ADVERTENCIA: Esta historia es Subtexter.
DEDICATORIA: Para Adri, Ines, Pepe, Selu, Euge y Patri por ese pedazo de día, por el que hoy conservo una gran sonrisa y un fuerte dolor de espalda.

Para críticas instructivas o intercambio de opiniones, escribidme a:
lady_bardo@hotmail.com


INTERRUPCIÓN

Lady_Bardo

Me provoca algo de pavor observarla y ver esa chispa de ira en sus ojos. Yo puedo perfectamente encargarme de ese estúpido mercenario. El corte que me ha asestado ha sido suerte. Pero ahora que me ha lastimado en la pierna, Xena ha saltado entre él y yo y no le importa que me queje: ella se encarga desde ese momento del mercenario. Ese hombre me da pena.
Me reclino sobre un árbol, apoyando un hombro, observándola al tiempo pelear. A mis pies están los cuerpos inconscientes de los otros cinco hombres que han pretendido asaltarnos en mitad de la noche, de nuestra noche. Esos pobres no eran conscientes de lo peligroso que es interrumpir a Xena en una noche de pasión, ¡y que pasión! Una sonrisa pilla se me cuela en los labios y Xena, que me ha visto, me mira con una sonrisa sorprendida y con esa ceja elevada que me vuelve loca.
Pero antes de que yo pueda decir nada Xena ha vuelto a la pelea porque el hombre ha intentado atacarla. Se eleva de un salto frente a él, esquivando su traicionero espadazo. Consigue altura suficiente como para colocar sus piernas sobre su cabeza y cuando vuelve a bajar y el hombre mira hacia arriba sorprendido ella aprovecha para darle con su talón en el centro de su rostro. La nariz no tarda en comenzar a sangrar: se le ha roto, no hay lugar a dudas. Aprovecha la fuerza del salto y el desconcierto del mercenario para darle una patada en el costado derecho. Se dobla del dolor, lo veo en su cara, pero el tipejo aguanta de pie. Pelea como un niño de doce años, pero parece tener la resistencia de tres hombres juntos. A lo mejor por eso ha sobrevivido tanto tiempo. Su cuerpo tiene un pequeño tambaleo que denotá poco equilibrio. Esta algo aturdido cuando intenta colocarle a Xena una serie de golpes. Desde luego no alcanza ni una vez el cuerpo de mi guerrera. Esta para sus puños con facilidad y cuando él los lanza por última vez ella los agarra con sus manos y desde donde estoy puedo oir el crujir de los dedos rompiéndose.
Como decía, hay momentos en los que me hace estremecer y no solo de placer. En esta ocasión es por miedo ajeno. Se que Xena me quiere y me ama y se que por esos mismos sentimientos me protege como a su vida, igual que yo a ella. Pero en estos momentos mientras reduce a un hombre ayudada por toda la furia que siente, me doy cuenta de que el motivo de esa pelea era porque junto a los demas, él nos había atacado. Pero ahora es porque él me ha herido. No me gusta pensar que están pegando a alguien por mi culpa. Sin ambargo no dudo de que de haber sido al revés, yo hubiese reaccionado igual.
A veces me pregunto si es correcto haber colocado nuestra relación por encima del bien y del mal.
Pero cuando tengo esas dudas me basta mirarla para saber que si, que es correcto. El verdadero amor siempre esta por encima de todo.
En estos instantes Xena retiene al hombre entre sus brazos, exactamente el antebrazo izquierdo apretando su cuello. El hombre esta perdido, pero el muy terco, aunque no puede presentar batalla, sigue removiéndose entre sus brazos. Xena mueve su brazo derecho y alcanza la empuñadura de su espada:

"Cariño..." farfulló, como llamándole la atención. Ella me mira, antes de dejarlo inconsciente con un golpe seco, igual que hemos hecho con el resto de los malhechores.

"¿Qué pensabas que quería hacer?" me sonríe de esa forma tan dulce que me vuelve loca. "Solo quería noquearlo" se excusa con gesto inocente.

"No estaba segura" contesto encogiéndome de hombros mientras me dirijo hacia las alforjas de Argo. Rebuscando veo algunos pergaminos, nuestros últimos víveres y algunos aceites, los cuales hemos utilizado tanto como para cocinar, como para uso personal alguna que otra noche. Y ya, al fondo de nuestro equipaje una cuerda que compramos hace semanas. La saco y de la lanzo a Xena que aun se encuentra junto al guerrero.
Lo comienza a atar y va rodeando con la cuerda al resto de los mercenarios según se los voy arrastrando hasta ella. Entonces, cuando se encuentran todos juntos y amordazados a un árbol, Xena se gira hacia mi volviendo a ser la misma.

Observa mi herida cuando yo susurro "¿Por dónde ibamos?" Ella sonríe, pero me mira como lo haría una madre.

"Estas herida" me resume, mientras es ella la que se marcha hacia las alforjas de Argo, alejándose de mi. "He de desinfectarla y vendarte."

"¡¿Qué?! ¡No! Si no te fijas mucho parece un rasguño provocado por una rama de un puñetero arbusto" me excuso andando hacia ella, sin que apenas me oiga. "Todo eso no hace falta" siseo, llegando a su espalda. Y rodeándola desde atrás posando mis brazos en su vientre y mi barbilla en su hombro, alzo el rostro y le doy un suave y esporádico beso en la mejilla.

"Solo me preocupo por ti. Y creo que esto es necesario" me dice mientras a pesar de mi sugerente beso y comportamiento, agarra las vendas y los medicamentos, dentro de las alforjas.

"Si te preocupas por mi, si quieres cuidarme..." siseo en su oido, orgullosísima al ver que cierra los ojos por mi susurro "... hazlo con otro tipo de cuidados" musito. Mis manos, las que se encontraban en su estómago, comienzan a deslizarse por él y a acariciarlo.
A pesar de todo Xena continúa agarrando los medicamentos y comienza a sacarlos junto al vendaje. Necesito un ataque más fuerte: besos. Pequeños y marcados besos, acompañados de suaves mordiscos. Con mis labios comienzo a recorrer desde su hombro. Y ademas a este ataque añado mis manos. Ya no solo acarician su estómago, sino tambien sus caderas. Las deslizo suavemente, amenazando con bajar cuando oigo un ruido triunfal. Xena ha soltado de forma seca tanto la venda como los medicamentos. A cerrado los ojos y ha reclinado su cabeza sobre mi hombro.
Ya vuelve a ser toda mía.
Mis manos vuelven a bajar, pero esta vez rozan su ingle, sus muslos y el interior de los mismos. Abre sorprendida esos ojazos azules, al notar mis manos rondándola de esa forma con mis caricias. Besando su cuello noto sus pulsaciones crecer rapidamente y su respiración se acelera. Se gira encarándome. Y me roba un beso como solo ella sabe. Me devuelve las caricias y me deshace entre sus brazos. Pero aun me separo unos segundos para mirarla a la cara. "Sabías que acabaría asaltándote, ¿cierto?"

"Hmm... dejémoslo en que me lo imaginaba" me sonríe pícara. No puedo evitar reirme antes de volver a hacerme con sus labios. Y en esa situación dejamos que nuestros corazones hablen por nosotras y nuestros cuerpos respondan a la otra mientras que con deseo, pasión y amor nos dejamos caer en las mantas, dispuestas a reanudar esa noche a partir de la interrupción de esos bandidos.

Y como cada vez que ocurre, mientras juntas llegamos a alcanzar el cielo, me pregunto. "¿Cómo se puede llegar a amar tantísimo?" Y la respuesta llega pronto, en cuanto veo sus ojos azules y su delicada sonrisa. "Conociendo a tu alma gemela."

FIN


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