LA BODA DE GABRIELLE

Laura

PRÓLOGO

¿Qué es lo importante en la vida?, a veces, cuando perdemos algo que creemos vital para continuar nuestras vidas, como el ser amado, tenemos que luchar, para sobrevivir, o para conservarlo, hay ciertas cosas por las que vale la pena luchar hasta el final, ¿como el amor?, no lo se, no lo se.

CAPÍTULO IV: SEÑALES

XENA
La luz lastimaba mis ojos, se filtraba por las ventanas y me obligaba a abrirlos pesadamente, reparé en la habitación en la que me encontraba, era hermosa, aunque no podía recordar haber estado ahí la noche anterior... busqué alrededor y vi mi ropa aun lado de mi, me percaté de mi desnudez, un fuerte mareo me tumbó en la cama de nuevo, estaba desorientada, al mirar mis manos me encontré nuevamente con mi realidad, dioses, esperaba que todo hubiese sido una pesadilla, pero la opresión en mi pecho y un inmenso dolor me impedían respirar con libertad, no era por ese líquido extraño que había bebido... mis ojos me traicionaban, se cristalizaron violentamente, contuve el aliento... Gabrielle.

NARRADOR
Gabrielle permanecía de pie en la proa del barco en el que viajaba, hacía un mes que había zarpado, su única esperanza era llegar con Afrodita, sin poder comer ni dormir, las horas se hacían cada vez mas pesadas.

- ¿Dónde estas princesa?, aun faltan 3 días para llegar con Afrodita, si ella no puede ayudarme a encontrarte... ¡no!, tengo que encontrarla, pero hay algo dentro de mi que me angustia, siento que cada día que pasa te pierdo mas, si pudiera tener una guía...
- Parece ser que las cosas se te complican a cada instante ¿o no?
- ¿Quién es usted?
- Mi nombre es Roshed.
- No estoy interesada en hablar con nadie, quiero estar sola.
- Pero si ya lo estas, a menos claro que tu esposo venga por ti, existe la posibilidad, debo admitir que te veías hermosa vestida de novia, aunque la expresión de tristeza de tu rostro no ha cambiado.

NARRADOR
Gabrielle quedó perpleja, el hombre que tenía frente a ella le inspiraba un profundo respeto, era alto, joven y fuerte, cabello negro y largo sobre los hombros, y su vestimenta le recordaba a la india, sin embargo sus ojos expresaban la fortaleza y paz de un hombre que ha pasado por muchas vidas aunque no aparentaba mas de 35 años, sin saber muy bien por qué, permaneció en silencio mientras sentía que la mirada de aquel hombre veía su historia, sus temores, sus sueños rotos, su gran dolor y el grito desesperado de la última esperanza que le quedaba.

- ¿Por qué ha dicho lo del vestido de novia?
- Por que asistí, la proa es el mejor lugar para estar, puedes ver los primeros rayos de sol por las mañanas, aunque también eres la primera en verlos apagarse.
- Yo, nno, no entiendo, ¿quién es usted?, ¿qué es lo que sabe de mi?
- Una pregunta a la vez pequeña bardo, lo sabrás a su tiempo, por ahora, lo importante es que sepas que has equivocado el camino, a donde te diriges no esta Afrodita, y dudo que pueda ayudarte ahora.
- No entiendo lo que sucede, quiero una explicación, ¡claro!, ARES, ¡el lo ha enviado para detenerme, pero no lo conseguirá!

NARRADOR
La bardo saco sus armas y se puso en guardia en cuestión de segundos.

- Mi nombre es Roshed, y no tengo nada que ver con el Dios de la Guerra, al menos no como tu piensas, hace ya mucho tiempo, dediqué mi vida a servir a los Dioses, mi poder era simple, pero codiciado, ya que podía recorrer el pasado y el futuro de cualquier persona, incluso, Dios, así que me dieron el don de la larga vida, y permanecí a sus servicios, pero el poder me sedujo, como pasa con los hombres comunes, sin importar los dones que posean, mi alma se corrompió y como consecuencia, perdí mi poder, así, no pude ver el ocaso de los Dioses, ni siquiera el mío propio, me retiré y recorrí el mundo, pero hace seis meses, comencé a soñar a una rubia y a una guerrera, eran pasajes sin importancia, hasta que una noche, sentí que la cabeza me explotaba, y ahí, ante mis ojos apareció su historia, sus vidas, sus batallas, su amor...
Conocía la localización exacta de en donde se encontraban y decidí regresar para confirmar que era cierto lo que había visto, llegué a tu boda, traté de acercarme a ti pero me resultó imposible, así que decidí esperarte, mis visiones son fugaces, no sabia bien que debía de hacer, al verte salir y embarcarte te seguí, esperé estas semanas porque yo tampoco sabia que hacer, necesitaba una señal, y anoche la tuve, por eso te hablo ahora.
- ¿De qué señal hablas?
- En mi visión, Xena bebía algún tipo de tónico, y debido a esto a cada instante que pasa, ella te olvida, Ares prepara un gran ejército, planea conquistar el oriente, Grecia...
- Es imposible, Xena no lo permitiría, ella...
- Ella pierde su amor por ti a cada instante, eso la confunde, hay muchas cosas que aun no conocemos, y debido a que no puedo controlar mis visiones, eso lo complica aun mas, solo se, que debo ayudarte, por eso estoy aquí.
- ¿Cómo podría creerte? ¿Cómo se que no estas del lado de Ares?
- No lo sabes, tienes que confiar en mí, cuando el descubra que no estas con tu esposo, comenzará a rastrearte, y vigilará mas a Xena, tienes que aprovechar tu tiempo, hay una isla a la que llegaremos en unas horas, se llama Gaia, debemos quedarnos ahí.

GABRIELLE
Hay algo dentro de mi que me hace creerle, pero no puedo confiar en el así, lo vi dirigirse al interior del barco, pasando junto a otros pasajeros, unos cuantos mercenarios, una pareja... una pareja, como la que debimos formar Perdicas y yo, no se si se ha decidido a buscarme, aunque eso no tiene mucha importancia, mi corazón me guía hacia mi Princesa Guerrera, sin embargo, hace años me guió hacia Perdicas, había soñado el tener una vida tranquila a su lado, hijos, pero ahora tenemos a Eve, tantas cosas que he perdido en un abrir y cerrar de ojos, mi alma llora por mi pricesa, espero no tomar de nuevo una decisión equivocada.
Las horas pasaron lentamente y el azul profundo del mar (que aun me marea mucho) abrió paso a una isla, esa debía de ser Gaia, no puedo perder tiempo, debo de encontrar a Afrodita.

- ¿Vendrás conmigo?
- No, seguiré con mi plan.
- Si vas perderemos tiempo valioso, pero esta bien, te acompañaré, seguiremos en busca de Afrodita, pero, si no esta ahí, confiaras en mi y regresaremos.
- De acuerdo.

NARRADOR
Tres días después desembarcaron en un pequeño muelle, el lugar lucía completamente desierto y Gabrielle presintió que eso no eran buenas noticias, no había señales de Afrodita ahí, Roshed miraba el lugar y no lucía muy extrañado, mientras Gabrielle lucía desesperada, ambos se miraron, parece ser que después de todo, irían a Gaia.


CAPÍTULO V: UN NUEVO COMIENZO

NARRADOR
Los días transcurrían como años para la guerrera, cada día, su amada bardo se convertía en un sueño, como si hubiese pertenecido a otra vida, el dolor que quemaba su alma desaparecía, después de todo ¿quién desearía vivir con el alma tan herida?, era mejor olvidar, era preferible... un nuevo comienzo.

- Pronto nuestro ejército será uno solo, y conquistaremos Grecia, después, nosotros seremos uno al fin, amantes, gobernantes, dioses.
- Si, tienes razón.
- Gobiérnalos como quieras, con firmeza, con dureza, con tiranía, mientras estés conmigo no importa.
- Siento un vació, es tan difícil olvidar, Ares... ¿Qué me has hecho?
- Nada que tú no desearas princesa y te equivocas, es tu corazón el que ha elegido olvidar, porque es lo mas fácil que existe, renunciar a la persona que dices amar, continuar y encontrar a alguien mas, es desistir, ser derrotado por que la batalla deja llagas en el alma, y el corazón ya no puede soportarlo, tu sentías eso y yo solo te ayudé, porque te amo y no mereces sufrir por alguien que te dejó, eres demasiado hermosa para vivir así, era tu única opción... ¿aun sufres por ella?
- No lo se, todo parece tan confuso, me cuesta trabajo recordar.
- No te esfuerces, deja que todo siga como hasta ahora, me darás las gracias pronto.

NARRADOR
Ares atrajo hacia si a Xena, deslizó su mano por su cintura, sus labios buscaron los de ella, se besaron con una pasión desenfrenada, porque el alma de la guerrera no recordaba ninguna razón para no hacerlo.

- Mmmh, esto se siente genial, pero debo retirarme, ojalá conserves esa intención cuando regrese, hay un asunto pendiente que debo atender.

XENA
Gabrielle,... aun me resulta tan difícil creer que después de todo lo que hemos pasado, después de las batallas, de las pruebas, simplemente no superamos la que debía de ser la mas fácil de todas, ser sinceras, creí que nuestros destinos estaban unidos, pero no debo dar nada por hecho, en menos de una semana te casaste y te alejaste de mi lado, pero ahora, el recuerdo de las noches sin dormir, el terror, el dolor, la agonía de haberte perdido, la profunda impotencia y desesperación, todo eso ya no importa, tengo miedo de seguir mi camino, pero no tengo otra opción, te amo, pero ya no tiene valor lo que siento, y eso aun ahora me destroza el corazón... quizás Ares tenga razón... quizás haya sido mejor así.

- Necesito aire fresco

Salí de la tienda y monté mi caballo, dos soldados me miraron con intención de acompañarme, pero basto una mirada para que entendieran que no era buena idea, quería estar sola, me lancé sin rumbo fijo, no sabía si regresar al campamento, solo quería huir... de ella.

ARES
Necesito saber que ha sido de Gabrielle y su amado esposo, dudo que se haya quedado tranquila, aunque ahora eso ya no tiene importancia.

- Vaya, vaya, pero si es el galante esposo, mmh, no pareces muy feliz, ¿acaso la vida de matrimonio es tan desastrosa que por eso te encuentro ebrio y apestoso?, ¿Dónde esta tu esposa?
- Se fue, yo, nno, no lo entiendo, creí que me amaba y ella solo me dejó.
- Debí imaginarlo, un miserable como tu no podía retenerla, no, era demasiado esperar de un... mortal, sin embargo, me agradas, así que te daré una segunda oportunidad.
- Si ella no me quiere no hay otra cosa que pueda hacer.
- Quizás la idea de casarse tan de repente fue muy mala, ya sabes, la chica ha vivido en libertad muchos años y quizás solo esta asustada, o necesita esas cosas que tanto le gustan a las mujeres, ya sabes, el cortejo, los novios, todas esas cursilerías, recuerda que Gabrielle es romántica...
- Aunque quisiera intentarlo, no se donde encontrarla.
- El Dios de la Guerra se encargará de eso, regresaré por ti cuando la encuentre y... date un baño, apestas.

NARRADOR

Gabrielle y Roshed abordaron el siguiente barco esa misma tarde, en realidad era una barcaza que transportaba animales y provisiones.

- ¿Aun no confías en mi verdad?
- Si no confiara en ti, no te hubiera acompañado, pero ¿qué hay en esa isla?
- Ares planea reunir ahí a todas sus tropas, además en esa isla se encuentran sus mejores hombres, tarde o temprano se reunirán, y estaremos esperándolos.
- ¿Y si Ares nos encuentra primero?
- No puede localizarte mientras estés conmigo.
- Pero ¿Cómo?
- Es una de las ventajas de haber servido a los dioses, mi don era muy codiciado por ellos, así que pactaron un hechizo que me hizo inrrastreable, así, yo era quien decidía cuando verlos, y te afecta a ti también por que estas conmigo.
- Si hubiera hecho lo que quería, ahora estaría con ella.
- La historia de su amor es extraordinaria, pero no entiendo, si tanto la amabas, ¿por qué no se lo dijiste?
- No lo se, es muy tonto, supongo que tenía miedo, ahora es demasiado tarde.
- Cuando dos personas se aman, siempre hay tiempo.
- ¿Alguna vez te has enamorado?
- Si
- Perdón, si no quieres hablar de eso, yo...
- Esta bien... veraz Gabrielle, cuando perdí mi poder fui a la India, amaba ese lugar, lo exótico, el misterio, la magia, ahí conocí a una mujer, su nombre se Sherezada, en cuanto la vi supe que había encontrado al amor de mi vida, ella también me amó, así que disfrutamos de dos maravillosos años juntos, en mi, no existía mas deseo que adorarla, vivía feliz con su presencia, su aliento, su voz, hasta que un día ella dejó de amarme, encontró a alguien mas, no existen razones para explicar esas cosas, solo pasó, yo, amándola como un loco luché, me humillé, sufrí, lloré, la odié, la deseé mas que nunca, así estuve durante un año, el peor año de mi existencia, pero ella ya solo me miraba con compasión, y sabía que ella deseaba que la dejara en paz, que dejara de amarla, y es lo peor que alguien le puede hacer a otra persona, eso es un puñal en el alma, no puedo describirte mi dolor, pero se que lo entiendes, así que me fui de ahí, con la firme intención de jamás volver a verla, aun la amo, pero eso perdió valor hace mucho tiempo, desde entonces vago por la tierra de nadie, buscando paz, me acostumbré a mi soledad, no quería saber nada del amor, estaba harto de esa historia, pero, tu y tu princesa, quizás su amor si sea verdadero, solo ese no se pierde, solo ese no se acaba, vaya, jajaja ya empecé de cursi.
- Imagino tu dolor, lo lamento, creo que el miedo de que no funcionara fue lo que siempre me detuvo, no quería arriesgarme a perderla.
- En fin... oye, te vez mas pálida que de costumbre, ¿te sientes bien?, he notado que casi no comes ni duermes.
- Si, siempre me mareo en los barcos, no he tenido ganas de comer ni de dormir, tengo pesadillas horribles.
- Lo entiendo, pero debes comer.
- Lo intentaré, lo prometo.

XENA
Ares regresó de madrugada, parecía molesto, y no tenia ganas de lidiar con el, así que fingí que dormía, pero el se dió cuenta.

- Mañana partimos a Gaia, a reunirnos con mis mejores hombres, nosotros llegaremos primero, las tropas llegaran en 11 días.

Ares se recostó junto a mí, me sujetó por la cintura, me miró a los ojos, se detuvo.

- Reclamaré mi reina cuando hayamos obtenido la victoria.

Esa mañana llegamos a la famosa isla, era un lugar estratégico, debo reconocerlo, cómodo y anónimo, los atenienses no se percatarían de nuestra llegada, mi sangre se alborotaba al pensar en la batalla, había 2000 guerreros en la isla, todos excelentes.

- Y dime mi futura reina, ¿te complace lo que vez?
- Me sentiré mejor cuando nuestro ejército se reúna, la primera aldea que quiero destruir es Potadia.

Ares me miró inquisitivamente, mi comentario nos sorprendió a ambos.

- Habiendo tantos lugares, ¿Por qué has elegido ese?
- Solo se me vino a la cabeza, es todo.
- ¿Es por tu rubia ex compañera?
- No, olvidemos el comentario.

Me llevó dentro de la tienda, mi cuerpo parecía estar adormecido, así que me dejé llevar, me besó con violencia, sentí sus manos en mi espalda con un rápido movimiento cayó mi armadura, sus labios recorrían mi cuello, se recostó sobre mi, le quite la camisa, comenzamos a jadear, su lengua se deslizaba por mi pecho, mi torso quedó descubierto, lo deseaba, quería estar con él, me tocaba con suavidad, sus manos subían y bajaban por mi cuerpo, mis piernas, mis senos...

- Gabrielle.

Me miró inquieto, lo aparté, ¿qué demonios?, tomé mi ropa y sin saber bien por qué comencé a vestirme, me sentía furiosa, confundida, esa maldita, su traición, un malestar profundo me quitó el aliento, era como un vacío... ¿dolor?, al recordar a Ares tocándome sentí una tristeza incomprensible, comencé a llorar sin entender bien el por qué, ella, tan lejos de mi, en brazos de alguien, solo podía pensar en Gabrielle.

Ares se levantó, y desapareció.

Algo dentro de mí me decía con miedo que esa sensación pasaría, que muy pronto olvidaría lo que sentía en esos momentos, pero no entendía ¿por qué tenia miedo?

Salí de la tienda, había fiesta, tomé una garrafa de vino, la empiné sobre mi boca, dejando que el alcohol quemara mi garganta y me embriagara, saboreaba el dulce sabor, los hombres me ovacionaban.


CAPÍTULO VI: DESENCUENTRO

GABRIELLE
Llegamos al muelle y al desembarcar nos dirigimos al puerto mas cercano, entramos en la cantina, ordenamos comida y vino, nadie ahí reparó en nuestra presencia, lo que me calmó un poco, por primera vez desde que lo conocí, lo noté muy alegre, empezó a hablar con el hombre de la barra, que se veía poco amable, Roshed ordenó bebidas para todos, yo estaba pasmada por que él hacia el mayor esfuerzo para hacer notar nuestra presencia, eso me puso bastante nerviosa, había algunos soldados a nuestro alrededor que bebían y jugaban dados, Roshed no dejaba de beber y de agitar su vaso brindando con todos, un momento después ya estábamos sentados con los soldados, el me presentó como su esposa, ninguno de esa mesa dejaba de beber y a mi me estaba afectando bastante porque no había comido casi nada en semanas, empezaron a hablar y al enterarme de que Xena se encontraba ahí desde hace dos días en un campamento me sobresalté, ya me costaba bastante trabajo el seguir la conversación y reírme de sus bromas tontas, ahora al enterarme que al fin podía encontrar a mi Princesa mi energía de seguir fingiendo me abandonó por completo.

Roshed seguía llenando mi copa y haciéndome beber, mientras el hacia lo propio, los soldados estaban tirados alrededor de nosotros totalmente ebrios, y me dio la impresión de que yo no tardaría en acompañarlos, de un momento a otro se recostó sobre mi y me pidió que lo sacara porque necesitaba aire, volteó a ver a los hombres que aun seguían de pie con una sonrisa maliciosa que ellos interpretaron perfectamente ya que estallaron el risas.

El vino que bebí me había mareado bastante, y Roshed pesaba mucho, además de parecer totalmente perdido, con trabajo llegamos a la posada, el tenía la impresión de desmayarse en cualquier momento, con suerte había un cuarto, en cuanto cerramos la puerta el se irguió y recobró su actitud serena de siempre, quedé pasmada.

-Creo que has bebido demasiado Gabrielle, mejor duerme un poco.
- ¿Cómo has podido recuperarte tan rápido?
- Practica, logre averiguar con los mas ebrios que Xena pasea por una playa del otro lado de la isla todas las tardes, mañana saldremos muy temprano así que descansa y recupérate.
- ¿Y qué hay de Ares?
- No lo se, solo se que ella va sola, y si el aparece, yo me encargo.

A pesar de mi mareo, note que sus ojos brillaron de una forma diferente, yo conocía esa mirada, era odio.

Partimos a la mañana siguiente, él estaba intacto mientras yo me debatía entre el mareo y las nauseas, aun así seguimos el viaje, no podía esperar para ver a mi Princesa, rodeamos la isla para evitar encontrarnos con el ejército de Ares, 6 horas después al fin llegamos al lugar señalado, me encontraba exhausta, pero eso poco importaba, porque sentada en la saliente de una roca se encontraba Xena, miraba hacia el vacío, sin mostrar mucho interés, mi corazón despertó de una pesadilla en cuanto la vi, se abrió nuevamente la llaga que había en mi alma, se veía hermosa, mis ojos la recorrían, su rostro, sus piernas, sus labios, en ese momento la deseé mas que nunca, mi amor se volcó dentro de mi sin piedad, el dolor de sentirla perdida era asfixiante, desesperada me dirigí a su encuentro, dejé de percibir el mar, la arena, el viento, mi atención estaba fija sobre ella... solo un poco mas, de pronto sentí que algo me sujetaba por la pierna, ¡ERA ROSHED!, estaba convulsionando, no podía dejarlo... pero... Xena, cayó junto a una roca y se golpeó la cabeza, todo sucedió en unos segundos, miré al lugar donde se encontraba mi guerrera, pero había desaparecido, ¡MALDICION!, me quedé al lado de Roshed, poco tiempo después estaba recuperado, me pidió que acampáramos ahí esa noche, yo no estaba muy segura, pero acepté, me sentía frustrada y el lo notó, no podía creer lo cerca que había estado.

- Siento lo de esta tarde, pero fue mejor así.
- ¿A qué te refieres con eso?
- Al ver a Xena tuve una visión, no debía verte ahora, estaba muy confundida y hubiera sido desastroso para ella encontrarte, fue mejor así.
- ¿A qué te refieres con que fue mejor así?
- Para estos momentos ella te ha olvidado por completo.

Me levanté confundida, furiosa, no podía creer lo que escuchaba.

- ¿QUÉ? Y ME LO DICES COMO SI NADA, ¡HUIERA PODIDO DETENERLO TODO!
- ¡NO ENTIENDES QUE HUBIERA SIDO MUY PELIGROSO PARA ELLA!, LO LAMENTO, PERO AHORA YA NO HAY MARCHA ATRAZ.
- La recuperaré, le diré toda la verdad, ella me recordara, ya hemos pasado por cosas así antes, pero nuestro amor es mas fuerte que eso.
- Esta vez es diferente, ahora estoy seguro, ella no te recordará hagas lo que hagas, acércate a ella despacio, como al principio, si la amas como dices, lo harás así.

Sufrí una conmoción, lo que quedaba de alma en mi desapareció, tanto tiempo perdido, tantos años, ahora se habían evaporado por mi estupido miedo, la angustia y el temor me golpearon como una inmensa ola, me sentía perdida, caí en la arena exhausta, desesperada... Derrotada.
Cuando desperté era casi mediodía, Roshed me miraba con dulzura.

- Hay una aldea a una hora de aquí, vamos.

Al llegar nos hospedamos en la pequeña taberna, al llegar a la habitación me tumbé en la cama sin deseos de hacer nada mas.

- Descansa hoy, pelea mañana, te traeré algo de comer, puedes aprovechar para darte un baño.
- ¿Jajaja, insinúas que huelo mal?
- No, pero debes de verte genial para esta tarde, hay una guerrera que tienes que conquistar.

Sonreí, su mirada me dio ánimos, esperanza.

- Tienes razón.

Por la tarde me dirigí hacia la playa, había esperado tanto para este momento, la angustia se hacia insoportable, tenía fe en mi amor por ella, y también fe en el amor que ella sentiría por mi, pero yo deseaba un amor diferente, eso era lo que me asustaba, las horas pasaban lentamente y mi corazón golpeaba en mi pecho como si fuera a estallar, y de pronto, ahí ante mi, apareció Xena, la reconocería en cualquier lugar, aunque se veía diferente, su porte era soberbio, llevaba un vestido azul, y en sus ojos se notaba un vacío, frialdad, sentí mi cuerpo estremecerse, recordé esa vez junto a la fogata que masajeó mi pierna, ese mismo calor me invadió, se sentó en el mismo lugar del día anterior, me acerqué a ella, cada vez mas, tuve ganas de arrojarme a sus brazos y besarla, sentir su piel, su calor, la necesitaba demasiado, la idea prevaleció en mi mente.

- Hola, ¿puedo acompañarte? - Ella me miró extrañada, conocía su mirada inquisitiva, permaneció callada.
- Hola.
- Mi nombre es Gabrielle, ¿Cómo te llamas?
- Soy Xena, y no deseo conversación ni compañía.

No podía perder mi oportunidad, no podía dejar que me alejara otra vez.

- Me pareces familiar, quizás te haya visto en algún otro lugar...

Ella se volteó, cerré los ojos con fuerza y empecé a contarle de los lugares que había conocido, los viajes que había hecho, no dejé de hablar por miedo a que ella se marchara, no podía perderla de nuevo, las horas pasaron deprisa.

- Es imposible que conozcas tantos lugares, ¿no eres muy joven?
- Soy mas vieja de lo que parece, además, la edad no tiene nada que ver.

La miré, comenzaba a atardecer, yo no quería que ella se marchara, recordé las muchas veces que vimos anochecer juntas.

- Me tengo que ir.
- ¿Te veré mañana? - mi tono era de suplica, de angustia, ella me miró altiva, fría, indiferente, me lastimó mucho su mirada, pero contuve el aliento.
- No lo se, si mi esposo me retiene no vendré.

Se alejó sin decir mas, sentí un puñetazo en el estómago al escuchar las palabras... esposo... el miedo regresó como un peso insoportable, la impotencia, los celos me volvían loca, los deseos de ser amada por quien tanto amaba me consumían, repasé cada instante que estuvimos juntas, tratando de ver que era lo que había hecho mal, si hablé demasiado, si la aburrí, era muy doloroso pero no podía evitarlo, Roshed se acercó, me abrazó con ternura.

- Lo has hecho muy bien, cálmate.

Los siguientes dos días, cuando llegaba ella siempre estaba ahí, sentía el estómago muy revuelto, pero en cuanto la saludaba me sentía mejor, caminamos por la orilla, hablando de nada y de todo, el agua nos llegaba a la cintura, recordé esa vez que la espié mientras pescaba en el lago, necesitaba sentirla mas cerca, rozar su piel...

- ¿Así que eres poetiza?
- Si, me encanta escribir de sueños, aventuras, viajes, lugares exóticos, y de amor.
- ¿Amor?, jajaja.
- ¿Por qué te ríes?, ¿no crees en el amor?
- No mucho, tuve muchas personas en mi vida, amé a mi manera y me amaron, pero se acabó, como todo.
- El verdadero amor no termina nunca, una vez que lo sientes, vive dentro de ti para siempre.
- Definitivamente eres poetiza.

Nos quedamos un poco después del atardecer, yo no quería que se fuera, cada vez me costaba mas trabajo decirle adiós.

- Ya tengo que irme.

Me miró, yo estaba hipnotizada con sus ojos, instintivamente acerqué mi boca a la suya, pero me alejé rápidamente.

- Quisiera que mañana me acompañaras al campamento.
- ¿Y tu esposo?

Sentí un nudo en la garganta al pensar en eso, en Ares y ella por las noches todo este tiempo, trataba de no pensar en ello, pero si iba corría un gran riesgo, aunque tampoco quería rechazarla.

- El esta vigilando nuestro negocio por ahora, además, quizás puedas enseñarme alguno de tus movimientos.
- Si, tal vez aprendas algo de mí.

Me sujeto el brazo tratando de hacerme una llave, la esquivé y le apliqué una barrida, que ella esquivó, me tiró al suelo y cayó encima de mi, era lo mas cerca que habíamos estado en demasiado tiempo, y ahora sentía dentro de mi toda la felicidad contenida por meses, y también todo el vacío que mi vida representaba sin ella, la amaba tanto, nos miramos, ella me tenía sujeta por las manos, y yo al fin sentía su aliento sobre mi.

- ¿Entonces irás?

Su voz era casi un susurro, quería besarla.

- Tengo una mejor idea, te veré aquí mañana por la mañana, tengo algo que decirte.

Ella me sonrió, escuchaba las olas estrellarse con furia sobre las rocas, mi alma se sentía así en ese preciso instante, escuche otro ruido y ambas nos sobresaltamos, era un soldado, ella se levantó y se dirigió hacia el.

- Hasta mañana Gabrielle.

XENA
Antes de llegar al campamento lo sujeté por el cuello.

- ¿Qué era lo que hacías ahí?
- Yo solo cumplía órdenes, su esposo me encargó cuidarla.
- ¿Desde cuándo?
- Desde esta tarde, lo juro.
- Bien, no le contarás nada acerca de mi amiga, ¿entiendes?
- Ppero, él me ordenó...
- No deberías temerle a él, sino a mi, puedo ser muy persuasiva, y si le dices algo, me encargaré de hacer tu vida miserable.
- De... dde acuerdo, pero ¿no le molesta a su esposo que ella este tan noche aquí?

Lo estrellé contra un árbol.

- ¿¡ESPOSO!? ¿Quién te dijo eso?????
- Yo... los... Aght... conocí en una cantina al otro lado de la isla hace 5 días.

Me sentí furiosa, mis piernas temblaron, ¿esposo?

- Bien, tengo otro trabajo pera ti...

Esa noche Ares llegó de muy mal humor, se había pasado estos días buscando no se que cosa, se acercó a mi, me hice la dormida y el se retiró.

No sabía si ir a verla, me sentía furiosa aunque no entendía bien el por qué, la vi a lo lejos, llevaba un traje de dos piezas, verde, la falda era larga y rozaba con las olas, me turbé un poco, su traje era casi transparente, se acercó a mi sonriendo, yo estaba visiblemente malhumorada con la idea de... bah, eso no me incumbe.

- Hola.

Me sonrió, su mirada expresaba algo diferente, me puse nerviosa, cuando la conocí me resultó indiferente, pero cuando la escuché hablar y contarme sus historias, algo cambio, ahora, su cercanía me provocaba algo extraño... Pero tiene esposo y eso me pone furiosa... ¿Por qué?, si solo somos...

- ¿Qué era lo que querías decirme?

Mi tono fue brusco, malhumorado, agresivo, ella debió notarlo... dudó.

- ¿Por qué estas molesta?, ¿acaso he hecho algo mal?
- No me gusta que me engañen.
- ¿Pero de qué hablas?, yo... no te he engañado.
- ¡MIENTES! ¿Y TU ESPOSO?

Palideció, parecía confundida, como si la pregunta no hubiera sido directa.

- Yo, nno no soy casada.
- ¿Y el hombre con el que te hospedas en la aldea?, mandé a uno de mis hombres ayer a informarse, parece que llegaron hace poco, incluso los conocieron en la cantina cuando llagaron.

Se veía asustada, sentí una rabia muy intensa, me di la media vuelta, ya no quería hablar mas, solo la quería lejos de mi, cuando iba a montar mi caballo la escuché.

- ¡XENA ESPERA!

Me sujetó del brazo, expresaba súplica en su mirada.

- ¿Qué quieres?
- Explicarte, Roshed no es mi esposo, es un muy buen amigo que me acompañó hasta aquí, dijo eso para protegerme.
- No eres del tipo de las que necesitan protección.
- No entiendo tu actitud... acaso estas... ¿celosa?
- ¡No digas estupideces!, te lo dije, no me gusta que me engañen.
- No te engañé, y ojalá estuvieras celosa.
- ¿Qué?
- Por favor no te vayas, la única persona que necesito eres... tu.

Me rodeó el cuello con sus brazos, se acercó a mi y me besó, era un beso nuevo, diferente, lleno de ternura, de entrega, de... algo estalló dentro de mi y me inundó, era algo mágico, sentí que el mundo se detenía, la sujeté por la cintura mientras el beso se hacia mas intenso, su lengua jugueteaba con mis labios y caímos sobre la arena, mis manos sabían como tocarla, como si la conocieran, pero en ese momento no quería pensar, no podía pensar en nada mas que en las ganas de hacerla mía, recorrí su cuerpo con mis manos, su suavidad era embriagante, desabroché la parte superior de tu vestido, su torso estaba desnudo ante mi, me abalancé sobre sus senos, eran firmes, torneados, empecé a rozar sus pezones con mi lengua, ella gimió, mis dedos comenzaron a quitarle la falda, ella desabrochó mi vestido, besó mi pecho, mi cuello, su lengua se deslizaba por mis hombros, entonces se separó por un instante.

- Te amo.

Esa palabra me sacó del trance, la deseaba, pero no sabia si la amaba.

- No, no puedo hacer esto Gabrielle, yo, no te amo, no así.

Expresó un profundo dolor, recogió su ropa y se vistió, las dos estábamos llenas de arena, comenzó a llorar, se levantó de pronto, ¿debía dejar que se marchara?

- No importa si no me amas así, entonces seamos solo amigas, parece ser que ese es nuestro destino, ahora, hay algo que debo decirte.

Se sentó en una roca y comenzó a hablarme de su vida... nuestra vida, me dijo que éramos amigas desde hacia muchos años, habló de todas las cosas y personas que recordaba, sentí revuelto el estómago, ¿por qué no podía recordarla?, ¿por qué no me lo dijo antes?, me habló de su amor por mi, de un pasado que no existía en mi, de Ares planeándolo todo, le creí, algo dentro de mi me decía que era verdad, yo solo me sentía turbada.

- Te creo, pero no se como recuperar ese pasado.
- Quizás alla forma de revertir el hechizo.
- Iré a ver a Ares para averiguarlo, tiene que explicarme muchas cosas.
- No lo hagas, tenemos que ir con Roshed primero, es un presentimiento, por favor, CONFIA EN MI.
- Bien, ¿dónde esta él?
- En la aldea.

GABRIELLE
Subimos a su caballo y partimos a verlo, yo me sentía muy mal por lo que había pasado, pero conservaba la gran esperanza de recuperarla, sus besos, sus caricias habían sido muy sinceras, yo sabía que Xena me amaba, o quería creer en eso, al entrar en la aldea lo encontramos afuera de la posada, lucía diferente, iba vestido con un traje estilo Hindú negro, llevaba los ojos pintados y marcas en las mejillas, en cuanto nos acercamos se levantó y montó un caballo, me miro, indicándome que lo siguiéramos, cabalgamos casi una hora internándonos en la selva hasta que llegamos a unas ruinas, parecía un templo antiguo, Roshed desmontó y se dirigió a lo que debió ser el centro de aquel lugar, Xena y yo lo seguimos.

- He recuperado por completo mi don querida Gabrielle y un poco más.
- ¿Un poco más?
- Puedo devolverle a tu Princesa sus recuerdos, pero no su amor por ti, eso tiene que recodarlo ella.

Miré a Xena que hizo un gesto afirmativo, se acercó a Roshed, el trazó un círculo alrededor de ellos y le rodeó la cabeza con sus manos, ambos cerraron los ojos, el pequeño círculo en el que estaban se iluminó por unos segundos, Xena gritó y comenzó a convulsionar, cuando se detuvo me acerqué a ella.

- Te espero en la posada.

Roshed se alejó cabalgando mientras yo me quedaba contemplando a mi Princesa, abrió los ojos, le sonreí y ella a mi, pero su mirada, lucía igual que antes, fría, lejana, vacía, yo no sabía que decirle, así que la ayudé a levantarse, tenía miedo.

- Ahora lo recuerdo todo pequeña bardo... ¿y Perdicas?
- Se encuentra en Potadia.
- Tienes que regresar con él.

Mi sangre se heló.

- ¿A qué te refieres?, yo... ¿es que ya recordaste o no?
- Si, lo recuerdo todo, pero no tengo emoción sobre eso, es algo muerto para mi, no sería justo que te quedaras a mi lado, porque no te necesito conmigo, ya nos habíamos separado, recuerdo las cosas hermosas y eso es todo, en unos días llegará nuestro ejército y tu tienes un marido, una familia que empezar esperándote en Potadia, yo quiero seguir viajando y conquistando.
- ¿Con Ares a tu lado?, ¡CON ÉL, NO, NO PUEDO SOPORTAR LA IDEA DE QUE ESTES CON ÉL!
- Ya no te amo, es mejor despedirnos aquí.

No podía creerlo, era demasiado, había luchado por ella, pero su amor por mi había fallado, ¿Qué hacer contra eso?, ¿tenia que respetar su decisión?...

- Adiós Xena.
- Adiós Gabrielle.

Me quedé inmóvil y la vi alejarse de nuevo, cuando su figura se perdió por completo experimenté la mas amarga y cruda soledad, no creí que existiera un dolor tan grande, pero lo sentia, no quería quedarme ahí, aunque me di cuenta que no tenia a donde ir, no quería ir a ningún lugar, me recosté en una piedra y lloré como jamás pensé, mi amor estaba muriendo... de amor, cada vez que ella se alejaba era como si me desangrara, esta vez ya no había consuelo en mi, ni esperanza, estaba derrotada, no había logrado que ella me amase, no de esa forma y ya nada valía la pena, nada.

Pasé la noche sin dormir, con pesadillas y miedo, llorando, maldiciéndola y maldiciéndome, amándola, recordando sus besos, sus caricias, no sabia si había valido la pena, pero aun ahora solo podía ver a mi Princesa Guerrera iluminada por la luz de la tarde...

¿Era de mañana?, ¿tarde?, perdí la noción del tiempo, no tenía fuerzas para levantarme, sentí pasos... ¿Xena?, no, no era ella, me odie mas por pensarla, era Roshed, me levantó en sus brazos...

Continuará...


Indice Fan Fiction

Página Principal