Disclaimer: Los personajes nombrados (Xena, Gabrielle, Joxer, Ephiny, etc) no son de mi propiedad, sino de Robert Tapert y sus guionistas de la gran serie Xena: Warrior Princess.
Advertencia: En esta historia se habla del amor entre dos mujeres, si no te agrada o eres menor de edad, por favor, hay otros FF más interesantes que éste, los cuales puedes leer.
Consulta: Si necesitas consejo de un Bardo o simplemente felicitarme por los FF'S, aquí tienes mis correos. lobeznadlbosque@yahoo.es y lobeznadelbosque@hotmail.com
Agradecimiento: Pues como siempre o si no lo he dicho aún, pues a esta pagina por darme la oportunidad de publicar mis historias, a tod@s l@s lector@s, que dedican su tiempo en leer. A la Musa que ha vuelto para echarme una mano en mis inspiraciones y sobre todo a mis nuevas Bardos, que digamos que se han vuelto mis protegidas, Iskaliz y Ankerry. Un Xenabrazo para todo el Xenaverso.
Ahuuuuuuuu bye bye bye bye bye bye


PENSAMIENTOS Y AMOR

Por Lobezna del Bosque

Tercera Parte

En el hogar de los dioses, el Olimpo una diosa estaba disfrutando de su venganza, pero algunas dudas tenía.

- ¡¡¡Cupido!!!
- ¿Qué quieres Artemisa?.-preguntó algo cansado.
- ¿Has visto a tu madre?
- No, hace rato que no la veo, ¿por qué?
- No por nada, quiero tus servicios.
- ¡Tu dirás!.-quería sonar animado, pero en realidad ya estaba algo cansado de que lo utilizaran.
- Me gustaría que lanzaras una flecha a ésa amazona de ahí.

Señaló en el espejo del destino a Troy (Afrodita), Cupido observó y apenas su rostro mostraba conocimiento de que se trataba de su madre.

- ¡De acuerdo!, ¡pero!, con esto ya he terminado mi castigo.-trataba de buscar una solución para él mismo.
- Sí, tu hazme este favor y yo olvido lo sucedido.

Dicho y echo, Cupido desapareció y reapareció a una distancia prudente para que Troy no se percatara de su presencia, ni siquiera Xena.

-------Cupido-------
Bien madre, siempre dices que mis flechas son nada ante tus conjuros y que no soy capaz de hacer nada bien, pues te vas a enterar.

-------Artemisa------
Espero que se haya dado cuenta que Troy se trata de su madre, y que no se exceda con el encantamiento que le echa a sus flechas, no quisiera tener luego una Diosa del Amor enfurecida conmigo. Solamente quiero que mi protegida se sienta algo agobiada y que para quitarse a Troy de encima, utilice a Xena, jejejeje y que por fin le confiese lo que siente.

- ¿¿¿Qué haces Artemisa???.-Preguntó curiosa Atenea detrás de ella.
- ¿Y tú?.-se sobresaltó la intromisión.
- Pasaba por aquí, ¿no habrás visto a Afrodita?, tengo un encargo para ella.
- ¿De qué clase?.-ahora la curiosa era Artemisa.
- Tengo que arreglar un entuerto que hice por despecho.
- ¿Qué?, no te entiendo.
- Que hace ya, mi protegida, pero que mucho tiempo hace que no viene a mis brazos, así que le hice un encantamiento.
- ¿Qué clase de encantamiento?
- Pues... no puedo jugar con el desamor y el amor, como Afrodita, pero si puedo conseguir unas pociones de ésta y utilizarlas para mi propio bien. De esa manera la persona a quien encanté, pues... la hice dudar de sus sentimientos, que no confesara lo que sentía, sintiéndose cobarde, débil, inútil. ¡Funcionó!, pero ahora digamos que me he arrepentido de eso, digamos que ya ha sido mucho tiempo sufriendo y me gustaría rectificar.
- Solo conozco una persona con ese defecto.-dio a sus pensamientos.
- Sí, es Xena, ¿por qué crees que Ares la quería para él?
- ¿Porque está muy buena y porque maneja todas las armas conocidas?, ¿porque es Xena la Princesa Guerrera?, ¡no sé!
- Porque estaba conmigo, porque era mi protegida y mientras él la enseñaba a ser una guerrera ella pasaba las noches conmigo, pero una vez nos pilló en la cama, aquí en el Olimpo, digamos que él la entrenaba esperando que ella fuera agradecida, pero en lugar de eso, ella se entregaba a...
- ¿A ti?, pero Atenea por qué no me lo has dicho antes.
- Cada cual tiene sus secretos o quieres que salga en el canal Olimpus 44; Atenea se acuesta con Xena, la mercenario de Ares. Él pensaba que podía ser suya y ella era de su hermana y rival, Atenea, Diosa de la Sabiduría y Guerra también. Ares no lo entendió que a Xena no le gustaban los hombres.
- ¿Qué quieres decir y toda la lista de sus amantes?.-saltó sorprendida.
- ¡Tú lo has dicho!, lista de amantes, les utilizaba a todos para conseguir sus objetivos. No me cambies de tema, ¿has visto a Afrodita, si o no?
- Sí, pero está ocupada.

Las dos miraron el Pozo del Destino y vieron como Cupido lanzaba en ese momento su flecha sobre Troy (Afrodita) y ésta ya sentía los efectos, tanto, que justamente cuando ella estaba en el suelo, Xena y Ephiny aparecieron para ayudarla a levantarse del suelo, Troy abrió los ojos vagamente encontrándose a dos pares de ojos mirándola con preocupación, unos azules como el acero y otros marrones. Ya más calmada Troy se despertaba del todo, pero no podía dejar de mirar a las dos mujeres con entusiasmo y picardía.

Cupido apareció triunfante en el Olimpo para darle la noticia a Artemisa de su encargo, sin haberse parado a ver lo que su misma flecha había ocasionado sobre Troy, al llegar a la habitación del Pozo del Destino, se encontró a dos diosas tiradas en el suelo, sin parar de reír, incluso llorando, se agarraban de la barriga por que ya sentían las agujetas de tanto reír, Cupido no entendía nada y decidió mirar al pozo para descubrir de que se reían tanto las diosas, dándose cuenta por fin, como Afrodita al abrir los ojos se encontró con dos caras distintas, por muchos años, nunca le había pasado eso a Cupido, para él era una mancha en su expediente, porque su propia madre estaba encantada con su flecha y eso la hizo enamorarse de dos mujeres a la vez, sabiendo que su madre al enterarse le mataría.

- Iré a arreglarlo.-dijo tajante y preocupado.
- ¡¡¡No...!!!.-dijo a duras penas y entre risas Atenea.
- Esta mejor de lo que pensaba.-se levantó Artemisa del suelo.
- No sabes lo que va a pasar después de todo esto, mi madre me matará, ella nunca ha estado con una mujer y menos ha probado mis flechas, no sabéis lo que puede ocurrir, será mejor que lo arregle.
- ¡Y menos con dos a la vez!.-volvió a estar a carcajadas Atenea.
- ¿Entonces qué hago?.-seguía preocupado Cupido.
- Nada, ya te llamaremos cuando tengas que desencantarla, ¿ok?
- Bien.

Dijo no muy convincente, desapareció dejando a las dos diosas, que aún reían de la nueva situación de Afrodita, apenas podían mantenerse de pie.

Fuera del Olimpo, en la tierra de los mortales, una diosa atrapada en el cuerpo de una mortal se encontraba extrañada, todo a su alrededor daba vueltas, pero no podía quitar de su cabeza dos pares de ojos, creía alucinar, pues no dejaba de pensar en esos ojos, sentía como un hormigueo recorría su cuerpo, causado por el agarre de dos mujeres, una guerrera y una amazona no la soltaban, de hecho empezó a tener unas ideas con ambas en una cama.

------Troy-----
¿¿¿Pero qué me pasa???, ¡esto es de locos!, como si fuera una broma de mal gusto, de repente me siento atraída por dos mujeres, de una forma exagerada, nunca me había pasado, solamente quiero estar a solas con ellas, poseerlas, hacerlas mías, seducirlas, que caigan a mis pies, m... son tan hermosas y sensuales, ¡¡¡¡pero qué digo!!!!. Son mujeres y a mi no me gustan las mujeres, me gustan los hombres, estoy cómoda con ellos, me estoy sintiendo atraída por dos mujeres, muy atractivas... pero yo soy la Diosa del Amor, soy Afrodita y es inconcebible, nunca lo he hecho con una mujer, ¡¡¡¡NUNCA!!!!, pero debería probarlo...

- ¿Estas bien Troy?.-preguntó Xena.
- Sí.-dijo lentamente, mientras su mano tocaba ligeramente la cara de ésta.
- Deberíamos asegurarnos.-comentó Ephiny algo molesta.
- ¿¿¿Me cuidarías tu???.-se dió la vuelta y la encaró seductiva.
- Será mejor llevarla a una cama para que descanse.

Dijo Xena viendo su comportamiento bastante extraño, dando un ligero brinco al sentir una mano sobre su trasero y al rato como unos ojos verdes se llenaban de rabia, la guerrera no cabía de asombro, pues cuando quiso volver a mirar a Gabrielle, ésta no dejaba de mirar a Troy con enfado.

- ¡¡¡¡Ephiny!!!!.-gritó Gabrielle para despertar a las dos- Será mejor que te la lleves tú.-más que comentario era una orden.
- Por mi, no hay ningún problema que sean las dos las que me cuiden.-

Dijo insinuadora Troy, cogió el rostro de Xena y la besó en los labios, muy pausadamente, a Ephiny le hervía la sangre, en ese momento quería matar a la guerrera y amiga, pero cuando iba a decir algo para que dejaran de besarse, Troy se dió la vuelta y la besó también en los labios, jugueteando con su lengua sobre sus labios, casi parecía que se estaba quemando, se escapó un pequeño gemido que no pudo retener más, se estaba aproximando más a su cuerpo, dejándolo pegado a ella, Xena estaba perpleja, apenas se movía, simplemente miraba.

------Grabrielle-----
¿Pero que les pasa a estas dos?, como si nunca hubieran visto a una amazona guapa, ¿pero qué digo?, yo doy mil vueltas a ésa. Lo que importa ahora es que Ephiny se lleve lejos a Troy de Xena, al menos durante una larga marca de vela, no las quiero ver juntas, y como al parecer a Ephiny no le molesta, pues que se la quede ella, yo me quedo con mi guerrera, tenemos cosas de que hablar, ya que al menos tengo una mínima oportunidad, Xena no muestra asco a los besos de Troy, tal vez no la atraiga, a lo mejor si le digo lo que siento pues... puede que no se sorprenda.

----Xena-----
Gabrielle parece molesta y yo sigo igual, ésta amazona me recuerda a Afrodita, nunca ninguna mujer, ni siquiera Atenea, ha sido tan directa, pero parece que a Ephiny eso no le importa, ¡¡¡míralas!!!, ójala pudiera hacer eso con mi bardo, luego me la llevaría a la cabaña y la haria mía, que gritara como loca mi nombre mientras la llevo al cielo, ¡en fin!, eso no pasara, ahora tendremos otra conversación tonta y luego otro enfado, y al final cada cual dormirá por su lado, siempre es la misma canción, ¿por qué Gabrielle no es como Troy de directa?, no sabe lo que me moriría si mi hiciera esas caricias.

-------Ephiny-----
¡¡¡¡Sí...!!!!, ordéname más cosas Gabrielle, que voy a ser tu mejor amazona, por tan solo tener a Troy en mi cabaña, hago lo que sea, toda para mi, m... besa de maravilla, nadie nunca me había besado de esta forma.

------Troy-----
¿Pero qué me pasa?, he besado a Xena y ahora estoy aquí besando a ésta amazona engreída, que por ella estoy en este cuerpo sin mis poderes, aunque sus labios me saben a miel, son suaves, tiernos, sexy, apetecible. ¡¡¡Huí!!!, concéntrate Afrodita, a ti te gustan los hombres, pero por qué mis manos no las puedo controlar, mi cuerpo va solo, suben y bajan mis caricias por su cuerpo, ¡¡¡¡Qué me lleve donde quiera, pero que me lleven ya!!!!, creo no aguantar, mi cuerpo me lo grita, quiero entregarme a ella ya.

- Bien Ephiny, llévate a Troy y mira a ver si está bien, ¡¡¡Y tú!!!, te vienes conmigo, tenemos que hablar.

Ordenó en unos segundos Gabrielle, aprovechando su autoridad de Reina, que estaba muy molesta, no sabia bien a quien pegar de las tres, pero alguien iba a pagar las consecuencias de todo esto, pero lo importante era lo importante, separar a Xena de Troy y toda buscona que quisiera arrebatarla antes de que ella pudiera decirla lo que sentía, tuvo que agarrar a la guerrera del brazo para que la siguiera, Ephiny tuvo que hacer lo mismo con la amazona, cada cual a su cabaña, pero Troy era un poco más difícil de llevar, pues no dejaba de mirar a Xena, sintiéndose molesta por ver a Gabrielle tirando de ella. Cuando llegaron a la cabaña real, la bardo cerró la puerta tras ella, suspirando de alivio, dejó una silla en la puerta, cosa que extrañó a Xena, porque era como si no quiera dejarla marchar, o que nadie entrara, viendo como su cara de alivio, cambio a molesta, sabiendo que vendría ahora.

- ¿¿¿Se puede saber qué te pasa???
- ¿A qué te refieres?
- A la escena de antes con Troy.-seguía molesta.
- ¡Ah... eso!, son cosas que suceden.-trataba de no darle importancia.
- ¡¡¡Cosas que pasan!!!, si casi te devora.
- Gabrielle, parece que te molesto y solo ha sido un beso de agradecimiento.
- OH... perdona, tú me has salvado la vida sin fin de veces y no te lo he agradecido con un beso como...
- ¿Agradecida?.-se hizo la inocente.
- ¡¡¡No!!!, como una cualquiera, eso esta mal.
- ¿Qué quieres decir?.-ahora la molesta era ella.
- Ya sabes, a eso.-trataba de no cruzar sus miradas, pues podría delatarla.
- No lo se Gabrielle, explícate.-exigió.
- Será mejor que nos cambiemos para está noche.
- No cambies de tema, quiero que te expliques.

-----Xena-----
¿No le agrada que dos personas del mismo sexo se besen, o lo que no le gusto era que fuera Troy y no ella?, por favor Gabrielle dime algo, me esquivas con la mirada y quiero mirarte para saber la verdad, pareces avergonzada y no se por qué. ¡¡¡Ahora si que la has hecho buena Xena!!!, como decirle a una persona lo que siente si le da asco, yo que pensaba pasar de las palabras y besarte.

-----Gabrielle-----
¿Pero qué la pasa ahora?, parece molesta también, yo quiero decir que no es plan dejarse besar por una cualquiera delante de todo el mundo, ¡¡¡¡ojalá me besara a mi de esa forma!!!!, pero no... besas a otras y encima yo soy la mala, me gustaría saber que te gustan las mujeres para lanzarme y en lugar de eso me lanzas dagas de dolor y reproche. Siempre me dices los amantes que tienes, las cosas que les hacías y que a pesar de eso no disfrutabas con ellos, y que la única persona que tengo referencia de lo contrario es una mujer de oriente, que supuestamente te lleno, ¿por favor Xena, no te das cuenta lo que me haces?, que solo quiero escucharte decirme Te Amo y yo contestarte de igual forma, que no puedo vivir sin ti y que estoy celosa de Troy, porque ha hecho algo que llevo deseando hacer desde hace mucho, probar tus labios. Por favor Xena, sabes que soy capaz de escribir mil historias, pero contigo las palabras no me salen y que no soy capaz, te necesito y tengo miedo a perderte.

- ¡Ya sabes Xena!
- No lo sé, ¿qué pasa?, no te gusta que dos mujeres se besen, no pensaba que eras de esas.
- Yo no he dicho eso, me has entendido mal, yo me refería que...
- No, ya esta aclarado todo, ¡que voy a esperar de una chica de una villa pequeña, de seguro que linchabais a personas como Troy y como y... como Ephiny.-casi estuvo a punto de decirle la verdad, pero se lo tragó.
- ¡¡¡¡¡¡Termina la frase!!!!!!.-parecía un ruego, pues tal vez su mente la estaba engañando.
- Ya está, se acabó la conversación.-molesta quiso marcharse, pero Gabrielle estaba en medio.
- ¿¿¿¿Te gustan las mujeres????, ibas a decir como yo.

Preguntaba inocente, pero asustada, si era verdad todo estaba arreglado, pero sino la perdería, Xena le iba a contestar, pero no sabía por qué no podía, las palabras estaban en su mente y su corazón, pero no llegaban a salir, no querían, quería gritarla que si, que solamente ama a una mujer y que esa mujer era ella, pero de repente el miedo la invadió, pensando que tal vez la perdería, en su interior le decía una joven morena que se arriesgara, que la dijera lo que sentía, que la amaba, pero no pudo y apartó a Gabrielle de su camino, quitó la silla de la puerta y abrió la puerta, no la quiso ni mirar a la cara, estaba herida, más que con una espada, sabía que si sus miradas se cruzaran la iban a delatar, por todo lo que sentía por la bardo desde hacia años.

En el Olimpo dos diosas se percataron de su error, en lugar de ayudar las habían separado, sentían sus corazones como sufrían, Atenea estaba desesperada quería a Afrodita ya cerca, necesitaba, se lo decía a Xena, tenía que arreglar su error del pasado, ahora si que necesitaban a la Diosa del Amor, con urgencia, solo ella conocía bien los corazones de los mortales, solo ella podría arreglar todo, tenían que bajar a la tierra de los mortales para hablar con ella y ponerla al corriente de todo lo sucedido, saltándose algunos detalles, como la flecha de Cupido. Con sus poderes desaparecieron del Pozo del Destino y aparecieron en una habitación, se taparon la cara sorprendidas, pues Afrodita o Troy estaba agotada y desnuda, apenas una tela la tapaba, Ephiny la tenía abrazada de la cintura, estaban dormidas, las diosas querían darles un tiempo de margen para que se recuperara y salieron de la cabaña, al hacerlo vieron a una Xena dándole golpes sin tregua a un saco de heno, intentando desahogarse.

- Artemisa: Deberías hablar con ella.
- Atenea: Querrá matarme.
- Artemisa: Ya, pero Afrodita también, se nos esta yendo de las manos, tenemos que arreglar todo ya, ¡¡¡Cupido!!!.

Atenea resignada fue hacia Xena, poco a poco esta notaba su presencia y se la hizo presente solo para sus ojos, Cupido por su lado apareció al lado de Artemisa.

- ¿¿¿Qué quieres de mi ahora???.-parecía molesto.
- Quiero que descantes a Afro... digo a Troy y que si es posible que la chica que este con ella duerma, y piense que todo ha sido un sueño.
- Vale, ¡esto, me has dicho que mi madre está con una mujer!.-estaba sorprendido.
- Tu has lo que se te ha pedido y no preguntes, no es ahora de dar explicaciones.
- Vale, vale.

Cupido entró con sus poderes a la cabaña, parecía orgulloso por lo que había conseguido, aún la pareja estaba dormida abrazadas, Cupido se acercó con sumo cuidado a Ephiny primero y la echó unos polvos de Morfeo, que siempre llevaba encima para ciertas ocasiones, así no despertaría durante un buen rato, el suficiente para llevarse a su madre, a ésta la dio un ligero golpe en la frente para quitarla el efecto de su flecha, poco a poco fue levantándose y despertándose.

------Cupido-----
Me matara, de seguro que me matara y nadie me va a salvar de esto.

- ¡¡¡¡Cupido!!!.-gritó Troy, miró a su lado que estaba Ephiny desnuda como ella y se asustó.- ¡Por Cronos, ¿qué he hecho?!.-se vistió con sus ropas corriendo.- ¿¿¿Qué me has hecho???
- Yo no, mis flechas y Artemisa, ¡qué por cierto!, te esta esperando afuera.
- Luego hablaremos hijo.

Le amenazó al salir por la puerta, para encontrarse a Artemisa sentada tranquilamente a su espera.

- ¿¿¿Qué me has hecho???
- Darte buenas experiencias.-saltó burlona.
- Yo nunca he estado con una mujer.-la gritó enfadada.
- Pues yo no diría tal cosa, te has defendido muy bien, como para agotar a mi mejor amazona.-seguía burlándose de ella.
- ¿¿¿Qué quieres de mi ahora, quieres que me acueste con Xena esta vez???.-dijo con gran enfado.
- No, Atenea te necesita para que le quites un hechizo que tiene encima desde hace años, y yo a su vez que Gabrielle se lance a los brazos de la guerrera, y solo conozco a una diosa con esos poderes, tú.-dijo risueña, para quitarle fuego al asunto y así convencerla.
- ¡Deja de alabarme!, no quiero que me hagas la pelota, conviérteme en diosa otra vez, os ayudaré y luego me daré una gran ducha, para que se me olvide lo que ha pasado, después no me molestéis, pues estaré practicando el sexo con unos cuantos de mis amantes, para olvidar lo que he hecho durante hace un rato.
- ¡¡¡Mujer...!!!, si has disfrutado como nunca lo has hecho.
- ¿¿¿Pero tú qué sabes???, conviérteme en diosa otra vez para ayudaros y luego te olvidas de mi.
- De acuerdo, primero ve a hablar con Atenea, ella te necesita más que yo.

Afrodita esperó a que la convirtieran en diosa, con un ligero movimiento de manos, Artemisa la devolvió a su estado normal, haciéndose invisible ante los ojos de los mortales, sus ojos mostraban molestia, pero fue hacia Atenea, ésta suspiraba resignada, cosa que sorprendió a la Diosa del Amor.

----Afrodita----
¿Y ahora qué?, parece como si tuviera algo oculto, como si trataba de aceptar algo, esta muy pensativa, ¿¿¿y a mí qué me importa???. Haré lo que me pidan, luego me alejaré de esta villa y cuando agarre a Cupido se va a enterar, se bien que ha sido por su culpa.

- ¿Atenea?
- ¿¿¿No crees que es hermosa???.-dijo mirando a Xena.
- Pues ahora que estoy fuera de las flechas de Cupido, pues no,- dijo con enfado y algo de sarcasmo.- ¿Qué quieres de mi?
- Te acuerdas que te pedí un hechizo para una de mis amantes.
- Sí, ¿y?
- Bueno, quiero que lo deshagas ahora.
- De acuerdo, ¿dónde está?
- Es Xena, Afrodita.-decía apenada.
- ¡¡¡Qué...!!!-gritó sobresaltada.
- ¡Vamos, no es para tanto!, ¿acaso lo dudabas?.-la miró a los ojos algo burlona.
- ¿Ósea?, era ella, aquella que querías castigar por no volver a tus brazos, me sorprendes.
- Entiéndeme, me dejó por otra y me enfurecí, quería hacerla sufrir y la única forma es que se odie por no confesar lo que siente.
- En temas del amor de mortales no estáis muy estudiosas tú y Artemisa, pero en fin, ¿ahora qué quieres que haga?.-más que pregunta era un acierto.
- Ya ha sufrido bastante.
- Lo se, lo he vivido, llevo años preguntándome por qué la gran guerrera no confesaba su amor y supongo que ahora lo entiendo, nunca imaginé que uno de mis hechizos estuvieran en ella.-parecía orgullosa.
- Eso es, porque utilice unos cuando hechizos más, para que ni siquiera tú podrías verlo.-le confesaba.
- ¿¿¿Y Ares???.-preguntó curiosa.
- ¿Qué pasa con él?.-preguntó molesta.
- Yo tenía entendido que iba detrás de ella.
- Verás Afrodita, lo que siente mi hermano solamente es atracción, cosa que con cualquier mortal se le va, solamente la admira como un padre a una hija.
- Ya, pero él quiere más que afecto paternal.
- Aún no se ha dado cuenta de eso, cree estar enamorado, lo único que siente es cariño y una gran dosis de propiedad. Ella se entregaba a mi, mientras él la adiestraba como una gran guerrera, yo era feliz y no paré a pensar en Xena, hasta que el estúpido de Ares nos encontró, Xena cambió totalmente conmigo, era como si estar conmigo no la llenase, como si...
- Su cuerpo estuviera ahí, pero su corazón y su mente en otro lugar.-más que contestar a Atenea, se respondía a ella misma, pero movió la cabeza para alejar esos pensamientos.
- ¡Correcto!, luego me confesó que había alguien más en su vida y que no podría venir a mis aposentos ya, por que le debía algo a ésa persona. Pero ahora veo que no es para mi.
- Ni para Ares.-se burló la diosa al comprender todo.
- Lo peor para Ares, es que Xena se quede conmigo, sino que se vaya a los brazos de la "rubia irritante", como él dice.
- Vale, ¿Deseas algo más?.-quería zanjar el asunto ya, bastante información por un día.
- Por mi parte nada, ya te dirá Artemisa que desea de ti.

Miró por última vez a Xena, como tratando de despedirse de ella, como si una parte de su corazón era entregado ahí mismo, Afrodita la observaba detenidamente, como una diosa como Atenea podría suspirar de esa forma por una mortal, vale que fuera Xena, la Princesa Guerrera, pero no dejaba de ser una mujer.

-------Atenea-----
Adiós Xena, espero que seas feliz con tu Gabrielle, os pertenecéis las dos, sois almas gemelas.

-------Afrodita-----
Pobre Atenea, se la veía muy dolida, ¿cómo puede ser eso?, solo es una amante más en su lista, que utilizó como yo e hecho sin fin de veces. ¿Cómo estará Ephiny, se habrá despertado, preguntara por mi?. ¿¿¿Pero qué digo???, es una simple mortal y mujer, será mejor terminar con todo esto y alejarme de ellas pues me están contagiando.

Afrodita movía su cabeza para alejar los pensamientos que tenía, empezó a hacer una lista de cosas que iba a hacer para cuando todo esto terminase, pero no se le borraba el pensamiento de la amazona, ¿cómo era posible?, solamente había pasado unas marcas de velas con ella y era como si hubiera estado mil noches, como si no pudiera olvidarla, como si una parte de su interior desease volver a sus brazos, necesitándola como nunca ha necesitado a nadie, se sentía atraída por una mujer, ella la Diosa del Amor, suspiraba por una amazona que apenas la conocía, pero que la hizo sentir lo que nadie la habría hecho sentir. Pero necesitaba olvidar cualquier cosa que tuviera que ver con Ephiny, ahora era momento de arreglar unos cosas, luego llamaría a sus amantes y olvidaría cualquier pensamiento de la amazona, empezó a hacer memoria de las cosas que le pidió en su día Atenea para su conjuro, se acercó a Xena y con unas palabras y nos polvos que tenía en una bolsita fue como si la guerrera no tuviera un gran peso, parecía calmada, relajada, respiró profundamente y empezó a caminar en dirección a la cabaña real.

--------Xena--------
Me va a oír, aunque me cueste que nunca más en mi vida me mire a la cara, aunque pueda perderla, tiene que saber lo que siento, tiene derecho a saber que es lo más importante de mi vida, que sin ella no existe mañana, que debo controlarme cuando estamos juntas, que tengo que hacer ejercicios por las noches para estar cansada y así no hacerle nada, porque si por mi cuerpo fuera, ya hubieras sido mía Gabrielle. No dejo de pensar en ti mi dulce bardo, apenas como viéndote, el estómago se encoge al saber que quieres irte a algún sitio sin mi, que muero de celos cuando alguien que no sea yo te toque, me muero si algo te ocurriese. Te necesito Gabrielle porque te amo, te amo como nunca he amado a nadie, ¿creo que con esto basta?, espero que comprenda lo que siento.

Continuará...


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