Esa misma mañana, después de los bellos momentos acontecidos, ambas guerreras
prepararon a sus yeguas y emprendieron rumbo a la tribu amazona de Varia. Tras media
jornada de incesable galope, se detuvieron en seco. La Princesa Guerrera sintió que
alguien las observaba.
-¿Por qué nos detenemos? El poblado, ya está cercano- extrañó Gabrielle.
-¡Shh! Nos están acechando- Xena, alteró con estas palabras a la bardo, que descendió
de su yegua y desenfundó sus sais.
En ese instante nueve mujeres, ataviadas de piel de animales, descendieron de los árboles
y se abalanzaron sobre ellas. Cinco fueron a por Gabrielle que, aún confusa por la
situación comenzó a repartir golpes. Mientrás tanto se ocupaba de las otras cuatro
amazonas. Desenvainó su espada y comenzó la pelea. Una mujer, la mas alta, rubia de
cabellos largos y robusto cuerpo, asestó un golpe en la espalda de la bardo, que ante el
ataque se giró propinándole una patada en la cara, haciendo caer a la amazona. Xena y
Gabrielle no usaban sus armas mas que para esquivar los golpes, pues eran amazonas, no
podían acabar con ellas.
Mientras la acción se sucedía, la décima amazona, que se encontraba en la rama de un
árbol, sostenía con una mano un arco, y con la otra tensaba en la cuerda de este una
flecha.
-¡Amazonas! ¡Soy la Reina Amazona Gabrielle!
-¡Déjalo! no atienden a razones- exclamó Xena derribando a la última amzona.
Gabrielle ató a las nueve amazonas alrededor de un tronco.
-¿Pero a qué ha venido esto?- gritó la Princesa Guerrera a una de las mujeres, de la
cual no recibio respuesta.
-Déjame Xena, yo soy amazona, tal vez hablen conmigo- añadio Gabrielle retirando a Xena
a un lado.
Cuando la bardo se preponía a entablar conversacion, se escuchó un zumbido.
Gabrielle se dio la vuelta y vio a Xena con una flecha clavaba en la mano.
-¡Xena!- la joven, corrio hacia la guerrera. Pero entre ambas, se interpuso la décima
amazona. No era mucho mas alta que Gabrielle, una cinta de cuero negro impedía que sus
largos cabellos negros se deslizaran por su hermoso rostro que tenía una expresion
desafiante, su mirada era como la de un tigre acechando a su presa. Poseía una salvaje
belleza, su robusto cuerpo, apenas estaba cubierto con una falda abierta por ambos lados
de las piernas, que estaba sujeta a la cintura gracias a un cinturón adornado de
pequeños trocitos de madera y caracolas. Además llevaba un minúsculo top que la
caracterizaba de gran guerrera. Hecho con piel de antílope, del cual, colgaban dos
collares, en uno poseía unos exuberantes adornos, y el otro era el colgante que
distingue a toda Reina Amazona. No había duda, la décima amazona no era otra que...
-¡Varia!- exclamó Gabrielle -pero...
Xena extrajo la flecha de su mano, y de un salto, propinó una patada a la amazona, pero
esta rodó por el suelo evitándola.
-¿¡Xena!?... ¡¿Varia?!- Gabrielle no entendía nada, tan solo que su amiga estaba
atacando a su amada guerrera.
Xena y Varia se ensarzaron en una feroz batalla. Pero la Princesa Guerrera jugaba en
desventaja, pues su mano no dejaba de sangrar. Fueron unos minutos de contínuos golpes
y esquivos hasta que la acción terminó con Varia en el suelo y frente a ella, Xena en
pie con su espada en la mano apuntando hacia el cuello de la Reina Amazona.
Tras unos instantes de miradas desafiantes, Xena extendió la mano a Varia, que con una
sonrisa la estrechó y se puso en pie.
-¡Oh Varia! ¡Qué alegría volver a verte! veo que has mejorado- dijo Xena abrazando a la
guerrera amazona.
-Sí, pero no lo suficiente, aunque he conseguido herirte.
-Ha sido una buena emboscada- sonrió orgullosa Xena, pues ella fue quien enseñó a esas
guerreras esta trampa.
Gabrielle mientrás tanto continuaba sin saber que pasaba.
-Siento lo de tu mano... Verdaderamente, pensaba que la esquivarias, pero la actitud de
mis hermanas te distrajo, ¿no es cierto?
Xena comenzó a reirse, del orgullo hacia su tribu, por parte de Varia.
-Bueno... ¿alguien me explica qué pasa?- preguntó Gabrielle.
Varia al oir la voz de la bardo, se dirigió a ella.
-¡Gabrielle!- exclamó Varia abrazando a la joven, que continuaba sin saber que pasaba.
-Yo tambien me alegro de verte... creo...
Xena ante el desconcierto de Gabrielle, se dirigio a ella.
-Gabrielle, Varia lo único que pretendía era practicar un poco- miró su mano -e intentar
vencerme- añadió medio sonriente.
Gabrielle al ver como la mano de Xena seguía sangrando corrio hacia Argos 2 y extrajo de
una mochila unos vendajes.
-¡Vaya! Pues hubiera sido mejor practicar, una vez entablados los saludos- exclamó la
bardo mientras vendaba la mano de Xena.
Varia se dirigio a soltar a sus hermanas, que seguían atadas al árbol.
-Lo sé Gabrielle, pero sino os hubiéramos tomado por sorpresa, dudo que hubiérais
combatido con tanto ímpetu.
-¡Ay!- se quejó Xena.
-Lo siento- se disulpó Gabrielle, que pasó a realizar el vendaje mas suavemente.
Varia contempló entre extrañada y desconcertada la escena de ambas, que se perdian la
una en el mirar de la otra, como si pudieran entrar en sus pensamientos.
Xena al sentir como las observaba, retiró su mano de entre las manos de la joven bardo.
-Ya está bien Gabrielle- le guiñó el ojo - ... gracias.
Gabrielle entendio este gesto y se dirigió a guardar el vendaje sobrante. Varia, se
percato que entre ambas amigas algo habia cambiado.
-<<Esa mirada, ese tono de voz... parece como si sus corazones, solo latieran
por la presencia de la otra. Que bella escena...>> a Varia se le escapó una sonrisa,
mientras pensaba en tan hermosa escena.
-¿Por qué sonries, Varia?- preguntó extrañada Xena.
-No, por nada, solo estaba pensando que deberéis de tener hambre, si lleváis media
jornada a galope, no habréis comido nada.
En ese momento, el estómago de Gabrielle, las delató, cuando se mencionó la comida. Todas
comenzaron a reir.
-¡Jajajaja! Bueno, veo que tengo razón.
-Gabrielle, siempre tiene hambre- Xena se estaba partiendo de la risa.
Y así todas las mujeres, se perdieron entre la espesura del bosque, a lomos de sus
caballos.... No tardaron en llegar a la aldea, en la cuál se encontraba un gran número
de amazonas, algunas de estas estaban luchando, otras arregalndo los desperfectos que
poseían algunas cabañas... todas tenían algun que hacer. Pero al paso de Varia y
Gabrielle, las amazonas dejaban sus trabajos para cruzar su brazo derecho hacia el
hombro izquierdo con el puño cerrado, era el saludo de respeto hacia una Reina Amazona.
Las tres amigas, se detuvieron frente a una gran cabaña de madera, resguardada por dos
amazonas perfectamente armadas, demontaron y entraron en su interior. Era una gran
estancia, con una gran mesa en el centro; de las paredes colgaban numerosos adornos:
pieles, hojas, adornos de madera típicos de amazonas. Pero lo que verdaedramente llamó
mas la atención de las guerreras, sobre todo de Gabrielle, fue un olor muy apetecible.
Tomaron asiento alrededor de la mesa, Varia y Gabrielle se sentaron juntas, dejando a
Xena enfrente. De pronto aparecieron, unas amazonas, que portaban unas enormes bandejas
de carne, frutos, y bebida.
Xena y Gabrielle, tenían tanta hambre, que no pudieron evitar coger el primer trozo de
carne, antes de que depositaran las bandejas en la mesa. Lo cual hizo, que Varia
explotara a reir.
-Veo que, ¡Teníais mucha hambre! Os gustará esta comida, está recien cazada.
-Mmmm... Sí, deliciosa- apenas se pudo entender lo que dijo Gabrielle, pues tenía la
boca llena de comida.
Cuando al fin terminaron con toda la comida que les trajeron, comenzaron a entablar una
amena conversación, con la Reina Amazona Varia.
-Y bueno... ¿cuánto tiempo vais a pasar en nuestra aldea?- preguntó Varia, mirando a la
Princesa Guerrera, que a su vez observó a Gabrielle, esperando que ésta respondiera,
pues no habían hablado el tiempo que permanecerian en el poblado.
-Tres días...- hizo una pausa para que Xena, prosiguiera.
-Sí, desearíamos partir hacia la India, hace mucho que no pasamos por allí y hemos oído
que necesitan la ayuda de dos mujeres guerreras.
-Siempre sintiendo el fragor de la batalla...- añadió Varia -y nunca dejas tiempo Xena,
para que tu corazón se centre en alguna persona...
Esto último, resonó en las mentes de Xena y Gabrielle, que se quedaron mudas, pues una
amazona no suele tratar temas de amor.
Los corazones de las amantes, latían con tal intensidad, que parecían tambores de
guerra.
-Eh... pues...- Xena no sabía que contestar, pues su corazón si latía por alguien, por
Gabrielle...
-<<En realidad, sí, mi corazón está centrado en el precioso ángel que está
sentado a tu lado. Es que es realmente dulce y hermosa, no puedo evitar dejar de
observarla ni un segundo, de anhelar ese dulce néctar que contiene sus labios, esa
mirada verde, que arde y deslumbra con un brillo sin igual...>>
-¡Xena! ¡Xena!- exclamó Vaira.
-¡¿Eh?!... ¿qué?- Xena volvió de sus pensamientos en los cuales se perdió observando a
su eterna amante.- Perdón Varia, no te estaba atendiendo... ¿qué decias?
-Decía que es extraño que una gran guerrera como tú, pueda caer en las redes de ese
sentimiento.
Varia no dejaba de hacer esto comentarios, con tal de probar si realmente, los
sentimientos entre ambas amigas, habían cambiado.
-¿¡Varia!? ¡Me sorprendes!- intervino Gabrielle, al ver que Xena se había quedado sin
palabras -una amazona no suele hablar de temas como este...
-Gabrielle, tu tambien eres amazona. ¿Me vas a decir qué jamás has sentido la necesidad
de no poder estar sin una persona?
-<<¡Por supuesto! Cada mañana, cada instante, cada segundo que paso junto a
ella, siento esa necesidad de no separarme jamas de su lado. Mi cuerpo se estremece tan
solo con el roce de su piel. Cuando miro sus ojos... esos ojos que poseen el color del
horizonte azul, donde el mar se pierde con el cielo, es como si pudiera entrar en su
interior, me siento parte de su corazon...>>
-¡Gabrielle! vaya, veo que no se os da bien hablar de estos temas, ¡¿eh?!- Varia comenzó
a reir, viendo que poco a poco sus sospechas iban siendo ciertas. -Bueno, hemos
preparado una ceremonia de bienvenida para ti, Reina Gabrielle- ahora Varia se dirigio
a la bardo, como hermana amazona mas que como amiga.
-¡Oh! me enorgullece este gesto- Gabrielle se ruborizó ligeramente.
-Y ¿a qué estamos esperando?... que empiece la fiesta- gritó Xena, al mismo que se
levantaba de un gran salto.
Las tres amigas salieron de la cabaña. Gabrielle fue acompañada por dos amazonas hasta
otra casa, donde la despojaron de sus ropas y la vistieron con el traje de la reina,
parecido al que portaba Varia, este constaba de: un top de cuero marrón que le cubría
hasta la mitad del vientre. Posteriormente se puso una falda, que se extendía por sus
muslos, abierta a ambos lados de las piernas, esta estaba hecha con la piel de un venado,
luego se calzó con dos botas, que le tapaban toda la pierna, de los pies hasta las
rodillas, en las cuales se envainó sus inseparables sais.
Mientrás esto sucedía, Xena y Varia, se dirigieron hacia una torre de vigilancia amazona,
desde lo alto de ésta, se podía observar un bosque que encontraba su fin en un río, al
otro lado del cual se observaba un gran campamento de guerreros, los cuales parecían
haber acabado con toda vida salvaje a su alrededor.
-¿Ves Xena? todo nuestro territorio es hermoso y salvaje. Pero al otro lado- a Varia le
cambió el rostro de orgullo y felicidad, a ira y desolación -se encuentra Rodos señor
de la guerra. Mira, extendió sus brazos hacia delante apuntando hacia el campamento de
guerreros, ha acabado con toda vida, nuestra diosa Artemis no puede cazar, pues pocos
animales quedan ya, nuestra madre Lune no aparece casi nunca, pues no tiene la
suficiente vida a la que iluminar con su grandeza, por esta zona. Y...- los ojos de la
Reina Amazona, se cerraron -mis hermanas Thyen, Mitalián y mas hermanas fueron
asesinadas por sus hombres.
La mirada de Xena se convirtió en sopresa y preocupación.
-Pero lo pagará, mis hermanas serán vengadas por mis propias manos- concluyó Varia
golpeando con fuerza la baranda del puesto de vigilancia.
-Gabrielle y yo os ayudaremos.
-No Xena, esta es nuestra batalla, la batalla por la supervivencia de nuestra raza... No
puedo dejarte intervenir.
-Varia, yo conozco a Rodos, se como lucha, conozco sus estrategias... ¡Vamos Varia!-
Xena cogió con sus manos los hombros de la amazona -Puede que yo no sea amazona, pero
siempre he luchado por que vuestra raza perdure por siempre, también es mi batalla, es
mas tus hermanas han de ser vengadas y yo he de saldar unas cuentas con ese bastardo.
-De acuerdo Xena- asintio Varia con una leve sonrisa. -Pero he visto como atancan sus
hombres, son imparables y me preguntaba...
-Dime Varia.
-Me preguntaba, si realmente, pondras en peligro la vida de Gabrielle.
Xena, con este comentario, entendió la actitud de Varia hasta ahora, las preguntas que
les hizo, como las observó...
-Varia, se a lo que te refieres...- apuntó Xena, viendo como caía el sol, y todo el
cielo se llenaba de pequeños cristales incandescentes. -Es increíble, ¿verdad?
-¿A qué te refieres?
-A que toda tu vida, todo en lo que creías, cambia con la llegada de una persona, igual
que todo el paisaje cambia con la caida del sol, como lo que antes era insignificante,
ahora con la luz de las estrellas, es lo mas bello que jamas has contemplado. Junto a
Gabrielle, he sentido todo lo que la ira no me dejó sentir. Ella es mi luz cuando todo
es penumbra, ella me arranca una sonrisa cuando mi rostro se llena de lágrimas. Aún
estando sola, no puedo dejar de anhelar su presencia junto a mi. Gabrielle fue la que a
abandonando todo lo que quería, jugándose su pasado y su futuro, me arroyó del camino
de maldad por el cual galopaba ferozmente. Y me enseñó a amar. Creo que mi alma no
existiría si ella dejara de existir... La amo, verdaderamente, la amo.
Varia es ahora la que se quedó sin palabras, jamás imaginó que una simple bardo amazona,
pudiera doblegar el alma de una guerrera como es la de Xena. No podía creer que la
Princesa Guerrera sintiera algo tan fuerte por esa pequeña rubia.
-Vaya Xena, ahora veo, que una guerrera por fiera que Xena puede llegar a ofrecer su
vida a cambio de otra. Me sorprendes, cada vez me quedo mas fascinada contigo. Gabrielle,
es afortunada de tenerte consigo.
-La afortunada soy yo.- sonrió Xena.
De pronto se escuchó un gran revuelo de tambores, cánticos y gritos. Gabrielle, ajena a
la conversación que habían mantenido Xena y Varia, estaba a punto de salir para dar
comienzo a la ceremonia.
-Bueno Xena, creo que va siendo hora de bajar.
-Despues de ti, Reina Varia- sonrió Xena.
-Tranquila Xena, vuestro amor esta a salvo conmigo.
Ambas con una gran sonrisa, descendieron de la torre.
Poco a poco se fue abriendo la puerta y las amazonas, ahora en silencio, se dispusieron
frente a esta. Gabrielle hizo su aparición, ataviada con el traje de la reina, además
de una cinta en la frente con unos pequeños colgantes que le rozaban las cejas y por
supuesto, llevaba colgado el medallón de Reina Amazona.
Toda la tribu estaba expectante por la presencia de la Reina Gabrielle. Xena se
maravilló del orgullo, felicidad y serenidad que guardaba Gabrielle. Que con paso firme
se dirigió resguardada por dos amazonas, hacia el trono de la tribu, y allí, con los
brazos en alto, pronunció las siguientes palabras.
-¡Hermanas! Vuestra bienvenida me llena de orgullo. El pueblo amazona ahora es mas
fuerte y numeroso. La unión y el corage nos caracteriza, y muchos señores de la guerra
lo han sentido en sus carnes... pero hoy estoy aqui para daros las gracias por vuestra
lucha continua por la Nación y para decir...- Gabrielle hizo una pausa y sonrió -¡Qué
den comienzo las danzas!- gritó efusiva, casi como un grito de guerra.
Todas las amazonas enloquecieron de felicidad. Los tambores comenzaron a sonar con ritmo
y fuerza. Y los cantos hacia las reinas Varia y Gabrielle se empezaron a suceder,
mientras la joven descendió del trono para encontrarse con Varia y Xena.
-Bueno ¿qué tal lo he hecho?
-Genial Gabrielle, casi igual de bien que lo hice yo en mi coronación- bromeo Varia
estrechando el brazo de la reina -¡Ahora a disfrutar!- gritó Varia, tomando a Gabrielle
de ambas manos, para sacarla a bailar.
-Pe... pero Varia... un momento...
Fueron las únicas palabras que le dieron tiempo a decir, mientras se daba la vuelta para
observar a Xena, la que sonriente le guiñó un ojo.
Amabas reinas comenzaron a bailar alrededor de las hogueras, sin control, junto a las
demás amazonas, poseídas de algun modo por el ritmo de los tambores.
Tras unos minutos, la Princesa Guerrera decidio unirse, a ese frenesí de cuerpos
agitándose, dejándose llevar por la melodía amazona.
Fue una gran noche de diversión, que concluyó con ambas reinas sentadas en el trono,
dejando al resto de la tribu y a Xena sentadas delante de éstas, expectantes de las
historias que narraban Varia, sobre las conquistas amazonas, y Gabrielle narraba los
momentos mas emocionantes vividos junto a Xena, exceptuando el que vivieron la noche
anterior.
Cuando faltaban solo unas horas para la llegada del nuevo dia, todas las amazonas se
retiraron a sus cabañas para descansar, todas menos aquellas que les tocaba vigilar el
poblado.
-Bueno yo os dejo, he de ir a descansar, mañana será un día muy agitado- Varia miró con
una expresión de seriedad a Xena, y se fue a su cabañana a dormir.
Xena y Gabrielle se quedaron unos minutos mas junto a la hoguera, donde hacia unos
minutos unas emocionadas amazonas disfrutaban sin parar; echadas en unas mantas, la una
junto a la otra admirando ese enorme manto de un negro infinito. Xena, tenía una mirada
entre pensativa y preocupada, la bardo notó que a su amada le rondaba algo por la cabeza,
y por su semblante, debía ser serio.
-Xena, ¿te ocurre algo?
-<< Varia tiene razón, no puedo poner la vida de Gabrielle en peligro... Hemos
muerto demasiadas veces ya, y cada vez ha sido mas difícil traernos de vuelta a la vida,
no puedo pedirle que me acompañe, no esta vez, ahora nos amamos como nunca antes se lo
han hecho dos amantes. No la puedo perder...>>.
-¡Xena! ¿me vas a contar en qué estas pensando?
-...Pensaba, en todo lo que hemos pasado juntas, tantas alegrías, llantos, y muertes...-
Xena se giró para poder observar a su amada a los ojos -tantas veces he estado a punto
de perderte.
-Pero no me perderás...
-Pero...
-¡Xena!- Gabrielle depositó su mano sobre la fria mejilla de la guerrera -podria morir
cien veces, podría sufrir la mas dolorosa de las torturas, iría a mil batallas, pero
solo si estoy contigo. Lo he hecho varias veces, y lo volvería a hacer, pero necesito
que me digas que ocurre.
Xena se emocionó ante las profundas palabras de la joven bardo, que aun iba ataviada
con el traje de la reina. La Princesa Guerrera se aproximó lentamente al rostro de
Gabrielle, estaban tan cerca que sus respiraciones se mezclaban...
-Recuerda siempre, que te quiero.
Con estas palabras, Xena depositó un cálido y dulce beso sobre los labios de la bardo.
A continuación, le contó lo que sucedio con Rodos, lo que debían hacer. Una vez, Xena
acabó la historia, ambas se levantaron y se fueron a una cabaña, que ahora, pertenece a
la Reina Gabrielle, la estancia tenía una enorme cama, sobre la que se recostaron las
guerreras, que aun despues del agitado día, se amaron una y otra vez...
-Recuerda, Xena, que yo también te quiero.
Con la llegada del alba, todas las mujeres del poblado se pusieron en pie, y se
dirigieron al espacio central del poblado, el lugar de reunión. Xena y Gabrielle,
despues de vestirse, se unieron a la reunión.
-Yo, Varia, como Reina de esta tribu, es mi deber, proteger a mis hermanas y a toda la
Nación. Ya sabéis, que Rodos mató a nuestras hermanas... Ahora...- Varia alzó su espada,
y gritó -¡Clamamos venganza!.
Esto resonó por todo el bosque, las guerreras amazonas, alzaron sus armas al cielo, y
empezaron a lanzar gritos de guerra. Varia, se bajó del trono, y entró en la estancia en
la cual Xena y Gabrielle comieron nada mas llegar. Una vez dentro, las mandó llamar.
-Buenos días Varia.- exclamó Gabrielle, realizando el saludo amazona.
-Sentaos. Ya sabeis nuestra situación, ahora Xena, necesito tu saber, debemos tramar un
plan de ataque a sus tropas...
Continuará...