Disclaimer: Esta historia está basada en los personajes de la serie Xena: Warrior Princess. Xena y Gabrielle, son propiedad de Universal Studios y de Renaissance Pictures, al igual que alguno de los otros personajes que puse en mi historia, otros son nombres comunes si te llamas así, bienvenida a mi historia. No pretendo infringir los derechos de autor con esta historia ficticia producto de mi imaginación, esto ha sido escrito solo para entretener a los fanáticos de la serie.
DISCLAIMER / ADVERTENCIA DE VIOLENCIA: sí, algo...
DISCLAIMER / ADVERTENCIA DE AMOR /SEXO: Esta historia describe una relación de amor y sexo entre dos mujeres adultas. Si eres menor de 18 años o esta clase de historias te molesta por favor no la leas...
Dedicación: Se lo dedico a la soledad, esa soledad que me permite en un momento del día compartirla con tu soledad lector, esa soledad que me das, cuando lees un ff, esa soledad que te doy cuando te escribo, esa soledad que compartimos bardos y lectores para imaginarnos un mundo de ensueño, a ti lector cuando me das tu tiempo, tu silencio, tu lectura, a mi imaginación, o hechos que he vivido, cuando te metes en mi mente por medio de la lectura para saber que siento, sigamos compartiendo nuestra soledad, amig@ lector así no estamos tan solos... quiero que sepas que siempre alguien escribirá para ti... Feliz Año 2005...
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UN AMOR... ¿IMPOSIBLE?

Por: La Bardita

Cuarta parte

Y Pérdicas llegó para hablar con Gabrielle, Hecuba le contó todo y enseguida le pidió ayuda, le dijo que su hija estaba muy confundida que la tuvieron que encerrar para que no se fuera detrás de la guerrera.

Pérdicas: Hecuba, entiendo como se siente, pero hacerle eso a Gabrielle, me parece que no lo merecía.
Hecuba: la protegimos para ti, ella se quería ir con la guerrera, mi hija está loca.
Pérdicas: hablaré con ella, pero debe dejarla salir, yo sé muy bien lo que siente Gabrielle.
Herodoto: claro, ella te ama.
Pérdicas: sí, por supuesto que me ama, pero solo como amigo, me lo dijo hace días, y yo la entendí, no sé porque ustedes no pueden entenderlo.
Hecuba: ¿entender qué?... ¿ya no amas a mi hija?... entonces ¿ustedes ya han hablado sobre esto?...
Pérdicas: sí, ya le dije, fue hace días. Sé que es muy duro para ustedes, pero Gabrielle y yo, no vamos a casarnos... nunca.
Hecuba y Herodoto: ¡¡¿¿¿¿¿¿qué??????!!
Pérdicas: lo siento, sé que es lo que todos esperan, especialmente ustedes y mis padres, pero nos dimos cuenta que solo nos queremos como amigos, no para formar una familia, Gabrielle está enamorada de otra persona y yo también.
Hecuba: se lo tenían muy bien guardado... pero mi hija ¿te dijo a quién ama?
Pérdicas: no... pero me imagino.
Hecuba: ¿entonces?... ¿tú lo aceptas?... estás más loco que ella, deberíamos encerrarlos juntos.
Pérdicas: cálmense... todo estará arreglado.
Herodoto: no puedo permitir que mi hija se vaya detrás de esa mujer.
Pérdicas: pues será infeliz el resto de su vida, déjela partir, Xena seguro la hará feliz.
Herodoto: pero no le dará todo lo que soñábamos para ella, un hogar, una familia, algo que podía tener contigo.
Pérdicas: es lo que ella desea, y debemos respetarla en sus decisiones, si en verdad la aman, déjenla vivir como ella quiere, no le hace mal a nadie con amar tanto a una persona, al contrario, eso demuestra que tiene un gran corazón, deben entenderla.
Hecuba: ¿y tú a quien amas?
Pérdicas: a Triasta.
Hecuba: ¿Triasta?, ¿la hija de Tristitus?
Pérdicas: sí, la amo desde hace mucho tiempo, me di cuenta mientras Gabrielle no estaba en el pueblo, cuando fue secuestrada, ella me consoló, supe que sentía algo distinto por ella, era diferente a lo que sentía por Gabrielle, a su hija la amo pero es un amor de amigos, con Triasta es diferente, y Gabrielle me confesó la noche del baile que también estaba enamorada de otra persona, supuse que era Xena, por la forma en que la miraba, nunca me miró así, en sus ojos había amor, puro amor. Hablaré con ella, y la dejaremos ir a donde ella quiera, a buscar su felicidad. ¿de acuerdo? -ni Hecuba ni Herodoto dijeron nada, así que Pérdicas, le sacó la llave a Herodoto de la mano y fue a la habitación de Gabrielle.
Gabrielle: ¡váyanse!, no quiero ver a nadie.
Pérdicas: ¿a mí tampoco?... ¿así tratas a un amigo?
Gabrielle: ¡Pérdicas!... amigo... -lloró en sus brazos- ... me tienen encerrada... estoy muriendo de amor... no me comprenden...
Pérdicas: shhhh... tranquila... ya hablé con ellos, y algo entendieron... no te preocupes. Estás muy delgada... amiga... vamos... ven... dame tu mano y salgamos a la vida, a ser felices con quienes amamos...
Gabrielle: ¿no me engañas?... mis padres no quieren que vea a Xena, ella se fue, me dejó sola con el corazón roto y cuando intenté ir a buscarla mi madre se puso como loca me dijo de todo, que no podía ir detrás de una mujer, que estaba confundida, y sé bien que no lo estoy, la amo como nunca amé a nadie, lo siento, pero es la verdad.
Pérdicas: lo sé Gabrielle, veía tus ojitos cuando la mirabas y nunca me miraste así, cuando me dijiste que estabas enamorada supe que era de ella, debes luchar por ella, ve a buscarla, no te preocupes por nada ni por nadie si en realidad la amas lucha por ella, y siempre recuerda que tienes a un gran amigo en mí.
Gabrielle: gracias amigo, eres muy comprensivo... ¿ya le dijiste a Triasta que la amas?
Pérdicas: sí, no pude esperar más, apenas llegué del otro pueblo fui a verla, nos casaremos muy pronto, estás invitada, aunque si te vas ahora...
Gabrielle: sí, lo siento, debo irme cuanto antes, Xena es muy rápida para viajar, y además no sé bien para donde habrá ido, sé que iba hacia Atenas... pero ya pasaron varios días.
Pérdicas: ¿Atenas?... siempre quisiste ir allí, por la Academia... ¿te das cuenta?, ella es tú destino... debes ir a buscarla... no importa que no te quedes en mi boda... luego algún día nos volveremos a ver... y ambos seremos muy felices... te quiero amiga.
Gabrielle: yo también amigo.
Pérdicas: bueno salgamos de aquí, quiero que comas bien, que te repongas y luego vete a buscar a esa guerrera, estoy seguro que está sufriendo como tú, se le notaba que también te ama mucho.
Gabrielle: ¿lo dices en serio?
Pérdicas: ¿no te diste cuenta?... te veía muy tensa, tal vez por eso no te diste cuenta.
Gabrielle: es que no me lo dijo, solo cuando me dejó un pergamino se atrevió a decírmelo, pero ya se había ido... la amo tanto... no he dejado de pensar en ella ni un solo día.
Pérdicas: vamos -Gabrielle le dio la mano y salieron hacia el salón- Hecuba, aquí está su hija...
Hecuba: Gabrielle... -le tendió sus brazos y Gabrielle corrió para abrazar a su madre y ambas lloraron por lo sucedido- shhhh... hijita mía perdóname... pero no podía entender lo que sentías... Pérdicas me contó todo... ya no se casaran... pero ya no importa, lo principal es que tú seas feliz hija... te quiero mucho...
Gabrielle: yo también los quiero mucho... y mi felicidad está con ella... me iré mañana a buscarla...
Herodoto: está bien hija, tienes nuestra bendición.
Gabrielle: gracias padre... gracias a todos.
Pérdicas: bueno ya está todo arreglado, debo irme, mi futura mujer me espera.
Gabrielle: Pérdicas se casará con Triasta... él también se dio cuenta que nos amábamos solo como amigos, padres sé que es difícil de entender pero él será feliz con Triasta y yo lo seré con Xena.

Y así llegó el día de la partida de Gabrielle, toda su familia estaba llorando, pero ella partía hacia su felicidad, también estaban Pérdicas y Triasta quien le agradecía eternamente a Gabrielle por ser tan sincera y dejarle el camino libre para casarse con Pérdicas y amarlo para toda la vida.
Gabrielle partió de Potedia con su bolso lleno de ilusiones, de amor, de felicidad, porque iría a encontrarse con ella.

En tanto Xena ya llegaba a Atenas.

Xena: hola, busco a Pelitunus.
Tabernero: ¡Pelitunus!... te buscan...
Pelitunus: ¡Xena!... llegaste... bienvenida guerrera.
Xena: gracias... ¿dónde podemos hablar?
Pelitunus: ven vamos al callejón acá hay muchos curiosos.
Xena: dime ¿para qué me llamaste?
Pelitunus: verás... hay un buen cargamento de armas... parece que están muy buenas... la punta de las flechas es de un material estupendo, traspasan varios hombres a la vez, pensé en ti, sé que ya no diriges ejércitos, pero pensé en tus amigas las amazonas, a ellas les vendrán muy bien, sé que usan mucho las flechas... y están a cada rato en guerra si no es con los centauros es con los romanos.
Xena: ¿cuánto?
Pelitunus: y... mmm... para ti serán unos, son muchas...
Xena: dale, no tengo tiempo...
Pelitunus: tres mil denarios.
Xena: ¿estás loco?... las amazonas no tienen ese dinero. Además no me dijiste cuantas son.
Pelitunus: es un buen cargamento... son dos mil flechas... tienen para defenderse por mucho tiempo.
Xena: sí... ¿dónde están?
Pelitunus: si te lo digo... no tiene gracia... irías tú con ellas y las robarían.
Xena: ¿para qué me llamaste?
Pelitunus: pues para eso... ¿las quieres?
Xena: debo hablar con ellas y están lejos, tengo unos días de viaje.
Pelitunus: pero las flechas están cerca de ellas, solo tengo que dar la orden y te las entregan donde tú quieras, siempre y cuando paguen lo que les pido.
Xena: está bien, sé que las necesitan, están como tú dijiste en guerra constante, y no pueden abastecerse por sí mismas, no tienen mucho tiempo. Iré a la aldea, luego vuelvo y te digo donde nos encontramos.
Pelitunus: listo, te espero ansioso.
Xena: eres tremendo, me enviaste un mensaje que necesitabas ayuda porque tenías problemas con unos bandidos, vine para ayudarte y quieres venderme armas... ja...
Pelitunus: pero en realidad me ayudas... a ganar dinero... hasta pronto Xena, cuídate.
Xena: nos vemos.

Xena partió como había llegado, rápido, así era su vida de un lugar a otro, en tanto en otro lugar había una dulce mujer rubia que iba en su busca pero caminando iba a tardar mucho, mucho... en llegar a Atenas.

Aldea amazona:

Amazona1: alguien se acerca.
Amazona2: es Xena, tonta...
Xena: hola chicas, ¿cómo están?... veo que hacen bien la guardia.
Amazona2: sí, hacemos lo que podemos, los centauros nos tienen hartas y encima parece que nuestras espías vieron que se acercan romanos, en unos días estarán acá, y no tenemos reservas.
Xena: a eso vine... debo hablar con tu reina... ¿aun es Melosa?
Amazona1: sí Xena...
Xena: permiso, vigilen bien el camino.

Xena llegó a la cabaña de la reina.

Melosa: ¡ Xena!... que alegría verte guerrera... estamos en terribles problemas...
Xena: sí algo me contaron las guardias... tengo la solución...
Melosa: siempre nos estás ayudando, dime ¿qué tienes?
Xena: me ofrecieron armas nuevas, flechas de un material que mata tres personas de un solo tiro.
Melosa: ¡ya!, ¿dime donde están?... estamos tan necesitadas, no tenemos tiempo de hacer nuestras flechas.
Xena: están cerca de acá, pero quieren tres mil denarios, son dos mil flechas.
Melosa: ¿tres mil?... es mucho dinero...
Xena: lo sé, yo les dije lo mismo...
Melosa: no tenemos tanto dinero, pero tal vez consiga mil... ¿y si nos venden menos?
Xena: debo hablar con ellos... ¿cuántas quieres por mil?
Melosa: aunque sea 600.
Xena: bueno hablaré con ellos. Descansaré un poco si no te molesta antes de partir, pues la verdad he viajado mucho sin descanso.
Melosa: por supuesto Xena, te prepararé la mejor cabaña, tendrás comida y un buen baño.
Xena: gracias.

En tanto Gabrielle seguía caminando, hasta que se encontró con una familia que viajaba en carreta y se dirigían a Atenas, la barda entretuvo a los niños del matrimonio con sus historias, esas historias que comenzó a escribir en el camino mientras buscaba a Xena, pues al preguntar por la guerrera le decían como había pateado varios traseros y ella sonreía y escribía como buena barda una historia sobre su amiga y así el viaje se hizo más ameno. Paraban de vez en cuando a descansar, y luego seguían otra vez el camino, ya le faltaba menos a Gabrielle para llegar a Atenas.

En tanto en la aldea amazona:
Xena descansaba y las miradas de varias amazonas enloquecidas por su belleza no le quitaban la vista de encima a la guerrera...

Xena: ¡cómo disimulan!
Ephiny: ¿hablas sola guerrera?
Xena: hola Ephiny... sólo pensaba en voz alta... ¿cómo andas?
Ephiny: dentro de todo bien, ya sabes pelear tanto cansa, ahora estamos algo más tranquilas pero no sabemos hasta cuando... ¿y tú?... Melosa nos comentó que traerías flechas nuevas...
Xena: sí, tengo un amigo... bueno uno de esos oportunistas, tiene varias flechas y pensé en ustedes sé que las necesitan...
Ephiny: sí, es cierto... bueno cuéntame por dónde anduviste... pese a que descansaste algo, te noto muy... no sé decirlo... distinta...
Xena: ja, sigo siendo la misma... no sé a que te refieres...
Ephiny: algo de nostalgia en tus ojos, algo que nunca vi... ¿conociste a alguien?
Xena: sí, ¿tanto se me nota?
Ephiny: sí, a mí no puedes engañarme... te conozco muy bien... cuéntame, te hará bien, desahogarte...
Xena: la conocí, en un campamento, la habían secuestrado y la rescate, junto a otras mujeres, pero ella me ha iluminado el alma, ¡Ephiny! si tú supieras lo bella que es, tan dulce, es la persona más dulce del mundo... jamás había visto unos ojos tan serenos, con tanta paz... es... es...
Ephiny: estas enamorada hasta los huesos...
Xena: sí... al principio no quise reconocerlo, ya sabes que nunca me gusto sentir, era muy raro en mí, pero desde que la conocí no la puedo quitar de mi mente, la veo en todos lados, hasta me la imagino caminando a mi lado, y escucho su suave voz...
Ephiny: ¿y qué paso?... ¿por qué no estas con ella?
Xena: tiene prometido, y se va a casar, es más, ya se habrá casado... -dijo muy triste.
Ephiny: ¡oh! lo siento... entonces ella no te correspondía... es doloroso cuando amas a alguien y no te corresponde...
Xena: sí, debe serlo... pero ella me ama... lo vi en sus ojos, a veces vi confusión, pero sé que era amor...
Ephiny: ¿y entonces? ¿no entiendo? ¿por qué no está contigo?
Xena: porque soy una cobarde... no sé que me paso... en realidad lo pensé mucho y me di cuenta que yo no podía ofrecerle nada, él en cambio le daría todo...
Ephiny: pero si se aman... Xena, hiciste mal en irte...
Xena: no, sé que hice bien...
Ephiny: ¿ella sabe que la amas?
Xena: sí, se lo dejé escrito en un pergamino antes de irme...
Ephiny: ¡¡ah!!! pero tú eres un desastre... ¿le confiesas que la amas y te vas?
Xena: sí... pero sé que fue lo mejor para ella...
Ephiny: debiste hablarle antes, consultarla sobre que opinaba ella, a lo mejor está sufriendo como lo haces tú... mírate Xena, estás muy triste...
Xena: sí, lo estoy... no puedo olvidarla... pero no sé... yo no podía darle hijos, un hogar... en fin una vida "normal"...
Ephiny: lo "normal" es lo que a cada una le gusta y le hace bien, no lo que hace la mayoría... Xena, si tienes oportunidad, vuelve por ella... serán felices juntas...
Xena: sí, tal vez vuelva, ahora el destino me lleva hacia otro lado, y a ella a los brazos de él...
Ephiny: pero si te ama como me dijiste... seguro está esperando por ti...
Xena: ¿tú crees?
Ephiny: sí Xena, cuando termines con todo esto, vuelve por ella...
Xena: lo haré... gracias Ephiny, necesitaba hablar con alguien sobre ella... vamos a descansar ya es tarde y mañana debo salir temprano para hablar con Pelitunus...
Ephiny: perfecto Xena, ve a descansar... y sueña con ella...
Xena: gracias, desde que la conocí sueño con ella... es lo único que hago... soñar...
Ephiny: ¡guerrera enamorada!... jajaja...
Xena: sí... -le dio una hermosa sonrisa- nos vemos...

Al amanecer Xena salió de la aldea amazona y al pasar unos días llegó a la ciudad para hablar con Pelitunus.

Xena: hablé con la reina amazona, solo tienen mil denarios, quieren 800 flechas. -pidió 200 más de lo que le dijo la reina.
Pelitunus: ¿estás loca?.
Xena: vamos, no seas malo, siempre te salen bien los negocios, además tu no las cargarás tendré que ir con algunas de las amazonas, no pagas gastos de viaje...
Pelitunus: está bien, porque eres tú, sabes que me agradas... tráeme los mil denarios y son tuyas.
Xena: ¿crees que soy tonta?... te daré los denarios cuando vea la mercadería, los dos al mismo tiempo, no confío en nadie.
Pelitunus: eres la Xena de siempre, me gusta hacer tratos contigo.
Xena: y a mí contigo, pero a mí manera. ¿Listo?
Pelitunus: sí.
Xena: ¿cuándo nos vamos?
Pelitunus: mañana.
Xena: bueno, descansaré en la posada. A la mañana te espero en el callejón.
Pelitunus: nos vemos.

Llego la mañana y Pelitunus no venía. Xena fue averiguar en donde podía estar cuando escuchó un fuerte grito que venía de la otra calle, habían matado a Pelitunus.

Xena: maldición... ¿alguien vio algo?... ¿quién lo hizo? -quitó el puñal del corazón de Pelitunus, tenía un escudo raro en el mango.
Hombre: nadie vio nada, todos sabemos que estaba en negocios raros, a lo mejor se quedó con algo que no era de él.
Xena: gracias. -Xena estaba que volaba, ahora no tendría las flechas que tanto necesitaba, tenía que hablar con alguien, había observado que la estaba siguiendo un muchacho rubio alto, después de un rato largo que lo dejó que la siguiera Xena lo tomó por sorpresa del cuello con el puñal que le había quitado al cuerpo de Pelitunus- dime ¿quién eres y qué quieres? ¿por qué me estas siguiendo? ¿quién te manda?
Rubio: me dijeron que quieren hablar contigo.
Xena: ¿quiénes?
Rubio: los gentiles, no me mates...
Xena: ¿los qué?
Rubio: gentiles, es una sociedad de hombres, se dedican a vender cosas que... roban.
Xena: ¿por eso son gentiles?... ¡qué buenas personas!... llévame con ellos.
Rubio: están fuera de la ciudad.
Xena: vamos, si es una trampa eres el primero en morir... ¿entendiste?
Rubio: sí...
Xena: espera, levanta las manos -lo revisó y le quitó de su bota derecha un puñal con el mismo escudo que tenía el que le había sacado a Pelitunus, y así supo que ellos habían matado a su amigo.

Llegaron a una casa en las afueras de la ciudad, era un castillo, impresionante.

Xena: el negocio va muy bien... linda casita se hicieron.
Rubio: sí.
Xena: llama a ese que está de guardia.
Rubio: Caltris, Caltris, vengo con la mujer guerrera, ábreme la puerta.
Caltris: ¿está sola?
Rubio: no, conmigo.
Xena: estúpido, te pregunta si no traje a nadie de mi lado.
Rubio: sí, está sola.
Caltris: pueden pasar.
Xena: si te mueves o haces algo raro, tu amigo es el primero en morir -le dijo al guardia y amenazó al rubio.

Cuando entró al castillo, miró con cuidado hacia todos lados, se encontró con varios hombres que la miraban con odio...

Fermín: tú debes ser Xena, me dijeron que eras muy hermosa, pero lo eres más en persona...
Xena: no vine para recibir halagos, ¿quién eres y qué quieres?
Fermín: soy Fermín, el jefe de los gentiles... mmm... ¡qué mujer ruda!... me gustas... vas directamente al negocio.
Xena: sí, tenía un buen negocio y alguien me lo arruinó -y lanzó rápidamente el puñal que tenía en su bota, el que le había quitado al rubio, éste pasó rozando la cabeza de Fermín y se clavo en la madera que tenía detrás, todos se asustaron por la reacción de la guerrera, hasta hicieron el ademán de atacarla, pero Fermín, un hombre astuto siguió como si nada y sacó el puñal de la madera mientras seguía hablando con Xena que aún tenía bajo el filo del otro puñal el cuello del rubio.
Fermín: -hizo una sonrisita burlona- sí, el muy tonto pensó que podía traicionarnos, lindo puñal... mmm... -y lo giró en sus manos.
Xena: ya había cerrado trato con Pelitunus... -no le quitaba la vista a las manos de Fermín.
Fermín: ¿qué te ofreció?
Xena: -Xena le cambió todo por si podía sacar ventaja del asunto- mil flechas por 800 denarios.
Fermín: estaba loco... mereció morir...
Xena: pero hizo un trato conmigo. Aquí tengo los 800 denarios. Me citó en el callejón y nunca llegó.
Fermín: mejor para ti, pues aun tienes los 800 denarios, de la otra forma no tendrías nada.
Xena: si no cumples con el trato, pues ya les dije a las amazonas que me esperaran con las flechas, correré la voz que eres un traidor y no podrás venderle a nadie nunca más ni una pluma, ya nadie confiará en ti.
Fermín: está bien, tú ganas, dame los denarios.
Xena: jajaja... no soy tonta... primero las flechas.
Fermín: Lucum, llama a Ernesto y dile que debe acompañar a la guerrera -enseguida apareció Ernesto.
Ernesto: ¿llamó señor?.
Fermín: la guerrera compró mil flechas, quiero que la lleves a la otra casa, luego que te dé los 800 denarios.
Xena: sin trampas querido Ernesto o mueres tú primero.
Ernesto: jaja... no te preocupes, cumplo siempre mis órdenes.
Xena: eso espero, por tu bien. Fue un placer hacer negocios contigo, Fermín.
Fermín: lo mismo digo Xena. -le hizo seña a Ernesto para que matara a la guerrera cuando le iba a mostrar las flechas, Xena se dio cuenta que era una trampa. Luego soltó al rubio cuando ya habían salido del castillo.
Xena: esta bien puedes irte...
Rubio: graa... grac... ias...
Ernesto: es un estúpido cobarde...
Xena: ¿y tú eres valiente?
Ernesto: sí, lo soy... cuando quieras probamos nuestras habilidades, a mí nunca podrías atraparme... y menos del cuello...
Xena: bueno veremos que pasa luego... -le dio su mejor sonrisa.

Ya camino a la casa especial donde guardaban las armas, estaba a casi un día de viaje.

Xena: ¿falta mucho?.
Ernesto: ya casi llegamos, ¿cómo las llevarás?
Xena: por eso quiero saber donde es, luego vendré con ayuda, para retirarlas.
Ernesto: deberás pagarme antes.
Xena: sí por supuesto -ni loca pensó Xena.

Llegaron y Xena vio las flechas, eran realmente como Pelitunus le había contado, muy fuertes, de un material liviano y fuerte, probó una flecha y traspasó una tabla de madera.

Xena: son muy buenas, prepara todo, mañana vengo con mi gente.
Ernesto: debes entregarme el dinero.
Xena: confía en mí.
Ernesto: me enseñaron a no confiar en nadie, tú puedes traer a tu gente y me robas todo, ¿por qué debo confiar en ti?
Xena: soy una mujer de palabra. ¿tú no?
Ernesto: no soy una mujer...
Xena: ¡ja! lo sé, me refería si eres de palabra.
Ernesto: sí, soy de palabra... cumplo órdenes.
Xena: tú orden es matarme y sacarme el dinero, pero no lo lograrás.

Xena sacó rápidamente su espada y comenzó una feroz batalla en contra de Ernesto y otro hombre que estaba al cuidado de las armas.

Xena: malditos, los mataré a los dos y me llevaré todas las flechas...
Ernesto: jajaja... tienes una gran imaginación...

Xena arremetió con toda su fuerza y lo tiró al piso, al otro le dió una patada en la cabeza que lo dejó tirado a un costado, y ya estando encima de Ernesto le dió un certero golpe en la cara y lo desmayó.

Xena: idiotas... pensaba pagarles... ahora perderán todo... el dinero y las flechas... debo ir a buscar a las amazonas urgente para que me ayuden antes que manden más hombres. Antes los ataré muy bien, pues tardaré bastante en volver... ¡maldición!

Mientras Xena iba en busca de las amazonas, Gabrielle ya entraba a la ciudad de Atenas, estaba maravillada con la belleza de sus calles, los colores, la gente, el mercado, todo era algo tan nuevo y diferente para ella, se sentía feliz, tal vez encuentre a Xena pronto, pensó.

Gabrielle: gracias por haberme traído, han sido muy amables.
Perla: de nada Gabrielle, te agradecemos a ti por entretener a nuestros hijos con esas maravillosas historias, espero que si no encuentras a tu amiga, al menos te quedes en la Academia de Bardos, eres muy buena, cuídate. Adiós.
Gabrielle: adiós a todos, y gracias de nuevo.

Xena seguía cabalgando y cabalgando...
En tanto Gabrielle se hospedaba en la posada donde había estado Xena.

Gabrielle: disculpe estoy buscando a una mujer, ella es mi amiga, tal vez estuvo por acá, su nombre es Xena.
Posadero: sí la conozco, ella estuvo por acá pero eso fue hace varias lunas.
Gabrielle: ¿no sabe si volverá?.
Posadero: no creo, al hombre que hablaba con ella, lo mataron hace unos días en el callejón, se fue muy molesta.
Gabrielle: entiendo... y ¿no sabe para donde se fue?
Posadero: creo que estaba haciendo negocios con los gentiles.
Gabrielle: ¿los gentiles?
Posadero: sí, son unos bandidos, hacen de todo, tu amiga debería tener cuidado con quienes se junta.
Gabrielle: ella sabe muy bien sobre los peligros, debe estar con ellos porque realmente los debe necesitar.
Posadero: mientras no la maten como a Pelitunus, son muy peligrosos.
Gabrielle: gracias por todo, ¿por dónde queda el campamento de los gentiles?
Posadero: están al este del pueblo, en las afueras y no es un campamento es una gran casa, diría un castillo, allí está el que los manda, su nombre es Fermín, pero te aconsejaría que no vayas, ya te dije... son muy peligrosos, y tú eres solo una mujer, además de muy bonita, podrían hacerte daño.
Gabrielle: a mi amiga seguro no le dijiste eso... ella es muy hermosa... -su cuerpo tembló al recordar el cuerpo desnudo de Xena, cuando la vio por única vez en el lago cerca de Amphipolis.
Posadero: tienes razón, es muy hermosa pero parece más dura que tú, sabe defenderse, ¿tú puedes hacerlo?
Gabrielle: aprendí un poco con ella, al verla pelear, pero ahora tengo mi cayado y estoy aprendiendo algo, ya sé defenderme...
Posadero: me alegro por ti, pero aún te digo que no deberías ir sola.
Gabrielle: he viajado mucho para encontrarla, debo hablar con ella, ella es todo para mí, sin ella no vivo... necesito encontrarla, verla, hablarle. -sollozó
Posadero: lo siento, veo que quieres mucho a tu amiga Xena, si es lo que sientes hazlo. Espero que tengas suerte y algún día la encuentres.
Gabrielle: sí, ojalá, se está haciendo difícil, a cada pueblo o ciudad que llego, ella, siempre hace varios días que pasó por ahí, a veces pienso que los Dioses se empeñan en separarme de ella, siempre llego tarde.
Posadero: estoy seguro que algún día se encontrarán.
Gabrielle: eso espero, adiós y gracias.
Posadero: oye, ¿por qué no te quedas?, te ves cansada, además ya será de noche, pasa la noche aquí y mañana te vas...
Gabrielle: sí, tiene razón, estoy cansada... deme una habitación... ¿cuánto es?
Posadero: 3 denarios...
Gabrielle: ¿tres?... ¿y ese precio incluye un buen baño?
Posadero: sí... y también un buen plato de comida...
Gabrielle: ¡ah! bueno... está bien... pero solo tengo dos... no me haría usted el favor... si quiere puedo lavar los platos... luego...
Posadero: mmm... está bien... dame dos... y lavas los platos luego...
Gabrielle: bueno... lo haré...

Luego de bañarse y descansar un poco, Gabrielle bajó a cenar, comió tranquila, y bastante había usado varios platos... y luego de finalizar cumplió con su trato... levantó todo lo que había usado y fue a lavarlo...

Posadero: oye ¿qué haces?
Gabrielle: lavo los platos...
Posadero: pero... yo te dije todos...
Gabrielle: ¿mmm? ya está, terminé, yo sólo lave los que usé...
Posadero: jaja, niña... pero ese no fue el trato...
Gabrielle: ¡oh! síii, ninguno de los dos aclaró que platos eran los que debía lavar... yo lavé solo los que usé yo... ni loca me pongo a lavar todos los platos de la posada, los que usaron los demás clientes...
Posadero: pero... mmm...
Gabrielle: lo siento estoy cansada y debo dormir... hasta mañana y gracias...

Y así con una gran sonrisa, rápidamente se dirigió a su habitación antes que el posadero reaccionara, antes que le dijera que se fuera de la posada... o peor, que le insistiera en lavar todos los platos...

Posadero: vaya niña, me ha engañado... bueno me ha parecido muy simpática... iré a lavar el resto de los platos... lindo negocio hice... mmm... descontar un denario sólo por tres platos...

Luego a la mañana temprano, bueno, no tan temprano, a Gabrielle le gustaba dormir, se levantó y se fue rumbo a la casa grande de Fermín, el jefe de los gentiles, pero antes pasó por la Academia de Bardos, necesitaba ver donde estudiaban, como era... se emocionó con solo ver las placas de los grandes bardos y pensadores que había en la pared, tal como le había dicho Xena, tocó con su mano temblando una de las placas y se imaginó su nombre puesto en ella, y a Xena al lado de ella muy orgullosa... sonrió y se fue con su nostalgia hacia la casa de los gentiles, para encontrarse de una buena vez con el amor de su vida, con Xena...

Xena en tanto como cabalgó sin descansar ya estaba muy cerca de la tierra amazona...

En tanto Gabrielle seguía caminando rumbo a la casa del jefe de los gentiles.

Gabrielle: ¡Dioses! no doy más, debería descansar... éstas malditas botas... -se sacó una- auuu... ¿qué pisé?... una piedra con punta filosa... ¡maldición!
Rubio: hola, hermosa ¿qué haces por aquí?
Gabrielle: ¿y tú de donde saliste?
Rubio: estoy custodiando la casa, nadie debe acercarse, ¿qué quieres?
Gabrielle: estoy buscando a una amiga, me dijeron que vino a ver a los gentiles. ¿los conoces? -se acomodó de nuevo la bota.
Rubio: sí, pertenezco al clan, somos una sociedad...
Gabrielle: entonces podrías decirme si vino mi amiga, su nombre es Xena, es alta, morena y tiene los ojos más azules y hermosos que jamás verás en otro cuerpo.
Rubio: -se estremeció al oír a la barda describir a su amiga, pensó, ¡pobre si supiera que está muerta!, seguro Ernesto ya la despachó- ... mmm... puede ser... no sé, tal vez preguntando en la casa alguien te diga, si vino por acá, yo no la vi.
Gabrielle: gracias... ¿puedo seguir hasta la casa?
Rubio: sí -pensó, es muy bonita tal vez el jefe me agradezca por hacerla pasar, sé que necesita a alguien, está muy alterado últimamente, ella puede ser la mujer perfecta.

Gabrielle se acercó a la casa y salió Caltris.

Caltris: ¿qué deseas?
Gabrielle: quiero hablar con alguien, que haya visto a Xena, es mi amiga.
Fermín: ¿qué hades pasa? -¡oh!, pensó, ¡que mujer hermosa!
Gabrielle: disculpe... no quiero molestarlo, pero...
Fermín: pero... nada -dijo con dulzura- pasa, mujer... pasa a mi casa, eres bienvenida.
Gabrielle: gracias... -entró a la casa era hermosa, un salón inmenso, a Fermín se le caía la baba- disculpe, le decía...
Fermín: ya habrá tiempo para eso, debes estar muy cansada, se nota que has viajado mucho, ven siéntate un momento -le tomó la mano y la hizo sentar en un sillón muy cómodo, Gabrielle dejó su cayado y bolso a un lado- ¿tienes hambre?
Gabrielle: -los ojos se le iluminaron- la verdad... sí, me muero de hambre -no había desayunado.
Fermín: Caltris, trae algo de comer y beber. Dime ¿qué te trae por aquí?.
Gabrielle: estoy buscando a mi amiga, su nombre es Xena, me dijeron en el centro de la ciudad que a lo mejor vino por acá.
Fermín: Xena... mmmm... espera... es que viene mucha gente por aquí... ¡oh!, sí la guerrera... muy bonita... pero no tanto como tú... -le tomó las manos a Gabrielle, quien se puso muy tensa, y se deshizo del agarre disimuladamente.
Gabrielle: ¿entonces?
Fermín: ¿qué?
Gabrielle: ¿estuvo aquí?
Fermín: sí... -al ver el rostro encendido de Gabrielle se dio cuenta que esa mujercita amaba a la guerrera- ¿te has puesto muy contenta o me equivoco?
Gabrielle: no se equivoca, es que ella es todo para mí, y hace días que la estoy siguiendo y no puedo dar con ella, siempre se va antes de que yo llegue.
Fermín: puedes esperarla aquí, ella dijo que volvería.
Gabrielle: ¿en serio? -se iluminó más su rostro.
Fermín: sí, -mintió vilmente pues sabía que Xena ya era historia en las manos de Ernesto, seguro ya la había matado- sería un placer si te quedaras -pensaba en su lujuria poseer a Gabrielle, era realmente hermosa pensaba Fermín.
Gabrielle: le agradezco, pero no quiero molestarlo, la esperaré afuera de la casa.
Fermín: eso no es necesario -se acercó para besarla.
Gabrielle: ¿qué hace? ¿está loco? -quiso correr hacia la puerta, pero el hombre la sujetó.
Fermín: ¿a dónde crees que vas hermosa?... serás mía... ven... quédate quieta...

Gabrielle trataba por todos los medios de soltarse de los brazos de ese maldito, que intentaba a toda costa besarla.

Gabrielle: suéltame... maldito, suéltame... cuando Xena vuelva... te hará pagar caro esto si me tocas...
Fermín: jajajajaja... ella no volverá nunca, ya debe estar muerta, di la orden de que la mataran.
Gabrielle: ¡maldito!... -se soltó y le dio un buen golpe en la cara que lo tiró al piso, luego tomo su cayado y bolso y salió corriendo a toda velocidad de la casa, se encontró con Rubio, y lo empujó a un costado, siguió corriendo a más no poder, corrió tanto que llegó de nuevo a las afueras de la ciudad, estaba dolorida, fatigada, asustada, pero sobretodo amargada, sin esperanzas, le había dicho el maldito que Xena estaba muerta.

Ahora se encontraba sentada en el piso, apoyada en un árbol...

Gabrielle: no puede ser, no puede ser, -se repetía una y otra vez, ella aún la sentía en su corazón- no puede estar muerta, noooo, mi amor...no..., -lloraba desconsoladamente, hasta que le pareció sentir una mano en su pequeña cabeza, levantó la vista y vio a una hermosa mujer, que le sonreía.
Afrodita: niña, mi niña... ya no llores...
Gabrielle: ¿quién eres tú?
Afrodita: soy Afrodita, la Diosa del Amor.
Gabrielle: vete, no quiero hablar con nadie.
Afrodita: lo sé, estás muy triste.
Gabrielle: sí, pero... ¿tú que sabes?...
Afrodita: te dije que soy la Diosa del amor...
Gabrielle: ¿amor?... lo conocí y lo perdí... -seguía llorando.
Afrodita: aun no lo pierdes, debes luchar por ese amor.
Gabrielle: primero se fue, rompiéndome el corazón, y ahora que la busco por todos lados, me dijeron que está muerta... -los ojos ya estaban rojos de tanto llorar.
Afrodita: no llores, ella no está muerta.
Gabrielle: ¿cómo sabes que es "ella"?... no es muy normal... ¿no?
Afrodita: no sentir amor, no es normal, si amas como tú realmente amas, porque veo tu corazón, no debes sentir que no es normal, además dijiste "la busco"... "muerta", y por si se te olvidó soy la Diosa del Amor... sé todo lo que sienten los mortales, ¡Dioses!, ¡mis hermanos!... estás muy enamorada...
Gabrielle: -bajó su cabeza- sí, con toda mi alma.
Afrodita: levanta la cabeza niña, debes gritarlo a los cuatro vientos, eres una de las grandes afortunadas que conocieron a su alma gemela, no debes dejarla ir.
Gabrielle: ¿mi alma gemela?
Afrodita: sí, es esa persona por la cual respiras, sientes, vives, cuando ves sus ojos, mmm... -Gabrielle cerró los ojos y se encontró con el azul profundo de Xena y suspiró- eso que acabas de hacer.
Gabrielle: ¿qué hice?
Afrodita: suspiraste y ni te diste cuenta porque estás pensando solo en ella, nada ni nadie más existe en el momento en que piensas en ella, eso es amor, puro amor.
Gabrielle: sí... lo sé... pero... ella se fue, me dejó... es que estoy en la duda... ¿si ella no siente lo mismo?... me dejó escrito que me amaba pero se fue... no lo entiendo...
Afrodita: búscala y dile que la amas.
Gabrielle: se lo dije pero no me creyó... pensó que me iba a casar con el hombre que era mi prometido antes de conocerla a ella, y cuando ya estaba preparada para irme con ella, se fue, dejándome el alma rota, me dejó un pergamino diciéndome que fuera feliz, sin ella no lo seré nunca, la amo tanto... tanto... -comenzó a llorar de nuevo.
Afrodita: shhhh -la abrazó- no llores verás que la encontrarás...
Gabrielle: ¿si tú eres la Diosa del Amor, no puedes ayudarme a encontrarla?
Afrodita: lo siento mi niña, eso lo tienes que hacer solita... yo solo ayudo cuando veo que no hay amor, pero ustedes ya lo tienen, solo se tienen que encontrar y decírselo, especialmente la guerrera que es muy dura, te será difícil, sacarle la palabra amor de sus labios, pero sé que lo lograrás, porque ella también te ama.
Gabrielle: ¿cómo sabes que es guerrera?
Afrodita: ¡soy Diosa!!, yo sé todo. -dijo enfadada, la barda no le creía.
Gabrielle: lo siento... no quise molestarte... tienes razón, ella nunca me dijo que me amaba, mirándome a los ojos y tuvo la oportunidad, solo cuando se fue, me lo escribió en el pergamino, como te dije, pero no se animó a decírmelo en la cara...
Afrodita: ya lo hará, ahora sigue tu camino.
Gabrielle: no sé hacia donde ir...
Afrodita: te daré una pista, aunque no debería, pero eres muy dulce... "amazonas" -juntó sus dedos y desapareció en un haz de luz rosa como había venido, corazones pequeños rodearon a Gabrielle.
Gabrielle: pero... ¿qué Hades fue eso?... amazonas... amazonas... mmm... tengo hambre, mejor me voy a la posada a descansar.

Y así Gabrielle se alojó en la posada tomó un buen baño, lo necesitaba, sobretodo para relajarse, estaba muy tensa por todo lo que había pasado, la extrañaba, la amaba con toda su alma, necesitaba sus brazos fuertes y firmes para acunarse en ellos como tantas noches había hecho, necesitaba sentir su piel, el perfume que desprendía su cuerpo, sus ojos, pensó en sus ojos y se durmió pensando en ellos, como hacía desde que la conoció.

En tanto Xena ya estaba de nuevo con las amazonas...

Solari: hola Xena, te esperábamos muy ansiosas, le avisaré a Melosa.
Xena: esta bien, tú quédate aquí de guardia iré sola... -y así llegó al campamento y se cruzó con Solita, la hermana de Solari.
Solita: Xena, por fin llegaste, nos tenías preocupadas, ¿el trato ya está hecho?
Xena: sí, vine por ustedes para que me ayuden a traer el cargamento.
Celia: para eso estamos, te estábamos esperando. -le dio un beso en la mejilla.
Xena: ¿qué haces?
Celia: te saludo.
Solita: no seas tan hostil Xena, solo te dio un beso.
Xena: no me gusta que me besen. -Celia era una joven amazona que le atraía profundamente la guerrera, cada vez que se encontraban Celia buscaba cualquier excusa para estar cerca de Xena, algo que nunca pasó desapercibido para Xena, pero ella estaba para otras cosas, nunca pensaba en el amor, claro, esto solo fue hasta que conoció a Gabrielle, de quien estaba profundamente enamorada, aun no había olvidado a la barda por nada del mundo, en cuanto miraba a su lado, siempre era como que la buscaba, cuando dormía soñaba con ella, cuando escuchaba el silencio del bosque sentía su suave voz, contándole alguna historia, no podía quitársela de la mente y menos del corazón y del alma, pero sabía en su interior que había hecho lo correcto en dejarla, aunque fuera el resto de su vida infeliz, ella no podía darle todo lo que le podía dar Pérdicas, cuando pensaba se imaginaba a niños y niñas con la carita de Gabrielle y su angustia pasaba de largo, pues eso era algo que nunca podía haberle dado a Gabrielle, hijos.
Solita: apuesto a que no a todos le dices lo mismo, algún día te veré rendida a los pies de alguien, espero ansiosa ese día.
Xena: nunca.
Solita: nunca es una palabra que "nunca" debe decirse, ya te vas a enamorar.
Xena: -bajó su cabeza- ... palabras...
Solita: mmmm... veo en tus ojos algo distinto, puedes confiar en mí, ¿ya estás enamorada?
Xena: no sé de que hablas, déjame en paz... vamos a ver a Melosa, quiero avisarle que nos iremos por las flechas.
Celia: siempre cambiando de tema cuando se habla de amor...
Xena: -le dirigió "la mirada"- suficiente.
Celia: esta bien... lo que tú digas "mi princesa". -salió corriendo al lado de la reina Melosa que ya se acercaba para hablar con Xena.
Xena: te salvó tu reina, hola Melosa.
Melosa: hola Xena, ¿todo bien?
Xena: la verdad no tanto, pero ya tengo todo listo para retirar el cargamento.
Melosa: perfecto, sabía que podíamos contar contigo, la verdad las necesitamos, la guerra con los centauros, más los bandidos del este nos están agotando, encima tengo el presentimiento que pronto vendrán romanos.
Xena: siempre estoy para ayudarte.
Melosa: gracias Xena, eres siempre bienvenida... -se dirigió a una amazona- ... ven tú... ¿eres Dionesis?...
Dionesis: sí, mi reina.
Melosa: atiende a la guerrera, prepárale un buen baño, dale algo de comer y tú Celia prepárale la cabaña -Celia asintió con la cabeza y le sonrió a Xena.
Xena: está bien Melosa, no te preocupes por mí.
Melosa: eres nuestra invitada, además deben partir mañana, quiero que estés descansada.
Xena: gracias, estuve cabalgando sin parar, también te quería pedir por Argo, si la cuidan.
Melosa: por supuesto, ella es tu mejor amiga.
Xena: -pensó en Gabrielle- sí.

Xena se retiró para bañarse, comer algo y descansar tranquila en la cabaña que Celia siempre preparaba para ella, pensando que algún día podía tener allí a la guerrera sola para ella. Xena había tenido unos días muy agitados, y especialmente en las noches porque no podía conciliar el sueño pensando constantemente en Gabrielle, así que no sintió cuando Celia se acercó despacio para verla dormir, estaba tan hermosa pensó Celia, y se acercó lentamente a los labios de Xena y los rozó suavemente... eran tan dulces... pero se sobresalto cuando escuchó decir en un susurro a la guerrera mientras dormía el nombre de la persona que le había robado el alma... Gabrielle... Celia por su parte al sobresaltarse salió de la cabaña rápidamente, tenía miedo que Xena despertara, y se quedó pensando mientras veía la luna en el silencio de la noche, en ese nombre... Gabrielle... ¿quién será Gabrielle? se preguntó... y por fin supo que Xena estaba enamorada... lástima que no era de ella...

Llegó el amanecer y se prepararon para partir, Xena iría con Ephiny, Solari y Celia, quien no quería perderse nada relacionado con Xena, además de indagar sobre ¿quién Hades era Gabrielle?...

Xena: bueno ya tenemos todo listo, nos vamos... volveremos en unos días con todas las flechas...
Melosa: gracias Xena, que la Diosa Artemisa las proteja...

Y así partieron rumbo a la casa en donde se encontraban las flechas...

En otro lugar, en una posada de Atenas se levantaba una niña de ojos verdes, se levantaba una dulce Gabrielle, con algo más de esperanza en su corazón que le decía que Xena estaba con vida, había hablado con la Diosa del amor, se sentía mejor, tenía que averiguar que era eso de "amazonas", había escuchado algo por ahí, que era una tribu solo de mujeres, que no aceptaban hombres, grandes y fuertes luchadoras, pensó en Xena otra vez, tal vez por eso ella estaba allí, eran mujeres y guerreras como Xena, pero pensó que si las encontraba lo mejor era ir de incógnito y no decir más el nombre de la guerrera pues eso le traía problemas, no todos amaban a Xena, eso fue algo que fue aprendiendo a lo largo del viaje, tal vez con el tiempo una vez amiga de las amazonas podía averiguar algo sobre la guerrera, lo primero ahora era ir a la aldea amazona. ¿Por dónde?... fue su pregunta...

Ya habían pasado dos días de viaje y Xena llegaba a su destino... antes que amaneciera, tres amazonas junto a Xena llegaban al depósito de armas de los gentiles, aún estaban atados los dos hombres que quisieron matar a Xena, entraron con cuidado, temiendo hallar a otros bandidos, pero estaba todo en orden, pero no por mucho tiempo pues Fermín al no tener noticias de Ernesto ya estaba pensando en que las cosas no habían salido como él había planeado... así que decidió mandar a unos cuántos de sus hombres para ver que había pasado...

Xena: hola malditos... ¿cómo están? -los dos hombres no podían hablar por estar amordazados, además que habían estado sin comer ni beber, estaban débiles- les daré un poco de agua, no soy tan mala... Celia trae agua...
Celia: lo que tu digas, mi vida...-Xena le clavó el azul de su mirada, Celia con una gran sonrisa, le dio el agua.
Xena: dame, quítales la mordaza... -le dijo a Celia y les dio de beber a los bandidos- Bueno listo... ahora veremos las flechas, vamos Ephiny... mira aquí están, son hermosas.
Ephiny: sí, están muy bien hechas.
Celia: no veo que es lo hermoso Xena, eso es para matar.
Xena: esto, es para defenderte, a ti y a las personas que amas, tus hermanas.
Celia: lo siento, no quise molestarte.
Xena: pero siempre lo haces.
Ephiny: tranquilas, estamos para llevarnos todo, no para pelear entre nosotras. Solari... ¿ya estás lista?
Solari: sí, vamos a cargar el resto.

Terminaron de cargar todo en la carreta y se fueron como vinieron en silencio.

Por su parte Gabrielle seguía su camino y averiguando en varios sitios llegó a la conclusión que las amazonas eran mujeres muy cerradas, y que le costaría mucho encontrarlas... pero por Xena haría cualquier cosa... nadie quería hablar sobre las amazonas, sólo le habían dicho que estaban al norte... así que siguió su camino...

A la tarde de ese día llegaron los hombres de Fermín a la casa de la flechas y se encontraron con los dos hombres atados y ninguna flecha...

Caltris: pero... ¿qué hades pasó acá? Ernesto eres un idiota...
Ernesto: me tomó por sorpresa...
Caltris: te dejaste vencer por una mujer, estúpido...
Ernesto: no es cualquier mujer, es Xena, la Princesa Guerrera...
Caltris: no deja de ser una mujer, cobarde maldito... pagarás con la muerte, Fermín te matará... esas flechas eran las mejores... valían una fortuna...
Ernesto: si me dejas con vida, puedo decirte hacia donde las llevó, déjame vengarme, esa maldita... la mataré... a ella y a todas las amazonas...
Caltris: ¿amazonas?...
Ernesto: sí, vino con ellas...
Caltris: interesante, siempre quise ver una amazona... dicen que son muy mmmm fogosas...
Ernesto: sí, lo son... dame la oportunidad de vengarme...
Caltris: esta bien, haremos un buen plan para entrar a la aldea... antes iremos con Fermín... él debe estar al tanto...
Ernesto: sí claro... -dijo asustado.
Caltris: jajaja... tienes miedo cobarde... vamos, no perdamos más tiempo...

Y así pasó el tiempo y Xena con las amazonas llegaron a su aldea junto con las flechas...
Mientras la barda seguía caminando...

Melosa: por fin llegaron, ya no teníamos más flechas, los centauros no están volviendo locas...
Xena: no te preocupes, con éstas, ganaremos... aunque no me gustaría ver de nuevo tanta sangre derramada...
Melosa: te entiendo Xena, mis hermanas han dado su vida, murieron muchas, ya estoy cansada de tantas guerras... pero debo defender a mi tribu, sino se acabarán nuestros ideales, querer vivir como a nosotras nos gusta, y si lo consigo con ésta guerra, seguiré hasta el fin, yo también quiero paz en mi tribu, pero estos centauros se empeñaron en quitarnos las tierras... debemos defendernos...
Xena: sí, Melosa, eres una gran reina.... ojalá tu sucesora sea igual de valiente, e inteligente como tú...
Melosa: gracias, Xena... ojalá la encuentre, aún no estoy convencida en quién podría dejar el mando... Ephiny es la única que se acerca un poco a lo que deseo, tal vez sea ella... aún no sé...
Xena: ya la encontrarás... y me gustará mucho conocerla...
Melosa: claro Xena, tú siempre serás bienvenida y eres una de las nuestras... cuando sea el momento te presentaré a la nueva reina...
Xena: bueno ya las chicas bajaron todo... ¿los centauros vienen desde el sur verdad?
Melosa: sí, aunque también están como nosotras, muy cansados y tuvieron muchas bajas, creo que si seguimos así, nos aniquilaremos entre todos, y no habrá nadie más en estas tierras...
Xena: sí las guerras son dolorosas, se pierden muchas cosas... pero no la vida de mis amigas si puedo evitarlo, así que andando... tengo un plan...

Y Gabrielle seguía caminando, descansaba un poco, comía algo y seguía...

Los hombres de Fermín ya estaban en camino, iban a todo galope, así que seguro se cruzarían en algún momento con Gabrielle... Fermín iba al mando, no quería perderse el matar con sus propias manos a esa maldita guerrera que le había robado...

En tanto en la aldea amazona, luego de dos días, la guerra con los centauros estaba llegando a su fin, usaron menos flechas de las que pensaron por suerte, los centauros y ellas hicieron un tratado de paz, se dieron cuenta que no podían seguir peleando para siempre, la que dio el paso inicial fue Xena, por eso siempre fue muy respetada por las amazonas, pero ahora con este logro, la respetaban y querían más.

Melosa: ¡¡por Xena!! -todas levantaron su copa estaban celebrando el tratado de paz.
Todas: ¡ por Xena!!... Xena, Xena, Xena,... -todas comenzaron a gritar, la guerrera estaba roja de vergüenza no le gustaba que la alabaran tanto, de pronto pensó en ella, en Gabrielle... ¿qué estaría haciendo?... ¿ya se habrá casado?... seguro esta rodeada por su familia y yo sigo aquí, siendo una solitaria, por más que este rodeada de tantas mujeres, sigo siendo una guerrera que camina hacia la nada, sin nadie que me espere cada día con una sonrisa, un beso, un abrazo, ¡que idiota he sido! tuve la oportunidad y la dejé escapar, pero sé que fue lo mejor para ella, yo no podía darle nada... si estuviera aquí ¿se sentiría orgullosa de mí?... al ver a todas las amazonas gritando mi nombre por mi valentía, por un gran logro, por efectuar un tratado de paz... paz Gabrielle, paz -pensó Xena- esa paz que nunca más tendrá mi alma, porque no te tengo más, esa paz que sentía cuando me mirabas, cuando me pedías tus brazos en las noches frías, o cuando tenías pesadillas o las simulabas solo para sentir mis brazos -una lágrima con una sonrisa de nostalgia se apareció en el rostro de la guerrera, Ephiny la estaba mirando.

Ephiny: ¿te encuentras bien?
Xena: sí... creo...
Ephiny:¿qué pasa?... puedes confiar en mí... veo que no eres la misma que estuvo aquí hace unos cuantos meses atrás, antes que vinieras por el tema de las flechas...
Xena: estoy enamorada... ya lo sabes...
Ephiny: cierto... ¿y qué piensas hacer ahora que todo terminó?...
Xena: ahora... seguiré mi camino, una solitaria como siempre, pero ahora duele, después de conocer el amor, duele, y mucho... pero entraré a ese espacio de la vida, en donde el silencio será mi mejor amigo... -dijo triste.
Ephiny: no digas eso Xena, nadie puede ser amigo del silencio, de la soledad... busca a alguien a quien amar...
Xena: ya encontré a quien amar y la perdí, no creo que me vuelva a enamorar... porque aun estoy enamorada, la siento tan dentro de mí, se ha convertido en parte de mí, de mi cuerpo, de mi alma, de mi vida... la llevaré conmigo donde quiera que vaya...
Ephiny: ¿y si la vas a ver? ¿alguna vez le preguntaste si te amaba?
Xena: no me atreví, además ya debe ser la mujer de Pérdicas... no quise estropear ese amor, el tiempo que compartió conmigo ya paso, ahora todo es de él... su mirada verde, es tan bella, sus abrazos, su boca, su alma... solo me queda el consuelo que la deje en buenas manos, sé que Pérdicas la hará feliz, soy una cobarde, maldición, no pude decirle a los ojos que la amaba y quiero que sea feliz, pero en el fondo... no quiero que lo sea si no es conmigo, soy una egoísta, no sé ya ni que digo, no duermo una noche seguida desde que me separé de ella la veo en todas partes. -sollozó, algo extraño en Xena, Ephiny la abrazó.
Ephiny: shhhh, tranquila, Xena, que duro que es todo esto... no puedo verte tan...
Xena: triste... sí lo estoy... dicen que el tiempo lo cura todo, veremos que pasa... pero sé que el dolor de no tenerla seguirá dentro de mí por siempre... porque la amo, como nunca amé a nadie... además ya se habrá casado, faltaban pocos días para eso, por eso me fui no podía soportar verla el día de su casamiento en brazos que no fueran los míos.
Ephiny: te entiendo, lo siento... no sé que decirte.
Xena: gracias... no digas nada, ya no tengo palabras de consuelo... solo me queda, como te dije, el silencio... debo irme, me iré lejos, por ahí, por la vida, a donde me lleven los Dioses...
Ephiny: sabes que soy tu amiga por siempre, y estoy dispuesta ayudarte para lo que quieras, guerrera, eres una gran mujer con un gran corazón, no todos harían lo que hiciste sacrificaste tu felicidad por amor a ella, sabía que eras una sentimental en el fondo -se abrazaron fuerte- te queremos mucho aquí...
Xena: gracias Ephiny, me voy a descansar pues mañana me voy...
Ephiny: ¿tan pronto?... siempre huyendo... me pregunto ¿de qué?.
Xena: de la vida, hice mucho daño, quiero pagarlo de alguna forma, ayudando a los demás en lo que pueda, ese es mi destino, siempre hay alguien que me necesita... pues si no hago esto, ya no me queda nada por hacer, no hay nada que llene mi alma que se siente tan vacía desde que no la vi más... solo me queda ayudar en lo que pueda... las parcas me dirán hasta cuando...
Ephiny: todos te necesitamos Xena, y por favor no tardes tanto en regresar.
Xena: trataré de venir más seguido. Hasta mañana, me iré a dormir...
Ephiny: sí, creo que todas deberíamos hacer lo mismo, la mayoría están ebrias, es lindo festejar por la paz...
Xena: sí, lo es...
Ephiny: que descanses.
Xena: gracias, tú también...

Y así Xena se fue a descansar, mejor dicho a seguir pensando en ella... una lágrima rodó por su mejilla y luego se durmió...

En tanto Gabrielle seguía caminando rumbo a la aldea amazona, no le faltaba mucho, decidió descansar pues ya era de noche, recordó a Xena una vez más, mirando las estrellas se durmió pensando en ella, pero se despertó en medio de la noche cuando escuchó ruido de caballos y voces de hombres... que comenzaban a acampar... se levantó rápido y se escondió para escuchar... eran un montón...

Fermín: ya estaremos cerca no falta mucho para llegar a la aldea... descansaremos acá...
Caltris: sí jefe...

Hicieron fuego, tiraron sus mantas y comenzaron hablar acerca de sus planes, Gabrielle escuchaba todo muy atenta...

Fermín: a éstas malditas les quitaremos la piel, ya pagarán caro, lo que me han hecho... robarme las flechas... especialmente esa maldita guerrera...

Gabrielle no podía verles bien la cara, no sabía quienes eran, pero al, escuchar la palabra guerrera, pensó que hablaban de Xena, agudizó aún más sus oídos...

Fermín: éste es el plan, llegaremos pasado mañana al amanecer, entraremos despacio sin que nos vea la guardia, y lo primero que hay que hacer es tomar a la reina, ellas se respetan mucho, si tomamos a la reina podremos dominarlas a todas... cuando digo tomar es lo mismo que matar... ¿entendieron?... hay que matar a la reina amazona...

Gabrielle escuchó con horror esas palabras, querían matar a la reina, ¿tenían reina las amazonas? y si lo lograban las amazonas estarían perdidas... sin alguien que las guiara... pensó como podía llegar antes que ellos, era muy difícil... así que decidió esperar a que se durmieran y robaría un caballo, aunque no le gustaba montar, con Xena había aprendido a no tener tanto miedo...
Y así fue que se durmieron y Gabrielle tomó un caballo en silencio, montó y comenzó a cabalgar en medio de la noche para llegar antes que esos malditos hombres, y avisarle a la reina...

Llegó el amanecer de un nuevo día, ambas no estaban tan lejos pero el destino aun no quería juntarlas, Xena se levantó temprano, se despidió de sus amigas las amazonas... de la reina Melosa y de Ephiny... Xena se abrazó a Ephiny y luego se subió a Argo y partió, hacia un rumbo desconocido, hacia la nada, perdida en sus recuerdos, en la luz de una mirada verde que le iluminaba el alma y que despertaba en ella una sonrisa tierna y dulce, por los recuerdos que la acompañaban, cada vez que la pensaba...

Xena: gracias de nuevo Ephiny...
Ephiny: vuelve cuando quieras... -le gritó mientras agitaba su mano para saludarla y Xena se perdía en la distancia.

Gabrielle por su parte seguía cabalgando...

Xena montaba a Argo tranquila, y se fue hacia el sur, decidió que no era aun tiempo de volver cerca de Atenas, para despistar un poco a los gentiles, al no volver por el camino que la llevaría de nuevo a Atenas, se alejaba cada vez más de Gabrielle, quien estaba llegando a la zona amazona... al final tardó un poco más pues dejó al caballo en el bosque, cuando se puso muy tenso, así que Gabrielle lo dejó porque tenía miedo de caerse...

Después de un rato largo... Gabrielle llegó por fin a zona amazona.

Gabrielle: por los Dioses, me duelen tanto los pies -iba hablando sola, cuando sintió que caían de los árboles mujeres con máscaras, pegó un grito que asustó a la mayoría.
Ephiny: tranquila, no grites, ¿quién eres? ¿qué quieres?... está prohibido pasar por aquí. -Gabrielle solo atinó a levantar su cayado- será mejor que bajes ese palo, si no quieres salir herida.
Gabrielle: lo siento, es que me asusté, ¿siempre tratan así a sus invitados?
Ephiny: jajaja, ¿quién te invitó?... eres muy extraña, además de graciosa.
Gabrielle: disculpa es que hace tiempo que camino casi sin descansar estoy muerta, me duelen los pies, tengo hambre, sueño. ¿qué son esas máscaras?...
Ephiny: somos amazonas, no queremos que nos vean.
Gabrielle: ¿amazonas?... por fin llegué... Dioses gracias.
Ephiny: ¿llegar?... ¿querías venir hasta aquí?, yo creí que te habías perdido.
Gabrielle: ¡oh!, no... estoy... -iba a decir buscando a una amiga, pero se acordó que a lo mejor Xena no era "amiga" y le harían daño a ella, pensó rápido- es que me hablaron de ciertas guerreras y me entró curiosidad, ¿sabes?, escribo historias y pensé que podría contar algunas de ustedes, valientes guerreras para que todos sepan quienes son realmente.
Ephiny: estás reloca, nosotros no queremos que nadie sepa como somos, como vivimos, no nos gusta la civilización, por eso estamos aquí.
Gabrielle: bueno, disculpa..me equivoqué... pero vine de muy lejos al menos podría descansar un rato... ¿sí?...
Ephiny: sabes algo, eres muy valiente o muy tonta.
Gabrielle: -bajó la cabeza triste- lo siento...
Ephiny: me has caído muy simpática, ven te daremos de comer y descansarás. Me llamo Ephiny, soy la segunda a cargo.
Gabrielle: soy Gabrielle de Potedia, bardo. -se dieron la mano en señal de saludo.
Ephiny: bienvenida Gabrielle, eres muy dulce, le gustarás a la reina.
Gabrielle: ¿reina? -iban caminando rumbo al centro de la aldea dejaron a las otras amazonas haciendo guardia.
Ephiny: sí, nosotras tenemos reina, ella toma decisiones muy importantes, así como está el emperador, el gobernador, nosotras tenemos reina.
Gabrielle: mmm... esto me va a gustar, no creí que una mujer pudiera reinar, pensé que los hombres estaban mintiendo...
Ephiny: ¿menosprecias nuestra fuerza?... somos más inteligentes de lo que los hombres suponen, no necesitamos de ellos, bueno a veces... me entiendes... -Gabrielle entendió y asintió con la cabeza- aquí conocerás grandes guerreras y mujeres muy buenas, también verás cosas que a lo mejor en tu cultura no estás acostumbrada... -en ese momento llegando a la aldea estaban dos amazonas besándose apasionadamente, Gabrielle se sonrojó, Ephiny la miró y le dijo- a eso me refiero, aquí hay mucho amor para dar, hay muchas que están en pareja... después de un tiempo te será normal. -Gabrielle pensó si supieras que el amor de mi vida también es una mujer, sonrió así misma- Allí está Melosa, ella es nuestra reina... oye, tú mencionaste unos hombres... ¿qué hombres?
Melosa: -interrumpió- Ephiny, ¿quién es esta joven?
Gabrielle: soy Gabrielle.
Melosa: no te pregunté a ti, le pregunté a Ephiny. -Gabrielle pensó que mujer más antipática.
Ephiny: su nombre es Gabrielle de Potedia, estaba en el bosque y me pidió un poco de comida y descanso, no creí que te molestara.
Gabrielle: lo siento Ephiny, no quise traerte problemas, me iré ahora mismo. - Gabrielle se dio vuelta para marcharse.
Melosa: ¿no te enseñaron educación?, estás frente a una reina, te retirarás cuando yo lo diga.
Gabrielle: me parece que a usted no le enseñaron educación, para ser reina es usted muy mal educada, Ephiny solo trató de ayudarme, y yo solo quería un poco de agua, además usted no es mi reina, me iré cuando yo quiera.
Melosa: tienes carácter niña... nadie se atrevería a cuestionar mi conducta.
Gabrielle: ya no soy una niña, -recordó a Xena que siempre le decía así- ya no... -dijo triste, Melosa y Ephiny lo notaron, había una luz en esa chiquilla que se había apagado de pronto.
Melosa: ¿disculparías a una reina tonta?... es que no quiero que entre nadie extraño a nuestras tierras, los romanos están muy cerca, además tenemos bandidos por el norte y lo siento de nuevo... acepta nuestra hospitalidad, siempre fuimos buenas en eso.
Gabrielle: gracias, acepto su disculpa... ahora... ¿puedo comer algo?

Melosa y Ephiny comenzaron a reír con ganas hacían tiempo que no lo hacían, pues últimamente no tenían mucho que festejar, salvo el tratado con los centauros que habían logrado gracias a Xena hacía unos días, el resto estaba casi todo mal, se estaban recuperando de las heridas que deja una guerra, pero siempre aparecía algo más, que una peste, que bandidos... era algo de nunca acabar, ya se habían olvidado que era sentir la paz.

Melosa: Celia prepara una cabaña para ella...
Celia: sí, mi reina...
Melosa: nos vemos Gabrielle...
Gabrielle: gracias Melosa, nos vemos...
Celia: ¿Gabrielle?... ¿te llamas Gabrielle?
Gabrielle: sí, ¿por?
Celia: por nada... -pensó en Xena, y en ese nombre que había salido de los labios tan dulces de la guerrera, aquella noche... Gabrielle.
Gabrielle: ¿nada?
Celia: bueno, sí... es muy bonito...
Gabrielle: gracias...
Celia: dime, ¿qué te trae por aquí?...
Gabrielle: nada en especial -no quería nombrar a Xena.
Celia: bueno, llegamos, ésta será tu cabaña, siempre se la doy a una persona muy especial, cada vez que viene, se la preparo con todo mi amor, aunque la última vez que vino la vi diferente... solo te pido que cuides todo lo que hay, su esencia queda aquí por varios días... siente, respira, si estarías enamorada como yo de ella lo sentirías... -Gabrielle cerró sus ojos y respiró profundamente y le vino a la mente Xena y suspiró- mmm... ¿quien será la dueña de ese suspiro?...
Gabrielle: -sonrojada- ¿suspire?
Celia: sí... y mucho... ¿no estaremos enamoradas de la misma persona?
Gabrielle: noooo, que va... ni siquiera nos conocemos, no frecuentamos los mismos sitios...
Celia: en eso tienes razón, pero tal vez la persona que amas si frecuenta mi sitio...
Gabrielle: no lo sé... ¿y ella te ama?
Celia: con toda el alma, cada vez que viene es una fiesta para ambas, nos amamos hasta dejar nuestros cuerpos agotados... -le mintió para saber si lo que sospechaba era verdad, que ambas amaban a Xena.
Gabrielle: bueno, no es necesario que me des tantos detalles -dijo molesta pues pensó que esa persona era Xena, porque había sentido su esencia.
Celia: no quise molestarte... te enojaste... ¿por qué?
Gabrielle: lo siento, no debí reaccionar así, es sólo que amar y no ser amada, duele mucho, amo mucho a una persona y no sé donde encontrarla, siempre se me escapa como el agua entre los dedos...
Celia: entonces... ¿esa persona no te ama?
Gabrielle: no sé que pensar, no estoy segura, pues si me ama no sé porque se fue...
Celia: tal vez algún día la encuentres...
Gabrielle: eso espero, no paro de buscarla... pero mi miedo es que se enamore de otra...
Celia: si realmente te ama, te esperará... como lo haces tú...
Gabrielle: gracias... espero que seas feliz con esa persona que viene a verte...
Celia: sí, Xena, es todo para mí... -Gabrielle se sintió muy mal, ya se lo confirmaba con nombre y todo, Xena y esa mujer eran pareja, le hacía el amor cada vez que pisaba tierra amazona, no podía ser cierto, su corazón, se volvía a romper una vez más- ¿estás bien?
Gabrielle: ¿eh?... sí... sí... quisiera descansar...
Celia: sí, por supuesto... descansa... cualquier cosa me llamas... -y se fue con una sonrisa, pensando, me juego la vida que esta es tu "Gabrielle" Xena... pero tú serás mía...

Gabrielle luego con el corazón roto fue a darse el baño que le ofrecieron, necesitaba relajarse y luego algo más despejada su mente, se fue a comer todo lo que había, quería ahogar esa ansiedad, volvió a la cabaña y sintió el perfume de la guerrera... cerró los ojos y se quedó dormida... durmió tanto y relajada que se había olvidado completamente de decirle a la reina sobre esos hombres que estaban en el camino...

Al otro día Gabrielle se levantaba sobresaltada por unos gritos que provenían desde el lugar de donde había llegado ella, de pronto vio como las amazonas montaban a sus caballos y se retiraban armadas hacia ese lado de la aldea, Ephiny vino por ella.

Ephiny: pronto Gabrielle, ven conmigo nos atacan bandidos, debemos pelear contra ellos.

Gabrielle estaba muy asustada, solo con Xena al lado había peleado, y casi nada, pues las veces que pelearon que fueron pocas, la guerrera se había hecho cargo de todo, pero en esos días había practicado bastante con su cayado, y pensó en ella una vez más, ¿estaría orgullosa de saber que había aprendido a defenderse? seguro que sí se respondió y sonrió... y de pronto se acordó...

Gabrielle: Ephiny, debes proteger a tu reina, la vienen a matar...
Ephiny: ¿cómo sabes eso?
Gabrielle: es que cuando venía hacia aquí los vi acampar, unos hombres, eran muchos, y escuché algo sobre matar a la reina amazona para dominarlas a todas, es por una venganza... por unas flechas...
Ephiny: ¡por Artemisa!...
Gabrielle: lo siento debí decírtelo antes, soy una tonta, me quedé dormida...
Ephiny: no te preocupes, no es tu culpa, además nosotras ya estamos acostumbradas a esto, igualmente ya me avisaste niña, cuidaré de la reina y de ti...
Gabrielle: gracias Ephiny...
Ephiny: vamos...

La batalla comenzó cuando varios bandidos intentaron entrar a la aldea, caían como moscas de los dos lados, en un momento dado Melosa, la reina, estaba peleando con un guerrero muy fuerte, Gabrielle se acercó a ellos y la ayudó con su cayado justo cuando el guerrero había tirado al suelo a la reina para matarla, Gabrielle le pegó fuerte al hombre y lo tiró al piso, Melosa aprovechó y lo mató.

Melosa: gracias... -la miró con dulzura- ... no olvidaré esto.
Gabrielle: fue un placer.

La pelea ya llegaba a su fin y los guerreros se iban uno a uno, huyendo de la muerte, pues las amazonas estaban ganando la batalla, así que los pocos que quedaban decidieron marcharse.

De nuevo en el centro de la aldea, todas gritaban por un nuevo triunfo, aunque se habían perdido algunas vidas, después de despedir a las hermanas muertas, Melosa habló con Gabrielle.

Melosa: eres una mujer muy valiente, peleaste muy bien, ¿quién te enseñó a usar ese palo?
Gabrielle: bueno, una amiga, me inspiré en ella...
Melosa: debe ser muy buena.
Gabrielle: sí, es la mejor mujer que he visto pelear... sin menospreciar a nadie.
Melosa: no hay problema, algún día me gustaría conocerla.
Gabrielle: y a mí encontrarla de nuevo.
Melosa: ¿la perdiste? -cuando Gabrielle le iba a contestar y decirle quien era, llegó Ephiny con el reporte de las heridas.
Ephiny: Melosa... tenemos diez heridas ¿las verás?
Melosa: sí, iré ahora mismo.
Gabrielle: me gustaría ayudar, si me permiten...
Melosa: por supuesto Gabrielle, presiento que ya eres una de nosotras, estoy segura que te quedarás con nosotras.
Gabrielle: sí, lo haré un tiempo más. -Gabrielle tenía la esperanza que quizás Xena algún día aparecería por la aldea.
Melosa: ¿quiénes eran los hombres?
Ephiny: los gentiles, vinieron por las flechas...
Melosa: bueno algunos ya se las llevaron... en sus cuerpos...
Ephiny: que humor negro, reina...
Melosa: sí... ¿no?... mmm...

Gabrielle mientras tanto pensaba en el nombre de esos hombres "los gentiles", habían sido esos malditos, pensó en Xena una vez más, ¿acaso Xena estaba en el problema de las flechas?, entonces decidió que sería mucho mejor no mencionarla, por las dudas, pese a que Celia se la había nombrado, pensó que quizás habían cambiado las cosas, luego de las flechas...

Así pasaron varios meses, Gabrielle se estaba convirtiendo en una gran amazona, Melosa le había tomado mucho cariño, le enseñó a pelear, a defenderse, a cazar, le enseñó las leyes amazonas, Gabrielle estaba a gusto en la aldea pero estaba triste pues aun Xena no había dado señales de vida, decidió en salir a buscarla de nuevo, ya no podía seguir viviendo sin ella, cada día aunque estaba muy acompañada y varias amazonas estaban detrás de ella para ser más que amigas, no le interesaba nadie, solo la amaba a ella, a su princesa. Habló con Melosa y le dijo que en unos días se iría, tenía que volver a rehacer su vida, que le agradecía todo lo que le había enseñado pero allí no era feliz, le faltaba algo, lo más hermoso de la vida, el amor, Melosa se puso muy triste pero la entendió.

Gabrielle: te quiero mucho, has sido como una hermana mayor para mí, pero debo marcharme.
Melosa: lo sé, he visto tus ojitos todos los días, sé que amas a alguien mucho, por eso estás tan triste porque no la tienes cerca... ojalá la encuentres.
Gabrielle: sí ojalá.
Melosa: ¿se puede saber el nombre de la afortunada?
Gabrielle: no sé si decirlo, sé que tiene muchos enemigos... pero...
Melosa: vamos mujer dilo...
Gabrielle: Xena, la Princesa Guerrera.
Melosa: ¿Xena?... ¿conoces a Xena?
Gabrielle: sí, fue hace mucho... me enamoré de ella la primera vez que la vi.
Melosa: ella suele venir por acá, y sé que tiene enemigos, pero ella acá es muy bien recibida, la queremos mucho, gracias a ella tenemos la paz con los centauros. Estuvo un tiempo antes de que tú llegaras... ¿por eso viniste acá?
Gabrielle: sí... me dijeron que a lo mejor venía por acá, y veo que ya no viene, no aguanto más, pasó mucho tiempo, necesito verla, la amo con toda mi alma.
Melosa: ¿sabes?, ahora que la mencionas, estaba muy rara la última vez que la vi, en sus ojos había algo que no entendía, ahora veo que era amor... la guerrera seguro te ama. ¿Por qué están separadas?
Gabrielle: me dejó, para que yo fuera feliz con mi prometido, pero yo quería ser feliz con ella, a él lo dejé y desde entonces la estoy buscando pero cada vez que llegaba a un pueblo, ella ya se había ido.
Melosa: sí, así es Xena, viaja muy rápido... me alegro que sea ella tu amor, es una gran mujer, un poco dura por fuera, pero tiene un gran corazón, bueno si te enamoraste de ella sabrás lo que digo.
Gabrielle: sí lo sé, se hace la dura, fuerte, recia, pero en el fondo es muy dulce, cuando pienso en sus ojos, me derrito...
Melosa: jajaja... sí, es muy hermosa, al igual que tú. Me gustará verlas juntas. Ve a buscarla mujer... merecen ser felices.
Gabrielle: gracias... te extrañaré. Saldré pasado mañana.
Melosa: te haremos una gran despedida, bueno espero que vuelvas.
Gabrielle: claro que volveré, esta aldea y todas ustedes fueron mi familia por mucho tiempo, gracias de nuevo por todo, me llevo los mejores recuerdos, aprendí mucho aquí, siempre te lo agradeceré.
Melosa: fue un placer... ¿sabes algo?... sino te fueras, me hubiese gustado verte algún día como reina.
Gabrielle: jajaja, ¿estas loca?
Melosa: no, en serio, tienes un gran corazón, eres valiente, audaz, sabes tomar decisiones, peleas muy bien, y tienes una gran facilidad de palabra, serías una excelente reina.
Gabrielle: pero yo no puedo ser reina, tú me contaste sobre el derecho de casta.
Melosa: sí, pero la reina a ser reemplazada es la que tiene la última palabra, si ella te da su derecho de casta, tienes que aceptar lo que ella dice y las demás también. No encontré a nadie como tú para ser la siguiente reina.
Gabrielle: me halagas demasiado, aquí hay muy buenas mujeres para reemplazarte cuando sea el momento, además tú tienes para rato... te agradezco, pero no podría.
Melosa: lo entiendo... te quiero mucho Gabrielle, eres una gran mujer.
Gabrielle: yo también te quiero y nunca te olvidaré, iré a descansar...
Melosa: que tengas lindos sueños...
Gabrielle: gracias -le dió una sonrisa, y se fue pensando en Xena, ¡en quién más!... la llevaba constantemente en cada momento de su vida, se la imaginaba a su lado, se cansó de buscarla en cada sitio, en cada ruido a pelea que oía, en pueblos que si le dijeran su nombre hoy, ya no los recordaba, pues sólo pensaba en ella, buscó el aroma de su piel en cada mujer de la aldea, y no lo encontró, la buscó en los ojos de todas y tampoco la encontró, se guardó en su memoria los momentos que compartió, los amaneceres, los atardeceres, las noches de frío, su cuerpo, su calor, su sonrisa, sus ojos... todo ese tesoro que llevaba en su alma que ya nadie podría quitarle, porque supo desde el momento en que la vio, que ella era el amor de su vida, ese amor que dura para siempre, ese amor que con sólo mirarte en los ojos de la persona amada te miras tu alma, porque ella se adueño de ti, y estás tan adentro de su cuerpo que te ves a ti misma, ese amor para compartir lo bueno y lo malo que nos depara la vida, ese amor sin vueltas, de frente, sin mentiras, ese amor eterno... para ella era Xena...

Mientras tanto la guerrera seguía haciendo de las suyas, pateando traseros por todos lados, llevando justicia donde no la había, y pensando en Gabrielle, estuvo varias veces a punto de pasar por Potedia, pero no se animaba a verla de nuevo, en los brazos de Pérdicas, su dolor era inmenso y para tratar de cerrar sus heridas, cada vez se mantenía más ocupada en sus asuntos, para tratar de olvidarla, pero no lo conseguía, sobre todo por las noches, cuando necesitaba su piel, su voz, su mirada verde que le iluminaba el alma, y que le daba la fuerza para comenzar un nuevo día...

En la aldea llegó el día de la fiesta para despedir a Gabrielle, Melosa se había encariñado mucho con ella, la quería como a una hija, y le pidió de nuevo que fuera su sucesora...

Melosa: dale Gabrielle acepta mi petición, tienes todo para ser una reina...
Gabrielle: el destino me llevará a otro sitio, junto a Xena, no podré hacerme cargo como debería hacer una reina...
Melosa: eso lo podemos arreglar, tal vez Xena, cuando la encuentres, quiera pasar un tiempo acá, y luego puede hacerse cargo la regente, mientras tú estás afuera...
Gabrielle: me haz convencido está bien... aceptaré tu petición... pero sólo seré reina, cuando tú no estés... y eso no quiero que llegue nunca... -dijo triste- te quiero Melosa.
Melosa: yo también te quiero, y eres una gran mujer por eso quiero que seas mi sucesora, y no te preocupes estaré un buen tiempo por aquí aún... jajaja... mi pequeña Gabrielle, eres tan dulce, esa guerrera, es muy afortunada de tener tu amor...
Gabrielle: gracias...
Melosa: bueno... vamos a decirles mi decisión... ¡atención, atención!...
Ephiny: ¿qué pasa Melosa?
Melosa: ya les digo... escuchen todas... cómo todas saben, la vida no es eterna... y ya es hora que elija a mi sucesora... -muchas se quedaron en silencio, esperaban que fuera Ephiny, que era muy querida, o Leyra, que tenía derecho de casta, por ser sobrina de Melosa, pero no reunía todo lo necesario como para ser reina, había mucho suspenso- Quiero que sepan que le doy el derecho de casta al no tener hijas propias, a Gabrielle de Potedia, ella en éstos meses ha sido como una hija, y ha aprendido todo lo que hace falta para ser una reina... ella será su reina cuando yo no esté... -se escuchó en el silencio, una voz con mucho odio.
Leyra: eso no es justo, ella no lleva tu sangre, yo sí llevo tu sangre, me corresponde a mí, ser la próxima reina...
Melosa: Leyra, yo soy la reina, y yo decido quien es mi sucesora tenga o no tenga mi sangre, porque busco lo mejor para mi tribu, y tú no eres la mejor, Gabrielle ya es una reina, tiene todo en su interior para serlo...
Leyra: no tengo porque acatar directamente tus órdenes porque tengo sangre real, yo también me siento capaz, y si ella se dice ser reina, ja, yo también puedo serlo... he estado más tiempo que ella en la aldea, y te lo demostraré, a ti, a ella, a todas... como amazona tengo derecho de retarla a duelo... y a muerte... quien gane será la reina... -Gabrielle se quedó en silencio, no pensó nunca que tendría que ver sangre amazona derramada para ser reina.
Gabrielle: -le dijo bajo- Melosa, ya deja todo esto, no quiero tener problemas...
Melosa: ¿cómo? ¿ya me desilusionas?... ¿elegí una reina cobarde?
Gabrielle: no es eso Melosa, es que no quiero lastimar a nadie, a una hermana amazona...
Melosa: lo supuse... tienes un gran corazón, pero para ser amazona y guerrera debes defenderte... y si ella te retó a duelo, debes aceptar, pues además me harías quedar muy mal, dirían que Melosa no sabe elegir a su sucesora, porque es una cobarde... por favor Gabrielle, demuéstrales que eres una reina, que ya estás preparada para sucederme...
Leyra: ¿y?... ¿acaso la futura reinita es una cobarde?... jajaja... -muchas acompañaron su risa.
Melosa: ¡ya basta!... Gabrielle...
Gabrielle: acepto tu reto, defenderé el derecho de casta que con tanto honor me ha dado Melosa...
Melosa: mañana será el duelo...
Leyra: ¡ahora!
Melosa: te recuerdo que aún soy la reina... el duelo será mañana... -la tarde siguió su curso, pues la fiesta que habían preparado, ya no era una fiesta, estaban muy conmovidas por lo que iba a pasar al otro día, una mujer moriría, Gabrielle se retiró a su cabaña, Ephiny la acompañó.

Gabrielle: ayyy... Dioses... nunca pelee con nadie a muerte...
Ephiny: no te preocupes, te he visto pelear y lo haces muy bien...
Gabrielle: no pensé que esto podía pasar... además siempre creí que Melosa te elegiría a ti, para sucederla...
Ephiny: sí, yo también, pero me gusta ser más regente y mucho más ser tu amiga... ¡¡oh!! Ahora deberé decirte reina Gabrielle... -le hizo una reverencia, con una sonrisa.
Gabrielle: Ephiny... siempre serás mi amiga... y nada de reina, bueno delante de las demás sí... hay que mostrar importancia... jajaja... no sé de que me río, estoy tan nerviosa...
Ephiny: ya verás que todo sale bien, Leyra no sabe pelear...
Gabrielle: pero yo no quiero matarla, ni loca...
Ephiny: bueno, cuando llegue el momento, lo dices y listo... le dices... te perdono la vida...
Gabrielle: es mucho poder, perdonar una vida...
Ephiny: eso, es ser reina... debes descansar y estar con mucha fuerza... nos vemos mañana...
Gabrielle: sí hasta mañana... -Ephiny se retiró y llegó Melosa.
Melosa: hola Gabrielle... quería saber como estabas, ¿en qué piensas?
Gabrielle: en Xena, si ella estuviera aquí... ¿qué diría? seguro se sorprendería... Gabrielle la niña que rescató en la tienda de Santinolles, una reina amazona... ¡Dioses!... ¡cómo la extraño, quisiera que ella estuviera aquí a mi lado, para aconsejarme, para cuidarme... lo siento Melosa sé que estás aquí conmigo pero ella es...
Melosa: lo entiendo, ella es todo para ti... y seguro estaría muy orgullosa de ti... y es más conociendo a Xena, te diría que ni loca te deja pelear, a Leyra la pondría ella en su lugar, jamás permitiría que te hicieran daño... ojalá viniera y tú no tendrías que pelear...
Gabrielle: pero Leyra me retó a mí, no a Xena...
Melosa: cierto, pero puedes elegir a tu campeona...
Gabrielle: ¿campeona?... ¿qué es eso?
Melosa: cierto, esto nunca te lo dije...
Gabrielle: mmm... bueno a lo mejor pensaste que nunca iba a tener un reto a muerte...
Melosa: sí, la verdad es que sí, nunca lo pensé, campeona es una mujer que eliges tú para que pelee por ti...
Gabrielle: muy conveniente, ¡qué clase de reina sería!... yo debo pelear, me retaron a mí, no a otra, sino así nunca demostraré mi autoridad, me trataran de cobarde y no lo soy...
Melosa: esta bien Gabrielle, lo harás tú... eso es ser reina, tomar tus decisiones firmemente... que nada ni nadie te acobarde... descansa, mañana será tu día, mañana sabrás tu destino...
Gabrielle: hasta mañana Melosa...
Melosa: dejaré guardia real, para protegerte...
Gabrielle: gracias... -se durmió pensando por todo lo que había pasado hasta llegar a ese día, y todo había sido por Xena, ¿dónde estás mi amor?...

Llegó el amanecer y estaban todas muy alteradas, habría un duelo a muerte...

Continuará...


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