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CENTRO DE FORMACIÓN EN  

TECNICAS DE EVALUACIÓN PSICOLÓGICA

 

EL Juego Infantil.

Lic Marcela Alvarez

 

LA RELACIÓN TERAPÉUTICA 

 

Un niño que juega es un psicológicamente sano, y justamente el juego es la principal herramienta para elaborar las situaciones conflictivas que al no ser resueltas satisfactoriamente producen una alterar en la salud mental infantil.

 

 Una de las primeras tareas del terapeuta consiste en estimular la motivación del niño hacia el tratamiento. Es frecuente que los niños empiecen el tratamiento de forma involuntaria y sin beneficiarse de una auténtica ayuda por parte de los padres.

Los niños suelen exteriorizar sus conflictos internos y, en las situaciones nuevas, tienen tendencia a presentar reacciones de transferencia espontáneas y globales. La presencia en determinadas edades de mecanismos primitivos tales como el rechazo, la proyección y el aislamiento pueden condicionar el proceso terapéutico basado en las capacidades de síntesis e integración (ambas inmaduras en los niños). Igualmente, las presiones ambientales ejercidas sobre el terapeuta son habitualmente mayores con los niños que con los adultos. (expectativas de los padres, ansiedad por la resolución de la conflictiva, en tanto muchas veces los padres toman el síntoma del niño con un sentimiento de impotencia, como si hubieran fallado, o en El otro extremo “ yo no se porque este chico me salió así.”

 

Por lo general, los niños no tienen unas facultades de expresión verbal tan desarrolladas como los adultos, por lo que es de vital importancia que el psicólogo infantil observe privilegiadamente  la comunicación no verbal, es decir la expresión de los gestos, la postura del niño y su movilidad, así como el contenido, la forma y configuración de su juego y posturas que pueden expresar tantas cosas como sus palabras.

Los modos de comunicación entre el niño y el terapeuta son de vital importancia y deben adaptarse para ofrecer al niño un contexto y una atmósfera que permitan establecer una adecuada comunicación.

 Los distintos modos de comunicación son: 1) el juego (escenificación de imaginaciones que se identifican con personas de su entorno), 2) el diálogo imaginario (historia inventada),3) el dibujo (espontáneo o sobre un tema sugerido),4) el diálogo tradicional cara a cara, el cual implica tratar de indagar sobre sus intereses, motivaciones, preocupaciones, es decir tratar de establecer un vinculo de confianza .5) El uso de pasta para moldear, o 6) el uso de juegos con arena o agua.

 

El lenguaje del terapeuta debe ser accesible al niño y debemos tener en cuenta su edad y nivel de desarrollo. Ha de ser lo suficientemente amplio como para que se sitúe entre el uso de frases cortas, palabras simples, repeticiones frecuentes y el uso de formas de comunicación no verbal (Ej. Hacer un garabato libre con los ojos cerrados junto al niño) a la que los niños son muy sensibles o de formas más complejas de diálogo semejantes a las de la entrevista con pacientes adultos. Es necesario crear un ambiente en el que el niño pueda sentir que sus palabras y acciones son consideradas por el terapeuta como algo serio.

El trabajo terapéutico con niños se caracteriza por la necesidad de la participación de los padres. Esta necesidad no quiere decir que necesariamente los padres sean los causantes de las dificultades emocionales del niño sino que su implicación en el tratamiento es una consecuencia del estado de dependencia del niño. El peligro que plantea esta situación es la motivación inconsciente de salvar al niño de la negativa influencia de los padres, relacionada en ocasiones con un deseo competitivo de ser mejor padre que el padre del niño o que los propios padres del terapeuta.

En la práctica, hay varios grados de participación paterna en la psicoterapia infantil. Con los niños en edad preescolar, la mayor parte del esfuerzo terapéutico va dirigido hacia los padres, sin alcanzar directamente al niño,(primer intento).

En el otro extremo, los niños pueden recibir una psicoterapia sin participación alguna de los padres más allá del pago de los honorarios y, quizás, del transporte del niño a las sesiones. Aún en los casos en los que el adolescente pueda sostener la terapia por sí solo, la mayoría de los terapeutas prefieren mantener una alianza informativa con los padres a fin de obtener información adicional sobre el niño. La consideración de la participación de los padres condiciona la resolución de cuestiones relacionadas con la confidencialidad en la terapia con niños. Es a mi criterio importante considerar que  debemos abordar cada caso mas alla de las semejanzas en edad , sintomatologia o situación familiar (hijos de padres separados), que aunque parezcan símiles, deben evaluarse en su singularidad, esto implica, que debemos construir en cada caso cual es la mejor estrategia de abordaje, en mi experiencia siempre si es posible trato de trabajar con los padres, 1ro.  suelo tener entrevistas preliminares 2 por lo menos con los padres antes de conocer al niño, 2do luego trato en mi primera vez con este niño de establecer desde el lugar que me sea posible un vinculo de confianza, no olvidar de indagar si el niño sabe porque viene, me paso una vez con una nena de 3 años y medio que le decían que venia a jugar, lo cual yo me entere tiempo después ya que la niña en un principio no hablaba demasiado.3) inicio una evaluación psicodiagnostica con las técnicas que más se ajusten, 4) comunico a los padres el resultado 5 )ídem al niño en términos

Tipos de tratamiento

Los psicólogos infantiles tratamos niños y adolescentes con trastornos mentales que varían en sintomatología, etiología, severidad y cronicidad. Las manifestaciones de estos trastornos están fuertemente influenciadas por la edad y por la dotación intelectual y emocional del niño, el medio en el que vive y las expectativas sociales colocadas sobre él (2).

En un extremo del espectro clínico están aquellos niños cuyo trastorno mental es de tal severidad y cronicidad que necesitan un cuidado intensivo, global y muy duradero (trastornos profundos del desarrollo). Otro grupo de niños presenta una sintomatología que es mucho menos severa, mucho menos crónica y que requiere diferentes intervenciones con las que se produce una gran mejoría (fobia escolar, trastorno por déficit de atención con hiperactividad). Un grupo intermedio estaría formado por los niños con condiciones ligeramente crónicas; pero que tienen un pronóstico relativamente bueno con un tratamiento intensivo a largo plazo (trastornos afectivos, anorexia nerviosa). Otro grupo serían los niños cuya enfermedad es primariamente somática; pero que necesitan un tratamiento, unas habilidades y una ayuda psicológica o psiquiátrica. Finalmente, podríamos citar a aquellos niños que sin tener patología psiquiátrica actual tienen un alto riesgo de presentar complicaciones psiquiátricas (niños con retraso mental, parálisis cerebrales, epilepsia o deterioros sensoriales) (2).

Las intervenciones psicoterapeúticas con niños difieren de las del adulto y del adolescente tanto más cuanto más joven es el niño. El niño presenta unas defensas más frágiles, una menor capacidad cognitiva, una ansiedad fácilmente estimulable, un super-yo limitado y una mayor prevalencia de actitudes mágicas y omnipotentes. El niño se encuentra en el proceso de desarrollar nuevas estructuras de personalidad y, muchas veces, sus acciones y sus síntomas son el reflejo de este proceso.

El nivel de desarrollo de sus habilidades verbales y comunicativas (determinado por el estado de desarrollo de sus estructuras cognitivas) es muy importante en la terapia. A lo largo del desarrollo, los niños expresan progresivamente sus sentimientos y necesidades a través de la acción, la fantasía y más tarde el lenguaje. 

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Curso de Formación en Psicodiagnostico Infantil

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Lic Marcela Alvarez.

Email: grafologia@fibertel.com.ar