Los cuentos de
jolhe
Cuento 1
Los hermanos.
Abrir
los ojos y encontrar la cara que sonríe
es lo mejor para recibir el día y olvidar. Desde que sus padres murieron, una
hermana siempre está al pendiente de él; La mayor sale a conseguir la
subsistencia ; De esta forma, a Francisquillo se le ha hecho sencilla la
orfandad. Abre los ojos y su hermanita le sonríe al tiempo que le extiende el
biberón y lo anima a levantarse;
mientras se lo toma, le quita el pañal mojado y lo viste para la escuela.
A el
no le importa lo que sus amigos digan por andar pegado a las faldas de su
hermana ; hace mucho le ha dejado de importar, aunque en una ocasión quiso
revelarse. A ella le preocupa Francisquillo , se prometió protegerlo. No puede
darse el lujo de que le suceda nada. Se ha vuelto su sombra, un ángel guardián
que también lo recoge a la salida, le compra dulces y lo lleva a casa. Ahí, le
quitaba el uniforme para que ande cómodo, le da de comer y lo hace dormir la
siesta.
A
francisquillo acabó por gustarle así la relación. Siente ser el centro de su
mundo. La hermana es la vigía, a su lado espera a que se termine la tetera. Nunca se retira sin estar segura
de que duerme ; por eso él alarga el tiempo de vaciar la leche. Cuando se
agrandan los hoyos del chupón, pide un
repuesto, porque sólo estando chiquitos es posible que le dure más el gusto de
sentirla.
A
mediar la tarde, ella lo ayuda en sus deberes. Los dos aprenden compartiendo
los estudios. El explica las lecciones y ella hace las tareas.
Cuando
lo baña, Francisquillo disfruta la paciencia con que Marina pasa el estropajo
por su cuerpo. El modo de lavarle los oídos, las plantas de sus pies. Le canta
canciones de la radio y con mucho amor, al final lo seca.
Tarda
con el pelo pues teme que con la humedad pueda enfermarse. Le pone el talco
para que no pierda la frescura. Lo hace que se acueste para ponerle su pañal,
no sin antes untar sus partes con aceite infantil y un poco más de talco
evitando rosaduras.
Ella
misma se encarga de confeccionar los pañales a su medida. También le hizo sus
calzones plásticos y su mameluco. En su closet no le falta ropa ni para salir,
ni para jugar, ni para dormir. Le gusta hacerle sus pantaloncitos cortos,
aunque andar de marinero a Francisquillo ya no le gusta.
Cenan
y viene la hora de dormir. Ella acostumbra a leerle un cuento mientras que se termina
el chocolate. Las narraciones, tienen como fondo el gorgojear de la leche a
Través de la tetina hacia su boca.
Duerme
profundo. Sueña con la fantasía que ella le describe. Siempre será el príncipe
en las aventuras, y sale a cabalgar venciendo al enemigo para llevar tesoros a
su princesa.
n ¿Lo hiciste ?.-
Pregunta la mayor a Marina, cuando regresa del trabajo.
n Hice ¿qué ?
n Lo sabes, no te
hagas tonta.
n Que tanto
molestar siempre con lo mismo. Todavía está chiquito. ¿Quieres que crezca para
que ande de vago por ahí, con el peligro de que se haga un vicioso ? Eso
no le pasará.
n Marina, Marina.
Tenemos que educarlo como es debido. Ya es tiempo de que lo dejes de tratar
como a un bebé. Me prometiste que cuando terminara la primaria le quitarías el
biberón. Ya está en la comercial.
n ¿Y ? ¿ A él le
gusta ? En el vaso no se toma la leche. Y si no le pongo pañales, moja las
sábanas. Yo soy la que las debo de lavar.
n Es inútil
discutirlo.
n Pues si es
inútil, no discutas.
Marcela
sabe que volverá a perder ; después de todo, Marina tiene razón. Los
chicos con libertad, en ese barrio, andan en peligro y la mayoría acaba con la
droga o emborrachándose. Pero, no sabe, Francisquillo acaba de cumplir los
trece años ya debiera de bañarse solo, de vestirse solo, de no usar pañales; sobre
todo dejar el biberón que a la hermana es lo que la tiene preocupada.
n Un día lo dejará.
n Me imagino. Yo no
he visto niños grandes que lo tomen.
n Para que te
preocupas. Dime, en verdad, en verdad. ¿Quieres que nuestro hermano ande como
esos mocosos sintiéndose los valentones en las esquinas ? Ya supiste lo
que pasó ayer. Volvieron a pelear y hubo un herido de navaja. Chiquillos de
catorce y quince años ; todo porque sus madres los sueltan.
n No pues eso si. ¿
pero es que dicen que no hay que mimar tanto a los niños ?
n Quien lo dice. ¿Esas
que ahora deben ir a recogerlos a los hospitales ? ¿o las que los tienen
que meter a la prisión porque drogados se vuelven delincuentes ?
n Ya, ya está bien.
Tienes razón, pero al menos ve quitándole la botella.
n Ya la dejará
cuando se harte.
n ¿Y si no ?
n Pues muy su
gusto.
Marcela
pierde con Marina porque reconoce le gusta que su hermano sea tan tierno y no
haya perdido la inocencia. Se asoma a su cuarto para verlo dormir abrazado del
conejo de peluche y su chupón en la boca. Es un buen niño, saca excelentes
calificaciones, no es rebelde, no le da problemas. Que mas da, que Marina se
encargue, ella le sobra con las responsabilidades del trabajo.
n Manina Manina. Despierta.
Hoy es el campeonato del Karate.
n ¿Para qué te
levantas tan temprano ?
n Tengo hambre
Manina.
n Tráeme tu botella.
Ya voy.
Marina
se levanta adormilada. Va a la cocina a prepararle la leche a Francisquillo.
Recuerda que lo tiene que llevar al gimnasio donde competirá para la cinta
café. Lo metió al Karate cuando se le
quiso rebelar porque sus amigos se burlaban de él ; así pudo defenderse,
haciéndose respetar.
Le da
la leche. Mientras se la toma, se dispone a cambiarlo. Se sorprende de
encontrarlo seco.
n Hoy no me mojé. Sentí
cuando iba a hacerme y fui al baño.
Un
poco decepcionada, ella respondió.
n Pues si no te mojas
7 días ya no te pondré el pañal.
Lo
cambió y salieron. La hermana le admiró su agilidad para vencer en las
competencias. Ya no era el niño frágil de antaño. Pensó que aunque ella no quisiese
que se convirtiera en un muchacho pronto lo haría ; y entonces, iba a
exigirle que lo dejara en libertad. Le daba miedo.
Por la
tarde lo cambio para llevarlo a los juegos de la feria.
n ¿Porqué me haces
los pantalones tan cortitos ?
n Así me gustan.
n Mis amigos usan
los bermudas y no se ponen calcetas.
n Pues a ti te
pongo las calcetas y no discutas. No te voy a vestir de mamarracho sucio. Te
acabo de volear los zapatos.
n Quiero ir a los
video juegos.
n Ese es un lugar
para viciosos. Vamos a ir a la feria, siempre te ha gustado.
n Pero mis
amigos...
n Ya deja de querer
imitar a tus amigos. ¿No te conté lo que pasó la semana pasada en la esquina ?
¿Eso es lo que quieres ?
n No
n ¿ Pues entonces ?
n Está bien. Pero
así me veo como un niño.
n Pues eres un niño
y basta. Vámonos.
Francisquillo
disfrutó la feria. Después de todo, ahora si le dieron permiso de que se
subiera a juegos más excitantes y hasta Marina se subió con él. Aún así, no
pudo resistirse a rematar en los caballitos para no traicionar la tradición de
hacerlo.
n Miren al pancho,
mírenlo. Parece un bebito con esas calcetas.
n ¿Ustedes que
traen ?.- le Respondió Francisquillo al compañero de la escuela que se
burlaba, poniéndose en posición de ataque.
n No te enojes, fue
solo una broma.
n A mi no me gustan
esas bromas, si quieres entrarle éntrale.
n No, no, está bien
, perdónanos.- Dijo el burlón sabiendo que el pancho resultaba bueno para las
peleas. A más de uno, en el salón, había vencido. Aunque se viera tan infantil,
al momento de pelear se convertía en el mejor.
n Ya déjalos. Vámonos.-
Le pidió Marina.- ¿Quiénes son ?
n Compañeros muy
molones siempre andan buscando camorra.
La
hermana, por primera vez lo veía enfrentarse así. No lo reconoció. Le había
parecido que de pronto era como todos los demás un muchacho rijoso y muy
independiente. Lo llevó a que cenaran algo para regresar a casa.
n Debes de estar
cansado, ahora si que nos divertimos. Tomemos un Taxi.
Lo
hicieron. En el taxi, Marina le ofreció su regazo para que Francisquillo
apoyara su cabeza, recostándose a lo largo del asiento. De su bolsa sacó un
biberón que le traía preparado.
n Toma. Duérmete,
yo te despierto al llegar. Lástima de que ya estás muy pesado y no pueda
cargarte.
Al
chico le gustó que le diera su botella. El chofer nada más los vio por el
espejo retrovisor pero no les dijo nada.
Llegaron.
Se le dificultó a Marina sacar a Francisco del coche, todo adormilado. Lo llevó
hasta su cama donde se quedó súpito. Así lo tuvo que cambiar y arroparlo.
n Dos días.- Le
informó Francisquillo a Marina. Su pañal estaba seco. A ella le quiso pasar
desarvertido. Como todas las mañanas le cambió sin darle mucha importancia.
n Hazme unos
bermudas.
n Así te ves mejor.
Anda, acompáñame al super a comprar el mandado.
En el
super, ella se tardaba mucho y dándole la oportunidad de ver juguetes que luego
pediría en ocasiones especiales. Después iba al departamento de frutas, donde
la encontraba. Al acercarse, la vio platicar con el frutero y se sintió celoso.
n ¿ A las ocho ?.-
le dijo él.
n A las ocho.- Le
contestó ella. Francisquillo no entendió a que se referían.
n Anda, vámonos,
que ya es tarde. Sólo me falta comprarte unas tetinas porque te duran muy poco.
Por
la Tarde a Francisquillo le extrañó que Marina se arreglara tanto. Ni siquiera
lo sacó a dar la vuelta como todos los domingos pidiéndole que se entretuviera
con sus juguetes o el televisor.
n Voy a ir al cine
con Pedro, el del super.- Le informó ella cuando se lo preguntó. No lo
llevaría. Siempre había ido al cine juntos y ahora le sacaba de pretexto que la
película no era para niños.
Llegó
Pedro por ella y se marcharon. El chico se quedó con Marcela ocupada en planchar
su ropa. En realidad, convivían poco los dos hermanos y no participaba de sus
costumbres.
n Tengo sueño.
n Pues acuéstate.
n No he cenado.
n Ahorita te hago
de cenar.
Le
sirvió un huevo estrellado y un vaso de leche. No se quedó con él, volvió al
burro de la plancha a terminar su trabajo.
n Tengo sueño.
n Ya te dije que te
acuestes.
n ¿No me vas a
acostar ?
n Ya estás
grandecito para acostarte solo.
n Marina siempre me
acuesta.
n Ella tiene
derecho a salir, no seas necio. Es su primer novio.
n ¿Novio ?
n Novio, qué tiene
de malo. Anda , ven. Vamos a la cama.
Francisquillo
se quedó pensando en la palabra novio. Marcela le destendió la cama y le ordeno
que se desvistiese. El se sintió muy raro pues a él siempre lo habían
desvestido. Hizo lo que ordenaban y se quedó en espera.
n Acuéstate.
n Y mi pañal.
n Llevas dos días
sin mojarte.- Acuéstate en calzoncillos.
No le
gustaba al chico esas órdenes. Adivinó que Marcela no iba a dejarse convencer
de lo contrario. Acostado, lo arropó para apagar la luz e intentar salir.
n ¿Mi chocolate ?
n Ya te tomaste la
leche. Por tanto líquido te orinas.
n Quiero mi
biberón.
n Ya mi hijito, es
hora de que lo dejes. Por si no lo
sabes has entrado a la adolescencia.
No le
dijo más. cerro la puerta de su cuarto. Francisquillo tuvo que conformarse con
buscar su chupón y metérselo a la boca. No hubo manera de conciliar el sueño.
Sintió el regreso de Marina y cuando se asomó a su cuarto.
n Ya no me quieres.-
le dijo.
n ¿Todavía estás
despierto ?
n Marcela no me
quiso dar mi chocolate ni me puso mi pañal.
n No le puedo
encargar nada. Pobrecito. Ahora te lo traigo.
Lo
hizo, y mientras se lo tomaba le puso el pañal. Se quedó con él hasta que se
durmió.
En el
transcurso de la semana todo lo sentía diferente. Marina lo bañaba muy temprano
para que antes de las nueve ya estuviese dormido. El a esa hora, no podía
dormirse, nada más escuchaba como el
tal Pedro iba a platicar con Marina y a ella disfrutarlo.
La
cuarta noche no lo aguantó. Prefirió levantarse para ir a la sala.
n No me puedo
dormir.- Le dijo.
n Mira , el es mi
hermanito, el pequeño.- Lo prensentó Marina a su novio quien se quedó mirando
al chico. Fue incapaz de esconder lo sorprendido que estaba. Ver a Francisquillo
en calzones de hule y pañal, con el biberón en la mano y un chupete en la boca
lo impresionó.
n Oyes, pero que le
pasa a tu hermano. ¿No me decías que estaba en la comercial ? Así parece
un bebé.
Francisquillo
ya había ido a refugiarse al regaso de su hermana.
n Me molesta ese
comentario.- Se defendió ella.- No me gusta que te burles así.
n No, si no me
burlo. Pero si ya es un joven, hace mucho tiempo debió de haber dejado el
biberón.
n Bueno, a ti que
te importa.
n No, no. Está bien
mi amor, nada más que me parece muy extraño.
n Sabes qué, mejor
vete. Tengo que dormirlo.
n No te enojes. Si
a ti te parece bien pues bueno. Pero si llegamos a tener hijos...
n Y quien está
pensando en tener hijos. Vete y no vuelvas.
Pedro
tuvo que despedirse y esa fue la forma en que Marina perdió a su primer novio.
(Si
esta historia interesa, háganlo saber y continuara)
E Mail Jolhe@hotmail.com