ADVERTENCIA: Esta historia es subtexter.
DEDICATORIA: Para Patricia, para que sepa que la quiero un monton y que como eso seguirá siendo asi, no es cierto que los planes no se cambien tambien por ella, porque no quiero a nadie mas para maquinas locos (pero perfectisimos) planes noctrurnos!

Para críticas instructivas o intercambio de opiniones, escribidme a:
lady_bardo@hotmail.com


EL RELOJ

Lady_Bardo

Segunda parte

"Espero que la visita te haya dado una buena opinión del pueblo" comentó Kambara mirando a los ojos de Xena, mientras se llevaba el último trozo de carne a la boca.

"Si, no ha estado nada mal" comentó con desgana. "Pero ha sido como esta cena..." susurruó seria. "Deliciosa, pero un poco escasa, sobre todo en nuestra visita a los calabozos."

"Por un lado, los calabozos no daban para más, no son interesantes ni muy complejos. En mi opinión creo que la visita ha sido tan intensa como debía" contestó convencido. "Y en cuanto a la cena, queda un postre especial preparado exclusivamente para vos, asi que la cena no es breve, pues aun no ha concluido."

"¿Qué te dije sobre tutearme?" preguntó.

"De acuerdo Sofia, te tutearé, pero mientras andamos hacia el balcón. Alli nos servirán el postre con el fín de que podamos charlar a solas" contestó sonriendo maquiavelicamente.

"Claro, ¿por qué no?" respondió Xena con tranquilidad. Sin embargo con tan solo imaginar las intenciones de aquel postre se le revolvían las tripas del asco.
Instintivamente miró a Gabrielle, mientras se ponía en pie junto a Kambara. La bardo se fijó en su mirada, e hizo amago de seguirla. Cuando oyó al dictador, diciendo que el postre sería a solas, se enfureció pensando que se iría con su guerrera, pero a lo mejor con aquella mirada Xena la pedía que los acompañase.
La bardo andó hasta la guerrera, cuando se oyó de nuevo al dictador. "Estaremos tan solo ahí fuera" murmuró señalando el balcón de aquel comedor. "No vas a necesitar a tu esclava. Todo lo que necesitemos ellos nos lo ofrecerán" añadió señalando a sus propios esclavos. "Así que ella puede marcharse ya a sus aposentos."

Xena miró a Gabrielle buscando ver su reacción, pero la bardo tan solo mantenía la cabeza gacha y miraba al suelo, quieta en su sitio. Xena, con cierta desgana, creyó que a Gabrielle no le importaría mucho que aquel estúpido quisiese estar a solas con ella. Con algo de pesar asintió con la cabeza al comentario de Kambara y dijo. "Márchate a dormir." Y comenzó a andar hacia el balcón seguida del dictador.
Gabrielle comenzó a andar hacia la puerta, manteniendo la mirada baja, porque sus ojos podían echar chispas en aquel instante. ¿A solas en el balcón, para tomar el postre? ¡Aquel estúpido era un descarado! Pero en ese palacio, ella era tan solo una criada y no podía quejarse. Mostrando su fingida obediencia y no su sentida furia se marchó de allí tan rápido como pudo.


Tumbados en dos arrejuntadas amacas, observaban el pueblo desde la altura del balcón. La verdad es que aquella ciudad era hermosa y más de noche, con todas sus antorchas iluminando tambaleantes cada rincón de la ella. Lo único feo en la ciudad era quien la regentaba, Kambara. Aquel señor de la guerra, que había acabado con la democracia en la zona era el único capaz de estropear aquella fantástica ciudad. Y con aquella panorámica de la hermosa ciudad, Xena decidió que echaría a ese cerdo del poder tan rápido como fuese capaz.
Volvió a mirar a Kambara, continuaba hablando. Desde hacía cinco minutos había comenzado un monólogo y no se callaba. La guerrera tan solo asentía con la cabeza y sonreía de vez en cuando, sin saber ni si quiera de que estaba hablando. Desde que el estupendo manjar que Kambara habia ordenado servirles, se acabara, no tenía nada que comer, por lo que tan solo se limitaba a mirarle a él y luego a la ciudad. Ademas tenía que vigilarle, porque cada ratito, como si fuese disimulado, Kambara acercaba su amaca a la suya centímetro a centímetro, como si no estuviesen ya lo suficientemente cerca.
Volvió a prestarle atención justo a tiempo de oirle decir: "... asi es como debe ser, ya me entiendes" sonrió.

"Por supuesto" respondió Xena. Podía estar poniendo a parir a toda Grecia, y Xena no se hubiese enterado, pero el dictador no parecía percatarse, pues ademas de la charla, se encontraba encandilado por la belleza de aquella noble romana.

"Veo que te agradó el postre."

"Si. Tenías razón, era un estupendo manjar, que sin duda remató la cena."

"¡Entonces, os ha gustado!" celebró "¿no?" preguntó. Xena asintió con la cabeza. "¿Igual que mi humilde ciudad?"

"Si, vuestra ciudad me ha embrujado" respondió Xena, mientras sentía unos pasos en el pasillo, entrando en el comedor.

"¿Y yo, Sofía? ¿os gusto?" preguntó con tono lascivo. Los pasos se hacían más fuertes y estaban atravesando el salón camino a aquella terraza. Xena sonrió, falsamente alagada ante aquella estúpida pregunta.

"Te dije que me tutees" le recordó, cuando los pasos se detenían, fuese quien fuese, estaba en la puerta de aquel balcón.

"En ese caso..." siseó Kambara ajeno a la persona que les acompañaba.

"Mi señora..." susurró una voz, sumisa, pero potente. Un torrente de felicidad recorrió a Xena. Siempre se alegraba de oir la voz de Gabrielle, pero aquella vez, aun más. Aprovechando que se giró hacia la puerta del balcón, al igual que Kambara, sonrió feliz de oreja a oreja, antes de ponerse seria de nuevo y decir:

"¡¿Se puede saber que ocurre?! ¿Por qué has venido?"

"Lo lamento muchisimo..." siseó ella "... pero es uno de vuestros mensajeros. Acaba de llegar y con noticias de Roma. Creí que os interesaría" susurró.

"Es posible que si..." meditó Xena, fingiendo que no quería acabar con aquella reunión a solas. "Lo lamento, pero creo que he de irme" le comentó a Kambara. "Aunque de todas formas ya es una hora lo suficiente decente como para volver a mis aposentos. ¿Nos veremos mañana?"

"Por supuesto que sí, a la hora del desayuno, te estaré esperando" sonrió el dictador.

"Asi lo espero" sonrió Xena antes de abandonar su amaca y avanzar dándole la espalda a Kambara y mirando a Gabrielle. La bardo pudo leer como Xena, moviendo los labios, le decía sonriendo. "Muchisimas gracias."


Cuando ambas mujeres se hubieron ido, acompañadas por un sequito de esclavos, Kambara, frustado y algo enfadado, se acercó a su mano derecha, su esclavo mas fiel. Y cuando el pobre hombre se acercó a su dueño, el dictador le pidió un recado muy exacto, acabar con aquella esclava entrometida y plasta, pero no con violencia, por si acaso a Sofia no le parecia bien, sino con palabra:

"Quiero que investigues quien es, que busques cualquier trapo sucio que pueda tener y que la pueda alejar de Sofia. Y lo quiero mañana. No duermas si es necesario."

"Entendido, señor."

"Asi me gusta."


Gabrielle, terminando de ordenar toda su ropa y sus pertenencias, observó a Xena, que con pasmosa rapidez ya se encontraba entre las sábanas. La guerrera miraba relajada al techo, como pensando en sus asuntos. La bardo sonrió observándola. Ver a la guerrera tan solo tumbada y tan tranquila, le transmitía una dulce calma.

"¿Por qué me miras asi?" preguntó Xena, sin apartar la mirada del techo. Gabrielle apartó la mirada al instante. Debio de haberse dado cuenta de que lo notaria, igual que siempre notaba todo.

"Perdona" se excusó.

"No importa."

"Es solo que estaba pensando, ¿hasta dónde dejarás que se acerque ese dictador a ti?"

"¿A qué te refieres?"

"Sabes a que me refiero" respondió Gabrielle, busando una forma de plantear el asunto sin arriesgarse a exponer sus sentimientos. "El plan avanza bien, pero se ve que Kambara tiene ciertas esperanzas contigo y quiere avanzar en vuestra relación. Si le paras, puede que sospeche y se de cuenta de todo, pero si no le paras..." comentó torciendo el gesto.

"... lo se, si no le paro, puede ser asqueroso" respondió Xena, torciendo tambien el gesto y haciendola reir. Ella tambien sonrió, ¿estaba su bardo celosa? Desechó esa idea de su cabeza, marcándola como otra mas de sus fantasías imposibles. ¿Gabrielle celosa por ella? ¡Ja! Olvidó todo aquello y añadió. "La verdad, es que creo que intentaré mostrarme como una recatada y estrecha noble romana, aunque ese tipo de mujeres no exista" la comentó haciendola reir de nuevo.

"De acuerdo, me parece bien" comentó Gabrielle.

"Anda, ven aquí" le pidió Xena, señalando las sábanas. La bardo corrió a donde Xena la llamaba, metiendose en la cama encantada por la invitación de su amiga. "Buenas noches, Gabby" susurró Xena junto a ella. Gabrielle sonrió encandilada por aquella voz, antes de responder:

"Felices sueños, Xena."

"Y por cierto... muchas gracias por habernos interrumpido" añadió de carrerilla, haciendo estallar en carcajadas a Gabrielle.

"Muchas de nadas" respondio ella. "Ha sido un placer" añadió completamente sincera.

Continuará...


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