ADVERTENCIA: Esta historia es subtexter.
ADVERTENCIA 2: Para quienes les interesa y nadie mas, intenté que esta historia fuese lo mas fiel posible, pero tengamos en cuenta las diferencias de epoca, medios, edad, y la escasa capacidad de la escritora para escribir
DEDICATORIA: Para... para quienes ya saben que se la dedicó, y que sepais que lo hago con todo mi cariño y mi amor.

Para críticas instructivas o intercambio de opiniones, escribidme a:
lady_bardo@hotmail.com


NO TODO COMIENZA AL PRINCIPIO

Lady_Bardo

Primera parte

Frente a ella se encontraba la mujer a la que quería. Cabe destacar que aunque ese amor existía desde que la conociese, quien estaba delante de ella no lo sabía. Quizás por eso se encontraban en aquella situación, pensó Gabrielle. Si Xena supiese de sus sentimientos no estarían sentadas sobre aquella cama, hablando de lo que Xena había propuesto. Seguramente si la guerrera supiese hasta donde alcanzaba el amor de la bardo, jamas le confesaría lo que en ese momento declaraba. ¿Por qué no lo haría? Quizás porque le hubiese retirado su amistad, o porque se daría cuenta que hablarla de sus relaciones con otras personas, sería doloroso para ella, tal y como estaba siendo en ese momento:
La guerrera, abatida e inquieta, había decidido contarla que durante un año había mantenido una relación un tanto dificultosa con una mujer griega, a la que conocieran de manera fortuita en uno de sus viajes. En esos instantes, esa misma noche en aquella posada perdida entre Micenas y Corinto, la guerrera confesaba lo que creía un secreto. Pero la bardo hacia tiempo que lo sabía.
Cuando la conocieran, a Larisa, esta vivía en un pueblo dirigido por un sucio y cruel mandatario. Durante el tiempo que tardaron en acabar con su poder y por tanto con las torturas que infringia al pueblo, se hospedaron en la casa de aquella aldeana. Durante ese tiempo Gabrielle tuvo tiempo de observar el lazo que comenzo a formarse entre la guerrera y Larisa, más no intuyó nada. Y sin embargo durante esos días que duró su estancia allí, Xena comenzó aquella relación que ahora le relataba.
Gabrielle permaneció sin conocer aquello durante seis meses, durante los cuales notó a Xena distinta. Y aquello no le gustó, pues pensaba que muy probablemente sería por su culpa. Se equivocaba, pero al no saber que era así, estuvo investigando algun mes más, dándose cuenta de que de vez en cuando en algunas ciudades Xena desaparecía. Nunca supo a donde iba, pero si averiguó que desaparecía casi un día entero y la noche incluida. Dolorosamente empezó a sospechar algo, comenzó a acercar sus ideas a lo que realmente se traía Xena entre manos. Ademas la guerrera parecía querer decirla algo con sus conversaciones. Nunca la confirmó nada, quizás porque Gabrielle nunca la preguntó, pero si dejaba caer que podría estaba con alguien, que quizás llevara tiempo amando a una persona. La bardo sufrió todo aquello en silencio, y para cuando sintió que se hacia a la idea, vivió uno de sus momentos más dolorosos:
Llevaban un par de días en Olimpia, hospedadas, sin hacer nada, pero sin decidirse a volver al camino, como si Xena hubiese querido tomarse unas vacaciones. Como en ese momento, se habían encontrado solas en su posada, solo que cenando:

"Esto esta delicioso" murmuró Gabbrielle, mientras la boca se le hacía agua al ver su cena.

"Para ti todo esta delicioso" se burlo Xena. La bardo la miró sonriente, pero con una poequeña chispa de furia. Entonces aumentó su sonrisa y contestó "Todo menos tus comidas."

"Jajaja, muy hábil, si señor, pero sabes que cocino mejor que tu."

"¿Es un reto?"

"Podría ser."

"Me lo tomaré como tal" decidió "una noche tu harás la cena y otra yo. La que la prepare mejor podrá ponerla a la otra un castigo. ¿Qué te parece?"

"¿Cómo decidiremos cuál es la mejor de las dos?"

"Creeme la diferencia será clara" anunció con orgullo la bardo.

"De acuerdo" contestó Xena, dando su mano a estrechar. "El trato está hecho."

Mientras la conversación duraba un hombre se había ido acercando a ellas y cuando apenas le quedaba medio metro, Xena se había girado. Gabrielle se preguntó cuando tiempo llevaría notándole, seguramente varios minutos. El hombre se agachó, y ante el asombro de Gabrielle, le dijo algo al oido a su guerrera, quien se dejó. Apenas debieron de ser unas palabras, pero tuvieron que ser muy importantes, porque en cuando el hombre calló, Xena se puso de pie.
La bardo hizo amago de levantarse ella tambien de la mesa, pero Xena la miró, pidiéndola sin tener que decirlo, que continuara en la mesa:

"Xena... ¿no querrás que...?" preguntó.

"Si, deberías quedarte aquí. Esto es algo serio, pero será corto, tardaré una noche, te prometo que para la mañana me tendrás de nuevo aquí desayunando contigo" sonrió, pero esa sonrisa, por perfecta que fuese no le sirvió a Gabrielle.

"¿Pero por qué? ¿Qué ocurre y por qué prefieres no llevarme?"

"Porque es una tonteria que quiero zanjar lo más rápido posible, e iré más rápido sola."

"¿Una tonteria? Hace unos momentos era algo serio."

"Gabrielle..." susurró Xena, mirándola.

"Esta bien" se resignó. "Pero prométeme que..."

"... que mañana estaré aquí. Es una promesa" sonrió acercándose a su amiga. "Buenas noches" añadió besándola en la frente. Y tras eso se marchó y la dejó alli, sentada y sola, terminándose su cena. Cuando lo hizo se levantó y le dió las gracias al mesonero, cuando se percató de que allí, en la barra estaba el hombre que había hecho marcharse a su guerrera. Podría preguntarle...

"Perdona" dijo, llamando su atención. "¿Puedo hacerte una pregunta?" pidió con una gran sonrisa.

"Si la guerrera no te la ha contestado, no lo voy a hacer yo" se adelantó el hombre.

"¿Por qué no? En fin, a ti no te costaría nada, ya lo arreglaría yo con mi amiga."

"Hombre... hablando de costar..." susurró el hombre, llevándose su cerveza a la boca y tragándolasela mientras toda ella le chorreaba por la comisura de los labios. "Lo cierto es que esta bebida me la estoy pagando gracias a un encargo que me acaban de hacer."

"¿Me estas proponiendo...?" preguntó la bardo molesta, pero se callo, a lo mejor ese era el camino mas corto. Cogió su monedero y le dio un dinar. "Esta bien, aqui tienes, pero no mas, apenas quiero que me digas a donde fue Xena."

"¿Era Xena???" preguntó asombrado.

"¿Ni si quiera sabías su nombre?" preguntó atónita.

"Pos claro que no" contestó él, cogiendo su dinar. "A mi tan solo me dijeron que le dijera a una guerrera morena y preciosa de esta posada que fuese a otra posada que queda al lado del ayuntamiento" comentó "no se ni nombres, simplemente di el recado."

"¿Quién te lo encargó?"

"Eso será otro dinar" gruñó.

"¿Sabes? Mejor ya lo averíguo yo solita, gracias" sonrío sarcástica, yendo hacia aquella posada. Tardó al menos medio reloj de arena, tanto el ayuntamiento como la posada estaban muy alejados del centro de la ciudad, asi que calculó que Xena habría llegado allí un reloj de arena antes. Eso podría suponer que no la encontrase y que habría perdido un dinar, se lamentó.
El hospedaje era un lugar pequeño, recogido, pero muy bien cuidado. Miró a su alrededor. Lo último que quería era que Xena la pillase allí. Cuando vió que apenas había gente, se decidió a entrar. Tras un mostrador a pasos de la entrada se encontraba una anciana, que quizás regentaba el lugar.

"¿Qué desea?"

"Estoy buscando a una amiga. ¿Ha entrado aquí una mujer alta, morena, ojos azules como mares?" preguntó. "Quizás alguien la acompañaba" susurró recordando que un desconocido había pedido que se presentara alli.

"No he visto a nadie asi, y llevo aquí desde la tarde" contestó. "Lo siento."

"Esta bien, gracias" contestó Gabrielle, abandonando la posada y su recepción. Comenzó a pensar: Quizás unicamente la habían citado en la puerta de la posada, para luego marchar a otro lugar.
Se decidió por rodear el ayuntamiento y despues la posada, para ver si conseguia una pista de Xena. No se explicaba muy bien porque hacia eso, ¿Qué quería conseguir? Ya lo averiguaría cuando supiese al fin donde estaba Xena. Encontró detrás de la posada un jardín precioso que debía de pertenecer a esta. Inundado de flores que casi no permitían caminar por él, desprendía mil olores que alcanzaban al olfato como uno solo, delicioso y dulce. Ademas tantos colores juntos alegraban la vista a cualquier persona que se acercara a él. Y en ese momento se habían acercado mas personas a parte de Gabrielle. La bardo se fijó en que a lo lejos, en el otro extremo del jardin había dos siluetas. Cabía la posibilidad de que fuese Xena, asi que se decantó por acercarse sigilosa entre las plantas y flores. Alcanzó a aquellas dos personas en unos minutos y sonrió al ver a su guerrera. Estaba allí, la había encontrado y eso la hacia sonreir. ¿Por qué estaría en aquel lindo lugar?
Quizas, por la persona que la acompañaba. Se fijó en la otra silueta. Era una mujer. Se fijó en aquel cuerpo, bastante alto, castaño, de pelo lacio y una sonrisa un tanto cómica. La conocía, era Larisa. Algo iba mal, no le cuadraba, ¿qué hacia alli, tan lejos de su casa? ¿Tendría problemas? ¿Por qué Xena no la habría llevado con ella entonces? Quizas el hombre del recado no la había dicho quien era quien la reclamaba. Pero entonces, ¿Cómo era posible que Xena supiese de antemano que ese asunto sería breve, de apenas una noche?
Un escalofrío la recorrió por entero. Fuese el que fuese el motivo por el que estaba alli, Xena lo sabía de antemano y se lo había ocultado, como debío de haber echo las demas veces que desaparecía.
Empezaban a encajarle los cabos a la bardo. Entonces, cada vez que desaparecía era para quedar con Larisa. ¿Quedar? Quizás...
No quiso ni pensarlo, porque solo de imaginarlo el aire la empezó a faltar y sintió que se ahogaba. Entonces, las sospechas que tenía sobre que Xena amase a otra persona... ¿serían ciertas? Y... ¿amaba a Larisa? Otro sofoco.
Estaba sacando las cosas de contexto. Xena siempre tenía asuntos en los que apartaba a la bardo, y quizas era la priemra vez que en esos asuntos se involucraba a Larisa. Si, seguramente habían quedado alli, por primera vez desde que se viesen, resolvió intentando calmarse, pero decidiendo acercarse un poco más para poder oirlas.

"¿Asi que te has entretenido por el camino, no?" susurró Xena. "Llevo aquí dos días" contestó con un tono perverso pero simpático.

"¿Tanto?" preguntó Larisa alarmada. "Tanto no esperaba tardar" siseó. Gabrielle recordó con asombro la forma tan rara que tenía de hablar. "Pero quizás pueda darte recompensa por la espera" susurró en un tono demasiado meloso para el gusto de Gabrielle. "¿Qué te parece?" propuso rodeando el cuello de Xena, acercándola hacia ella. Eso fue demasiado para la bardo. Notó como sus puños se cerraban entorno a una planta, y sin pensarlo demasiado, apretó aun más, y la arrancó, liberando algo de furia.

"Depende, ¿qué me ofreces?" preguntó, con la misma actitud Xena, que ahora acariciaba su rostro.

Gabrielle tiró la planta, arrancando una segunda, para evitar gritar de dolor cuando Larisa se acercó a Xena y la besó profundamente. Tuvo que apartar la mirada, mientras notaba como las lágrimas comenzaban a salir. Se alejó con cuidado de allí, mientras a lo lejos oía la voz de su amiga, bromeando y diciendo. "Espero que esto solo sea un entrante."

Caminó como un zombie, saliendo del jardín y volviendo hacia la entrada de la posada dispuesta a andar hasta la suya. Nunca había tenido la mente tan desconectada del cuerpo. Parecía ir en piloto automático, sin pensar en quienes la rodeaban, con quienes se cruzaba, o en quienes la miraban extrañados. Apenas pensaba una cosa en ese estado: "Ese jardín ya no es tan bonito."


Seguramente hacia rato que eran las doce de la noche, pero eso ni si quiera importaba. Gabrielle se encontraba en la calle, apoyada sobre la esquina de su posada, vomitando toda la cena, esa misma cena que habia terminado de comer ella sola, porque su guerrera se había marchado a amar a otra mujer. No podía dejar de llorar, y eso no hacia mas que empeorar su estado. Le costaba respirar y se estaba sofocando. Se arrepintió de haberla seguido, se arrepintió de haber averiguado la verdad y se arrepintió de haber cenado, porque ahora por culpa de todo lo anterior esa cena estaba saliendo por donde había entrado. Medio reloj de arena mas tade, volvió a su habitación, mirándose la mano derecha. Una de las plantas que había arrancado, tras apretarla entre sus manos, había sido una rosa, pero cuando lo hizo no se había dado cuenta del dolor, y en ese instante el dolor no importaba. Entró en el baño y se miró al espejo mientras se aclaraba la mano y la limpiaba de sangre. Tenía los ojos rojos de llorar y todo su rostro estaba mojado. Respiró hondo, pero cuando hizo amago de ir a secarse las lárgimas con su mano, volvió a estallar en llanto, ahora mas escandaloso y desgarrador. Sus rodillas no pudieron aguantarla y cayó adrede sobre ellas mientras golpeando el suelo con los puños no se resistía a su propio llanto, ahora violento y angustioso.


Gabrielle despejó su mente. Eso había sido hacia un mes, y no le apetecía recordar una noche tan amarga. Se concentró en lo que Xena le estaba contando en ese momento:

"Ha sido un año horrible."

"Pero ha sido un año. ¿Cómo no te diste cuenta antes?"

"No lo se. Supongo que estaba cegada por lo que yo creía que era amor" susurró. "Pero estaba muy equivocada. Supongo que las relaciónes son como el fuego, los que están fuera ven antes el humo."

"Pero en tu caso no había nadie fuera para verlo."

"No, pero debería haberlo habido" murmuró cogiéndola su mano y guardándola con cariño entre las suyas. "Te lo tenía que haber dicho, pero apenas me atrevía a insinuártelo, y ya me echaba para atrás" se regañó a si misma. "Tu siempre has estado a mi lado, sabes que te quiero y que eres todo para mi" añadió, mirándola a los ojos, sin ser consciente de lo que a Gabrielle le costaba mantenerle la mirada y ademas no llorar. "¿Me perdonarás por haber sido tan cobarde?"

"Claro que si, Xena" siseó la bardo. Notaba que quería llorar y sin embargo no tenía claro si de la emoción o de la tristeza. La guerrera al oir su respuesta no pudo sino sonreír y abrazarla fuertemente.

"Gracias, Gabrielle" añadió abrazandola aun más fuerte.

"No me lo agradezcas, por favor."

"Te quiero."

"Yo tambien a ti, Xena. Eso es todo lo que quería oir" siseó, mientras se separaban.

"¿Sabes? He pensado algo para esta noche."

"¿Qué?" preguntó sorprendida. Xena y sorpresa era algo que no se solía relacionar.

"Supongo que a modo de disculpa esta noche prepararé yo la cena" sonrió. "Tengo todo lo que necesito para prepararla, solo quiero que tu te sientes, descanses, y luego disfrutes de una cuantiosa y extraordinaria cena..."

"... Que no será mejor que la que yo te preparé" la interrumpió Gabrielle. "Ni pienses de lejos que podrás superarla."

"No voy a negar que dejaste alto el listón con aquel ciervo, pero esto será mejor, lo prometo" sonrió. "Y entonces tú, bardo, tendrás que hacer algo que yo te proponga, sea lo sea" añadió jactándose.

"Pues como no ganes, prometo que te hare realizar el peor suplicio que hayas conocido" contestó la bardo. "Bueno, mejor dicho, el peor suplicio que yo conozca" rectificó haciendola reir, y por efecto dominó, sonriendo ella.
Respiró hondo, disfrutando de la visión de su mejor amiga riendo y tuvo la agradable sensación de que ya todo volvía a estar bien.

Continuará...


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