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Renuncias: Esto es obligatorio así que allí va. Los personajes de Xena y Gabrielle pertenecen a Universal y Renaissance Pictures. No se pretende infringir sus derechos de autor.
Aclaración: Chicas y porque no... chicos, recuerden que este fanfic es completamente de mi autoría, no lo escribí dentro de ningún marco de tiempo dentro de los capítulos de la serie a excepción de que Gabrielle es la reina de las amazonas y Xena es su campeona, lo demás es todo una locura, completamente mía.

Mi correo electrónico es: yossmartin_7@hotmail.com, para darme su opinión y críticas constructivas. Gracias a las chicas que me han escrito animándome, parece mentira cuanto motiva eso a seguir.


CACERÍA NOCTURNA

Por: Yoss

CAPÍTULO 6

Ultar quedó tan sorprendido que apenas pudo cubrirse pero se llevó cuatro flechas, dos de Xena y dos de Eponin, dos en el pecho cerca del corazón, una en el hombro izquierdo y otra en el costado de ese mismo lado cuando se giró al reaccionar.

No todos los chupasangre reaccionaron rápido lo que les dio oportunidad a los arqueros de cargar sus ballestas y arcos nuevamente, haciendo blanco en sus atacantes, sólo algunos salieron ilesos otros rugían de dolor, incluso cuatro cayeron al suelo.

-¡MAESTRO!- llamaba uno de los brucolaques tirado en el suelo, la flecha en su corazón hacia su trabajo, con un rictus de dolor en su desfigurado rostro mientras trataba de sacarse la flecha pero al moverla el chupasangre se hacia más daño y sus rugidos fueron apagándose hasta quedar inerte sobre el suelo, al igual que los otros tres.

-¡MALCIDICION!- gritó Ultar por el dolor que sentía al sacarse las flechas y mirar tras la pared de una casa, como cuatro de sus "hijos" eran eliminados.

De sus heridas salía sangre ennegrecida y mal oliente, la herida no se curaba como esperaba sino que se mantenía dolorosamente abierta, este echo lo preocupó más, dejó sus pensamientos para retomar el control de esta ataque.

-¡Ocúltense, imbéciles!- ordenó Ultar, enfurecido al ver como desde la posada salían las flechas que estaban mermando sus filas.

-¿Maestro, qué pasa?- preguntó Felicia, la bacante, al ocultarse dentro de la casa en la que también utilizaba Ultar para guarecerse, ella fue una que salió ilesa.

-Deja de hacer preguntas estúpidas y prepárate para atacar a los que están en esa posada- fue la ofuscada respuesta del brucolaque para la bacante.

*****

Mientras tanto dentro de la posada, el normal nerviosismo que sufren las unidades cuando se antecede a un combate se desvaneció al hacer el primer tiro de sus flechas.

Once arqueros encontraron la distancia que necesitaban para iniciar su defensa, las cinco amazonas, Xena y cinco de aldeanos que fueron los únicos que se destacaron con el arco cuando les hicieron una prueba en horas de la tarde. Habían seis abajo y cinco arriba en los dos cuartos que daban para ese lado de la calle, algunos con arcos pero la mayoría tenían ballestas.

Las flechas tenían las puntas cubiertas con zumo de ajo, provocando una herida dolorosa y humeante a sus objetivos cuando hicieron blanco en ellos, los rugidos de lamento y dolor eran espantosos, provocando que se le erizara la piel a la mayoría de los ocupantes de la posada.

-¡Esta funcionando!- exclamó en susurro uno de los hombres que disparaba las flechas.

-Buena puntería, eso es- elogió Xena a las unidades, también en susurros.

-Han caído cuatro- informó Gabrielle a las demás personas que no participaban en el ataque con voz alentadora, ella estaba al lado de Xena pasándole flechas y podía mirar por la abertura que no era más que una pequeña ventana que se había dejado para hacer esos tiros y mantenerlos alejados de la posada.

La noticia fue acogida de forma muy positiva para los aldeanos ya que prácticamente se daban por muertos, lo único que los mantenía con esperanzas era la presencia de las amazonas y de la Ex Señora de la Guerra.

-Se ocultan- dijo uno de los hombres con la ballesta lista.

-Eponin, ¿Crees que las chicas estén en camino?- preguntó la rubia bardo de repente sin dejar de mirar fuera.

-Eso espero, pero no pienses en eso, tratemos de eliminar esas bestias sin ayuda- aconsejó la aguerrida capitana a su reina.

-Tienes razón- se disculpó Gabrielle mientras miraba la silueta de su capitana que había llegado a querer como una amiga, el rubor que le encendía la cara no se notaba en la oscuridad cosa que agradecía.

Recordó lo sucedido horas antes cuando tomó la decisión de ser una guerrera más y como se dudaba de su capacidad para serlo pero el único que se atrevió a expresarlo de manera posesiva fue Tilus su admirador que al parecer pensaba que estaba en su derecho, pero dejó de lado ese recuerdo para entonces recordar como fue respaldada por Xena.

El herrero y su hijo sólo pudieron confeccionar seis armaduras completas con el material con que disponían, fueron echas para las amazonas por supuesto, Gabrielle exigió una para ella, alegando que no se quedaría de brazos cruzados además de que poseía entrenamiento en combate cosa que carecían los aldeanos.

Tilus fue el más vehemente a la hora de objetar, dijo que a él le correspondía defenderla y lo haría, cosa que dejo a todos intrigados hasta a la propia Gabrielle.

-Tilus te agradezco tu disposición por salvaguardarme- le dijo la bardo al joven, que sonrió en señal de triunfo- pero como reina amazona ya nombre a una campeona y esa no es nadie mejor que Xena- una sonrisa cálida en su bello rostro dirigida a la alta guerrera que permanecía silenciosa.

-Te agradezco sinceramente tu preocupación pero te repito estoy preparada- con esas palabras hacia Tilus, dio por terminada la discusión.

Las amazonas miraron a Xena, que en ese preciso momento intercambiaba una profunda mirada con su bardo, las amazonas querían proteger a su reina a toda costa pero no era correcto disentir con la decisión de su reina por lo que esperaban ver si la campeona de su reina haría algún comentario, al fin y al cabo ella entrenaba a la joven reina y sólo ella sabia si la decisión era la correcta.

Xena y Gabrielle se decían en esa mirada más de lo que cualquiera en esa estancia imaginaba, este es el momento de confiar en lo que ella ha aprendido y ella lo sabe, además es tiempo que las amazonas vean a su reina en combate y se den cuenta no es una campesina de nada, entonces la campeona de la reina rompió el enlace girando su rostro hacia las demás personas presentes.

-La reina ha hablado- el tono fue tajante y la Ex Señora de la guerra dejó claro la autoridad de Gabrielle.

Sin una palabra más las amazonas procedieron a colocarse las armaduras al igual que la hermosa bardo que sonrió dulcemente a su alta guerrera que por su parte le dio un rápido guiño, mientras se acercaba a la rubia reina para ayudarla con su armadura, aprovechando para darle consejos en susurros e inclusive una que otra caricia disimuladamente.

Luego de un rato se empezaron a ver siluetas avanzando sigilosamente pegadas a las sombras de las casas y cuando tenían que pasar por un lugar iluminado lo hacían a gran velocidad, lo que hacía difícil tener un blanco.

-Se mueven muy rápido- comentó algo agitada Jalas, que tenía sobre ella los jóvenes ojos de la aldeana que le sirvió comida horas antes.

-Mantengan la calma- ordenó la guerrera antes de disparar su arco y hacer blanco en un escurridizo chupasangre que saltó del dolor a la luz que proporcionaba las piras encendidas en medio de la calle, llevándose varias flechas en el pecho dejándolo tendido.

-¡¡¡¡Si!!!!- fue el susurro generalizado al ver caer otro chupasangre.

Los brucolaques se quedaron donde estaban al ver a su compañero caer, confusos por lo que estaba sucediendo, ninguno quería ser el próximo.

*****

-¡Mira eso!- dijo la hermosa bacante llamada Ursula, a su iniciada.

-Pero ¿qué esta pasando? ¿por qué no se levantan?- preguntó intrigada y sorprendida la otra bacante, al ver lo que sucedía en Bastia, su antigua villa.

-Parece que esas flechas tiene algo que puede dejarlos fuera de combate.- contestó Ursula sin perder detalle de los efectos de esas flecha y de donde salían.- los estaban esperando.

-¿Quiénes crees que sean?

-Ummm... me parece que esta celada no es obra de campesinos- las palabras fueron dichas luego de estar pensando lo mismo la alta bacante.- sólo se me ocurre pensar que son amazonas, no creo que sea casualidad que ellas llegaran a Potedia a esas horas y menos sin sorprenderse al ver a esos.

-¿Crees que vengan para acá?

-No lo dudo, pero calculo que todavía les falta como una marca de vela para que lleguen.

-¿Qué haremos?

-Esperar y vigilar- fueron las desenfadadas palabras de la sensual bacante de ojos pardos.

Ummm....si juego bien mis cartas es posible que elimine a ese "indigno" y de paso conseguirme un par de las mejores amazonas- los pensamientos de la bacante no eran del todo dirigidos a Ultar y su grupo, también habían para las amazonas -esta chica no esta mal en la cama pero necesito más acción, más ardor, más... fuego- estos pensamientos subidos de tono los hizo mirando por el rabillo del ojo a la bacante que tenía al lado y una disimulada sonrisa lasciva en esos labios carnosos.

Con esos ardientes pensamientos la alta bacante de ondulados cabellos se acomodó mejor en la gruesa rama del árbol que se encontraba a un distancia perfecta para no ser vista y ellas poder tener la mejor vista de lo que sucedía en ese pequeño pueblo, la otra bacante se encontraba sentada en una rama algo más arriba.

*****

-Vamos, avancen hasta esa posada y entren- ordenó Ultar desde la parte de atrás de la puerta de una casa a dos de sus iniciados.- Ustedes dos, vayan por la parte de atrás y entren a esa posada- dijo a otro grupo refugiado en un callejón entre dos casas.

El brucolaque maestro estaba fuera de sí, su gran orgullo estaba herido al igual que su cuerpo, en su bruma de ira trataba de organizar a sus ahora temerosos iniciados.

Vio como avanzaban dos brucolaques tratando de pasar desapercibidos, mientras los otros dos corrían tomando vuelo hacia la parte trasera de la posada, uno de ellos fue impactado por una flecha en su abdomen que lo hizo estrellarse contra la pared de enfrente de la posada cayendo frente a esta y otro fue alcanzado en la pantorrilla, éste cayó en el callejón que separaba el almacén de la posada que estaban ahora unidos por un pasillo, los dos brucolaques que iban a intentar entrar por el frente detuvieron su avance para ocultarse.

Los alaridos por parte de ambos heridos eran espantosos, el que cayó frente a la posada trataba de levantarse pero el dolor hacía que se retorciera y vociferara insultos. Mientras el que cayó en el callejón también maldecía pero se apoyaba en la pared para tratar de salir a trompicones, se escuchaban los golpes que daba su cuerpo contra la pared al tratar de salir de allí.

Ultar no podía creer que lo estaba viendo, sus hijos estaban siendo alcanzados por esas malditas flechas y los otros se paralizaban, no avanzaban, cada movimiento para él era una verdadera tortura.

-¡¡¡ENTREN A ESA POSADA!!!- rugió furioso Ultar a los dos chupasangre que permanecían sin dar un paso y se mantenían escondidos entre las sombras de las casas cercanas a la posada.

Los dos chupasangre que se les había ordenado entrar por el frente, estaban dudosos de obedecer pero cuando iban a hacerlo vieron como se habría la puerta delantera de la posada y volvieron a quedarse donde estaban.

*****

-Eponin, vamos- Xena llamó a la amazona cuando desenvainaba su espada, daba su arco a Gabrielle y quitaba los maderos que reforzaban la puerta- Cúbramnos- fue la orden de Xena al ver caer al brucolaque frente a ellos.

Inmediatamente Jalas que era la otra amazona en la parte de abajo de la posada corría desde su posición del almacén a cubrir el puesto de Eponin, quedando dos hombres en el almacén con ballestas. Entonces Eponin abrió la puerta para que Xena saliera y luego ella, el herrero se tomó la puerta dejándola entreabierta para abrirla del todo y dejar pasar a la guerreras en su regreso o cerrarla si algo salía mal.

-Tilus, avisa arriba que Xena y Eponin están fuera- ordenó Gabrielle al apuesto joven que tenía la función de enlace de ambos pisos, éste obedeció inmediatamente y terminó de subir la escalera a la carrera.

Fuera el chupasangre se giró al escuchar que la puerta se habría, trató de erguirse lográndolo apenas, bufaba del esfuerzo y el dolor, haciendo que escupiera la mal oliente sangre. Las guerreras lo rodeaban manteniendo una distancia fuera de su alcance.

-¡MALDITAS, ME LAS PAGARAN!- gritaba el chupasangre de mediana estatura pero corpulento, con vestimentas de guerrero, al tiempo que lanzaba zarpazos a diestra y siniestra tratando de alcanzarlas.

-Parece que te estas asando- dijo Xena burlonamente al chupasangre, refiriéndose al humo que salía de la herida en su abdomen con la flecha aun incrustada.

-¡MALDITA!- el chupasangre arremetió contra ella, esto lo aprovechó Eponin para ponerle una zancadilla y hacerlo trastabillar quedando con los brazos extendidos, dándoles dos blancos claros que fueron aprovechados al instante, sus brazos fueron cercenados en diferentes puntos.

-¡AAAAHHHH!- gritó el chupasangre de dolor, al caer al suelo por el golpe de las espadas que fue de arriba hacia abajo, sosteniéndose en sus muñones humeantes pero enseguida se acabó su agonía cuando un espada se clavó en su espalda atravesando su corazón, otra cortó su cabeza de un solo tajo, cabeza que rodó hacia la calle y su cuerpo caía al suelo como una fuente que derramaba mal oliente sangre en vez de agua, salpicando hacia la calle.

Mientras esto sucedía flechas volaban hacia los chupasangre que habían salido de su escondite para ir contra las dos guerrera, a una velocidad asombrosa, algunas flechas alcanzaron a varios brucolaques pero no tuvieron la puntería necesaria para dejarlos fuera de combate, lo que consiguieron fue enfurecerlos más.

Xena lanzó su chakram alcanzando el hombro de uno, atravesándolo pero no hiriéndolo mortalmente, el humeante brucolaque se refugió dentro de una casa gruñendo de dolor, eso hizo que los chupasangre volvieran a retirarse, mientras otros dos habían aprovechado que sus compañeros eran blanco de las temidas flechas para rodear las casas y pasar a la parte atrás de la posada.

Las guerreras aprovecharon para entrar a la posada rápidamente, el haber acabado con ese chupasangre demostró a su pequeña tropa que esas bestias no eran invencibles y sobre todo que tenían que trabajar en grupo.

-¿Están bien?- fue la pregunta inmediata de la rubia bardo al verlas atravesar la puerta esta vez para entrar, había estado muy asustada al verlas enfrentarse ante ese chupasangre, su mirada se turnaba entre vigilar y ver como acababan con el chupasangre herido.

No tuvieron oportunidad de contestar ya que el llanto de los asustados niños hizo que ambas corrieran a ver que sucedía. Al abrir la puerta todos estaban apiñados en una esquina alejada de la pared en donde el brucolaque golpeaba al oler y escuchar a los niños.

-Tranquilos- fueron las palabras de Eponin al entrar en el pequeño almacén- no dejaremos que entre.

-Alguien que se quede aquí a acompañarlos- ordenó la oscura guerrera.

-Nosotros nos quedaremos con ellos- respondió el herrero junto a otro aldeano armados con espadas.

-Vamos- llamó Xena a Eponin dirigiéndose hacia la cocina, sabían que como guerreras experimentadas estaba sobre sus hombros enfrentarse a sus cazadores y dar la confianza a las jóvenes guerreras.- Ustedes dos releven a Jalas y a Mauren- ordenó a dos hombres cerca.

Jalas fue la primera en unirse a ellas, luego Mauren que se encontraba en la planta alta, ambas armadas con ballestas y espadas.

-Saldremos a buscar a ese brucolaque, ustedes nos cubrirán- informó Xena mientras volvía a cubrir su espada y chakram con jugo de ajo, Eponin ya lo había hecho.

-Creo que pasaron dos hacia atrás- dijo Mauren, preparando su ballesta, mientras Jalas atisbaba fuera al igual que Eponin para ver si lograban identificar la posición de los chupasangre. Sólo tenían la posición de uno y ese era el que estaba herido en el callejón tratando de tumbar la pared de ese lado.

-Chicas disparen a todo lo que se mueva- ordenó la aguerrida capitana amazona.

Abrieron con cuidado la puerta y salieron las jóvenes amazonas sigilosamente seguidamente las experimentadas guerreras, la visibilidad era buena, las piras todavía se mantenían iluminando según lo planeado al prepararlas.

Mauren se situó con rodilla en tierra a medio camino del callejón, Jalas unos pasos frente a la puerta sobre sus dos pies vigilando la hacia la derecha. Tras ellas pasaron Xena y Eponin hacia el callejón en busca del chupasangre, podían escuchar los golpes y sus gruñidos, incluso el apestoso olor a quemado por la herida que tenía.

-¡Ehh, apestoso pedazo de porquería!- la pulla tenía la intención de que el brucolaque arremetiera contra ellas para sacarlo del callejón, no tenían planeado entrar en el ya que sabían podrían cavar su propia tumba.

Una gran sombra en el estrellado cielo venía hacia ellas pero fue interceptada por dos flechas, haciéndolo levantar vuelo a duras penas y desaparecer entre las ramas de los árboles cercanos.

El brucolaque que estaba en el callejón giró su cabeza hacia la voz burlona emitiendo un profundo gruñido y trató de correr cojeando pero cayó de bruces haciéndolo enfurecer más, aullando de dolor.

Dos sombras se aproximaban desde distintos puntos, el herido y otro no tan grande pero sí robusto se dirigían hacia ellas.

-¡Vienen!- gritaron las jóvenes guerreras, disparando sus ballestas pero errando debido a la velocidad a la que volaban.

Trataron de recargar sus armas pero ya los tenían encima, Xena reaccionó lanzando su chakram hacia el de la izquierda rozándolo en el brazo derecho, haciéndolo gruñir pero no se desvió de su objetivo que era Mauren que soltó su ballesta al ver que no tenía tiempo para volverla a cargar, la oscura guerrera envainó su espada y corrió hacia la joven.

Con la mirada fija en el chupasangre que se venía encima, Mauren intentaba sacar su espada y por el rabillo del ojo vio como Xena saltaba sobre él y lo impactaba en el momento que el brucolaque la impactaba a ella haciendo que la espada volara de su mano izquierda, aunque trató de protegerse al encogerse, los tres rodaron por el suelo en un enredo de cuerpos.

-AAAAHHHH- Mauren gritó de dolor al sentir unas punzadas en su costado izquierdo a pesar de tener su armadura puesta, pero aún así pudo meter su mano a tiempo en el cuello del chupasangre tratando con todas sus fuerzas alejar las fauces de ella y con la derecha logró asir por la muñeca de la mano derecha que por sus gruesas y alargadas uñas era más una garra.

Xena quedó sobre su espalda bajo el chupasangre y la joven guerrera pero asiendo hacia atrás fuertemente el brazo izquierdo del alto brucolaque alejándolo del cuerpo de la joven guerrera, en el forcejeo vio la espada de Mauren a corta distancia pero no tan cerca como alcanzarla, así que trató de impulsarlos a todos con sus potentes piernas hacia la espada.

En tanto el otro brucolaque estaba ya en tierra atacando con enviones a Eponin y Jalas, por lo que estas no podían ayudar a sus dos compañeras, ellas respondían a su vez con enviones de sus espadas tratando de alcanzarlo y cortar sus brazos pero él era rápido inclusive las rodeaba en algunos momentos pero ellas se hablaban comunicándose su posición logrando alejarse a tiempo para no ser heridas.

El padre de Gabrielle era el que estaba vigilando la puerta trasera desde dentro, estaba impactado por lo que veían sus ojos pero logro reaccionar, dando la voz de alarma de lo que estaba sucediendo, desesperado por ayudar pero todo sucedía tan aprisa y con tanto movimiento que no se atrevió a utilizar la lanza que tenía, aunado a que sus piernas no reaccionaban, simplemente estaba clavado en el sitio.

Gabrielle cedió su ballesta al hombre que la asistía con la ballesta, llamó a Hilias y a Rita que estaban arriba, mientras tomaba su vara, ignorando olímpicamente a Tilus que le preguntaba a donde iba, él trato de agarrarla cuando esta pasaba a su lado en el preciso momento en que las amazonas ya venían bajando por las escaleras a toda carrera con la ayuda de las aberturas de las ventanas que permitía algo de iluminación dentro de la posada, haciendo más fácil la visibilidad.

El joven apuesto no movió un solo músculo al verlas venir, recordando la amenaza de la joven guerrera, no dudaba que era muy capaz de hacerle mucho daño como poco, Rita le dio una mirada poco amigable al igual que Hilias para luego señalarlo con el dedo índice a manera de que recordaba lo que le había dicho. Ambas amazonas vieron el sospechoso movimiento de Tilus cuando llegaron a la escalera en la parte de arriba pero decidieron que este no era el momento para darle un mejor recordatorio.

-Hay problemas fuera- se limitó a decir en tono frío hasta ella misma se asombro de su tono, dado que su tenía la piel erizada antes de que escuchara la voz de alarma.

Al llegar a la puerta trasera tuvieron que empujar a Herodoto que continuaba petrificado para poder salir, la escena fue impresionante, había sangre en Mauren y Xena que estaban debatiéndose con un alto chupasangre en el suelo, la alta guerrera daba el último esfuerzo para alcanzar la espada y lo lograba.

En tanto Eponin y Jalas daban estocadas a diestra y siniestra mientras bailaban una danza mortal con otro chupasangre no tan alto que las estaba llevando hacia el callejón.

El brucolaque que estaba herido en el callejón salía en ese momento, el olor a sangre hizo que dejara su intento de abrir un boquete en la pared y venía a trompicones hacia las mujeres más cercanas.

-Rita, ayuda a Mauren y Xena- ordenó Gabrielle al dirigirse hacia el que salía por el callejón, seguida muy de cerca por Hilias.

La oscura guerrera escuchó a su bardo, provocando que alcanzara con desesperación la espada haciendo un gran esfuerzo pero por la posición en que se encontraban sólo pudo hundir la hoja en el costado derecho superficialmente pero fue suficiente para que su cazador tratara de alejarse aceleradamente al sentirse que era él ahora el que estaba en peligro, la espada se hundió en él repetidamente provocando una pequeña nube de humo, evitando que Rita pudiera intervenir así que la joven amazona prefirió esperar a tener un blanco seguro y no herir a sus dos compañeras que permanecían enredadas con el chupasangre.

El chupasangre en su desesperación por alejarse de sus "víctima" logró ponerse en pie soltándose de sus agarres, Mauren trató de levantarse de un salto pero el dolor abrasador en su costado hizo que cayera al suelo nuevamente, Xena si logró ponerse en pie tras impulsarse con sus potentes piernas, teniendo como punto de apoyo su fuerte espalda, lanzando un golpe con la espada al estar el aire alcanzado contundentemente el pie derecho desprendiéndoselo al chupasangre, al momento de éste iniciar su vuelo de huída.

El corte que casi cercenó el pie del chupasangre hizo que éste cayera en el polvoriento suelo al desestabilizarlo en su intento de tomar vuelo para su retirada y esto lo aprovecho Rita para acercarse lo suficiente y darle una estocaba certera al corazón desde la espalda apagando el rugido dolorosos que emitía. Xena alzó su espada y la dejó caer con fuerza para de un tajo cortar la cabeza del chupasangre, salpicando de negrusca sangre a Rita, a Mauren y a ella misma.

Mientras tanto Hilias logró darle una estocada no muy profunda pero efectiva en la espalda a la altura del omoplato derecho aprovechando un momento de descuido por parte del brucolaque que atacaba a su capitana y a Jalas, haciendo que su alarido se uniera al de su compañero, pero a diferencia del otro éste si logró salir airoso en su huída veloz cuando echo a correr, sólo por eso no terminó eliminado.

Gabrielle por su parte asestó un fuerte golpe a las rodillas de chupasangre que estaba en la entrada del callejón a punto de impulsarse hacia delante para atrapar a Jalas. La rubia reina amazona aprovechó el impulso que llevaba poniendo una rodilla en tierra para lanzar el golpe y de paso esquivando de esa forma un envión de las garras del brucolaque luego de recibir el brutal golpe en sus rodillas, provocando que se fuera de bruces pero la hábil reina volvió a asestarle otro golpe con su vara, esta vez en su barbilla que crujió con el golpe que recibió de abajo hacia arriba, levantándolo del fuerte impacto antes de que tocara tierra y haciéndolo estrellar de espalda contra la pared del almacén quedándose pegado y subiendo rápidamente por ésta en rápida retirada antes de que las amazonas pudieran asestarle alguna estocada y dejando perplejas a todas.

-¡Vamos adentro!- ordenó Xena luego de haber agarrado a Mauren por una hombrera de la armadura y levantarla con facilidad del suelo y lanzársela a Rita que la atrapó e inicio la retirada hacia el interior de la posada. Luego la oscura guerrera fue hacia donde estaba Gabrielle, agarrándola por un hombro para sacarla de su asombro y tirar de ella, pegándola a su cuerpo y girar hacia la puerta trasera para entrar en la posada seguida de Eponin y Jalas que cubrían su retirada.

Herodoto junto a otro hombre joven cerraron y colocaron los maderos de refuerzo inmediatamente entró la última amazona, comunicándoles que se estaban disparando flechas a brucolaques que se movían entre las sombras acercándose a la posada, aprovechando la mala puntería de los hombres que habían quedado a cargo de mantenerlos alejados de la posada mientras las guerreras estaban fuera tratando de mermar poco a poco a sus cazadores.

-¡Se están acercando!- informó alarmado el hombre que había ocupado el puesto de Eponin, al percatarse de la entrada de las guerreras.

-Yo atenderé a Mauren- se ofreció Xena, era de entre todos los presentes la mejor para atender una herida- que venga el curandero- ordenó la alta guerrera a una mujer que estaba cerca observando, mientras las demás amazonas corrían a sus puestos nuevamente.

La joven guerrera herida apretaba los dientes por el increíble dolor que sentía en su costado izquierdo, sentada sobre la mesa, mientras la guerrera le quitaba la armadura, en ese momento entró a la cocina una señora entrada en años con una joven que cargaba con los suministros para atender heridas.

-¡Necesitamos luz aquí!- solicitó serenamente la señora, contrastando con su experimentadas manos al quitar las prendas que cubrían la herida mientras la joven chica sacaba eficientemente los suministros que podrían necesitar.

-Denme algo para morder- pidió entre dientes a duras penas Mauren cuando Xena pasaba un trapo húmedo por la herida para aclarar la sangre y poder apreciar la magnitud del daño a pesar de tener la armadura la garra del brucolaque logró en parte su objetivo.

La joven ayudante de la curandera, de una edad que se calculaba de unos dieciséis veranos tomó una cuchara de madera y se la acercó a la boca de la guerrera herida. Sus miradas se encontraron por un momento, quedando impactadas por la mirada de la otra, el café claro de Mauren y el grisáceo de la joven ayudante de curandera pero rápidamente reaccionaron cuando la Xena volvió a pasar el trapo húmedo por el mismo lugar y la joven amazona se encogió de dolor, mordiendo la cuchara para ahogar su grito.

-Son tres rasguños, parecen profundos- comunicó la curandera al acercar una antorcha pequeña que le habían proporcionado, cerca del costado de la amazona herida.

-Si, pero no son mortales- informó Xena en tono tranquilizador a Mauren que la miraba con ojos de angustia- hay que coser para cerrar la herida y detener el sangrado- continuo explicando la alta guerrera con bastos conocimientos en heridas de batalla.

-Mi nieta y yo nos ocuparemos de eso, guerrera- el tono mesado de la curadera era agradable en estos casos pensó Xena, asintiendo dejó todo en manos de ellas.

-Tranquila Mauren, vivirás- las palabras de Xena para Mauren fueron recibidas con alivio, antes de girarse y salir la guerrera dio un apretón en el hombro de la joven amazona.

La nieta de la curandera le acercaba un vaso con un brebaje que había preparado para el dolor a Mauren que esta aceptó de buen grado y tomó de un trago antes de que la curandera comenzara con su tarea.

-Eso te ayudará con el dolor hija- le dijo la curandera a Mauren cariñosamente mientras lavaba sus manos para comenzar a coserla.

-Abuela tenemos ungüento para el dolor- intervino la nieta con una voz que Mauren encontró de lo más dulce y encantadora, hasta logró que se olvidara por un momento del fuerte dolor.

-¿Cuál es tu nombre?- preguntó la curandera cuando inició su trabajo.

*****

Como buenas guerreras que eran cada grupo detuvo su cabalgata a una distancia prudente para no alertar a los chupasangre de su llegada, avanzaron con señas y sonidos dejando sus caballos atrás.

Alertas y en completo silencio que da la práctica avanzaron sin inconvenientes hasta hacer contacto visual con la aldea arrasada la noche anterior y ahora estaba sitiada nuevamente. El grupo que comandaba Ephiny estaba situada al frente de a la entrada del pueblo.

Pudieron apreciar a simple vista que el pueblo estaba iluminado por piras funerarias colocadas estratégicamente, no les cabía duda de que esperaban a los chupasangre y que no era idea de aldeanos, Eponin y las chicas bajo su mando estaban allí, no había duda.

Ephiny esperó que las rastreadoras de los otros grupos vinieran con información para entonces tomar las decisiones a seguir, mientras se mantenía observando a los chupasangre ocultos y al parecer habían cuerpos en medio de la calle.

Un cuarto de hora después fueron llegando las rastreadoras trayendo consigo la información recolectada desde sus posiciones.

-Regente, los caballos de Eponin y las demás están a un cuarto de marca hacia el lado derecho de la posada con Argo y otros, todos sueltos- informó en tono muy optimista Arsa, la rastreadora del grupo ubicado en un punto de ese lado de la pequeño pueblo.

-Eso quiere decir que la Reina esta allí- dijo la regente en voz alta e internamente dio gracias a su diosa porque Xena estuviera también en el lugar.

-La vimos entrar con Xena en la posada por la parte de atrás, estaban todas las chicas, parece que hay heridas, todo indica que hubo una escaramuza en esa parte- informó Vania la rastreadora del grupo que cubriría la parte posterior de la posada.

Las demás rastreadoras informaron lo que vieron desde la posición en la que se encontraban alrededor del pueblo.

-Parece que todo Potedia esta en esa posada y el edificio de al lado- habló Ephiny al terminar de escuchar los informes.- Quiero a la guardia real rodear esa posada cuando entremos en acción y si es necesario entrar- ordenó la rizada rubia, luego explicó su plan para que las rastreadoras regresaran con su grupo a comunicarlo.

-Regente, ¿cómo pudieron con esos chupasangre?- preguntó la pelinegra y experimentada teniente de las rastreadoras, Amarice.

-No tengo la menor idea- contestó también desconcertada la regente.

-Vamos chicas- ordenó la teniente de las rastreadoras, luego de dar un asentimiento con la cabeza a la Ephiny.

Luego de esto permanecieron en silencio y vigilantes a la esperar del momento para combatir con esos "engendros".

*****

Las bacantes estaban plácidamente sentadas en la ramas de un gran árbol cuando vieron salir a dos guerreras, de eso no cabía duda, que se encargaban de del "indigno" que cayó en la entrada de la posada.

-¡¡¡Esa es Xena!!!- exclamó la nueva vacante, al reconocer a la poderosa guerrera.

-Si eso parece- ocultando su emoción, Ursula contestó sin perder detalle de esa magnífica mujer, había escuchado de ella pero nunca se había cruzado con la peligrosa guerrera.

UMMM, pero mira que suerte tienes Ursula, encontrarte con semejante ejemplar de mujer, si definitivamente es ella- se dijo luego de ver el chakram en acción.

-La he visto en dos ocasiones cuando ha pasado hacia Potedia- dijo la otra bacante, mientras veía lo que sucedía.

Ursula permaneció en silencio observando y escuchando lo que decía la otra bacante.;

Será MIA, pero mira esos movimientos, esa fuerza o siii será mía- pensaba Ursula sin quitarle los ojos de encima, sus ojos chispeaban con lujuria.

La otra no se queda atrás, como me voy a divertir con ellas, ummm y todavía falta ver a las demás, quiero fuego y ardor en mi lecho, no dudo que lo encontraré con ellas.

Por otro lado la otra bacante no se quedaba atrás con sus pensamientos, la impactó mucho ver nuevamente a esa poderosa mujer, ahora que había expandido sus horizontes, recordó eso bellos ojos azules como el cielo y sintió un escalofrío de excitación por la columna, entonces sonrió lascivamente.

Estaban sumidas en sus lujuriosos pensamientos cuando vieron movimiento en la parte trasera de la posada e inmediatamente se dirigieron hacia allá cubriéndose en la oscuridad.

Observaron el combate que se llevaba a cabo, luego vieron salir a tres amazonas más, una despertó su curiosidad, una rubia con ¿un palo?, casi se hecho a reír al ver a la pequeña amazona con el palo pero cuando la vio en acción se sorprendió por la habilidad y efectividad de la rubia amazona al utilizarlo. También quedó muy intrigada por la forma en que Xena tomó de manera protectora a Gabrielle, para llevarla hacia el interior de la posada.

Las bacantes no perdieron detalle de que a pesar de que esos eran superiores en fuerza y velocidad a las guerreras lograron eliminar uno y herir a los otros dos que lograron huir de sus "víctimas".

-Vaya acabamos de ver una pequeña demostración de fuerza, agilidad y habilidad de la Princesa Guerrera- comentó claramente asombrada Ursula.

-¿Podemos traerla con nosotras?

-Dalo por echo, además de la otra y la pequeña rubia del palo, ¿qué te parece?- contestó y preguntó seguidamente en tono juguetón la sensual rubia ceniza.

-Estupendo.

Luego de eso cuando volvían a su anterior posición vieron movimientos a lo lejos de caballos y tuvieron que hacerse aún más cautelosas cuando identificaron a las amazonas, una "niña" amazona las vio y cuando estuvo a punto de dar la voz de alarma Ursula tuvo que hacer uso de uno de sus poderes al ser una "antigua", que era influenciar los pensamientos de los mortales, mira hacia allá y olvida lo que viste le dijo mentalmente a Tania, que obedeció en el acto, actuando como si nunca hubiera visto a las bacantes en los árboles.

*****

-Ufff- Ultar tocaba sus heridas que estaban sanando mucho más lento de lo normal.

-Maestro, parece ajo- dijo la bacante al pasar cerca de su nariz una de las punta de flechas que había sacado a Ultar, alejándola rápidamente con repulsa.

-Ustedes cinco, traigan a esos- ordenó el maestro brucolaque, señalando a los "caídos" en medio de la calle, al darse cuenta que las heridas dolorosas sanaban aunque tomaban más tiempo de lo normal para ellos.

-¡¡Alto!!- la contra orden vino del jefe de los guerreros, la cual fue obedecida en el acto.

-¡¡¿Quién te crees, para rebatir mi orden?!!- Ultar estaba claramente molesto, su hermoso rostro se desfiguró.

-Me creo el que entrará allí, dirigiendo a los nuestros para tomar sus vidas- la voz era petulante y sus gestos eran de desprecio hacia Ultar.

-Me debes tu nueva vida, me debes lealtad- el brucolaque trató de hacerse ver ante sus elegidos de manera altiva.- Sólo han tenido suerte el alargar su miserable vida- dijo de manera displicente.

-Por si no te has dado cuenta esa que esta allá es Xena y la otra una amazona- la voz altanera era del jefe de los guerreros- y estas dándoles blanco fáciles al enviarlos allí sin distracción.- terminó secamente.

-Cuida tus palabras- amenazó Ultar al desaliñado brucolaque.

-Crees que te tengo miedo- dijo ahora muy enojado el guerrero brucolaque, desde su posición en la ventana.

-Si te crees tan astuto porque no intentas hacerlo tú- retó Ultar luego de un momento alargado de silencio provocado al pensar mejor las cosas y dejarle el grueso del trabajo a su altanero "hijo".

-No sólo lo intentaré, sino que lo haré.

Luego de eso el "nuevo" líder comenzó a hacer planes, dándoles instrucciones a los demás para traer a sus caídos.

-Felicia, cuando hallan entrado a esa posada prepárate para acabar con él- dijo en susurros Ultar a la bacante, mientras su sublevado hijo seguía dando instrucciones.

-Pero ¿cómo lo haremos, maestro?- preguntó también en susurros la bacante sorprendida por el rumbo que estaban tomando las cosas.

-De la misma manera que esas guerreras lo han hecho con los míos- contestó, mientras hacia señas a Aurelius para que viniera hacia él.

Luego también le comunicó su pequeño plan a su primer hijo que se mostró de acuerdo en colaborar, no le convenía para nada un cambio de mando.

*****

-¿Xena cómo esta Mauren?- preguntó Gabrielle en tono preocupado una vez la alta guerrera estuvo a su lado.

-Le van a dar unas puntadas, es algo profunda pero no es mortal- contestó en tono tranquilizador.- Esos movimientos y golpes fueron excelentes Gabrielle- felicitó la campeona de la reina con la intención de que fuera escuchado por todos los presentes.

-Gracias, he aprendido de la mejor- contestó la joven reina algo cortada por el halago, agradeciendo por la oscuridad que ocultaba su gran sonrojo al sentir su rostro arder.

Pero Xena no necesitaba verla para saber que esa era la reacción que estaba teniendo, por lo que un brillo conocedor se reflejo en su azul mirada. La alta guerrera no resistió el impulso de retirar un mechón de rubio cabello que cubría parte del hermoso rostro y de paso acarició la blanca piel con el dedo índice, entonces la reina amazona se inclinó ligeramente para sentir más la tierna caricia mirando directamente a esos hermosos ojos azules que la transportaban y la hacían olvidarse de lo que las rodeaba.

-Las has impresionado- dijo Xena en un susurro, rompiendo el embrujo de esa profunda mirada. Pero que Hades me pasa, es como si entrara en celo con sólo mirarla o tocarla. Le guiñó un ojo para luego ir hacia la escalera y revisar arriba.

Las amazonas estaban gratamente impresionadas por la actuación de su reina momentos antes en la refriega. No les quedaba duda de que ésta no era la misma chica que vieron hacia ya un tiempo, definitivamente había estado trabajando con la terrorífica Ex Señora de la Guerra, eso, eso les demostró que la chica tenía agallas y ahora comenzaron a mirarla con otros ojos.

-Hija ¿por qué te arriesgas? ¿no se supone que eres su reina?- Herodoto habló quedamente a su hija mayor cuando pidió alejarse al hombre que la apoyaba en el puesto, aprovechando que Xena estaba en la parte superior de la posada.- no se como lo eres, pero evidentemente es así, conozco muy poco de ellas pero por lo que he visto, ellas velan por tu seguridad.

-Tu padre tiene razón, Gabrielle- imploró Hecuba- ellas son guerreras y ese es su forma de vida, están acostumbradas- en la voz de la madre de la reina amazona había preocupación.

-Goldeg, cúbreme- pidió la bardo al hombre que la apoyaba en el puesto, cuando éste hubo ocupado su lugar ella fue a una esquina con sus padres.

-Soy la reina amazona...- sus palabras fueron cortadas por Herodoto.

-¡¡No eres guerrera, deja a Xena que las dirija!!

-No me esconderé tras ellas, darían la vida por mí, por su reina- Gabrielle dijo en tono apacible y franco, evitando hacer comentarios como Ahora resulta que es bueno contar con Xena- es cierto que no soy una guerrera pero no soy la niña indefensa que era, ellas necesitan toda la ayuda que puedan y no voy a ignorar eso.

-Gabrielle entiende, puedes morir- volvió a suplicar Hecuba.

-Madre, todos los que estamos aquí podemos morir esta noche, pero les agradezco su preocupación, significa mucho para mí- Gabrielle abrazó a su madre y esta hizo lo mismo con su hija, mientras Herodoto estaba rojo por la frustración de no convencer a su hija de quedarse a salvo.

-Gabrielle, tu deber es estar con tu familia y obedecerme- las palabras de Herodoto fueron dichas entre dientes, tratando de controlar su temperamento.

-Padre, veo que no has escuchado- la bardo dio un beso a su madre mientras le daba un último abrazo, en el momento que Xena bajaba las escaleras, lo que evitó que el terco hombre dijera algo más.

*****

-¡Allí están!- informó Jalas luego de que habían escuchado el golpe de alerta proveniente de arriba, en señal de movimientos de los chupasangre.

No tardaron en disparar flechas contra sus cazadores logrando varios objetivos y anulando por lo menos a uno.

-Los que están tirados en la calle se mueven- exclamó uno de los hombres que era de los seleccionados para utilizar los arcos y ballestas.

-Parece que el efecto del ajo esta pasando- reflexionó la alta guerrera buscando una explicación para que rescataran los cuerpos.

-Ha durado unas tres marcas de vela- dijo Eponin al calcular el tiempo en que fueron anulados esos chupasangre, mientras intentaba un último tiro.

Los chupasangre lograron su objetivo, el pequeño grupo de guerreros brucolaques atrajeron al atención de los ocupantes de la posada y lograron que los otros retiraran a los caídos, aunque llevándose un par de dolorosas flechas.

Luego de eso no hubo más movimiento por parte de los brucolaques, cosa que aprovecharon en la posada para turnarse en vigilar y comer algo rápido que tenían preparado, estaba comenzando a hacer frío ya estaba entrada la madrugada.

-¿Qué crees que están esperando?- preguntó Gabrielle a Xena cuando estaban sentadas comiendo su plato de estofado de venado, acompañado con un taza de té, al lado de sus padres, que hacían lo mismo en silencio.

-Creo que están esperando que les pase el efecto del ajo a los heridos- contestó la alta guerrera pelinegra, como si ya hubiera pensado en eso, que por su puesto lo había hecho.

-Entonces, ¿nos van a volver a atacar?- preguntó muy preocupado Herodoto, quien no había podido ni tomar té de lo nervioso que estaba, tanto que hasta olvidó su animosidad por las amigas de su hija mayor.

-De eso no tengo duda, el tiempo se les acaba y tienen hambre- respondió Xena sin pizca de duda, deteniéndose antes de decir algo más cuando levantó algo ladeada la cabeza escuchando con atención.

-¿Escucharon?- preguntó Eponin mientras se dirigía hacia la cocina, al escuchar nuevamente el trino de ave.

Xena se levantó de un salto al igual que Gabrielle, siguiendo los sonidos de aves que parecían provenir de la parte trasera de la posada. Los presentes se asustaron por el repentino comportamiento de las guerrera inclusive comenzaron a escucharse sollozos, ellos estaban ajenos al significado de los trinos.

-Calma, parece que son buenas noticias- dijo la bardo en susurros, comprendiendo de repente que esta gente no tenía idea de lo que sucedía. ¿Esta gente?, se burló su mente.

Hilias que estaba en la cocina había contestado a los trinos y miraba entre las aberturas tratando de localizar a sus compañeras pero por supuesto estaban muy bien escondidas.

-Mi reina son las tropas de apoyo, han rodeado el pueblo, han contado al menos a veinticinco chupasangre, esperaran que ellos ataquen primero- informó visiblemente animada Hilias.

-¡Excelente!- exclamó la bardo, suspirando y dando gracias a Artemisa por eso.

Antes de que hubiera otro comentario se volvió a escuchar otro trino de alerta provocando que Xena comenzara a dar órdenes.

-¡Todos a sus puestos!, esto comenzará en cualquier momento, recuerden trabajar en grupos- dijo en medio de la sala- las amazonas han llegado, están fuera, tengan cuidado con esas flechas- advirtió la fiera guerrera que en ese momento sentía crecer la adrenalina en sus venas.

-¡Xena!- llamó Mauren desde una esquina cerca del pasillo, donde era cuidada por la Estela la nieta de la curandera.

-¿Qué pasa?- preguntó acercándose a la amazona herida.

-Quiero ayudar, necesito que se me ajusten las vendas- la mirada era suplicante, era una guerrera y sabía lo que estaba sintiendo la joven guerrera.

-Vamos- dijo ayudando a levantar a la valiente amazona, Estela acercó una pequeña vela para iluminar un poco.

Xena le pidió apoyarse en la baranda de la escalera y estoicamente Mauren aguantó el dolor al serle apretadas las vendas en su costado para evitar que se le abriera la herida y para de cierta forma ayudarla a darle estabilidad a sus movimientos y no lastimarse más de lo que estaba. La oji azul guerrera ayudó a la joven con su armadura, colocándosela para que estuviera lo más cómoda y segura posible dada las circunstancias.

*****

Melosa la pelirroja teniente de las lanceras había llegado al punto de encuentro y no encontró a nadie, no había signos de batalla, estaba muy desconcertada entonces fue alertada de huellas de caballos y carretas cargadas que se dirigían a Bastia.

-Teniente, encontré un pergamino con una de nuestras flechas en ese poste- informó una amazona.

-Vamos a Bastia, sólo han visto una bacante los demás son hombres chupasangre- les informó Melosa a su pequeña tropa que escuchaba atenta, luego que su teniente leyera la nota.

-Hombres- dijo una de las guerreras en voz alta, tratando de asimilar lo escuchado.

-Eso dice la nota, pero eso no debe significar ninguna diferencia para nosotras- las palabras fueron dichas con autoridad y sin temor, siendo captadas por sus unidades que asintieron decididas para luego girarse subiendo a los caballos y las carretas cargadas de lanzas, empezaron el recorrido faltante.

Melosa había pasado por varios poblados tratando de acortar la distancia, encontrándose con gente muy agitada, debido a que habían visto a guerreras amazonas pasando en el río.

Dos de los caballos se lastimaron las pezuñas provocando a las amazonas detenerse en la entrada de uno de los pueblos y el jefe del pueblos se acercó temerosamente para saber que sucedía, porque estaban fuera de su territorio armadas.

La teniente ni lo miró pero le explicó la amenaza a la que se dirigían a enfrentar y el por qué de pasar por los pueblos, entonces el hombre miró dentro de las carretas y las vio cargadas de lanzas, flechas y hasta armaduras, miró a los exhaustos caballos para luego regresar corriendo hacia donde estaban los asustados aldeanos.

-Maldición, Maldición, ¡Rápido!- la desesperación se estaba apoderando de Melosa, esto las atrasaría, sabía que sus hermanas contaban con ella y su esposa con que regresara con su niña incluída.

El sonido de carretas, caballos y personas la sacó de sus pensamientos y todas detuvieron lo que hacían para mirar la llegada de los aldeanos.

-Queremos ayudar- fue la llana declaración del jefe de la aldea.- Por favor acepten las carretas, los caballos y algo de alimento para el viaje.

-Nosotros no somos guerreros pero sabemos que si esas cosas no son detenidas, estaremos en peligro- dijo una anciana que les ofrecía comida en una cazuela.

-Gracias- la teniente no lo pensó dos veces- ¡¡CAMBIEN ESOS CABALLOS, Y PASEN CARGA A ESAS CARRETAS!!- impartió órdenes a toda prisa, hasta los aldeanos cooperaron con eso, la urgencia imperiosa en la orden de la guerrera la sintieron como si ellos formaran parte de su tropa.

Sólo estuvieron allí unos tres cuartos de marca he iniciaron nuevamente su carrera contra el tiempo, sólo que ahora más rápido y eso las alentaba grandemente. Antes de irse la teniente dio su palabra de regresarles sus caballos y carretas cuando todo hubiera acabado, ellos prometieron cuidar de los caballos lastimados.

*****

-¡Allí vienen!- Jalas dio la voz de alarma desde arriba.

Rápidamente Xena se ubicó al lado de su bardo, quien le cedió la ballesta. Los brucolaques utilizaron su velocidad y la oscuridad, eso causó suspicacia en Xena, el modo de ataque es organizado como si hubiera otro líder, dejó esos pensamientos de lado por el momento y se concentró en sus atacantes.

Todo permanecía en silencio pero su fino oído se percató de ligeros pasos y tropezones entonces con un profundo suspiro se dejó llevar por su sentido auditivo y empezó a disparar hacia los lugares de donde provenían esos sonidos no naturales en el ambiente, haciendo blanco sorprendentemente para los demás.

Al Xena hacer blanco en un contrario producía el esperado humo en la víctima de las flechas aparte de los alaridos, cosa aprovechada por los arqueros ya que se le daba un blanco más visible.

-¡Están pasando hacia atrás!- Gritó Jalas desde arriba, alertando a los que estaban de ese lado.

No pasó mucho tiempo cuando comenzaron a llegar por los lados y por arriba, al caer un chupasangre directamente contra una ventana y agarrando la punta de una ballesta, arrebatándosela al campesino que estaba en esa posición, que reaccionó tardíamente al no soltar la ballesta por lo que fue estrellado contra la ventana desde adentro dejándolo en la tierra de Morfeo. Su compañero recibió un golpe en pleno rostro cuando trató de cerrar la abertura de la ventana para evitar que el chupasangre entrara pero éste hizo uso de sus garras, agrandándola lo suficiente como para colarse por el hoyo.

Cuando los demás de esa estancia se dieron cuenta ya el brucolaque estaba casi dentro, no todos salieron huyendo por lo menos tres se quedaron para enfrentarse a la bestia sedienta de sangre que se tiró al ataque golpeando a diestra y siniestra, lanzando a los hombres contra el suelo o la pared.

Jalas al escuchar el alboroto en la estancia de al lado dejó su puesto a su apoyo y fue a ver que sucedía, tropezándose con tres hombres que salían en estampida dejando a sus compañeros con el problema. Al entrar la amazona se encontró con el chupasangre sobre un inconsciente hombre de spalda a ella, mientras los demás trataban de levantarse a duras penas. Aprovechó eso para lanzar una estocada en el costado izquierdo buscando el corazón, para anularlo y alejarlo de su víctima, no pudo lograr lo primero pero si que soltara al hombre.

Al girarse el enfurecido brucolaque su rostro estaba desfigurado, de sus fauces escurría sangre, se lanzó hacia la amazona estaba con la espada al ristre, asestó un corte por puro reflejo a un brazo del chupasangre cuando se lanzó por ella, uno de los hombres alcanzó una lanza y aprovechó la distracción para atravesar su pecho con ella y otro lo ayudó a empujarlo contra la ventana abierta para sacarlo pero él no se dejaba, agitaba sus brazos desesperado por hacer blanco en uno de ellos.

En tanto el otro hombre ayudó a levantarse al herido que emanaba chorros de sangre por la gran mordida en el cuello, lo sacó de la habitación mientras los demás en esfuerzo conjunto empujaban al chupasangre hasta casi sacarlo por la ventana por donde había entrado.

-¡Bajen la cabeza!- advirtió la amazona al lanzar una estocada hacia el cuello del chupasangre, arrancándole la cabeza de un solo golpe que cayó afuera quedando inerte, sacaron la lanza del cuerpo para luego terminar de tirar el cuerpo por la ventana.

-Cierren las ventanas- ordenó Jalas al darse cuenta que en cualquier momento otro intentaría lo mismo, cosa que fue así en el momento que cerraron una y tuvieron que reforzarla, al igual que la otra.

-Mantén la presión en el cuello y ustedes ayúdenlo a llevarlo con la curandera, luego regresen- ordenó la joven amazona.- Necesito más hombres arriba- solicitó al chico que estaba de enlace en la escalera, éste transmitió la solicitud y enseguida se escucharon pasos a la carrera subiendo la escalera, Jalas los esperó para instruirlos y esperó con ellos a que regresaran los hombres que bajaron con el herido para regresar a su puesto.

El ataque había sido pleno por parte de los chupasangre, rodearon la posada y el almacén, tratando de llegar a ellas y de esa forma evitar que siguieran siendo blanco de esas malditas flechas, según el plan del "nuevo" líder de los chupasangre.

Continuará en la última parte.


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