La
Mejorana... su historia
Panamá fue
descubierta por Rodrigo de Bastidas en 1503. El descubrimiento de Panamá trajo
consigo una gran influencia de la Madre Patria y de la cultura española en el continente.
Las costumbres, las creencias, las estructuras políticas y sociales del reino
español, lentamente fueron penetrando la cultura del Istmo y conformando con
ello las condiciones propicias para ir construyendo la Independencia.
El 28 de
noviembre de 1821, Panamá declara su separación de la Madre Patria, cuya
génesis fue promovida por el famoso “Grito de la Villa de Los Santos”, en donde
la ilustre revolucionaria Rufina Alfaro tuvo uno de los roles protagónicos más
significativos de la época, que la historia ha sabido guardar con celo. A pesar
del brío de aquella gesta, muchos han sido los historiadores que han colegido
al considerar que la misma no prosperó, ya que el movimiento no fue respaldado
con una plataforma política ni económica, por lo que pasó de ser un célebre
movimiento político a una simple demostración de sentimiento de ira hacia el
poder del Virrey, que en suma tuvo como único recurso la anexión de Panamá a
Colombia.
Pero la
colonización española trajo consigo su cultura
y la incorporación de una expresión cantada y bailada, que se utilizó en
la poesía juglar española y que penetró dentro de la época romanticista,
denominada a composición en décimas.
En
la obra de Maurice J. Summerfield (tercera edición 1992, Ashley Mark Publishing
Company), se ofrece una interesante hipótesis sobre el origen de la guitarra
española. Summerfield opina que debe descender de los instrumentos romanos
tanbur o cithara, llevados a España por los romanos aproximadamente en el año
400 d.C. Esta teoría se opone frontalmente a la convencional, que dice que el
antecesor directo de la guitarra es el UD, instrumento llevado a España por los
moros después de la invasión de España durante el siglo VIII. En las siguientes
líneas se establece una pequeña polémica basada, en parte, en la información
publicada por el Museo de Prado de Madrid.
Hay evidencias de que un instrumento de
cuatro cuerdas parecido a la guitarra fue tocado por los Hititas (quienes
ocuparon una región ahora conocida como Asia Menor y Siria) cerca del año 1400
a.C. Este instrumento se caracterizaba por sus lados suaves y curvos - una de
las primeras características básicas de cualquier instrumento identificable
como predecesor de la guitarra. Los griegos también fabricaron un instrumento
similar que fue luego modificado por los romanos. Ambas versiones parecen
carecer de los lados curvos. Lo que es interesante aquí es que esa cithara
romana apareció en España siglos antes de la invasión morisca.
A pesar de
esto, se ha interpretado que el primer instrumento parecido a la guitarra que
apareció en España lo hizo sólo después de esta invasión con la introducción de
UD arábico en el Sur. Pero con la introducción de la cithara romana siglos
antes, podemos decir que a pesar de la influencia del UD en el desarrollo de la
guitarra no es su verdadero antecesor. De acuerdo con esta teoría la guitarra
española derivó del tanbur de los Hititas, a la kithara con "k" de
los griegos y finalmente a la cithara con "c" de los romanos.
Sin embargo,
es posible que después de la llegado de los moros a España, la cithara romana y
el UD arábico se hubieran mezclado e influenciado mutuamente durante varios
siglos. Sin embargo no hay una documentación específica acerca de esto, pudiera
ser que los constructores de Uds. y citaras hubieran visto el trabajo de los
otros, extendido a través de las presentaciones de los trovadores viajeros. Por
el año 1200 d.C. la guitarra de cuatro cuerdas había evolucionado en dos
variedades: la guitarra morisca, que tenía un fondo redondeado, un mástil ancho
y varias incisiones en la tapa para la salida del sonido, y la guitarra latina,
que se parece más a la guitarra moderna con una sola boca y un mástil más
estrecho. A finales del siglo XV la vihuela nació añadiendo dobles cuerdas e
incrementado su tamaño. Era un instrumento de cuerda pulsada con un mástil más
largo (la longitud vibrante de las cuerdas era de 72 a 79 cm.) con diez u once
trastes y seis órdenes. La vihuela se convirtió en el instrumento preferido de
las corte española y portuguesa y mantuvo su popularidad hasta finales del
siglo XVII, cuando los instrumentos orquestales y de teclado se volvieron más
populares. Aunque la guitarra existió simultáneamente durante este periodo, la
vihuela y el laúd la ensombrecieron hasta finales del siglo XVII, cuando se
añadieron demasiadas cuerdas al laúd y era muy difícil de tocar y afinar. Por
otra parte también la vihuela fue reemplazada lentamente por la guitarra de cinco
o seis cuerdas (las cuales tenían siete y nueve cuerdas respectivamente: una
cuerda aguda simple y tres o cuatro órdenes - o pares - de cuerdas). Fue
probablemente la adición del quinto orden a finales del siglo XVI lo que dio a
la guitarra más flexibilidad y ámbito sonoro y así aprovechó el potencial del
repertorio que le habían legado sus ascendentes.
A finales del
siglo XVIII y principios del XIX, algunas guitarras usaban seis cuerdas simples
y emplearon unas barras de refuerzo debajo de la tapa armónica. Estas barras
fueron añadidas para reforzar la estructura y permitieron adelgazar la tapa
para obtener una mayor resonancia y una mejor distribución del sonido a lo
largo de la tapa armónica. Otros desarrollos contemporáneos incluyen el uso de
un mástil reforzado y elevado usando madera de ébano o palisandro, y la
aparición de un mecanismo de tornillo metálico en lugar de las clavijas de
madera para afinar. (Es importante destacar que el trastero elevado ha tenido
un gran impacto en la técnica del instrumento porque las cuerdas estaban
demasiado lejos de la tapa armónica de forma que había que apoyar uno de los
dedos de la mano derecha para que sirviera de soporte a los demás). Estas
guitarras serían reconocidas inconfundiblemente como las primeras guitarras
clásicas.
En los
comienzos del siglo XIX, en los trabajos de los españoles Agustín Caro, Manuel
González, Antonio de Lorca, Manuel Gutiérrez y otros constructores europeos
incluyendo a Rene Lacote y a Johann Staufer encontramos las características de
los precursores más directos de la guitarra clásica moderna. Johann Staufer,
vienés, tiene una reputación legendaria. En su tienda aprendió a construir
guitarras C. F. Martin, que luego se trasladaría a los Estados Unidos y cuya
firma sigue construyendo guitarras hoy en día. También desarrolló el trastero
elevado, a petición de Luigi Legnani, el guitarrista y primer interprete de los
conciertos de Paganini. Sus otros avances en la construcción de la guitarra
incluyen un mástil ajustable y reforzado con acero y las clavijas de tornillo
sin fin que todavía se usan en las guitarras modernas.
Hacia 1850,
la guitarra se preparó para el más importante desarrollo que hubiera tenido
desde sus comienzos: el trabajo de Antonio Torres Jurado. Con el apoyo de Julian
Arcas y sus propias y brillantes intuiciones, Torres refinó los soportes
estructurales de la guitarra incluyendo siete varas extendidas bajo la tapa
armónica. Aumentó también el tamaño de la caja de resonancia y el ancho del
mástil. Estas innovaciones influyeron en la mejora del volumen del sonido y la
respuesta en los bajos así como el descubrimiento de una técnica para la mano
izquierda para el enriquecimiento del repertorio. Ahora la guitarra estaba
preparada tanto para las demandas del solista como para las del conjunto
instrumental. Aunque ha habido más descubrimientos en la construcción de la
guitarra, desde mediados del siglo XIX nuestra guitarra moderna conserva la
mayoría de lo que fue descubierto hace casi 150 años. Nadie puede decir que
haya llegado el fin de la evolución de la guitarra, pero hasta ahora la mayoría
de las mejores guitarras desde el punto de vista del volumen, proyección,
transparencia y belleza del tono han sido construidas por los grandes
guitarreros Torres, Ramírez y Arias a partir de la segunda mitad del pasado
siglo,
Se ha
considerado que el instrumento Mejoranera fue construido tratando de imitar a
la guitarra española, pero se tiene información de que en Iberoamérica se
construyeron instrumentos de cuatro y cinco cuerdas de la familia de las
Bordonuas, las cuales han tenido gran penetración en países como Puerto Rico
con su Requinto, Venezuela con el Cuatro, parte del Perú, con el Charango.
Panamá desarrolló dos instrumentos del género de las Bordonuas: la Mejoranera
de 5 cuerdas y el Socavón de 4 cuerdas. La Mejorana se utilizó para cantar y
acompañar las tonadas denominadas décimas, ya que están construidas de diez
estrofas la cual la primera rima con la tercera, la segunda con la cuarta y así
sucesivamente y el Socavón, de cuatro cuerdas se utilizó para acompañar los
bailes.
La Mejoranera
es un instrumento diatónico que permite la interpretación de tonos y semitonos
y el Socavón es un instrumento atónito, que permite la interpretación de tonos,
pero sumamente limitada en los semitonos, lo que ha traído como consecuencia su
casi desaparición. La Mejoranera es oriunda de la Península de Azuero, de las
provincias de Herrera y Los Santos. Aunque en la actualidad se ha esparcido su
uso por las regiones de la Provincia de Veraguas, y en ciertas partes de la
Provincia de Chiriquì.
El Socavón
solo se conoce que era utilizado en ciertos poblado los Santos y en el
Corregimiento de Ocù, pero es casi un instrumento extinto, pero cuya afinación
es desarrollada en este sitio de Internet.
Otros autores
nacionales sostienen que el desarrollo de la Mejorana tuvo su éxtasis durante
los años 1870 a 1900, por lo cual no se ha dejado de considerar a la figura de
Rosario Monje, Cádiz 1862 - Madrid, 1922, a quien se le apodaba LA MEJORANA,
como la persona en la cual se inspiró la denominación de esta expresión, ya que
Rosario Monje era una bailadora y cantadora de Flamenco. A pesar de que su vida
artística fue efímera, solamente tres años de profesionalidad, por su retirada
tras contraer matrimonio con el sastre de torero Víctor Rojas, ella tuvo una
gran aceptación en la sociedad española de aquella época.
Fue figura de
los cafés cantantes sevillanos El Burrero y Silverio. Fernando el de Triana,
tras una serie de elogios de su belleza, dejó descrita su forma de presentarse
ante el público y de actuar:
"Su figura era escultural y cuidaba siempre de vestir los colores que más
la hermoseaban, pero siempre su bata de cola, de percal, y su gran mantón de
Manila. Preciosos zapatos calzaban sus diminutos pies, y ya no sabemos más;
pues al Café de Silverio había quién llegaba muy temprano para coger un asiento
delantero con el fin de verle a La Mejorana siquiera dos dedos por encima de
los tobillos, y a las cuatro de la mañana, cuando terminaba el espectáculo, se
marchaba a la calle sin haber logrado su propósito ... Cuando salía bailando y
terminaba la falseta, hacía una parada en firme, y al compás de la fiesta (de palmas
sordas), se cantaba ella misma estos juguetillos que a la vez bailaba y,
mientras tanto, había cristiano que se limpiaba la baba cuatro o cinco veces,
pues sin darse cuenta, se quedaban embobados: "Yo soy blanca y te diré/ la
causa de estar morena: / que estoy adorando a un sol / y con sus rayos me quema
..." Como final de este detalle, otra vez la fiesta animada; segunda
cantiña del cantaor de turno, ovación delirante, y las mayores atenciones para
la sublime bailaora."[1]
[1]
El Niño de la Albarizuela
Datos extraidos del Diccionario Flamenco
de Jose Blas Vega y Manuel Rios Ruiz
Cinterco - 1985.