia la parte más alta de la garganta, su
rostro está tenso y sus ojos reflejan un inmenso terror, Alastor y Xena giran la cara
hacia donde está mirando la poetisa. Unos ojos rojos les observa desde lo alto de la
garganta, escondido entre árboles.
Alastor: Está aquí, es él. No os mováis.
Alastor: Silencio y sobre todo no os mováis, va a por los caballos, a nosotros no
nos ha visto, pero siempre prefiere las presas fáciles, esperemos un poco a que se
aleje y podremos marcharnos.
Narrador: Xena y Gabrielle están agazapadas junto a Alastor, Gabrielle mira a
Xena con miedo, Xena le devuelve una mirada de tranquilidad y cariño y le acaricia el
rostro con la mano. Alastor no aparta la vista de los movimientos de la bestia, que baja
por las paredes de la garganta, poco después se oye el relinchar de los caballos y un
aullido estremecedor que hiela los huesos, tras eso se hace el silencio y una neblina
comienza a cubrir el valle.
Xena: Salgamos de aquí, volvamos al campamento.
Narrador: Gabrielle y Alastor asienten y comienzan a caminar.
Xena: Menos mal que no traje a Argo II con nosotros, sino ahora sería comida de
bestia fétida.
Gabrielle: Ahora estará satisfecho y será menos peligroso, además no quedan mas
flechas de plata.
Xena: No en las alforjas queda un carjal lleno.
Alastor: Te equivocas, los habrá matado a todos, pero solo habrá devorado a uno
de ellos, estas bestias matan por placer, no por necesidad como los animales normales;
este es un ser sobrenatural y su inteligencia es casi humana, si pensáis que ahora
estamos mas a salvo porque halla matado y comido a unos pobres caballos, os equivocáis
rotundamente. Ha visto lo que hemos hecho con sus hijos y ahora quiere venganza.
Narrador: De pronto la bestia sale enfurecida del bosque y se abalanza sobre los
tres guerreros. Alastor cae herido de muerte, la bestia se ensaña en él, mientras Xena
coge rápidamente y aparta a Gabrielle del monstruo y en una fracción de segundo lanza el
Chakram, golpeando en la cabeza al monstruo, que deja a Alastor y gira sobre sus enormes
patas dispuesto a matar a Xena, pero la guerrera le lanza una flecha incendiaria,
clavándosela en el ojo y dejándole tuerto, la bestia corre doliéndose hacia el bosque,
pero agarra a Gabrielle en su huida, arrastrándola unos metros por la hojarasca seca, la
bardo lucha con el monstruo que le muerde en una pierna, Xena le dispara otra flecha
incendiaria clavándosela en la garganta y la bestia huye despavorida hacia el bosque,
dejando un panorama dantesco a su paso. Xena corre hacia Gabrielle, la coge en brazos y
la lleva donde está Alastor, la bardo está consciente, aunque siente un gran dolor y
llora por el miedo.
Xena: Gabrielle, Gabrielle cariño, mi amor, te pondrás bien, te lo prometo.
Narrador: Xena examina y cubre la mordedura con gasas limpias deteniendo la
hemorragia, acaricia y besa a Gabrielle constantemente, las lágrimas caen por su
rostro.
Xena: Venga tranquila, dentro de una semana estaremos en ese precioso claro
donde nos conocimos ya veras, te lo prometo mi amor, ehh.
Narrador: Xena acuna a Gabrielle, que continúa conmocionada, aunque por un
momento sonríe con las palabras de la guerrera. Xena levanta el rostro de Gabrielle
hacia ella y dice...
Xena: Cariño mírame, mírame, escúchame cielo, voy a ver a Alastor vale,
tranquila cariño.
Narrador: Xena deja a Gabrielle en el suelo y acude a Alastor, a su alrededor hay
un gran charco de sangre, el joven rey llora.
Xena: ¡Alastor tranquilo!
Alastor: Xena, parece que ya no voy a poder cumplir mi promesa.
Xena: No digas eso te pondrás bien amigo, déjame verte.
Alastor: Es inútil no duraré mucho, he perdido demasiada sangre.
Narrador: Aunque Xena es consciente de la gravedad de las heridas de Alastor, se
resiste a creer que va a morir e intenta detener las múltiples hemorragias inútilmente.
Alastor: Cuanto lo siento Xena.
Xena: ¿El qué sientes?
Alastor: Siento haberos metido en esto, Gabrielle no debería estar así ahora, es
culpa mía...
Xena: Tranquilízate amigo, Alastor escúchame...
Alastor: No Xena escúchame tu, yo ya no voy a durar, y a ella le ha mordido, así
que ve al punto donde dejamos las alforjas, llevala contigo, cuando estés allí, saca de
mi mochila un pequeño frasco envuelto en una bolsita de piel, dásela que se lo beba todo,
es el antídoto.
Xena: Gracias amigo.
Alastor: De nada, debes saber que si dos horas después de haber sido mordida,
pierde la conciencia y comienza a tener convulsiones, el antídoto no habrá funcionado y...
Xena interrumpiéndole: Tendré que matarla, tiene que funcionar, por los dioses
tiene que funcionar.
Narrador: Xena llora, Alastor aprieta la mano de Xena contra su corazón y le
dice:
Alastor: Funcionará, te lo prometo.
Narrador: De repente Alastor comienza a temblar.
Alastor: Tengo mucho frío, Xena acaba con él por favor y cuida de Gabrielle.
Xena: Tranquilo amigo acabaré con él y te llevaré a casa, cumplirás tu promesa.
Narrador: Alastor asiente, una última lágrima resbala por su rostro y sus ojos se
nublan.
Gabrielle con voz muy débil: Xena, Xena.
Narrador: Xena se acerca a ella, le apoya en su pecho y le acaricia la frente.
Xena: Gabrielle mi amor.
Gabrielle: Xena, ¿cómo está Alastor?
Xena: Ha muerto, Gabrielle.
Narrador: La bardo baja el rostro.
Xena: Tranquila cielo, ahora debemos llegar al punto donde dejamos las alforjas,
necesitamos el antídoto.
Gabrielle: Comprendo, ¿qué hacemos con él?
Xena: Tú déjame eso a mí, descansa, tranquila mi niña.
Narrador: Xena deja a Gabrielle apoyada contra un tronco, la bardo está
consciente en todo momento observa los movimientos de Xena. Por su parte Xena, va de
allí para acá, por el claro, construye una camilla, ata el cuerpo de Alastor a ella, que
ha envuelto en una piel, ata una cuerda a los extremos de la camilla como si fuese un
yugo, carga a Gabrielle sobre su espalda, coge la cuerda de la camilla y tira de ella,
llevando a ambos hacia el punto donde dejaron las alforjas en el bosque a la caída de la
noche. Camina así durante casi una hora, hasta que llega al campamento, la madrugada ha
pasado su ecuador hace mucho.
Xena: Hemos llegado.
Narrador: Xena deja el cadáver a un lado y apoya a la bardo en el tronco, donde
horas antes Alastor elaboraba la esencia. Revuelve en las alforjas de Alastor hasta que
encuentra el antídoto, corre hacia la bardo y se lo da. Gabrielle se lo bebe entero.
Xena la observa.
Gabrielle: Xena si esto no funciona y me trasformo en una de esas cosas, quiero
que...
Xena le pone dos dedos sobe los labios interrumpiéndola: Funcionará.
Narrador: Gabrielle tira de Xena y se besan apasionadamente, Xena la abraza
protectora.
Xena: Aunque no sepas tan bien como otras veces.
Narrador: Gabrielle le sonríe.
Xena: Voy a preparar la trampa.
Gabrielle: ¿Y qué vas a hacer con Alastor?
Xena: Alastor ha sacado la pajita corta.
Gabrielle: ¿Le vas a usar de cebo?
Xena: Sí Gabrielle, me gusta tan poco como a ti y sé que puede ser poco
respetuoso, pero él ya está muerto y tu estas herida, así que...
Gabrielle: ¿Y yo me perderé la diversión?
Xena: Exacto tu estarás allí arriba, te pondré sobre la camilla y te subiré hasta
la copa de ese árbol, procura no moverte mucho y descansa o llamarás su atención.
Gabrielle: Está bien, pero ten mucho cuidado mi amor.
Narrador: Gabrielle acaricia el rostro de Xena, Xena le sonríe.
Narrador: Después de subir a Gabrielle hasta la copa de un árbol, sobre la
camilla, Xena coge unas cuerdas, rodea el claro con ellas, las empapa en aceite y deja
una bolsita de pólvora sobre el aceite, luego coge el cadáver de Alastor y lo cuelga por
los pies, en el centro del cerco, sube al árbol donde está Gabrielle, con un carjal de
flechas de plata y dos flechas mas preparadas para prenderlas, minutos mas tarde unos
ojos rojos aparece entre los arbustos, la bestia entra en el circulo trampa, aun lleva
clavada las dos flechas; entonces Xena enciende las dos flechas y las lanza, la pólvora
explosiona y enciende un cerco de fuego alrededor de la bestia, que aun así salta
intentando llegar al cadáver .
Xena coge y le lanza las flechas de plata, la bestia corretea intentando salir, pero la
pared de fuego se lo impide, poco después todo ha terminado, el fuego se ha apagado y
la bestia ha muerto; entonces Xena sube hasta donde está Gabrielle.
Xena: Gabrielle, ¡¡¡Gabrielle mi amor!!!
Narrador: Pero Gabrielle está inconsciente, Xena llora desconsoladamente y acuna
a Gabrielle.
Xena: Sabes cuales iban a ser mis votos, ¿sabes que iba a decir?
Narrador: De pronto Gabrielle abre los ojos mira a una desconsolada Xena, que
piensa que va a tener que matar a su amor y le dice...
Gabrielle: Shh, aun no me lo digas, espera una semana.
Narrador: Xena deja de llorar, le sonríe y la besa, mientras el amanecer comienza
a iluminar sus rostros.
Capítulo final: Simplemente Sí
Afueras de potedaia, una semana mas tarde
Eva: Queridos amigos y amigas, estamos aquí reunidos para unir a estas dos almas
en el nombre del amor.
Narrador: Xena y Gabrielle están en un altar adornado con rosas blancas, vestidas
con ropas de gala; Gabrielle lleva un precioso vestido blanco y Xena lleva una armadura
plateada sobre una toga romana corta de color azul y una capa blanca del mismo largo que
la túnica. Al feliz enlace asisten entre otros; la diosa Afrodita, Lila, Sara, Odín,
Grinilda, Beowoulf, Virgilio, Meg y la tribu de amazonas de Gabrielle por completo.
Eva: Xena y Gabrielle son dos almas gemelas, destinadas a caminar juntas en el
tiempo y la memoria, por eso en el nombre de Eli y de los poderes del cielo yo bendigo
esta unión. Ahora podéis pronunciar vuestros votos.
Gabrielle: ¿Alguna vez habéis sentido esa sensación..., si esa sensación de calor
intenso que te recorre el cuerpo y te calienta el corazón, tanto que derretiríais el
hielo mas ancestral? Yo sí, fueron tus ojos lo que me lo produjeron Xena, aquel día,
aquí mismo en este claro; yo por aquel entonces no era mas que una cría, una simple
aldeana que soñaba con salir de su pueblo y vivir aventuras, pero claro aquel sueño
siempre quedaba en una simple fantasía, en una ilusión; hasta que aquel día tus ojos me
miraron por primera vez, entonces sentí que tu eras la puerta hacia esa vida intensa y
emocionante, así que decidí seguirte, al principio te costó un poco acostumbrarte a mi,
o al menos eso pensé yo, pero estaba equivocada intentabas ignorarme y deshacerte de mi,
porque sabias que estaba provocando sentimientos muy fuertes, tu corazón latía con
mucha intensidad y te ponías nerviosa cada vez que yo estaba cerca de ti, en cuanto a mi
estaba perdida, había caído bajo el hechizo de tus ojos, de tu pelo, de tu sonrisa, de
tu corazón y de tu alma. El sueño de mi vida, tener una vida llena de aventuras se había
materializado en ti. Durante todos estos años hemos pasado momentos maravillosos y
momentos horribles, pero nada de ello había tenido sentido, sin ti mi amor, yo no
hubiese vivido nada de esto, por eso, Gracias Xena, por ser mi amor y mi vida.
Narrador: Los ojos de Gabrielle se inundan de lágrimas de felicidad, Xena está
como en una nube, apenas puede reaccionar ante las palabras de Gabrielle, la sonrisa se
dibuja en su rostro. Eva interrumpe.
Eva: Xena tu turno.
Xena: A, si.
Xena: Veras Gabrielle, ya sabes que yo no soy muy buena con las palabras, lo mío
es..., bueno ya lo sabes, y también sabes cual era mi situación antes de conocerte, yo
estaba perdida, estaba a punto de abandonarlo todo, porque había perdido la esperanza:
la esperanza de tener una vida distinta a la que había llevado, la esperanza de redimir
mis pecados del pasado y en definitiva la esperanza de ser feliz; hasta que en este
bendito lugar nos encontramos, entonces todo se aclaró, el camino apareció frente a mi
como por arte de magia y apareció en una chiquilla preciosa, inteligente y con un
desparpajo singular, como bien sabes desde entonces comencé amarte y cada día que ha
ido pasando a lo largo de todos estos años te amo mas, no solo te entregué mi corazón,
sino también mi alma y siempre te pertenecerá, pase lo que pase, ¡¡siempre!!
Narrador: Las reacciones a las palabras de Xena no se hacen esperar, la sonrisa
de Gabrielle es inmensa, Eva también sonríe y entre los invitados; Afrodita aplaude y se
seca una lagrimilla y Virgilio llora como una magdalena, ante la mirada de indignación
de Beowoulf.
Eva: Bien, pues habiendo pronunciado los votos y si nadie tiene nada que objetar,
yo os declaro unidas bajo el nombre del amor.
Narrador: Entonces aparece Ares y grita.
Ares: Yo tengo algo que objetar.
Narrador: Pero Xena saca el Chakram de forma amenazante, mientras besa a
Gabrielle y Ares desaparece temeroso, (recordemos el poder especial que tiene Xena).
Ciudad de Gerión, Britania, dos semanas más tarde.
Narrador: Xena y Gabrielle son recibidas en el palacio real por la madrastra de Alastor, la consorte Adelle, llevan consigo una urna con las cenizas de Alastor, el arco con su carjal de flechas y la piel de la bestia de la luna. La reina reconoce los objetos. Xena y Gabrielle le hacen una reverencia .Xena habla y Gabrielle guarda silencio a su lado.
Xena: reina Adelle, soy Xena y ella es Gabrielle, hemos venido desde Grecia para cumplir la promesa que le hice al legitimo rey Alastor en sus últimos minutos de vida, para hacer cumplir la promesa que le hizo a su padre, su esposo el rey Hefestión y para traerle a casa con su familia.
Adelle: bien Xena y Gabrielle de Grecia, os agradezco mucho lo que habéis hecho por mi hijastro Alastor y por mi esposo Hefestión.
Narrador: la reina recibe la urna de manos de Gabrielle y ordena a sus sirvientes que recojan el resto de objetos.
Adelle: él tendrá unos funerales de rey y descansará aquí en la tierra de sus padres, con el corazón tranquilo por haber cumplido su promesa. Por favor sed bienvenidas a Gerión, estáis invitadas a quedaros el tiempo que queráis y seréis mis invitadas de honor en la cena de esta noche.
Xena: gracias su alteza, pero solo nos quedaremos esta noche y mañana al alba partiremos hacia el sur.
Narrador: Xena mira a Gabrielle y sonríe a la reina
Xena: tenemos una luna de miel pendiente en una pequeña isla paradisíaca del Egeo, con visita a Alejandría y a Egipto.
Narrador: la reina sonríe y asiente. Xena y Gabrielle cruzan miradas cómplices.
FIN.