LOS ACAROS
 

COMPAÑEROS ANONIMOS

 

 

Respetable Jñâpika Satya Gurú Dr. Pablo Elias Gómez Posse
 
aum_jnapika_satya_guru@hotmail.com
 

 

 
Myrna Olivia Rodríguez Benítez (¿COMO VES?)
Gracias a su gran capacidad de adaptación, los ácaros se han distribuido con enorme éxito por todo el planeta. Así, se les puede encontrar desde en una almohada, o en la cara de una persona, hasta en los quesos o bebidas alcohólicas, a más de 5000 m de altura, en abismos marinos, manantiales termales o las heladas aguas de los mares árticos
 
Con frecuencia nos olvidamos que somos parte de un equilibrio ecológico en el que los individuos de todas las especies están relacionados entre sí. Convivimos estrechamente con gran cantidad de organismos, aunque a menudo no estamos conscientes de ello: un ejemplo son losácaros. Para nosotros, la mayoría de los ácaros son casi imperceptibles debido a su tamaño; muchos son microscópicos y en algunas especies los más grandes no alcanzan dos milímetros. La excepción son las garrapatas, que llegan a medir hasta 3 cm de longitud cuando están repletas de la sangre ingerida de los animales que parasitan.
 
Es probable que los ácaros hayan aparecido hace aproximadamente 400 millones de años, entre el Silúrico y el Devónico. En la antigüedad ya se les conocía; en la Odisea, al relatar el regreso de Ulises, Homero (850 a. C.) dice: 'Allí estaba Argos (el perro) cubierto de garrapatas'. Por su parte, la sarna, enfermedad producida por ácaros, la ha padecido el ser humano a lo largo de toda su historia: los antiguos griegos, romanos y chinos la conocían bien; también se le menciona en la Biblia y en diversos escritos de la Edad Media. Incluso, Aristóteles llegó a distinguir los ácaros que producen la sarna (fue también él quien les dio el nombre de 'polilla', en griego ), pero nunca los relacionó con la enfermedad. Él creía que se formaban de la materia de la piel, es decir, de la generación espontánea, idea que permaneció por mucho tiempo, hasta que Renucci, un estudiante de Córcega, demostró en 1834 que el causante de la sarna humana era un ácaro.
 

A finales del siglo XIX y principios del XX las garrapatas fueron el grupo de ácaros que más interesó a los investigadores, no sólo por su tamaño, sino por ser transmisores de muchas enfermedades. Sin embargo, a pesar de que en siglos anteriores se realizaron algunos estudios, la mayor parte de las especies de ácaros pasaron desapercibidas por mucho tiempo. Fue hasta el siglo XX cuando se les empezó a estudiar a nivel mundial y se les asignó un lugar taxonómico. En México, la iniciadora del estudio de este grupo de animales fue la doctora Ana Hoffmann hacia la década de los cuarenta.

Así son

Los ácaros pertenecen al grupo de los artrópodos, cuyo nombre significa 'patas articuladas'. Este phylum (categoría taxonómica principal, que agrupa a los animales que tienen las mismas estructuras anatómicas y, por lo tanto, un origen común) se divide en tres grandes subphyla, una de ellas es Chelicerata, a la que pertenecen los ácaros.

En general, el cuerpo de los artrópodos, además de tener las patas articuladas, está dividido en segmentos llamados metámeros, agrupados en tres regiones principales: cabeza, tórax y abdomen. Esta característica se perdió en los ácaros ya que, en el curso de la evolución, su cuerpo se fue reduciendo y los segmentos que lo componían se fusionaron en dos partes bien diferenciadas: el prosoma y el opistosoma (del griego soma-cuerpo, pro-adelante, opisto-atrás) Los numerosos apéndices que en los primeros artrópodos correspondían a dos por cada segmento (como se ve actualmente en los ciempiés), se fueron modificando y en los ácaros están representados por un par de apéndices adaptados para la alimentación, llamados quelíceros (de ahí el nombre del subphylum); un par de pedipalpos (apéndices alrededor de la boca) y cuatro pares de patas locomotoras, todos ellos localizados en la parte delantera del cuerpo.

En los Chelicerata no existen mandíbulas como en los insectos, crustáceos, ciempiés y milpiés; la función de capturar y desgarrar el alimento se realiza por medio de los quelíceros. Dentro de este subphylum se incluyen además de los ácaros a las cacerolitas, las arañas, los escorpiones y las arañas de mar o picnogónidos.

Los apéndices alrededor de la boca tienen en algunos casos una función prensil que permite la captura de presas; en otros, actúan como estructuras sensoriales para percibir los olores, las vibraciones, la humedad, el calor, etcétera.

Los cuatro pares de apéndices restantes son propiamente las patas locomotoras. El primer par lo llevan levantado hacia adelante, a manera de antenas, para detectar los estímulos con los que logran orientarse, así como a sus compañeros sexuales y percibir tanto a sus enemigos como a sus posibles presas. Con los otros tres pares de patas caminan.

Los ácaros pueden reproducirse mediante tres formas: por medio de un órgano copulador, un pene, que se introduce en el cuerpo de la hembra y le deposita el esperma; a través de un espermatóforo, es decir, el macho deposita en el suelo un saquito con el semen adentro, entonces llega la hembra y se lo introduce ella misma; o bien, el macho introduce en la hembra el saquito con el esperma en la abertura genital, sin penetrarla. En su ciclo de vida los ácaros pasan por cuatro estados principales: huevo, larva, ninfa y adulto. En general, las larvas tienen sólo tres pares de patas, el último par aparece cuando la larva se transforma en ninfa.

Ahí están

Gracias a la capacidad que tienen de adaptarse a distintos hábitats, los ácaros se han distribuido con enorme éxito por todo el planeta. Así, se les puede encontrar en una almohada, o en la cara de cualquier persona; a más de 5000 m de altura o en los abismos marinos; otros resisten las altas temperaturas de los manantiales termales o las heladas aguas de los mares árticos. Los ácaros, además, constituyen del 70 al 90% de la población del suelo en los bosques y praderas donde hay musgo y hojarasca suelta.

Al ir adaptándose a distintos medios del planeta, los ácaros fueron realizando asociaciones muy diversas con otros animales y vegetales, que van desde simplemente compartir con otras poblaciones un mismo nicho, hasta beneficiarse de otras especies sin dañarlas (comensalismo) y establecer relaciones mutuamente benéficas (mutualismo) o ser depredadores y parásitos de las mismas.

Por otra parte, existen ácaros que cumplen funciones muy importantes dentro del ecosistema; por ejemplo, en los suelos de bosques y praderas actúan como degradadores de la materia orgánica: algunos poseen enzimas capaces de desintegrarla, otros no la digieren totalmente, pero sí la trituran lo suficiente para que las bacterias puedan terminar el trabajo. Otros ácaros de vida libre actúan como controles biológicos de otras poblaciones, es decir, controlan su crecimiento y ayudan así a mantener el equilibrio ecológico.

Los ácaros de vida libre pueden causar daños al ser humano y a los demás animales. Un ejemplo son los ácaros que viven dentro de las casas, sin que sus habitantes siquiera sospechen de su existencia, presentes en las alfombras, cojines, cortinas, lámparas. Estos ácaros no son parásitos, sin embargo contienen partículas que pueden causar alergias y afectan las vías respiratorias provocando rinitis y asma. Las dos principales especies que causan asma son Dermatophagoides pteronyssinus y Dermatophagoides pharinae.

No imaginamos la cantidad de ácaros que ingerimos sin darnos cuenta en quesos, leche en polvo, mermeladas, dulces, cereales y hasta en el vino y otras bebidas alcohólicas. La mayor parte de éstos salen del cuerpo sin causar estragos, pero otros pueden colonizar el intestino provocando acariosis intestinal, que también es de tipo alérgico. Las fiebres y diarreas que caracterizan este padecimiento pueden prevenirse simplemente cuidando que los alimentos no estén destapados ni a la intemperie.

Hay un caso particular en el que el hombre no sólo se ha percatado de la existencia de estos animales, sino que les ha sacado provecho: en Europa provocan deliberadamente la infestación de los quesos por ácaros, ya que de esta forma adquieren un sabor y un aroma determinados, es decir, les da un bouquet especial. Después de mantener durante varias semanas al queso infestado con ácaros y hongos, entre otros organismos, éstos se eliminan mediante cambios de temperatura, quedando el queso con ese olor y sabor característicos, tan solicitado por los grandes gourmets. Sin embargo, tales quesos no deben consumirse en grandes porciones, pues quedan libres de ácaros, pero no de sus restos, secreciones y deyecciones, que también pueden provocar alergias.

Otros ácaros de vida libre muy singulares son los llamados foréticos, que para suplir su limitada capacidad de desplazamiento ocasionada por su pequeño tamaño, se suben a otros animales voladores o corredores; se transportan con ellos grandes distancias y se desprenden hasta que encuentran un medio propicio para desarrollarse y perpetuar su especie.

Un caso reportado por la doctora Hoffmann es el de un campesino que tenía los dos oídos muy inflamados y al revisar el cerumen que se encontraba en su interior, se encontró gran cantidad de ácaros. La conclusión a la que se llegó fue que una mosca los transportó, se paró en la oreja, los ácaros se bajaron y como el cerumen es un material en descomposición que les agrada, se quedaron a vivir ahí y establecieron con el tiempo una colonia.
 

Parásitos del hombre

La sarna humana es producida por un solo ácaro, el Sarcoptes scabiei. Esta especie va haciendo túneles por debajo de la piel, pero como su saliva tiene una sustancia anestésica, la persona infectada se da cuenta que tiene sarna hasta que ya está perfectamente establecida, después de uno o dos meses, cuando empieza a reaccionar el organismo y aparecen en el cuerpo erupciones que dan comezón y el individuo empieza a rascarse provocando infecciones secundarias.

Otro parásito del hombre es ese compañero anónimo, el Demodex folliculorum que vive en los poros de la cara y se alimenta del material secretado por las glándulas sebáceas y los folículos pilosos. Su compañía es sumamente antigua, mucho antes de que el hombre pudiera considerarse como tal, y esta convivencia ha durado tanto, que a pesar de comportarse como parásito (vive a expensas de nosotros), ya no nos causa molestias, por el contrario, su presencia puede considerarse benéfica porque al estimular la actividad de las glándulas sebáceas retarda la formación de las arrugas. A pesar de que favorece la constitución grasosa de la piel no tiene nada que ver con el acné, más aún, el Demodex prefiere la piel sana.

 

Los más temidos

Las garrapatas son un grupo especial de ácaros que, desde el punto de vista médico, parasitológico y veterinario son el grupo más importante debido a las enfermedades que provocan. Un ejemplo son las garrapatas del ganado bovino, que transmiten enfermedades como la piroplasmosis o babesiosis y anaplasmosis, las cuales constituyen un grave problema económico en México y otros países. Al ser humano, las garrapatas pueden transmitirle microorganismos con características intermedias entre las bacterias y los virus (rickettsias) que producen diversos tifos muy graves (rickettsiasis), caracterizados por fiebres altas, delirios y la aparición de manchas en la piel. Esta enfermedad, conocida como la fiebre de las montañas rocosas o fiebre manchada americana, se presenta en el norte de México y a lo largo de la costa del Pacífico, desde los Estados Unidos hasta varios países de Centroamérica.

Finalmente, hay miles de especies de ácaros que viven tanto en el agua dulce, como en salobre y salada. Otras habitan en cuevas y existen numerosas especies que constituyen plagas muy serias para plantas comestibles, de ornato y de uso industrial.

Los ácaros conforman un enorme grupo, de manera que difícilmente se encuentra en el planeta un lugar que no haya sido invadido por ellos. De ahí que sea tan importante conocerlos.
 

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