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ADVERTENCIA: Esta historia es Subtexter.
DEDICATORIA: Para Palomí, por su mala suerte con las roturas y los brazos.
DEDICATORIA 2: Para las protagonistas de la historia., a las que tanto quiero

Para críticas instructivas o intercambio de opiniones, escribidme a:
lady_bardo@hotmail.com


NO TODO COMIENZA AL PRINCIPIO

Lady_Bardo

Tercera parte

La bardo se acercó bostezando a la barra. Macda, que se encontraba tras ésta la miró disimuladamente. Era bastante guapa. La bardo cortó el bostezo y la sonrió mientras la posadera se dirigía a ella:

"Vuestra habitación esta lista. Una doble en el segundo piso" musitó entregándole la llave "¿Todo bien?"

"Si..." añadió medio dormida.

"¿Un viaje cansado?"

"Con Xena los viajes siempre son cansados" bromeó Gabrielle. "Voy a subir ya. Intentaré reponer fuerzas para las fiestas" susurró emocionada.

"¿Y Xena?" preguntó mirando hacia la mesa en la que la guerrera continuaba cenando.

"Se quedará un rato más. Hasta que el sueño la llame."

"Se la ve muy pensativa" musitó Mac mirándola.

"Si..." siseó sonriente la bardo, admirándola encantada. La guerrera, con la mirada en su plato se preguntó cuanto tardarían en dejar de mirarla y que interés tendrían en observarla "... igual está maquinando una forma de librarse del festival" bromeó la bardo devolviéndole la atención a la mesonera, la cual rió su comentario.

"Igual... Hablando de eso, si Xena acaba por escabullirse, a mi no... no me importaría acompañarte."

"Hmm, es una buena oferta" sonrió. "La tendré en cuenta por si acaso, porque con Xena nunca se sabe" añadió, alejándose de la barra.

"De acuerdo" confirmó. "Si te decides ya sabes donde estoy."

"si, gracia. Buenas noches, Macda."

"Buenas noches, Gabrielle" añadió esta sonriendo y viendo, como una tonta, el caminar de la bardo hacia su habitación.


Xena había abierto los ojos cuando los primeros rayos de sol la habían molesteado en los párpados, pero aunque ya habían pasado varios minutos, no se había movido lo mas mínimo. Entre las sábanas se hacia la dormida, observando a la acelerada bardo que hacía casi una hora se había puesto en pie.
Andaba por la habitación realizando graciosos movimientos para hacer el menor ruido, mientras llevaba una de sus mochilas de un lado para otro llenándola de objetos para el día en las fiestas. La guerrera observó que entre algo de comer y pergaminos con los horarios, se llevaba el monedero. Ese sería un largo día, decidio. Ya se imaginaba llendo a varios eventos, comiendo mientras escuchaban una vulgar historia, mil veces por debajo de las de su bardo y visitando todos los puestos. Pero iría con Gabrielle, y eso, en el fondo, la recompensaba por todo. Se moría por ver su cara de atención ante los poetas y músicos que verían, por comer juntas oyendo de fondo leyendas y mitos y verla regatear con los vendedores. Observarla mientras discutiese los precios, mientras fruncía el ceño y mientras se llevaba su compra orgullosa para enseñársela.
Sonrió dulcemente como lo haría una tonta enamorada.
Se rió. Tristemente, eso era lo que era. Su ruptura con Larisa se había debido en parte a él derse cuenta de que no la amaba, que no eran compatibles y de que aquello solo había sido una tonta confusión, que la había apesumbrado durante todo lo que duró. Pero ante todos aquellos motivos se alzaba otro, el que la había hecho abrir los ojos y darse cuenta de sus auténticos sentimientos, Gabrielle. La amaba y desde que comprendió que lo había echo desde el primer día en que se vieron, ya habían pasado algunos meses. Y sin embargo se encargó de que Gabrielle nunca supiese que era asi. Y esa era su situacion actual, un amor que aunque crecia por días, seguía oculto.
Decidió dejar de comerse la cabeza. Paró de divagar y volvió a la realidad. Estiró su cuerpo entre las sábanas, mientras bostezaba.

"¿Xena?" preguntó la bardo desde el cuarto de baño. Se asomó encontrándose a su guerrera a medio desperezar. "¡Por fín te despertaste! Llegué a pensar que me tendría que ir con Macda" bromeó.

La guerrera no pudo evitar una pequeña punzada de celos, al creer que tan si quiera hubiese sopesado la posibilidad. "Noooo... hace falta!" bostezó. "Ya estoy despierta" siseó mientras salía de entre las sábanas de un salto.

"Wow, eso si que es energía" susurró Gabrielle. Xena la sonrió contenta, antes de mirarse; continuaba en camisón.

"Gabrielle, aun tengo que cambiarme, ¿Qué tal si me esperas abajo desayunando?"

"Esta bien, ¿nos vemos en diez minutos?"

"Solo necesitaré cinco."

"Jaja... entonces hasta dentro de cinco minutos" anunció mientas salía por la puerta con sus tripas ya sonando por el hambre. La guerrera terminó de desentumecer cada parte de su cuerpo antes de alcanzar su armadura y comenzar a vestirse.
Tres minutos mas tarde bajaba las escaleras, tranquila y con la mente en el festival cuando oyó la única voz que la hacía sonreir. La bardo charlaba con alguien. Caminó hasta el comedor en el que cenaran la noche anterior y allí estaba Gabrielle, ocupando una de las mesas. Pero no estaba sola. Como si no fuese la mesonera, sino una cliente más, Macda estaba a su lado escuchándola encandilada sin apartar la mirada de ella.
La guerrera ensombreció el gesto mientras se acercaba a la mesa, encargándose de hacerse notar para que la bardo la viese. Y asi fue; dejó de hablar y miró hacia Xena, antes de que Macda hiciese lo mismo:

"Buenos días" la saludó la mesonera sonriente.

"Hola" contestó Xena. Al segundo se giró hacia su bardo, no dispuesta a prestarle mas atencion a Macda. "¿Viste? Tres minutos."

"Casi cuatro" bromeó ella. "¿Entonces estas lista para la feria?"

"Sip. ¿Desayuno y nos vamos?" preguntó haciéndose con una silla y acompañandolas en la mesa.

"Yo me encargo de tu desayuno" aseguró Macda levantándose de su asiento.

"Espera" pidió la bardo sonriéndola. "Xena, Macda me dijo que esta noche hay una fiesta. Iremos, ¿verdad?" preguntó. La guerrera jugó un poco con ella frunciendo el entrecejo. "Oh, venga, Xena, ¡di que si!" rogó "si luego te lo pasas incluso mejor que yo" Xena la sonrió. "¡Eso es un si!" celebró ella, antes de girarse hacia Macda. "De acuerdo, entonces no vemos por allí esta noche."

"Genial. Os buscaré entonces" sonrió. "Hasta esta noche" se despidió mientras entraba en la cocina.


Macda entró en la casa de Marisa, sin llamar. Aquel lugar era como su segunda casa y desde hacia tiempo no llamaba a la puerta, tan solo la atravesaba. Avanzó hasta el salón buscándola con la mirada, pero no debía de estar por alli.

"Soy yo, Marisa, ¿estas en casa?" preguntó tomando asiento.

"Si" respondió una voz desde el piso de arriba. "¿Quieres que baje?"

"No, tan solo he venido a robarte un par de cosas" bromeó. "Claro que quiero que bajes. He venido a verte" admitió antes de comenzar a oir los pasos de la curandera por las escaleras. "¿Quieres que comamos? Tengo un rato libre."

"¿Te has escapado de la posada?" preguntó bromeando.

"Mas o menos" respondió. "Na, es sol que hay poco trabajo por ahora y mi madre podía ocuparse sola" aclaró mientras la curandera se sentaba junto a ella. "¿Y tu? ¿Qué hacias ahí arriba?"

"Poca cosa. Intentando inventar un medicamento contra la resaca para estas fiestas" la confesó "asi que acepto tu oferta, vamos a comer" comentó poniendo rumbo a la cocina.

"Genial."

"Por cierto, en cuanto a esta noche, ¿sabes si finalmente Gabrielle y Xena asistiran?"

Macda la miró, fabricando una respuesta al mismo tiempo. Le sabía fatal mentir a su amiga, pero aquella bardo la había encandilado. Cada vez que la veía, su corazon se aceleraba y sonreía tontamente sin remedio.
Por eso quería que esa noche fuera redonde y que pudiese estar con Gabrielle a solas. Por eso quería impedir que nada la entretuviese, y sabiendo lo bien que bardo y curandera se llevaban, prefería que marisa no apareciera esa noche. Asi su unico impedimento sería Xena.

Con todo ese razonamiento finalmente se dio permiso para mentir a su amiga. Mirándola y sonriendo sin remordimientos la contestó:

"Que va, no irán. Xena dijo que disfrutarian de las fiestas pero que esta noche no le apetece mucho salir. Asi que hoy se quedaran las dos en la posada."

"¡Jo! Que lastima. Bueno, ya las veré otro día" respondió la curandera inocente. "A comer se ha dicho."

Continuará...


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