Ultar quedó tan sorprendido que apenas pudo cubrirse pero se llevó cuatro flechas, dos
de Xena y dos de Eponin, dos en el pecho cerca del corazón, una en el hombro izquierdo y
otra en el costado de ese mismo lado cuando se giró al reaccionar.
No todos los chupasangre reaccionaron rápido lo que les dio oportunidad a los arqueros
de cargar sus ballestas y arcos nuevamente, haciendo blanco en sus atacantes, sólo
algunos salieron ilesos otros rugían de dolor, incluso cuatro cayeron al suelo.
-¡MAESTRO!- llamaba uno de los brucolaques tirado en el suelo, la flecha en su corazón
hacia su trabajo, con un rictus de dolor en su desfigurado rostro mientras trataba de
sacarse la flecha pero al moverla el chupasangre se hacia más daño y sus rugidos fueron
apagándose hasta quedar inerte sobre el suelo, al igual que los otros tres.
-¡MALCIDICION!- gritó Ultar por el dolor que sentía al sacarse las flechas y mirar tras
la pared de una casa, como cuatro de sus "hijos" eran eliminados.
De sus heridas salía sangre ennegrecida y mal oliente, la herida no se curaba como
esperaba sino que se mantenía dolorosamente abierta, este echo lo preocupó más, dejó
sus pensamientos para retomar el control de esta ataque.
-¡Ocúltense, imbéciles!- ordenó Ultar, enfurecido al ver como desde la posada salían las
flechas que estaban mermando sus filas.
-¿Maestro, qué pasa?- preguntó Felicia, la bacante, al ocultarse dentro de la casa en la
que también utilizaba Ultar para guarecerse, ella fue una que salió ilesa.
-Deja de hacer preguntas estúpidas y prepárate para atacar a los que están en esa posada-
fue la ofuscada respuesta del brucolaque para la bacante.
*****
Mientras tanto dentro de la posada, el normal nerviosismo que sufren las unidades cuando
se antecede a un combate se desvaneció al hacer el primer tiro de sus flechas.
Once arqueros encontraron la distancia que necesitaban para iniciar su defensa, las
cinco amazonas, Xena y cinco de aldeanos que fueron los únicos que se destacaron con el
arco cuando les hicieron una prueba en horas de la tarde. Habían seis abajo y cinco
arriba en los dos cuartos que daban para ese lado de la calle, algunos con arcos pero la
mayoría tenían ballestas.
Las flechas tenían las puntas cubiertas con zumo de ajo, provocando una herida dolorosa
y humeante a sus objetivos cuando hicieron blanco en ellos, los rugidos de lamento y
dolor eran espantosos, provocando que se le erizara la piel a la mayoría de los
ocupantes de la posada.
-¡Esta funcionando!- exclamó en susurro uno de los hombres que disparaba las flechas.
-Buena puntería, eso es- elogió Xena a las unidades, también en susurros.
-Han caído cuatro- informó Gabrielle a las demás personas que no participaban en el
ataque con voz alentadora, ella estaba al lado de Xena pasándole flechas y podía mirar
por la abertura que no era más que una pequeña ventana que se había dejado para hacer
esos tiros y mantenerlos alejados de la posada.
La noticia fue acogida de forma muy positiva para los aldeanos ya que prácticamente se
daban por muertos, lo único que los mantenía con esperanzas era la presencia de las
amazonas y de la Ex Señora de la Guerra.
-Se ocultan- dijo uno de los hombres con la ballesta lista.
-Eponin, ¿Crees que las chicas estén en camino?- preguntó la rubia bardo de repente sin
dejar de mirar fuera.
-Eso espero, pero no pienses en eso, tratemos de eliminar esas bestias sin ayuda-
aconsejó la aguerrida capitana a su reina.
-Tienes razón- se disculpó Gabrielle mientras miraba la silueta de su capitana que
había llegado a querer como una amiga, el rubor que le encendía la cara no se notaba en
la oscuridad cosa que agradecía.
Recordó lo sucedido horas antes cuando tomó la decisión de ser una guerrera más y como
se dudaba de su capacidad para serlo pero el único que se atrevió a expresarlo de
manera posesiva fue Tilus su admirador que al parecer pensaba que estaba en su derecho,
pero dejó de lado ese recuerdo para entonces recordar como fue respaldada por Xena.
El herrero y su hijo sólo pudieron confeccionar seis armaduras completas con el
material con que disponían, fueron echas para las amazonas por supuesto, Gabrielle
exigió una para ella, alegando que no se quedaría de brazos cruzados además de que
poseía entrenamiento en combate cosa que carecían los aldeanos.
Tilus fue el más vehemente a la hora de objetar, dijo que a él le correspondía
defenderla y lo haría, cosa que dejo a todos intrigados hasta a la propia Gabrielle.
-Tilus te agradezco tu disposición por salvaguardarme- le dijo la bardo al joven, que
sonrió en señal de triunfo- pero como reina amazona ya nombre a una campeona y esa no es
nadie mejor que Xena- una sonrisa cálida en su bello rostro dirigida a la alta guerrera
que permanecía silenciosa.
-Te agradezco sinceramente tu preocupación pero te repito estoy preparada- con esas
palabras hacia Tilus, dio por terminada la discusión.
Las amazonas miraron a Xena, que en ese preciso momento intercambiaba una profunda
mirada con su bardo, las amazonas querían proteger a su reina a toda costa pero no era
correcto disentir con la decisión de su reina por lo que esperaban ver si la campeona de
su reina haría algún comentario, al fin y al cabo ella entrenaba a la joven reina y sólo
ella sabia si la decisión era la correcta.
Xena y Gabrielle se decían en esa mirada más de lo que cualquiera en esa estancia
imaginaba, este es el momento de confiar en lo que ella ha aprendido y ella lo sabe,
además es tiempo que las amazonas vean a su reina en combate y se den cuenta no es una
campesina de nada, entonces la campeona de la reina rompió el enlace girando su
rostro hacia las demás personas presentes.
-La reina ha hablado- el tono fue tajante y la Ex Señora de la guerra dejó claro la
autoridad de Gabrielle.
Sin una palabra más las amazonas procedieron a colocarse las armaduras al igual que la
hermosa bardo que sonrió dulcemente a su alta guerrera que por su parte le dio un rápido
guiño, mientras se acercaba a la rubia reina para ayudarla con su armadura, aprovechando
para darle consejos en susurros e inclusive una que otra caricia disimuladamente.
Luego de un rato se empezaron a ver siluetas avanzando sigilosamente pegadas a las
sombras de las casas y cuando tenían que pasar por un lugar iluminado lo hacían a gran
velocidad, lo que hacía difícil tener un blanco.
-Se mueven muy rápido- comentó algo agitada Jalas, que tenía sobre ella los jóvenes ojos
de la aldeana que le sirvió comida horas antes.
-Mantengan la calma- ordenó la guerrera antes de disparar su arco y hacer blanco en un
escurridizo chupasangre que saltó del dolor a la luz que proporcionaba las piras
encendidas en medio de la calle, llevándose varias flechas en el pecho dejándolo tendido.
-¡¡¡¡Si!!!!- fue el susurro generalizado al ver caer otro chupasangre.
Los brucolaques se quedaron donde estaban al ver a su compañero caer, confusos por lo
que estaba sucediendo, ninguno quería ser el próximo.
*****
-¡Mira eso!- dijo la hermosa bacante llamada Ursula, a su iniciada.
-Pero ¿qué esta pasando? ¿por qué no se levantan?- preguntó intrigada y sorprendida la
otra bacante, al ver lo que sucedía en Bastia, su antigua villa.
-Parece que esas flechas tiene algo que puede dejarlos fuera de combate.- contestó
Ursula sin perder detalle de los efectos de esas flecha y de donde salían.- los estaban
esperando.
-¿Quiénes crees que sean?
-Ummm... me parece que esta celada no es obra de campesinos- las palabras fueron dichas
luego de estar pensando lo mismo la alta bacante.- sólo se me ocurre pensar que son
amazonas, no creo que sea casualidad que ellas llegaran a Potedia a esas horas y menos
sin sorprenderse al ver a esos.
-¿Crees que vengan para acá?
-No lo dudo, pero calculo que todavía les falta como una marca de vela para que lleguen.
-¿Qué haremos?
-Esperar y vigilar- fueron las desenfadadas palabras de la sensual bacante de ojos
pardos.
Ummm....si juego bien mis cartas es posible que elimine a ese "indigno" y de paso
conseguirme un par de las mejores amazonas- los pensamientos de la bacante no eran
del todo dirigidos a Ultar y su grupo, también habían para las amazonas -esta chica
no esta mal en la cama pero necesito más acción, más ardor, más... fuego- estos
pensamientos subidos de tono los hizo mirando por el rabillo del ojo a la bacante que
tenía al lado y una disimulada sonrisa lasciva en esos labios carnosos.
Con esos ardientes pensamientos la alta bacante de ondulados cabellos se acomodó mejor
en la gruesa rama del árbol que se encontraba a un distancia perfecta para no ser vista
y ellas poder tener la mejor vista de lo que sucedía en ese pequeño pueblo, la otra
bacante se encontraba sentada en una rama algo más arriba.
*****
-Vamos, avancen hasta esa posada y entren- ordenó Ultar desde la parte de atrás de la
puerta de una casa a dos de sus iniciados.- Ustedes dos, vayan por la parte de atrás y
entren a esa posada- dijo a otro grupo refugiado en un callejón entre dos casas.
El brucolaque maestro estaba fuera de sí, su gran orgullo estaba herido al igual que su
cuerpo, en su bruma de ira trataba de organizar a sus ahora temerosos iniciados.
Vio como avanzaban dos brucolaques tratando de pasar desapercibidos, mientras los otros
dos corrían tomando vuelo hacia la parte trasera de la posada, uno de ellos fue
impactado por una flecha en su abdomen que lo hizo estrellarse contra la pared de
enfrente de la posada cayendo frente a esta y otro fue alcanzado en la pantorrilla,
éste cayó en el callejón que separaba el almacén de la posada que estaban ahora unidos
por un pasillo, los dos brucolaques que iban a intentar entrar por el frente detuvieron
su avance para ocultarse.
Los alaridos por parte de ambos heridos eran espantosos, el que cayó frente a la posada
trataba de levantarse pero el dolor hacía que se retorciera y vociferara insultos.
Mientras el que cayó en el callejón también maldecía pero se apoyaba en la pared para
tratar de salir a trompicones, se escuchaban los golpes que daba su cuerpo contra la
pared al tratar de salir de allí.
Ultar no podía creer que lo estaba viendo, sus hijos estaban siendo alcanzados por esas
malditas flechas y los otros se paralizaban, no avanzaban, cada movimiento para
él era una verdadera tortura.
-¡¡¡ENTREN A ESA POSADA!!!- rugió furioso Ultar a los dos chupasangre que permanecían
sin dar un paso y se mantenían escondidos entre las sombras de las casas cercanas a la
posada.
Los dos chupasangre que se les había ordenado entrar por el frente, estaban dudosos de
obedecer pero cuando iban a hacerlo vieron como se habría la puerta delantera de la
posada y volvieron a quedarse donde estaban.
*****
-Eponin, vamos- Xena llamó a la amazona cuando desenvainaba su espada, daba su arco a
Gabrielle y quitaba los maderos que reforzaban la puerta- Cúbramnos- fue la orden de
Xena al ver caer al brucolaque frente a ellos.
Inmediatamente Jalas que era la otra amazona en la parte de abajo de la posada corría
desde su posición del almacén a cubrir el puesto de Eponin, quedando dos hombres en el
almacén con ballestas. Entonces Eponin abrió la puerta para que Xena saliera y luego
ella, el herrero se tomó la puerta dejándola entreabierta para abrirla del todo y dejar
pasar a la guerreras en su regreso o cerrarla si algo salía mal.
-Tilus, avisa arriba que Xena y Eponin están fuera- ordenó Gabrielle al apuesto joven
que tenía la función de enlace de ambos pisos, éste obedeció inmediatamente y terminó de
subir la escalera a la carrera.
Fuera el chupasangre se giró al escuchar que la puerta se habría, trató de erguirse
lográndolo apenas, bufaba del esfuerzo y el dolor, haciendo que escupiera la mal oliente
sangre. Las guerreras lo rodeaban manteniendo una distancia fuera de su alcance.
-¡MALDITAS, ME LAS PAGARAN!- gritaba el chupasangre de mediana estatura pero corpulento,
con vestimentas de guerrero, al tiempo que lanzaba zarpazos a diestra y siniestra
tratando de alcanzarlas.
-Parece que te estas asando- dijo Xena burlonamente al chupasangre, refiriéndose al
humo que salía de la herida en su abdomen con la flecha aun incrustada.
-¡MALDITA!- el chupasangre arremetió contra ella, esto lo aprovechó Eponin para ponerle
una zancadilla y hacerlo trastabillar quedando con los brazos extendidos, dándoles dos
blancos claros que fueron aprovechados al instante, sus brazos fueron cercenados en
diferentes puntos.
-¡AAAAHHHH!- gritó el chupasangre de dolor, al caer al suelo por el golpe de las espadas
que fue de arriba hacia abajo, sosteniéndose en sus muñones humeantes pero enseguida
se acabó su agonía cuando un espada se clavó en su espalda atravesando su corazón, otra
cortó su cabeza de un solo tajo, cabeza que rodó hacia la calle y su cuerpo caía al
suelo como una fuente que derramaba mal oliente sangre en vez de agua, salpicando hacia
la calle.
Mientras esto sucedía flechas volaban hacia los chupasangre que habían salido de su
escondite para ir contra las dos guerrera, a una velocidad asombrosa, algunas flechas
alcanzaron a varios brucolaques pero no tuvieron la puntería necesaria para dejarlos
fuera de combate, lo que consiguieron fue enfurecerlos más.
Xena lanzó su chakram alcanzando el hombro de uno, atravesándolo pero no hiriéndolo
mortalmente, el humeante brucolaque se refugió dentro de una casa gruñendo de dolor, eso
hizo que los chupasangre volvieran a retirarse, mientras otros dos habían aprovechado
que sus compañeros eran blanco de las temidas flechas para rodear las casas y pasar a
la parte atrás de la posada.
Las guerreras aprovecharon para entrar a la posada rápidamente, el haber acabado con ese
chupasangre demostró a su pequeña tropa que esas bestias no eran invencibles y sobre
todo que tenían que trabajar en grupo.
-¿Están bien?- fue la pregunta inmediata de la rubia bardo al verlas atravesar la puerta
esta vez para entrar, había estado muy asustada al verlas enfrentarse ante ese
chupasangre, su mirada se turnaba entre vigilar y ver como acababan con el chupasangre
herido.
No tuvieron oportunidad de contestar ya que el llanto de los asustados niños hizo que
ambas corrieran a ver que sucedía. Al abrir la puerta todos estaban apiñados en una
esquina alejada de la pared en donde el brucolaque golpeaba al oler y escuchar a los
niños.
-Tranquilos- fueron las palabras de Eponin al entrar en el pequeño almacén- no dejaremos
que entre.
-Alguien que se quede aquí a acompañarlos- ordenó la oscura guerrera.
-Nosotros nos quedaremos con ellos- respondió el herrero junto a otro aldeano armados
con espadas.
-Vamos- llamó Xena a Eponin dirigiéndose hacia la cocina, sabían que como guerreras
experimentadas estaba sobre sus hombros enfrentarse a sus cazadores y dar la confianza
a las jóvenes guerreras.- Ustedes dos releven a Jalas y a Mauren- ordenó a dos hombres
cerca.
Jalas fue la primera en unirse a ellas, luego Mauren que se encontraba en la planta alta,
ambas armadas con ballestas y espadas.
-Saldremos a buscar a ese brucolaque, ustedes nos cubrirán- informó Xena mientras volvía
a cubrir su espada y chakram con jugo de ajo, Eponin ya lo había hecho.
-Creo que pasaron dos hacia atrás- dijo Mauren, preparando su ballesta, mientras Jalas
atisbaba fuera al igual que Eponin para ver si lograban identificar la posición de los
chupasangre. Sólo tenían la posición de uno y ese era el que estaba herido en el
callejón tratando de tumbar la pared de ese lado.
-Chicas disparen a todo lo que se mueva- ordenó la aguerrida capitana amazona.
Abrieron con cuidado la puerta y salieron las jóvenes amazonas sigilosamente
seguidamente las experimentadas guerreras, la visibilidad era buena, las piras todavía
se mantenían iluminando según lo planeado al prepararlas.
Mauren se situó con rodilla en tierra a medio camino del callejón, Jalas unos pasos
frente a la puerta sobre sus dos pies vigilando la hacia la derecha. Tras ellas pasaron
Xena y Eponin hacia el callejón en busca del chupasangre, podían escuchar los golpes y
sus gruñidos, incluso el apestoso olor a quemado por la herida que tenía.
-¡Ehh, apestoso pedazo de porquería!- la pulla tenía la intención de que el brucolaque
arremetiera contra ellas para sacarlo del callejón, no tenían planeado entrar en el ya
que sabían podrían cavar su propia tumba.
Una gran sombra en el estrellado cielo venía hacia ellas pero fue interceptada por dos
flechas, haciéndolo levantar vuelo a duras penas y desaparecer entre las ramas de los
árboles cercanos.
El brucolaque que estaba en el callejón giró su cabeza hacia la voz burlona emitiendo un
profundo gruñido y trató de correr cojeando pero cayó de bruces haciéndolo enfurecer más,
aullando de dolor.
Dos sombras se aproximaban desde distintos puntos, el herido y otro no tan grande pero
sí robusto se dirigían hacia ellas.
-¡Vienen!- gritaron las jóvenes guerreras, disparando sus ballestas pero errando debido
a la velocidad a la que volaban.
Trataron de recargar sus armas pero ya los tenían encima, Xena reaccionó lanzando su
chakram hacia el de la izquierda rozándolo en el brazo derecho, haciéndolo gruñir pero
no se desvió de su objetivo que era Mauren que soltó su ballesta al ver que no tenía
tiempo para volverla a cargar, la oscura guerrera envainó su espada y corrió hacia la
joven.
Con la mirada fija en el chupasangre que se venía encima, Mauren intentaba sacar su
espada y por el rabillo del ojo vio como Xena saltaba sobre él y lo impactaba en el
momento que el brucolaque la impactaba a ella haciendo que la espada volara de su mano
izquierda, aunque trató de protegerse al encogerse, los tres rodaron por el suelo en un
enredo de cuerpos.
-AAAAHHHH- Mauren gritó de dolor al sentir unas punzadas en su costado izquierdo a pesar
de tener su armadura puesta, pero aún así pudo meter su mano a tiempo en el cuello del
chupasangre tratando con todas sus fuerzas alejar las fauces de ella y con la derecha
logró asir por la muñeca de la mano derecha que por sus gruesas y alargadas uñas era más
una garra.
Xena quedó sobre su espalda bajo el chupasangre y la joven guerrera pero asiendo hacia
atrás fuertemente el brazo izquierdo del alto brucolaque alejándolo del cuerpo de la
joven guerrera, en el forcejeo vio la espada de Mauren a corta distancia pero no tan
cerca como alcanzarla, así que trató de impulsarlos a todos con sus potentes piernas
hacia la espada.
En tanto el otro brucolaque estaba ya en tierra atacando con enviones a Eponin y Jalas,
por lo que estas no podían ayudar a sus dos compañeras, ellas respondían a su vez con
enviones de sus espadas tratando de alcanzarlo y cortar sus brazos pero él era rápido
inclusive las rodeaba en algunos momentos pero ellas se hablaban comunicándose su
posición logrando alejarse a tiempo para no ser heridas.
El padre de Gabrielle era el que estaba vigilando la puerta trasera desde dentro, estaba
impactado por lo que veían sus ojos pero logro reaccionar, dando la voz de alarma de lo
que estaba sucediendo, desesperado por ayudar pero todo sucedía tan aprisa y con tanto
movimiento que no se atrevió a utilizar la lanza que tenía, aunado a que sus piernas no
reaccionaban, simplemente estaba clavado en el sitio.
Gabrielle cedió su ballesta al hombre que la asistía con la ballesta, llamó a Hilias y
a Rita que estaban arriba, mientras tomaba su vara, ignorando olímpicamente a Tilus que
le preguntaba a donde iba, él trato de agarrarla cuando esta pasaba a su lado en el
preciso momento en que las amazonas ya venían bajando por las escaleras a toda carrera
con la ayuda de las aberturas de las ventanas que permitía algo de iluminación dentro
de la posada, haciendo más fácil la visibilidad.
El joven apuesto no movió un solo músculo al verlas venir, recordando la amenaza de la
joven guerrera, no dudaba que era muy capaz de hacerle mucho daño como poco, Rita le dio
una mirada poco amigable al igual que Hilias para luego señalarlo con el dedo índice a
manera de que recordaba lo que le había dicho. Ambas amazonas vieron el sospechoso
movimiento de Tilus cuando llegaron a la escalera en la parte de arriba pero decidieron
que este no era el momento para darle un mejor recordatorio.
-Hay problemas fuera- se limitó a decir en tono frío hasta ella misma se asombro de su
tono, dado que su tenía la piel erizada antes de que escuchara la voz de alarma.
Al llegar a la puerta trasera tuvieron que empujar a Herodoto que continuaba petrificado
para poder salir, la escena fue impresionante, había sangre en Mauren y Xena que estaban
debatiéndose con un alto chupasangre en el suelo, la alta guerrera daba el último
esfuerzo para alcanzar la espada y lo lograba.
En tanto Eponin y Jalas daban estocadas a diestra y siniestra mientras bailaban una
danza mortal con otro chupasangre no tan alto que las estaba llevando hacia el callejón.
El brucolaque que estaba herido en el callejón salía en ese momento, el olor a sangre
hizo que dejara su intento de abrir un boquete en la pared y venía a trompicones hacia
las mujeres más cercanas.
-Rita, ayuda a Mauren y Xena- ordenó Gabrielle al dirigirse hacia el que salía por el
callejón, seguida muy de cerca por Hilias.
La oscura guerrera escuchó a su bardo, provocando que alcanzara con desesperación la
espada haciendo un gran esfuerzo pero por la posición en que se encontraban sólo pudo
hundir la hoja en el costado derecho superficialmente pero fue suficiente para que su
cazador tratara de alejarse aceleradamente al sentirse que era él ahora el que estaba
en peligro, la espada se hundió en él repetidamente provocando una pequeña nube de humo,
evitando que Rita pudiera intervenir así que la joven amazona prefirió esperar a tener
un blanco seguro y no herir a sus dos compañeras que permanecían enredadas con el
chupasangre.
El chupasangre en su desesperación por alejarse de sus "víctima" logró ponerse en pie
soltándose de sus agarres, Mauren trató de levantarse de un salto pero el dolor
abrasador en su costado hizo que cayera al suelo nuevamente, Xena si logró ponerse en
pie tras impulsarse con sus potentes piernas, teniendo como punto de apoyo su fuerte
espalda, lanzando un golpe con la espada al estar el aire alcanzado contundentemente el
pie derecho desprendiéndoselo al chupasangre, al momento de éste iniciar su vuelo de
huída.
El corte que casi cercenó el pie del chupasangre hizo que éste cayera en el polvoriento
suelo al desestabilizarlo en su intento de tomar vuelo para su retirada y esto lo
aprovecho Rita para acercarse lo suficiente y darle una estocaba certera al corazón
desde la espalda apagando el rugido dolorosos que emitía. Xena alzó su espada y la dejó
caer con fuerza para de un tajo cortar la cabeza del chupasangre, salpicando de negrusca
sangre a Rita, a Mauren y a ella misma.
Mientras tanto Hilias logró darle una estocada no muy profunda pero efectiva en la
espalda a la altura del omoplato derecho aprovechando un momento de descuido por parte
del brucolaque que atacaba a su capitana y a Jalas, haciendo que su alarido se uniera al
de su compañero, pero a diferencia del otro éste si logró salir airoso en su huída
veloz cuando echo a correr, sólo por eso no terminó eliminado.
Gabrielle por su parte asestó un fuerte golpe a las rodillas de chupasangre que estaba
en la entrada del callejón a punto de impulsarse hacia delante para atrapar a Jalas. La
rubia reina amazona aprovechó el impulso que llevaba poniendo una rodilla en tierra para
lanzar el golpe y de paso esquivando de esa forma un envión de las garras del brucolaque
luego de recibir el brutal golpe en sus rodillas, provocando que se fuera de bruces pero
la hábil reina volvió a asestarle otro golpe con su vara, esta vez en su barbilla que
crujió con el golpe que recibió de abajo hacia arriba, levantándolo del fuerte impacto
antes de que tocara tierra y haciéndolo estrellar de espalda contra la pared del almacén
quedándose pegado y subiendo rápidamente por ésta en rápida retirada antes de que las
amazonas pudieran asestarle alguna estocada y dejando perplejas a todas.
-¡Vamos adentro!- ordenó Xena luego de haber agarrado a Mauren por una hombrera de la
armadura y levantarla con facilidad del suelo y lanzársela a Rita que la atrapó e
inicio la retirada hacia el interior de la posada. Luego la oscura guerrera fue hacia
donde estaba Gabrielle, agarrándola por un hombro para sacarla de su asombro y tirar de
ella, pegándola a su cuerpo y girar hacia la puerta trasera para entrar en la posada
seguida de Eponin y Jalas que cubrían su retirada.
Herodoto junto a otro hombre joven cerraron y colocaron los maderos de refuerzo
inmediatamente entró la última amazona, comunicándoles que se estaban disparando flechas
a brucolaques que se movían entre las sombras acercándose a la posada, aprovechando la
mala puntería de los hombres que habían quedado a cargo de mantenerlos alejados de la
posada mientras las guerreras estaban fuera tratando de mermar poco a poco a sus
cazadores.
-¡Se están acercando!- informó alarmado el hombre que había ocupado el puesto de Eponin,
al percatarse de la entrada de las guerreras.
-Yo atenderé a Mauren- se ofreció Xena, era de entre todos los presentes la mejor para
atender una herida- que venga el curandero- ordenó la alta guerrera a una mujer que
estaba cerca observando, mientras las demás amazonas corrían a sus puestos nuevamente.
La joven guerrera herida apretaba los dientes por el increíble dolor que sentía en su
costado izquierdo, sentada sobre la mesa, mientras la guerrera le quitaba la armadura,
en ese momento entró a la cocina una señora entrada en años con una joven que cargaba
con los suministros para atender heridas.
-¡Necesitamos luz aquí!- solicitó serenamente la señora, contrastando con su
experimentadas manos al quitar las prendas que cubrían la herida mientras la joven chica
sacaba eficientemente los suministros que podrían necesitar.
-Denme algo para morder- pidió entre dientes a duras penas Mauren cuando Xena pasaba un
trapo húmedo por la herida para aclarar la sangre y poder apreciar la magnitud del daño
a pesar de tener la armadura la garra del brucolaque logró en parte su objetivo.
La joven ayudante de la curandera, de una edad que se calculaba de unos dieciséis
veranos tomó una cuchara de madera y se la acercó a la boca de la guerrera herida. Sus
miradas se encontraron por un momento, quedando impactadas por la mirada de la otra, el
café claro de Mauren y el grisáceo de la joven ayudante de curandera pero rápidamente
reaccionaron cuando la Xena volvió a pasar el trapo húmedo por el mismo lugar y la joven
amazona se encogió de dolor, mordiendo la cuchara para ahogar su grito.
-Son tres rasguños, parecen profundos- comunicó la curandera al acercar una antorcha
pequeña que le habían proporcionado, cerca del costado de la amazona herida.
-Si, pero no son mortales- informó Xena en tono tranquilizador a Mauren que la miraba
con ojos de angustia- hay que coser para cerrar la herida y detener el sangrado-
continuo explicando la alta guerrera con bastos conocimientos en heridas de batalla.
-Mi nieta y yo nos ocuparemos de eso, guerrera- el tono mesado de la curadera era
agradable en estos casos pensó Xena, asintiendo dejó todo en manos de ellas.
-Tranquila Mauren, vivirás- las palabras de Xena para Mauren fueron recibidas con alivio,
antes de girarse y salir la guerrera dio un apretón en el hombro de la joven amazona.
La nieta de la curandera le acercaba un vaso con un brebaje que había preparado para el
dolor a Mauren que esta aceptó de buen grado y tomó de un trago antes de que la
curandera comenzara con su tarea.
-Eso te ayudará con el dolor hija- le dijo la curandera a Mauren cariñosamente mientras
lavaba sus manos para comenzar a coserla.
-Abuela tenemos ungüento para el dolor- intervino la nieta con una voz que Mauren
encontró de lo más dulce y encantadora, hasta logró que se olvidara por un momento del
fuerte dolor.
-¿Cuál es tu nombre?- preguntó la curandera cuando inició su trabajo.
*****
Como buenas guerreras que eran cada grupo detuvo su cabalgata a una distancia prudente
para no alertar a los chupasangre de su llegada, avanzaron con señas y sonidos dejando
sus caballos atrás.
Alertas y en completo silencio que da la práctica avanzaron sin inconvenientes hasta
hacer contacto visual con la aldea arrasada la noche anterior y ahora estaba sitiada
nuevamente. El grupo que comandaba Ephiny estaba situada al frente de a la entrada del
pueblo.
Pudieron apreciar a simple vista que el pueblo estaba iluminado por piras funerarias
colocadas estratégicamente, no les cabía duda de que esperaban a los chupasangre y que
no era idea de aldeanos, Eponin y las chicas bajo su mando estaban allí, no había duda.
Ephiny esperó que las rastreadoras de los otros grupos vinieran con información para
entonces tomar las decisiones a seguir, mientras se mantenía observando a los
chupasangre ocultos y al parecer habían cuerpos en medio de la calle.
Un cuarto de hora después fueron llegando las rastreadoras trayendo consigo la
información recolectada desde sus posiciones.
-Regente, los caballos de Eponin y las demás están a un cuarto de marca hacia el lado
derecho de la posada con Argo y otros, todos sueltos- informó en tono muy optimista
Arsa, la rastreadora del grupo ubicado en un punto de ese lado de la pequeño pueblo.
-Eso quiere decir que la Reina esta allí- dijo la regente en voz alta e internamente dio
gracias a su diosa porque Xena estuviera también en el lugar.
-La vimos entrar con Xena en la posada por la parte de atrás, estaban todas las chicas,
parece que hay heridas, todo indica que hubo una escaramuza en esa parte- informó Vania
la rastreadora del grupo que cubriría la parte posterior de la posada.
Las demás rastreadoras informaron lo que vieron desde la posición en la que se
encontraban alrededor del pueblo.
-Parece que todo Potedia esta en esa posada y el edificio de al lado- habló Ephiny al
terminar de escuchar los informes.- Quiero a la guardia real rodear esa posada cuando
entremos en acción y si es necesario entrar- ordenó la rizada rubia, luego explicó su
plan para que las rastreadoras regresaran con su grupo a comunicarlo.
-Regente, ¿cómo pudieron con esos chupasangre?- preguntó la pelinegra y experimentada
teniente de las rastreadoras, Amarice.
-No tengo la menor idea- contestó también desconcertada la regente.
-Vamos chicas- ordenó la teniente de las rastreadoras, luego de dar un asentimiento con
la cabeza a la Ephiny.
Luego de esto permanecieron en silencio y vigilantes a la esperar del momento para
combatir con esos "engendros".
*****
Las bacantes estaban plácidamente sentadas en la ramas de un gran árbol cuando vieron
salir a dos guerreras, de eso no cabía duda, que se encargaban de del "indigno" que cayó
en la entrada de la posada.
-¡¡¡Esa es Xena!!!- exclamó la nueva vacante, al reconocer a la poderosa guerrera.
-Si eso parece- ocultando su emoción, Ursula contestó sin perder detalle de esa
magnífica mujer, había escuchado de ella pero nunca se había cruzado con la peligrosa
guerrera.
UMMM, pero mira que suerte tienes Ursula, encontrarte con semejante ejemplar de mujer,
si definitivamente es ella- se dijo luego de ver el chakram en acción.
-La he visto en dos ocasiones cuando ha pasado hacia Potedia- dijo la otra bacante,
mientras veía lo que sucedía.
Ursula permaneció en silencio observando y escuchando lo que decía la otra bacante.;
Será MIA, pero mira esos movimientos, esa fuerza o siii será mía- pensaba Ursula
sin quitarle los ojos de encima, sus ojos chispeaban con lujuria.
La otra no se queda atrás, como me voy a divertir con ellas, ummm y todavía falta ver
a las demás, quiero fuego y ardor en mi lecho, no dudo que lo encontraré con ellas.
Por otro lado la otra bacante no se quedaba atrás con sus pensamientos, la impactó mucho
ver nuevamente a esa poderosa mujer, ahora que había expandido sus horizontes,
recordó eso bellos ojos azules como el cielo y sintió un escalofrío de excitación por la
columna, entonces sonrió lascivamente.
Estaban sumidas en sus lujuriosos pensamientos cuando vieron movimiento en la parte
trasera de la posada e inmediatamente se dirigieron hacia allá cubriéndose en la
oscuridad.
Observaron el combate que se llevaba a cabo, luego vieron salir a tres amazonas más, una
despertó su curiosidad, una rubia con ¿un palo?, casi se hecho a reír al ver a la
pequeña amazona con el palo pero cuando la vio en acción se sorprendió por la habilidad
y efectividad de la rubia amazona al utilizarlo. También quedó muy intrigada por la
forma en que Xena tomó de manera protectora a Gabrielle, para llevarla hacia el interior
de la posada.
Las bacantes no perdieron detalle de que a pesar de que esos eran superiores en
fuerza y velocidad a las guerreras lograron eliminar uno y herir a los otros dos que
lograron huir de sus "víctimas".
-Vaya acabamos de ver una pequeña demostración de fuerza, agilidad y habilidad de la
Princesa Guerrera- comentó claramente asombrada Ursula.
-¿Podemos traerla con nosotras?
-Dalo por echo, además de la otra y la pequeña rubia del palo, ¿qué te parece?- contestó
y preguntó seguidamente en tono juguetón la sensual rubia ceniza.
-Estupendo.
Luego de eso cuando volvían a su anterior posición vieron movimientos a lo lejos de
caballos y tuvieron que hacerse aún más cautelosas cuando identificaron a las amazonas,
una "niña" amazona las vio y cuando estuvo a punto de dar la voz de alarma Ursula tuvo
que hacer uso de uno de sus poderes al ser una "antigua", que era influenciar los
pensamientos de los mortales, mira hacia allá y olvida lo que viste le dijo
mentalmente a Tania, que obedeció en el acto, actuando como si nunca hubiera visto a las
bacantes en los árboles.
*****
-Ufff- Ultar tocaba sus heridas que estaban sanando mucho más lento de lo normal.
-Maestro, parece ajo- dijo la bacante al pasar cerca de su nariz una de las punta de
flechas que había sacado a Ultar, alejándola rápidamente con repulsa.
-Ustedes cinco, traigan a esos- ordenó el maestro brucolaque, señalando a los "caídos"
en medio de la calle, al darse cuenta que las heridas dolorosas sanaban aunque tomaban
más tiempo de lo normal para ellos.
-¡¡Alto!!- la contra orden vino del jefe de los guerreros, la cual fue obedecida en el
acto.
-¡¡¿Quién te crees, para rebatir mi orden?!!- Ultar estaba claramente molesto, su
hermoso rostro se desfiguró.
-Me creo el que entrará allí, dirigiendo a los nuestros para tomar sus vidas- la voz era
petulante y sus gestos eran de desprecio hacia Ultar.
-Me debes tu nueva vida, me debes lealtad- el brucolaque trató de hacerse ver ante sus
elegidos de manera altiva.- Sólo han tenido suerte el alargar su miserable vida- dijo de
manera displicente.
-Por si no te has dado cuenta esa que esta allá es Xena y la otra una amazona- la voz
altanera era del jefe de los guerreros- y estas dándoles blanco fáciles al enviarlos
allí sin distracción.- terminó secamente.
-Cuida tus palabras- amenazó Ultar al desaliñado brucolaque.
-Crees que te tengo miedo- dijo ahora muy enojado el guerrero brucolaque, desde su
posición en la ventana.
-Si te crees tan astuto porque no intentas hacerlo tú- retó Ultar luego de un momento
alargado de silencio provocado al pensar mejor las cosas y dejarle el grueso del trabajo
a su altanero "hijo".
-No sólo lo intentaré, sino que lo haré.
Luego de eso el "nuevo" líder comenzó a hacer planes, dándoles instrucciones a los demás
para traer a sus caídos.
-Felicia, cuando hallan entrado a esa posada prepárate para acabar con él- dijo en
susurros Ultar a la bacante, mientras su sublevado hijo seguía dando instrucciones.
-Pero ¿cómo lo haremos, maestro?- preguntó también en susurros la bacante sorprendida
por el rumbo que estaban tomando las cosas.
-De la misma manera que esas guerreras lo han hecho con los míos- contestó, mientras
hacia señas a Aurelius para que viniera hacia él.
Luego también le comunicó su pequeño plan a su primer hijo que se mostró de acuerdo en
colaborar, no le convenía para nada un cambio de mando.
*****
-¿Xena cómo esta Mauren?- preguntó Gabrielle en tono preocupado una vez la alta guerrera
estuvo a su lado.
-Le van a dar unas puntadas, es algo profunda pero no es mortal- contestó en tono
tranquilizador.- Esos movimientos y golpes fueron excelentes Gabrielle- felicitó la
campeona de la reina con la intención de que fuera escuchado por todos los presentes.
-Gracias, he aprendido de la mejor- contestó la joven reina algo cortada por el halago,
agradeciendo por la oscuridad que ocultaba su gran sonrojo al sentir su rostro arder.
Pero Xena no necesitaba verla para saber que esa era la reacción que estaba teniendo,
por lo que un brillo conocedor se reflejo en su azul mirada. La alta guerrera no
resistió el impulso de retirar un mechón de rubio cabello que cubría parte del hermoso
rostro y de paso acarició la blanca piel con el dedo índice, entonces la reina amazona
se inclinó ligeramente para sentir más la tierna caricia mirando directamente a esos
hermosos ojos azules que la transportaban y la hacían olvidarse de lo que las rodeaba.
-Las has impresionado- dijo Xena en un susurro, rompiendo el embrujo de esa profunda
mirada. Pero que Hades me pasa, es como si entrara en celo con sólo mirarla o
tocarla. Le guiñó un ojo para luego ir hacia la escalera y revisar arriba.
Las amazonas estaban gratamente impresionadas por la actuación de su reina momentos
antes en la refriega. No les quedaba duda de que ésta no era la misma chica que vieron
hacia ya un tiempo, definitivamente había estado trabajando con la terrorífica Ex Señora
de la Guerra, eso, eso les demostró que la chica tenía agallas y ahora comenzaron
a mirarla con otros ojos.
-Hija ¿por qué te arriesgas? ¿no se supone que eres su reina?- Herodoto habló quedamente
a su hija mayor cuando pidió alejarse al hombre que la apoyaba en el puesto,
aprovechando que Xena estaba en la parte superior de la posada.- no se como lo eres,
pero evidentemente es así, conozco muy poco de ellas pero por lo que he visto, ellas
velan por tu seguridad.
-Tu padre tiene razón, Gabrielle- imploró Hecuba- ellas son guerreras y ese es su forma
de vida, están acostumbradas- en la voz de la madre de la reina amazona había
preocupación.
-Goldeg, cúbreme- pidió la bardo al hombre que la apoyaba en el puesto, cuando éste hubo
ocupado su lugar ella fue a una esquina con sus padres.
-Soy la reina amazona...- sus palabras fueron cortadas por Herodoto.
-¡¡No eres guerrera, deja a Xena que las dirija!!
-No me esconderé tras ellas, darían la vida por mí, por su reina- Gabrielle dijo en tono
apacible y franco, evitando hacer comentarios como Ahora resulta que es bueno contar
con Xena- es cierto que no soy una guerrera pero no soy la niña indefensa que era,
ellas necesitan toda la ayuda que puedan y no voy a ignorar eso.
-Gabrielle entiende, puedes morir- volvió a suplicar Hecuba.
-Madre, todos los que estamos aquí podemos morir esta noche, pero les agradezco su
preocupación, significa mucho para mí- Gabrielle abrazó a su madre y esta hizo lo mismo
con su hija, mientras Herodoto estaba rojo por la frustración de no convencer a su hija
de quedarse a salvo.
-Gabrielle, tu deber es estar con tu familia y obedecerme- las palabras de Herodoto
fueron dichas entre dientes, tratando de controlar su temperamento.
-Padre, veo que no has escuchado- la bardo dio un beso a su madre mientras le daba un
último abrazo, en el momento que Xena bajaba las escaleras, lo que evitó que el terco
hombre dijera algo más.
*****
-¡Allí están!- informó Jalas luego de que habían escuchado el golpe de alerta
proveniente de arriba, en señal de movimientos de los chupasangre.
No tardaron en disparar flechas contra sus cazadores logrando varios objetivos y
anulando por lo menos a uno.
-Los que están tirados en la calle se mueven- exclamó uno de los hombres que era de los
seleccionados para utilizar los arcos y ballestas.
-Parece que el efecto del ajo esta pasando- reflexionó la alta guerrera buscando una
explicación para que rescataran los cuerpos.
-Ha durado unas tres marcas de vela- dijo Eponin al calcular el tiempo en que fueron
anulados esos chupasangre, mientras intentaba un último tiro.
Los chupasangre lograron su objetivo, el pequeño grupo de guerreros brucolaques
atrajeron al atención de los ocupantes de la posada y lograron que los otros retiraran
a los caídos, aunque llevándose un par de dolorosas flechas.
Luego de eso no hubo más movimiento por parte de los brucolaques, cosa que aprovecharon
en la posada para turnarse en vigilar y comer algo rápido que tenían preparado, estaba
comenzando a hacer frío ya estaba entrada la madrugada.
-¿Qué crees que están esperando?- preguntó Gabrielle a Xena cuando estaban sentadas
comiendo su plato de estofado de venado, acompañado con un taza de té, al lado de sus
padres, que hacían lo mismo en silencio.
-Creo que están esperando que les pase el efecto del ajo a los heridos- contestó la
alta guerrera pelinegra, como si ya hubiera pensado en eso, que por su puesto lo había
hecho.
-Entonces, ¿nos van a volver a atacar?- preguntó muy preocupado Herodoto, quien no había
podido ni tomar té de lo nervioso que estaba, tanto que hasta olvidó su animosidad por
las amigas de su hija mayor.
-De eso no tengo duda, el tiempo se les acaba y tienen hambre- respondió Xena sin pizca
de duda, deteniéndose antes de decir algo más cuando levantó algo ladeada la cabeza
escuchando con atención.
-¿Escucharon?- preguntó Eponin mientras se dirigía hacia la cocina, al escuchar
nuevamente el trino de ave.
Xena se levantó de un salto al igual que Gabrielle, siguiendo los sonidos de aves que
parecían provenir de la parte trasera de la posada. Los presentes se asustaron por el
repentino comportamiento de las guerrera inclusive comenzaron a escucharse sollozos,
ellos estaban ajenos al significado de los trinos.
-Calma, parece que son buenas noticias- dijo la bardo en susurros, comprendiendo de
repente que esta gente no tenía idea de lo que sucedía. ¿Esta gente?, se burló
su mente.
Hilias que estaba en la cocina había contestado a los trinos y miraba entre las
aberturas tratando de localizar a sus compañeras pero por supuesto estaban muy bien
escondidas.
-Mi reina son las tropas de apoyo, han rodeado el pueblo, han contado al menos a
veinticinco chupasangre, esperaran que ellos ataquen primero- informó visiblemente
animada Hilias.
-¡Excelente!- exclamó la bardo, suspirando y dando gracias a Artemisa por eso.
Antes de que hubiera otro comentario se volvió a escuchar otro trino de alerta
provocando que Xena comenzara a dar órdenes.
-¡Todos a sus puestos!, esto comenzará en cualquier momento, recuerden trabajar en
grupos- dijo en medio de la sala- las amazonas han llegado, están fuera, tengan cuidado
con esas flechas- advirtió la fiera guerrera que en ese momento sentía crecer la
adrenalina en sus venas.
-¡Xena!- llamó Mauren desde una esquina cerca del pasillo, donde era cuidada por la
Estela la nieta de la curandera.
-¿Qué pasa?- preguntó acercándose a la amazona herida.
-Quiero ayudar, necesito que se me ajusten las vendas- la mirada era suplicante, era una
guerrera y sabía lo que estaba sintiendo la joven guerrera.
-Vamos- dijo ayudando a levantar a la valiente amazona, Estela acercó una pequeña vela
para iluminar un poco.
Xena le pidió apoyarse en la baranda de la escalera y estoicamente Mauren aguantó el
dolor al serle apretadas las vendas en su costado para evitar que se le abriera la
herida y para de cierta forma ayudarla a darle estabilidad a sus movimientos y no
lastimarse más de lo que estaba. La oji azul guerrera ayudó a la joven con su armadura,
colocándosela para que estuviera lo más cómoda y segura posible dada las circunstancias.
*****
Melosa la pelirroja teniente de las lanceras había llegado al punto de encuentro y no
encontró a nadie, no había signos de batalla, estaba muy desconcertada entonces fue
alertada de huellas de caballos y carretas cargadas que se dirigían a Bastia.
-Teniente, encontré un pergamino con una de nuestras flechas en ese poste- informó una
amazona.
-Vamos a Bastia, sólo han visto una bacante los demás son hombres chupasangre- les
informó Melosa a su pequeña tropa que escuchaba atenta, luego que su teniente leyera la
nota.
-Hombres- dijo una de las guerreras en voz alta, tratando de asimilar lo escuchado.
-Eso dice la nota, pero eso no debe significar ninguna diferencia para nosotras- las
palabras fueron dichas con autoridad y sin temor, siendo captadas por sus unidades que
asintieron decididas para luego girarse subiendo a los caballos y las carretas cargadas
de lanzas, empezaron el recorrido faltante.
Melosa había pasado por varios poblados tratando de acortar la distancia, encontrándose
con gente muy agitada, debido a que habían visto a guerreras amazonas pasando en el río.
Dos de los caballos se lastimaron las pezuñas provocando a las amazonas detenerse en la
entrada de uno de los pueblos y el jefe del pueblos se acercó temerosamente para saber
que sucedía, porque estaban fuera de su territorio armadas.
La teniente ni lo miró pero le explicó la amenaza a la que se dirigían a enfrentar y el
por qué de pasar por los pueblos, entonces el hombre miró dentro de las carretas y las
vio cargadas de lanzas, flechas y hasta armaduras, miró a los exhaustos caballos para
luego regresar corriendo hacia donde estaban los asustados aldeanos.
-Maldición, Maldición, ¡Rápido!- la desesperación se estaba apoderando de Melosa, esto
las atrasaría, sabía que sus hermanas contaban con ella y su esposa con que regresara
con su niña incluída.
El sonido de carretas, caballos y personas la sacó de sus pensamientos y todas detuvieron
lo que hacían para mirar la llegada de los aldeanos.
-Queremos ayudar- fue la llana declaración del jefe de la aldea.- Por favor acepten las
carretas, los caballos y algo de alimento para el viaje.
-Nosotros no somos guerreros pero sabemos que si esas cosas no son detenidas, estaremos
en peligro- dijo una anciana que les ofrecía comida en una cazuela.
-Gracias- la teniente no lo pensó dos veces- ¡¡CAMBIEN ESOS CABALLOS, Y PASEN CARGA A
ESAS CARRETAS!!- impartió órdenes a toda prisa, hasta los aldeanos cooperaron con eso,
la urgencia imperiosa en la orden de la guerrera la sintieron como si ellos formaran
parte de su tropa.
Sólo estuvieron allí unos tres cuartos de marca he iniciaron nuevamente su carrera
contra el tiempo, sólo que ahora más rápido y eso las alentaba grandemente. Antes de
irse la teniente dio su palabra de regresarles sus caballos y carretas cuando todo
hubiera acabado, ellos prometieron cuidar de los caballos lastimados.
*****
-¡Allí vienen!- Jalas dio la voz de alarma desde arriba.
Rápidamente Xena se ubicó al lado de su bardo, quien le cedió la ballesta. Los
brucolaques utilizaron su velocidad y la oscuridad, eso causó suspicacia en Xena, el
modo de ataque es organizado como si hubiera otro líder, dejó esos pensamientos de
lado por el momento y se concentró en sus atacantes.
Todo permanecía en silencio pero su fino oído se percató de ligeros pasos y tropezones
entonces con un profundo suspiro se dejó llevar por su sentido auditivo y empezó a
disparar hacia los lugares de donde provenían esos sonidos no naturales en el ambiente,
haciendo blanco sorprendentemente para los demás.
Al Xena hacer blanco en un contrario producía el esperado humo en la víctima de las
flechas aparte de los alaridos, cosa aprovechada por los arqueros ya que se le daba un
blanco más visible.
-¡Están pasando hacia atrás!- Gritó Jalas desde arriba, alertando a los que estaban de
ese lado.
No pasó mucho tiempo cuando comenzaron a llegar por los lados y por arriba, al caer un
chupasangre directamente contra una ventana y agarrando la punta de una ballesta,
arrebatándosela al campesino que estaba en esa posición, que reaccionó tardíamente al
no soltar la ballesta por lo que fue estrellado contra la ventana desde adentro
dejándolo en la tierra de Morfeo. Su compañero recibió un golpe en pleno rostro cuando
trató de cerrar la abertura de la ventana para evitar que el chupasangre entrara pero
éste hizo uso de sus garras, agrandándola lo suficiente como para colarse por el hoyo.
Cuando los demás de esa estancia se dieron cuenta ya el brucolaque estaba casi dentro,
no todos salieron huyendo por lo menos tres se quedaron para enfrentarse a la bestia
sedienta de sangre que se tiró al ataque golpeando a diestra y siniestra, lanzando a
los hombres contra el suelo o la pared.
Jalas al escuchar el alboroto en la estancia de al lado dejó su puesto a su apoyo y fue
a ver que sucedía, tropezándose con tres hombres que salían en estampida dejando a sus
compañeros con el problema. Al entrar la amazona se encontró con el chupasangre sobre
un inconsciente hombre de spalda a ella, mientras los demás trataban de levantarse a
duras penas. Aprovechó eso para lanzar una estocada en el costado izquierdo buscando el
corazón, para anularlo y alejarlo de su víctima, no pudo lograr lo primero pero si que
soltara al hombre.
Al girarse el enfurecido brucolaque su rostro estaba desfigurado, de sus fauces escurría
sangre, se lanzó hacia la amazona estaba con la espada al ristre, asestó un corte por
puro reflejo a un brazo del chupasangre cuando se lanzó por ella, uno de los hombres
alcanzó una lanza y aprovechó la distracción para atravesar su pecho con ella y otro lo
ayudó a empujarlo contra la ventana abierta para sacarlo pero él no se dejaba, agitaba
sus brazos desesperado por hacer blanco en uno de ellos.
En tanto el otro hombre ayudó a levantarse al herido que emanaba chorros de sangre por
la gran mordida en el cuello, lo sacó de la habitación mientras los demás en esfuerzo
conjunto empujaban al chupasangre hasta casi sacarlo por la ventana por donde había
entrado.
-¡Bajen la cabeza!- advirtió la amazona al lanzar una estocada hacia el cuello del
chupasangre, arrancándole la cabeza de un solo golpe que cayó afuera quedando inerte,
sacaron la lanza del cuerpo para luego terminar de tirar el cuerpo por la ventana.
-Cierren las ventanas- ordenó Jalas al darse cuenta que en cualquier momento otro
intentaría lo mismo, cosa que fue así en el momento que cerraron una y tuvieron que
reforzarla, al igual que la otra.
-Mantén la presión en el cuello y ustedes ayúdenlo a llevarlo con la curandera, luego
regresen- ordenó la joven amazona.- Necesito más hombres arriba- solicitó al chico que
estaba de enlace en la escalera, éste transmitió la solicitud y enseguida se escucharon
pasos a la carrera subiendo la escalera, Jalas los esperó para instruirlos y esperó con
ellos a que regresaran los hombres que bajaron con el herido para regresar a su puesto.
El ataque había sido pleno por parte de los chupasangre, rodearon la posada y el
almacén, tratando de llegar a ellas y de esa forma evitar que siguieran siendo blanco
de esas malditas flechas, según el plan del "nuevo" líder de los chupasangre.
Continuará en la última parte.