El día que Xena decidió dejar el camino y establecerse, dije:
-Sí, seguro, y quizá podemos invitar a Joxer a vivir con nosotras.
-Es en serio, Gabrielle -insistió-. ¿Sabes? No me estoy haciendo más joven. Cumpliré
treinta años la semana que viene.
-¿De verdad eres TAN vieja? -pregunté con fingida sorpresa-. Tú y Matusalén...
prácticamente empatados por el récord. ¿Quién sabe?
-Oye, vivimos en la Grecia clásica -protestó-. ¿Cuál piensas que es la esperanza de
vida?
-¿Treinta? -pregunté.
-Si sigues molestando a la guerrera, quizá esté cerca de... ¿Cuál es tu edad en este
momento? -gruñó.
-¿De verdad crees que puedes abandonar todo esto? -pregunté, señalando a nuestra hoguera,
las alforjas y a su caballo-. ¿Y qué me dices de tu espada?
-La colgaremos sobre la chimenea. Será un buen motivo de conversación -respondió.
-¿Y el chakram?
-Roto en esa tumba, ¿recuerdas?
-Ah, sí, lo olvidaba.
-Vaya bardo. Tu trabajo es recordar. Y contar la historia cuando me haya ido.
-No trabajaré -afirmé.
-¿Por qué no?
-Cuando te vayas me iré también.
-¿En serio?
-Sí, está en nuestros contratos. Justo debajo de la parte que dice que nosotras jamás
haremos acrobacias en Tonight Show.
-¿Qué es eso? -Sus azules ojos están desconcertados.
-¿Qué más da? No entenderás ese chiste hasta... ah, dentro de unos dos mil años. -Traté
de cambiar de tema-. Así que de todos modos te vas a retirar.
-Sí, Gabrielle.
-Bien, yo siempre puedo hacer de bardo, pero ¿qué es lo que vas a hacer si no vas a
estar vagando por el campo buscando a tu padre y arreglando injusticias?
-¿Buscando a mi padre? ¿Cuándo he dicho que estuviera buscando a mi padre?
-Es sólo un rumor -respondí-. Entonces, ¿qué vas a hacer?
-Pensé que podría llegar a ser fabricante de sillas -respondió muy seriamente señalando
a la silla de Argo.
Lo pensé por unos momentos.
-Muy bien -dije- Nos estableceremos. Pero una cosa, Xena, si pretendes vender esas sillas...
-¿Sí?
-Quita el cuerno.
Fin