El Movimiento Hora Zero
Palabras urgentes
En esta época llena de desfallecimientos y
omisiones la toma de situación y de conciencia es ineludible. Y esto se edita a
consecuencia de la necesidad de manifestarnos como hombres libres y como
escritores con una nueva responsabilidad, con una nueva actitud ante el acto
creador, ante los hechos derivados de una realidad con la que no estamos de
acuerdo.
Hora
Zero quiere significar este punto crucial y culminante que vivimos. Y es también
un punto de partida. Desde aquí empezamos a deslindar las situaciones
literario-políticas del país.
Hemos
nacido en el Perú, país latinoamericano, subdesarrollado, hemos encontrado ágiles
ruinas, valores enclenques, una incertidumbre fabulosa y la mierda extendiéndose
vertiginosamente.
De
un lado los jaleos políticos, domésticos, con sus líderes torpes e ignorantes
y de otro lado la sucia y poderosa mano del imperialismo norteamericano
manejando a estos y desquiciando la voluntad de un pueblo.
Todo
aquello ha hecho la hora irrespirable, ha sofocado a muchos hombres, ha hecho cómplices
a otros de muertes innecesarias. Y ha convertido a este lugar en un país
de culpables. Se nos ha entregado mucho para construir, pero la medida de
nuestra construcción está dada por la cantidad de escombros que podamos
aniquilar.
Ante
esto, compartimos plenamente los postulados del marxismo-leninismo, celebramos
la revolución cubana. Estamos atentos a lo que este está haciendo en el país.
Queremos
cambios profundos, conscientes de que todo lo que viene es irreversible
porque el curso de la historia es incontenible y América Latina y los países
del Tercer Mundo se encaminan hacia su total liberación.
Que
se cojan entonces las segadoras, que se limpien los escombros.
De
otra parte en lo que respecta a la otra labor que nos corresponde,
fundamentalmente nos preocupa lo que le ocurre a un hombre solo y las cosas que
le ocurren a todos los hombres juntos.
Creemos
impostergable el deber de expresar las circunstancias presentes sin
contemplaciones, porque es hermosa y ardua la tarea que abarca ser sincero con
uno mismo. Siempre ha sido fácil establecerse en lo que hoy está hecho, en
plan de observador indiferente que se omite. Pero ahora es preciso propiciar los
hechos participando en su realización.
Debemos
decir que la crítica en el Perú y en la mayoría de países latinoamericanos
está ejercida por escritores fracasados en otros géneros, y si a esto se añade
una ignorancia descomunal, el resultado de estas contingencias suele ser
espantoso. Se ejercita el silenciamiento, la confusión, la venganza política,
la degradación perversa.
Todo
esto convierte a gran parte de la crítica malévola y apoteósicamente
irresponsable . Pero tal cosa no nos preocupa básicamente.
La
poesía en el Perú después de Vallejo sólo ha sido un hábil remedo,
trasplante de otras literaturas. Sin embargo es necesario decir que en
muchos casos los viejos poetas acompañaron la danza de los monigotes
ocasionales, escribiendo literatura de toda laya para el consumo de una
espantosa clientela de cretinos.
Sabiendo
todo esto --y ya es necesario que alguien lo diga-- es posible entender la
deserción por parte de varios poetas de la generación del 50 (W. Delgado,
Eielson, etc., etc.) y del 60, como los jóvenes que llenan los cafés de Lima o
inflan la burocracia. Y también explicarse la opinión de otros, que sostienen
que la poesía no cumple ningún papel en el cambio: Sologuren, A. Cisneros,
etc., etc. Y es además entendible la estúpida posición de F. Bendezú y
otros, quienes se esconden detrás de la denominación de poetas líricos e
inefables. ¡A estas alturas!
De
otro lado (y ya es necesario que alguien lo diga) es posible el surgimiento de
formas poéticas incipientes, débiles o arcaicas de gente como: Corcuera,
Orrillo, Lauer, Naranjo, Calvo, Ortega, Martos, P. Guevara, Valcárcel, Rose,
Scorza, Bendezú, Romualdo, etc., etc. Y aún hay otros, como Manuel Velásquez,
hombre lúcido, aniquilados quizá para siempre por una burocracia monstruosa.
Todo
esto nos lleva a una conclusión: ellos no escribieron nada auténtico, no
emprendieron ninguna investigación, no descubrieron ni renovaron nada. No hubo
creación.
La
poesía mal denominada social fue practicada hasta la fatiga por una ruma
de histéricos insustanciales, perdidos en gritos inconsecuentes, y negada
totalmente por sus formas de vida, influenciados por Blas de Otero, Rafael
Alberti y los poetas de la guerra civil española, influenciados éstos a su vez
por Vallejo. Se produce aquí la vuelta a América del poeta de Poemas
Humanos, mal digerido, mal imitado a través de esa masa de irresponsables.
Martín
Adán, su tenaz hermetismo y su vuelta a las formas clásicas no tiene ninguna
justificación histórica, ni tampoco se ajusta a estos tiempos ni a esta
realidad la manera como trata los elementos con que labora su poesía.
Belli,
siguiendo intermitentemente en un círculo formal, sólo ha encontrado un
esquema al que retorna infatigablemente. Sin embargo no hay tampoco ninguna
justificación histórica para su retorno a las fuentes españolas de siglos
pretéritos cercanos al Siglo de Oro.
Heraud
entregó convincentes muestras de un talento en pleno despegue. Un creador auténtico
detenido por la violencia irracional e injusta del sistema.
Nuestra
respuesta ante esto es afirmar que sólo una gran poesía, una poesía que no
invite a la conciliación ni a pacto con las fuerzas negativas, una creación
absoluta, contrarrestará la debacle de la poesía peruana contemporánea.
Actualmente
un solo poema auténtico se trae abajo un libro o la obra de poeta vivo o
muerto.
Y
es aquí donde los nuevos clásicos nacerán. Aquí en los países
sudamericanos.
Nuestra
sólida respuesta a las omisiones y a la farsa es afirmar que la literatura, en
especial la poesía, consolida la posibilidad de comunicación entre los hombres
y fundamentalmente en estas épocas su papel más honesto y más responsable es
proponer, esclarecer y “infundir la fuerza y la alegría”.
Todas
aquellas generaciones bastardas han encontrado este panorama que hoy hallamos y
con su silencio, su cobardía y su reverenda flojera para la investigación o el
estudio les ayudó para que nada cambiara. Sólo se hizo el leve intento de
escribir poesía efectista a consecuencia de masturbaciones mentales, de
lucubraciones, de gritos histéricos o cosquillas para contentar a los burgueses
al momento de la digestión.
Los
nuevos (tuertos entre ciegos) que hoy forman parte de los viejos nos han
entregado lo siguiente:
Hinostroza
un vasto muestrario de sus influencias, de sus hábiles jugadas de mano. Aún así
Consejero del lobo, su libro primigenio, anuncia la posibilidad de una
voz importante.
Carlos
Henderson sólo ha logrado un hallazgo: Los días hostiles. Es otra
posibilidad en medio de la debacle.
Lauer
y Cisneros perdidos en el círculo de la problemática burguesa, oscilando
dentro de un intelectualismo helado y estéril. Y otros “jóvenes” dentro de
pueriles rezagos románticos o los propósitos de atrapar la realidad a partir
de una experiencia personal, dejando de lado la experiencia de clase que hoy
pospone a ese remanido movimiento de muchos años.
Frente
a esto nosotros proponemos una poesía viviente. No queremos que escape nada a
nuestro trayecto de hombres momentáneos en la vida. Todo lo que late y se agita
tiene derecho al rastro. No queremos que se pierda nada de lo vivo. Proponemos
una poesía “fresca”, que se enfrente con nosotros.
Y
además para la labor poética proponemos orgías de trabajo. No se puede hacer
poesía en este tiempo sin poseer una nueva responsabilidad frente a la creación,
porque el estudio es inevitable, intenso y serio. Creemos también que el acto
creador exige una inmolación de todos los días, porque definitivamente ha
terminado la poesía como ocupación o jobi de días domingos y feriados, o el
libro para completar el currículo. Definitivamente terminaron también los
poetas místicos, bohemios, inocentones, engreídos, locos o cojudos.
A
todos ellos les decimos que el poeta defeca y tiene que comer para escribir.
Necesario
es, pues, dejar las nubes en su sitio. Si somos iracundos es porque esto tiene
dimensión de tragedia. A nosotros se nos ha entregado una catástrofe
para poetizarla. Se nos ha dado esta coyuntura para culminar una etapa
lamentable y para inaugurar otra más justa, más luminosa.
Y
somos jóvenes, pero tenemos los testículos y la lucidez que no tuvieron los
viejos. Tenemos también un poderoso deseo de permanecer libres, con una
libertad sin alternativas, que no vacile en ir más allá, para que esto siga
siendo lo que es: un solitario y franco proceso de ruptura.
Juan Ramírez Ruiz y Jorge Pimentel
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Por su importancia histórica y literaria, publicamos en esta página el documento que antecede que, en gran medida, viene a ser la partida de nacimiento del Movimiento Hora Zero.
PALABRAS URGENTES (2)
Novecientas
palabras libres
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odo debe estar expuesto al aire de los días para que cada cosa sea recortada por la luz del sol. Por más dolorosas que sean ciertos hechos es necesario que se conozcan si con ellos se abren nuevas perspectivas a la realidad. Decir la verdad es revolucionario, había escrito Gramsci en las paredes de su celda y desde esas paredes la profunda verdad de esa frase sale al encuentro de nosotros. Pues es cierto que nada fructifica jamás sobre la mentira.
Hace unos años (1971) un grupo de jóvenes irrumpió de pronto en esta sala sacudidos por una auténtica indignación moral. Protestaban contra este lugar y contra los actos que aquí se desarrollaban, a espaldas de la realidad del país. De ese tiempo a esta `parte muy pocas cosas han cambiado en esta realidad. Por ello resulta patético que sea este mismo lugar, ahora, el escenario donde se celebra lo que sus actores denominan “una década de rebelión”.
¿Qué ha pasado para que la universidad peruana, la primera institución proveedora de la cultura oficial, institucionalice a partir de este momento lo que fue un movimiento revolucionario?
La inconsecuencia, la confusión, la inconciencia han deformado lo que quiere seguir llamándose Hora Zero desde hace ya tres años. Deformación que alcanza a aquello que sus enemigos de ayer atribuyeron al movimiento original como objetivo : llegar a través de otras vías al establihment cultural.
Esta ceremonia confirma una involución de una forma de pensamiento libre y revolucionario. Confirma el usufructo para fines personales de un proceso colectivo que tenía como ideal supremo la objetivación en la historia de las aspiraciones más profundas del espíritu humano: el amor, la libertad, la Poesía.
Por ello, repito, esta ceremonia institucionaliza un simulacro de dicho proceso. Simulacro que despliega ahora su espectáculo más apócrifo. Celebran la “segunda fase” (1977-80) que irresponsablemente han convertido en antípoda del proyecto original.
El “Hora Zero” que celebran no es el movimiento de la revuelta total que encarnaron 60 jóvenes. No es el movimiento que desencadenó acciones en todas las regiones del país. No es el de la descentralización cultural. No es el movimiento de Jorge Nájar, José Cerna, Feliciano Mejía, Rubén Urbizagástegui, Elías Durand, Julio Polar, Julio Dávila, Bernardo Alvarez, Ricardo Oré, etc., etc.
No es el movimiento de Isaac Rupay que inmoló su noble juventud en nuestro proyecto.
No es el movimiento de las cuatro expresiones artísticas: poesía, narración, teatro, pintura.
No es el movimiento.
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rente a ello, como fundador de Hora Zero, como autor de todos sus manifiestos, como autor de su proyecto que asumo plenamente, reivindico el verdadero espíritu de este movimiento y lo separo de este celebración espuria que constituye su negación.
Reivindico sus objetivos de fundación cuyos puntos principales cito:
· La abolición de la literatura y el arte como institución burguesa a través de: a) la decodificación de su teoría y praxis y la exposición sistemática de sus mecanismos, los cuales -de manera sui géneris- prolongan el sentido administrado por la sociedad capitalista. B) la descentralización de la producción y la socialización de la cultura. C) la reformulación de las expresiones culturales populares proscritas por los criterios occidentales del arte. d) la fundación de un pensamiento estético autónomo que parta de las condiciones de nuestra realidad. E) el desencadenamiento de potencialidades creadoras, aperturando así posibilidades para que la experiencia estética sea una vivencia cotidiana de nuestro pueblo.
· La cualidad maravillosa del trabajo colectivo, que por ser hecho sin egoísmo, sin vergüenza y sin deseos de propiedad libere las energías más puras de la imaginación.
· El rechazo versátil pero siempre rotundo a los cantos de sirena –cualquiera sea su melodía- del establishment en el arte y en la vida.
· Los esfuerzos por la liberación de los tormentos que parece la conciencia en el interior de la Historia y de su propia condición.
· La voluntad de aventura, el placer de la exploración, los frescos y turbadores relámpagos del descubrimiento, el estudio sistemático, tenaz, fervoroso y arriesgado de los movimientos profundos de la vida interior.
Reivindico la producción de modelos de proyectos de vida alternativos para liberarnos de la pesadilla múltiple del colonialismo.
Reivindico la intransigente voluntad de propiciar micro sociedades revolucionarias al interior del orden capitalista.
Reivindico a los que se niegan y se negaron a compartir irresponsablemente el festín de la vida que el orden ofrece a unos pocos; a quienes se les ofrendó el primer acto del movimiento Hora Zero.
Reivindico el Hora Zero d los que fueron despedidos de sus centros de trabajo por la única razón de pertenecer al movimiento; a los que dejaron profesiones, títulos universitarios y abandonaron –apasionados por la libertad- los caminos que conducen a la comodidad que ofrecen todas las carreras, incluso las literarias.
Reivindico la tarea de edificar nuestra identidad. Lo que en otras palabras significa participar creativamente n la tarea de objetivar en la historia la alternativa revolucionaria que encarnan obreros y campesinos.
Reivindico a los que no quieren “subir”. Reivindico a los que quieren abrir caminos.
Nada de esto es lo que aquí se celebra.
Se celebra el “Hora Zero” –caja de resonancia de las carreras literarias de los paterfamilae, reblandecidos precozmente por la treintena y que ahora acuden para que desde la cátedra se viertan los baldes de agua helada sobre el ardor de sus veinte años traicionados.
JUAN RAMÍREZ RUIZ
(Distribuido en el Salón de Grados de la Casona de San Marcos el 28 de agosto de 1980)