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CACERÍA NOCTURNA

Por: Yoss

CAPÍTULO 4

Bueno, bueno, bueno, eso es nuevo Eponin- se dijo mentalmente la dura guerrera amazona, luego de bajar la mirada y disimular rápidamente, luego de observar el rostro de Xena- o esa fue la sonrisa más estúpida que le he visto a Xena o me estoy imaginando cosas.- se le puso un ceño fruncido al pensar esto último- Pero como no he tomado ni una sola gota de vino desde que salí de la aldea, creo que esa sonrisa casi casi confirma las habladurías.- pensó al instante la valiente capitana y casi soltó una carcajada, pero como quería vivir para confirmar sus "sospechas" no amagó ni la más mínima sonrisa.

Los dos hombres llegaron a su destino por delante de Xena y se detuvieron a ver en que ayudaban, bueno por lo menos Tilus. Limus estaba tan absorto mirando lascivamente a Hilias que no se dio cuenta hasta que sintió la presión de tres puntas en su cuello y no se atrevió ni a respirar, levantó la mirada y se encontró con cuatro pares de fríos ojos de las guerreras amazonas.

-Chicas, chicas- llamó Xena, sin saber a que venía esto- tranquilas, se que es desquiciante pero lamentablemente estamos escasas de ayuda, por lo que tenemos... que aceptar... lo que sea- la alta guerrera dijo esto último en tono asqueado, luego miró al pobre chico que estaba petrificado y le palmeo la mejilla, lo que hizo que saltara del susto, provocando una sonrisa traviesa en el rostro de la alta guerrera.

Bajando la ballesta, la capitana de las jóvenes guerreras amazonas y un movimiento de cabeza fue suficiente para que Jalas y Rita retiraran sus cuchillos para entonces enfocarse en terminar con la base y el eje con ruedas de carreta.

Mientras se ponían a ello con la ayuda Tilus, Eponin pensaba que harían luego que terminaran con los chupasangres de la posada, el tiempo era vital para las decisiones que tomaran. Mientras el desquiciante hombre recuperaba el control de sus movimientos y tomaba un color más "sano".

-Eponin,... Eponin- era la cuarta llamada de Jalas a su capitana.

-¡Umm!- dijo la sobresaltada capitana amazona.

-Decía que ya puedes soltar la base- comunicó la joven guerrera, refiriéndose a la base que rápidamente instalaron para colocar el eje de una carreta con sus llantas.

-Bien... amarren las sogas que utilizaremos y coloquen flechas, ese último estuvo a punto de sacarse las flechas- decía Eponin en el momento que posaba la mirada en Xena que en ese momento se apoyaba descuidadamente con una mano sobre el mazo que utilizo para apuntalar la base por un lado, mientras se escurría el rostro cubierto de sudor y tuvo que hacer un gran esfuerzo para no romper en carcajadas al verla a la cara y recordar su enamorada sonrisa.

-¡Capitana!... mire- un grito de alegría vino de Mauren que salía corriendo de la herrería, luego de registrarla en busca de cualquier cosa que pudieran ser utilizadas por ellas, con una flecha de triple punta alzada en una mano y una aljaba llena en la otra, hacia sus compañeras.

-¡Perfecto!- exclamó Xena al reconocerlas.

-Excelente Mauren, excelente, es lo que estábamos necesitando- dijo una muy emocionada Eponin, al tomar una y examinarla.

Las flechas de triple punta eran muy raras y se usaban más que todo terminar en el acto con el adversario. Cosa que llamó la atención de la alta guerrera.

-Limus.

-¿Qué?- fue la llana y malhumorada contestación.

-¿Sabes si hay algún ejército cerca?

-Ummmm- en pose pensativa que no le iba nada, Limus hurgaba en sus recuerdos.

Las chicas y Tilus lo miraban expectantes, mientras éste se caminaba de un lado a otro con un ojo cerrado y el otro mirando al cielo, mientras que con una de sus manos se rascaba la barba rala de unos tres días.

-Liiiiimuusss- volvió a llamar Xena en tono que rayaba la ira.

-¡Oh sí,! ahora que lo recuerdo- contestó el hombre- el otro día vinieron unos saqueadores y se llevaron algunas cosas y le dijeron al herrero que vendrían en... no recuerdo cuanto a buscar unas flechas o algo así.- terminó de decir con una sonrisa podrida.

-Dioses... y yo pensaba que ese olor apestoso era de la sangre de esos chupasangre- comento Rita tapándose la nariz y volteando la cara antes de comenzar a vomitar nuevamente, pero esta vez por la desagradable visión de una boca poco higienizada y por lo tanto con dientes podridos.

-Lo que faltaba- dijo Eponin.

-Bien- fue lo que dijo Xena al quedarse pensativa.

-¡¡¡¡¿BIEN?!!!!- fue lo que dijeron todos perplejos al unísono.

-Eponin, hay que traer a Gabrielle, a las niñas y a los caballos- fue lo primero que dijo Xena- No están seguras alejadas de nosotras y tampoco tan cerca, pero por lo menos esos no pueden salir al día.- dijo señalando con un movimiento de cabeza, hacia la posada.

-Hilias, búscalos- ordenó la capitana amazona.

-Tilus y Limus, ustedes derribarán las ventanas y puertas con eso- ordenó Xena, mientras señalaba el tronco- háganlo lo más rápido que puedan y luego correrán hasta esa base y cuando les avisemos comenzarán a enrollar la soga rápidamente, hasta sacar al chupasangre- indicó claramente y mirando fríamente a Limus por si tenía alguna objeción, cosa que si la tuvo no la expresó.

-Rita ¿Cómo estás?- preguntó Eponin.

-Estoy bien, gracias- contestó, mientras su capitana le dirigía una mirada escrutadora.

-Capitana, donde el herrero también vi guantes de cuero, podríamos utilizarlos- dijo Mauren mirándose cohibida las manos- tengo... ampollas por la soga.- terminó de hablar sin atreverse a levantar los ojos, avergonzada.

-Mauren, no es malo, tranquila, lo malo seria que no tener guantes- animó Eponin a la joven guerrera.- Ve a buscarlos y trae todos los que encuentres.- a lo que la chica salió corriendo en busca de lo mencionado con una sonrisa en la cara.

Gabrielle estaba callada, al entrar en el pueblo, luego de que Hilias apareciera y le explicara la situación, pudo ver de cerca algunos de los restos de los muertos, mientras ocultaba la mirada de la niña con una manta. Donde estaban en ese momento no había ninguno a la vista y la dejó mirar, mientras Hilias tenía en brazos a Sonia.

-Gabrielle, ¿estas bien?- preguntó suavemente Xena, mientras que ponía una mano sobre su hombro izquierdo y la miraba a los ojos.

-Si, si estoy bien- respondió mirando a esos ojos azules tan seguros, lo que ayudo a recomponerse y tirar a una esquina la impresión que le causaron los cuerpos que vio y de eso se dio cuenta la guerrera en la mirada de la bardo por lo que supo que así era.

-Mantén a las niñas alejadas del campo de acción- pidió Xena, indicándole donde ubicarse, que era una carreta a un lado de la calle- quiero que mires atentamente, todo parece indicar que el sol es su destrucción- explicó a una atenta bardo- si es así necesitaremos que te turnes con alguna para descansar, sospecho que hay más de tres allí dentro.

-Entiendo.

-De acuerdo, Mauren, Hilias, Rita y yo con las lanzas- ordenó Eponin.

-Bien Jalas y yo con las ballestas, que serán más efectivas- explicó Xena- Eponin, nos falta un vigía, como lo estamos teniendo hoy no me sorprendería que ese ejército de rastrero apareciera en el momento menos indicado- comentó la guerrera cuyos ojos eran color cielo, algo contrariada- Pondré los caballos alrededor del pueblo, confiemos en que nos den la alarma- agarrando las riendas de los caballos, la alta guerrera, tiró de ellos para colocarlos estratégicamente alrededor del pueblo.

-Eponin- llamó la reina amazona, mientras veía irse con los caballos a su guerrera.

-Si mi reina- contestó el llamado la capitana amazona, que en ese momento le indicaba a los dos hombres como debían colocarse con el ariete.

-Las demás chicas tomaran por lo menos cinco días antes de llegar aquí- expuso al rubia reina, girándose para encarar a la fiera amazona.

-Tania es la más rápida de su clase y posiblemente de todas las amazonas- haciendo una pausa Eponin miró a los cielos, viendo sobrevolar aves de rapiña, luego devolvió su mirada a Gabrielle.- sabe que su misión es de vida o muerte y no dudo en que Ephiny encontrará la forma de llegar lo antes posible.

-Yo tampoco lo dudo- fue la firme respuesta de la rubia bardo- pero mientras tanto tendremos que aguantar, por lo menos dos noches- dijo la bardo mirando hacia la dirección en que se encontraba Potedia y su familia.

-Lo sabemos, tranquila, por ahora tenemos que ocuparnos de estos chupasangres y ver si le podemos sacar información- dijo Eponin, mientras la miraba a los ojos- antes de dar el siguiente paso, me dijo Xena- una sonrisa divertida fue intercambiada entre ellas.

-¿Cómo están ustedes?- fue la pregunta de la bardo, al recordar lo visto desde una posición algo alejada, de lo ocurrido con los chupasangres.

-Bi...- la respuesta de Eponin fue cortada, por la mirada fruncida de su reina- bueno... lo normal- fue la mejor respuesta que se le ocurrió a la guerrera amazona.

-Vi salir volando por la ventana y caer fuera, a Hilias- dijo la reina amazona, enarcando una rubia ceja, ahora mirando a la mencionada, en espera de una respuesta.

Hilias se quedó en blanco por un momento al notar que su capitana dudo al decir la verdad, mientras veía a Xena regresar y recostarse relajadamente contra un poste para disfrutar del espectáculo. La alta Ex-Señora de la Guerra quería ver por una vez a otras guerreras ser interrogadas por Gabrielle, luego de una batalla, aunque esto sólo había sido una escaramuza, pero le valía igual.

-Yo, yo, yo...- Hilias cerró la boca y tomó respiración para comenzar de nuevo- yo... Rita fue lanzada contra una pared- dijo de carretilla señalando a su compañera.

-Ahh... ummm... Mauren tiene ampollas en las manos- Rita pensó más rápido que Hilias y utilizó su misma maniobra, ganando tiempo para pensar una respuesta adecuada para su reina.

-Ehh... ehhh- Mauren fue sorprendida, miró hacia Jalas, luego a Eponin y por último a Xena, para darse cuenta que estaba acorralada al recordar que estas habían salido ilesas hasta el momento- Ya me vendé y.... además ahora tenemos guantes que... que encontré donde el herrero- explicó alzando las manos lastimadas y mostrándolas a su reina, sonriéndole con alivio, cuando Gabrielle asintió aprobadoramente.

-Fue una caída limpia y... ummm... ni lo sentí- fue la contestación de Hilias, al optar por la verdad y rogando a los dioses por que no fuera una mala elección, cuando quedó nuevamente en la mira de la reina.

-El... el golpe me... me desorientó un poco, pero... me recuperé... bien- contestó Rita cuando tuvo esa mirada verde azulada sobre ella nuevamente- de verás mi reina, puedes preguntarle a Xena, ella me examinó- insistió cuando vio duda en la mirada de su reina.

-Es cierto Gabrielle.- aseguró Xena a su hermosa bardo, al tener que intervenir en el interrogatorio- Además en cierto modo lo que dijo Eponin también es verdad, ellas son guerreras, por lo tanto están preparadas para tolerar golpes es parte de esta forma de vida.- recordó la veterana guerrera a su amiga.

-Sólo quería asegurarme- aseguró la bardo dirigiéndole una tierna sonrisa a las chicas y luego mirando a su guerrera con cariño tan claro que no pasó desapercibido para las amazonas, ya que los hombres estaban practicando con el ariete y no se habían dado cuenta de la conversación, pero no así para Sofía, que miraba con ojos muy abiertos y había sonreído cuando miró a Xena, la guerrera hizo un guiño y le sonrío.

-Ahora, lo primero es lo primero, hora de comenzar esta fiesta- dijo la alta guerrera, girándose hacia la posada.

*****

El alguacil de Potedia miraba hacia el cielo, en dirección de Bastia, las aves de rapiña eran cada vez más, se debatía en que hacer entonces se giró y miró hacia el centro del pueblo, en donde las personas estaban preparándose para salir, pero cargando toda la casa encima, suspirando de dirigió hacia allí, para buscar voluntarios para su plan.

-Necesito a voluntarios para ir a Bastia a ver que esta sucediendo- habló en voz alta llamando la atención de los presentes en ese momento que ya estaban preparados para salir del pueblo en cuanto dieran las indicaciones.

-Pero Tilus y las amazonas ya están en eso- dijo una mujer.

-Lo sé, pero esas aves de rapiña, confirman lo dicho por el chico- explicó el alguacil, señalando hacía la aves.

-Las amazonas dijeron que esperáramos- recordó un hombre.

-No hacemos ningún daño si vamos algunos a ver que sucede- volvió a explicar el alguacil.

-El alguacil tiene razón- se escuchó la voz de otro hombre- yo iré- se ofreció finalmente.

-Tenemos tiempo de ir y venir, yo voy- otro hombre que estaba callado escuchando, se decidió.

-Yo iré con ustedes- se escuchó la voz de otro aldeano joven.

-Entonces, si es mediodía y no hemos regresado vayan hacia Cortia- fue la orden- nosotros los alcanzaremos en el camino, deben aligerar sus cargas para avanzar más rápido.

El alguacil designó a un aldeano para que dirigiera a los demás si no regresaba a tiempo antes de la partida a mediodía. Luego de subir a sus caballos emprendieron el camino a Bastia a todo galope.

Mientras tanto en la casa de los padres de Gabrielle, Herodoto cerraba todo para salir hacia el centro del pueblo a esperar la dirección hacia donde dirigirse en su huída, era un hombre estrecho de miras pero no estúpido, sabía que las amazonas eran un pueblo de honor y habían dado su palabra de traerles noticias y darles protección. Eso último no lo entendía pero este no era momento para rechazar su ayuda, aunque no estuviera de acuerdo con su estilo de vida y su a su forma de ver eran los hombre los que deberían proteger a sus mujeres, no al revez.

-Todo listo, vamos- fueron las palabras de Herodoto al subir a la carreta, en donde ya se encontraban Laila y Hecuba a su espera.

-Padre, Dactes, quedó encargado mientras que viene el alguacil que fue con otros tres hacia Bastia, para cerciorarse de que Tilus y las amazonas estén bien- informó Laila.

-¿Cómo lo sabes?- fue la pregunta de Herodoto antes de poner en marcha la carreta, inclinando su cabeza a su derecha para mirar a su mujer e hija.

-Él pasó para apurar a todos, mientras estabas cerrando- contestó Hecuba.

-Entonces vayamos a enterarnos que otros cambios hubo- dijo Herodoto.

Cuando llegaron al centro del pueblo, los que ya estaban allí comentaban sobre lo acontecido hasta el momento, algunos ayudaban al herrero a cargar algunas armas en las carretas como medida de precaución y tener con que defenderse si era necesario.

*****

Todas estaban en sus posiciones, y los dos hombres algo temerosos sostenían en ariete en hombres, esperando la orden para arremeter contra la puerta, mientras Gabrielle abrazaba a Sofía y mantenía a la bebe dormida y cambiada de limpio, al lado en su cargador.

-Ahora- Xena dio la orden para derribar la puerta.

Los hombres tomaron aire y emprendieron carrera contra la puerta, pero Limus soltó el ariete en cuanto este toco la puerta y derivándolo, lo que hizo que a Tilus casi se le dislocara un brazo por el esfuerzo de jalar el ariete antes de que saliera disparado para dentro de la posada junto con el, por suerte el rubio chico era de constitución fuerte y logró su objetivo sin lesionarse, pero si con gran esfuerzo.

Desde dentro se escuchó un grito de no humano, pero Xena y Jalas no pudieron ver nada claro, sólo una sombra alejarse de la luz del día al caer la puerta y como les estaba claro no disparar hasta estar seguras de tener el objetivo a la vista no lo hicieron.

Xena señaló las dos ventanas de la izquierda y los hombres emprendieron contra la primera, escuchándose otro grito al parecer de una vacante, pero tampoco pudieron verla claramente para dispararles. Entonces fueron a la siguiente ventana derribándola, pero en esta ocasión no escucharon ni vieron nada.

Fueron por las otras dos ventanas del lado derecho, derribando ambas, pero sin novedad, entonces se dirigieron a uno de los lados en la cual tenían espacio suficiente para maniobrar, no así con el otro lado en el que había un callejón no muy ancho.

En esta ocasión Xena y Jalas estaban con una rodilla en suelo y las ballestas listas dirigidas hacia el lado derecho por donde iban a derribar la ventana, Mauren y Rita estaban tras ellas como su apoyo, mientras Eponin e Hilias cubrían a los hombres. Tiraron la ventana al dar la orden Xena, escuchando un grito nuevamente y vieron fugazmente a un bacante pero se movió hacia el rincón que quedaría iluminado cuando se derribara la siguiente ventana.

-Vistes eso- preguntó Jalas a Xena.

-Sip, son veloces- contestó la guerrera- prepárate, apunta a la esquina izquierda y dispara si esta allí, yo vigilaré la otra esquina, chicas listas no la dejemos salir de allí- ordenó la alta guerrera.- AHORA- gritó Xena.

Al derribar la ventana, la luz del sol iluminó lo que faltaba de ese lado de la posada, revelando la ubicación de la bacante e inmediatamente las flechas volaron hacia el rincón que le quedaba para guarecerse precariamente, dando en el blanco y provocando que los gritos se hicieran más altos por parte de la bacante, mientras ofrecía resistencia.

-MALDITAS, DÉJENME- gritaba con voz gutural y profunda la vacante.

-LA TENEMOS- gritó Xena al darse cuenta que tenían a la bacante.

Los hombres corrieron según lo planeado, mientras Eponin e Hilias permanecieron en sus puestos por si tenían oportunidad de clavar sus lanzas cuando pasara frente a la ventana.

Xena y Jalas tiraban de las cuerdas para obligar a la bacante a salir, ayudadas por Mauren y Rita, mientras los hombres iniciaban a enrollar las cuerdas con el eje de la carreta, cuando estos colaboraron con su parte ya salía humo de las partes del cuerpo de la bacante que era tocado por la luz del sol.

-NOOOO- gritaba la bacante.

-DINOS ¿CUÁNTOS SON USTEDES?- gritó su pregunta Xena.

-MUCHOSSS- contestó la bacante en medio de la agonía de sus gritos.

-¿EN DÓNDE ESTAN?

-NO LO SÉ.

Mientras se sostenía este interrogatorio, no dejaban de jalar de las sogas y la bacante estaba siendo sacada de su refugio, al pasar frente a la ventana una llama se encendió en el brazo izquierdo cuando se cubrió el rostro con el.

-Todavía no, esperemos que pase y entonces entramos por la ventana- dijo en un susurro Eponin a Hilias- atacaremos por detrás, mantente alejada de la oscuridad y mantente pendiente, si aparece otro, salta por la primera ventana que tengas cerca- ordenó la amazona de mayor rango.

Mientras tanto Gabrielle abrazaba a Sofía sin perder detalle de lo que pasaba, tenía una posición privilegiada, mientras Sofía le hacia preguntas que ella contestaba.

-¿DÓNDE ESTAN?- volvió a preguntar Xena.

-EN LAS CUEVAS, AHHH- contestó la bacante, mientras era arrastrada hacia la ventana lentamente.

-¿EN DÓNDE ATACARAN ESTA NOCHE?- preguntó Xena, mientras Eponin entraba primero por la ventana y revisaba el perímetro antes de dar la señal a Hilias para que ingresara a la posada.

-POTEDIA, NOOOOO- gritaba la bacante cuando pasó por la otra ventana y se incendiaba más ya que la luz que entraba por las ventanas de enfrente le daba de lleno, entonces trató de correr hacia la derecha e ir hacia la cocina o subir por la escalera hacia la oscuridad pero fue sorprendida por detrás y fue impulsada hacia delante quedando a unos pasos de la puerta.

-LES DI LAS RESPUESTAS... AHHHH... DÉJENNNMEEEE- gritaba entre gemidos las bacante que cada vez se iba encendiendo más.

-Yo no prometí nada y menos a los de tu clase- le dijo Xena entre dientes haciendo un esfuerzo con los demás por terminar de sacar a la bacante a la luz del sol.

Con el siguiente tirón lograron sacar a la bacante del todo, por lo que se incendió por completo entre gritos. Eponin e Hilias salieron de la posada con el siguiente empujón y corrieron hacia los lados para protegerse de la explosión, que no ocurrió como con el anterior chupasangre, la bacante cayó boca abajo y continúo incendiándose con algunas pequeñas explosiones, hasta quedar en cenizas, mientras todos miraban sorprendidos lo que le pasaba a la bacante.

-Muy bien, muy bien- dijo Xena, mientras sacudía sus manos para sacarse los guantes, en eso escucharon a relinchar dando la voz de alarma de la llegada de intrusos.

Todos corrieron a esconderse para atacar en el momento preciso, Xena corrió hacia Gabrielle y las niñas al igual que Tilus, cosa que no agradó en nada a la guerrera pero no dijo nada. La alta y fuerte guerrera tomó a Sofía en brazos mientras Gabrielle bajaba de un salto de la carreta y luego tomaba a Sonia en brazos, sintiendo una mano coger su codo derecho y tirar de ella hacia ese lado, pero Xena la agarró por el brazo contrario y le indicó un callejón entre dos la tienda de víveres y consultorio del curandero del pueblo.

-Tilus, ven- Gabrielle llamó en un susurro al fuerte chico.

Xena bajó a Sofía poniéndola tras de si y sacando su espada cuando la bardo y el galán rubio estuvieron tras ella, aunque en su rostro se dibujo una sonrisa chulesca de lado al notar que su bardo no dudó en ningún momento en seguirla a ella. Luego esperó a que aparecieran los intrusos, notando que las chicas habían estaban bien preparadas al no necesitar instrucciones habladas para ubicarse estratégicamente para tenerlos flanqueados cuando entraran al pueblo.

-Tilus- llamaron los hombres cuando entraron a pueblo, éste iba a salir de su escondite pero la mano de Gabrielle lo detuvo y le tapó la boca para que no contestara, el chico la miró con desconcierto, pero se quedó donde estaba.

Al llegar al centro de donde estaban las chicas detuvieron del todo la carrera de sus caballos y miraron a su alrededor para ver a las amazonas salir de todas partes y luego a Xena, seguida de Tilus y luego de Gabrielle con las niñas.

-Hola- saludó el alguacil a Xena y Gabrielle, al ver a la alta guerrera allí sintió un alivio profundo.

-Hola, alguacil- contestaron el saludo ambas mujeres.

Informaron rápidamente a los recién llegados sobre lo que acababan de enterarse y decidieron enviar a uno de los hombres que recién había llegado de regreso a Potedia, en un caballo de las amazonas, los cuales estaban acostumbrados a ser exigidos y por lo tanto eran más rápidos que los demás. El jinete tenía instrucciones específicas, una de ellas era de que trajera a sus habitantes hacia acá por ser el lugar más cercano donde guarecerse y por ser una aldea ya atacada, eso los haría ganar tiempo para enfrentar a los chupasangre esa noche.

*****

-Regente, hay una forma de llegar en menos tiempo- dijo Tania mientras hacían un alto para refrescar a los caballos, luego de estar en el camino por dos marcas de vela a todo galope.

-En eso estaba pensando- comentó pensativamente Ephiny, mientras consultaba los mapas que llevaba- ¿te refieres a ir por el río?- inquirió la a chica.

-Si regente- contestó Tania.

-Eso nos haría perder un par de marcas entre llegar y preparar canoas, pero... aún así ganaríamos tiempo- expresó su opinión Terreis, observando en el mapa que la distancia que tendrían que recorrer a caballo era algo más corta pero sabía que el camino del río también era en bajada y la fuerza de este sería un factor importantísimo.

-El río que baja es caudaloso,... haremos balsas de capacidad para cinco o seis de nosotras,... para que sea más rápida- explicó Ephiny, pausadamente, mientras pensaba.

-Dejaré a diez unidades en tierra para que bajen con los caballos y nos encontremos en Potedia- apoyó Terreis, tenientes de los dos escuadrones de jinetes que participaban en esta misión.

-Calculo que la distancia más cercana del río a Potedia lo haríamos en una hora si corremos a prisa, mas que todo es terreno plano- señalo Solari en el mapa que tenía en mano.

-Amarice, tendremos que dividirnos en seis grupos, para que una rastreadora y una teniente esté en cada grupo, calculo que entraremos a Potedia de noche- ordenó Ephiny- los primeros cuatro grupos que salgan del río partirán con rastreadora y teniente- poniendo un rodilla en tierra y con una de sus dagas dibujaba el esquema en que quería que se ubicaran los grupos alrededor del pueblo, mientras que hablaba- así hasta que cada grupo rodee al pueblo, actuaremos según se presente la situación- terminó así las instrucciones, levantándose.

-A sus caballos- ordenaron las tenientes y dirigieron sus cabalgaduras entonces en dirección al río.

A la cabeza iban Ephiny con sus oficiales rogando a su diosa Artemisa que pudieran llegar a tiempo para proteger al pueblo de Gabrielle y ser capaces de destruir la amenaza con la menor cantidad de bajas.

Sabían que todavía les faltaba encontrar la forma de destruir al enemigo, nunca se habían enfrentado a este enemigo, lo único que sabían era lo que habían escuchado en los pueblos a los que frecuentaban para comerciar y generalmente eran de bardos en posadas. Ellas sabían que los bardos adornaban sus narraciones con fantasías para cautivar a los oyentes y más que todo eran producto de su imaginación, por lo que no podían fiarse de lo que habían escuchado. No se comparaban a su reina para nada, aunque a veces sus narraciones sonaran fantasiosas, no dudaban que eran ciertas y por supuesto para ellas su joven reina era la mejor bardo que ha existido.

*****

-Vigilen la escalera y la puerta del almacén- ordenó Xena.

Ella y Eponin sostenían las ballestas, mientas Jalas ahora estaba con Hilias apoyaban a las primeras con lanzas, fuera dos de los hombres recién llegados esperaban la señal para derribar las ventanas y la puerta de la cocina, mientras Rita y Gabrielle, que ahora participaba para dar descanso a las manos de Mauren, entrarían por la ventana. Mauren se quedaba con las niñas, mientras los el alguacil y otro de los hombres voluntarios estaban armados con lanzas dentro de la posada con las demás amazonas.

Toda la parte frontal de la posada estaba iluminada a excepción de la cocina y el almacén de víveres que se encontraban en la parte posterior de ella, la escalera que subía a las habitaciones estaba iluminada hasta cierta parte.

Xena y Eponin estaban con una rodilla en el piso al inicio del pequeño corredor en la que habían dos puertas, a la derecha la cocina y a la izquierda la del almacén, la escalera estaba también a la izquierda, al inicio del corredor. La estrategia era sacar primero al chupasangre que se encontraba en la cocina, si es que había uno cuando saliera huyendo de allí y luego ir por el que estuviera al otro lado puerta izquierda.

-¡AHORA!- fue la orden dada por Eponin para que iniciaran a derribar puerta y ventanas de la cocina.

Los gruñidos se escucharon cuando se derribaron la ventana izquierda luego la puerta y antes de que derribaran la ventana derecha que iluminaría lo que quedaba en oscuridad de esa habitación, se abrió repentinamente la puerta y una imagen borrosa salió por ella con dirección a donde se encontraban las amazonas y los hombres esperando.

Las guerrera apenas tuvieron oportunidad de disparar sus ballestas ya que le asestaron cuando la bacante estuvo a un paso de llegar a ellas, el impacto de las flechas y la lanza de Hilias tiró a la bacante hacia atrás.

-¡TIRENNN!- fue el grito generalizado, para que los que Tilus y Limus empezaran con su parte.

La bacante resoplaba como un animal al resistirse a ser sacada del corredor y agarró una de las cuerda que estaba unida a la flecha que tenía enterrada en su abdomen y del cual salían grandes cantidades de sangre. Tiró de ella y Eponin salió volando hacia el corredor pasando por encima de la bacante y cayendo ágilmente tras la presa desesperada.

La ágil amazona apenas pudo ponerse de pie cuando la bacante se giró y cayó sobre ella llevándola contra la puerta de la cocina, de paso bloqueando para que entraran Rita y Gabrielle que estaban por hacerlo en ese momento, pero Eponin no por nada era la capitana de las amazonas y su fiereza en combate no era cuento, logró milagrosamente agarrar las muñecas de la fiera antes que sus garras la destrozaran mientras estaba contra el suelo y mantenerlas trabajosamente alejada de ella.

Xena soltó la soga en al instante de ver a la bacante girarse y lanzarse sobre Eponin para entonces ella también ir con un fuerte salto sobre la presa que ahora se había convertido en cazadora, la lanza que le había incrustado en el pecho izquierdo Hilias momentos antes sobresalía casi la mitad al haberse atravesado ella misma al lanzarse sobre Eponin, esa herida estaba actuando a favor de su presa ya que le restaba fuerza en ese brazo a su ahora atacante.

La alta guerrera cayó sobre la espalda de la bacante pasando un brazo por el cuello de ésta, mientras con el otro sostenía la frente con su antebrazo, tirando con fuerza para atrás tratando con de alejar las fauces de Eponin.

Mientras esto sucedía Hilias al quedarse sin lanza comenzó a tirar de una de las sogas mientras los de afuera hacían lo mismo sin mucho éxito, Mauren al ver que los dos hombres no podían girar las ruedas llamó a los otros dos que habían derribado las ventanas para que los ayudaran. En tanto Jalas temía utilizar la lanza contra la bacante por temor de herir a sus compañeras, debido a la poca visibilidad que tenía decidió actuar con prudencia y tener un blanco seguro. Rita y Gabrielle golpeaban la puerta con la mesa para tratar de abrirla.

-XENA, ¿QUÉ PASA?- gritaba Gabrielle al escuchar la lucha al otro la de la puerta, mientras ella y Rita la empujaban sin obtener éxito.

-Gaaabbrrieeelle, no... emmpuuujeenn- Eponin dijo entre dientes por el esfuerzo que estaba haciendo para que las garras no la tocaran y los golpes de la puerta los estaba recibiendo ella en uno de sus brazos, dificultándole más su propósito.

-¡CLAVEN SU PIERNAS Y TIREN!- gritó Xena mientras hacía un enorme esfuerzo con sus brazos y piernas tirando de la bacante hacía atrás, que si hubiera sido una persona normal le destrozado el cuello.

Hilias le quitó la lanza de las manos a uno de los hombres que vigilaban las escaleras y la clavó en la pierna de la bacante que luchaba ahora por ponerse de pie, mientras que Jalas clavó su lanza por los gemelos de la bacante que gemía y bufaba como una bestia herida. Luego de tenerla clavada comenzaron ellas también a tirar con fuerza y entonces el peso de la bacante quedó en su totalidad sobre Eponin, por lo que también estaba siendo arrastrada con la chupasangre y Xena.

La Ex Señora de la Guerra sabía que no podía soltar a la bacante hasta que la guerrera amazona se librara de ella y la cosa se estaba poniendo fea porque estaban logrando salir del pasillo, de allí a la sala en donde el sol comenzaría a hacer su labor con la chupasangre y eso no le convenía a ella ni a la amazona debajo.

El hombre que quedó desarmado había corrido fuera en busca de otra lanza y regresó rápidamente a cubrir su puesto nuevamente, con los gritos espeluznantes que emitía la bacante se escucharon pasos en la parte de arriba la posada y los dos hombres se pusieron aún más nerviosos cuando pudieron ver al menos a dos chupasangres ¿hombres? que amagaron por bajar las escaleras, pero el sol se los impidió.

Rita y Gabrielle al fin entraron al pasillo y se sorprendieron al ver el rostro de la bacante, que en ese momento estaba fuera de control, pero se recuperaron al percatarse de la situación por la que atravesaban sus amigas, por lo que a la joven guerrera decidió jugársela y sacó su espada y en un movimiento rápido y certero cercenó el brazo izquierdo de la bacante a la altura del codo del cual salió un chorro de sangre negruzca y mal oliente ocasionando alaridos por parte de la bacante y empapando más que todo a su capitana, que fue entonces agarrada de su camisa para ser tirada de ella por la reina amazona y luego por su joven pupila, con el fin de sacarla de debajo de la cazadora, que había vuelto a ser presa, lográndolo con éxito.

Xena en un veloz movimiento se quitó de encima de la bacante que para entonces comenzaba a hacerse fogata pero luchando todavía al clavar la garra que le quedaba al piso de madera por lo que Rita se la cortó, entonces la bacante salió disparada para fuera por la puerta abierta sin necesidad de que las chica siguieran tirando de ella.

Todos miraban como la bacante terminaba de incendiarse completamente una vez había salido por la puerta. Eponin caminaba hacía la claridad de la luz del sol cuando de repente sintió que comenzaba a calentarse y se miró para ver como salía humo de sus ropa de cuero a la vez que soltaba una maldición al ver que todavía sostenía el brazo de la bacante que comenzaba a incendiarse y la arrojó por la ventana para que se destruyera fuera y ella se metía nuevamente al corredor, mientras observaba que el camino de sangre mal oliente estaba encendida también y apagándose poco a poco.

-Alguien que me traiga una camisa y agua para quitarme esta cosa repulsiva de encima.- dijo la guerrera amazona, a lo que Hilias salió en busca de la prenda y el agua.

-Buen trabajo chicos, me alegra que no hallan salido huyendo- felicitó Xena al sentarse sobre un taburete en la barra, mientras se desentumía los músculos de los brazos por el esfuerzo de hace poco- Rita fíjate si hay vino y dales un trago, se lo merecen, al igual que nosotras- decía la guerrera mirando a Gabrielle comenzar a darle masajes en los brazos, luego levantando la mirada para ver la profundidad de esos ojos verdes que se iban acercando cada vez más y sin pensarlo ella también empezó a acercarse posando una mano sobre la cintura de rubia.

Rita había encontrado el vino pero se había percatado de lo que iba a pasar entre la campeona de la reina y ésta, no atreviéndose a mover ni un músculo, no por no querer interrumpir sino porque estaba viendo morir una ilusión suya. Hilias entró en tromba por la puerta cortando de cuajo la escena y provocando un salto por parte de Gabrielle, un bufido de frustración por parte de la alta guerrera y un suspiro de alivio por Rita y salió de detrás de la barra para servirle a una copa la bardo, a la guerrera y a los hombres.

-Emm... ehhh... voy a llevarle esto a la capitana- Hilias parecía tan incómoda al darse cuenta de lo que había interrumpido que se estaba poniendo roja, que caminó hacia donde estaba Eponin los más dignamente que pudo. Los hombre no se habían percatado de nada ya que daban la espalda a las chicas mientras vigilaban la escalera que estaba al lado de la barra.

-Recuerda primero tenemos una conversación pendiente- susurró Xena a su bardo.

-La verdad es que... quiero saltarme esa conversación- susurró la bardo, lo que provocó que su sonrojo se hiciera más evidente. La guerrera se le quedó mirando y tomando un decisión se levantó tomando de la mano a la rubia.

-Danos un momentito- pidió Xena a Eponin al encontrarla en el corredor con Hilias, ya cambiada y aseada. Siguieron de largo, le sostuvo la puerta de la cocina para que Gabrielle pasara y luego entro ella, dejando a dos pares de ojos sorprendidos.

-Gab...- las palabras de la guerrera fueron acalladas por unos suave dedos sobre sus labios, provocando que los ojos azules se ocultaran tras los párpados, cuando su dueña sintió un escalofrío por su espina sólo con el simple contacto. Los mismos párpados aletearon su negras pestañas cuando volvieron a mostrar esos alucinantes ojos azules tras un momento que fue el necesario para que Xena pudiera mantener a raya sus instintos.

La alta guerrera se vio en una situación que jamás había sentido con ninguna de las personas con las pudo haber estado involucrada sentimental o sexualmente, todo era más fuerte, más profundo, más necesario y eso se dio cuenta que le asustaba enormemente pero... pero también sabia que no podía, no quería alejarse de los sentimientos que despertaba Gabrielle en ella por muy terrorífico que fueran para la temible Ex Señora de la Guerra, tanto los que ya había experimentado en menos medida como los nuevos, el sentimiento dulce, frágil, tierno, sincero todo eso la envolvía en una bruma que la hacia sentirse hechizada. Pero si todo esto lo estaba experimentando sin siquiera haberla besado, que sería de ella cuando le entregara su cuerpo, cuando hicieran el amor, porque eso era lo que ella haría con la bella bardo EL AMOR, tenía la ligera sospecha de que ese sería la estocada final para renacimiento de su alma.

Para Gabrielle era fascinante observar las reacciones de su alta guerrea, ver esos hermosos ojos azules como ninguno que hubiera visto, podía sentir... si sentir, se dijo, una fuerza especial cuando pensaba, cuando hablaba, cuando la tocaba, cuando estaba a su alrededor y sobre todo cuando se miraban a los ojos, era como si sus corazones se hablaran por medio de ellos como... como ahora. Vio pasar un torbellino de emociones en ellos y supo que para Xena no poder controlar sus emociones era desquiciante como mínimo.

-Que te parece si nos concentramos en esos- propuso la hermosa bardo, señalando con sus labios hacia arriba haciendo referencia a los chupasangre mientras acariciaba los fuertes brazos de la guerrera.- y dejamos esto pendiente para después, ¿te parece?- finalizó su tregua con una suave y bella sonrisa que se extendió en esos verde azulados ojos.

-Me parece un buen plan- contestó Xena, sonriendo a las palabras de su bardo, tirando de ella para abrazarla, olerla y sentirla entre sus brazos. Era increíble la paz que sentía cuando la tenía entre sus brazos así, sin sexo de por medio.- Es lo mejor para todas, si me dejo ir estaré en las nubes y eso arruinaría mi reputación.- concluyó la guerrera en broma y en serio, con la bardo aún en sus brazos.

-Quiero que te cuides- fue la enérgica declaración de la rubia alejándose del abrazo y mirando a la guerrera a los ojos para que no tuviera duda de que lo decía muy en serio.

-Es una orden mi reina- contestó a la orden la alta guerrera mientras se ponía en posición de firme.

-Así me gusta guerrera- siguió la broma la joven reina- ahora salga allí y termine con esas cosas rápidamente, tenemos asuntos pendientes, que no quiero seguir aplazando.- concluyó con una sonrisa traviesa en su rostro y sus ojos, mientras veía a la guerrera dirigirse a la puerta, abrirla y mantenerla para que ella pasara.

*****

-UMMMMM, arrrggg- eran los eróticos sonidos que provenían de la garganta de Ursula, mientras disfrutaba de las caricias de Aleika, dentro de la cabaña para pastores que se encontraba abandonada cuando llegó allí la noche anterior y era el refugio prefecto por el momento.

Ursula tenía muchísimo tiempo de caminar por el mundo conocido durante la noche, su maestra la había instruído correctamente, le enseñó a disfrutar de los placeres, a sobrevivir y sobre todo a respetar las reglas. Lo había hecho desde el momento que quedo por su cuenta, porque de eso se trataba de pasar desapercibidas, lo que implicaba que no podían permanecer en grupos pero sí relacionarse entre ellas ocasionalmente por un tiempo determinado, tenían el poder de dar vida eterna a la mujer que escogieran.

Enterarse anoche que habían ¡HOMBRES! compartiendo su legado la desquiciaba era un insulto para su estirpe, por lo que optó por alimentarse ella, iniciar una nueva discípula, la cual se comportó magistralmente tanto así que pasaron desapercibidas mientras observaban en las penumbras las acciones de este grupo de INDIGNOS iniciados por Ultar.

Sus divagaciones la estaban distrayendo de las atenciones de la cual esta siendo objeto por parte de Aleika, la ex mesera, ahora su más reciente amante, eso la puso de mucho más mal humor y bajó la mirada para apreciar como se afanaba en ella su pupila.

-Con mááás fuerzaaa- le ordenó mientras que la tiraba de los cabellos para colocar a Aleika a su altura y así fundirse en un hambriento beso, mientras que posaba la otra mano sobre la su amante, que entraba y salía de ella, de forma de incrementar las acometidas contra ella misma, de esa forma llegó a su tan anhelado clímax que la deja sin resuello por un momento.

Luego de recuperarse abre los ojos, baja la pierna del borde de la cama y gira su rostro hacia la izquierda para ver como era observada con una mirada de adoración, levanta su mano derecha y limpia algo de su propia esencia de la barbilla de su amante.

-Estas mejorando, tengo que admitirlo- dijo sin más la bacante maestra, acariciando con el dorso de su mano la mejilla de la otra bacante, luego mira a la pared y se pierde en sus pensamientos.

-Mi señora, ¿por qué no estamos con los que atacaron el pueblo?- preguntó Aleika, mientras se lamía, la evidencia del placer que acababa de darle a su señora, de sus dedos.

-Porque son INDIGNOS- contestó encrespada la hermosa bacante.- este legado de vida eterna sólo es para nosotras y alguna estúpida hermana cometió la aberración de hacerle ese regalo a un hombre- explicaba entre dientes Ursula.

-Pero... pero- las palabras de Aleika fueron cortadas.

-No hay pero que valga, ese ignorante parece no ser tan mayor- dijo pensativamente, ahora completamente acostada sobre la cama, ofreciéndose sin pudor a la vista de su amante, que difícilmente seguía el hilo de su diatriba.- no pudo sentirme allí, eso lo delata y es una ventaja para mí esta noche cuando lo busquemos en el próximo pueblo, en donde estarán según les dijo a los demás.

-¿Por qué los buscaremos, mi señora?

-Para eliminarlos- dijo soltando una risa maquiavélica que se reflejó en sus ojos pardos e hizo sonreír a su compañera de cama- ven aquí, te voy a enseñar algunas cosas- tirando de un brazo de Aleika, sin ningún esfuerzo la puso sobre ella para prenderse de los pezones y llenarse las manos con el trasero de ésta.

*****

-Llevo buen paso, tengo un pequeño ejército de quince brucolaques- dijo al mirar a Felicia que seguía desvestida en un rincón en espera de que Ultar volviera al ataque.- Es muy posible que esta noche duplique ese número para entonces...- con un nuevo brillo en los ojos, que no eran debido a la lujuria, alzó los brazos y continuó hablando- entonces iré por la conquista de las amazonas y entonces allí instalaré mi imperio- concluyó con una mirada de locura en su rostro.

-Ummmm, agradezco, que me permitas estar a tu lado maestro- ronroneaba Felicia mientras se acariciaba el cuerpo y miraba lascivamente al brucolaque.

-Me parece que tu marido no te atendía como corresponde- sonrió Ultar al volverse y mirar a su discípula.

-Ese cretino no valía ni medio dinar, no sabia hacer nada bien.- dijo molesta Felicia al recordar al hombre que la sometía a gritos, insultos y golpes- No como tú maestro, no se compara en nada a ti- sonrió sensualmente y pasándose la punta de la lengua por los labios mientras miraba los atributos de su maestro.

-¿Te parece?- preguntó Ultar al dirigirse hacia ella, la levantó por los rojizos cabellos y la incitó a que le ofreciera placer en una parte específica mientras el hablaba- creo que fue una gran idea quedarme con esta parte de la cueva sólo para mí y permitirte que disfrutes de lo que no tenías en casa, JAJAJAJA.

-Maestro- llamó una voz gutural de uno de sus nuevos iniciados en la entrada de ese última parte de la cueva que era levemente iluminada por dos velas.

-Entra- invitó tranquilamente- ¿Qué pasa?- inquirió al recién llegado, que no perdía detalle de lo que ocurría entre su maestro y la bacante.

-Cuando terminemos con Potedia, ¿hacia dónde iremos cuando amanezca?- preguntó sin apartar la vista del espectáculo.

-No terminaremos el pueblo esta noche, comeremos allí por dos noches, mientras preparamos donde nos quedaremos hasta llegar a las amazonas... díselos a los demás- ordenó mientras que ondeaba una mano para despedirlo.

Habían utilizado las tres cuevas que había en el bosque para permanecer durante el día, todos los que trajo consigo fueron brucolaques, eran más efectivos, las bacantes era inferiores según su opinión, pero estaba obsesionado con las amazonas, esas... esas eran harina de otro costal por lo que formarían parte de su nuevo ejército y las convertirían en sus ardientes meretrices.

*****

-Bien chicas, esta vez lo haremos diferente- informaba Eponin, luego de conversar con Xena y Gabrielle sobre lo que harían con los chupasangres de arriba, luego de que éstas últimas salieran de la cocina con los gestos más normales que pudieron mostrar.

-Al parecer hay otros tres chupasangres arriba- informó con vos firme la joven reina amazona- por lo que trataremos de llamar su atención en las escalera y para eso necesitaremos a las más ágiles,- continuó explicando el plan- mientras que los chicos abren las ventanas por fuera.

-Esta vez untaremos las puntas de las flechas y lanzas con jugo de ajo- explicó Xena- probaremos que tan efectivo es, nuestras valiente amiguita Sofía repelió uno anoche- mencionó con una sonrisa hacia la aludida, que se puso roja como un tomate de vergüenza y escondía su rostro en el pecho de Mauren, con la que había echo amistad rápidamente, a la joven guerrera siempre había tenido sangre dulce para las niñas. Los hombres se quedaron pasmados por lo que escucharon y miraron a la niña con ojos de búho, las chicas estaban enteradas y tenían a la niña una gran admiración.

-Ahora vamos a llamar su atención a la escalera y a ver que podemos pescar- ordenó Eponin, untando su lanza con jugo de ajo que tenían en un jarro y luego pasándolo- si no pican, ¿Rita, crees que podrás subir con Xena a buscarlos?- preguntó la capitana.

-Subiré- fue la rotunda respuesta.

-Bien, la cosa no es fácil, te escogí porque eras más rápida corriendo que las demás- elogió a la chica la capitana, cosa que no pasó desapercibida y un ligero sonrojo no propio de una guerrera se apoderó de su cara.

Entraron a la posada armadas y se quedaron al inicio de la escalera, entonces llamaron a los chupasangres.

-Hey, bestia horrible- era entre otras cosas lo que gritaban para atraer al chupasangre y tuvieron éxito, casi al instante apareció de entre las sombras el primero, era bastante alto y robusto he inmediatamente las flechas fueron disparada a la sombra que se veía.

Las flechas dieron en el blanco y un rugido se escuchó desde arriba, lo que fue la señal para comenzar a tirar de las cuerdas y de las ventanas por parte de lo hombres desde las barandillas que les daban poco espacio para maniobrar.

El alguacil y otro hombre ayudan a tirar del brucolaque humeante y dolorido, debido al ajo puesto en las puntas de las flechas pero con todo se resistía. Gabrielle también tiraba con todas sus fuerzas al igual que Hilias. Xena pudo distinguir una mando asida de la baranda de la escalera y tomó su chakram de la su cintura, lo lanzó en esa dirección, dando en el blanco. Esto lo hizo rodar hasta media escalera en donde se agarró nuevamente con la mano que le quedaba, ahora sus rugidos eran ensordecedores mientras empezaba a arder cuando Eponin le cortó la otra mano con su espada al lanzársela con estupenda puntería, provocando que el brucolaque fuera sacado al sol sin gran esfuerzo.

Cuando el brucolaque cayó de las escaleras una segunda sombra apareció en una esquina de la escalera y dos lanzas fueron enviadas en esa dirección, las flechas estaban siendo ensartadas fuera por Jalas a gran velocidad para ser utilizadas nuevamente. Mientras la claridad del día comenzaba a invadir la parte de arriba de la posada, cortándole la vía de escape al brucolaque, por lo que tuvo que quedarse un momento desconcertado y mirando para todos lados, esto siendo aprovechado por Xena y Rita para subir a la carrera y asir las lanzas para tirar de ellas y traerse al chupasangre que no era muy alto, pero aún así lo suficientemente fuerte para soportar el peso de ellas y zarandeándolas un poco, lo que no dejaba que Eponin y Hilias pudieran subir a ayudarlas pero sólo fue un momento ya que Jalas llegaba con las flechas.

-No lo suelten- decía Gabrielle, mientras se afanaba por colocar las flechas en la ballesta.

-Tran... quila, no hay... apuro- fue la contestación por parte de Xena al ser tirada de un lado a otro con Rita.

Hilias y Jalas dispararon dando en el blanco y provocando los gritos del chupasangre al doblarse al sentir la quemante herida en su abdomen, logrando con ello que cayera por las escaleras con las guerreras que aterrizaron primero abajo que él y se quitaron de en medio mientras que Gabrielle y Eponin tiraban de las lanzas para sacarlo más rápido debido a que quedó boca arriba.

-Bueno espero que falte sólo uno- dijo Gabrielle al contemplar como se quemaba el brucolaque fuera y Jalas tiraba de las flechas para utilizarlas de nuevo.

Un grito se escuchó arriba y las guerreras que aún estaban en el suelo se levantaron de un salto y subieron por las escaleras con lanzas de repuesto al llegar arriba vieron humo salir de uno de los cuartos y fueron en su dirección, ya estaba prácticamente todo iluminado cuando subieron. Cuando Xena tenía el pomo de la puerta en la mano, la puerta se abrió de un golpe tirando a Xena contra la pared contraria y siendo aplastada por ella dejando a la guerrera prácticamente noqueada, mientras que Rita arrojaba su lanza contra el obeso chupasangre que comenzó a humear más y tomó la lanza que tenía incrustada en el estómago e hizo intento se sacarla pero Rita no lo permitía, Eponin y Jalas ya estaban en posición desde la escalera arriba para disparar pero Rita estaba en medio.

El brucolaque en su desesperación tiró a Rita contra la ventana abierta y esta hizo un pequeño giro para no salir volando por la venta y posiblemente morir en la caída, quedando de pie tambaleante y el brucolaque fue por su víctima pero siendo impactado por las flechas que lo hicieron saltar hacia delante, más cerca de su presa.

Xena se levantó dificultosamente y lo tomó por el brazo que iba directo al cuello de la joven guerrera y se lo torció con tanta fuerza que lo partió para luego propinarle una patada en las costillas que crujieron con el impacto, el brucolaque se enderezó con los piernas abiertas y eso lo aprovechó Rita para colarse por allí y salir de esa esquina.

Eponin y Jalas tiraban de las cuerdas, mientras el resto de los cazadores subía corriendo por las escaleras armados hasta los dientes y se quedaban pasmados al ver que el brucolaque lanzaba sus garras a diestra y siniestra tratando de alcanzar a las guerreras que se movían ágilmente alrededor de el tratando de asestarle cortes con sus espadas, Xena se llevó la mano a la cintura y no encontró su chakram por lo que maldijo en voz alta continuando con baile bien llevado por los tres.

Una flecha cruzó el aire y se incrustó en el corazón del brucolaque haciendo que este automáticamente dejara caer sus brazos y luego dio un paso atrás para caer pesadamente sobre su ancha espalda quedando inanimado. El desconcierto fue grande y Xena le clavó la espada en el pecho y no hubo movimiento alguno.

-¡Vamos, vamos!... saqueémoslo cuanto antes- ordenó al tiempo que tomaba las cuerda y comenzaba a tirar de él, haciendo que todos reaccionaran y se pusieran a ello.

Tiraron de el hasta la escalera, de allí hasta abajo y cuando estaba a punto de salir se movió en un intento de levantarse y fue cuando Xena le cortó la cabeza de un tajo, provocando que rodara hasta fuera y ardiera en llamas igual que su cuerpo.

-¿Quién disparó esa flecha?- preguntó la alta guerrera.

-Gabrielle- contestó Eponin, olvidándose momentáneamente del protocolo.

Todos se voltearon sorprendidos de la buena puntería de la joven reina, que en ese momento estaba como un tomate y muy cohibida. Sus guerreras celebraron la acción de la reina con silbidos y aplausos haciendo que Xena se preocupara de que le fuera a sangrar la nariz por el tono tan rojo en la cara de su reina.

En eso se escuchaba la llegada de carretas y se giraron para encontrarse con la aparición de los habitantes de Potedia que estaban a minutos de llegar.

Xena y Eponin miraron la posición del sol y vieron que las aves de rapiña ya estaban en lo suyo, por lo que decidieron terminar de revisar la posada por si acaso y le dejaron la bienvenida al alguacil.

Continuará...


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