Disclaimer: Esta historia está basada en los personajes de la serie Xena: Warrior Princess. Xena y Gabrielle, son propiedad de Universal Studios y de Renaissance Pictures, al igual que alguno de los otros personajes que puse en mi historia, otros son nombres comunes si te llamas así, bienvenida a mi historia. No pretendo infringir los derechos de autor con esta historia ficticia producto de mi imaginación, esto ha sido escrito solo para entretener a los fanáticos de la serie.
DISCLAIMER / ADVERTENCIA DE VIOLENCIA: sí algo...
DISCLAIMER / ADVERTENCIA DE AMOR /SEXO: Esta historia describe una relación de amor y sexo entre dos mujeres adultas. Si eres menor de 18 años o esta clase de historias te molesta por favor no la leas...
Dedicación: se lo dedico a todos los que ponen su tiempo en leerlo... gracias...
COMENTARIOS: puedes enviar tus sugerencias a labardita@hotmail.com


UN AMOR... ¿IMPOSIBLE?

Por: La Bardita

Segunda parte

Ya en el camino Gabrielle se sentía muy sola y tenía algo de miedo, pero decidió descansar un poco, le dolía su alma, ¿cómo Xena pudo hacerle eso?, ella se hubiera entregado igual, porque la amaba... pero entrar así... ¡Dioses!, pensó...
No podía quitársela de la mente cuando sintió unos pasos y luego risas.

Guerrero: miren lo que tenemos aquí, una linda mujercita para divertirnos un rato.
Gabrielle: por los Dioses... no me hagan daño.
Guerrero1: me gusta cuando suplican.

Cuando el guerrero se acercaba a Gabrielle, de pronto se escuchó un fuerte grito y Xena apareció de un salto, entre el guerrero y Gabrielle.

Guerrero1: ¡Xena!, disculpa, no sabíamos que estaba contigo.
Xena: vete si no quieres que te arranque la cabeza, y ya saben corran la voz que ella viaja conmigo, su nombre es Gabrielle, el que la toque se las verá conmigo.
Guerrero2: sí, sí, lo haremos, pero tranquila ya nos vamos.
Xena: ¡ya!

Los dos guerreros se fueron por donde vinieron y muy rápido.

Guerrero2: menos mal que llegó a tiempo, si le hubiésemos hecho daño, Xena no descansaría hasta encontrarnos.
Guerrero1: sí, la guerrera se puso muy tensa, deben ser amantes, ¿viste como la miraba?
Guerrero2: sí, será mejor que corramos la voz, no quisiera estar en el lugar del que le haga daño a esa mujercita, la verdad la guerrera tiene muy buen gusto, es hermosa.
Guerrero1: sí, fue una lástima perderla, pero peor era perder la cabeza, jajaja...

Volviendo a Xena:

Xena: ¿te encuentras bien?
Gabrielle: sí, pero si esperas que te de las gracias estás muy equivocada.
Xena: no espero las gracias, solo quiero tu perdón, anoche estuve muy mal.
Gabrielle: sí, ahora solo quiero estar sola.
Xena: es muy peligroso viajar sola, puede pasarte cualquier cosa.
Gabrielle: en cualquier lado te puede pasar cualquier cosa, hasta donde menos lo esperas, confiaba en ti, y me quisiste hacer daño...
Xena: por favor Gabrielle, necesito que me perdones, estaba ebria, sé que no tengo justificación, pero no podría seguir con ésta culpa, es muy fuerte, perdóname...
Gabrielle: muy fuerte fuiste anoche, te arrojaste a mi cama como una salvaje, eres peor que Santinolles, porque primero te hiciste la amiga para luego tenerme por la fuerza cuando a ti se te ocurriera. Te odio Xena, vete déjame sola, no quiero volver a verte.
Xena: te entiendo, pero no puedo dejarte sola, te prometí que te llevaría a tu pueblo, y cumplo mis promesas. Solo me tendrás que soportar unos días, no te molestaré, te lo prometo, solo quiero acompañarte para que llegues bien a tu pueblo.
Gabrielle: haz lo que quieras, pero no me molestes.

Gabrielle comenzó a caminar pese a que había parado para descansar ahora no podía detenerse, no quería decirle a Xena que estaba cansada, quería parecer fuerte.

Xena: Gabrielle, sé que me pediste que no te molestara, pero llegaríamos más rápido si subes a Argo, caminando se hará más largo y agotador para ti.
Gabrielle: no pienso aceptar tu ayuda, además es problema mío si me canso, no me gusta andar a caballo, lo siento Argo, no es por ti -le dijo al animal.
Xena: al menos reconoces que es un problema. Vamos, dame tu mano, sube. Si vamos a caballo tardaremos cinco días, caminando será el doble o más.
Gabrielle: si estás apurada Xena, yo no te obligo a que me acompañes, vete por donde viniste.
Xena: cuando te pones así... eres... -hermosa pensó Xena- una niña.
Gabrielle: ¿aun después de anoche crees que soy una niña?
Xena: Gabrielle -susurró.
Gabrielle: ya no me molestes.

Xena bajó de Argo y se paró delante de Gabrielle.

Xena: Gabrielle, escucha sé que estuve muy mal, pero esto no tiene sentido, estamos solas, tú y yo en medio del bosque hagamos aunque sea... no sé... no nos peleemos. Sube a Argo y viajaremos mejor, conozco bien el camino, hay que pasar una parte que no me gusta mucho y menos si lo hacemos de noche, si nos apuramos lograremos pasar por esa zona y la noche nos encontrará del otro lado, donde podremos acampar cerca del lago. Vamos, mírame, ven dame la mano, sube por favor.
Gabrielle: no quiero... no me gusta...
Xena: te llevaré delante, así verás el paisaje... y no tendrás miedo de caerte.
Gabrielle: no es eso.
Xena: lo siento, sé a que te refieres, si pudiera hacer algo para volver el tiempo atrás, y olvidar anoche... si quieres pondré la manta sobre Argo, para que viajes más cómoda...
Gabrielle: está bien Xena, quiero llegar cuanto antes a mi pueblo.
Xena: claro, por fin lo entendiste, cuanto más rápido lleguemos más rápido nos separaremos, y no volveremos a vernos más.
Gabrielle: sí -bajó su cabeza, pues pese a lo mal que la había tratado Xena, se había enamorado de ella, no quería separarse, pero tal vez al llegar a su pueblo encontraría la fuerza para definir su futuro, si Xena por supuesto le decía que la amaba como ella pensaba pero la guerrera era muy dura, y aunque sabía que Xena estaba arrepentida por lo que le había hecho, ella no quería todavía darle su perdón, quería que sufriera como sufría ella al saber que no era correspondida, que solo Xena había buscado tener sexo con ella y no amor como ella esperaba- acepto tu mano.
Xena: ven -Xena la subió con cuidado y luego subió ella atrás de Gabrielle, pasó sus brazos alrededor de su cintura y tomó las riendas para comenzar a cabalgar- ¿estás bien?
Gabrielle: no, pero debo seguir -Gabrielle no se la iba a dar el perdón tan fácil.

Después de cabalgar bastante ya habían llegado del otro lado del lago, y comenzaba a oscurecer, Xena decidió que era un buen lugar para acampar.

Xena: bajaremos aquí -Xena bajó y tomó la cintura de Gabrielle y la bajó con cuidado, quedando a escasos centímetros de su cuerpo y sin soltarle la cintura.
Gabrielle: ya puedes soltarme.
Xena: lo siento. Iré a buscar leña para hacer el fuego, ya está muy oscuro no podré ir a pescar. ¿Tienes hambre?.
Gabrielle: sí, pero por mí no te preocupes, ya te dije que hagas de cuenta que yo no estoy contigo, yo me arreglaré sola y tú haz lo que te parezca.
Xena: está bien como quieras. Sólo...
Gabrielle: sí ya sé, quieres disculparte, pero ya es tarde.
Xena: aprendí hace mucho que nunca es tarde para pedir perdón -Gabrielle solo levantó sus hombros- salí tan apurada que no le dije a mi madre que me diera algo para comer.
Gabrielle: a mí si me dio, tengo pan y queso.
Xena: bueno al menos no tendrás hambre, yo puedo aguantar hasta mañana.
Gabrielle: no soy tan mala, te daré un poco, si tu me dejas acercarme al fuego, esta noche será muy fría, pues yo no traje ninguna manta.
Xena: pues haremos un trueque, tú me das de comer y yo te doy calor.
Gabrielle: me parece bien -y por primera vez le sonrió a Xena, quien casi se desmaya- Aquí tienes, come.
Xena: gracias, enseguida lo haré, mejor voy a buscar la leña.
Gabrielle: ten cuidado -Xena la miró y le sonrió.

Luego de comer Xena puso las mantas alrededor del fuego, hacía mucho frío.

Xena: ya está todo listo, puedes acostarte donde quieras, eso sí deberás taparte con la misma manta en la que te acuestes pues tengo solo dos.
Gabrielle: está bien.

Después de un buen rato, Gabrielle dio un grito, había tenido una pesadilla, por su secuestro...

Xena: tranquila Gabrielle -se acercó a la manta y quiso abrazarla.
Gabrielle: no me toques, no te atrevas.
Xena: está bien, no lo haré, solo quise calmarte, estás temblando, tienes frío.
Gabrielle: sí pero eso a ti no te importa.
Xena: sí me importa, quiero que llegues bien a tu pueblo.
Gabrielle: si te importara no me hubieses querido lastimar anoche.
Xena: lo siento, ya no sé como pedirte disculpas, en serio lo siento, había tomado, sé que no es una excusa, no sé que me pasó... -estaba celosa, pensó.
Gabrielle: nunca será suficiente, yo confiaba en ti.
Xena: lo sé, aun tiemblas, puedo ofrecerte mi manta.
Gabrielle: sería injusto para ti, podrías enfermarte, resfriarte y no quiero tener en la conciencia nada que sea sobre ti, ya tengo suficientes pesadillas.

Xena la miró y luego desvió su mirada tenía ganas de llorar, algo nunca visto en la guerrera, pero se contuvo, pensó en un momento por todo lo que había pasado Gabrielle, su secuestro, y luego ella ebria la había querido tener por la fuerza.

Xena: esta bien, si quieres puedo dormir a tu lado y nos tapamos con mi manta, como hicimos la otra vez pero ésta vez no me acercaré a ti.
Gabrielle: sí, no soporto que me toques -se moría de ganas pero debía disimular.
Xena: lo que tú quieras.

Xena se acercó a Gabrielle y se recostó a su lado a escasos centímetros sin tocarla, luego puso su manta sobre sus cuerpos, Gabrielle estaba boca arriba mirando el cielo lleno de estrellas que eran testigos de su dolor, y Xena se puso de costado mirando a Gabrielle.

Gabrielle: quieres dejar de mirarme, me harás doler la cabeza.
Xena: lo siento, solo quería saber si ya estabas algo mejor.
Gabrielle: no -y comenzó a llorar, Xena pasó su brazo izquierdo por debajo de Gabrielle y el derecho lo paso por su cintura y la abrazó fuerte, Gabrielle se dejó abrazar pues necesitaba esos brazos, necesitaba el consuelo, necesitaba el calor.

Xena la calmó un poco luego le besó suavemente la cabeza y acarició su cabello, haciendo que Gabrielle se durmiera tranquila en sus brazos, Xena no durmió bien en toda la noche, pues pensaba aun como pudo querer hacerle daño a esa mujer que era tan pura, tan angelical.

Casi llegando al amanecer Gabrielle se despertó y se dio cuenta que aun estaba en los brazos de la guerrera y ésta estaba despierta.

Gabrielle: lo siento me quedé dormida sobre ti.
Xena: no me molesta, lo principal es que pudiste dormir algo.
Gabrielle: sí hacía días que no dormía tan bien, desde que comenzó mi pesadilla, pero no creas que porque dormí en tus brazos me olvidé de lo que me hiciste.
Xena: no esperaba eso, solo me importa que hayas descansado algo.
Gabrielle: algo que tú no hiciste, tienes cara de cansada.
Xena: aun tengo un poco más para dormir.
Gabrielle: claro también con lo que tomaste el otro día, te debe doler la cabeza.
Xena: la cabeza es lo menos que me duele.
Gabrielle: será mejor que me ponga en marcha, quiero llegar lo más rápido posible.
Xena: pero aun es temprano -no quería hacer tan rápido el viaje, pues antes de dejarla quería obtener su perdón- sé que estás apurada pero...
Gabrielle: pero nada, me dijiste cinco días de viaje ¿no?
Xena: depende.
Gabrielle: ¿de qué?
Xena: de las circunstancias del viaje.
Gabrielle: ¿qué puede pasar?
Xena: muchas cosas... pueden venir bandidos, retrasarían nuestro viaje.
Gabrielle: eso para ti no es problema, ya lo he visto. ¿Qué más?
Xena: puedo enfermarme... no sé...
Gabrielle: eso no me preocupa, pues yo seguiría el viaje.
Xena: claro, seguirías sola.
Gabrielle: sí.
Xena: ¿y me dejarías acá sola?, ¿estando enferma? ¿herida?
Gabrielle: ¿por qué no debería de hacerlo?... tú me quisiste hacer daño... tal vez sea mi venganza.
Xena: eso es lo que quieres, ¿vengarte?... Gabrielle... sé que estuve mal, pero tú no eres así, no me dejarías sola y herida.
Gabrielle: ¿tú que sabes?, ni siquiera me conoces.
Xena: te equivocas, te conozco bien.
Gabrielle: yo también creí conocerte, y mira como me pagaste.
Xena: ya te pedí disculpas, no sé que más hacer.
Gabrielle: crees que con eso es suficiente.
Xena: si pudiera volver el tiempo atrás... no haría lo que te hice...
Gabrielle: si pudiera volver el tiempo atrás, no quisiera haberte conocido.
Xena: no dijiste eso el día de la fiesta.
Gabrielle: pensé que eras buena.
Xena: me porte muy mal y lo acepto pero no me castigues más.
Gabrielle: ¿castigarte? Aun no haz sufrido nada de lo que yo sufrí.
Xena: te equivocas, estoy sufriendo.
Gabrielle: ¿tú?... no me hagas reír.
Xena: sí aunque no lo creas sufro por ti, porque no tengo tu perdón.
Gabrielle: pues te costará mucho obtenerlo.
Xena: ya no tenemos mucho tiempo, cuando lleguemos a Potedia te dejaré en paz, si eso quieres.
Gabrielle: sí, eso quiero, quiero vivir mi vida con los que realmente me aman - dijo esto esperando oír a Xena, "yo te amo", pero esperó en vano, la guerrera aun no estaba lista para decirlo- yo me voy ahora, no sé tú.
Xena: te dije que te acompañaré hasta Potedia y eso haré. Levantaré las mantas, sube a Argo.
Gabrielle: prefiero caminar un poco -quería tardar más en llegar para estar más tiempo con ella, la deseaba cada vez más.
Xena: pensé que estabas apurada por llegar -en tono sarcástico.
Gabrielle: si piensas que retraso la llegada solo para estar más contigo, estás loca.
Xena: yo no dije eso, lo dijiste tú -sonrió.
Gabrielle: cree lo que quieras, allá tú.
Xena: listo, puedes comenzar a caminar, yo iré sobre Argo, siguiéndote.

Después de caminar bastante Gabrielle ya no daba más y Xena estaba esperando que cayera a sus pies, pidiéndole que la lleve sobre Argo.

Gabrielle: me sentaré un poco a descansar.
Xena: como tú quieras, deberíamos comer un poco. Iré a cazar algo, si quieres trae leña y comienza el fuego.
Gabrielle: sí.

Luego de un momento Xena apareció con un conejo y Gabrielle ya había prendido el fuego.

Xena: para algo te serví, aprendiste hacer fuego y reconocer la leña que prende bien.
Gabrielle: no es algo tan difícil.
Xena: no dijiste eso el primer día, ¿te acuerdas cuando estuvimos en la cueva?
Gabrielle: sí, lo recuerdo.

Comieron en silencio, mirándose a los ojos de vez en cuando, pero seguía el silencio.

Xena: bueno, ya pronto va a oscurecer, si quieres nos podemos quedar acá, ya que hiciste el fuego.
Gabrielle: está bien, aprovechemos el calor del fuego, hace cada vez más frío.
Xena: será mejor que descansemos bien, así mañana andaremos más y llegaremos como te dije, bueno ahora será menos tiempo, pues avanzamos bastante...
Gabrielle: bien. Pondré la manta como ayer, ¿nos tapamos con la tuya?
Xena: sí.

Ambas se recostaron en la misma manta y se taparon con la de Xena, quedaron con sus cuerpos muy juntos, rozándose. Gabrielle estaba mirando para un lado y Xena para el otro, pero en un momento dado ambas giraron al mismo tiempo, quedando a escasa distancia una de la otra, sus respiraciones se mezclaban. Xena se despertó pero no fue la única.

Xena: lo siento, no quise despertarte, pero sentí tu respiración muy cerca...
Gabrielle: a mí me pasó lo mismo -ambas se perdieron en sus ojos.
Xena: ¿estas bien?... ¿tienes frío?...
Gabrielle: sí estoy bien, pero aun tengo algo de frío, especialmente en los pies.
Xena: -sonrió- mi madre dice que si tienes los pies calientes, no tienes frío en todo el cuerpo. Ven más cerca, pon tus pies sobre mis piernas, pues sobre mis pies, mmm... no llegas -Gabrielle hizo lo que Xena le dijo.
Gabrielle: graciosa, ¿me dices bajita?
Xena: bueno, sólo un poquito -y ambas ahogaron una sonrisita- así esta bien, perfecto... ¿puedo abrazarte?... -Xena la abrazó y Gabrielle no dijo nada, solo la miraba perdida en su mirada- Gabrielle... -dijo Xena- ¿estás mejor ahora?... -pasó su mano por la espalda de la barda y la subió y la bajo lentamente para masajearla y así darle más calor.
Gabrielle: sí.
Xena: -mirándola a los ojos- dime me dijiste que tenías una hermana, ¿es tan bonita como tú? -y le tocó la nariz con la suya.
Gabrielle: -sonrió, ante el gesto tan tierno de Xena- sí es muy bonita.
Xena: ¿y es más joven o mayor?
Gabrielle: es menor, su nombre es Layla, no recuerdo si ya te lo dije.
Xena: no sé. ¿Vives en el centro del pueblo o en los alrededores?
Gabrielle: vivo pasando el centro, pero es cerca. Es una casa muy bonita, te gustará.
Xena: pensaba dejarte en la entrada del pueblo.
Gabrielle: y yo pensé que me dejarías en la puerta de mi casa, pero está bien, cuando antes nos separemos mejor.
Xena: sí... -acarició suavemente la mejilla de la barda con un dedo- Gabrielle si algún día nos volvemos a ver por esas circunstancias de la vida... espero que seas feliz y que me hayas perdonado.
Gabrielle: yo también lo espero...
Xena: será mejor que duermas ya es tarde y mañana hay que salir temprano - acarició la cara de Gabrielle con su propio rostro, respiró sobre el oído de Gabrielle y le susurró- duérmete, yo cuidaré tu sueño.

Gabrielle sonrió y se durmió en los brazos de la guerrera, de la mujer que la estaba volviendo loca de amor, la mujer que en un beso le robó el alma, cuando estaba con Santinolles, la mujer que le rompió el alma cuando se arrojó a su cama ebria y ni siquiera le dijo alguna palabra de amor...
Llegó el amanecer y ambas seguían durmiendo, el fuego ya se había apagado, pero el frío no, tampoco el calor que emanaban los dos cuerpos abrazados como si fueran uno, ambas estaban muy cómodas en los brazos de la otra. Xena fue la primera en despertar, pero no quería levantarse aún, quería seguir haciendo interminable ese día, pues era el último que pasaba con Gabrielle, ya llegaría a Potedia esa noche Xena estaba pensando en todo eso, mirando el cielo tan azul como sus ojos, en eso Gabrielle volvió a despertar y se perdió en el azul de esos ojos que la volvían loca desde el día en que la miró por primera vez.

Xena: hola, dormilona...
Gabrielle: hace rato que estoy despierta, solo te miraba, estabas muy concentrada, ¿en qué piensas?
Xena: en lo hermoso que está el día, el cielo tan azul -Gabrielle por su parte no miraba el cielo solo miraba los ojos de Xena- no hay nubes, está tan claro, precioso. ¿no crees?
Gabrielle: sí, son hermosos, perfectos.
Xena: te hablo del cielo... sería es hermoso, perfecto...
Gabrielle: lo siento, creo que pensaba en otra cosa -en tus ojos tan bellos, la luz que me dan, la seguridad con que me cubres.
Xena: bueno, creo que ya es hora de irnos.
Gabrielle: Xena, ¿dónde irás después de dejarme en Potedia?
Xena: iré a Atenas.
Gabrielle: ¿¡Atenas!?
Xena: sí, es una ciudad muy bella.
Gabrielle: ¿ya estuviste allí?
Xena: sí, hace tiempo, pero ahora quiero ir para ver a un amigo, necesita ayuda con unos bandidos.
Gabrielle: y siempre tienes que estar tú, para ayudar... no te cansas de dar tanto y no recibir nada a cambio.
Xena: te equivocas, siempre recibo algo a cambio, gente nueva que conozco, a veces se hacen amigos, otra no, es lo que me gusta, viajar y si puedo ayudar mejor. Si te gusta tanto Atenas podrías decirle a él, que algún día te lleve.
Gabrielle: ¿a él?
Xena: sí, a Pérdicas, tu prometido -Xena en el transcurso de la conversación acariciaba la espalda de la barda, pero cuando dijo esto su cuerpo se tensó y dejó la mano quieta, algo que noto Gabrielle.
Gabrielle: sí tal vez algún día me lleve, aunque no creo, luego de casarme, tendría hijos y me llevarían todo el tiempo, trabajar en la granja, luego atenderlos, no creo que viajemos tan lejos. ¿Queda lejos?
Xena: sí, desde tu pueblo, más o menos 20 días de viaje.
Gabrielle: es mucho tiempo para viajar... aunque me hubiera gustado... me dijeron que allá está la Academia para Bardos... siempre fue mi sueño.
Xena: aun estás a tiempo, si es tu sueño, no lo dejes ir... claro, pero el amor también es importante... si lo amas tanto...
Gabrielle: -no sabía que responder, pues por Pérdicas no sintió lo mismo que sintió cuando conoció a Xena, estaba cada vez más segura que era amor- ¿está mal dejar todo por amor?
Xena: el amor mueve al mundo, creo que si me enamorara yo también dejaría todo por amor.
Gabrielle: -con dolor- ¿entonces aun no estas enamorada?
Xena: ¿por qué preguntas?
Gabrielle: solo por curiosidad -quería saber urgente si Xena la amaba.
Xena: no hay que ser tan curiosa -le tocó la nariz con un dedo, la barda se estremeció- ¿Sabes algo?, igualmente me gustaría algún día volver a verte, ojalá sea en Atenas me darías una gran alegría al saber que cumpliste con tu sueño, si puedes hazlo, pero si no nos volvemos a ver, igualmente me gustaría ver la placa en la puerta de la Academia.
Gabrielle: ¿placa?
Xena: sí, cuando te haces famoso y eres buen bardo, ponen una placa en la puerta, "aquí estudio y se hizo bardo Gabrielle de Potedia"... me sentiría muy orgullosa de ti, y le diría al primero que se me cruzara en el camino... "ella fue mi amiga"... y seguro no me lo creerán, pues todos dicen ser amigos de los bardos que figuran en las placas... -Gabrielle comenzó a llorar- shhhh, tranquila no dije nada malo ¿o sí?
Gabrielle: -sollozando- no, pero me emocioné con tus palabras, creo que la barda eres tú.
Xena: no Gabrielle, la barda eres tú, yo solo soy una simple guerrera que va por el mundo ayudando a las personas, y que a veces no sé...
Gabrielle: ¿qué no sabes?
Xena: nada, mejor vamos no quiero llegar de noche, prefiero llegar más temprano.
Gabrielle: Xena, quiero que te quedes unos días, ¿lo harás?
Xena: tal vez, no te lo prometo.
Gabrielle: mi familia querrá conocer a la persona que me salvó.
Xena: está bien. No sé que me pasa pero hoy no me puedo levantar, estoy muy bien así contigo, no siento tanto el frío.
Gabrielle: a mí me pasa lo mismo... -se miraron en silencio, perdiéndose en sus ojos, ambas bajaron la vista hacia sus bocas, se deseaban con toda el alma, pero Xena reaccionó a tiempo.
Xena: será mejor que vayamos...
Gabrielle: -más confundida que antes- sí, sí... vamos.

Ya estaban de nuevo en el camino, Gabrielle estaba detrás de Xena, ambas montando a Argo, el silencio las había invadido, pero no sus pensamientos, cada una pensaba en la otra, ninguna de las dos se animaba a confesar lo que estaban sintiendo, Gabrielle por un lado no quería decirle a Xena que realmente la amaba, no después que Xena la quiso tomar por la fuerza, hubiera querido que Xena le dijera que la amaba en serio, esperaba que sea Xena quien se le declarara, Xena por su parte no quería decirle aun que la amaba porque parecería que lo hacía solo para disculparse por haberla querido tomar por la fuerza y además tal vez Gabrielle pensaba que lo hacía solo para tener sexo con ella, pero la guerrera ya estaba casi segura que la amaba, así iban andando cada una en sus pensamientos, cuando ya llegando al pueblo de Potedia, alguien grito sacándolas de sus pensamientos.

Alcira: ¡Gabrielle!... por los Dioses... miren quien llegó -se acercaron dos mujeres más- Gabrielle que alegría verte bien, las otras mujeres llegaron hace mucho, ¿dónde estabas?, nos preocupaste mucho sobre todo a tus padres y a Pérdicas.
Gabrielle: hola Alcira, bueno, ya estoy aquí, quiero llegar hasta mi casa.
Alcira: claro, disculpa, es que me emocioné de saber que estas bien.
Gabrielle: gracias...
Alcira: ¿ella es quien te salvó?
Gabrielle: sí, ella es Xena.
Xena: hola.
Alcira: Xena, claro... todas no dejan de hablar de ti... quieren conocerte, que feliz que estarán todos al verte...
Xena: gracias, pero no me quedaré.
Gabrielle: ¿cómo?... lo prometiste...
Xena: lo siento Gabrielle, no puedo.
Gabrielle: siempre lo mismo, no cumples tus promesas.
Xena: te dije que te traería al pueblo y así lo hice.
Gabrielle: me dijiste que te quedarías y ya no quieres.
Alcira: vamos Xena, te haremos una fiesta, al menos déjanos agradecerte que hayas salvado a las mujeres del pueblo, todos quieren verte.
Xena: está bien solo esta noche.
Alcira: eres una mujer de rogarte... la haremos recién mañana.
Gabrielle: si quiere irse que lo haga... -dijo enojada.

Xena para llevarle la contra a Gabrielle decidió quedarse, además quería conocer al estúpido de Pérdicas.

Xena: está bien me quedaré.
Alcira: bien... no te arrepentirás.
Xena: eso espero. Gabrielle será mejor que vayas con Alcira, yo dejaré a Argo en el establo, quiero darle agua y algo de comer, está muy cansada.
Gabrielle: esta bien Xena. Pero no sabes donde vivo, te explicaré así sabes llegar.
Xena: está bien Gabrielle, me quedaré en la posada del pueblo, no quiero molestar.
Gabrielle: no me molestas, tú me ofreciste la casa de tu madre.
Xena: es distinto, ella tiene una posada.
Gabrielle: y yo tengo una linda habitación, te la dejaré solo para ti, si te molesto.
Xena: está bien, pero quiero darme un baño, no corresponde que lo haga en tu casa.
Gabrielle: esta bien, pero ven a dormir, es más, te espero a cenar, mi madre cocina tan bien como la tuya. ¿vendrás Xena?.
Xena: sí Gabrielle, iré a cenar.
Alcira: Gabrielle vamos... no puedo esperar a ver la cara de Pérdicas cuando te vea.

Xena se quedó en silencio mirando los ojos de Gabrielle, quien parecía decirle algo que Xena no quiso entender.

Xena: te esperan, ve a ver a los que te aman, estarán muy preocupados.
Gabrielle: sí -se fue y bajó la cabeza, triste.

Gabrielle ya se iba rumbo a su casa con Alcira, Xena se iba al establo con Argo, de pronto Gabrielle gritó el nombre de Xena otra vez...

Gabrielle: ¡Xeenaa!!
Xena: -sorprendida y asustada, corrió a su lado- ¿qué pasa Gabrielle?...
Gabrielle: es que... no me haz dicho que piensas hacer conmigo...
Xena: ¿contigo?
Gabrielle: sí, ¿ya te olvidaste que soy tu esclava?
Xena: déjate de tonterías...
Gabrielle: pero tú...
Xena: ya está Gabrielle, era sólo una broma, lamento haberme portado tan groseramente en algunos momentos pero la verdad me divertía...
Gabrielle: vaya... ¿así que te divertías? mientras yo sufría... ja...
Xena: no, no es eso... yo no quería que sufrieras...
Gabrielle: pero lo hacía... no es lindo ser una esclava, y más de alguien que...
Xena: -la interrumpió- lo siento... es que me gustaba ver tu cara enfadada, te ves tan hermosa cu... cua... ando... buee... no... tú ya sabes... -le había confesado a Gabrielle que era hermosa y se quería matar, Gabrielle la miraba con asombro, Xena, le había dicho que era hermosa.
Gabrielle: ¿así que te parezco hermosa?... mmm... interesante... -con una gran sonrisa.
Xena: bueno, te lo habrán dicho muchas veces, sobretodo tu prometido... -dijo triste.
Alcira: ¡vamos Gabrielle!, luego hablas con ella, date prisa, así vemos a tus padres...
Xena: te llaman...
Gabrielle: no me importa, estoy hablando contigo...
Xena: luego hablamos...
Gabrielle: ahora...
Xena: luego... vete, en serio...
Gabrielle: ¿entonces ya no soy tu esclava?
Xena: no... ahora eres... eres... -ambas se miraban tiernamente, Gabrielle estaba muy ansiosa.
Alcira: ¡dale Gabrielle! apúrate...
Gabrielle: arggggg -cerró sus dos puños y apretó los dientes- ¡qué molesta!
Xena: jaja...
Gabrielle: ¿dime que soy ahora para ti?... Xena... -susurró ese nombre con mucha ternura.
Xena: eres... mi hermana pequeña, siempre quise tener una hermanita...
Gabrielle: no me gusta ser tu hermana... anda, dime que soy...
Xena: eres, mi amiga Gabrielle... desde hace muchos años que siento que no tengo amigos, hasta que apareciste tú, era un sentimiento que había perdido, por el destino violento que me impuse... cuando una es mala, asesina, violenta, los amigos no existen, tienes miedo a la traición, a que te maten por la espalda, desconfías de todo el mundo, hasta de tu propia sombra, y te vuelves una solitaria, como yo, y tú en estos días, casi dos meses que estamos juntas, me haz devuelto todo eso que había perdido, creí que no volvería a tener amigos, aunque sé que nuestros caminos se separaran porque es nuestro destino, nunca olvidaré los momentos que pasé contigo... y ahora sí, vete, que tu amiga gritara de nuevo...
Gabrielle: -se había quedado en silencio, con los ojos humedecidos, al escuchar la ternura que irradiaba Xena, cuando se lo proponía, esa mujer tan dura, le había abierto el corazón, y sólo a ella, su sentimiento creció, supo que la amaba con toda su alma, sintió como las palabras se quedaban en su boca, no podía emitir sonido alguno, tenía un nudo en la garganta a punto de llorar de felicidad y abrazar a su amiga, aunque sea por ahora al menos era su amiga, solo pudo hacer lo que su corazón y los nervios del momento le dictaron- gracias Xena, tu serás siempre mi mejor amiga -y le dió un beso en la mejilla, la guerrera se quedó sorprendida, sentir los labios tan dulces de Gabrielle era como estar en los Campos Elíseos.
Xena: gracias a ti, amiga...
Alcira: ¡Gabrielle!!! Vamoooos...
Xena: jaja, vete...
Gabrielle: sí, amiga... mi amiga... ¿sabes Xena?
Xena: mmm...
Gabrielle: ya te perdoné... -y le dio su mejor sonrisa.
Xena: gracias Gabrielle, eres una gran persona, tienes un corazón muy puro... Vete, te esperan...

Gabrielle le sonrió y se alejo, ya iba caminando al lado de Alcira, y Xena se la quedó mirando... la barda se dio vuelta y se vieron a los ojos, sentían ambas que se comunicaban con solo verse... al mismo tiempo cada una levantó su mano para saludar a la otra... Xena luego se dio vuelta y comenzó su camino hacia el establo junto a Argo... con una sonrisa en los labios, pensando en Gabrielle, en lo dulce que era y en lo afortunado que era Pérdicas al tenerla...

En el establo:

Xena: hola, disculpe... ¡hey!... ¿que le pasa?... ¿esta loca salir así?
Chica: looo sientoooo... no puedo pararlo... ayúdame...

Xena montó a Argo y corrió tras la chica, agarró las riendas del caballo y lo calmó.

Xena: ohhhoooohhh... tranquilo... ohhoohoo... quieto... eso es, tranquilo... Tú ¿te encuentras bien?
Chica: sí, un poco asustada, nunca me había pasado esto, no sé que le pasó.
Xena: se asustó más que tú, no deberías montar si no sabes... cuidado, baja despacio -la ayudó a bajar.
Chica: -por los Dioses pensó, que mujer más hermosa y fuerte- eres muy fuerte... gracias... me salvaste, no sé donde estaría ahora... mi nombre es Layla...
Dueño del establo: ¡por los Dioses!... Layla me asustaste... ¿estas bien?
Layla: sí, gracias a ella... ¿dónde está?

Xena se había ido rumbo a la posada, no podía creer había salvado a la hermana de Gabrielle, se preguntaba si siempre estaría ella en su vida por una u otra cosa.

Dueño del establo: sí, que mujer extraña y tan hermosa.
Layla: Tobías, ¿viste lo mismo que yo?, ¿los ojos tan azules y profundos? ¡que belleza!... nunca la había visto por aquí.
Tobías: yo tampoco, parece que te impresionó... me haces acordar tanto a tu hermana... ella era tan especial... ponía tu misma cara cuando algo le gustaba...
Layla: "era" ¡no!, lo es, sé que mi hermana está viva, lo siento aquí en mi corazón, además las mujeres dijeron que ella estaba bien, pero no sé porque tarda tanto en volver, se habrá quedado con la mujer que la salvó... esa Xena... dicen que es una mujer muy fuerte y guerrera... ¿acaso?... mmm...
Tobías: ¿acaso qué?
Layla: nada, nada... mejor me voy a mi casa... -se fue pensando en esa mujer tan hermosa, tan fuerte, creo que hoy tendré un buen sueño, hace tiempo que no duermo bien, pues me la paso pensando en mi hermana, hoy pensaré en esa mujer, su rostro, esos ojos, Dioses.

Mientras Xena se hospedaba en la posada del pueblo Layla llegaba a su casa, pero antes pasó por el granero.

Layla: ¡por los Dioses!, ¡que ojos!... hola Lupita ¿como estás?... ¿sabes? hoy me encontré con alguien muy bella...
Gabrielle: ¡Layla! Hermana... ¿con quién hablas?
Layla: Gabrielle mi hermanita del alma... como te extrañé, ¿estas bien? -se abrazaron fuerte.
Gabrielle: sí, la pasé mal... pero por conocer a la persona indicada estoy mucho mejor... ¿y tú?... ¿estabas hablando con Lupita?
Layla: sí, desde que te secuestraron, nuestra potranca es la única que me escucha... Le estaba contando... Dioses... Gabrielle no sabes que me pasó hace un momento, estaba en el establo del pueblo, ¿te acuerdas el del viejo Tobías?
Gabrielle: sí, ¿qué te paso? Te veo muy excitada...
Layla: es que... subí a un caballo que es muy bravo y no lo pude contener, empezó a galopar fuerte y me asusté, pero vino ella, no sé de donde salió, apareció de la nada, y tomó fuerte las riendas de mi caballo, una mujer muy fuerte, hermosísima, no sabes los ojos que tiene, azul profundo como el mismo cielo... me quedé muda mirándola... y solo me advirtió que si no sabía montar que no lo haga más porque me podía lastimar además de lastimar a otros, la quedé mirando y cuando le quise dar las gracias ya no estaba, desapareció, fue como un hada, un ángel que me protegió... venía pensando en ella... tu sabes que me gustan los chicos pero ella es... no sé como explicarlo... -Gabrielle sonreía porque sabía perfectamente que hablaba de Xena, de esa mujer que también la había cautivado, y pensó "Xena enamoras a toda la familia", pero por otro lado se quedó pensando en varias cosas, primero en que si su hermana se había enamorado de la misma mujer que ella, y en como desapareció ¿será que se fue del pueblo?, Dioses que no sea así por favor, enseguida le preguntó a la hermana si sabía algo más de esa mujer.
Gabrielle: Layla, esa mujer... viste si luego dejó a su yegua en el establo... o no la viste mas.
Layla: no la vi mas, estuve un momento con Tobías pero bueno, luego me vine hacia aquí, no sé si dejo su yegua en el establo... ¡oye! ¿cómo sabes que tiene una yegua?...

En ese momento apareció Hecuba, la madre de las chicas.

Hecuba: Layla estas acá, ¿te alegras de ver a tu hermana?.
Layla: sí madre, como no voy alegrarme, es lo mas hermoso que nos paso en los últimos tiempos, -se abrazó a Gabrielle.
Hecuba: bueno vamos, ya estará la cena en un momento, Layla ven a poner la mesa.
Gabrielle: yo me quedaré un momento mas afuera estoy esperando a alguien.
Layla: claro a Pérdicas... ¿ya le avisaste?
Gabrielle: no, pero se encargo Alcira, él también vendrá a cenar.
Layla: claro que sí, se alegrara de verte, aunque últimamente no venía tan seguido como al principio, pensé que te había olvidado.
Hecuba: no digas eso Layla, a tu hermana no la puede olvidar nadie, ella es muy especial, él no vino mas porque le hacía mal estar aquí sin verte Gabrielle, me dijo que te extrañaba mucho.
Gabrielle: sí, claro.
Hecuba: bueno, vamos... Gabrielle ¿tu amiga vendrá también?...
Gabrielle: eso espero madre, eso espero...
Layla: ¿qué amiga?... ¿tienes una nueva amiga y no me dijiste nada?
Gabrielle: es la mujer que me salvó la vida, es la causa por la que estoy aquí con ustedes. Le debo mucho.
Layla: si es así, nosotros también le debemos mucho, te trajo sana y salva. Su nombre es Xena ¿verdad?... en el pueblo la nombran siempre, las mujeres que llegaron la otra vez están también muy agradecidas con ella, quieren hacerle una fiesta, y si Alcira se enteró ya todos en el pueblo deben saber que llegaste, esa no se pierde nada... ¿se quedará a la fiesta?.
Gabrielle: ojalá que sí, pero ella es muy reservada, no le gusta estar mucho tiempo en un solo lugar y menos rodeada de tanta gente.
Hecuba: bueno solo serán unos días, no se va a morir, por quedarse un tiempo. Además aquí la trataremos muy bien, como se merece una verdadera mujer que salvo a mi querida hija. Te quiero mucho hija.
Gabrielle: gracias madre -se abrazaron fuerte, también se unió al abrazo Layla.
Layla: ¡abrazo de tres!!!
Hecuba: jaja, mis hijas adoradas, las quiero mucho. Vamos a poner la mesa, tu amiga seguro vendrá, así que le pondremos un plato.
Gabrielle: gracias...

Hecuba y Layla se dirigieron a la casa y Gabrielle se quedo pensando en ese amor que cada vez se le hacía mas difícil... pensó en Xena, una y otra vez, y en que ojalá no se haya ido. Ya era hora de la cena y Xena no venía, en cambio llegó Alcira junto a Pérdicas para compartir la cena y volver a ver a Gabrielle.

Layla: Gabrielle ahí viene, ahí viene... -gritó la hermana, Gabrielle pensó que era ella, pero era él, su rostro marco la desilusión solo una persona lo noto, su madre Hecuba- es Pérdicas.
Gabrielle: sí, esta mas delgado.
Pérdicas: Gabrielle -la abrazó fuerte y ella le respondió el abrazo pero no con la misma intensidad- me alegra tanto que estés bien... te extrañé tanto... quiero que me cuentes todo.
Hecuba: bueno ya tendrá tiempo de contarte ahora vamos a comer que se enfría...

Gabrielle tenía la mirada perdida en el camino que venía del pueblo esperando a alguien que no llegaba, su corazón ya comenzaba a dolerle ¿y si se había ido para siempre?, no podría soportarlo, no podría vivir sin ella, cada momento que pasaba se daba cuenta que la extrañaba cada vez mas, había sido solo medio día que estuvieron separadas y ya la extrañaba, habían vivido momentos muy duros en esos casi dos últimos meses, pero siempre estuvieron juntas, mal o bien siempre juntas, no habían pasado una sola noche sin verse.
Ya estaban terminando de cenar cuando Layla se levantó a buscar un poco de agua al pozo, y se encontró con la mujer que la había salvado, no podía dar crédito a lo que veían sus ojos, se quedó muda y luego corrió asustada a la casa y entró agitada.

Gabrielle: Layla ¿qué te pasa? ni que hubieras visto a un fantasma.
Layla: -le dijo susurrando a su hermana- es ella viene por mí, la dejé impresionada ¿cómo supo donde vivo?, te la presentaré verás los ojos mas hermosos del mundo...
Gabrielle: ¿de quién hablas?...
Layla: mira, ven... allá viene en su yegua tal como dijiste...

Ahora la que corría con el corazón en la boca era Gabrielle, era ella, tenía que ser ella, solo ella, estaba pasando el portal, estaba llegando a su casa... Dioses... no se fue... no se fue... se quedo pensando Gabrielle.

Gabrielle: yo iré a recibirla...
Layla: sí, sí, ve tú, no me puedo mover, ¿que querrá por acá?, en serio, ¿seguro no vino por mí?...
Gabrielle: ella vino por mí... -con la mejor sonrisa le dijo a su hermana.
Layla: entonces ella es...
Gabrielle: sí es ella... la única... Xena, le dicen la Princesa Guerrera...
Layla: ahora lo entiendo... es más que una princesa...
Gabrielle: ¡Xena!, viniste... -se abrazó a la guerrera, quien la quedó mirando.
Xena: te dije que iba a venir, siempre cumplo mis promesas...
Gabrielle: es que tardaste mucho... pensé que ya te habías ido sin despedirte...
Xena: te confieso que estuve apunto, pues en el pueblo se enteraron que era yo la mujer que las rescató y no me dejaban en paz, entre abrazos y besos de gente que ni conozco...
Gabrielle: jaja, eres tremenda y eso te molesta...
Xena: bueno no me molesta tanto, pero no soy de demostrar tanto afecto como tú, que andas por ahí besando al que se te cruza.
Gabrielle: ¡oye! yo no hago eso, no beso a cualquiera -se quedó pensando ¿estará celosa?
Xena: tienes razón... además no debería importarme... a quién beses...
Gabrielle: no, es cierto.
Layla: Gabrielle ¿no me vas a presentar a tu amiga?...
Gabrielle: sí claro.
Xena: ya nos conocemos.
Layla: ¿te acuerdas de mí?... Dioses...
Xena: sí, deberías tener mas cuidado con los caballos.
Layla: sí, lo tendré en cuenta es solo que, es un caballo muy bravo y siempre lo quise montar pero no pude hacerlo bien, nadie lo puede montar es muy malo.
Xena: lo caballos no son malos, tal vez este cansado, a nosotros a veces nos pasa lo mismo ¿nunca te lo preguntaste?, quizás no tiene ganas de que lo montes, que lo golpeen para poder andar... pero veo que ser terco es de familia.
Gabrielle: -sonrió- ¡oye!, no te metas conmigo.
Xena: ¿yo la nombre?, Layla ¿piensas que hablaba de ella? -dijo mirándola seriamente.
Gabrielle: y de quien más, si aquí no conoces a nadie de mi familia, tonta -con una sonrisa.
Layla: tiene razón mi hermanita... a propósito te agradezco mucho lo que haz hecho por ella, le salvaste la vida nunca te olvidaremos...
Xena: no me debes nada, lo hago por cualquiera.
Gabrielle: pero ya no soy cualquiera, ¿verdad Xena?
Xena: ¿cuál es la diferencia? ¿que vengo a cenar a tu casa?.
Gabrielle: eres mala cuando quieres, sé que no piensas así, sino no hubieras venido.
Xena: aun estoy a tiempo de irme.
Layla: ya basta, no se peleen parecen dos niñas...
Xena: tranquila Layla, con tu hermanita como le dices tú, siempre nos tratamos así...
Gabrielle: graciosa... ya estábamos por terminar de cenar, así que mejor entremos antes que terminen los otros invitados.
Xena: ¿hay alguien más?...
Layla: sí esta Alcira y el prometido de Gabrielle, ella se va a casar con él, su nombre es Pérdicas.

Gabrielle y Xena se miraron en silencio, a Xena se le rompió de nuevo el corazón por fin conocería a ese hombre que le quitaría para siempre el amor de Gabrielle, porque ella no tenía el valor de decirle que la amaba mas que a nada en todo el mundo, luego vio como Gabrielle le sonrió y su preocupación se desvaneció.

Xena: bien, entremos, tengo hambre -le susurró al oído a Gabrielle, haciéndola estremecer- ¿tu madre cocina tan bien como tú?
Gabrielle: mejor... -y le sonrió.
Layla: madre, padre, ella es Xena, la Princesa Guerrera, es la mujer que nos trajo a salvo a Gabrielle.
Hecuba: ¡oh!, encantada... gracias, siempre estaremos en deuda con usted... es un placer conocerla.
Xena: gracias señora y no me debe nada.
Herodoto: hola, soy el padre de Gabrielle, estoy de acuerdo con mi mujer -el hombre no le sacaba los ojos de encima a Xena, parecía que se la quería comer, Gabrielle se dio cuenta de la reacción del padre y sonrió pensando, vaya Xena tengo razón, enamoraste a toda la familia, nunca lo vi a mi padre ver así a una mujer, Herodoto, luego le beso la mano a Xena.
Xena: gracias señor es usted muy amable -y revoleó los ojos al mirar a Gabrielle, quien hizo una pequeña risita.
Herodoto: las amigas de mi hija, son bienvenidas a esta casa. Tome asiento, Hecuba sírvele algo de comer.
Xena: gracias.
Pérdicas: hola ya que no me presentan...
Gabrielle: lo siento... él es Pérdicas, ella es Xena.
Pérdicas: siempre estaré en deuda... ha traído a la mujer que amo.
Xena: de nada -le dijo seria y fría, se lo quería comer.
Gabrielle: toma un poco de vino -Gabrielle se desvivía por servirla y atenderla bien, a cada momento le preguntaba si quería algo mas, estaban hablando de cualquier cosa y ella interrumpía para ofrecerle algo más.
Xena: estoy bien Gabrielle, ya déjame en paz, no te preocupes si necesito algo te lo pediré.
Gabrielle: disculpa, no te molestes, no quise ser pesada, es solo que...
Xena: sí ya sé... tranquila... estoy muy bien atendida. Señora usted cocina muy bien le diría que tanto como mi madre.
Hecuba: gracias ese es un buen cumplido pues para una hija no hay nadie que cocine mejor que su madre.
Gabrielle: la madre de Xena, se llama Cyrene y es muy buena persona además de cocinera.
Hecuba: ¿conociste a su madre?.
Gabrielle: sí, estuvimos primero en Amphipolis el pueblo de Xena, por eso quiero atenderla lo mejor posible, su madre lo hizo muy bien conmigo, pero ya ves siempre la molesto.
Pérdicas: ella no dijo eso Gabrielle, estas muy sensible... ella solo te dijo que estaba muy bien.
Xena: gracias, no necesito que me defiendas. Estoy bien Gabrielle.
Pérdicas: bueno ya es tarde, tengo que irme, mañana nos vemos mi amor, -se acercó a Gabrielle y le quiso dar un beso en la boca pero Gabrielle se movió y le puso la mejilla.- Tengo que levantarme temprano, hasta mañana... ¿me acompañas hasta la puerta?...
Xena: yo también me voy, ya es tarde.
Gabrielle: Xena no puedes irte... dormirás aquí, tengo la habitación preparada.
Xena: no Gabrielle, no quiero molestar, veo que hay solo dos habitaciones. Me quedaré en la posada del pueblo.
Gabrielle: eres muy injusta yo quiero tratarte bien y no me dejas, tú me ofreciste la mejor habitación de tu casa.
Xena: porque mi madre es la dueña de la posada... es distinto.
Gabrielle: no sé que hay de distinto, si es porque te molesto solo dímelo, porque no dormiré en la misma habitación que tú, yo dormiré con mi hermana en el salón, te daremos nuestra habitación... estarás... sola -recalcó Gabrielle.
Hecuba: vamos Xena quédate, la harás muy feliz.

Xena la miró a Gabrielle quien tenía en serio los ojos muy tristes, y ella no quería ver eso, por otro lado Pérdicas aun estaba de pie esperando que Gabrielle lo acompañara hasta el portal.

Xena: está bien, no quiero retrasar mas a Pérdicas, te está esperando para que lo acompañes -le dijo a Gabrielle.
Pérdicas: gracias Xena, pues veo que Gabrielle esta mas pendiente de ti que de mí.
Gabrielle: ahora vengo, voy por un abrigo.
Xena: ¿no estarás celoso?... no seas tonto... es que hace días que no nos separamos, fue muy duro para ella lo que vivió. Deberás ser paciente.
Pérdicas: ya tuve mucha paciencia en esperarla.
Xena: pero la amas... eso es lo principal.
Pérdicas: sí eso... no cambio, aunque a ella la veo diferente, más crecida, más mujer.
Xena: las experiencia que a veces son muy malas como la que vivió, te hacen crecer de golpe. Fue un gusto conocerte.
Pérdicas: a mí también me dio gusto conocerte y otra vez gracias.
Gabrielle: ya estoy lista, ¿vamos?
Xena: Gabrielle...
Gabrielle: ¿sí Xena?.
Xena: quisiera dormir en el granero, es más cómodo.
Gabrielle: mi cama es mejor, pero si es la única forma de que te quedes... está bien. Cuando regrese te lo prepararé.
Xena: no hace falta, tengo mis mantas, lo haré yo.
Gabrielle: como quieras, enseguida vuelvo.
Xena: Gabrielle...
Gabrielle: ¿sí Xena?...
Xena: nada, nada, vete, acompáñalo.

Xena entró al granero y se sintió bien, estaba confundida por la actitud de Gabrielle, no sabía bien si quería tratarla bien porque lo sentía así, o le quiso dar celos a él... o tal vez la estaba usando para alejarlo de ella, o será por otra cosa... porque no se atreve a decirle que ya no será el primero... Gabrielle, Gabrielle... susurró Xena.

Herodoto: hola, ¿la molesto? -Xena pensó es de familia.
Xena: no.
Herodoto: si necesita algo, puede pedirme lo que quiera. Le acomodaré mejor la paja.
Xena: esta bien, no se preocupe puedo hacerlo yo sola.
Herodoto: no me cabe la menor duda, es una mujer muy interesante, estoy seguro que sabe hacer muchas cosas -se le iban los ojos, le miraba las piernas y los pechos de una forma descarada.
Xena: sí, tengo muchas habilidades, especialmente la de cortar cuellos a los entrometidos.
Herodoto: -tragó saliva- buenas noches.
Xena: buenas noches. ¡Dioses!!...

Al rato:

Layla: hola ¿te molesto?.
Xena: ¿y ahora? ¡¡¿qué?!!
Layla: lo siento, quería saber si necesitabas algo.
Xena: no, vete a dormir... espera, en realidad sí, dile a toda tu familia que estoy bien y gracias, solo quiero dormirrrrr.
Layla: con gusto lo haré, pídeme lo que quieras -le guiñó un ojo-, buenas noches.
Xena: buenas noches... ¡¡Dioses!!... arrrgggg...

Luego de un momento escuchó otra vez que la puerta se abría.

Xena: ¿es que no se puede dormir en esta casa? -dijo enfadada.
Gabrielle: lo siento, soy yo. ¿Qué te pasa? estás de mal humor, eso es porque no quieres dormir conmigo, en una buena cama, te ofrecí lo mejor y mira donde viniste a dormir.
Xena: estoy muy bien Gabrielle, solo necesito paz, estar sola.
Gabrielle: ¿ya no quieres mi compañía?, hace dos meses que dormimos juntas... creí que te gustaba tenerme cerca, aunque a veces la pasamos mal...
Xena: sí, sobre todo tú, y lo siento, no quiero ser grosera, pero estoy cansada, mejor vete a dormir.
Gabrielle: como tú quieras, buenas noches Xena.
Xena: buenas noches Gabrielle.

Xena se quedó pensando era cierto aun no podía pegar un ojo pensando en ella, hacía dos meses que dormían juntas, y esa noche la extrañaba, sobre todo los últimos días en que viajando ya se llevaban mejor y por el frío habían dormido muy abrazadas, extrañaba tener entre sus brazos a ese maravilloso cuerpo, para protegerla del frío, y de paso no tener frío ella, pues con el cuerpo de Gabrielle pegado al suyo entraba en un verdadero estado de ebullición, hervía, con cada caricia que le daba sin querer, con el aliento tan cerca de su boca, a punto de besarla, estuvo muy cerca de hacerlo la última noche, pero no se animó para que Gabrielle no pensara de nuevo en que quería tomarla por la fuerza, siguió pensando en esos ojos tan verdes, como la más bella esmeralda y se durmió.

En tanto en la habitación de Gabrielle:

Layla: Gabrielle, esa mujer creo que te gusta mucho o me equivoco.
Gabrielle: ¿de qué hablas?
Layla: bueno me pareció que le querías agradar a toda costa, pero ella es muy fría y seria, si la quieres conquistar te costará mucho.
Gabrielle: ¡estás loca!...
Layla: ahora te estaba mirando y seguro estabas pensando en ella, por eso no puedes dormir... te conozco.
Gabrielle: tienes razón, es que hace dos meses que duermo con ella a mi lado, me siento tan segura, sé que con ella no me va a pasar nada malo y he tenido pesadillas y ella siempre esta ahí, por eso aun no estoy preparada para que me deje... -sollozó- no quiero que se vaya y sé que lo hará pronto pues no soporta estar mucho tiempo en un solo lugar.
Layla: deberás superarlo, además nos tienes a nosotros y a Pérdicas. Verás que estarás mejor -se levantó de su cama y la abrazó.
Gabrielle: sí, gracias -pensó ¿cómo le digo a mi hermana que estoy enamorada pero no de Pérdicas como todos incluso yo creía?, estoy enamorada de ella, de Xena.
Layla: será mejor que duermas, mañana mamá nos hará trabajar como locas.
Gabrielle: sí.

Y así estaban todos durmiendo, cuando ya a la madrugada, Gabrielle tuvo de nuevo una fuerte pesadilla, y comenzó a gritar, a patear las sábanas y en un grito de dolor dijo: Xeenaaa... la hermana se levantó asustada al igual que los padres de Gabrielle, entraron a la habitación y estaba llorando en los brazos de su hermana, pero no dejaba de nombrar a Xena, quería que Xena fuera a consolarla.

Hecuba: Gabrielle, cálmate... por favor, nos asustas... ¿que te pasa hija?...
Gabrielle: -estaba como ida y solo nombraba a Xena,- Xena.
Herodoto: iré a buscar a la guerrera ella sabrá que hacer, ¿qué le pasa a nuestra hija?
Hecuba: no sé, pero ve a buscarla.
Herodoto: debe estar durmiendo... crees que... mmm...
Layla: padre apresúrate, no ves que esta muy mal, llámala no se enfadará... bueno eso espero.

En el granero, Xena dormía como un bebé, pero siempre con sus sentidos alertas, escuchó la puerta y ya tenía en la mano su espada.

Herodoto: ¡Dioses! es mas hermosa cuando duerme... Xena, Xena... -sintió como el filo de una espada se ponía en su cuello-, cálmate solo vine...
Xena: será mejor que tengas una buena excusa o no me importara que seas el padre de Gabrielle.
Herodoto: vine por ella, Gabrielle esta muy mal, nos despertó a todos con sus gritos pero ahora solo quiere verte a ti, no para de nombrarte. Te necesitamos, ¿puedes venir?
Xena: -preocupada- claro, claro, enseguida estaré allí.

Xena apareció en la habitación de Gabrielle y ésta se derrumbó en sus brazos, llorando.

Xena: tranquila, ya estoy aquí... shhhhh... no llores ya pasó... fue otra pesadilla... ya pasó... shhhhh... cálmate... -la abrazaba cada vez más fuerte, no quería dejarla por nada del mundo, le pasaba suavemente la mano por la espalda, Gabrielle comenzó a dejar de llorar, comenzó a hablar.
Gabrielle: -sollozando- es que tuve otra vez esa pesadilla y no te vi a mi lado, y me desesperé... lo siento... no quise despertarte...
Xena: tranquila... no estaba profundamente dormida... además para eso están las amigas -le sonrió.
Gabrielle: ¿puedes quedarte?... no quiero dormir sola...
Xena: está bien, solo por ésta vez... deberás acostumbrarte a dormir sin mí...
Gabrielle: sí lo sé, seguro ya te irás... -los ojos se le llenaron de nuevo de lágrimas.
Xena: sí Gabrielle, me iré pronto, así que será mejor que te calmes, pues cuando estés con él, no podrás llamarme.
Gabrielle: eres cruel.
Xena: soy realista... ¿no es eso lo que quieres? Hablaré con tus padres están muy preocupados -Gabrielle le asintió- Puedo hablar con ustedes un momento.
Hecuba: por supuesto, ven vamos al salón.
Herodoto: te noto preocupada, ¿qué le pasa a mi hija?
Xena: miren lo que les diré no es fácil, especialmente para ella.
Hecuba: me asustas...
Xena: Gabrielle... mmm... Gabrielle al ser secuestrada por Santinolles... usted me entiende... mmm... lo siento...
Hecuba: por los Dioses... mi niña... ¡que horror!... -comenzó a llorar.
Herodoto: -se abrazó a su mujer- shhhhh... cálmate... maldito gusano... lo mataré... ¡cómo pudo hacerle eso a nuestra hijita!... pobre Gabrielle... lo buscaré por cielo y tierra lo mataré juro que lo haré... maldito bastardo...
Xena: tranquilo, así no ganamos nada, además ya me encargué de él.
Herodoto: ¿lo mataste?...
Xena: sí, pero no digan nada, porque Gabrielle no lo sabe.
Hecuba: gracias Xena, pero... ahora entiendo por qué mi hija se aferró tanto a ti, ella te necesita, sé que te irás pero en estas circunstancias ¿no podrías quedarte un poco más?, ella confía en ti, al menos hasta que confíe en nosotros, jamás la dejaremos con su dolor, pobre hija mía, pobre hija... ¡oh! y Pérdicas, ¿qué dirá?.
Xena: no importa lo que él diga, lo importante ahora es Gabrielle -enojada.
Hecuba: pero él es su prometido, se iba a casar con ella y ahora...
Xena: ¿y ahora qué?... si en verdad la ama, debe entender, que no fue culpa de Gabrielle.
Herodoto: Xena tiene razón, me importa poco lo que diga Pérdicas, quiero que mi hija se recupere y si eso solo es con tu presencia te pediría, te suplicaría que te quedes un tiempo, hasta que ella esté mejor... Xena por favor -y se puso a llorar, Xena era muy dura pero ver llorar a ese hombre por su hija le partió el corazón, supo que Gabrielle era muy afortunada por tener unos padres que se preocupaban tanto por ella.
Xena: está bien, hombre... no llore... me quedaré, pero no le digan nada a ella, no le digan que lo saben y menos que me quedo para consolarla, le diré que me quedo porque me gusta el pueblo, lo haré el tiempo que me necesite.
Hecuba: gracias, eres muy buena persona, Gabrielle es muy afortunada por haberte conocido.
Xena: bueno, cambien un poco la cara, sé que es difícil, pero tendremos que seguir adelante todos juntos por Gabrielle. Iré con ella, si no les molesta dormiré con ella, sé que es mal visto dos mujeres juntas en una cama , pero solo es por un tiempo.
Herodoto: por mi hija puedes hacer lo que quieras, ésta es tu casa.
Xena: gracias.

Xena entró a la habitación de Gabrielle y Layla.

Gabrielle: tardaste mucho, ¿dónde estabas?
Xena: hablé un poco con tus padres.
Gabrielle: ¿y qué les dijiste?
Xena: solo les dije que estabas un poco asustada porque no podías dejar de dormir en mis brazos y tu padre me dijo: la entiendo es usted una mujer muy hermosa, y le sonreí porque la verdad tiene razón... jajaja...
Gabrielle: Xena... -susurró- ... sé que me porté mal los últimos días... pero...
Xena: no Gabrielle, la que me porté mal contigo fui yo y aun lo siento, no debí hacer eso...
Gabrielle: eso ya pasó... amiga...
Xena: ven -Xena pasó su brazo por debajo del cuerpo de Gabrielle y el otro encima de su cintura y la abrazó fuerte- ¿estás mejor?...
Gabrielle: sí mucho mejor -se acurrucó en los brazos fuertes de la guerrera y pensó, "estoy en los Campos Elíseos".

Xena estaba mirando a los ojos de Layla, quien aun no estaba dormida, mirando como la guerrera abrazaba y calmaba a su hermana, veía un profundo amor entre ellas, pensó que Gabrielle había encontrado por fin el amor, nunca la había visto con tanta luz cuando veía a Xena y tan apagada cuando ella no estaba, le guiñó un ojo a la guerrera y se dió vuelta para dejar en silencio y en la intimidad a su hermana y a su amiga, era algo extraño pero era lo que hacía feliz a Gabrielle y después de lo que vivió quien podría decirle que no a lo que quisiera, ni siquiera Xena podía.
Pasó toda la noche y Gabrielle durmió como un bebé en los brazos de Xena, llegó el amanecer Layla se despertaba temprano al igual que todos, excepto Gabrielle, definitivamente era la más dormilona de la casa.

Layla: -susurrando para no despertar a Gabrielle, pues vio que la guerrera miraba el techo aun abrazada a la barda y le pasaba suavemente la mano por la espalda, era un cuadro con tanta ternura que Layla se las quedó mirando un rato luego habló- Xena, ¿quieres que te traiga el desayuno?
Xena: -susurrando- no, está bien, luego me levanto, no te molestes.
Layla: le traeré también a ella si quieres.
Xena: no, mejor en un rato vamos nosotras, quédate tranquila.
Layla: bueno, como tú quieras... Xena...
Xena: ¿qué?
Layla: gracias... mi hermana te ama mucho... lo veo en sus ojos y es algo que Gabrielle no puede ocultar nunca, habla con ellos, yo soy la mejor que la conoce... gracias por quedarte a consolarla.

Xena le sonrió y le guiñó un ojo, Layla se fue. Al rato Gabrielle se movió un poco y se despertó.

Gabrielle: -mirándola a los ojos- hola, buenos días -le dio su mejor sonrisa.
Xena: buenos días... al menos el dormir tanto no es de familia, ya están todos levantados.
Gabrielle: no me retes, es mi primer día en mucho tiempo en mi cama, además estoy muy cómoda entre tus brazos.
Xena: sí, ya lo veo... me parece que empezaré a cobrarte algún denario por darte mis brazos para dormir.
Gabrielle: no tengo mucho dinero, pero lo conseguiré... pues es el mejor lugar donde duermo -Xena le sonrió y le pasó un dedo por la nariz- Gracias por quedarte, sé que no querías pero...
Xena: pero siempre termino haciendo lo que tú quieres... a propósito... quiero que seas sincera...
Gabrielle: sí Xena, dime... -esperaba que no le dijera nada sobre Pérdicas, no quería hablar sobre él.
Xena: ¿tuviste una pesadilla o fue para que yo viniera a dormir contigo?
Gabrielle: -sonrojada, pues era cierto- no Xena, ¿cómo crees que puedo hacer eso?...
Xena: te pusiste colorada, Gabrieeelle... dime la verdad... tu mirada te vende...
Gabrielle: ¿mi mirada?... ¿aprendiste a leer mis ojos?
Xena: sí... no me cambies el tema, ¿tuviste la pesadilla?... pues hacía días que no tenías pesadillas.
Gabrielle: es que sabía que tú estabas a mi lado y anoche cuando desperté y no te vi...
Xena: se te ocurrió gritar...
Gabrielle: sí... ¿me perdonas?...
Xena: no debería hacerlo, asustaste mucho a tus padres, a tu hermana, no sabían que hacer...
Gabrielle: tú sabes cual es mi remedio... tus brazos... Xena... yo...
Xena: no digas nada que puedas arrepentirte... no debiste hacerlo...
Gabrielle: ¿no te gustó dormir a mi lado? Era una noche muy fría y pensé en ti, sola en el granero, pensé que tendrías frío y eres tan dura que no me pedirías nada, ni siquiera otra manta, pues las tuyas no abrigan mucho.
Xena: siempre tienes una excusa para todo... -Ambas se perdieron en sus ojos...
Gabrielle: ¿aun lees mis ojos?... ¿qué ves en ello?...

Xena se acercó más a sus labios y los rozó suavemente, quería mucho más pero luego se separó de golpe no era lo que tenía planeado, volver a lastimar a Gabrielle, se había dejado llevar.

Xena: Lo siento... no debí besarte... será mejor que vayamos a desayunar.

En ese momento entró Hecuba y les avisó que ya estaba listo el desayuno.

Gabrielle: gracias madre, ya vamos.

Gabrielle no podía reaccionar aún, había sentido de nuevo esos labios tan dulces... quería más, mucho más...
Xena mientras se ponía sus botas, también pensaba en el beso, en esos labios exquisitos, pero luego le quedó la duda si Gabrielle también deseaba ese beso, porque no se alejó, no le gritó, no le pegó como hubiera esperado unos días atrás, es más a Xena le pareció que la barda quería más, pues sintió como Gabrielle abría lentamente su boca para que ella entrara con todo, algo que no hizo porque se detuvo a tiempo, pero ya se estaba lamentando, pero por otro lado se alivió ya que entró la madre de golpe, ¿qué hubiera pensado Hecuba?, además de cuidar a su hija para que no tuviera pesadillas también le hacía el amor, ¿qué le diría? ¿qué era parte del tratamiento?, sonrió.

Xena: Gabrielle, lo que pasó recién debemos olvidarlo...
Gabrielle: sí, sí -dijo temblorosa, como podría olvidarlo, la amaba con el alma y quería amarla con el cuerpo- es lo mejor...
Xena: vamos, nos esperan.

Así salieron a tomar el desayuno, cuando luego de terminar apareció Pérdicas.

Pérdicas: hola ¿cómo están?... Gabrielle... hola...
Gabrielle: Hola.
Hecuba: Gabrielle, ¿te quedarás allí sentada?, atiende a Pérdicas.
Gabrielle: -estaba en la luna, aun pensando en el beso, Xena se dio cuenta así que decidió irse al pueblo a ver a Argo- sí, disculpa, estoy cansada.
Pérdicas: no te preocupes, ya desayuné. Solo quería decirte si venía a buscarte por aquí o nos vemos directamente en el pueblo.
Gabrielle: ¿para qué?
Pérdicas: ¿estás bien? ¿cómo, para qué?... para la fiesta que darán en el pueblo en honor a tu amiga Xena.
Xena: ¿es hoy?
Pérdicas: sí, ¿nadie les avisó?
Xena: mmm... creo que no o ¿sí?... Bueno mejor me voy, hasta luego.
Gabrielle: espera, ¿te vas?.

Pérdicas se daba cuenta que Gabrielle no le prestaba atención, todo era para Xena.

Xena: sí Gabrielle, nos vemos en el pueblo.
Gabrielle: está bien... -susurró triste, hasta que Pérdicas la sacó de sus pensamientos.
Pérdicas: ¿y? Gabrielle ¿que respondes?...
Gabrielle: está bien, nos vemos en el pueblo, mmm... ¿a las seis?.
Pérdicas: sí, esta bien, la fiesta comienza temprano, habrá comida, bebida, música y baile. La pasaremos bien, verás que estarás mejor, te noto muy rara, ¿segura estas bien?
Gabrielle: sí, estoy bien... disculpa debo ayudar a Layla a traer el agua.
Pérdicas: sí, ya me voy, ¿necesitas algo del pueblo?, ahora voy para allá a lo de Tobías quiero que vea a mi caballo, tiene una herradura gastada.
Gabrielle: no, no necesito nada... aunque... mmm... -se quedó pensando la vería de nuevo a ella y no podría decirle que la estaba siguiendo, pues el pueblo era de todos y además ella estaba allí con Pérdicas no sería solo para verla a ella, mmm... se mentía, pues encontró una buena excusa para ir al pueblo, necesitaba verla aunque sea de lejos, era una obsesión- sí espérame, voy contigo, quiero ver algún vestido, o saber si necesitan algo para la fiesta, a mí también me salvó la vida, debería ayudar.
Pérdicas: como quieras, te espero.

Al rato, Gabrielle y Pérdicas se acercaban al pueblo, Xena estaba en la puerta de la posada hablando gentilmente con una hermosa mujer, a Gabrielle se le paralizo el corazón, pues no quería ver a nadie cerca de Xena, los celos la atormentaban, especialmente cuando vio como esa mujer se despedía de su guerrera con un suave beso en los labios.

Pérdicas: mira, allá esta Xena, parece que no pierde el tiempo, llegó ayer y ya esta besándose... ¡por los Dioses, le comió la boca!... ¡qué mujer!... no sabía que le gustaban las mujeres... mira, parece que no le importa nada... ahora es un hombre el que se acerca... mira, la tomó por la cintura... mira...
Gabrielle: ya basta, no quiero mirar, no me interesa... -dijo enojada.
Pérdicas: está bien, lo siento, no quise molestarte es que me sorprendió, además ella es tu amiga ¿no?. Pensé que querías ir a saludarla.
Gabrielle: no quiero, vine contigo para ir al establo.
Pérdicas: no te enfades... eres hermosa cuando te enfadas... -la tomó por la cintura y ahora la que se moría de celos era Xena, quien hacía rato había visto llegar a la barda, por eso había dejado tranquilamente que esa mujer se despidiera con un beso en los labios, quería darle celos a Gabrielle, pero ahora era ella quien sufría de verla en los brazos de Pérdicas. Gabrielle la miró a los ojos y se cruzaron en un momento y entonces Gabrielle se vengó, le tomó la cara a Pérdicas y le dió un beso profundo en los labios, luego miró hacia la posada pero Xena ya no estaba, maldición se dijo asimismo, ¿me habrá visto?, ojalá que sí... aunque si no me ama como yo la amo no sé que sentirá si beso a Pérdicas, no le importa nada... a veces la odio por no amarme como yo la amo... la amo tanto... tanto... ¿qué voy hacer cuando se vaya?... no quiero que se vaya....
Pérdicas: ¡por los Dioses!, te extrañé tanto... tu boca...
Gabrielle: lo siento... se que no te traté bien en estos días... debes tenerme paciencia.
Pérdicas: lo que tú quieras. Te quiero mucho... -esperó la respuesta de Gabrielle en vano, ella solo le sonrió- Vamos al establo.
Gabrielle: sí, luego iré a ver a las chicas si necesitan ayuda con la fiesta.
Pérdicas: ¿por qué no vas ahora? Mientras, yo voy al establo, allí te aburrirás.
Gabrielle: bueno, iré a la posada, creo que están reunidas ahí. Nos vemos luego.
Pérdicas: sí.

Gabrielle siguió rumbo a la posada, tenía el corazón en la mano, temía encontrarse con Xena por si aún estaba acompañada de esa mujer. Gabrielle entró a la posada y todas la fueron a saludar había cinco mujeres de las cuáles Xena había salvado.

Analía: Gabrielle, que alegría verte... estás hermosa... ¿cómo has estado?
Gabrielle: bien, pudo ser peor.
Analía: sí, gracias a la guerrera no murió nadie, y estamos todas bien... le debemos la vida.
Gabrielle: sí. Vine por si necesitan ayuda.
Analía: claro, puedes acomodar las mesas, ven, te llevaré a la cocina. ¿Ya la viste a ella?
Gabrielle: ¿ella?
Analía: sí, la guerrera... es hermosa... la vi hace poco con Diana... -susurrando- se estaban besando, ¿puedes creerlo?
Gabrielle: sí, claro que sí -yo la vi, pensó Gabrielle- pero no sé que tiene de malo.
Analía: ¡son dos mujeres!
Gabrielle: ¿cuál es el problema?, si se aman... mientras sea amor verdadero y puro que importa que sean dos mujeres.
Analía: no pensaba que eras tan abierta... pero no creo que sea amor... es solo atracción física, Xena es una mujer muy hermosa.
Gabrielle: entonces a ti también te gusta.
Analía: me gusta pero de ahí a acostarme con ella... es diferente...
Gabrielle: ¿tienes miedo al que dirán?
Analía: sí, puede ser eso... ¿y tú lo harías?
Gabrielle: no por atracción física, lo haría por amor, si estuviera enamorada.
Analía: a propósito... ¿cómo andas con Pérdicas?... ¿cuándo se casan?
Gabrielle: aún no lo sé.
Analía: pero lo amas...
Gabrielle: Analía... -susurrando- estoy muy confundida... después de lo que pasó... no sé que quiero.
Analía: el tiempo lo dirá, no debes apurarte, piensa bien el paso que darás, eres muy joven, sé que él es un buen hombre, pero si no estás segura no lo hagas, serás infeliz el resto de tu vida... cásate si lo amas...
Gabrielle: gracias, necesitaba hablar con alguien sobre él, en mi casa todos creen que me casaré con él, siempre estuvimos juntos desde chicos, mis padres creen que es un hecho nuestro matrimonio... pero paso algo muy importante en mi vida éstos últimos meses... no soy la misma niña de siempre... me siento mujer y realmente estoy confundida pero... no sé como decirlo... me enamoré de otra persona...
Analía: ¡¿qué dices?!
Gabrielle: sí... estoy profundamente enamorada... pero no me corresponde y es terrible -se puso a llorar y Analía la abrazó y le dio su hombro para que llorara- no sé que hacer.
Analía: ¿esa persona sabe que la amas?.
Gabrielle: creo que sí, pero... no me cree... a veces me mira con ternura y amor, y creo que me ama pero luego... me mira con fastidio... parece que le molesto...
Analía: ¿quién es?... ¿lo conozco?
Gabrielle: no... lo siento aun no puedo decirte quien es la persona que me vuelve loca.

En ese momento apareció Xena, quien vio a Gabrielle aun en brazos de ésta mujer, llorando, se acercó para saber si le pasaba algo malo.

Xena: Gabrielle... ¿qué pasa?
Gabrielle: Xena...
Analía: no pasa nada, mal de amores... todas lo pasamos... ya estás mejor... ¿verdad?
Gabrielle: sí, gracias Analía... mejor me voy a la cocina para ayudar con las mesas.
Analía: bueno, luego nos vemos. ¿Y tú Xena sigues andando por ahí, te diviertes?
Xena: sí, gracias -se fue a buscar a Gabrielle- Gabrielle, ¿qué te pasa?, ¿es algo que te hizo Pérdicas?
Gabrielle: ¿Pérdicas?
Xena: sí, Analía dijo mal de amores... ¿lloras por él?
Gabrielle: no, no es por él.
Xena: ¿entonces, no es mal de amores?
Gabrielle: déjame Xena, tengo que trabajar para tu fiesta, no es conveniente que la heroína esté mirando los preparativos.
Xena: está bien como quieras -se fue pensando ¿estaría llorando por ella, porque la vio besarse con otra mujer?, en el fondo no le gustaba ver llorar a Gabrielle, pero si era por ella... ¿es que Gabrielle estaba celosa?... ¡Dioses! pensó...

Xena estaba en un gran dilema, se dio cuenta que amaba profundamente a Gabrielle, pero no podía alejarla de la vida que ya tenía hecha. Tenía que pensar mucho.
Después de preparar todo, las mujeres se fueron a sus casas para cambiarse y arreglarse también Gabrielle, primero pasó por el establo a buscar a Pérdicas.

Pérdicas: hola, ¿ya terminaste?
Gabrielle: sí. Será una gran fiesta.
Pérdicas: sí, Xena merece lo mejor, seguro que después de esto se irá, hay que hacer algo bonito para que nunca se olvide de nosotros.
Gabrielle: sí, seguro se irá -dijo muy triste, Pérdicas se dio cuenta.
Pérdicas: no te pongas triste, ella no pertenece a éste pueblo... algún día quizás regrese y ya estaremos casados y con muchos niños...
Gabrielle: vas muy rápido...
Pérdicas: ¿no quieres casarte conmigo?, te noto distinta y distante conmigo, pero creí que era porque estuviste secuestrada... ¿qué te pasa Gabrielle?
Gabrielle: nada... solo dame tiempo... si me amas... me lo darás.
Pérdicas: claro que te amo, siempre estuvimos juntos.
Gabrielle: a eso me refiero, ¿no será que nos acostumbramos a estar juntos?
Pérdicas: ¿qué quieres decir?... ¿no me amas?
Gabrielle: ¡estoy confundida! -gritó, y se tomó el rostro con ambas manos, llorando.
Pérdicas: -se quedó helado mirándola en silencio un momento- Gabrielle, cálmate, por favor, no quiero presionarte.
Gabrielle: pero lo haces...
Pérdicas: dejemos las cosas así, por ahora, aún estás muy sensible, hoy tenemos una fiesta, tienes que estar bien por Xena, es su fiesta... hablaremos otro día.
Gabrielle: está bien, gracias... por comprenderme.
Pérdicas: lo hago porque te quiero.
Gabrielle: te pido un favor... no hablemos más de amor por ahora... no estoy bien... estoy confundida.
Pérdicas: como tú quieras... me será difícil, pero te entiendo, además quiero que me hables de lo que pasó en el campamento de Santinolles, no te pregunté nada, pero quería saber si tu estado es por eso, ¿algo malo te pasó Gabrielle?
Gabrielle: otro día lo hablaremos... entiéndeme... aun no puedo.
Pérdicas: te esperaré el tiempo que necesites.
Gabrielle: gracias.
Pérdicas: bueno, esta noche tendremos una fiesta -dijo alegre.
Gabrielle: sí, una... fiesta... -dijo triste, pues sabía que después de la fiesta Xena seguro se iría, ya nada la retendría en Potedia...

Continuará...


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