Se levanta el telón y ahí al sonar del redoble de tambores aparece vestida con sus mejores trapitos mua osease yo... "¡Hola, He regresado!" (un grito a todo pulmón)... silencio... silencio...más silencio... más silencio... un grillito... silencio... otra vez el grillito...silencio... Una mirada alrededor... más silencio... otra vez en jodido grillito... silencio... un viento de quien sabe donde jodidos y frente a mua pasa una de esas bolas secas que salen en las películas del oeste movidas por el viento... la miro hasta que desaparece... "Bha, je,je, no estuvo mal del todo, je,je,je,je" Pregunta ¿a alguien le interesará leerme? "mmmmhh, prefiero no saber la respuesta, je, je, je, je, je, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja. "¡Ya saquen a esa loca!" se escucha allá a lo lejos. "Bue, me voy... pero... Vol... veré", ja, ja, ja, ja, ja. media vuelta y salgo de escena por la derecha...

Disclaimers: Los personajes de "Xena, Gabrielle", Argo, Pérdicas, pertenecen a Reinaisse Pictures MCA/Universal, Ares y Apolo a la mitología griega ejem, todos los demás son propiedad míos, je, je, je.
Aviso: Se aceptan, comentarios, críticas y sugerencias, a la siguiente dirección antaresmx@yahoo.com.mx
Advertencia: Esta narración habla sobre temas como el incesto (no, no piensen que emparenté a Xena y a Gabrielle) y otras cosas que si no las miras con amplio criterio en verdad te vas a traumar (bueno, bueno la verdad estoy exagerando, no es para tanto) y además se ESTÁ DEACUERDO CON EL SUBTEXTO ASÍ QUE si eres menor de edad, o si crees que con esto te sentirás herido(a), asustado(a), molesto(a), bla, bla, bla, bla, bla, etc, etc, etc, mejor ni lo leas, ¡hay tanto que puedes ver por ahí en el Inter.!, ¿qué haces aquí? o anda a ver "Smallville" (que por cierto esta interesante) o a jugar play station o escuchar a Tu estación de radio favorita o que sé yo. Je, je.
Dedicatoria: Este fan fic, te lo dedico especialmente a ti lectora y lector que te tomas tu tiempo para leer lo que escribo, a todos ustedes gracias.

¡Empezamos!, ¡corre cámara! Y ¡¡Acción!!


EN BUENA COMPAÑÍA

Sheila

CAPÍTULO I
¿EN BUENA COMPAÑÍA?



La noche era cálida, las estrellas y la luna brillaban con gran intensidad, todo estaba tranquilo solo se oía el crepitar de las maderas que alimentaban el fuego de la pequeña hoguera y el sonido del agua que corría a través de un río no lejos de ahí.

Gabrielle dejó su tazón a un lado, volvió el rostro hacia el cielo contemplando las estrellas.

- Es hermoso ¿verdad? - suspiró.

- ¿Qué? - preguntó Xena mientras terminaba un último bocado.

- El cielo, las estrellas, esta sensación de paz y tranquilidad - sonrió sin dejar de mirar.

Xena se volvió para ver a Gabrielle, sonrió suavemente viendo como su bardo disfrutaba de la noche, pero la realidad la volvió a su sitio.

- Aún en noches como esta el peligro puede estar acechándonos Gabrielle - se levantó encaminándose a Argo.

- Si tienes razón - la sonrisa de Gabrielle desapareció lentamente. - Volvió el rostro para ver a Xena - Pero, a pesar de todo ¿no has disfrutado de momentos de paz como este? - preguntó la bardo con una sonrisa en sus labios.

- Bueno sí, sí los he disfrutado sobre todo estando en buena compañía - Le respondió sin voltear a verla.

La sonrisa del bardo se esfumó - "En buena compañía" - repitió para sí Gabrielle en voz muy baja.

- Te has quedado muda Gabrielle ¿te sucede algo?

- No, no, solo, solo voy a lavar todo esto.

- De acuerdo pero no tardes - le sonrió a su bardo.

- Sí, enseguida regreso. - Se encaminó hacia el río. La noche estaba tan clara que se podía ver muy bien.

"En buena compañía" - pensó Gabrielle - me pregunto - habló con voz normal - a cual compañía se habrá referido, a la de Marcus, a la de Hércules o a la mía... quizá a las tres pero en diferente forma, claro con Marcus fue pasional, con Hércules fue romántica y... conmigo... es de reírse, vaya - suspiró - cualquiera me escuchara hablar pensaría que tengo celos, de cualquier forma... yo... la disfruto tan solo estando con ella. Debo darme prisa sino me acostare tarde - dijo mientras enjuagaba un tazón.

- ¿Hablando sola Gabrielle?

- Eh! - Gabrielle volvió el rostro al escuchar la voz de Xena. - ¿Cuánto tiempo tienes aquí? - Se sonrojó.

- Acabo de llegar pero alcance a oír que murmurabas algo. - Se sentó al lado de la bardo.

- Oh si, bueno yo solo me decía que tenía que terminar esto pronto o si no dormiría tarde.

- Ah, ya veo - miró el rostro de Gabrielle examinándola con sus profundos ojos azules.

- "No, no me mires así - pensó para sí Gabrielle - porque terminarás descubriendo algo que ni yo sé lo que es".

Haciendo un gran esfuerzo Gabrielle rompió esa hipnótica mirada, juntó todo lo que había lavado, y se levantó sonriendo.

- Bien he terminado.

- Que bien - le dijo Xena sin dejar de mirarla.

La luz de la luna se reflejaba en el rostro de Gabrielle, dándole una apariencia realmente dulce y sublime por su sonrisa.

- Te ves muy linda a la luz de la luna - dijo Xena espontáneamente.

- ¿Eh? - un leve tono carmesí cubrió las mejillas del bardo. Haciendo que esta perdiera su sonrisa a causa del sorpresivo halago.

Al percatarse de la reacción de Gabrielle Xena desvió su mirada hacia la luna que se reflejaba sobre la superficie del río, he intento arreglar el error cometido, bromeándola.

- Pareciese que jamás nadie te lo hubiera dicho Gabrielle. Perdona... se me olvidaba que tan solo eres una niña, una niña muy simpática ¿sabes?. Sí eres una, una niña linda. - rió Xena sin mirar a Gabrielle, que estaba empezando a enfadarse.

- Pero que tonterías estas diciendo, ¡¿Una niña, Xena, una niña?! Que no te has dado cuenta de que he crecido. ¡Xena por los dioses estuve casada! Como se te ocurre decir que soy una niña.

La situación estaba empezando a molestar a Xena pero ella lo había provocado y ahora debía arreglarlo.

- Pues para mí lo sigues siendo. - Concluyó Xena con un gesto de molestia.

Al enfado del bardo se le sumo la tristeza.

- Una niña. - Gabrielle se fue protestando, mientras Xena se maldecía a si misma por la estupidez que había cometido, por un lado Gabrielle estuvo a punto de descubrir ese sentimiento que le había estado guardando por tanto tiempo, y por el otro había lastimado su orgullo. Jamás se perdonaría.

Gabrielle preparó su manta y se recostó sobre ella, la noche estaba tan cálida que no necesitaría cubrirse. Se encontraba más triste que molesta debido a la discusión con Xena.

- "Una niña, - pensó - eso es lo que soy para Xena, tan solo una niña," - en los ojos de Gabrielle se formaron lágrimas.

Pero a la vez evocó las primeras palabras de la guerrera "Te ves muy linda a la luz de la luna", <Te ves... muy linda... a la luz... de la luna> - repitió muy despacio en un suave murmullo.

Sí esas eran las palabras que ella había dicho, linda, pero por lo dicho, Gabrielle sabía que solamente la consideraba una niña linda, tan solo una niña.

- ¿Por que no me ve como una mujer? - se preguntó - ¿Por qué? - se sentó, cerró los ojos y apretó fuertemente los puños - Si tan solo me viera como una mujer yo podría, yo podría decirle que - un cálido sentimiento proveniente de su corazón la hizo abrir los ojos y decir - con entrecortadas palabras - La, la... A... A... MO ¡Por todos los dioses del Olimpo LA AMO! - exclamó en un fugaz suspiro. Su enojo se convirtió en una felicidad intensa por fin lo había dicho, por fin dejó de censurarle a su corazón que hablara, lo había hecho, por fin abría para sí misma la verdad oculta en su corazón.

Pero pronto esa felicidad se tornó en tristeza, sí era cierto la amaba, la amaba como jamás en su vida amo a nadie, pero de que servía si ella no le correspondía de la misma manera.

Se recostó de nueva cuenta y observó fijamente las estrellas, por un momento su mente quedo vacía, paso un rato así sin pensar en nada hasta que el sueño la venció.

Xena aun se encontraba sentada junto al río, hundida en sus pensamientos, sabia que tenía que disculparse con Gabrielle, de una u otra forma porque no soportaba estar a disgusto con ella. Miró hacia el cielo, viendo que la luna ya estaba muy alta, era hora de regresar y dormir ya mañana vería la manera de disculparse con su bardo.

Gabrielle aún dormía cuando Xena volvió decidió sentarse al lado de su bardo, Gabrielle estaba boca arriba, su respiración era suave y acompasada, el movimiento de los ojos le indicó a Xena que estaba soñando.

- Me pregunto qué estarás soñando Gabrielle - dijo en tono muy bajo como susurrándole.

Xena miró el cielo, contemplando las estrellas y la luna, realmente la noche estaba hermosa, lentamente se volvió para ver a su bardo, se inclinó hasta su oído y en un suave susurro le habló diciendo:

- La mejor compañía que he tenido, día, tarde y noche en toda mi vida ha sido la tuya Gabrielle.

Se apoyó sobre un brazo al lado de su bardo, mirándola con infinita ternura, sabiendo que Gabrielle dormía profundamente, con su dedo índice recorrió sus facciones, - "¡Dioses, que hermosa es!" - pensó Xena, pasando sus dedos por entre el rubio cabello de su bardo, ¡que suave y sedoso lo sentía! Dócilmente los retiró al darse cuenta que Gabrielle se movía entre sueños.
Xena sabía que a pesar de la noche tan cálida en la madrugada haría frío y por su puesto no permitiría que su bardo se enfermara, así que se levantó y fue por una manta, cuando regresó al lado de Gabrielle esta se encontraba acostada de lado, Xena se alegró muchísimo, ya que dormiría frente a frente con Gabrielle, le colocó la manta encima y Xena se acostó mirando el apacible rostro de su bardo hasta que el sueño la venció.

No muy lejos de ahí se encontraba un pequeño reino, no pasaba de 500 habitantes incluídos niños y viejos.

El castillo era grande con un pozo de agua clara amplio y profundo alrededor de el, poseía cuatro torres bastante altas, este castillo tenía una leyenda de amor la cual Xena y Gabrielle descubrirían muy pronto; en una de las recámaras de este castillo, un joven alto de ojos color miel, de dorados cabellos como el sol, se encontraba de pie frente a un gran ventanal admirando la noche, su cuerpo era atlético, se encontraba totalmente desnudo. Suspiró hondamente.

- Te sucede algo amado mío - preguntó desde el amplio lecho, una joven de rubios cabellos, y al igual que el joven de ojos color miel.

- No amada Scirel, solo estoy admirando la noche, esta realmente hermosa, ¿no lo crees amada mía?.

La joven se levantó completamente desnuda, se acercó a su rey y lo abrazó por la espalda.

- Oh, mi amada Scirel que haría en este mundo si ti, eres tan indispensable en mi vida - tomó la mano de Scirel y la besó.

- Al igual que tú lo eres para mí, amado Taleel - recargó su cabeza sobre la espalda de su rey.

- ¿Sabes? Amada mía, tengo el presentimiento de que mañana tendremos invitados - dio la vuelta para estar frente a ella.

- Si ese es tu presentimiento, prepararé las habitaciones de los invitados - puso sus manos alrededor del cuello de su amado, ofreciéndole su boca la cual Taleel suavemente besó. Después de unos instantes Scirel preguntó: - ¿De cuántas habitaciones debo mandar disponer?.

Mientras Taleel, volvía a besar a Scirel, le respondió: - de una tan solo... de una...

A la mañana siguiente Gabrielle, despertó temprano, estaba de frente a Xena, se veía tan tranquila en sus sueños, que no deseó molestarla, así que se levantó, intentando hacer el menor ruido posible, como Xena la había cubierto con la manta, Gabrielle estaba sudorosa.

- "Bien creo que - pensó - antes de irnos tomaré un baño" - tomó una de las mantas y se dirigió al río.

Minutos más tarde Xena despertó, se levantó, y recogió las mantas, pensó que Gabrielle debía haber ido a recoger leña, así que preparó a Argo para la marcha, una vez concluído eso, se dirigió al río. Al llegar vió que Gabrielle se encontraba bañándose, esa era una de las pocas oportunidades para ver a Gabrielle desnuda, se acercó sin hacer ruido. Gabrielle estaba de espaldas a Xena, así que pudo verle su espalda hasta su cadera ya que el resto lo cubría el agua.

- ¡¿Qué tal esta el agua?! - preguntó Xena desde la orilla.

Gabrielle se sumergió en el agua hasta el cuello y volteo rápidamente hacia donde Xena se encontraba.

- ¡Por los Dioses Xena!, me asustaste.

- Lo siento no quería asustarte. - Xena se sentó a la orilla viendo divertida a la enfadada bardo.

- Sí lo sé, descuida. - Por la mente de Gabrielle cruzó una idea. - "Muy bien - pensó - es hora de salir, veremos si al verme sigue pensando que soy una niña". - Se levantó, y se encaminó hacia la orilla, Xena al ver a Gabrielle con su cuerpo desnudo, se quedó atónita, era una visión realmente hermosa, el agua que escurría del cabello de Gabrielle resbalaba de forma exquisita a través sus firmes senos.

Haciendo un gran esfuerzo, Xena bajó la mirada como hundiéndose en sus pensamientos.

Al salir del río Gabrielle se paró enfrente de Xena, - ¿Me puedes pasar la manta por favor? - "vamos Xena mírame - pensó - mírame."

Sin mirarla Xena le pasó la manta que se encontraba junto a ella, se levantó mirándola directamente a los ojos, rápidamente le dio la espalda encaminándose al campamento.


- No tardes demasiado Gabrielle tenemos que irnos ya - dijo en un tono algo molesto.

- ¡Rayos! - dijo Gabrielle- lo eché todo a perder - se enfadó consigo misma.

- Gabrielle - dijo Xena en tono bajo - Eres tan hermosa, ¡dioses!, un poco más y no hubiera podido controlar mis ansias de besarla.

Para olvidar el incidente deicidió ir en busca de leña, Gabrielle llegó al campamento y se dispuso a preparar el desayuno, a los pocos minutos Xena regresó y encendió la fogata. Ni Xena ni Gabrielle se veían de frente, por fin después de un rato terminaron de desayunar, levantaron todo y emprendieron la marcha.

*****

CAPÍTULO II
UNA INVITACIÓN AL AMOR


Había transcurrido más de medio día, en el castillo el rey Taleel esperaba ver a sus invitados, él sabía que no tardarían, así que desde muy temprano subió a una de las torres para esperarlos, Scirel se encontraba a su lado tomada del brazo de su amado esposo y atrás de ellos estaba un joven soldado en espera de instrucciones. En la lejanía Taleel advirtió la figura de un caballo y un jinete cabalgando lentamente y a un lado se encontraba otra persona a pie.
Taleel sonrió y dijo al guardia: - manda a unos mensajeros con esta invitación y dásela a la mujer que viene montada sobre ese caballo. El guardia asentó con la cabeza y se marchó apresuradamente.

- Amado mío ¿cómo es que sabes que el jinete que viene montado es una mujer?

- Por que Apolo me concedió algunos dones después de que le ayudé a... matar... a... Aquiles - suspiró - créeme que yo no deseaba hacerlo pero... después de la muerte de Patroclo, me di cuenta de que Aquiles lo único que buscaba era estar al lado de su amado. Así que permití que Apolo trasformara mi cuerpo en el de Páris y así... yo... yo lo...

- Lo sé cariño, no tienes porque dar explicaciones, olvidas que yo conocí a Aquiles y a Patroclo, se lo fuertemente unidos que estaban - recargó la cabeza en el pecho de su amado Taleel. Si ahora te ven desde los Campos Elíseos deben estarte muy agradecidos.

- ¿En verdad lo crees amada Scirel? - la tomó delicadamente de los hombros con sus manos, en su rostro había lágrimas.

- Por supuesto que sí, amado mío, ahora sé que es lo que estas haciendo se dice que Apolo siempre da la oportunidad de pagar el mal cometido ayudando a otras personas, para que la conciencia de esa persona quede completamente limpia. En este caso - miró hacia la lejanía en la dirección del jinete - Es a ella a la que debes ayudar ¿cierto?.

- Así es querida, y lo que tengo que hacer es darle lo que ella más desea en el mundo.

- ¿Y sabes tu qué es lo que más desea? - volvió su rostro para mirar a Taleel.

- Sí, lo tiene muy cerca y a la vez muy lejos.

Scirel abrazó a su amado rey y suspiro lentamente. Mientras tanto en la llanura Xena detuvo el paso de Argo al ver a los soldados. Se volvió a ver a Gabrielle.

- Espera aquí Gabrielle veré que es lo que quieren esos tipos - le dijo seriamente al tiempo que cabalgaba hacia ellos.

- Claro seguro piensa que esta niña puede salir lastimada en caso de haber problemas - dijo en tono sarcástico - no me importa lo que me diga iré con ella.

- ¿Qué es lo que quieren? - preguntó Xena con desconfianza.

Uno de los mensajeros se abrió paso entre los soldados, bajó de su caballo encaminándose a donde se encontraba Xena quien le mira seriamente, el mensajero bajó la cabeza y le extendió la invitación, Xena la tomó y comenzó a leerla, al cabo de unos instantes Gabrielle llegó hasta donde todos se encontraban, el silencio que ahí imperaba solo era rotó por los cantos de las aves que volaban cerca de ellos. Xena le regresó la invitación del rey al mensajero.

- Dile al rey Taleel que agradezco su gesto pero no tenemos tiempo para detenernos aquí.

El mensajero la mira apenado, pero no dice nada.

- Puedo ver la invitación - Gabrielle se dirige al mensajero quien se la da, comenzó a leerla "Mis queridas visitantes, me halagaría el que me permitieran brindarles mi castillo y mi compañía durante el tiempo que estén por estos lugares, así mismo les doy la más cordial bienvenida a mis dominios sean bienvenidas en paz y por favor sírvanse disponer de una magnífica cena que organizaremos en su honor. Saludos. Rey Taleel." - los ojos de Gabrielle se llenaron de brillo al pensar en el banquete que les esperaba. - ¡Vaya esto si que es una sorpresa! - Gabrielle miró Xena con una gran sonrisa en sus labios. - Vamos a ir ¿verdad Xena?

Xena vió a su bardo tan contenta que no pudo evitar asentar con la cabeza, se volvió a ver al mensajero quien sonrió alegre.

- Dile al rey que iremos enseguida.

- Será un placer, con su permiso. El mensajero montó en su caballo, él y los soldados se marcharon apresuradamente para dar las buenas noticias al rey.

- Muy bien Gabrielle, me quieres explicar porque tanto entusiasmo - Xena desmonta parándose frente a su bardo.

- Bueno, no crees que es ¡genial! Imagina el banquete que comeremos - Gabrielle sonríe dulcemente.

- ¿Y si es una trampa? - dice Xena con tono serio.

- Bueno, no, no había pensado en ello... ¿soy una tonta cierto?, - Gabrielle baja la mirada.

- No, no lo eres, pero debes pensar con más seriedad y madurez las cosas. - Xena coloca sus manos sobre los hombros de Gabrielle.

- Lo siento Xena - una lágrima corrió por su rostro.

- No tienes porque llorar pequeña.

Xena desenfundó rápidamente su espada al escuchar esa voz. Delante de ellas se encontraba un joven montando en un magnifico caballo blanco.

- Por favor, guarda el arma vengo en paz, yo soy el rey Taleel. Y he venido en persona a ofrecerles la estancia en mi castillo como prueba de buena fe. - Desmontó de su caballo acercándose a Xena.

- ¿Y por qué habría de creerte? - Xena colocó su espada cerca de la garganta del rey.

- Porque he venido solo y no traigo armas, ni guardias y además lo que impera en mi reino es el amor y la paz. Y además... - Taleel se movió tan rápido que cuando Xena se dio cuenta, ¡era él el que la tenía con su propia espada en la garganta!, Gabrielle se quedó pasmada ante esa escena... - soy muy rápido y hábil peleando, así que si hubiera querido lastimarlas o matarlas ya lo habría hecho, pero... - le devolvió la espada a Xena... - en realidad odio la violencia, lo único que deseo es la paz.

- Es verdad - afirma Scirel que llega montada en un hermoso caballo color marfil - Él es un gran hombre.

- Amada mía ¿qué haces aquí? - Taleel ayuda a desmontar a Scirel.

- Lo lamento amado mío sé que me dijiste que esperara en el castillo pero tu sabes que si algo te ocurriera no podría vivir más. - Scirel abraza a su amado rey.

Xena y Gabrielle observan la escena extrañadas, ya no sabían ni en que pensar, primero llega una invitación inesperada, después el rey resulta mejor guerrero que Xena misma y odia la violencia, y por último se olvidan de ellas y el rey y su acompañante se encierran en ellos mismos.

- Bueno ya fue suficiente ¿me pueden explicar que es lo que esta ocurriendo aquí? - Xena se acerca a los jóvenes esposos. Gabrielle la acompaña.

- Es verdad lo olvidaba, disculpa Xena - dijo el rey Taleel tomado de la mano de su bella reina. - Primero les presentaré a mi hermosa y amada esposa Scirel.

- Mucho gusto, mi nombre es Gabrielle - sonríe y voltea a mirar a Xena, quien con una ceja levantada también saluda.

- Encantada, ahora por favor ¿quieren explicarme todo esto? - Xena guarda su espada.

- Si por supuesto pero vayamos al castillo y en el camino les explicaré.

Todos montan y se encaminan hacia el castillo, Gabrielle disfruta el hecho de abrazarse a la cintura de su guerrera, a la vez no puede evitar ver que tanto Scirel como Taleel se miran de una forma que en verdad derraman miel, cada uno va montado en su respectivo caballo sin embargo van tomados de la mano, a Xena le parece que va a enfermarse de tanta cursilería.
Gabrielle sintió ganas de que Xena por una sola vez en la vida la mirará de aquella forma, sin darse cuenta apretó aún más la cintura de Xena y recargó su cabeza en la espalda de su amada guerrera. Xena al sentir el gesto de Gabrielle miró por encima de su hombro y le dijo a su bardo:

- ¿Te sientes bien?

- ¿He? - Gabrielle se incorpora un poco sonrojada - Sí, sí, no ha sido nada es solo que ya sabes lo que siento en cuanto a lo que se refiere a montar. Si no te molesta me gustaría caminar.

- No por supuesto que no me molesta te ayudó a bajar. - Xena detiene a Argo, se baja rápidamente toma a Gabrielle de la cintura y la baja suavemente deleitándose con el aroma de la bardo, una vez abajo Gabrielle, Xena montó, dirigiendo la mirada al frente de nuevo. - "¡Maldición! - pensó - soy una tonta, yo y mi bocota, sentí tan bien el cuerpo de mi bardo recargado a mi espalda y tenia que preguntarle <¿Te sientes Bien?>"

- "¡Tonta! - pensó Gabrielle - te dejaste llevar por el momento y en lugar de quedarte con la boca cerrada tenias que decir, <si no te molesta me gustaría caminar>, y con lo que me duelen los pies."

- Y dime rey Taleel porque tanta hospitalidad, para con unas desconocidas como nosotras - pregunta Xena mirando fijamente a los ojos del rey.

- No eres una desconocida Xena, tu y tú amiga se han ganado una buena reputación a lo largo de las aldeas y los reinos por los cuales han pasado, se que eres gente de bien y por eso te invito a mi castillo.

- Es visible que se aman mucho su majestad - dijo Gabrielle para cambiar de tema.

Taleel mira a Gabrielle con una sonrisa en sus labios.

- ¿Tanto se nos nota? - Taleel sonrió amigablemente.

- Bueno, sí, así es. - Gabrielle se sonrojó un poco, pensó que había sido muy atrevida al hacer ese tipo de observaciones.

- Me alegro que lo notes - dice con una sonrisa en sus labios Scirel - ¿sabes? Amo a mi rey con toda el alma. Dime ¿alguna vez has estado enamorada?

- Bueno sí, sí lo est... - Gabrielle volvió su rostro para ver a Xena y midió sus palabras, corrigió - quiero decir que sí, si lo estuve una vez. - Gabrielle bajó su mirada y ya no dijo nada más.

- No cabe duda de que el amor es lo más bello y terrible que existe en este mundo, pero ¿quién no querría estar enamorado? - dice Taleel, mientras llegaban al puente del castillo.

Entraron y desmontaron, Taleel le hizo señas a unos mozos, los cuales se acercaron y tomaron las riendas de los caballos para conducirlos a las caballerizas reales.

- Denle un buen y refrescante baño a la yegua de nuestra invitada y también denle el mejor forraje que tengamos, quiero que este bien atendida, ¿entendieron?.

- Por supuesto mi rey - dijeron al unísono los mozos.

Taleel sonrió satisfecho y encaminó a Xena y Gabrielle hacia el castillo.
Una vez dentro del mismo, Taleel pidió a su reina que les indicara sus habitaciones. Mientras él iría a ver como iban las preparaciones para el banquete.

- Su esposo es muy amable, reina Scirel - dijo Gabrielle mientras Scirel las guiaba por los distintos y adornados pasillos para indicarles su respectiva habitación.

- Así es Taleel, es uno de los hombres más buenos del mundo, ya lo conocerán - Scirel sonrió a ambas mujeres.

- Demasiado bueno para ser cierto. - dijo Xena con recelo.

- Ya verán que mi hermano es sincero.

- ¿¡SU HERMANO!? - Gabrielle le miró con los ojos muy abiertos.

Scirel, volvió el rostro para verla, sonrió amigablemente y asintió con la cabeza.

- Bien hemos llegado esta será su habitación, la reina abrió la puerta Xena y Gabrielle se quedaron maravilladas con la visión que se les presentaba, el lecho era amplio y adornado con bellas sábanas de seda de color azul, había un gran espejo de plata en la parte derecha de la habitación, un gran ventanal estaba situado justo al lado del lecho, sus gruesas cortinas color rojo escarlata estaban amarradas hacia los lados dejando ver el cielo y las nubes, había un guardarropa enorme, una mesa de caoba finamente acabada, dos sillas talladas en madera de caoba y pergaminos sobre la misma, un taburete blanco con dos toallas y batas de baño de color azul oscuro, las paredes de la habitación estaban adornadas con diferentes pinturas de paisajes realmente hermosos, cascadas, montañas, ríos, el mar, en fin era todo un deleite a la vista, pequeños jarrones y floreros estaban puestos en las cómodas.

- Siéntanse como en casa. Si desean tomar un baño, ya esta preparado, esta tras la puerta de lado izquierdo. Las dejaré para que descansen nos veremos en el comedor a las siete.

- Gracias reina Scirel - dijo Gabrielle, sin dejar de mirar la habitación.

- Solo llámenme Scirel, ¿de acuerdo?

- Sí, claro - Gabrielle sonrió emocionada.

Scirel se retiró dejando a Xena y Gabrielle a solas, amabas se miraron y no pudieron evitar sonreirse la una a la otra, muy bien ahí estaba Gabrielle sonriendo, era el momento oportuno para disculparse con su bella bardo, Xena tomó fuerzas y...

- Gabrielle, yo... yo... "porque me cuesta tanto trabajo" - pensó - bueno solo quería decirte que en realidad no creo que seas una niña, solo estaba bromeando, espero que puedas disculparme.

- "Que bien en realidad no piensa que soy una niña tal vez... solo tal vez ahora si pueda decirle que yo..." - pensó - Yo también te pido que me disculpes - dijo Gabrielle - no tenía porque molestarme tanto. Y bien ¿quién se bañará primero?

- Puedes bañarte primero Gabrielle, yo mientras descansaré un poco.

A la bardo la idea no pareció agradarle mucho, esperaba un "bañémonos juntas o algo así" pero sencillamente sabía que eso no ocurriría, al menos no en ese momento, sin embargo no puso objeción alguna.

- Bien de acuerdo, no me tardaré demasiado - dijo Gabrielle encaminándose al baño.

Mientras Xena se dirigió al ventanal y fijó la vista en el cielo, la tarde era realmente hermosa, tendrían buen tiempo de descansar, comerían bien, sin embargo, había algo en el rey Taleel, que no le agradaba, tanta hospitalidad, ¿a cambio de qué?. Se preguntaba una y otra vez Xena.

En el baño, sumergida hasta la cuello Gabrielle, pensaba en Xena, en su cuerpo, en su rostro, en sus fuertes brazos, en sus bien torneados muslos...

- Aaahhh, mi hermosa guerrera, ¿por qué no puedo decirte sencillamente que te amo?, ¿Por qué el amor tiene que ser de esta manera?, si tan solo pudiera tenerte entre mis brazos, si tan solo pudiera besarte y acariciarte... si me tomaras entre tus brazos, y me brindaras esa boca tan tuya que tanto me gusta... - instintivamente Gabrielle bajó su mano hasta acariciarse el centro de todos sus placeres, de forma lenta, suave, fijando en su mente todo ese ser llamado Xena que le arrebataba el alma y el corazón, se imaginaba a Xena poseyéndola, amándola con pasión y entrega, era toda una revelación el sentir esas sensaciones, lenta y suavemente una y otra vez la bardo se acarició, hasta que alcanzó el punto máximo y su cuerpo se relajó, su respiración agitada...

Poco después Gabrielle sale del baño envuelta en una toalla, se percató de que Xena no se encontraba.

- Que extraño dijo que descansaría - dijo la bardo con voz normal.

No había terminado de decir esto cuando Xena entró al cuarto.

- Hola Gabrielle ¿disfrutaste el baño? - Xena le miró de soslayo.

- Sssí, sí, estuvo bien - al ver a Xena la bardo se ruborizó debido a su anterior fantasía, solo esperaba que Xena no lo notara.

- Debe estar bastante caliente puesto que estas muy sonrojada - le miró levantando una ceja.

- ¿He?, "Dioses lo noto" - pensó la bardo - si esta, esta un poco caliente ¿sabes?.

- Mmmh, pues que bien porque quiero relajarme un rato - dicho esto se dirige al baño, toma una de las toallas y se encierra.

- Gabrielle es hora de que dejes a un lado tus fantasías es obvio que Xena jamás te amará - se dijo para si misma la bardo, lanzando un profundo suspiro.

En el baño Xena se preguntaba el por qué del sonrojo de su bardo si el agua estaba tibia, se olvidó pronto de eso y se preguntó porque esta invitación, es cierto que se había ganado una buena reputación pero... había algo que no terminaba de gustarle de todo ese asunto. En fin ¿por qué no relajarse un poco?, de cualquier manera si surgieran problemas, los tendría que resolver... y ya vería la forma de salir bien librada de esto, pues no quería que a su bardo le pasará nada. Su mente se dirigió de nuevo a ese ser que le doblegaba el alma por entero, su pequeña bardo, aun no entendía como esa pequeña rubiecita le arrebataba el alma y el corazón.

- Si tan solo supiera que me amas Gabrielle, si tan solo tuviera la certeza de que me amas... - suspira - ya esta bien de fantasear ella jamás me amaría, debería darme vergüenza pensar esto, bueno no es raro que dos mujeres o dos hombres se amen pero me pregunto si Gabrielle... ¡¡aaahhh!!, que estoy diciendo creo que ya hubiera notado algo de ser así.

Trato de olvidarse de todo y relajarse un poco, pero no podía hacerlo, del otro lado de la puerta se encontraba Gabrielle recién bañada, con su cuerpo fresco, su cabello húmedo, su piel suave y tersa, sus senos...

- Suficiente ni el baño puede hacerme sentir mejor - rápidamente se baña y sale de ahí envuelta en la toalla, al salir advirtió demasiado silencio, se acerca a vestirse con la bata y su mirada se posa en el lecho, vio a su bardo dormitando su cuerpo cubierto con la bata le permitía ver sus piernas y parte de sus senos, no cabía duda ella era lo que más adoraba en el mundo.

Se dejó llevar por un impulso, se arrodilló junto a ella y le dió un suave beso en los labios, un par de gotas de agua provenientes de su cabello cayeron en la mejilla de Gabrielle, lo que hizo que esta despertara lentamente, Xena se incorporó rápidamente y se volvió de espaldas a ella fingiendo ver por la ventana algo a lo lejos.

- Xena, ¿que tal el baño?

- Bien... relajante - le dice sin voltear a verla.

- Que bien, - dijo sin mucho ánimo la bardo. Tocándose la mejilla sintiendo la humedad del agua - ¿sabes? Pensé en entrar por mi ropa pero no quise molestarte.

- ¿Tu ropa? - Xena se vuelve para mirarla - no la vi ahí.

- ¿Qué?, no es posible, la dejé junto a la bañera.

- Te digo la verdad ahí no hay nada tan solo mi ropa.

- Déjame ir a ver.- Gabrielle se levantó y se dirigió al baño, Xena le siguió.

Al entrar ambas mujeres se dieron cuenta de que en verdad no había nada ni la ropa de Gabrielle ni la de Xena lo único que habían dejado era la espada, el chakram de Xena y un pergamino, Gabrielle lo leyó.

- "Mis sirvientes se han llevado sus ropas con el fin de lavarlas espero no les moleste, mientras pueden disponer de la ropa que se encuentra en el guardarropa, espero que sea de su agrado, saludos reina Scirel." - bueno al menos te han dejado las armas ¿no? - Gabrielle se volvió a ver a Xena, quien no estaba tan contenta.

- Maldición - masculló Xena entre dientes.

- Anda no te molestes tanto, ven veamos que es lo que la reina a dispuesto para nosotras - Gabrielle toma de la mano a Xena la cual ante ese gesto se doblegó y siguió a su pequeña bardo.

Gabrielle abrió el guardarropa y se quedó admirada de ver tantos vestidos tan hermosos.

- ¡Mira!, no te parecen hermosos - dice al tiempo que toma uno y se lo coloca por delante para que Xena lo vea.

- Sí es hermoso - dice Xena sonriente - "aunque más hermosa eres tu pequeña" - piensa para si la gran guerrera.

- Xena...

- Mmm.

- Puedo probármelos.

- Claro, miraré a través de la ventana mientras te los pruebas... no puedo salir así ¿sabes? - le guiña un ojo a su bardo y se levanta.

- Oye, no... no es necesario que mires por la ventana, llevamos ya bastante tiempo juntas como para apenarnos ¿no crees? - le dice mientras sonríe levemente.

- "Sí" - piensa Xena - "me conformo con verte... eso es todo lo que pido, je, bueno por ahora" - bien como quieras - dice la guerrera mientras toma asiento de nuevo.

Gabrielle se despoja de su bata dejando al desnudo su cuerpo, Xena queda embobada ante ese espectáculo pero no deja que eso se le note, Gabrielle esta levemente sonrojada, se coloca el primer vestido y se voltea a mirar a su guerrera.

- ¿Y bien? - extiende sus brazos en forma de cruz.

- Te ves preciosa - Xena le sonríe.

- "Preciosa" - repite para sí Gabrielle en su pensamiento - ¿en verdad lo crees?

- Por supuesto.

Gabrielle voltea y se dispone a tomar otro, así pasan buen rato de la tarde Xena no se cansa de ver la belleza de su bardo, esa pequeña que le devora el alma con sus miradas, con sus sonrisas, con su alegría, ella es todo para sí, y sabe que no dudaría en dar su vida por ella. Por fin Gabrielle termina de probarse todos los vestidos que había a su medida, y decide quedarse con uno de color verde claro, que le va muy bien con sus preciosos ojos, y ahora es el tuno de Xena, pero...

- Bien Xena es tu turno.

- ¿Mi turno? - le mira un poco recelosa.

- Anda, veamos cual te va mejor.

- No podría simplemente ponerme cualquiera y ya.

- No, por supuesto que no, debes verte presentable ante nuestros anfitriones.

- Yo no les pedí que nos invitaran.

- Anda Xena ¿sí?... - la bardo le mira de esa forma ante la cual la recia guerrera no puede resistirse.

- De acuerdo - dice no sin antes suspirar - muy bien veamos ¿qué te parece este?...

Es casi la hora de cenar cuando por fin Gabrielle escoge el atuendo ideal para su guerrera, un hermoso vestido color rojo, el cual le sienta de maravilla, que le entalla a la cintura perfectamente y tiene un escote ideal según Gabrielle.

- Xena no falta mucho para cenar te parece bien si te peino... le dice Gabrielle.

Xena le mira alzando una ceja, ante lo cual la bardo agrega rápidamente.

- Bueno, eso es solo si tu quieres.

- Mmm, sí ¿por qué no?.

- Bien, - Gabrielle sonríe y empieza.

*****

CAPÍTULO III
UNA BELLA HISTORIA DE AMOR


Al poco rato, un mozo tocó a la puerta indicándoles a las invitadas que la mesa ya estaba servida, ambas salieron, realmente se veían preciosas. Un sirviente las guió hasta el comedor real, ahí las esperaba el rey Taleel y su bellísima esposa la reina Scirel. El rey se adelantó y besó la mano de ambas mujeres, gesto ante el cual Xena se incomodó.

- Adelante, tomen asiento, la cena se servirá enseguida - el rey Taleel se sentó después de que sus invitadas lo hicieran, en verdad era todo un caballero.

- Le agradecemos mucho su amabilidad para con nosotras - dijo Gabrielle.

- No ha sido nada mis queridas amigas, espero que hayan disfrutado de todo hasta el momento.

- Sí, así ha sido - dijo Xena cortésmente.

- Bien entonces, cenemos - el rey hizo señales con su mano y al instante los sirvientes aparecieron trayendo consigo una gama de platillos ante los cuales Gabrielle sonrió con satisfacción.

A mitad de la cena pasó por la mente de Gabrielle, el comentario de la reina Scirel mientras las llevaba a su habitación. Y como es natural no pudo dejar de preguntar por ese asunto.

- Disculpe reina Scirel, de lo que nos comentó esta tarde... bueno... Mmm, usted, y el rey son... ¿son hermanos?...

Xena le dió un ligero pisotón a la bardo, la cual se sonrojó.

- Disculpen la impertinencia de Gabrielle es algo natural en ella - les dijo a los reyes.

- ¡Oye! - le dice Gabrielle molesta.

Ante la escena ambos reyes ríen.

- Bueno Gabrielle antes de nada, dime solamente Scirel, y sí mi rey y yo somos hermanos. - Scierl miró tiernamente a Taleel.

- A mí parecer, mi estimada Gabrielle a ti te gustan las historias, ¿verdad?

- Sí, - dice la bardo absorta en las palabras de Taleel.

- Bueno te contaré la nuestra, todo empezó hace ya varios inviernos cuando Scirel y yo aún no nacíamos, mi padre era un rey conocido por ser cruel y despiadado, subyugaba al pueblo de una manera terrible, nuestro abuelo había hecho un pequeño templo a la diosa Afrodita, ya que él también amaba la paz y el amor así como nosotros, pero nuestro padre, hizo demoler el templo y abatir todas esas "tonterías", como el llamaba a la paz y al amor, fue entonces cuando un día Afrodita se le apareció en sueños a mi padre y le dijo que le castigaría por haberse atrevido a destruir su templo, con lo que a él más le doliera, ante las palabras de la diosa nuestro padre se rió y dijo que nada de lo que hiciera podría causarle dolor... pero estaba equivocado, ya que al nacer nosotros nuestra madre murió y sé que mi padre le amaba con todas sus fuerzas, por todo esto el alma de nuestro padre se endureció haciéndolo aun más terrible de lo que era, fue así como Afrodita lo volvió a castigar enviando a su hijo Cupido a nosotros haciendo que este nos flechara a ambos haciendo que creciera un amor puro y pasional entre nosotros, de tal manera que poco después de que tomamos conciencia nos enamoramos de una manera total, fue así que nuestro padre al darse cuanta de nuestro amor incestuoso, nos escupió en la cara y se desgarró las vestiduras ante el nuevo dolor que se le presentaba, ya que nos amaba con todo su ser y yo por el flechazo de Cupido y un hechizo de Afrodita odie la violencia y solo hablaba de paz lo cual enfureció a nuestro padre decidiendo entonces matarme y dejar viva solamente a mi hermana que era la viva imagen de mi madre, así entonces sus guardias me llevaron al bosque se disponían a matarme cuando Afrodita apareció ante mí y me salvó de mis verdugos, de nuevo se presentó la diosa frente a mi padre y le dijo que el hechizo se terminaría el día en que el construyera de nuevo su templo con sus propias manos y sin ayuda de nadie, mi padre arrepentido hizo tal como Afrodita dijo y al terminar la diosa se le aparecio y dijo que cumpliría su palabra, la diosa se presentó ante nosotros y rompió el hechizo, pero... a pesar de todo mi adorada hermana y yo seguimos Perdidamente Enamorados. Ambos nos dimos cuenta del dolor que le causaríamos a nuestro padre si seguíamos profesándonos el amor que sentíamos... así que fingimos no sentir nada el uno por el otro más que el amor de hermanos que corresponde... así fue que después de varios años de encontrarnos a escondidas un día mi padre nos descubrió, con un sin fin de mentiras logramos hacer que nos creyera, diciendo que mi hermana me consultaba acerca del príncipe Solka, ya que había quedado prendada de este el día del baile en honor al heroísmo de mi padre, de esta manera a mi padre se le ocurrió que la unión del príncipe Solka y mi hermana engrandecerían su reino, feliz por la noticia mi padre buscó pareja para mí, de tal manera que me comprometió con la princesa Roda, con lo cual nuestro Reino se vería grandemente enriquecido. Mi hermana y yo aceptamos lo impuesto por mi padre y se fijó el día de la boda, ambos nos casaríamos en la misma fecha, en ese momento queríamos morirnos los dos y concordamos que nos mataríamos un día antes de la boda ya que juramos desde niños que yo no sería de otra mujer nunca jamás y ella tampoco sería de otro más que mía, pero ocurrió que una semana antes de la boda, nuestro padre fue herido en un entrenamiento de combate y murió a causa del golpe recibido en su cabeza, así que yo fui nombrado ese mismo día Rey. Como mi padre había hecho ya el formal arreglo de nuestra boda y era imposible cancelarla se me ocurrió invitar a nuestras futuras parejas para tratar de disuadirlos de la boda; el día de nuestra entrevista llegó, todos estábamos reunidos en este lugar, debo decir que la princesa Roda estaba enamorada de mí, sin embargo algo muy especial sucedió esa noche, les explicamos a nuestros invitados la situación y por supuesto se ofendieron, pero el príncipe Solka dijo lo siguiente.

- Embustero, traidor, como osas romper el corazón de la hermosa princesa Roda de esa manera! - el príncipe Solka desenfundó su espada apuntándola hacia mí - si eres Rey y hombre de palabra bátete en duelo conmigo, porque jamás permitiría que esta bella princesa adorada por mi corazón desde hace ya muchos años fuera a caer en tus sucias e incestuosas manos.

- Al parecer las palabras del príncipe Solka borraron el amor que la princesa Roda decía sentir por mí, porque al instante se levantó y abrazó a Solka, el príncipe lloró ante esa muestra de amor y ambos se volvieron hacía nosotros, el príncipe Solka me dijo: - Rey Taleel, te ruego que rompas con nuestros compromisos ya que yo no amo a tu hermana y mi hermosa princesa Roda no te ama a ti, si temes no tener apoyo de nosotros al momento de romper con nuestro compromiso, yo te digo no temas siempre contaras con nuestra amistad y fuerza por sí alguien se atreviera a invadir tu reino, si no aceptas, te repito bátete a duelo conmigo porque jamás permitiré que este sol que tengo al lado mío sea de nadie más, solo mía ¿qué respondes Rey Taleel?.

- Solo diré que bendigo vuestra unión y vayáis en paz, que nosotros seremos felices viéndolos felices a ustedes y siempre contaran con nuestra amistad, hermano Solka y hermana Roda. Así fue que el día de la boda desposé a mi hermosa hermana e instauré la paz y la felicidad en mi Reino, Solka y Roda son amigos nuestros y somos felices y solo una cosa más me hará feliz, pero eso es algo que por el momento no me concierne hablar.

Gabrielle, estuvo atenta a cada una de las palabras del rey Taleel, al terminar, aún seguía meditando sobre todo lo dicho.

- Vaya rey Taleel por lo visto has logrado distraer a Gabrielle con tu historia, nunca la había visto tan callada.

- ¿Ah sí?, pues me alegro que le haya gustado.

- Rey Taleel a ese "algo más para ser feliz" que mencionó ¿se refería a un hijo? - preguntó Gabrielle con curiosidad.

- No, pequeña, esa felicidad llegó cinco años atrás, y se llaman Tarel y Scieel y al parecer nuestros hijos tienen la misma fascinación el uno por el otro, así como nosotros cuando niños y eso nos enorgullece y esperamos que sean tan felices como lo somos nosotros. ¿No es verdad amada mía?

- Así es adorado hermano.

- Bien es suficiente de historias ¿qué tal si disfrutamos del postre? - dice sonriente Taleel.

- Sí, creo que es una magnífica idea - dijo Gabrielle ansiosa.

Después de cenar el rey y la reina acompañaron a sus invitadas a su habitación, tras desearse buenas noches Xena y Gabrielle entraron en su habitación.

- ¡Ah! - suspiró Gabrielle - ¿no te pareció una historia muy romántica Xena?

- Mmm, sí claro romántica - dice Xena sin demasiado interés.

- ¡Oh vamos! ¿En verdad no te ha parecido una historia bellísima? - le recalca la bardo.

- Sí claro, que te parece si ahora tratamos de descansar un poco.

- ¡Vaya! eres muy poco romántica ¿sabes? - le dice Gabrielle a Xena mientras esta se desviste.

- Aja - le dice Xena sin prestarle mucho interés.

- Creo que tomaré un baño antes de acostarme - le dice Gabrielle.

- De acuerdo, yo me acostaré de una vez.

Y dicho esto Gabrielle se dirigió al baño y Xena se acostó.

- ¡Vaya, es que en verdad creo que Xena no ama a nadie! - exclama Gabrielle un tanto enfadada, mientras se mete al agua que esta en su punto - me pregunto si alguna vez se habrá enamorado realmente, por supuesto que si Gabrielita, es que acaso no recuerdas al estúpido de Marcus, o al gran Hércules - se dice sarcásticamente - si tan solo me amara a mí, si tan solo... me amara, hey Gabrielle claro que TE AMA, por supuesto que Te Ama... como a una HERMANA... ¡como a una hermana!... ¡pues si fuera mi hermana no me importaría vivir en incesto con ella!... ¡joder, joder, joder! - se molesta en gran manera - bien, bien, mi querida guerrera pues si no me amas ¡Yo ya NO te AMARÉ MAS, así me cueste la vida, juro que te dejaré de amar y si no puedo hacerlo me largaré de tu lado de una vez por todas porque ya estoy hasta el cuerno de todo esto! - concluyó, sumergiéndose en el agua.

Mientras la joven bardo se deshacía de coraje, Xena cavilaba sobre las palabras dichas por su pequeño ángel de luz.

- ¿Poco romántica?... Sí... tal vez así soy... pero... bueno que más da - Xena pasó su mano por entre su hermoso cabello, fijó la mirada al techo, por un momento su mente quedó vacía de todo pensamiento.

En el baño Gabrielle pensaba solamente en Xena, en sus manos que en varias ocasiones le habían salvado de la muerte o de salir mal herida, en sus brazos que le habían rodeado tantas veces cuando se sentía triste o asustada, en su mirada... esa mirada que la enloquecía, donde podría perderse una y mil veces, sí, ella era todo un acontecimiento en su vida, la había sacado de un sueño, para traerla a una realidad, que en ocasiones a pesar de ser bastante dolorosa encontraba en ella la felicidad que solo se podría esperar de estar junto a la persona que se ama.

- Xena... - dijo Gabrielle casi en un suspiro.

Al salir de la tina, el agua corre por su cuerpo en una suave caricia, sale del cuarto de baño con la firme decisión de olvidar a su princesa, sí ahí esta ella su rostro apacible denota un profundo y descansado sueño, le mira una y otra vez y al sentir como el amor se le escapa del pecho decide olvidarla a como de lugar... pero... esa noche... esa noche... la pasaría con ella... dormiría por última vez al lado de su eterno amor, y al recordar su promesa de olvidarla ni ella misma sabía si podría conseguirlo.

*****

CAPÍTULO IV
DE ENCUENTROS Y CELOS


La mañana esta preciosa los pájaros cantan, todos en el castillo ya están laborando como de costumbre se siente un ambiente casi perfecto, Xena se ha levantado desde muy temprano, aun antes de que el sol saliera y Gabrielle apenas despierta de su quinto sueño.

- ¿Xena?... pregunta la bardo sin recibir contestación alguna - ¡vaya! el sol ya esta un poco alto me pregunto qué hora será. Bien mejor me visto y bajo a ver donde anda mi Princesa Guerrera... NO... solo veré donde esta Xena mi mejor... amiga... - se dice resignada la joven bardo.

Mientras tanto Xena se encontraba practicando, le había desagradado excesivamente el hecho de que el rey le hubiese puesto su propia espada en la garganta.

- ¡Rayos! creo ser la mejor y un rey odia violencia es capaz de ponerme a raya con mi propia espada, ¡Maldición!, no quiero pensar siquiera en lo que le hubiera podido pasar a Gabrielle en caso de que este tipo me hubiese matado - una y otra vez Xena se recriminaba, sabía que si algo le hubiera pasado a su pequeño ángel ella jamás se lo perdonaría.

- Hola Xena

- ¿He? - Xena aterrizó de su salto mortal.

- Te ves muy bien, me preguntaba si querrías entrenar conmigo.

- Por supuesto... rey Taleel. - dice Xena levantando su ceja.

- Muy bien empecemos.

El sonido de las espadas se escuchaba en un suave eco, Gabrielle escuchó el grito de batalla de su guerrera y se dirigió a toda velocidad al lado de su guerrera amiga. La bardo se detuvo junto a un árbol de manzanas, al ver a Xena atacando al rey tan bravamente pensó que algo andaba mal así que dio unos cuantos pasos en dirección de ella, más sin embargo una mano colocada sobre su hombro le detuvo.

- Scirel ¿qué es lo que sucede? - le preguntó una confundida Gabrielle.

- Descuida solo están practicando.

- ¿Practicando? - Gabrielle puso cara de incrédula - pero si esta peleando como si lo hiciera con nuestros enemigos.

- Lo sé, pero Taleel es un gran guerrero ¿sabes?, por ello no me preocupa la seguridad de nuestro reino.

- ¡Vaya!, en verdad Xena esta sudando como nunca - sonrió levemente Gabrielle.

- Es muy hermosa.

- Sí, tanto como los Campos Elíseos - Gabrielle mira a su guerrera con tanto amor que la reina lo nota enseguida.

- Parece ser que le quieres mucho ¿verdad? - le interroga Scirel.

- Sssí, claro... somos... las mejores... amigas - dice con resignación.

- ¿Sabes?, hoy por la tarde nos visitará un amigo nuestro su nombre es Vador, es el príncipe de la comarca de Garella, ¿qué te parece si los presento? - le dice sonriente Scirel.

- Yo, no, no sé... - mira de nuevo a su guerrera y se da cuanta de la realidad de las cosas - sí creo que sería buena idea que me lo presentara. - dice sin mucho ánimo.

- Perfecto, hoy al medio día lo conocerás. Me retiro tengo que ver que ya este lista la habitación del príncipe.

- Sí. - Gabrielle se sienta sobre el mullido pasto y observa la pelea entre el rey y Xena.

En realidad Taleel es un gran guerrero, tiene mucha agilidad esquiva cada golpe de Xena, en todo el rato que Gabrielle observa, Xena no lo ha tocado ni una sola vez, Gabrielle mira divertida a una esforzada Xena que trata por todos los medios de asestar un buen golpe, Taleel también es un caballero ya que solo toca ligeramente el cuerpo de la valerosa guerrera claro que eso solo logra disgustar más a Xena, por fin después de un buen rato el rey finaliza la pelea al desviar el chakram de Xena justo a un lado en una de las paredes de la muralla y coloca la punta de su espada justo en la garganta de una enfadada Xena.

- Demonios - masculla Xena.

- Vamos es solo un juego no tienes porque...

- ¡Al demonio con eso! - le interrumpe Xena no dejándolo terminar, camina en dirección a Gabrielle.

- Oye Xena.

- ¡¿Qué Gabrielle?! - le lanza una mirada terriblemente enfadada.

- No, no es nada - le dice la bardo quitándose de su camino.

Xena continúa caminando dejando a una Gabrielle pasmada ante su comportamiento.

- "¿Y aún pensabas que había una ligera esperanza?, que tonta soy" - piensa para si la bardo mirando como se aleja su "amiga".

- ¿Por qué ese semblante tan triste, Gabrielle? - le pregunta Taleel al tiempo que coloca su mano sobre el hombro de la bardo.

- No es nada Su majestad.

- Anda, no estés triste, además dime solamente Taleel ¿de acuerdo?

- Sí, gracias - la bardo levanta el rostro para verlo.

- ¿Hay algo que pueda hacer por ti para mitigar tu tristeza? - le sonríe Taleel.

Gabrielle mira de nuevo en dirección de Xena, baja la vista.

- No Taleel, creo que no hay nada que puedas hacer, pero... tal vez... - dice la bardo pensativa.

- Dime.

- Me gustaría ocupar otra habitación si es que se puede.

- Si eso es lo que deseas, te lo concederé, ¿estas segura de ello? - le interroga seriamente el rey.

- Sí, estoy... segura - dice Gabrielle mirando a Xena que da vuelta en una de las esquinas del castillo.

Pasada la media tarde Xena se encuentra meditando acerca del comportamiento que tuvo para con su amiga.

- Maldición, ¿por qué no me controlé?, Gabrielle lo siento tanto, debo disculparme con ella - se dice asimisma mientras sale de la habitación para ir a buscarla.

En el jardín Gabrielle tiene una muy amena platica con un joven.

- Vaya entonces si que han pasado por varias aventuras juntas - le dice Vador.

- Sí, ya ha pasado algún tiempo.

- Sí, es increíble, has pasado de ser una niña a una hermosa mujer.

- ¿Lo dices en serio? - le pregunta Gabrielle sonriéndole.

- Por supuesto, además de que no puedo creer que nos hayamos encontrado una vez más.

- Si recuerdo que la última vez que te vi me habías lanzado al lago por que besé a Pérdicas y no a ti.

- Je, je, este... ¿si?... yo... me creerás que no lo recuerdo muy bien, je, je - el joven sonríe muy apenado.

- Descuida, mira que ya no importa además éramos unos niños - dice Gabrielle suspirando.

- Es cierto a propósito ¿qué pasó con Pérdicas?

- Él murió al día siguiente de que nos casamos.

- ¡¿Qué?!, ¿Tu?, ¿Él?, ¡¿Los dos?!, Pero... pero... ¿si te fuiste con Xena como fue que te casaste con él? - el joven abrió enormemente los ojos.

- Fue en Atenas nos volvimos a encontrar, me propuso matrimonio y yo acepté y al día siguiente lo asesinaron.

- Lo lamento lo has de extrañar todavía, perdona si te traje recuerdos dolorosos.

- Eso ya no importa, sé que nunca lo olvidaré pero... ya no es igual que antes.

- Quieres decir ¿qué lo has superado?.

- Sí, Xena... Xena me enseñó a superarlo, creo que no lo hubiera logrado sin ella.

- Ya veo, esa mujer te ha ayudado bastante ¿cierto?.

- Sí, bastante - repitió Gabrielle en un suave murmullo.

- Y ¿por qué no le dices que la amas?

Gabrielle abrió enormemente los ojos, apenas si podía dar crédito a lo que Vador le había dicho.

- ¿Cómo, cómo es que tu sabes? - dice Gabrielle sorprendida.

- Por favor Gabrielle en todo el rato que hemos estado juntos lo único que has dicho, es Xena esto, Xena aquello, una vez Xena hizo tal cosa, me acuerdo cuando Xena me salvó, ya te dije de cuando Xena... uff... si no estas enamorada de ella entonces no se que tienes con esa mujer - le dice sonriéndole, de pronto - aaahh!!!!, pero recordando aquella vez que te lancé al río fue porque Pérdicas hizo trampa y tu no me creíste y por eso lo besaste a él, ¿lo recuerdas?

- ¿En serio? - le pregunta Gabrielle pensativa.

- Claro, recuérdalo.

- Vaya, es cierto, él me dijo años después que te hizo trampa para que yo lo besara. Je, bueno pero de eso hace ya varios años - dice Gabrielle distraídamente.

- Pues yo...

Rápidamente toma entre sus brazos a Gabrielle y le besa, a unos metros de ahí Xena se queda pasmada al ver a su bardo en brazos de un desconocido y no sabe que hacer, Vador se da cuenta de ello, deja de besar a Gabrielle que se encuentra estupefacta por la reacción de su amigo de la infancia, antes de que Gabrielle le dé sonora bofetada, Vador le dice al oído.

- Esa mujer... Te voy a dar a tu guerrera Gabrielle ya lo veras ahora mismo esta delante mío, espera, espera no voltees, se ha quedado fría, te aseguro que te ama, tu solo sígueme el juego y será tuya.

Gabrielle no dice palabra alguna, el solo hecho de que Xena la hay visto besarse con Vador, le heló la sangre. Xena por su parte se retira del lugar, a paso veloz.

- Bien ya se ha ido - le dice contento Vador - uuuppppsssss, auch... ¿por qué has hecho eso? - le pregunta tocándose la mejilla.

- Bien te lo mereces... ¿Estas loco, como se te ocurre? ¿Ahora que va a pensar de mí? ¿Cómo le explico? - Gabrielle lucía preocupada - bien no, no fue nada fue solo un beso creo que se lo puedo explicar.

- Gabrielle no digas tonterías, mátala de celos y veras que la tendrás a tus pies te lo aseguro. Eso sí sin bofetadas ¿esta bien?

- ¡Cállate! ¡Por tu culpa se molestara conmigo! Tengo que ir a buscarla.

- Espera Gabrielle no lo hagas que le vas a decir, <estuve hablando con un amigo de ti y se dió cuenta de que te amo y de pronto recordó que le debía un beso y bla, bla, bla, bla,> ¿estas segura de poder explicarle eso? Vamos mejor tranquilízate un poco ya veremos la forma de arreglar eso, solo confía en mí lo único que quiero es verte feliz. - Vador le mira serio pero sin molestia en sus ojos.

- De acuerdo solo espero que funcione.

- Funcionará o si no dejaré de ser el príncipe de Garella.

- Hablando de ello no puedo creer que el rey de Garella te haya aceptado como su hijo.

- Si es verdad ni yo mismo lo creía al principio... pero... vaya... parece que fue ayer... te contaré, poco después de la muerte de mis padres me fui de Poteidea y...

Mientras tanto Xena quien se detiene en uno de los tantos jardines del castillo, trata de poner en orden sus ideas.

- ¿Por qué, Por qué me siento así?, no, no es la primera vez que Gabrielle besa a algún muchacho, pero, pero, ¿por qué lo estaba besando? ¿Quién es él? - aprieta los puños con fuerza - por los dioses yo deshaciéndome de celos y tal vez el tipo la obligó y yo en lugar de intervenir me largo, diablos voy a...

- ¿Pensativa Xena? - la voz de Taleel la saca de sus pensamientos.

- ¿Qué? - "¿Cómo es que no lo sentí?" - piensa al tiempo que vuelve su rostro rápidamente.

- Sabes los sentimientos a veces nos juegan bromas ¿no crees?

- No entiendo tu comentario.

- No es necesario que lo comprendas.

- Te gustaría "practicar" otra ves.

- Yo... no... tengo que hacer algunas cosas.

- Si te preocupas por Gabrielle, te diré que esta en Muy "Buena Compañía", el príncipe Vador, esta con ella y creo que la están pasando bien. - Taleel sonríe al ver el gesto de molestia de Xena.

- Sí, así lo creo, pero debo hablar con ella "en buena compañía que idioteces dice ese tipo" - piensa.

- ¿En serio? - le pregunta el rey contento.

- Si así es.

- Muy bien entonces no detengo tu paso ve y habla con tu amiga.

- "¿Que le pasa a este rey?" - piensa Xena encaminándose rumbo al sitio donde vio a Gabrielle.

- Que bien, que bien, espero que por fin obtenga lo que desea.

Xena se dirigió con paso firme.

- Muy bien y así fue como el rey me aceptó como su hi... jo - por un momento Vador dejó la conversación a un lado - hey Gabrielle ahí viene tu princesa.

- ¿Qué? - el corazón de Gabrielle comenzó a latir con fuerza.

- Bien, bien me pregunto que querrá.

- No lo sé - dijo Gabrielle sin atreverse a mirarla.

- Gabrielle - dijo Xena estando a unos pasos de ellos dos.

- Sí, Xena - Gabrielle le miró desviando su mirada de inmediato.

- Necesitamos hablar.

- Ahora no puede, esta conmigo - Vador se levanta interponiéndose entre las dos.

- No es contigo el asunto - desvió la mirada de Vador y llamó una vez más a Gabrielle. - Gabrielle ¿puedes venir?

- Sí, Xena.

- Gabrielle - Vador trató de sujetarla de la mano pero Gabrielle se soltó.

- Espera ahora vuelvo.

- Trata bien a mí prometida Xena.

La sangre de Xena se heló, frunció la mirada, entrecerrando los ojos.

- ¿De qué estas hablando? - dijo fríamente.

- Desde niños ella y yo estábamos comprometidos ahora que Pérdicas ya no esta, reclamo mi derecho como prometido de Gabrielle.

- Gabrielle... - miró a su bardo esperando una respuesta.

- Te lo explicaré todo... vamos.

Se encaminaron en silencio, cada una de las dos pensaba en su respectivo discurso, al doblar una de las esquinas del castillo Xena detuvo su paso.

- Y bien... - dio la pauta para que Gabrielle hablara.

- ¿Y bien qué? - preguntó nerviosa la bardo.

- Me quieres explicar que es eso de "prometida".

- Aaahhh!, te... te refieres a lo que dijo Vador - le dice Gabrielle nerviosa, mientras se recarga en la pared del castillo.

- Sí, a eso me refiero.

- Bueno como... como él dijo estamos comprometidos... pues cuando éramos niños nuestros padres así lo decidieron... pero después sus padres murieron y él se fue así que... mis padres me comprometieron con Pérdicas y... y ahora que él esta muerto pues Vador es mi prometido.

- Tonterías - dice Xena al tiempo que se planta de frente a Gabrielle y la encierra al colocar sus manos sobre la pared la examina cuidadosamente.

- ¿Xena?... - Pregunta nerviosa Gabrielle al sentir tan cerca de sí la respiración de su "amiga".

- ¿Qué es lo que tu quieres? - le pregunta la guerrera.

- ¿A qué te refieres? - le mira a los ojos.

- Tu sabes que es a lo que me refiero Gabrielle - "Dioses ¿y si la beso?" - pensó al mismo tiempo.

- Bueno, tu sabes no estaría mal, Gabrielle la reina Bardo... - rió un poco.

- Mmm, así que, si te gustaría ser reina, a pesar de ya serlo... - inconscientemente Xena se acercó más a Gabrielle.

- Pues yo... yo no... - Gabrielle se pierde en el azul de los ojos de Xena - "Dioses Xena si te acercas un poco más voy a besarte sin importarme nada" - pensó Gabrielle mientras miraba fijamente a Xena, quien sin proponérselo se acerca más a la boca de Gabrielle.

- "Ya no me importa nada, voy a besarla y que sea lo que los Dioses quieran" - Piensa Xena mientras acerca más su rostro al de Gabrielle.

Gabrielle mira a Xena en un gesto de suplica ambas saben lo que desean pero...

- Ah!, ¿Así que ahí estas, mi querida Gabrielle?, ejem, Xena se puede saber ¿qué estas haciendo? - Vador se acercó a ambas mujeres.

- Nada que sea de tu incumbencia - le mira sería y molesta.

Xena y Gabrielle miraron a Vador, la bardo salió del dulce encierro en el que se encontraba hasta hace unos segundos.

- Hola Vador, ¿qué haces aquí? - le preguntó nerviosa la bardo.

- Oh, nada vine a buscarte y a decirte que el rey te ha concedido lo que le has pedido.

- ¡Aahhh!, sí es, es cierto. - Gabrielle toma del brazo a Vador y se lo lleva con ella.

- Gabrielle...

- Lo siento Xena tengo que irme... - dice la bardo, Xena expresa un gesto de molestia y dolor, que pasa desapercibido para la bardo.

- Idiota, tenía que presentarse justo en este momento - golpea la pared con el puño - maldición no soportaré verla casada otra vés no, no... porque... porque la Amo... en verdad la Amo... rayos tengo que hacer algo. Hablare con ella en la habitación. - Xena se fue con esa decisión en la mente.

- Bien Gabrielle y dime ¿por qué tan molesta?

- ¿Acaso estas ciego?, creo que Xena quería besarme... casi estoy segura de ello - Gabrielle se adelantó unos pasos delante de Vador.

- Son solo imaginaciones tuyas Gabrielle - Vador la alcanzó tomándola de los hombros.

- Tu mismo dijiste casi afirmaste que ella me amaba - se giró para verlo de frente.

- Lo siento Gabrielle tal vez no haya sido así y tu tengas que enfrentar la realidad de casarte y ser feliz - le dijo al tiempo que acariciaba el rostro de la bardo.

- ¿De qué estas hablando?, ¿no tu mismo dijiste que me la darías? - Gabrielle estaba extrañada ante el cambio de su amigo - ¿sabes algo? Necesito estar a solas así que me voy a mi habitación, te veré más tarde. - Gabrielle se alejó de Vador pensando en Xena y en el extraño cambio de Vador.

- Muy bien, muy bien príncipe Vador, lo estas haciendo bien.

- Ares... solo hago mi trabajo.

- Lo sé - se acercó y tomó con sus dedos una cadena de oro la cual tenia una extraña piedra en forma de una gota de agua, azul iridiscente que colgaba del cuello del príncipe - y lo seguirás haciendo mientras tengas esto puesto. Me alegra saber que por fin le di un uso útil a uno de los regalos de mi hermano Apolo - encárgate de alejar a esa fastidiosa bardo de Xena, la necesito vulnerable para poder traerla devuelta a mi lado.

- Como tu digas mi señor.

Ares desapareció con una gran sonrisa en los labios, seguro que su plan no fallaría.

De regreso en el castillo un joven le mostró a Gabrielle su nueva habitación, era igual a la que compartía con Xena, una vez dentro vió sus pergaminos sobre una mesa se acercó a ellos y tomó uno al azar, comenzó a leerlo detenidamente, una suave sonrisa se dibujo en sus labios al rememorar el contenido del pergamino, suspiró tan hondo que se dio cuenta de lo que estaba haciendo, dejó el pergamino sobre la mesa y se dirigió a la ventana, el sol lucia radiante, en el cielo surcaban las nubes a paso acompasado, todo era muy hermoso sin embargo Gabrielle se sentía sola, sabía que necesitaba a Xena y no sabía si soportaría estar alejada de ella o tenerla tan cerca y no poder ni siquiera dormir con ella, pues su habitación estaba justo enfrente de la suya, Gabrielle tenía ganas de hablar, de contar sus sentimientos y pensó que tal vez la reina Scirel podría aconsejarla así que con esa idea en mente salió de su habitación en su busca, unos soldados le informaron que se encontraba en la terraza del lado este del castillo.
Mientras tanto Xena que se encontraba en su habitación esperando a Gabrielle veía hacia la lejanía, el blanco de las montañas, los prados verdes, era todo tan bello y sin embargo le sabía a nada si no tenía a Gabrielle a su lado, aun recordaba las palabras de Vador acerca de que reclamaba el derecho como prometido de Gabrielle.

- No puedo permitir que Gabrielle se case de nuevo, debo hacer algo, ¿pero qué?, si le digo que la amo, tal vez la pierda para siempre, pero si no le digo nada igual la perderé - suspiró hondamente mientras se sentaba al borde de la cama y seguía pensando en qué hacer.

En el salón del trono Taleel y Vador mantenían una buena conversación.

- Y bien príncipe has traído el tratado de paz que prometió tu padre, para con nosotros.

- Así es Taleel esta firmado por mi padre puedes verlo - Vador se acercó al rey al momento de darle el tratado una pequeña luz iridiscente traspasó su camisa blanca, Taleel se dio cuenta de ello, arqueó sus cejas un poco.

- Lo estudiaré de nuevo mi joven príncipe y para la tarde lo tendrás firmado por mí.

- No pensarás cambiarlo ahora que tiene la firma y el sello de mi padre ¿verdad? - el joven lo vió con recelo.

- Mi joven príncipe, me ofendes al pensar de esa forma de mí, tu padre y yo hemos sido buenos amigos no se te olvide, por la tarde lo tendrás mi joven amigo, sin ningún cambio. - Taleel le sonrió.

- Perdón mi rey por la ofensa, no volverá a repetirse - al momento de inclinarse de nuevo la luz azul traspasó la camisa de Vador. Ahora Taleel no tenía duda de lo que traía el príncipe colgado al cuello, pero no tenía la respuesta de cómo le había llegado.

Taleel se retiró a sus habitaciones y el joven príncipe hizo lo mismo, mientras tanto Gabrielle y la reina conversaban amenamente.

- Bien Gabrielle, por todo lo que me has contado Xena y tu están muy unidas, es un lazo bello. Y cuéntame ¿cómo fue que Xena confesó su amor por ti?

- Bueno - Gabrielle miró hacia el cielo - en realidad ella no me confesó.
nada.

- Ah, entiendo así que fuiste tu.

- No, bueno... no sé creo que sí me ama, pero, supongo que me ama... a veces... y otras más no sé en que pensar... creo que no... y... y eso me tiene loca... no sé en que pensar...

- Ya entiendo ni tu ni ella se han dicho nada... no lo entiendo no hay nada más bello que el amor - la reina miró el paisaje - es hermoso - continuó - poder compartir paisajes como este al lado de la persona que más se ama. La realidad es que tu estas enamorada de ella, ¿sabes? No deberías guardarte lo que sientes, deberías decírselo.

- A veces he sentido la necesidad de hacerlo pero algo siempre me detiene y es el miedo a perderla sé que ha habido hombres en su vida pero ¿mujeres?... mmmm no estoy muy segura - las mejillas de Gabrielle subieron de tono.

- Dime Gabrielle - Scirel volvió su rostro mirando a la bardo - ¿qué fue lo que te hizo pensar que Xena esta enamorada de ti?...

- Pues bien, en una ocasión ella por salvar la vida de una pequeña...

Gabrielle y Scirel siguieron conversando, mientras Xena había salido a buscar a Gabrielle, preguntó por ella pero nadie le supo contestar, por un momento pensó que tal vez estaría molesta por la conversación que tuvieron en la mañana, aún así la buscó de manera inútil, al entrar de nuevo al castillo se encontró con Taleel.

- Xena ¿qué haces aquí?, pensé que descansabas.

- No, estoy buscando a Gabrielle.

- No la he visto pero no te preocupes la hora de la cena se acerca y seguro aparecerá.

- Tienes razón, aún así seguiré buscándola.

- De acuerdo.

Xena se retiró y Taleel se quedó pensativo, algo sucedía con Vador y eso no le agradaba, esa luz iridiscente ya la había visto en otro lado y sabía lo que era capaz de hacer. Mientras tanto en uno de los jardines del castillo, Vador y Ares conversaban.

- Bien príncipe es hora de terminar nuestro trabajo - al instante ambos desaparecieron envueltos en un resplandor dorado.

En uno de los pasillos Xena se topó con un sirviente y preguntó por Gabrielle, este le indicó que se había mudado de habitación, y que probablemente se encontraría ahí en ese momento. Xena le dió las gracias al joven y de inmediato se dirigió a la habitación de su bardo.

- Gabrielle... dioses fue mi culpa el que ella se haya cambiado de habitación, si tan solo supiera controlar mis emociones y no fuera tan orgullosa, ella aun estaría a mi lado, perdóname Gabrielle, lo lamento.

Xena se paró frente a la puerta, estaba apunto de tocar cuando escuchó sonidos extraños del otro lado de la puerta, sintiendo que el corazón se le salía del pecho entró sin pedir permiso, la escena que vió la dejó fría, ahí estaba el amor de su vida acostada con el príncipe Vador, ambos miraron a Xena, Gabrielle se cubrió el pecho con la sábana y miró a Xena con enfado.

- Es que no sabes que antes de entrar a una habitación debes tocar.

- ¿Qué... qué... es lo que estas haciendo?

- Aahhh!, vamos Xena, esto mismo has hecho tu en otras ocasiones ya quita esa cara, pareciese que tu nunca..., simplemente Vador y yo estamos, mmm, digamos que "sellando" nuestro compromiso. Ahora si nos disculpas queremos un poco de privacidad.

Vador tomó la mano de Gabrielle y la besó, Xena salió de la habitación, aun no acababa de digerir, lo que había visto, entró a su habitación al cerrar la puerta tras de si cayó al suelo y lloró profusamente, se sentía por completo destrozada. En la habitación de Gabrielle, Vador salía de la cama, tenía los pantalones puestos, mientras la figura de Gabrielle desaparecía para transformarse en Ares, quien limpiándose el dorso de la mano le reclamaba a Vador.

- Imbécil en que momento te dije que me podías besar la mano.

- Lo lamento Ares pensé que sería lo mejor, tenía que haber realismo.

- De acuerdo, ahora vamos con el plan "b".

Tenía pocos minutos que Gabrielle dejó a Scirel en la terraza, la reina la había convencido de declararle su amor a Xena, estaba dispuesta a ello, salió a uno de los jardines del palacio, cerca de un árbol vio a dos figuras conocidas, se acercó para corroborar que era Xena y Ares juntos y ¡abrazados!.

- ¿Xena? - Gabrielle preguntó incrédula - ¿que es lo que estas haciendo?

- Gabrielle, bueno puesto que tu vas a casarte con Vador, he pensado volver con Ares.

- ¿Qué? Pero... yo no voy a casarme con Vador.

- Ohh!, ¿así que te casas Gabrielle?, no lo sabía... me permitirás darle el pésame a tu futuro esposo, tal vez el día de la boda te regale unas rosas a ti y unos alcatraces a tu futuro difun... ejem, quiero decir, esposo.

- Cállate Ares, que es lo que le hiciste a Xena para que actué de esta manera.

- ¡Yo!... Gabrielle, ¿en verdad crees que yo tengo algo que ver en esto?... ¿sabes? - dijo sarcásticamente - haces que mi pobre corazón se sienta herido.

- Xena, reacciona estas con Ares, ¡¿lo ves?! frente a ti, no se que estés viendo pero es Ares, ¡Por los dioses Xena! Abre los ojos.

- Gabrielle no grites sé con quien estoy, ya te dije que volveré con él y no hay nada que puedas decir que me haga cambiar de opinión.

- Xena no puedes irte con él .

- ¿Por qué no Gabrielle?

- Porque, porque, porque yo... ¡Te amo!, lo oyes ¡Te amo!, por eso no puedes estar con él.

- Gabrielle... no digas tonterías... siempre te he visto como mi hermana menor... lo lamento pero yo no siento lo mismo por ti, es mejor que estés con Vador, lo siento. He tomado una decisión y no hay nada que puedas hacer para cambiar mi forma de pensar.

- Xe... na... - Gabrielle sintió que las piernas no la sostenían, se sentía humillada, derrotada, avergonzada, se dejó caer al suelo, mientras Ares y Xena se alejaban.

- ¡Aahh!, hey!, Gabrielle!, no vayas a quedarte así mucho tiempo... no vaya a ser que te salgan raíces, ja, ja, ja. - le dijo Ares mientras se alejaba tomado del brazo con Xena.

- ¡Idiota... Xena eres una idiota!... - le gritó al tiempo que rompía en llanto, se sentía completamente asolada.

*****

CAPÍTULO V
ACLARANDO CIERTOS PUNTOS


Después de un rato, llegó a su habitación, se tiró a en la cama y siguió llorando, mientras Xena en su habitación hacia lo mismo, ambas estaban destrozadas, y querían que lo ocurrido ese día fuese solo un mal sueño.
Mientras tanto en el comedor ni Xena ni Gabrielle aparecían, y Taleel y Scirel habían estado hablando sobre el extraño comportamiento de Vador y sobre esa extraña piedra que el príncipe de Garella tenía colgada al cuello.
Decidieron entonces ir a buscar a sus invitadas, al llegar a sus aposentos, Taleel entró al cuarto de Xena quien se encontraba mirando el cielo con los ojos aun llenos de lágrimas, y Scirel entró a la habitación de Gabrielle quien aun estaba tendida boca abajo recordando las palabras de Xena.

- Xena, ¿podemos hablar?...

- No creo que sea buena idea, Taleel - le dijo sin voltear a verlo. - En estos momentos no tengo deseos de hablar con nadie.

- Es importante, creo que algo extraño sucede aquí.

- ¿A qué te refieres? - Xena se enjugó las lágrimas y se volvió para ver a Taleel de frente.

- Gabrielle... ¿estas despierta?... necesitamos hablar.

- Lo lamento Scirel no me siento en condiciones de hablar en este momento, solo quiero estar sola. Por favor.

- ¿Qué es lo que te sucedió?

- Nada, solo seguí el consejo que me diste - Gabrielle se incorporó lentamente, la noche había caído ya, la habitación solo era iluminada por la luz de la luna, dándole un color azuloso.

- ¿Le dijiste a Xena que la amas?

- Sí, y solo se burló de mí, junto con Ares, creo que lo mejor será aceptar el ofrecimiento de Vador y casarme con él.

- Creo que eso no va a ser posible - Scirel se sentó al borde de la cama junto a Gabrielle.

- ¿Por qué?

- Porque él ya esta comprometido, y en una semana se casará.

- Entonces ¿por qué él?

- Gabrielle, ve a hablar con Xena y vuelve a decirle lo que sientes en realidad.

- ¿Para qué?, ¿Para que se vuelva a burlar de mí?. No, si ella quiere irse con Ares, no seré yo quien la detenga.

- Gabrielle piensa bien lo que estas diciendo, no estas hablando en serio, es la situación lo que te hace decir eso, el despecho. Anda yo sé lo que te digo ella en este momento esta en su cuarto, ve y habla con Xena te aseguro que las cosas serán muy diferentes.

- ¿Tu crees eso en verdad?

- Por supuesto.

- Así que tiene puesta la "Lágrima de Apolo".

- Así es Xena.

- Sé que con esa perla se es capaz de cambiar de forma y de dominar la voluntad de un hombre.

- Sí, lo sé, por que yo tengo su gemela. - Taleel le enseñó la lágrima a Xena que tenía colgada a su cuello, aunque sin la misma intensidad de iridiscencia que tenía la otra.

- Así que por eso, por más que luchaba no podía siquiera tocarte.

- Así es Apolo me la dió cuando yo, lo lamento no puedo decirlo, me avergüenza demasiado.

- No tienes que decirme nada, se de la maldición de la lágrima de Apolo ¿Gabrielle sabe algo de esto?...

- No, no sabe nada.

- Muy bien en cuanto me tope con quien esta jugando con nosotras arreglaré las cosas.

Mientras en la habitación de Vador.

- Muy bien todo salió a pedir de boca, ahora solo falta poco de tiempo, para que Xena vuelva a mi lado.

- Espero haberte servido bien Ares.

- Sí, lo hiciste bien, te felicito Vador. Ahora iré al Olimpo a arreglar unos cuantos asuntos. Cuida de que todo siga igual por estos lugares.

- Lo haré Ares.

- Bien - dicho esto, Ares desapareció. Y Vador se fue a dormir.

Al salir de la habitación Taleel se topó con Gabrielle, le sonrió y le dijo que Xena la esperaba, Gabrielle le dio las gracias y con toda la fuerza que pudo encontrar, entró a la habitación de Xena.

- ¿Xena?...

- Gabrielle...

La habitación de Xena estaba perfectamente iluminada solo por la luz de la luna.

- Xena yo, solo quiero decir que si vas a volver con Ares... lo...

- ¿De qué estas hablando?... ¿Ares?... Así que Ares esta detrás de todo esto, debí haberlo sabido.

- ¿Cómo que de qué estoy hablando?... y ¿por qué tienes los ojos llorosos?... acaso Ares ¿te hizo algo?.

- Gabrielle escucha, yo no he visto a Ares en todo el tiempo que hemos estado aquí.

- No es necesario que me mientas Xena, mira ya acepté el hecho de que vas a irte con él...

- ¡Estas loca!... ¿yo irme con Ares?... déjame explicarte algo Gabrielle cosas muy extrañas han sucedido este día.

- ¿A qué te refieres? - Gabrielle le miró extrañada.

- A que hace unas horas te vi acostada con Vador.

- ¡¡¡¡¿Quéeeee?!!!!

- Así es, no sé que es lo que hayas visto tu pero hay una explicación para todo esto, y se llama la "Lágrima de Apolo"...

- ¿Te refieres a la perla azul que hace que un Dios pueda dominar tu voluntad y que cambies de forma?

- Así es, creo que caímos en una de las tantas tretas de Ares.

- Por los Dioses y yo en verdad creí que estabas decidida a irte por tu voluntad con Ares de nuevo.

- ¡¿Quéeeee?!... yo con Ares, ¡ni soñarlo!...

- Lo lamento, debí saber que algo estaba ocurriendo tu nunca volverías con él y pensar que cuando te dije que te amaba... y y... yo.

- ¿Qué dices Gabrielle?

- Na... nada.

- No, por favor repítelo.

- Yo... yo... Te amo Xena... te amo y no puedo evitarlo.

- Gabrielle - Xena abrazó a su bardo con todas sus fuerzas, Sin importarle nada besó intensamente a Gabrielle abriéndose paso por sus labios recorrió el interior de la boca de su bardo repetidas veces, la tumbó sobre la cama desatándole el top con destreza dejando al desnudo sus firmes y suaves pechos Gabrielle se deshacía de placer, sus gemidos eran cada vez más y más profundos mientras Xena le besaba el cuello y acariciaba su cintura con suaves movimientos, Gabrielle liberó a Xena de su armadura dejándola desnuda, a Xena le encantó ver en la mirada de Gabrielle el destello del deseo, su respiración agitada; ambas desnudas a la luz de la luna en una cálida noche de primavera unieron sus cuerpos Gabrielle se abalanzó encima de Xena era demasiada su pasión y amor como para contenerse, besó el rostro de su princesa varias veces, fue trazando con su lengua un camino desde la boca de su guerrera hasta su vientre, Xena dejó escapar un profundo gemido que hizo que Gabrielle temblara de excitación, Xena no pudo contenerse más de tal manera que tomó a Gabrielle entre sus brazos colocándose ella encima de su pequeña bardo, necesitaba hacer suya a Gabrielle colmarla de satisfacción necesitaba sentirla completamente suya y de nadie más, deseaba borrar de su cuerpo cualquier roce o caricia que cualquier otra persona le hubiese dado, se dejó llevar por la pasión cubrió el cuerpo de su bardo con múltiples caricias y besos acto seguido subió a la boca de Gabrielle besándola intensamente y mientras esto ocurría Xena deslizó su mano por el vientre de Gabrielle al llegar a esa zona la cual deseaba explorar intensamente, más sin embargo se controló un poco y miró fijamente a Gabrielle.

- Gabrielle... ¿estas segura de esto?.

- Es... ¿estas bromeando Xena?, lo llevo deseando más de lo que te imaginas... por favor... te necesito... Xena.

- Gab... - la frase de Xena fue irrumpida por el beso de la bardo.Xena no se resistió en lo más mínimo Gabrielle la deseaba tanto como ella, se sintió feliz por ello, sin más deslizó sus dedos por el centro de Gabrielle deleitándose en la humedad de su bardo, la respuesta de Gabrielle fue inmediata con un profundo y largo jadeo, Xena se movió primero lenta y suavemente, poco a poco incrementó la velocidad conforme los movimientos de Gabrielle se lo pedían.

- Ooooh... Xena... por favor... aaahhh!

- Gabrielle.... Te Amo.

- Ooohhh, mmmm, Xena, aaahhh!

Xena besó fervientemente el cuello de la bardo llevándola directamente a un estado de éxtasis casi insoportable, sabía que tenía que liberarla de tal manera que succionó el cuello de Gabrielle al tiempo que maniobró sus dedos para que su bardo llegara al clímax en un jadeante y profundo gemido entremezclado con un Te amo.

- ¡Aaaaahhh, aaaahhh, aaahhh, Xe... na, Te... Te Amo... aaahh,! - Gabrielle abrió lentamente los ojos y vió al amor de su vida contemplándola con infinita ternura, se sentía tan feliz que le brotaron las lágrimas.

- ¿Qué sucede Gabrielle? - el rostro de Xena denota preocupación.

- No, no lo sé es... es que me siento muy feliz... te necesito a mi lado siempre... no podría ya vivir sin ti... ¿me entiendes?.

- Gabrielle Te Amo. Te Amo como nunca antes amé, porque al principio te amé como se ama a un extraño, después te amé como a una amiga... como a una hermana y cuando te casaste con Pérdicas mis sentimientos me traicionaron y me llené de celos, al principio pensé que era natural pero la noche que pasaste con él... ¡Dioses!, esa noche fue un tormento para mí. Y ahora el simple hecho de imaginarte casada de nuevo... casi me vuelve loca.

- Xena... tenía miedo de que me dejases si te decía lo que sentía, porque sé que solo tenías amantes hombres y no sé si alguna vez tuviste a alguna mujer... y yo... no lo sé... solo no quería perderte pero ¿sabes? es a ti... es a ti a quien amo, es a ti a quien sueño noche a noche, es contigo con quien he pasado los mejores años de mi vida, es a ti a quien amo y deseo, es por ti por quien mi corazón late, ¿no lo sabías Xena?

- Gabrielle... - murmuró Xena.

- Te amo Xena, Te amo... Gabrielle atrapó la boca de Xena con la suya, se dió la vuelta para quedar sobre su amada guerrera, le besó profundamente Xena la abrazó sujetándole por el talle - sabes no soy muy buena para esto... así que simplemente Te amaré... como tantas veces quise hacerlo.

- Gabrielle... - susurró Xena.

Gabrielle besó el rostro de Xena, bajo hasta su cuello, acariciándolo con su lengua; bajando más su boca sintió la dureza de los pezones de su princesa, era increíble que la gran Xena se rindiera ante las caricias de su bardo, se dejó llevar por la ternura de Gabrielle, quien la tomó de manera suave, Xena había sido poseída de diferentes formas pero nunca tan deliciosamente suave y tranquila, la bardo, bajó por todo su cuerpo cubriéndolo de besos y caricias, elevando la excitación de Xena a niveles inaguantables, Xena sujeto la cabeza de Gabrielle cuando esta descendía por su vientre, Gabrielle sonrió ante la posibilidad que se abría ante ella, sin detenerse bajó hasta lo más profundo de Xena y bebió de ella como si el mañana no fuera a existir, Xena sintió por un momento que iba a desfallecer de tanto placer, a cada acción de Gabrielle Xena gemía con mayor fuerza, cosa que alentaba a seguir más y más a la bardo y por fin Xena llegó al punto máximo liberándose con un profundo Te Amo para su bardo. El cuerpo jadeante de Xena fue escalado por la bardo quien deseaba sentir su respiración, Gabrielle sonrió alegre, había logrado satisfacer a Xena y eso la hacia sentirse la mujer más feliz del mundo. Xena tomó el rostro de Gabrielle y la besó larga y profundamente.

Fuera de la habitación de ellas dos, se encontraban Taleel y Scirel satisfechos de que todo había salido a la perfección, no es que fueran unos entrometidos, je, je, je, solo querían verificar que todo había salido bien, así después de eso, ambos se fueron a su habitación, donde planearon arreglar todo ese asunto de las "Lágrimas de Apolo" sin tener que molestar a Xena ni a Gabrielle.

Ambas mujeres se encontraban abrazadas, sintiendo en el ambiente el aroma a sexualidad y primavera, a pesar del cansancio que sentía Xena se sintió inquieta por el futuro que les aguardaba, sobre todo estando Ares en el camino, de alguna manera tendría que arreglar ese asunto sin que Gabrielle ni Vador sufriesen daño, sobre todo Gabrielle... sobre todo Gabrielle, se repetía una y otra vez Xena, sin embargo la bardo intuía el pensamiento de su amante.

- No creas que vas a dejarme fuera de esto Xena - le dijo Gabrielle quien escuchaba el suave latir del corazón de su amada - ya no soy más una niña... ahora... lo sabes. Y no te dejaré luchar sola contra Ares.

- Pareciera ser que lo sabes todo de mí...

- Tal vez no sepa todo de ti, pero sé que no quiero perderte como aquella vez que diste tu vida por la niña, ¿sabes?... no debería decir esto pero sentí una gran rabia al verte morir...

- Gabrielle...

- No... déjame decirlo... te odie por abandonarme, me odie a mi misma por no poder perdonarle a esa niña el haberte arrebatado de mi lado y por no haberte podido salvar... lo lamento.

- Ssshhhh, no digas nada Gabrielle, la culpa fue mía no tuve la suficiente rapidez como para salvar a esa niña y a mí.

- Creo que la edad te esta afectando un poco, mi bella guerrera.

- Oh si claro tu todavía tienes la leche en los labios ¿no? - Xena sonrió un poco al igual que Gabrielle.

- Lo único que deseo tener en mis labios es tu... - Gabrielle se incorporó un poco quedando frente a Xena - bella y deliciosa boca.

Ambas mujeres se sumergieron de nuevo en los brazos de Eros, Gabrielle no quería pensar más en el mañana, solo quería vivir su presente a como diera lugar, anhelaba que el mañana no llegara, que no existiera Ares, ni ningún Dios, nadie, solo ella y Xena... tan solo lo deseaba, tan solo lo anhelaba como lo que era, una bella ilusión, una bella fantasía, solo así... sin embargo cada caricia, cada beso, cada mirada, cada palabra pronunciada por Xena la atesoraba como lo que para ella desde un principio lo fue, como su másgrande y preciado tesoro.

Xena sin embargo, sentía la imperiosa necesidad de que llegará el mañana y así ponerle a Ares las manos encima y patearle el trasero por atreverse a usurpar la imagen del ser que más amaba en este mundo y usarlo de la forma en que él lo hizo, sin embargo amar a Gabrielle le obnubilaba el pensamiento como para poder elaborar un buen plan así que solo se dejó guiar de nuevo por la suave tonada de Gabrielle para amarla una vez más, un último pensamiento rozo la mente de Xena y una sonrisa se apoderó de ella pues sabía que sucediera lo que sucediera mañana ella tendría que salir bien librada de eso por el bien de su bardo y eso era todo un reto y ella amaba sobremanera los retos.

*****

CAPÍTULO VI
POR TI MI VIDA DARIA SIN PENSAR


Por la madrugada ambos reyes platicaban en su habitación, Scirel se mostraba preocupada y Taleel deseaba poder atenuar la preocupación de su amada esposa, aunque el mismo para sus adentros se mostraba preocupado de lo que pudiera acontecer.

- ¿Hay alguna manera de no permitirté hacer eso?... - sollozó la reina.

- Mi dulce Scirel... mi amada esposa, hermana y amante, amor de mi vida... lo lamento, debo pelear yo solo, de esta manera podré deshacerme de la Lágrima de Apolo y así mi conciencia quedará limpia de todo.

- Pero mi amor la iridiscencia de la Lágrima ha disminuído más aún, no tendrás oportunidad si luchas directamente contra Ares.

- Descuida no permitiré que me maten, tengo tres razones muy importantes para seguir viviendo.

- Taleel - musitó Scirel dulcemente recargando su cabeza en el torso de su amado rey.

- Sssshhhhh... no te preocupes, no digas nada, confía en mí, Te amo y tu amor me ayudara a vencer cualquier adversidad. Ahora debo ir con Vador y liberarlo del hechizo que lo tiene preso.

Taleel salió de la habitación con la firme convicción de arreglar todo antes de que Xena y Gabrielle se levantaran, sin duda Xena era una dura oponente pero no tendría oportunidad en contra de la Lágrima de Apolo, solo él sería capaz de derrotarle si usaba más su astucia que la fuerza, pero no sabía que Xena y Gabrielle adelantándose a él se encontraban ya luchando contra Vador en uno de los jardines del palacio.

- ¡Xena cuidado detrás de ti! - Gritó la bardo mientras Xena echaba sobre su cabeza su espada sosteniendo el golpe de Vador quien alcanzó a lastimar a Xena pues unos hilos de su sangre comenzaron a bajar por la frente de la guerrera.

Gabrielle al ver eso lanzó su báculo dándole justo en la frente a Vador facilitándole tiempo a Xena para alejarse de él y ponerse de nuevo en guardia, sin embargo la sangre que caía sobre sus ojos le dificultaba ver, Vador un poco desorientado a causa del golpe del báculo de Gabrielle retrocedió tambaleante, sin embargo una luz iridiscente cubrió a Vador y antes de que la luz desapareciese Vador se encontraba ya arrojándose contra Xena quien solo era capaz de esquivar sus embestidas sin mucho éxito ya que numerosas veces el metal de la espada de Vador cortó su piel en diversas partes de su cuerpo, la sangre de Xena trazaba diversos caminos sobre brazos y piernas, se notaba que la guerrera estaba agotada más aun así, no se rendía.

- "Es aún más fuerte que Taleel - pensaba la guerrera mientras esquivaba los golpes de Vador - será difícil vencerlo pero no imposible.

- Xena - dijo suavemente Gabrielle - mientras miraba a Vador atacar sin piedad a su guerrera.

- ¡Vador! ¡Detente! - gritó Taleel - acercándose al campo de batalla - ¿no te das cuenta de que estas siendo manipulado por Ares?.

- ¡Yo solo cumplo el trabajo que mi Amo me ha mandado! - Vador se olvidó por un segundo de Xena encarándose a Taleel quien con un rápido movimiento saca su espada deteniendo el golpe de Vador.

- ¡Xena! ¡tenemos que quitarle la Lágrima de Apolo!

- ¡De acuerdo! - Xena se abalanzó contra Vador.

Sin embargo este dió un salto provocando que las espadas de Taleel y Xena chocaran, y como si fuera una ráfaga de viento Vador arremetió en contra de ambos lanzándoles contra la pared del castillo. Ambos cayeron al suelo, a Xena se le dificultaba ver por causa de la sangre que aún caía por su frente y ojos. Taleel sacudió su cabeza un poco aturdido. Vador avanzó hacia ellos con paso lento y decidido. Su rostro era inexpresivo, no era más que un autómata.

- Es demasiado fuerte.

- Es cierto Xena.

Ambos se incorporaron con dificultad.

- No creo que haya manera de vencerlo es demasiado rápido.

- Hay un manera pero solo tendremos un minuto y será mejor que lo aproveches Xena, de otra manera ambos moriremos.

- De que estas hablando - dijo Xena mientras se limpiaba con su mano la sangre de su frente.

- ¡Lista Xena!... ¡¡Ahora!!.

Taleel se arrojó sobre Vador, este detuvo su marcha colocándose en posición de ataque, Xena corría al lado de Taleel y supo en ese momento cual era el plan del Rey, el acero de la espada de Vador se encontraba atravesando el cuerpo de Taleel, Xena mientras tanto ensartó su espada en el collar de Vador y con un vertiginoso movimiento lo arrancó cayendo la Lágrima de Apolo al suelo, al mismo tiempo que Taleel. Scirel que en ese momento llegó al sitio de la lucha se arrojó sobre el cuerpo herido de su rey.

- ¡Dioses! Taleel, Taleel, respóndeme cariño. Por favor.

Xena se dejó caer, el esfuerzo sin duda le había mermado fuerzas, Vador yacía desmayado, Gabrielle se acercó a Taleel, sabía que había muerto, sin embargo la luz de la Lágrima de Apolo que llevaba consigo Vador perdía resplandor mientras que la de Taleel incrementaba su luminosidad, por fin en un destello azuloso intenso Taleel volvió a la vida, para alegría de su reina; incluso las heridas de Xena fueron sanadas.
El rey se miraba una y otra vez, ¿cómo era posible?, en ese momento una masculina y melodiosa voz se escucho.

- Muy bien Taleel, se te ha redimido por tus pecados anteriores, ahora quedas libre.

Y dicho eso la voz dejó de escucharse, Gabrielle se acercó a Xena.

- Era Apolo ¿verdad Xena?.

- Sí, así es Gabrielle.

- ¿Qué, qué sucedió? - preguntó Vador mientras se incorporaba con dificultad.

- No te preocupes joven Príncipe - Taleel se acercó a él tendiéndole la mano - el hechizo que te mantenía preso ha sido roto.

- No entiendo nada pero en fin - decía Vador quejándose además de un adolorido despertar.

Detrás de unos árboles Ares miraba indignado la escena, ¿cómo era posible que fallará?, todo iba perfecto pero ah, no eso no se iba a quedar así tarde o temprano conseguiría ganar. La espada de Xena en su garganta lo sacó de su trance.

- Todo acabó Ares - le miró Xena con infinito coraje.

- No, no, no es así Xena, todo lo contrario - dijo mientras con sus dedos retira el arma de su cuello.

- Dime solo una razón por la cual no deba partirte en dos en este momento - Xena sostuvo con firmeza su espada.

- Bueno en principio, soy un Dios y matarme te sería difícil, además acarició con el envés de su mano la mejilla de Xena - no creo que te hayas olvidado tan pronto de lo que hubo y siempre habrá en nosotros.

Xena le sonrió, bajó la espada y de golpe tomó el cuello de Ares con una de sus manos haciendo presión contra el árbol.

- Entiende esto de una vez por todas Ares, no hay nosotros, y será mejor que te largues... - se acercó a su oreja y le dijo - recuerda que aunque eres inmortal, también existen formas de matar a un Dios.

Ares solo le miró y con gesto de molestia desapareció, Gabrielle se acercó a ella y la tomó por el brazo.

- Crees que ahora si nos dejará en paz.

- ¿Los montes dejan de reverdecer cada año? - Xena le sonrió.

- Sí, tienes razón, pero ahora no será tan fácil que caigamos en sus juegos.

- Sí, así es.

Ambas se miraron, los rayos del sol les abrazó cálidamente mientras ambas mujeres se abrazaban en señal de que todo, no importara que fuera sería inútil si intentaban separarlas.

- Ni en la muerte - decía Xena levantando la barbilla de Gabrielle con sus dedos - te dejaré.

- Xena - Ambas mujeres sellaron esa promesa con un beso lleno de ternura.

Tras unos días emprendieron la marcha dejando atrás a sus ahora amigos Taleel y Scirel que les miraron partir sonrientes, deseándoles toda la felicidad del mundo, Vador se sonrió ante la idea de que ni Pérdicas ni él obtuvieron el amor de la joven de Poteidea, ¿Quién lo hubiera pensado?, ella ya estaba destinada a enamorarse de alguien que ninguno de los dos hubiera creído si cuando eran niños alguien les hubiera dicho, y que sin embargo valía más que todo el oro junto del mundo. Gabrielle se aferraba fuertemente a la cintura de su guerrera sonriendo feliz de tenerla con ella y Xena miraba con optimismo hacia el futuro que aunque sabia que en ocasiones se presentarían situaciones de peligro no dudaba que de una u otra forma lograría resolverlas por el bien de Gabrielle.

- Xena...

- Dime.

- ¿Adónde nos dirigimos ahora?

- ¿Importa realmente?

- No, realmente no.

- No importa a donde nos lleve el camino, mientras sigamos juntas.

- Sí - dijo Gabrielle recargando de nuevo su cabeza contra la espalda de su guerrera.

- Xena.

- Mmmm.

- Te Amo.

- Y yo a ti.

Siguieron en silencio el resto del camino cada una inmersa en el sentimiento que ahora embargaba todos y cada uno de sus sentidos, el Amor.

Fin


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